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Sonetos

Francisco López de Zárate




ArribaAbajoDatos biográficos de Francisco López de Zárate

Nace en Logroño en 1580.

Poeta y dramaturgo.

Su experiencia universitaria pasa por la ciudad de Salamanca para estudiar Leyes.

Sin embargo su afición por la carrera militar le hace abandonar sus estudios para alistarse en el ejército y recorrer varias ciudades europeas. Todo ello durante el reinado de Felipe III.

Cansado de guerrear se aposenta en Madrid dedicándose ya de pleno a la poesía bajo el patronazgo de los señores Rodrigo Calderón y Pedro Mesía de Toledo.

Durante un tiempo sirvió como secretario del Duque de Lerma y fue precisamente en esta época donde se le empezó a conocer como «El Caballero de la Rosa» por el soneto que dedicó a esta flor. También gozó del mecenazgo del Conde de Molina.

No existen referencias de sus amores a lo largo de su carrera no obstante, aparecen en sus sonetos los nombres de Filis y Celia. Pasaba por ser un hombre generoso que vivía modestamente.

La publicación de sus obras empieza en el año 1619 con el libro Varias Poesías donde aparecen 19 poemas de su juventud.

En 1648 aparece su poema heroico «La Invención de la Cruz» dedicado a Felipe IV y que le dio fama y respeto por su poesía hasta el siglo XIX. Dicho poema fue admirado por el mismo Cervantes.

Más tarde en 1651 publica Obras Varias añadiendo a sus primeras poesías 260 más y la tragedia Hércules Furente y Oeta en donde ya se adivina el padecimiento de la enfermedad que le estaba paralizando.

Víctima de la misma muere en Madrid en 1658.








ArribaAbajo- I -


A la rosa


Abajo   Esta a quien ya se le atrevió el arado,
con púrpura fragante adornó el viento,
y negando en la pompa su elemento,
bien que caduca luz fue sol de prado.

   Tuviéronla los ojos por cuidado,  5
siendo su triunfo breve pensamiento,
¿quién sino el hierro fuera tan violento,
de la ignorancia rústica guiado?

   Aun no gozó de vida aquel instante
que se permite a las plebeyas flores,  10
porque llegó al ocaso en el Oriente.

   ¡Oh tú, cuánto más rosa y más triunfante
teme: que las bellezas son colores,
y fácil de morir todo accidente!




ArribaAbajo- II -


Soneto


ArribaAbajo   Pues que se muere con haber nacido,
siendo el ser tan a riesgo de la vida,
que el minuto menor es homicida,
de que el mejor cristal queda sentido,

   mira que el golpe, en polvo ya escondido,  5
y la luz con el polvo tan unida,
se halla más sepultada que encendida,
pues lo más de ella muere, habiendo sido.

   Si es tu defensa nada ¡oh vidrio leve!
tan de acaso tu luz para apagada,  10
que no admite esperanza por lo breve;

   si la más cierta vida es la pasada,
de la presente, ¿quién fiar se atreve?
¿Quién a más, si aun gozándola, es soñada?




ArribaAbajo- III -


Ceniza, la hermosura


ArribaAbajo   Átomos son al sol cuantas beldades
con presunción de vida siendo flores,
siendo caducos todos sus primores
respiran anhelando eternidades.

   La rosa, ¿cuándo, cuándo llegó a edades  5
con todos sus fantásticos honores?
¿no son pompas, alientos y colores
rápidas, fugitivas brevedades?

   Tú de flor y de rosa presumida,
mira si te consigue algún seguro  10
ser en gracias a todas preferida;

   ni es reparo beldad, ni salud muro,
pues va de no tener a tener vida
ser polvo iluminado a polvo oscuro.




ArribaAbajo- IV -


Habla un amante a un ciego


ArribaAbajo   Ciego a quien faltan ojos y no llanto,
envidio en tus tinieblas tu sosiego,
estímote feliz viéndote ciego
y de tus ciegas lágrimas me espanto;

   ¡oh si valiesen, si valiesen tanto  5
estos incendios en que yo me anego,
pues nacen llamas si cenizas riego,
que incendios con mis lágrimas levanto;

   con pensión de la vida te fue dada
el alma, y a mi vista aborrecida  10
con pensión de que viva me es dejada;

   tu ceguedad con la razón medida
ya que no sin dolor, queda aliviada,
¡ay del que está con ojos y con vida!




ArribaAbajo- V -


Después de una grave enfermedad en su mayor edad


ArribaAbajo   ¡Un año más, Señor, con tanto día,
y con minuto tanto, tanto, tanto!
¡Y en risa tan continua siendo el llanto
lo que incesablemente se os debía!

   ¡Perdidos lustros! Y la escarcha fría  5
(como ya en tiempo) ocupa sin espanto
la cabeza y el rostro, y el quebranto
desune partes que el vigor unía.

   Casi al último polvo reducido
donde no habrá más paso, aunque la fama  10
lo pretenda en pirámide o coloso;

   tan ya sin mí que estoy de en olvido,
tan ya no yo, que soy quien más me infama;
mostrad en mí el poder de lo piadoso.




ArribaAbajo- VI -


A la aurora


ArribaAbajo   Esta sombra del sol, si no primera
causa, principio y juventud del día,
luz de Dios que tinieblas nos desvía
y en la misma inconstancia no se altera;

   esta que corre el velo de la esfera  5
y con efectos de beldades guía,
sirva para dormir con su armonía
o con respiración de primavera;

   si acaso adormeciese los sentidos
con voz de pluma, resplandor de flores  10
de su llorosa risa documento,

   a lágrimas de luz, quedad dormidos,
no os suspendan los ecos y colores
pues van juntos el llanto y el contento.




ArribaAbajo- VII -


Pidiendo perdón a Dios


ArribaAbajo   Soy quien más vuestra sangre a derramado,
de los que os maltrataron el más fiero,
de todos el mayor si no el primero
el que más en la cruz os ha clavado;

   soy el que alienta a todo desdichado  5
por más torpe, sacrílego y grosero;
el lobo más atroz con el cordero
de su holocausto mal aprovechado;

   esto soy, más constante en mi esperanza,
y no sin prendas de que sois piadoso  10
con vergüenza animosa piedad pido;

   si el suspiro menor de vos la alcanza
póstrome si culpado, pesaroso,
¡acogedme por flaco o por rendido!




ArribaAbajo- VIII -


Considerando un sepulcro y los que están en él


ArribaAbajo   No te mires a ti que te acompaña
si te das a tus ojos, el engaño,
mírate en el más propio o más extraño
que teatro admiró, venció campaña;

   no como allá en el mundo aquí se engaña,  5
que es centro esta región del desengaño;
vuelve en bien cierto el aparente daño,
el pasmo inútil en divina hazaña.

   De aquí si que consigue el ser dichoso
el que a lo cierto no a lo incierto mira,  10
pues le adorna lo eterno fastuoso;

   de aquí el mortal a lo sagrado aspira,
tu temor convirtiéndose en reposo;
que para el vivo el que murió respira.




ArribaAbajo- IX -


El autor a su cuerpo, poco antes de expirar


ArribaAbajo   Este trono, este bulto a los clamores
de tanta exequia y sepultada vida,
pues la tuvo, gozándola, perdida,
deslumbrado en fantásticos honores;

   este que siempre absorto en resplandores  5
fue estatua aunque terrestre, presumida;
ni a luz, ni a voz, ni a rayo estremecida;
horror aun asombroso a los horrores;

   este ya incierta sombra y alma cierta,
racional interior con fondo vano,  10
viva esperanza y fe, caridad muerta,

   que fue indigno del nombre de cristiano,
si vivo ha divertido, polvo advierta,
ya que en vano vivió no muera en vano.




ArribaAbajo- X -


A un esqueleto


ArribaAbajo   Tú, tú, eres este mismo, tú, si adviertes
a la fraterna unión que te apercibe;
que si no para sí, para ti vive,
pues en él te hallarás, si te diviertes.

   Que una, aunque varia, son todas las suertes,  5
en el compuesto polvo el tiempo escribe;
ni ser rey ni plebeyo, se percibe:
menos o más, en eso te conviertes.

   No huyas de temor, que no das paso
que no te lleve a ser lo que te espanta  10
y desprecias el bien de la memoria.

   Humano sol, aquí tienes ocaso;
docto este bronce el tiempo te levanta;
monarca, esto es lo cierto de tu historia.




ArribaAbajo- XI -


A la asunción de María a los cielos


ArribaAbajo   La en méritos, en gracia caudalosa,
mar abundante, de virtudes fuente,
en su ocaso tan luz como en su oriente,
tan sol selecto, como intacta rosa:

   La en vida, en cuerpo, en alma gloriosa,  5
tuvo aun antes del ser a Dios presente,
porque no cupo en El estar ausente
de tal Hija, tal Madre, y tal Esposa:

   La en quien halló la Trinidad esfera,
sublimación a paraíso el suelo,  10
alma salud la humanidad entera:

   Roto ya de la tierra el triste velo,
y sembrada de flores su carrera,
sube a ser Reina del empíreo Cielo.




ArribaAbajo- XII -


A la memoria del doctor Juan Pérez de Montalbán en su túmulo


ArribaAbajo   Leerás, que yace aquí, porque está escrito;
y es, que el mármol usurpa la alta gloria
de Montalbán, debido a la memoria,
no de honor limitado, de infinito.

   Si se observara el Egipciano rito,  5
de eternizar en pira en vez de historia,
Egipto fuera todo vanagloria,
que él dice, que no yace con lo escrito.

   El se imprime en la Fama, y se coloca
donde, a ser tinta el Nilo caudaloso,  10
a su alabanza fuera tinta poca.

   Pues él lo más por sí se constituye,
quien lo pretende hacer menos glorioso
a sus letras pirámides construye.




ArribaAbajo- XIII -


A San Isidro


ArribaAbajo   Los campos de Madrid, Isidro santo
de espíritus angélicos sembraba,
cuando con Dios de sí se enajenaba;
¡o cuánto alcanza el renunciarse, o cuánto!

   Los ministerios rústicos en tanto  5
el escuadrón celeste ministraba,
y él con piedad su indignidad lloraba,
siendo el ocio semilla, fruto el llanto.

   ¿Qué mucho que sembrase, que cogiese
con ángeles, con Dios, y agradecido  10
anticipado pródigo tributo.

   Que Diciembre de Agosto le sirviese,
teniendo el cielo al campo reducido,
sembrando aquí sus lágrimas el fruto?




ArribaAbajo- XIV -


ArribaAbajo   Aquel bulto de monte con semblante
de quinta esfera y luz de firmamento,
de fábricas eternas documento,
fiel sustituto del caduco Atlante.

   Luciente con el sol sin el tonante,  5
de cielo y tierra unión con ornamento,
de día alcázar fue del Dios sangriento,
de noche habitación del fulminante.

   Edificóle celo Religioso,
que pudo aventajando las verdades  10
reducir a verdad lo imaginado.

   Y bien que lo formó de eternidades,
mostrándose dos veces poderoso,
hízolo todo parecer pintado.




ArribaAbajo- XV -


ArribaAbajo   Brota diluvios la soberbia fuente,
más piadosos que el cielo para Egipto,
cuando el piélago en ondas infinito,
aun su misma ribera no lo siente.

   Multiplican mis ojos tu corriente,  5
contra la fuerza del celeste rito,
pues cuando abrasa el Sol todo el distrito,
de sus márgenes pasa la creciente.

   Hiriendo el Sol las encumbradas sierras,
que al Nilo se derraman en tributo,  10
vuelven a ser fructíferas las tierras.

   En mí, causa mi sol el mismo efecto;
mas ¡ay, que son lágrimas sin fruto,
pues con ser agua, queman en secreto!




ArribaAbajo- XVI -


A la lanza de Cristo


ArribaAbajo   Salve rayo de luz, que Dios no sabes
el Alma casi, pues con honda herida
penetraste al tesoro de la vida,
rompiendo puertas y supliendo llaves.

   Ya se permite que tu hierro alabes,  5
pues quedaste manchada, no teñida
en luz, que fuente fue pareció herida,
para que viva yo, tu culpa laves.

   Como el sol, cuyos rayos transparentes
según la división de las Regiones,  10
a un tiempo da el Verano, y el Invierno.

   Tú causas dos efectos diferentes,
pues hiriendo de amor los corazones,
estas dando lanzadas al infierno.




ArribaAbajo- XVII -


EL autor hablando con Dios después de una enfermedad


ArribaAbajo   Tantas, tantas, Señor, tantas las veces
de tu piedad y tanta la porfía,
de obstinación, que no la llamo mía,
de vergüenza, que tú no la mereces.

   ¿En qué noche, en qué instante no amaneces  5
a los que saben conocer el día?
que aun en vil error tu diestra envía
pues con lo mismo alumbras que estremeces.

   Alumbras, mas en ojos incapaces
de resplandor divino la luz ciega,  10
como a nocturnas aves el sol claro,

   los míos de tu lumbre sean capaces,
no venga a ser, o no, para mi ciega,
ni pueda más mi culpa que tu amparo.




ArribaAbajo- XVIII -


A la pura y limpia concepción de Nuestra Señora


ArribaAbajo   Quien hay que con soberbia desbocada
y de luz racional inadvertido
cuando padece el sol recién nacido
ose decir la Aurora está eclipsada.

   O humanidad de Dios calificada  5
con la razón, descanso del sentido
que osado en el dudar crisol ha sido
pues deja la verdad purificada.

   Mirándote los ojos, no te vieron,
o por querer con presunción humana  10
sondar misterios que la fe apadrina,

   porque por ver, sin adorar, quisieron
reconózcante Aurora soberana,
toda tu humanidad verán divina.




ArribaAbajo- XIX -


A la obstinación en pecar causa de todos los daños


ArribaAbajo   Cuán vecinos estamos a la muerte,
pues se oponen estorbos a la vida,
que el médico sirviendo de homicida,
con venenos antídotos pervierte.

   O tú, sólo en causar dolores, fuerte;  5
la cura alarga, sanarás la herida
que la salud universal perdida
al más robusto, de su fin advierte.

   Si es pacto de dar gozos al Infierno,
por deshacer la imagen que le altera,  10
intento, en que se vale de tu mano.

   Mira feliz la muerte en mundo eterno,
pues con tener, a quien matar, viviera
mas a la rabia se persuade en vano.




ArribaAbajo- XX -


Excusándose un amante de no haber mirado a su dama, por el recato de un templo donde fue avisado que fuese a verla


ArribaAbajo   Al que una vez miró tan encumbrado,
ojos podrán quedar, ojos, no vista;
que no hay quien a lo empíreo se resista,
si, como debe, eleva su cuidado.

   Queda tan en lo digno transformado,  5
por tan blasón, en fin, de la conquista,
que no reserva parte, que no asista
a su elección, de sí todo privado.

   Veros en mí, Señora, es el decoro,
necesitarme más, fuera ofenderos,  10
una vez vista, y tantas adorada.

   Siempre os contemplo en mí, donde os adoro,
y sobrándome el Alma, donde veros,
Sagrario sois en mí, si en vos sagrada.




ArribaAbajo- XXI -


A Filis habiéndose quebrado el espejo


ArribaAbajo   Quebrase el consultor de tu hermosura;
porque no le quedó que ver con verte,
ni más felicidad que obedecerte;
ay del que no la alcanza, y la procura.

   Que vida, Filis, estará segura  5
del golpe vivo de tu vista fuerte,
si el intérprete claro que te advierte
con tu forma, de ti, no se asegura.

   Aun puedes más, que matas con los ojos;
que alcanzan a ti misma los desdenes,  10
dando a quien te retrata sentimiento.

   Suelen templarse en el cristal enojos,
y tú le despedazas; porque tienes
natural, por lo dulce, más violento.




ArribaAbajo- XXII -


Al rigor de Filis con alusión a Anaxarte convertida en piedra


ArribaAbajo   Filis si bien no tiene tu hermosura
ejemplo, que temer, por soberana;
en Anexarte, con la parte humana,
que no hay advierte ingratitud segura.

   Mas no la mires cuerpo, y alma dura,  5
que harás, si empedernida, no te humana,
la imagen del divino asombro vana
y temo se duplique la pintura.

   Por redimir el riesgo tus desdenes,
de hoy más, tendré mi pena por gustosa,  10
será tu culto de mi gloria esfera.

   Ablandarte, cuanto de mármol tienes,
bien que en toda otra forma rigurosa
menos que hacer mi adoración tuviera.




ArribaAbajo- XXIII -


ArribaAbajo   Filis tú te concede a tu alabanza
que todo Apolo no es bastante aliento,
tú que eres plenitud del pensamiento,
y límite a los siglos de esperanza.

   Lo mejor de la vida en ti se alcanza,  5
ya no hay a que vivir, último intento
eres al más sublime entendimiento
la misma perfección tu semejanza.

   Si es premio de virtudes la belleza,
aun te es deudor el Cielo, y la es gloriosa  10
la deuda, tanto a la mejor se inclina.

   En ti se mejoró naturaleza,
si por obligación eres hermosa,
por fuerza noble, por razón divina.




ArribaAbajo- XXIV -


ArribaAbajo   Filis pues la ocasión de venerarte
no puede ser mayor, aunque me impida
la enfermedad el ilustrar la vida
con ir a verte, sóbrame el amarte.

   La dicha de ser visto y de adorarte,  5
gloria que debe ser tan pretendida,
por excesivo honor fuera homicida,
sino me reparara el contemplarte.

   Reza y con razón favorecido,
grande bien, más que excede a mi flaqueza  10
que dice tu milagro con decoro.

   Si en amar es más fuerte el más rendido,
defecto fuera en mí la fortaleza,
que para más deberte, más te adoro.




ArribaAbajo- XXV -


ArribaAbajo   Quien ama y a su Amor no está presente,
mal podrá tolerar tan triste vida,
mal; porque siendo tan mortal la herida
la muerte alivia, y el dolor se siente.

   Si ausentarse es morir, forzosamente  5
ausentándome he sido mi homicida;
pues quien no morirá que se despida,
si nadie vive con el alma ausente.

   Muere la vida a manos de la ausencia
de muerte natural, y el sentimiento  10
se sustenta de amante inteligencia.

   Y no puede morir, porque el tormento
en la parte mortal hace asistencia,
la vida sí, que no está en su elemento.




ArribaAbajo- XXVI -


Un amante con dos damas en una borrasca, sobre si siendo fuerza echar una de ellas en el mar, sería la amada de él, o la que le amaba


ArribaAbajo   Ofender a quien ama, villanía,
a quien amo, ni a monstruos se concede,
que esto ni proponerse, ni se puede,
porque lo deliró la fantasía.

   Por lo justo no incurre en demasía,  5
el que al rigor más grande se concede,
justo es verter, si la ocasión sucede,
la vida al mundo por salvar la mía.

   Que aquel peque infeliz en loco, o fiera,
apensionóle en fin la humana suerte,  10
que nos condena a todo lo posible,

   este ni hombre, ni loco, o bruto fuera,
que nadie a su Alma puede dar la muerte,
ni reducirle el caso a lo imposible.




ArribaAbajo- XXVII -


ArribaAbajo   Que son catorce siglos a quien ama
que la perpetuidad del edificio,
de quien sólo la edad es precipicio,
que humilla Atlantes, Caúcasos derrama.

   Cuanto vive el retrato de la llama  5
con que aplaude a la muerte el necio
osando con desprecio y artificio
maquinar vida, suponiendo fama.

   Que cuanto ofrecen siglos a deseos,
cuanto vive la vida, si la muerte  10
en todo lo que el tiempo tiene parte.

   El tiempo morirá, y a los trofeos,
que él rinde, vengará mi firme suerte,
pues, como premio, anima el adorarte.




ArribaAbajo- XXVIII -


A una señora que mató un venado fíngese que era Anteo premiado en astro por amante


ArribaAbajo   Honesta Venus, o radiante Palas,
digan de vos y números de Orfeo
que sin con agua o con desdén Anteo
se vio monstruo o volador sin alas.

   Tu suprema Deidad no sólo igualas  5
excedes a Diana en el trofeo
pues al que por curioso volvió feo
en orbe fijo círculo señalas.

   No cabe pena bruta en los amantes
ni en quien de celestial los grado llena  10
castigar las finezas por constantes.

   Quien juzga pues, que tu matar, fue pena
recele en sí tus manos fulminantes
que honra los monstruos, la deidad condena.




ArribaAbajo- XXIX-


A Su Majestad que mató un toro que había vencido a las demás fieras


ArribaAbajo   Duplicose ya el Tauro, que tu mano,
ilustrando las vidas que desata,
califica con Astros cuanto mata
a imitación del ínclito Tebano.

   Como con él, en luz el cielo ufano  5
queda con tu blasón, pues lo retrata
en su zafiro con radiante plata,
corona digna de Monarca Hispano.

   Con lo divino sus aciertos mides,
siendo en honor de todo tu alabanza,  10
pues aún la herida de tu mano es gloria.

   Si la luz, premio del valor de Alcides,
una fiera postrada de ti alcanza,
qué, quién, no envidiará ser tu victoria




ArribaAbajo- XXX -


Al Rey Nuestro Señor en ocasión de haber entrado en un juego de cañas


ArribaAbajo   Ya rijas, ya depongas el tridente,
siempre se muestra en ti lo soberano;
que es grande para oculto el Océano
de luz en tus virtudes transparente.

   Si por la Majestad más eminente,  5
del mundo el freno se le dio a tu mano;
que mucho que en el círculo troyano
de tu Deidad sea título tu frente.

   No puedes ser más Rey, ni más divino,
que son divinidades tus acciones,  10
y el Sol aún tu corona no rodea.

   El valor y el acierto en ti es destino,
a tu sangre aún se deben más blasones,
pues tienes menos de Austria, que de Astrea.




ArribaAbajo- XXXI -


La Reina Nuestra Señora a Su Majestad en ocasión de haber muerto en El Pardo un javalí, que el día antes le huyó


ArribaAbajo   Desconoció tu esfuerzo, en tu belleza
el jabalí primero fugitivo,
tan furioso, que muerto, es miedo vivo,
mostrando con su horror, su fortaleza.

   Blasón de Alcides, blanco a su destreza  5
pudo ser por lo rápido y nocivo;
no se viera en estrella tan altivo,
como a tus pies postrada su fiereza.

   Por Adonis teniéndote, y por Marte,
respeta al uno, contra el otro osara;  10
mas estímate flor y no se altera.

   No fue bruto en morir, pues fue alabarte,
hoy como si Belisa lo juzgara,
murió a tus manos racional la fiera.




ArribaAbajo- XXXII -


Al Rey Nuestro Señor exhortación a salir en campaña este año de 1635, aludiendo a lo que en el principio de los Macabeos dice de Alejandro


ArribaAbajo   Águila Austral, que desde el Solio Augusto,
aun sin batir, con desplegar la salas,
al Griego, Magno generoso igualas,
siendo el mayor Monarca, por lo justo.

   Sal del trono pacífico al robusto  5
pues, como a Venus te acaricia Palas,
que si fuesen de amor flechas tus galas,
será tu espada, aun del espanto susto.

   Ya con temblor la tierra absorta miras,
como que adora en ti la paz que espera  10
su postración sirviéndote de gloria.

   Tanta deidad con el valor respiras,
tanta, que el más rebelde te venera,
haciendo de rendírsete victoria.




ArribaAbajo- XXXIII -


A la espada que ha de ganar a Jerusalén presuponiendo que la de Su Majestad


ArribaAbajo   Sacro metal que en fragua celestiales
iras te dan de rayo los cercanos
espíritus a Dios, de cuyas manos
has de mostrar en el herir señales.

   Temas, sientan los Monstruos infernales  5
tu virtud, tus efectos soberanos
no hallando sus Plutones y Vulcanos
contra tu fuerza escudos en metales.

   Baja a la tierra, ven, que ya te espera
Rey Español a quien el cielo ha dado  10
por destino fatal tan alta gloria.

   Mas ya llegaste, ya, pues reverbera
en la que ciñe el celestial cuidado,
así como en su celo la victoria.




ArribaAbajo- XXXIV -


En el alumbramiento de la Reina Nuestra Señora de un infante


ArribaAbajo   Belisa, duplicándose, previno,
ser del fruto esperado precursora,
la nueva flor; como del sol la aurora,
de la aurora el lucero matutino.

   Y al modo del pintor, que un peregrino  5
ejemplar, de él valiéndose, atesora;
no suspende el retrato, del que adora,
mas presto amor responderá al destino.

   Que ya ofrece los frutos en la flores,
como el incienso universal procura,  10
con fervorosas hondas elevado;

   apréstensele en víctimas honores,
pues con seguras prendas asegura,
que ha de dar a Fileno duplicado.




ArribaAbajo- XXXV -


A la entrada en público


ArribaAbajo   Entra Carlos invicto, que te espera
con triunfo y aras al concurso Hispano,
ya por ti asombro del blasón Romano,
pues de tan claro sol es digna esfera.

   Tu Majestad, que oculta reverbera,  5
alumbre al Español, como al Britano,
vibre tu frente luz, como tu mano,
que ser la del tonante Dios pudiera.

   Mayor te manifiesta, que en la Fama,
pues si bien lenguas ocupó en ti sólo,  10
más tus virtudes que sus voces fueron.

   Entra, admírete el pueblo, que te aclama,
por retrato de Júpiter, y Apolo,
en lo que más divino parecieron.




ArribaAbajo- XXXVI -


A Pedro Pablo Rubens famoso pintor flamenco


ArribaAbajo   Rubens que elevas con lo dulce, espantas
cuando acciones aplicas a furores,
siendo tan soberanos tus primores,
que aun en plumas finges, tu honor cantas.

   Rayo de sol es tu pincel, que plantas  5
casi con su fragancia vivas flores,
vistiendo las Historias de colores
memoriosas pirámides levantas.

   Sólo te falta ser lo que no puedes
Deidad, cuyo poder no se limita,  10
porque animas las sombras, que deseas.

   Tan cerca estás de Dios, que le sucedes,
pues cuerpo sabes dar a las Ideas,
que en ti, como en su mente, deposita.




ArribaAbajo- XXXVII -


Al Licenciado Pedro Díaz de Ribas en la defensa que hizo de la Soledades y Polifomo del famoso don Luis de Góngora


ArribaAbajo   Si la envidia, sabrosa en su malicia,
igualar pudo con Apolo a Homero,
manifestando más lo verdadero
del profundo caudal con su avaricia.

   El que de nuevo Homero da noticia,  5
mostrando no ser tanto, aunque primero,
quien cantó a Ulises sabio, a Achiles fiero,
mayor bronce o título codicia.

   Ribas de altos oráculos voz cierta,
se aplica a sí, y reparte calidades  10
de inmortal, tanto el cielo el saber ama.

   Con gloria cierta de opinión incierta
pirámides levanta en soledades,
en cíclopes colosos a su fama.




ArribaAbajo- XXXVIII -


A don Francisco Velázquez, caballero muy virtuoso, que escribió un libro de esfera en que era docto y en las matemáticas doctísimo


ArribaAbajo   Tú, que docto en virtudes, y en esferas,
aclaras, en la sombra más oscura,
la humana, la Divina arquitectura,
tan sobre lo mundano consideras.

   Muestras los orbes, que gozar esperas;  5
bien tu libro, y tu vida lo asegura,
que como el Alma en penetrar es pura,
la ciencia, en dar noticias, verdadera.

   Cuanto cabe en discurso, y vista humana,
vemos en tu doctrina, o se percibe,  10
de aquello eres razón, de esto medida.

   Lejos, lejos huid, turba profana,
que por aquí se va donde se vive,
ya se mire a la pluma, ya a la vida.




ArribaAbajo- XXXIX -


En alabanza de doña Ana Egas que escribió de Felipe


ArribaAbajo   Cipreses, cedros, mármoles, metales
a las más sabias manos remitidos,
bien que dejen los ojos advertidos,
padecerán la suerte de mortales.

   Los títulos, y dones celestiales,  5
el informar del tiempo a los oídos,
el pasar la región de los sentidos,
sustituyendo el cielo a los anales.

   Bien que corone por su mano al justo,
a Anarda se remite, y de su plectro  10
la gloria de Felipe el santo fía.

   Por ella es más que por imperio Augusto
pues muestra con la pluma, que su cetro
de reyes ley de súbditos es guía.




ArribaAbajo- XL -


A don Fernando de Viedna en la vida que escribió de Alejandro


ArribaAbajo   Si para vida hazañas emprendías
tú, a quien, cuanto no es magno, vino estrecho,
y cabiendo los orbes en tu pecho,
liberal los ganabas, y vertías.

   A tus cenizas nunca, nunca frías  5
bien que en helado mármol y deshecho
construye, de los siglos a despecho,
Viedma aun Pira mayor, que pretendías.

   No estatua en Athos, monumento en vano,
trompa mayor, que la de ti envidiada,  10
que a su estilo no hay fuerza que consuma.

   Tu propia Idea se prestó a su mano;
pues si medida al mundo fue tu espada,
de tu vida, y tu fama lo es tu pluma.




ArribaAbajo- XLI -


ArribaAbajo   Tú que el asunto con virtudes llenas
y el volumen inmenso de la vida
con ellas reduciéndola a medida
cabiendo en ti lo que en el mundo apenas.

   Tú que la edad precipitada enfrenas  5
con tu pluma y gobierno suspendida
pues con ella la dejas advertida,
como por ley con este nos condenas.

   Sólo ya te compite lo que escribes
siendo tu tinta luz, tu vida ejemplo  10
tan duplicada eternidad te llama.

   Pues por ti con razón dos veces vives
de ti de hoy más se encargará la fama
no para adorno tuyo, de su templo.




ArribaAbajo- XLII -


A una difunta hermosa, su esposo


ArribaAbajo   No el poder de la Parca en ti se mira,
que tu ya puesta luz, como en estrellas
se queda el Sol, en perfecciones bellas
si antes viva admiró, difunta admira.

   Más amante, que esposo, te suspira  5
el que te solemniza con querellas,
que tu ceniza envuelve sus centellas,
y en su pecho tu rostro las respira.

   Bien que se cierra el Cielo con tus ojos,
con mayor fuerza dejas a la muerte,  10
pues de beldad ninguna estás desierta.

   De la vida por ti goza despojos,
quedando tan equívoca la suerte,
que está vivo el amor, la muerte incierta.




ArribaAbajo- XLIII -


En muerte de don Diego de Contreras, el consejo


ArribaAbajo   O tú, el mejor Solon, o Numa, vierte
lágrimas, de la pérdida asombrado;
o bien con tanto ejemplo no exhortado;
que el sabio saca vida de la muerte.

   Este, que fue, por lo piadoso, fuerte;  5
no cedió, no, a la vida, sino al hado;
si es de ti encarecido y no imitado;
tú eres aún más cadáver. pus te advierte.

   Con apariencias de mortal vivía,
prometido a la fama, en que reposa,  10
dictando leyes con clemencia al suelo.

   En su capacidad sólo cabía
el Alma aun en el cuerpo más gloriosa,
porque se hallaba en el, como en el Cielo.




ArribaAbajo- XLIV -


En muerte de la serenísima infanta María


ArribaAbajo   Felipe, si los ramos deseados
corta el Cielo por mano de la muerte,
no corta no, cultiva, nos advierte
que se obliga a volvernos duplicados.

   El duro Invierno agostador de prados,  5
cuando ofende los árboles de suerte
que consume aun el nombre del más fuerte,
da esperanzas de frutos sazonados.

   Tu perdida primicia fue del suelo;
pues te da tanto que esperar en ella,  10
déjate consolar del desconsuelo;

   que Mayo no es Enero de las flores,
quien esta supo reducir a estrella,
cumplió esperanza dándolas mayores.




ArribaAbajo- XLV -


ArribaAbajo   Cuanta hermosura cupo en los humanos,
y adornó las virtudes, voló al Cielo,
dejando lleno de otra igual el suelo,
estrecho a dos Tesoros soberanos.

   Adviertan lo que adoran los humanos,  5
les servirá de resplandor el hielo,
porque la luz mayor, corrido el velo,
tiene ocaso en crepúsculos cercanos.

   La que llenaba el mundo duplicada
en nuevo sol a soberana esfera  10
con alas de sus méritos sucede.

   O tierra, patria angosta y limitada,
que es fuerza, si uno nace, que otro muera,
porque no hay quien sin pérdidas herede.




ArribaAbajo- XLVI -


ArribaAbajo   Fabio si el Cielo obligación tuviera
a aquellos, que le deben el talento,
deudor de vuestro raro entendimiento,
deudor de vuestro justo celo fuera.

   De acción, que por sí sola se exagera,  5
en vos mismo tenéis merecimiento,
y así, donde, no alcanza el pensamiento,
como puede volar pluma grosera.

   No debe el cielo lo que da, mas hace
deuda propia de propio beneficio,  10
y de pagar, sin ser deudor, trofeo.

   De sí mismo al ingenio satisface,
y como, del más puro sacrificio,
se permite adeudar de tu deseo.




ArribaAbajo- XLVII -


ArribaAbajo   Retarte a quien se deben alabanzas
mayores cuanto menos pretendidas
pues con tenerlas todas merecidas
te persuades que ninguna alcanzas.

   Parécense a tus mismas esperanzas,  5
pues con tenerlas casi conseguidas,
como mérito propio las olvidas
asegurando en trémulas balanzas.

   Si al deseo común correspondieran,
premio de las virtudes, beneficios;  10
fueran los merecidos, no contados.

   Por ti, en todos los ánimos se hicieran,
y casi aun a ti mismo, sacrificios,
y fueran repetidos, y acertados.




ArribaAbajo- XLVIII -


ArribaAbajo   No de donante diestra tan furioso
rompiendo cielos baja el rayo horrendo
no tanta luz su luz, terror su estruendo
reparte al ciego, infunde al religioso.

   Cuanto terror y luz, Cisne glorioso,  5
cuanto furor animas descubriendo
iras de Jove y de su horror tremendo
amenazado el impío en el piadoso.

   Tiembla a tu ardiente pluma el obstinado
ya tus números vota, como a templo,  10
gratitud noble de impiedad confusa.

   Deponga rayos Júpiter airado,
y el asombro remita y el ejemplo
al numeroso rayo de tu Musa.




ArribaAbajo- XLIX -


ArribaAbajo   Hermosa es lo de menos con ser tanto;
que a tu virtud es deuda la hermosura,
tan naturalizada la cordura,
que viene a ser de admiración espanto.

   Debe a tu perfección la envidia llanto,  5
que a su aspereza vence tu blandura,
y aunque el mérito propio te asegura,
¡o cuánto a tu beldad se opone, o cuánto!

   Opóngase Violante que vencida
como de tu virtud, de tu belleza,  10
quedará para estatua de tu gloria.

   Aunque puedes matarla, dale vida;
que ella misma dirá tu fortaleza;
pues adorno será de tu victoria.




ArribaAbajo- L -


A una fuente


ArribaAbajo   Esta fuente, que ves, líquida Aurora
de esmeralda, y cristal, de plata, y flores
tiene mucho de sol, pues de colores
adorna el pecho y la cabeza a Flora.

   Azis con ella comparada llora,  5
cual si recientes fueran sus dolores,
todas destilan penas, esta amores,
que Celia con sus ojos la enamora.

   Ni su licor se agosta, ni se invierna
su margen; relación del Paraíso,  10
por ser, en todo lo apacible, eterna.

   Aunque en ella más ciego se mirara,
o bien con ojos de águila Narciso
su loca sed. con justo ardor, templara.




ArribaAbajo- LI -


En ocasión que un rayo mata a don Miguel de Guzmán el Bueno, hijo segundo del Excmo. Señor Duque de Medinasidonia, sin ofender a un esclavo turco que le acompañaba y después se convirtió


ArribaAbajo   Teme el fuego abreviar últimos plazos
de vida al mundo, y sepultar las gentes,
teme el aire anegarse con torrentes,
o verse preso con fogosos lazos.

   Los mares temen cielos a pedazos,  5
o muerte será en círculos ardientes,
las tierras temen piélagos pendientes,
ondas de vientos, fulminantes brazos.

   Sólo no teme el Bárbaro que opone
sombra a luz, flecha a rayo, tierra a Cielo,  10
y el Católico a miedos le convida.

   Perdona el cielo a aquél, porque dispone
su enmienda, y a éste, en premio de su celo,
le pasa de mortal a inmortal vida.




ArribaAbajo- LII -


A Tifeo con alusión a un soberbio


ArribaAbajo   O tú dentro del túmulo Gigante
que horrendo aunque oprimido de montañas
haces, bien que en tu misma ofensa dañas,
armas del peso, espanto del semblante.

   Tú que con pecho horrores anhelante  5
pirámides silvestres desentrañas
y queriendo asombrar al sol te engañas
pues quedas fulminado fulminante.

   Las piedras con que monte das al viento
el humo con que nieblas a la tierra  10
sólo cenizas son, es humo sólo.

   Tus mismas confusiones tu elemento,
para el cielo fantástica tu guerra,
los rayos son de Júpiter y Apolo.




ArribaAbajo- LIII -


ArribaAbajo   Copia del Babilónico tumulto
irracional en las informes voces
tan legas que tú sólo las conoces
a ciegas docto, y tan certero a bulto.

   Varón dificultoso por lo inculto  5
tus desalmados versos tan atroces
son, que sin pie sus números dan coces
que en esto eres el Arcade más culto.

   Tú, tú, retú, que turbas la sincera
verdad, riscoso haciendo el fácil verso,  10
que produce la Vega de Pactolo.

   Si por tu estilo todo se rigiera
redujérase a Caos el universo
fuera sombra la luz y ciego Apolo.




ArribaAbajo- LIV -


ArribaAbajo   Dar sustento a la envidia es noble hazaña
porque si ella pecando en su flaqueza
equivoca la acción de fortaleza,
su maliciosa calidad no extraña.

   No en lo imperfecto lo perfecto daña  5
como de superior naturaleza
el de origen oscuro en la nobleza
halla blanco a las flechas de su saña.

   Das tanto que alabar que no pudiendo,
como el que hace enemigos obligando,  10
te niega la virtud quien no la siente.

   Quien más la arguye más la está diciendo
pues muestra su flaqueza no imitando
y así por envidioso es maldiciente.




ArribaAbajo- LV -


A lo mismo


ArribaAbajo   El que de ardiente ceguedad regido
en alas de su llama apresurado
iba a ser sacrificio de su agrado
muy de la parte estaba de su olvido.

   Como del incendioso arpón herido  5
de sí desconocido en su cuidado
reconociese en un cristal helado
y a su vergüenza espejo fue advertido.

   Vio la azucena presidiendo al hielo
por casta de sí misma coronada  10
nevando el aire de fragancia preso.

   Honestose a su luz, o luz del cielo
que con hielo encendiste el alma helada
y helaste con ardor la llama impresa.




ArribaAbajo- LVI -


En alabanza del libro que el Dr. Soto, muy docto y virtuoso, natural de Granada, imprimió a una dama llamada Fénix y en alabanza de ella


ArribaAbajo   Fénix laureada, con la voz sonora
del Cisne sacro, que en Genil se baña;
a quien Griegos milagros debe España,
pues lo insensible anima, y enamora.

   Cuando al son de tu afecto canta, o llora,  5
se mueve la más sólida montaña,
tan fácil tus cadencias acompaña,
que a ti se humilla, en fe de él te honora.

   ¡Iguales, o felices! pues él llega,
por ti a ser inmortal; tú por su objeto,  10
a que su Fénix traza el Occidente.

   El pudo dar, aún lo que el cielo niega;
pues, por los singular grande, perfecto,
hizo dos Fénix, o al ocaso Oriente.




ArribaAbajo- LVII -


A don Gabriel Bocangel, que escribió con excelencia la Fábula de Leandro Primero


ArribaAbajo   ¿Es de Amor pluma, o flecha de su aljaba,
Bocangel, la que exprime sus afectos?
Pues las pasiones reduciendo a objetos
se eterniza por ti cuanto se alaba.

   El que a Alcides quitó la horrenda clava,  5
y vence los varones más perfectos,
siente de tu ingenioso Marte efectos,
rindiéndote el poder con que reinaba.

   Como en el bronce, escribes en la espuma,
en que el furioso Ponto se convierte  10
de quejas amorosas impelido.

   Que en virtud de la gracia de tu pluma
de Ero, y Leandro es vida el mar, no muerte,
tus Pirámides son Sesto, y Abido.




Arriba- LVIII -


A un discurso que hizo la señora Ana Egas de Figueroa, alabando al Señor Felipe III, Nuestro Señor de gloriosa memoria


Arriba   La verdad lo escribió, dióle la pluma
unos dicen Apolo, otros la Fama;
Apolo fue el que Scytha, y Belga inflama
que a Felipe veneres como a Numa.

   La fama fue; pues en tan breve suma  5
con tan heroicos títulos le aclama,
que no hay respiración de hierro, y llama
que en sus glorias el tiempo no consuma.

   El Panteón más alto, el más sublime
título de inmortal es el que admiras,  10
milagro a vista y manos reducido.

   ¿Quién vio contra la edad constante muro?
Aquí donde veneras cuanto miras
está el papel en bronce convertido.


 
 
FIN DE LOS SONETOS DE FRANCISCO LÓPEZ DE ZÁRATE
 
 




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