Sobre la atenuación cortés en español y rumano: unas estrategias comunes
Domnita Dumitrescu
Motto: C.- je voudrais un petit bifteck B.- un gros? C.- moyen. |
(Diálogo en una carnicería de Lyon, Francia) |
La atenuación (también llamada mitigación) es uno de los polos de la modulación discursiva, cuyo otro polo (complementario) es la intensificación1. La atenuación, como estrategia de modulación de la interacción verbal, se realiza fundamentalmente a través del uso de atenuantes. Según Haverkate (1994: 209),
Haverkate ofrece
como ejemplos de atenuantes en español el «uso popular de cómo - comparable
[según él] al atenuante inglés sort of»
- y el uso
mitigador de poco, «característico del lenguaje
conversacional, no sólo en español, sino en muchas
otras lenguas». Además, señala que, en
español, «[A]parte de la
modificación externa del predicado con adverbios y
partículas, hay que distinguir la modificación
interna, o sea morfológica, que se consigue con la
sufijación diminutiva»
(1994: 210).
Autores que han
explorado más a fondo el tema de la atenuación, tanto
en español como en otras lenguas - como Meyer-Herman 1988,
Fraser 1980, o Caffi 1999 - han puesto en evidencia numerosos otros
mecanismos lingüísticos de atenuación no
sólo explícita, sino también implícita,
por ejemplo a través de la realización indirecta de
los actos de habla, el uso de «enunciados
metacomunicativos», de preguntas aseverativas (en
inglés, tag
questions) o de otros mecanismos de des-focalización
del tema y /o de des-personalización de la
enunciación2.
De modo que a la hora actual se ha demostrado que, como dice Caffi
(1999: 883), «mitigation
works in a multilayered and multi-dimensional way, simultaneously
affecting a plurality of linguistic levels and interactional
dimensions»
.
Según la misma autora citada, el recurso a la atenuación responde a dos tipos de necesidades: necesidades instrumentales, de eficiencia interaccional, y necesidades relacionales, de construcción de la identidad y de manejo de la distancia emocional entre los interlocutores. En conexión con este segundo tipo de necesidades, se ha observado repetidamente que una de las funciones más típicas y frecuentes de la atenuación es expresar cortesía, o sea, en concreto, salvar la imagen del interlocutor (y a veces también la propia) cuando se realiza lo que en la teoría de la cortesía verbal se conoce, a partir de Brown y Levinson 1987, como un acto de amenaza a la imagen (inglés: FTA, sigla de Face Threatening Act)3.
Y como los actos de amenaza a la imagen más típicos se consideran, por lo común, los actos de habla impositivos y los actos de habla asertivos, el enfoque de Caffi 1999, quien estudia la atenuación tanto en el plano de la modalidad deóntica como en el plano de la modalidad epistémica me parece particularmente acertado, en la medida en que ofrece una explicación simétrica del tipo de «debilitamiento de los parámetros interaccionales» que se produce en cada caso: la atenuación de la modalidad deóntica reduce las obligaciones del oyente, mientras que la atenuación de la modalidad epistémica reduce las obligaciones del hablante4.
Ahora bien: me parece que la mejor premisa de la que se puede partir, en el estudio de la atenuación en una interacción concreta, es la de que los atenuantes son, como se señala en Briz (1995:163),
Por lo tanto, la dicotomía básica con que se puede operar es la oposición entre los varios procedimientos de atenuación de lo dicho (o sea, atenuación intra-proposicional, o del enunciado) y la atenuación del decir (o sea, atenuación extra-proposicional, o de la enunciación) (Briz 2005: 79)5.
Dentro de cada grupo de procedimientos, cabe distinguir entre los recursos aditivos (o sea, in presentia) y los recursos sustitutivos (o sea in absentia)- una distinción mencionada en Caffi 1999 para describir, por ejemplo, la diferencia entre un acto de habla realizado en forma indirecta (sustitución) y un procedimiento morfológico, sintáctico o léxico, como un diminutivo, una cláusula condicional, o un marcador discursivo especializado6 (adición).
Finalmente, en cada caso, es útil señalar el efecto de cortesía asociado con el uso del atenuante, adoptando, una vez más, la distinción que opera Briz (2005: 64) entre la cortesía normativa, que se manifiesta en las intervenciones y actos de habla de cada participante, y la cortesía estratégica, que se manifiesta a nivel del intercambio y de la secuencia discursiva, a raíz de la dinámica interaccional de ambos participantes.
En este trabajo, debido a la falta de espacio, me voy a limitar a la ilustración de sólo algunas de las estrategias atenuadoras con función cortés, que son comunes al registro oral del español y del rumano7 - dos idiomas románicos que comparten una serie de parecidos estructurales y funcionales a pesar de la distancia geográfica y la historia externa que los separa.
Los ejemplos del español provienen de los corpus de entrevistas con hablantes caribeños, publicadas por Yolanda Reyes-Benítez 2001, así como de un corpus oral de español madrileño (Samper et al. 1998)- todos ellos recogidos para el estudio de la norma culta de las respectivas ciudades. En el caso del rumano, uso los corpus de habla oral que han sido recolectados recientemente por Dascălu-Jinga 2002 y por Ionescu- Ruxăndoiu, 2002 y también, ocasionalmente, mi conocimiento nativo de este idioma8.
Según Briz
(1995: 81) los atenuantes de este tipo «minimizan de forma directa el contenido
proposicional, lo que se dice, ya sea en parte o totalmente, e
indirectamente el decir»
. En español, entre los
procedimientos de atenuación del contenido proposicional
más comunes se encuentran el uso de diminutivos y
lítotes, o de partículas modificadoras con valor
cuantificacional (como, un poco, algo, más o
menos). Félix-Brasdefer 2004 también menciona en
su corpus los marcadores de solidaridad (hermano, carnal)
y las fórmulas interrogativas como ¿verdad?,
¿no es cierto?, conocidas en español como
'preguntas aseverativas'.
También se
dan a menudo casos de atenuación semántica de toda la
proposición, mediante modificadores proposicionales externos
o marginales, por así decirlo, ya que se trata,
esencialmente, de «subordinadas en
períodos concesivos, condicionales, causales,
adversativos»
(Briz 1998: 149). Lo más
típico, en este caso, parece ser el movimiento concesivo
sí, pero..., donde el primer miembro atenúa
la oposición o restricción expresada en el segundo
miembro y marcada por pero. Un atenuante del mismo tipo,
ausente en el corpus de Briz pero presente en el de
Félix-Brasdefer es no, sí (o la variante
contraria, sí, no), que ocurre, según este
último autor citado, «en el
discurso argumentativo, especialmente al ofrecer una respuesta no
deseada por el hablante, buscando el acuerdo en la
conversación»
(2004: 297). Todos estos
procedimientos mencionados son procedimientos aditivos, con la
excepción, quizás, de la lítotes9,
que implica una formulación sustitutiva más
«débil».
En el siguiente ejemplo del español madrileño, encontramos una variedad de procedimientos lingüísticos de atenuación del enunciado, e implícitamente, de la enunciación. El tema de la conversación es la mujer extranjera en comparación con la mujer española, y el entrevistado (quien está hablando precisamente con una mujer española) se muestra muy cauteloso en la expresión de sus opiniones al respecto, de igual manera que la entrevistadora, quien hace la pregunta en forma atenuada, acudiendo al verbo modal poder y a la expresión cuantificada un poco.
(MADRID 1) |
Como se puede ver, el entrevistado atenúa su comentario acerca de la menor sinceridad de la española usando un verbo epistémico de duda (creo que), un adverbio de duda (quizás), el subjuntivo (tenga) en lugar del indicativo, y una hesitación en la elocución (marcada por los puntos suspensivos) antes de nombrar la característica crucial que las distingue en sus ojos: la sinceridad o la falta de la misma (a la cual se refiere, en el enunciado siguiente, usando una lítotes: no ser tan sincera); nótese además la posición «conciliadora» (todas tienen su bueno y su malo), destinada a suavizar la crítica y a restaurar una especie de equilibrio de los juicios expresados.
En el ejemplo que sigue, el tema de la conversación es un viaje que el informante hizo a Rusia en los años setenta. La entrevistadora hace una pregunta concreta acerca de la manera de vestir de los rusos, y el informante trata de atenuar lo más posible la impresión negativa que le ha producido la uniformidad y la pobreza de la moda soviética de aquel entonces, usando, para este fin, procedimientos como los siguientes: verbos de duda (daba la/una impresión), preguntas aseverativas (¿no?), el uso de como y de un poco, numerosas hesitaciones y expresiones como vamos y ¿cómo diría yo?, que indican prudencia expresiva y el deseo insistente de hacer que el interlocutor comparta su punto de vista en vez de juzgarlo mal por su crítica.
(MADRID 5) |
Más adelante, en la misma entrevista, a la pregunta acerca de cómo es el aeropuerto de Moscú, el entrevistado contesta también en forma muy prudente, acudiendo a lítotes, peticiones de acuerdo y expresiones de duda e incluso ignorancia, todo mezclado con bastantes hesitaciones en la elocución:
(3) Inf.- Pues no lo sé. No sé... pues he visto mejores que el de Moscú, o sea... el... el de Madrid no creo que... que sea inferior al de Moscú, ni mucho menos, ¿no? |
(MADRID 5) |
Los ejemplos siguientes contienen atenuantes proposicionales en que el diminutivo, el cuantificador un poco, y las preguntas aseverativas se combinan para lograr un efecto de atenuación cortés con respecto al interlocutor (o, en el caso de 6, al personaje del cual se habla). En (4), el hablante se refiere a la gran cantidad de turismo que hay en la zona sobre la cual versa la pregunta. En (5), hay un mandato suavizado a través del apelativo oye, del cuantificador un poco y de la expresión vaga por ahí, además de una justificación del pedido, todo lo cual atenúa muchísimo la fuerza ilocutiva del mandato directo abre. En cuanto a (6), la informante atenúa a través del cuantificador bastante la crítica que le hace a Miró a través del aumentativo egoistón, y además, al usar el concesivo aunque, anula el efecto negativo que este rasgo de carácter pudiera tener sobre sus sentimientos.
(4) Enc.- ¿Y qué tal el ambiente de veraneo en Laredo? Inf.- ¡Ah!, estupendo, claro... un poquito afrancesado, ¿eh?. |
(MADRID 9) |
(5) Otra persona.- Oye, abre un poco una ventana por ahí, porque huele toda la casa a repollo. |
(MADRID 12) |
(MADRID 14) |
Finalmente, en los dos ejemplos siguientes, sacados del corpus caribeño, se puede ver claramente cómo la entrevistadora maneja el diminutivo para lograr un efecto de atenuación cortés a fin de salvar la cara de su interlocutor/a al discutir temas «delicados» como el sobrepeso o el acento regional en el habla. Nótese cómo en (7) la entrevistadora, después de usar el diminutivo gordita, atenúa aún más su comentario al afirmar que, supuestamente por su altura, su interlocutora (que se quejaba de no ser capaz de adelgazar) «no puede rebajar mucho».
(SAN JUAN 8) |
(SANTO DOMINGO 14) |
Nótese además, en este último ejemplo, el uso de la forma verbal de nosotros (o sea, los del Caribe), con papel de atenuante «de solidaridad» para que la informante no se sienta singularizada por su acento, y el comentario acerca de la posibilidad de que los mejicanos hablasen con una entonación más especial, cuyo papel es otra vez atenuar y «equilibrar» la situación entre los dos grupos.
En rumano encontramos procedimientos de atenuación similares, en particular el uso del diminutivo cortés (muy frecuente, por ejemplo, en la interacción del camarero con sus clientes, a los cuales se les ofrece o berică, o fripturică, puţină pâinică, etc.) y de partículas cuantificacionales como cam, un pic, niţel, nu prea, así como el movimiento concesivo señalado también en español, y que en rumano típicamente tiene la forma: da, dar...Los siguientes ejemplos son representativos al respecto.
(CORV 132) |
Nótese en este ejemplo la cantidad de atenuantes que usa el hablante para referirse al racismo de Puiu, en contraste con la tolerancia de su esposa Doina: el cuantificador puţin, la reiterada declaración de lo difícil que le resulta encontrar la palabra justa (cum să zic eu, nu ştiu cum), la suspensión del acto verbal (foarte...), el no compromiso con la afirmación que está a punto de hacer (cum se spune), la expresión vaga (ea e de-astea, împotriva ăstora), y el intentar en dos ocasiones ganar la confianza de su interlocutor al hacerle partícipe del «secreto» que está a punto de divulgar (ştii?).
Los siguientes dos ejemplos son de una conversación telefónica entre un hombre y su madre. La madre está enferma, y además se encuentra en un cuarto con muy poca calefacción, pero no quiere alarmar a su hijo, por lo cual usa sistemáticamente atenuantes tanto al hablar de su salud como de la temperatura en la casa. Al contestar acerca de su dolor, dice primero cam e, atenúa de nuevo con aşa, y repite la afirmación evasiva cam e. Luego matiza aún más, afirmando que no lo tiene tanto, pero de todos modos lo tiene (nu chiar aşa, da totuşi este).
(10) VJ: Da. Da. CUM respiri ↓mamă. CJ: Bine. VJ: Da. Şi durerea? CJ: Da ↓ Cam E aşa ↓ cam E. VJ: Da. CJ: Da' ....NU chiar aşa ↑ da' TOtuşi ↓ este. |
(CORV 207) |
En la discusión sobre la temperatura, la madre, de nuevo, trata de no alarmar a su hijo diciéndole que sí tiene calefacción, pero no de forma excesiva, y, ante la observación de éste de que está haciendo mucho frío, trata de nuevo de tranquilizarlo, afirmando que tiene calefacción, pero no tanta como antes, y que esto es normal, dado que afuera hace 8 grados Celsio bajo cero.
(CORV 204-205) |
Si la atenuación del decir incide sólo de forma indirecta sobre el enunciado, hay sin embargo una serie de procedimientos de atenuación que se aplican directamente a la enunciación, y que se verán a continuación.
La gama de procedimientos usados para atenuar la fuerza ilocutiva de un acto de habla potencialmente amenazador es más amplia y más variada. Para el español, Briz (1998:150 y sigs.) enumera al respecto la atenuación pragmática por modificación del verbo performativo (quería en vez de quiero), por el uso de verbos performativos con efecto atenuador en sí mismos (como creo, pienso, se me hace) -a los que Félix-Brasdefer 1994 acertadamente llama «predicados de estado mental»10-, o por el uso de modificaciones «al margen», que incluyen una variedad de expresiones modalizadoras especializadas para ciertos actos de habla (illocution-bound, cf. la nota 6), como por ejemplo: a decir verdad, si no me engaño, si no te importa, no lo sé, qué sé yo, no sé cómo decirte, digo yo, perdona, pero..., si te parece, etc.
Varias muestras de atenuación de este tipo se han dado ya en los ejemplos usados en la sección anterior de este trabajo, en unión indisoluble con los casos de atenuación intra-proposicional, así que, por consideraciones de espacio, me veo obligada a no volver sobre este punto. Sólo voy a citar un ejemplo en que se combinan atenuantes intra- y extra-proposicionales, con un claro efecto de cortesía. Se trata del saludo entre la informante y la entrevistadora: ésta última sufre de calor por la falta de aire acondicionado en el cuarto donde tiene lugar la interacción, pero no quiere que su anfitriona se sienta mal, por lo cual responde de una forma marcadamente atenuada (bastante y un poco son atenuantes del enunciado, mientras que parece es un atenuante de la enunciación) a la pregunta de esta acerca de cómo se encuentra:
(SANTO DOMINGO 12) |
Ahora bien: a los procedimientos aditivos arriba mencionados se suman una serie de procedimientos sustitutivos, que consisten en realizar actos de habla indirectos o suspendidos, o en despersonalizar el yo o el tú discursivo, en interés de la minimización del papel de los participantes en la interacción (concretamente, se trata de acudir a la forma se, al indefinido uno, al tú impersonal o a los plurales inclusivos nosotros y vosotros o ustedes).
Para el castellano, un buen ejemplo en este sentido se encuentra en la discusión ya mencionada acerca de la mujer española.
(MADRID 5) |
El informante, al principio, parece no querer comprometerse a expresar una opinión personal sobre el tema, por lo que acude a giros impersonales (dicen que, hay quien) y a formas verbales modalizadas (imperfecto podía, futuro de probabilidad habrá), usa lo que en inglés se llama un disclaimer (todo es del cristal con que se mira) y apenas al final, tentativamente, formula su opinión, no sin tomar precauciones adicionales (el uso de creo que y la introducción de una justificación) y buscando en seguida la confirmación de su interlocutor, a través de la pregunta aseverativa ¿no?.
También encontramos una clara estrategia de des-personalización de la opinión en la siguiente réplica del encuestador acerca del movimiento feminista (del cual su interlocutora se acaba de disociar):
(SANTO DOMINGO 5) |
Nótese el uso del pronombre uno, y el cambio de por lo general a en algunas ocasiones, para poner aún más distancia, por así-decirlo, entre sí misma y los partidarios de una opinión extremista (que en realidad comparte, sin querer reconocerlo de forma abierta), además del cuantificador (algo) y de la búsqueda de acuerdo del interlocutor (¿verdad?) que también atenúan la fuerza de la afirmación hecha con respecto al movimiento feminista.
En cuanto al rumano, la gama de procedimientos de atenuación de la enunciación es también muy variada, pero, por razones de espacio, me voy a limitar a señalar sólo algunos, que me parecen los más interesantes por la dificultad (si no imposibilidad) de encontrarles una traducción equivalente al español. En primer lugar, se trata del uso de mai para atenuar preguntas demasiado directas, observado por Reinheimer-Rîpeanu 2004 (Ce mai faci? Cum o mai duci? Ce mai e nou? Ce mai citeşti? en contraste con Ce faci? Cum o duci? Ce e nou? Ce citeşti?). En segundo lugar, se trata del uso de la partícula adverbial şi combinada con un objeto indirecto enfático - las más de las veces de primera persona -para atenuar mandatos (dă-mi şi mie en vez de simplemente dă-mi). En tercer lugar se trata de la expresión nu vă supăraţi, uno de los atenuante más típicos- junto con fiţi amabil/ă- para los pedidos hechos en tiendas y otros lugares de servicio al público. Y en cuarto lugar, se trata del atenuante frumos usado para invitaciones corteses, también especialmente en situaciones de interacción de servicio (Vă aşezaţi aici frumos, en vez de simplemente Aşezaţi-vă aici).
Los siguientes ejemplos ilustran el uso de dichos atenuantes en contexto.
(15) B: [vă descălţaţi frumos ↑ vă puneţi tălpile pă ea ↑ la început poate [o să fie A: [nu +B: un pic gîdilicios sau neplăcut .da să vedeţi ASta ce e. |
(CORPUS 54) |
En este intercambio, que tiene lugar en un salón de masaje terapéutico, son de notar el uso del indicativo en lugar del imperativo (vă descălţaţi en vez de descălţaţi-vă) y el atenuante frumos, ya mencionado, para mitigar la fuerza del mandato, así como el cuantificador un pic, para atenuar la posible sensación desagradable del paciente al poner en marcha el aparato de masaje.
Los dos ejemplos que siguen ilustran las estrategias más comunes para, simultáneamente, llamar la atención de un empleado en un puesto público- farmacia en el primer caso, taquilla de una estación de tren en el segundo- y de atenuar la fuerza del pedido (relacionado con una mercancía y, respectivamente, con una información sobre el horario de los ferrocarriles). Además, vale la pena notar la atenuante adicional cumva al preguntar por un producto higiénico supuestamente difícil de encontrar, y el marcador cortés vă rog, que atenúa aún más la fuerza ilocutiva del pedido.
(16) A:<R bună ziua. fiţi amabilă↓ aveţi cumva >loţiune gerovital ↑ pentru regenerarea părului. [...] Aşa şi:: dacă aveţi cumva tifon........daţi-mi DOuă vă rog.... |
(CORPUS 131) |
(CORPUS 139-142) |
En el ejemplo que sigue así como en el anterior, es de notar el uso atenuante de şi mie (spuneţi-mi şi mie, să-mi daţi şi mie), así como el uso del verbo modal en lo que se puede llamar un condicional de cortesía (aţi putea) y el preámbulo destinado a preparar al interlocutor para el pedido que sigue, ce voiam să vă mai întreb
(18) A: a:: m: CE voiam să vă mai întreb ↑ eu nu ştiu exact unde se află ACEAstă reprezentanţă ↓ aţi putea să-mi daţi şi mie adresa? |
(CORPUS 201) |
Por último, los tres ejemplos que siguen son de una conversación telefónica en la que el informante, VJ, se comunica con el párroco a fin de pedirle el favor de pasar a ver a su madre, que está inmovilizada en la cama, para bendecir su casa, según la costumbre religiosa de comienzos del año entre los ortodoxos. Además, necesita saber la hora aproximada a que éste va a pasar, para ir a casa de su madre y abrirle la puerta. Como en esa época del año el párroco debe hacer numerosas visitas a casa de sus feligreses, el pedirle que se comprometa a llegar a una hora determinada representa una fuerte imposición adicional, por lo cual el hablante, VJ, hace acopio de estrategias de atenuación cortés para formular su petición de la forma menos «amenazadora» posible para la imagen del párroco. Primero le pide al hijo del párroco, quien contesta el teléfono, que interceda ante su padre, y lo hace de forma muy cortés, usando el condicional del verbo modal (dacă aţi putea) y expresando claramente su deseo de no molestar (fără să-l deranjaţi). También usa atenuantes al preguntar no si el padre va a venir o no, sino cuándo cree que podrá venir, si es que va a venir. Luego, al ponerse el cura al habla, VJ le pregunta de nuevo sobre su intención de venir, y si se pudiera saber más o menos cuando va a suceder eso (nótese el paso a la construcción impersonal con se, que es menos amenazadora, por su impersonalidad, para la imagen del interlocutor). A su vez, el cura, en vez de simplemente escoger una hora, le pregunta a su interlocutor (un médico muy solicitado por sus pacientes) si cree que estaría disponible a una determinada hora que sugiere con bastante prudencia; nótese el interrogativo credeţi y el cambio de sun(teţi)- indicativo- a aţi putea fi disponibil- condicional- que atenúa nuevamente la fuerza ilocutiva del enunciado.
(CORV 217-218) |
(20) VJ: [...] Şi vroiam să vă întreb dacă intenţionaţi să treceţi ↑ şi dacă s-ar putea spune cam când ↑ca să fiu şi eu pe-acolo. |
(CORV 219) |
(21) G: Da da da. A:şa... Credeţi că /ă/î sun-± aţi putea fi disponibil ... către ora unşpe jumate ↑ doişpe? |
(CORV 220) |
Este intercambio telefónico, con el cúmulo de atenuantes que encierra, representa, me parece, una interacción prototípicamente cortés para dos rumanohablantes educados que se estiman mutuamente.
La
atenuación «dialógica» (o sea, realizada
más allá de la simple intervención de un
interlocutor) consiste en la minimización del posible
desacuerdo, con efectos tanto argumentativos como de equilibrio de
imagen cortés. Como explica Briz, «cuando se atenúa el desacuerdo o la
disconformidad respecto a la intervención de otro
interlocutor, en el intercambio, puede hablarse de
atenuación dialógica»
(1998: 157). Entre
las formas de manifestación más comunes de este tipo
de atenuación dialógica se cuentan, por ejemplo,
expresar incertidumbre11
o fingir ignorancia con respecto a una afirmación del
interlocutor, o bien manifestar conformidad parcial, como preludio
a una opinión divergente que se expresa a
continuación. Por supuesto, la situación es mucho
más compleja, y colaboran de hecho en la realización
de la atenuación dialógica todos los procedimientos
de atenuación de lo dicho y del decir previamente
enumerados. La diferencia reside, más que nada, en un cambio
de perspectiva del alcance - local o global- del efecto de
atenuación conseguido a lo largo de un pasaje discursivo
más amplio, y en cierta medida, supuestamente
polémico.
La distinción entre cortesía normativa (o codificada) y cortesía estratégica (o interpretada) entra también en juego en este caso: si efectuar un acto de habla atenuado a través de medios lingüísticos especializados («codificados») es a menudo un caso típico de cortesía normativa, acudir a estrategias discursivas encauzadas a minimizar el desacuerdo y a preservar el equilibrio de la imagen social de los participantes es definitivamente un caso claro de cortesía estratégica, ya que su interpretación depende crucialmente del contexto de la interacción concreta en que se manifiesta.
Un buen ejemplo al respecto lo representa, para el español, el diálogo (22). El contexto es el siguiente. La informante empieza a hacerle preguntas sobre Puerto Rico a la investigadora, quien, por complacerle, le responde. Poco a poco, la informante empieza a formular juicios bastante negativos sobre las puertorriqueñas, y la entrevistadora trata de mostrarle que no tiene razón al hacer generalizaciones como las que está hacienda. De repente, la informante pregunta:
(SANTO DOMINGO 5) |
Como se puede notar, la entrevistadora trata sistemáticamente de evitar una confrontación directa con su interlocutora. Primero trata de evitar la discusión (esto se está convirtiendo en una entrevista tuya hacia mí) y mitiga su rechazo con una risa (ja! ja!). Ante la insistencia de su interlocutora, responde primero en forma evasiva (yo no sé) y se vale del ejemplo personal (fíjate, yo nunca me he teñido el pelo) para darle a entender a su interlocutora que está haciendo generalizaciones excesivas en cuanto a la mujer puertorriqueña. Ante la incredulidad de la chica, la entrevistadora reitera de forma más categórica esta vez su negativa a teñirse el pelo. Pero la chica insiste, a lo cual la entrevistadora, para aplacar el conflicto naciente, finge darle la razón al reconocer que hay personas que se tiñen el pelo. Como la chica no desiste y pasa ahora al tema de las cejas teñidas de amarillo, la entrevistadora trata de hacerle comprender que el fenómeno se puede dar en todas partes, no sólo en Puerto Rico, sino también en Venezuela, o en España, y que es una costumbre normal entre las mujeres. Después de hacer esta concesión a su «contrincante», la entrevistadora, sin embargo, vuelve a afirmar que el teñirse el pelo no es costumbre general en Puerto Rico, y para suavizar una vez más esta declaración tajante (hay muchísimas mujeres que nunca se tocan su cabello), trata aparentemente de darle otra vez la razón a su interlocutora, pero deja el acto de habla sin terminar («suspendido», como diría Briz), que es otra estrategia indirecta de atenuación (finge decir, pero de hecho no dice, que lo que la chica ha visto tal vez sea cierto). La conclusión final es que su interlocutora está equivocada, pero se lo comunica con una serie de hesitaciones y rodeos (o sea, eso, pero...) que sirven como estrategia final de atenuación del desacuerdo y de distensión de la tensión acumulada en el intercambio. Aunque la entrevistadora no ha usado, en este pasaje, ninguna fórmula de cortesía específica, se puede afirmar que su comportamiento comunicativo con respecto a su interlocutora es estratégicamente cortés, por no dar rienda suelta a la creciente irritación que está sintiendo durante este diálogo que percibe ofensivo hacia las mujeres puertorriqueñas, de las cuales ella también forma parte.
En rumano, un pasaje ilustrativo al respecto podría ser el siguiente.
(CORV 81-82) |
En este diálogo, LDJ acude a la típica estrategia de expresar un acuerdo cortés con su interlocutor, para en seguida después introducir un contraargumento (da, Victor, da'...) que VJ rechaza primero de forma directa (n-a existat) y luego, al ver que LDJ insiste, en forma estratégicamente cortés, usando el marcador de 'conciliación' nu te supăra antes de introducir un nuevo argumento a favor de su tesis. Para otro pasaje de CORPUS donde se notan claramante varias estrategias de atenuación dialógica entre dos desconocidos que viajan en el mismo vagón y conversan sobre temas de su trabajo, remito a los comentarios de Hoinărescu (2007: 162 y sigs.). Tiene razón Şerbănescu (2003: 97) al afirmar que la cultura rumana es una cultura consensual, ya que
El español y el rumano proceden, básicamente, de manera similar a la hora de escoger las estrategias de atenuación requeridas por la situación comunicativa. En ambas lenguas se pueden identificar procedimientos tanto aditivos como sustitutivos, destinados a mitigar los enunciados, la enunciación y el desacuerdo conversacional. Sin embargo, no sólo la frecuencia de uso de dichos procedimientos varía de una lengua a otra, sino también -y esto quizás sea lo más interesante- no siempre es posible traducir una fórmula de atenuación de una lengua a otra para obtener el mismo efecto comunicativo. A veces, para mantener el «espíritu» del intercambio, habrá que acudir a formulaciones radicalmente distintas desde el punto de la composición léxica y estructura sintáctica, mientras que otras veces será suficiente usar en ambas lenguas un procedimiento idéntico. Por ejemplo, si el camarero español puede, al igual que el rumano, ofrecer una cervecita a su cliente, la enfermera hispanohablante no le podrá decir a su paciente, al igual que la enfermera rumana, que se descalce hermosamente («frumos»), ni tampoco podrá el cliente madrileño empezar su pedido en una agencia de ferrocarriles rogando al dependienta que no se enoje («nu vă supăraţi»), como hace con toda naturalidad el viajero rumano acudiendo a la estrategia atenuadora típica de su idioma. ¡Seguramente, el empleado español se sentiría más bien ofendido que complacido ante tal preámbulo que implicaría, en sus ojos, un potencial de irascibilidad que se le atribuye inmerecidamente! Se puede afirmar, por lo tanto, que los malentendidos interculturales no se excluyen ni siquiera entre los hablantes de dos lenguas hermanas que cuentan con estrategias de atenuación y fórmulas de cortesía esencialmente convergentes.
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