De
El testimonio vengado
- 978 -
Jamás me diste, amor, algún
contento
que no le contrastasen mil dolores;
sujetos siempre están tus amadores,
por pequeño favor, a un gran tormento.
¿Qué pudo ser, amor, tu
pensamiento
5
cuando me colocaste en los amores
de don Sancho y me dabas los favores
a medida de mi merecimiento.
Sino subirme a aquella dulce gloria
para privarme de ella de esta suerte,
10
pues me privas del Rey, luz por quien veo?
Que cuando esto me viene a la memoria,
a la terrible y espantosa muerte
suplico de mi vida haga trofeo.
- 979 -
¡Ay, dulce libertad! ¡Cuán
caro muestras,
ahora que de mí te has desterrado,
aquel contento del antiguo estado,
reliquias tristes de las glorias nuestras!
¡Ah suertes, al glorioso bien
siniestras!
5
¡Cuánto tenéis vuestro rigor probado!
¡Triste de aquel a quien ha puesto el hado,
planetas fieros, en las manos vuestras!
Viéndome, amor, sin armas, me
rendiste;
lo que en otro es traición, en ti es victoria
10
mayor, por ti me abraso y me consumo.
¡Ay, bella soledad, que un tiempo
fuiste
sol del sentido y luz de la memoria,
y ahora de este fuego eres el humo!
- 980 -
Leña del sacrificio riguroso
de esta culpada víctima inocente,
que de mi llanto apagas la gran fuente
y no el rigor de mi engañado esposo.
Padre, sacrificaba, aunque piadoso,
5
al santo Isaac; aquí es tan diferente,
que el hijo sacrifica, o lo consiente,
la madre, a quien negó el amor forzoso.
Pero la fe, que siempre firme estuvo
en ese gran poder dice que espere,
10
sin temer que mi sangre se derrame;
que Dios, que el brazo de Abraham detuvo,
si es que probar en esto mi fe quiere,
mejor tendrá la espada a un hijo infame.
De
El tirano castigado
- 981 -
Al que roba en el monte, y en poblado
la hacienda quita, y el vivir falsea;
al que el mar como pirata pasea;
al blasfemo o sacrílego en sagrado;
al traidor a su rey, al deslenguado,
5
aunque en las honras más guardadas sea,
al adúltero amante, al que desea
por malos medios el ajeno estado;
a los malos maestros y jueces,
a los que tienen la lealtad perdida
10
al cruel, al avaro, y al que miente;
a todos suele el cielo muchas veces
reservar el castigo en la otra vida,
y en esta siempre al hijo inobediente.
De
El triunfo de la Iglesia
- 982 -
Yo Carlos, por mi parte descendiente
de los emperadores alemanes
y de reyes y santos capitanes,
por mi madre en España y de ella ausente,
confieso un Dios, confieso juntamente
5
todo lo que la Iglesia santa adora;
mis pasados entonces, y yo ahora,
en una fe y unión eternamente;
declaro que es Lutero infiel, y digo
que le mando salir de mis estados
10
como artífice hereje y enemigo,
y así os suplico, oh príncipes
amados,
ensalcemos la fe con su castigo
y seremos de Dios remunerados.
De
El último godo
- 983 -
España bella, que de Hispán te
llamas,
y del lucero con que nace el día,
el tronco de los godos fenecía
si no quedaran estas pobres ramas;
ves aquí el Fénix de sus muertas
llamas,
5
que nuevas alas de su incendio cría,
para que ocupes con la historia mía
versos y prosas, lengua y plumas, famas:
Yo soy Pelayo, España; yo la piedra
que te he quedado; sola en esta vuelve
10
a hacer tus torres que no ofenda al rayo,
las que de sangre vestiré de hiedra;
que, puesto que Rodrigo se resuelve,
de sus cenizas nacerá Pelayo.
De
El valeroso catalán
- 984 -
Vi por mi mal, tus ojos, Isabela;
pues habiendo de ser señora mía,
mi noche opuse a tu sereno día,
que alumbra el alma y la razón desvela.
Puse del fuerte la lealtad en vela
5
cuando los rayos de tu sol temía;
fue el daño guarda, y el temor espía,
muro el respeto, y el peligro espuela.
Pero ¿qué me valió? Que me
venciste,
siendo traidor al cielo, ¡ah!, Enrique ingrato!
10
Pues en su nombre de Alemania vengo.
Y al fin a tal estado me trajiste,
que eso tengo de vida, que dilato
pedir remedio del dolor que tengo.
- 985 -
Con imposible gloria amor me exhorta;
gozar la quiere el tiempo, honor la niega;
huye la majestad, el gusto llega;
¿Si voy? No voy. ¿Qué importa? Mucho
importa.
¿Qué me detiene? La distancia es
corta,
5
el daño alumbra y el deleite ciega;
en esta confusión y dura brega,
el bien me incita y la razón reporta.
Crece el deseo y el peligro para,
y en tanto mal no hay bien que se me ofrezca,
10
sino es ir a mirar cara tan cara.
Ella será quien hable o enmudezca;
pero si me aconsejo con su cara,
¿quién duda que en sus brazos amanezca?
- 986 -
Fuese, que es hombre, y despreciado olvida;
déjome, en fin, que el hombre más honrado
procura su venganza despreciado,
sin que el valor de ser quien es le impida.
Perdí las esperanzas de la vida,
5
y tú la honra, catalán, vengado;
que no es honor de amante, ni soldado,
querer vengarse de mujer rendida.
¿De qué sirvió,
español, desengañarme?
que cuanto más cruel tu amor me llama,
10
mayor gloria ganaras en librarme.
Mátame, envidia, el tiempo te difama;
mira lo que aventuras en dejarme,
que yo pierdo la vida, y tú la fama.
De
El valiente Céspedes
- 987 -
Quien rinde tantos hombres con la espada,
muros asalta, y bárbaros conquista,
que mucho que cautive con la vista
una mujer segura y descuidada?
Ya voy, amor, al carro de oro atada,
5
sin que a tus armas mi desdén resista,
soldado soy de tu amorosa lista,
aventurera, pero no pagada.
Si pones este triunfo entre laureles
de tu cabeza, o Céspedes gallardo,
10
afrentarás los hechos que honrar sueles.
Pero por qué rendida me acobardo,
que nunca los valientes son crueles?
Tú eres valiente, luego vida aguardo.
- 988 -
Invención de algún Ángel, y
no bueno,
que no es posible que de ingenio humano;
nube que en el Invierno y el Verano
escupe rayos con horrendo trueno.
Más veloz, con ser plomo, que el
veneno,
5
y más resuelto que el poder tirano,
arma valiente de cobarde mano,
saco de muertes y desgracias lleno.
Imitación de aquél caballo
Griego,
reloj que la postrera hora señalas,
10
boca de maldiciente, ruido y fuego:
Pero basta decir de ti que igualas
a los que cuanto hacen dicen luego,
pues das mil voces al tirar las balas.
- 989 -
Nací en España, el Reino de
Toledo,
me dio la luz del cielo más templado,
sangre noble me dio un abuelo honrado,
y un padre a quien el mayorazgo heredo.
El cielo aquestas fuerzas con que puedo
5
tener un carro, y un molino airado,
di muerte a Pero Trillo, fui soldado,
y nunca a fuego y hierro tuve miedo.
Rompí del Albis los deshechos hielos,
Carlos y el de Alba a mi valor se inclinan,
10
di a Italia envidia, y a Alemania celos.
Rompí, vencí, maté cuantos
me indignan,
y una pasión de amor, unos ojuelos,
me prenden, matan vencen y afeminan.
De
El valor de las mujeres
- 990 -
LUCINDO
Pues Marqués, yo me parto en busca
suya,
vuelva mi gente al mar, y el Duque advierta
que ya es su hijo el Conde, y que sin esto
será bueno tenerle por amigo.
FINEO
No es tiempo de traer a la memoria
5
del Conde la prisión; parte, Lucindo,
en busca de tu hermano, que yo quiero
dar vuelta con mi gente a mis estados.
LUCINDO
Guárdeme el cielo y logre tus deseos,
que el Conde y yo quedamos obligados,
10
Marqués, a tu servicio eternamente.
FINEO
LUCRECIA
acosta lanchas, llega presto a tierra,
gran bien, sin armas, acabar la guerra.
De
El vaquero de Moraña
- 991 -
En ausencia de Antón, dulce vaquero
de este alma que le adora, monte y prado,
mientras que va a la guerra a ser soldado,
guardo el ganado y de perdida muero.
Fu Reina de León, y el hado fiero
5
trajo mi vida a tan humilde estado;
que como es amor bien empleado,
la pena es gloria por el bien que espero.
Duras montañas de Ávila, que
ahora
guardo la ausencia del esposo mío,
10
las hierbas alegrad, la noche pasa.
Presto vendrá mi sol, pues como
aurora,
mis lágrimas os sirvan de rocío,
mas ¡ay! que aquél os crece y éste
abrasa.
De
El vellocino de oro
- 992 -
Hiedras que, de estos álamos esposas,
a un hielo frío enseñaréis amores,
y viendo a vuestros pies crecer las flores,
con más amor los abrazáis celosas.
¿Qué sienten vuestras almas
amorosas
5
cuando las viste Abril de sus colores,
pues llegan a tener competidores,
por celos hiedras, por amores rosas?
Yo, viendo que les dais tantos abrazos,
mis locas esperanzas aventuro,
10
porque no hay posesión sin firmes brazos.
Vuestros amores imitar procuro,
porque quien tienen el bien con menos lazos,
¿cómo puede pensar que está seguro?
- 993 -
¿A qué puede llegar mi
desventura,
pues no me queda sombra de esperanza?
Pero si no lo fue, ¿de qué mudanza
puedo quejarme a quien mi mal procura?
La muerte, por lo menos, me asegura
5
que sola el fin de mi desdicha alcanza;
mas tener en la muerte confianza,
afrenta la piedad y la hermosura.
No despiertan mis celos tu osadía;
que ya te daba amor dulces desvelos,
10
tirana ingrata de la vida mía.
Mas quien quiere al temor correr los velos,
y amar con libertad lo que tenía,
da por disculpa que el piden celos.
De
El vencido vencedor
- 994 -
¡Oh, amado sin igual tormento! ¡Oh
dura,
oh dulce sujeción del albedrío!
A una imaginación, a un desvarío,
a una ciega pasión, a una locura
de la esperanza apenas la figura
5
alcanzo a ver, y sin volar confío
y un bien siguiendo incierto me desvío
de remediar tan cierta desventura.
No tengo culpa yo que soy llevada
de una violenta mano, a cuyos fueros
10
la razón prueba a resistir en vano;
bien que no soy en esto muy forzada;
yo con mis pies, don Juan, fuera a quereros,
cuando no me llevara aquella mano.
De
Ello dirá
- 995 -
¿Estáis contentos de mi
engaño, engaños?
¿Hay más en que os engañe el
pensamiento?
No lo estamos, Amor, que no hay contento
adonde viven tantos desengaños.
Pensé que mis temores a mis
daños
5
pusieran fin con tanto sufrimiento;
como esas esperanzas lleva el viento
y en flores suelen mal lograr los años
Diréis que en pretender no he sido
cuerdo,
pues engañaba la esperanza mía,
10
que de un solo favor jamás me acuerdo.
Pero, ¿qué mayor dicha ser
podía,
pues por lo menos la esperanza pierdo,
que es el mayor contrario que tenía?
- 996 -
Dichosa la nación, pues la ha tenido
el mundo alguna vez, y aun tiene ahora,
que no sabe qué es honra ni atesora
campos de viento que sepulta olvido.
Muy noble es el honor cuando, adquirido
5
de armas o letras, los blasones dora,
y más aquel que la virtud decora;
más no el que en la mujer fundado ha sido.
No blasones, honor, de tus guirnaldas
ni te corones más la indigna frente
10
de zafiros, diamantes y esmeraldas;
pues eres una cosa, finalmente,
que puede una mujer a las espaldas
de un hombre, deshacer tan fácilmente
De
Fiestas del glorioso San Isidro
- 997 -
Esta del cielo imitación sagrada,
de la curiosidad limpio desvelo,
este prado de flores en el cielo,
enigma de su fábrica dorada.
Este huerto pensil, esta colgada
5
primavera, que hurtó su signo al suelo
obra fue de Menores, cuyo celo
con atreverse al cielo, a Dios agrada.
No los menores de la fiesta fueron,
supuesto que Menores se llamaron,
10
pues el cielo gigantes emprendieron.
Pero de tal manera le adornaron,
que como de su esfera no cayeron,
parece que la gracia confirmaron.
De
Fuenteovejuna
- 998 -
Amando, recelar daño en lo amado,
nueva pena de amor se considera;
que quien en lo que ama daño espera,
aumenta en el temor nuevo cuidado.
El firme pensamiento desvelado,
5
si le aflige el temor, fácil e altera;
que no es a firme fe pena ligera
ver llevar el temor al bien robado.
Mi esposo adoró; la ocasión que
veo
al temor de su daño me condena,
10
si no le ayuda la felice suerte.
Al bien suyo se inclina mi deseo;
si está presente, está cierta mi pena;
si está en ausencia, está cierta mi muerte.
De
Guardar y guardarse
- 999 -
Sin mí he quedado, ¡oh bella
labradora!
Más que de campos, de almas y de enojos,
noche, porque te fuiste de mis ojos;
tú eres el día, y anochecer ahora.
¡Qué extraña
confusión! Fuese mi aurora
5
sembrando lirios y claveles rojos;
si sombras de la noche son despojos,
monte, mi sol, vuestros celajes dora.
Con más tormento que las aves lloro
la ausencia de la luz, que en sombra fría
10
no deja de volver indicios de oro.
Que ciando el sol se parte, ¡ay pena
mía!
otro día promete, y el que adoro
no me deja esperanza de otro día.
- 1000 -
Arma nacida en el infierno horrible;
imitación del rayo, envidia al trueno;
del acero más rígido, barreno;
humo sutil, planeta imperceptible.
De los cobardes, invención posible;
5
breve reloj de desconciertos lleno;
fácil rigor, afrenta del veneno,
colérica venganza, horror terrible.
Dime, ingenio mortal, ¿dime quimeras?
¿Eres tú, acaso, quien me muerte trata?
10
¿Eres el premio que mi amor espera?
¡Oh, breve infierno que el mayor
retrata,
con que matan un hombre como fiera,
siendo más fiera quien contigo mata!
- 1001 -
¿Quién pensara que amor se me
atreviera,
sin que yo le venciera y despreciara?
Mas si no fuera yo, ¿quién no pensara
que amor tan fácilmente me venciera?
De amor me resistí la vez primera,
5
que quiso acometerme cara a cara;
mas cuando vino con traición tan clara,
¿qué importaba que yo me resistiera?
A la causa fatal de mis enojos
miré, y oí requiebros atrevidos,
10
y rendí los sentidos por despojos.
¿Mas que culpa tuvieron mis sentidos,
si amor fingió que entraba por los ojos
y después me mató por los oídos?
De
Guerras de amor y de honor
- 1002 -
Junta las piedras amoroso el trato,
y los pechos aquí permite apenas;
quiere amor descansar de tantas penas
y tócanle las armas a rebato
Vestido el santo honor de su recato
5
tiene las manos de laureles llenas,
y abrasada la sangre por las venas
llama el amor de este mi dueño ingrato.
¿Por qué me deja quien me tiene
asida
y soy de quien yo adoro despreciada?
10
Y si me quiere bien, ¿por qué me olvida?
Si el honor se descuida, amor se enfada;
que más quiero vivir aborrecida
que bien querida para mal gozada.
De
La historia de Tobías
- 1003 -
¡Oh, cuánto debe a la bondad
divina
el hombre, pues le pone en tal cuidado,
pues aun airado del primer pecado,
el grave oído a su oración inclina!
Mientras venir al mundo determina
5
su santo Verbo, a quien está postrado
el Serafín en gracia confirmado,
que en el crisol de Dios el oro afina.
Regala el pueblo de quien carne espera
tomar por bien del hombre el dulce día
10
que baje a donde por librarle muera.
¿Qué más clara piedad, pues
hoy me envía
para que al hombre, cuando errar pudiera,
le sirva un ángel de defensa y guía?
- 1004 -
¡Oh, pues, qué linda cosa el
casamiento
para forzar con él a un hombre el gusto!
Que aun hecho con el gusto, al más a gusto,
algún azar impide su contento.
Llamaron al casar melón, que al
tiento,
5
al olfato, a la vista, viene al justo;
pero puesto el cuchillo de un disgusto,
descubre la corteza el pensamiento.
Cuál está muy maduro, cuál
muy duro,
cuál no tiene sabor, y cuál amarga;
10
cuál, probado una vez, no está seguro,
cuál lleno de pepitas, de hijos carga.
¡Dichoso quien le halló sabroso y puro,
de corta lengua y de paciencia larga!
- 1005 -
¡Amor, Amor, yo quedo de esta vez
desengañado y de tu guerra en paz!
Si fuese el desengaño pertinaz,
mala soga me parta por la nuez.
¿De qué sirve un peón en tu
ajedrez
5
para ganar tus damas incapaz,
ni esperanzas de pollos en agraz,
si por ajos suspira el almirez?
Tasajos como yo, que no perdiz:
ya no gasto herraduras de tu coz,
10
si piensas que es mi estómago avestruz;
en los pechos estás como lombriz,
áspid en lengua, ruiseñor en voz,
buey en el yugo y ciervo en el testuz.
De
Juan de Dios y Antón
Martín
- 1006 -
Si no bastan aquestos desengaños,
¿qué bastara, Señor del cielo y
tierra?
¡Juan, no más guerra, pues la guerra encierra
tantos peligros y notables daños!
Trujéronme del mundo los
engaños,
5
de un verde prado y una blanca sierra,
a las sangrientas armas, a la guerra,
en lo mejor de mis floridos años.
Vi al cuello el lazo, y vi salir el alba
al ponérseme el sol en la temida
10
noche en que dio su luz el Duque de Alba.
Volvamos a la patria agradecida;
esta vida es de Dios; pues Dios la salva,
ofrezcamos a Dios la misma vida.
De
Las Justas de Tebas y reina de las Amazonas
- 1007 -
En ánimo, Señor, de tiernas
damas
es justo y piadoso el sentimiento.
Sabe el excelso Júpiter que tengo
deseo que a tu corte insigne llegue,
mi buen señor y príncipe
Lotaro,
5
para que, como tengo confianza
en el supremo coro de los dioses,
llevando la victoria que merece,
le des el premio que le tienes dado;
para que goce la divina Infanta,
10
sus verdes años con igual esposo,
la cual espero que será muy presto,
según espero de esta carta suya
que ahora poco ha me dio un correo.
De
La adversa fortuna de don Bernardo de
Cabrera
- 1008 -
Vengo por vos y así será
imposible
volver solo a palacio. A Dios se sirve
en gobernar en paz una República
y en defender en guerra una corona.
También tiene su mérito un
soldado;
5
el ministro y señor también se salva.
No puede un rey estar sin un privado,
que Dios también (lo tuvo) en otros tiempos,
dígalo Job, Moisés y Juan y
Pedro,
y los reyes humanos le han tenido:
10
Trajano, Eneas, Jerjes y Darío,
Ambrosio, Efestión, Licinio, Acates.
En vos puse mi amor y mi privanza;
don Bernardo, no es bien haya mudanza.
De
La amistad y obligación
- 1009 -
Enamorado está mi pensamiento
de sí mismo, juzgándose empleado
en los mayores méritos que han dado
los Cielos a mortal merecimiento.
Ya vence mi temor mi atrevimiento,
5
que amor, de la disculpa confiado
está de no tener determinado
los accidentes, si perderme intento.
Cuán suave cosa es la esperanza
de un bien de amor, que lo sustenta firme,
10
en tanto que el dichoso efecto alcanza.
Bien puede la fortuna perseguirme,
que harán los Cielos de su ser mudanza
primero que yo pueda arrepentirme.
- 1010 -
Pensamiento de amor mal empleado,
adónde conducís mis desatinos?
en la tierra por ásperos caminos,
y en el Cielo por temple siempre helado.
El pájaro celeste, descansado
5
yace en verdes laureles, o altos Pinos,
vosotros por los aires peregrinos
no halláis descanso a mi mortal cuidado.
Quéjase en la prisión de su
enemigo
el cautivo de Argel a quien parezco,
10
el triste, el preso, el noble amigo.
Yo sola en tanto mal como padezco,
no me puedo quejar sino es conmigo,
no puedo remediarme y enmudezco.
- 1011 -
Veranse haciendo verde Primaveras
las nubes de colores revestidas,
las flores en el Cielo, y desasidas
las luces fijas de tu eterna Esfera.
El Sol en la mitad de tu carrera
5
las ruedas detendrá de oro vestidas,
y a cuantas cosas hoy infunde vidas
hará volver la confusión primera.
Verase el carro celestial sin guarda,
y desclavado de su cerco oblicuo,
10
andar la Luna perezosa, y tarda:
Amado un pobre, y despreciado un rico,
antes que de don Félix sea Leonarda,
y que deje de ser de Federico.
De
La Arcadia
- 1012 -
Acaben hoy mis locas esperanzas
de darme con inútiles intentos
plumas para las alas de los vientos;
que alguna vez son cuerdas las mudanzas.
No quiero yo tan necias confianzas,
5
que entretengan mis locos pensamientos;
que para castigar atrevimientos
da licencia el amor a las venganzas.
Parécense los celos al infierno
en que castigan con eternos daños
10
al mismo que es su rey y su gobierno.
Hijos sois de mi amor, no sois
extraños,
celos, porque tenéis en fuego eterno
la verde primavera de mis años.
- 1013 -
No hay que esperar, Olimpo, de mi vida
otro gusto mayor que aborrecerte
mi alma; es imposible ya quererte:
la firme voluntad está rendida.
Estoy del grande amor reconocida
5
de Anfriso; no hay que hablar hasta la muerte;
primero la veré, que se concierte
extraño amor; que quiero y soy querida.
Necio será si intenta perseguirme
(que en conocer el bien no soy tan ruda)
10
quien quiere de sus lazos dividirme.
Yo quiero a Anfriso; no mi amor se muda
en ti; no hay que esperar de fe tan firme.
Esto confieso, en lo demás soy muda.
- 1014 -
¡Qué bien un sabio, celos, os
pintaba
en la forma de un hombre que corría
sobre llamas de fuego, en quien ponía
los pies como quien fuego al fin pisaba!
Y que luego que a un campo se acercaba,
5
todo de nieve rigurosa y fría,
las llamas de aquel fuego sacudía
y entre la blanca nieve descansaba.
Así me siento yo para que pruebe
este rigor, castigo de los cielos,
10
con forzoso dolor, con paso breve.
Yo voy pasando el fuego de los celos:
¡Oh, si llegase al campo de la nieve,
templando tanto amor en tantos hielos!
De
La Arcadia
- 1015 -
No queda más lustroso y cristalino
por altas sierras el arroyo helado,
ni está más negro el ébano labrado,
ni más azul la flor del verde lino.
Más rubio el oro que de Oriente vino,
5
ni más puro lascivo y regalado
espira olor el ámbar estimado,
ni está en la concha el carmesí más
fino.
Que frente, cejas, ojos y cabellos,
aliento y boca de mi Ninfa bella,
10
angélica figura en vista humana.
Que puesto que ella se parece a ellos,
vivos están allí, muertos sin ella,
cristal, ébano, lino, oro, ámbar, grana.
- 1016 -
Excelsas torres y famosos muros,
cerca antigua, lujosos capiteles,
ocultos sotos, que jamás pinceles,
supieron retratar vuestros oscuros.
Líquidas aguas y cristales puros,
5
dignos de Zeus y el divino Apeles,
hermosas plantas, célebres laureles,
de todo tiempo y tempestad seguros.
A Dios prendas, que un tiempo de la gloria,
que pensando en no veros se me acorta,
10
fuiste, cual sois ahora de mis daños.
Vivid mientras viviere en mi memoria,
si ya la Parca en el partir no corta
el tierno tronco de mis verdes años.
Esparcido el cabello por la espalda
que fue del sol desprecio y maravilla,
Silvia cogía por la verde orilla
del mar de Cádiz conchas en su falda.
El agua, entre el hinojo de esmeralda,
5
para que entrase, más el curso humilla;
tejió de mimbre una alta canastilla
y púsola en su frente por guirnalda.
Mas cuando ya desamparó la playa,
«Mal haya, dijo, el agua, que, tan poca,
10
con su sal me abrasó pies y vestidos.»
Yo estaba cerca y respondí: «Mal
haya
la sal que tiene tu graciosa boca
que así tiene abrasados mis sentidos.»
- 1018 -
Al sepulcro de don Gonzalo
Girón
Aquí yace el espanto y maravilla
del mundo, aquel Girón claro, excelente,
del conde don Rodrigo descendiente,
y doña Sancha Infanta de Castilla.
Aquel que con la cruz de su cuchilla
5
entre el Moro Andaluz resplandeciente,
fue nuevo Cid de la Africana gente,
que desde el Tajo hasta el Genil humilla.
Aquí yace el Maestre de Santiago,
que a España de un Girón dejó vestida
10
de gloria y honra que inmortal se llama.
El que haciendo en los Moros duro estrago,
dio el alma al cielo, y en Moclín la vida,
a Osuna gloria, y a su nombre fama.
- 1019 -
Al sepulcro del Marqués de Santa
Cruz
Aunque de roble y de laurel no enrames,
España, este sagrado mauseolo,
Si no de lienzos que combata Eolo,
velas, bastardos, gavias y velames.
Aunque César marítimo le
llames,
5
y en vez de Dafne, la que adora Apolo,
sus nobles sienes ciña coral solo
a pesar de la envidia y odio infames.
De ningún Capitán de tierra
debes
honrarte más, que del Bazán famoso,
10
Crucígero Neptuno, Marte Hispano.
Llora, que le perdiste en años breves,
pues era con su brazo belicoso
Argos de nuestra Fe, Jasón Cristiano.
- 1020 -
Al sepulcro del Duque de Alba
No es esta del invicto Marco Albano
la quinta esfera, que a la quinta admira,
que yo por otra eclíptica el sol mira
del Alba suya el centro soberano.
Sólo yacen aquí espada y mano,
5
por quien España huérfana suspira,
y la ceniza, en que la vida espira
del más famoso Capitán Cristiano.
Aquí la grande y la inferior Germania,
el Portugués, el Franco, el Moro, el Belga,
10
y todos al sepulcro muestran miedo.
Aquí delante del león de
Albania
la envidia misma sus despojos cuelga,
y humilla el suyo al nombre de Toledo.
- 1021 -
De verdes mantos las cortezas cubre
el matizado Abril de aquestas plantas,
de varias flores y de frutas tantas
Mayo vistoso la sazón descubre.
Junio, que de la tierra nada encubre,
5
la frente ciñe con espigas santas,
y por las vides con mojadas plantas
negros racimos el desnudo Octubre.
Compónese de flores el manzano,
que puso el labrador en confianza,
10
que espere a tiempo fértiles despojos.
Todo lo que sembró trabajo humano,
rinde su fruto al fin, y la esperanza
tras tantos años me produce enojos.
- 1022 -
Merezca yo de tus graciosos ojos,
que de los míos, dulce Thyrsi, creas
aquestas puras lágrimas, y seas
templado en el rigor de tus enojos.
La arena y hierba en áspides y abrojos
5
se me convierta, cuando tú me veas
mis plantas ocupar en obras feas,
o por necesidad, o por antojos.
Fálteme el bien, y el mal me venga
junto,
si en el mudar mi firme pensamiento,
10
engaño contra ti mi pecho fragua.
Esto juraba Alcida, Thyrsi al punto,
hizo de aquella fe testigo al viento,
y escribió las palabras en el agua.
- 1023 -
Si la grana del labio Celia mueve,
ámbar parece que su olor respira,
cesa el jazmín, y allí la envidia admira
las perlas, que entre rosa y cristal llueve.
¿Qué vid en olmo, o flor del sol se
atreve
5
a competir con lo que enlaza y mira?
la voz es de Ángel; la aura si suspira,
como azahar de Abril su aliento bebe.
Puede ser sol, si le faltara al cielo,
con una luz tan viva y amorosa,
10
que el alma y los sentidos tiene en calma.
Finalmente se ven cubrir de un velo
grana, ámbar, jazmín, perla, cristal, rosa
vid, flor, voz, aura Abril, sol, luz, cielo, alma.
- 1024 -
Ya no es amor el atrevido arquero
que pintan de mortal saeta armado,
el dios desnudo y el rapaz vendado,
blando a la vista, y a la mano fiero.
Ya no es Alarbe cazador ligero,
5
ni el hierro tira en áspides bañado,
ni es Etna ardiente, ni Moncayo helado,
ni viento de la mar, ni sol de Hebrero.
¿O qué blando es amor que de una
caña
ha hecho un arco y pasador que tira,
10
y la cuerda de un hilo sin sospecha?
Ya ni los cuerpos, ni las almas daña,
mas juega como niño, burla y mira,
y mata pajarillos con su flecha.
- 1025 -
A las memorias de Leonisa
Cuando memorias sin azul me dieran,
pudieran ser de glorias y consuelos,
¿pero quién no dirá que son de celos,
si el oro cubren, y en lo azul esperan?
Alegres de oro las memorias fueran,
5
faltando estos esmaltes de recelos,
que cuando azules vuelvo a ver los cielos,
con ser quien son mi pensamiento alteran.
O celosas memorias, que en miraros
el corazón las fuerzas desanima;
10
mejor fuera perderos que ganaros.
Hurtado habéis la condición que
estima
el resplandor de aquellos ojos claros,
si alegra el oro, y el azul lastima.
- 1026 -
A la gargantilla de Anarda
Si en una argolla atados los más
fieros
y bravos animales Africanos,
columna blanca, con sus negras manos
procuran de mis ojos defenderos.
No sin mucho peligro podré veros
5
sustentar esos cielos soberanos,
sino los tiene ya blandos y humanos
el miedo de enojaros y ofenderos.
De más precio sois vos, columna
hermosa,
que el vellocino y las manzanas de oro,
10
pues estáis más guardada y defendida.
Pero si el mármol ablandáis
piadosa,
para Jasón de su real tesoro
ofrezco más lealtad, y menos vida.
- 1027 -
La mano, cuyo sois, si con vos diera,
cuchillo, el golpe y la amorosa herida,
hallárase burlada, y de corrida,
menos desdén, y más amor tuviera.
Porque apenas con vos la herida hiciera,
5
cuando en lugar de muerte diera vida,
viendo la muerte a su pesar vencida
antídoto y veneno en esta fiera.
Corta en agraz mis esperanzas verdes,
pues para mis verdades apercibes
10
en vez de galardón rigor tan fiero.
Y tú, pues que me matas y me pierdes,
si ya resuelta de matarme vives,
basta la voluntad, sobra el acero.
De
La batalla del honor
- 1028 -
Blando sueño amoroso, dulce
sueño
cubre mis ojos, porque vaya a verte,
o ya como la imagen de la muerte,
o porque viva en término pequeño,
con imaginaciones me despeño
5
a tanta pena y a dolor tan fuerte,
que sólo mi descanso es ofrecerte
estos sentidos de quien eres dueño:
Ven sueño, y envuelto en Aurora masa
a entretener mi mal, a suspenderme,
10
pues en tus brazos su rigor amansa.
Ven sueño a remediarme y defenderme,
que un triste cuando sueña que descansa,
por lo menos descansa mientras duerme.
De
La bella Aurora
- 1029 -
Ay de mis pensamientos mal logrados,
ay de mis esperanzas mal nacidas,
un año vanamente entretenidas
en contentos de amor siempre engañados.
Arroje de mis brazos despreciados
5
un hombre que me cuesta tantas vidas;
y vuelven a dar sangre las heridas
viendo mi amor los celos declarados.
Mientras quien llora agravios no procura
ver la ocasión, en duda se defiende,
10
y del bien que merece se asegura.
Pero si el alma ve que quien la ofende;
goza de mayor gracia y hermosura,
y dale el guito y el amor se enciende.
- 1030 -
O mal, que cielo dio para castigo,
de quien vivir con libertad pretende!
no digo amor, que amor a nadie ofende?
celos iba a decir, agravios digo.
Pero si celos son con un testigo,
5
que amor de la sospecha se defiende,
pues una sola vida y alma enciende
a quejarme de ti, dulce enemigo.
Dice mi amor, que deje los desvelos,
con que a engañarme la sospecha viene
10
entre seguridades y recelos.
Y como en esta duda se entretiene,
voy a quererte y tiénenme los celos,
voy a olvidarte, y el amor me tiene.
De
La boda entre dos maridos
- 1031 -
Amor, de Salamanca me has traído,
donde estudiaba leyes, leyes justas,
cuya alma es la razón, pero aquí gustas
que estudie leyes, que jamás lo han sido.
Si la razón le niegas al sentido,
5
bárbaras son, y por extremo injustas,
pues si con los principios me disgustas,
que fin espero de estudiar perdido?
Tu ley es no tenerla, y tu firmeza,
que jamás de mi ser y honor me acuerde,
10
tu estudio, el daño, el ocio, y la flaqueza.
No me desgrado, que tu borla verde,
es señal que florece la cabeza,
pero que el seso las raíces pierde.
De
La buena guarda o La encomienda bien
guardada
- 1032 -
¡Cuántas veces, Señor, me
habéis llamado,
y cuántas con vergüenza he respondido,
denudo como Adán, aunque vestido
de las hojas del árbol del pecado!
Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
5
fácil de asir, en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas, atrevido,
al mismo precio en que me habéis comprado.
Besos de paz os di para venderos;
pero si fugitivos de su dueño,
10
hierran cuando los hallan los esclavos,
hoy que vuelvo con lágrimas a veros,
clavadme vos a vos en vuestro leño,
y tendreisme seguro con tres clavos.
- 1033 -
Divino vencedor, de amor vencido,
con túnica de sangre y con diadema,
donde escribió la Majestad suprema
el nombre que vos solo habéis leído;
Cordero asado en cruz, el pecho herido,
5
para que exhale el fuego en que se quema,
en cuya herida amor con hostia y nema
firmó la carta al hombre redimido;
¡quién se alistara, capitán
benigno,
debajo de esa cruz, bandera santa,
10
imperio que en sus hombros se enarbola!
Cordero de Sión, si fuera digno
mi pecho de ofreceros la garganta,
yo os siguiera con palma y con estola.
De
La burgalesa de Lerma
- 1034 -
Hermosas aguas, puras, cristalinas,
que dais al cuerpo de estas fuentes venas
y hasta que os levantáis de perlas llenas
buscáis su centro por secretas minas.
Plantas que hacéis con esmeraldas
finas
5
para seguridad verdes almenas
de fruto, que entre ramas siempre amenas
os hace con el arte peregrinas.
Oíd mis quejas, pero no conviene
quejarse un triste a libres arroyuelos,
10
ni a un árbol verde quien celoso viene.
Oígame el Cielo en sus azules velos,
pues por los celos, que de él nombre tiene,
dicen que el cielo se vistió de celos.
- 1035 -
Alegres flores que con varias tintas
pintó Naturaleza soberana
y al claro aparecer de la mañana
de la verde prisión salís distintas.
Fértiles campos, apacibles quintas,
5
gloria del sol, envidia de Diana,
cuando la aurora con su nieve y grana
sale tocada de diversas cintas.
Si es triste condición amor con miedo,
decidlo ahora que la noche fría
10
quiere bañaros de su oscuro enredo.
Mas ¡ay de mí! que esperaréis
el día
en que os alegre el sol y yo no puedo,
que toda es noche al esperanza mía.
- 1036 -
Entré por laberintos tan
extraños
adonde tengo puestos los deseos,
que todos los remedios son rodeos
y todos los consejos son engaños.
Quieren, para salir de tantos daños,
5
ser el ingenio y la razón Teseos;
mas no se alabarán de sus trofeos,
pues no ha podido el curso de los años.
Amor, que en las costumbres se transforma
por ellos viene a ser naturaleza
10
que, como cuerpo, al alma se conforma.
Cegome el resplandor de tu belleza;
ave de noche soy, y estoy de forma,
que no quiero más luz que mi tristeza.
De
La campana de Aragón
- 1037 -
Divina fuente perenal, de donde
proviene cuanto bien el hombre tiene,
supuesto que aunque ve que de vos viene,
ingrato a vuestras obras corresponde.
Las maravillas que ese pecho esconde,
5
las partes y grandezas que contiene,
al hombre, al ángel en pensar detiene
lo que sólo de vos, a vos responde.
Ramiro estaba aquí lejos del mundo;
llamole el mundo allá; mas no bastara
10
sin vuestra voluntad con lazos varios.
Hacedle, gran Señor, David segundo;
que si vuestro poder el suyo ampara,
vencerá con paciencia sus contrarios.
- 1038 -
Tierra, que para ser de mí cavada,
por ser tan seca, dura y no rompida,
con razón de mi llanto humedecida,
mejor que de tu cielo estás regada;
si aquella prenda de mi alma amada
5
estuviera presente endurecida,
presumo que quedara enternecida
a menos golpes de mi tosca azada.
Si en las piedras las lágrimas se
imprimen,
piedras adoro; pero están ausentes,
10
¿qué importan que mis ojos se lastimen?
Ásperos montes, a mi mal presentes,
¿cómo os podrán mover cuando se
animen,
si el mar es poco y son mis ojos fuentes?
De
La carbonera
- 1039 -
Cuidados de mi amor, ¿quién os
anima
en tal desconfianza? El mismo engaño.
¿No ven que la esperanza es mayor daño?
No hay daño en quien la vida desestima.
¿Quieres que un rey con el furor me
oprima,
5
hermano en sangre, en la crueldad extraño?
¡La muerte es el postrero desengaño!
¡Oh Amor! ¿Qué fuerza habrá que te
reprima?
¡Yo no quiero llorar mi desventura,
sino la muerte prevenir las manos,
10
aunque parezca pensamiento loco;
que si en la vida, que tampoco dura,
es la muerte el mayor de los tiranos,
tiranos vence quien la tiene en poco!
De
La Circuncisión y sangría de
Cristo
- 1040 -
Soy gentil, aunque no soy gentilhombre;
pícame amor en Roma, aquí me muerde;
quiere que en Roma duerma, aquí recuerde,
y que olvide mi fama y mi renombre.
Soy lacayo de oficio y propio nombre,
5
mas por serlo, mi amor muy poco pierde;
a Cirino negué ser pisaverde,
pero nadie se espante ni se asombre.
Pienso de aquesta vez enjudiarme,
y en lugar de esperar a este Dios nuevo,
10
si se me da lugar, enamorarme.
Que es la mujer el lazo, amor, el cebo,
y si una vez acabo de encebarme,
soy judío y romano a sangre y fuego.
De
La gran columna fogosa, San Basilio
Magno
- 1041 -
Arrió a tus puertas llama: abre tus
puertas,
divino templo del Bautista santo,
que si por la verdad padezco tanto,
bien es que a la verdad estén abiertas.
De cerrojos y láminas cubiertas,
5
y fundadas en firme y duro canto,
con mis palabras solas hoy levanto
en fe de ser mis opiniones ciertas.
El César está aquí, puertas,
abríos:
Bautista, el César llama, y no con fuerza,
10
sino con sólo la opinión que sigue,
haced a Dios lugar, mármoles
fríos,
hoy que nuestra verdad el cielo esfuerza,
porque hasta un mármol la verdad obligue.
- 1042 -
Puertas, como se abrió la cárcel
fuerte
al santo Pedro encadenado en vano,
y el pan en cuatro partes a la mano
de Cristo, en que Cleofás quién era
advierte;
como el sepulcro en que espantó a la
muerte,
5
saliendo de él con triunfo soberano,
y el reino horrendo de Luzbel tirano,
quedad abiertas de la misma suerte;
puertas, a la mentira resistíos;
a la verdad abríos; que yo llego
10
con el nombre de Aquel que entró por otras;
abridlas luego, ¡oh, príncipes!
Abríos,
¡Oh, puertas perdurables, porque luego
entre el Rey de la gloria por vosotras!
- 1043 -
Oscura noche, capa de traidores,
máscara de la luz del claro día,
centro de la cruel melancolía,
tercera de secretos y de amores;
aumento de las quejas y dolores,
5
cueva de pensamientos, donde cría
la enamorada o triste fantasía
del parto de su pena los errores;
cuán bien sabe que en malos pasos
ando,
pues por vuestras tinieblas me gobierno,
10
y voy al día el claro rostro hurtando;
mirad lo que ha podido un amor tierno;
que al cielo con mis lágrimas cansado,
vengo a moved las puertas del infierno.
- 1044 -
Divina fuente, celestial, perenne,
de donde mana gracia, gloria y vida;
divina humanidad al Verbo unida,
que el alto Serafín a sus pies tiene.
Pastor, no de las fuentes de Hipocrene,
5
sino de vuestra gracia esclarecida,
una ovejuela mísera perdida,
suelta del lobo, en vuestra busca viene:
robola del rebaño que me distes,
y pasola a su monte por la barca
10
de su lascivia al pasto que es vedado:
oíd, Dios mío, sus balidos
tristes;
que no podéis negar que trae la marca
del costado, que tanto os ha costado.
De
La corona de Hungría y la injusta
venganza
- 1045 -
Corona, ilustre luz, baña y colora
de nueva planta el horizonte ufano;
bajen tus rayos de la cumbre al llano,
que ya te espera en sus alfombras Flora.
Desciende, sol, a tu querida aurora;
5
encrespa, enriza con dorada mano
la blanca nieve a su cabello cano,
bebe sus perlas y sus nubes dora.
Aliña el carro de oro, date prisa;
tú mismo tu presteza desafía
10
y por signos y estrellas atraviesa.
Báñame el alma en gozo y
alegría,
pues ya la noche de mis males cesa
y de mis bienes amanece el día.
De
La corona merecida
- 1046 -
Amor, amor, porqué te llaman gloria,
siendo forzoso, amando el más querido
vivir con celos, y temer olvido
afrentoso blasón de tu victoria?
Entras a los principios de tu historia
5
con dulcísimos pasos al sentido,
mas el estilo del hablar perdido
a la mitad ofendes la memoria.
O que duro capítulo los celos,
y aquel imaginar ajenos gustos,
10
quitando a la verdad confusos velos.
Y si te han de temer, justos o injustos,
vuélvete amor tus gustos a tus cielos,
que no quiero tu bien por tus disgustos.
- 1047 -
Acto III, EL REY DON ALFONSO
Quién es amor? infierno de la vida,
de quién nace? del ciego pensamiento,
de quién vive? el favor es su alimento,
qué fuerza tiene? hasta en el alma asida:
Da muerte amor? amor es homicida.
5
da vida amor? mezclada con tormento,
dónde asiste? en el ciego entendimiento,
pues algo tiene amor? gloria fingida.
Qué tiene bueno amor algún
secreto,
todo lo vence amor, Griegos, y Godos,
10
nadie se escapa el mundo está sujeto.
Con qué engañas amor? de varios
modos,
o amor vuelve por ti, dime a qué efeto?
Todos te infaman y te buscan todos.
- 1048 -
Acto III, EL REY DON ALFONSO
Hay cosa que se iguale en las pasiones,
de un hombre al fin humano, a que este punto
que sientes hoy mi alma, te pregunto,
después de tantas penas y ocasiones?
Ya llega el fin de tantas pretensiones
5
que me tuvieron sin morir difunto,
pero aunque es de la guerra, amor trasunto,
más valen que las armas las traiciones.
Vencí, victoria, la ciudad es
mía,
ya se canta la paz, la guerra cesa,
10
y suspende el furor la artillería.
Mas con todo confieso que me pesa,
aunque llegó de mi victoria el día
haber vencido por traición la empresa.
De
La cortesía de España
- 1049 -
Quien no sabe del bien del casamiento
no diga que en la tierra hay gloria alguna,
que la mujer más necia e importuna
la vence el buen estilo y tratamiento.
Trasladar a los brazos soñolientos
5
un hijo en bendición desde la cuna
es la más rica y próspera fortuna
que puede descansar el pensamiento.
Necedad es sembrar tierras ajenas;
conoce el pajarillo el huevo extraño,
10
y el amante engañado el hijo apenas.
Oígame aquel que se llamare a
engaño.
Los hombres hacen las mujeres buenas,
y sólo por su culpa viene el daño.
- 1050 -
Traidor fue Paris por la bella Elena;
Aquiles, por Briseyda la Greciana;
por Medea, Jasón; por la Tebana
Marfissa, Apolo, y Jove amó a Alcumena.
Hércules español robó a
Pirena;
5
Rómulo, a Hersilia; a Andrómaca Troyana,
Pirro, y Teseo el que burló a Ariana,
y un rey hubo traidor por Filomena.
Muchos, o por la industria o por la espada
(que no hay traición que por amor asombre)
10
hallaron fin a su esperanza honrada.
Que de cuantas traiciones tiene nombre,
alguna puede haber más disculpada
que la que por amor comete el hombre.
- 1051 -
¡Fuese enojado! Amor, ¿qué
culpa tengo
si no nací más sabio y entendido?
Alumbra tú mi rústico sentido,
que ya para la ciencia le prevengo.
Algunas esperanzas entretengo.
5
Un leño soy. Desbástame te pido.
Por Celia a mi ganado voy perdido.
Yo no sé nada. De mis viñas vengo.
¿Cómo podré por mi mujer
tenerla
si el principio no sé de requebrarla
10
y me acobarda el miedo de ofenderla?
Dame el hablar, pues das el desearla;
que como tú me enseñes a quererla,
el tiempo, Amor, me enseñará a olvidarla.
- 1052 -
Extraños aunque nobles pensamientos,
¿qué pretendéis de un hombre
enamorado
que la prenda que adora lleva al lado
y por testigos árboles y vientos?
¿Qué mares? ¿Qué
montañas? ¿Qué cimientos
5
de fuertes muros? ¿Qué escuadrón
armado
os impide llegar? ¿Qué puerto helado?
¿Qué guerra de contrarios elementos?
¡Cielos! no soy Hipólito con
Fedra;
legítimos parecen mis empleos;
10
no me hagáis muro de tan verde hiedra.
Amor, fortuna, tiempo, deteneos,
que, aunque español, soy hombre, no soy piedra.
Quitadme la ocasión o los deseos.
- 1053 -
¿Qué es esto, que tan presto en la
templanza
del mar sereno levantó las olas
de mi desdicha, y dos horas solas,
adonde al pensamiento el agua alcanza?
No puede en la fortuna haber bonanza,
5
porque tiene los pies sobre dos bolas.
¡Ay, nunca a las columnas españolas
llegará con mi nave mi esperanza!
Mas yo, que estoy en la tormenta fiera
y no hay tierra en que huya, aunque resulte
10
de esto mi muerte, es bien que espere y muera.
No importa que mi bien se dificulte;
que, si he de llegar muerto a la ribera,
mejor será que el golfo me sepulte.
De
La dama boba
- 1054 -
Hermoso sois, sin duda, pensamiento;
y, aunque honesto también, con ser hermoso,
si es calidad del bien ser provechoso,
una parte de tres que os falta siento.
Nise, con un divino entendimiento,
5
os enriquece de un amor dichoso;
mas sois de dueño pobre, y es forzoso
que en la necesidad falte el contento.
Si el oro es blanco y centro del descanso,
y el descanso del gusto, yo os prometo
10
que tarda el navegar con viento manso.
Pensamiento, mudemos de sujeto;
si voy necio tras vos, y en ir me canso,
cuando vengáis tras mí seré discreto.
- 1055 -
Castitas res est
Angelica Chrysost
La calidad elemental resiste
mi amor, que a la virtud celeste aspira,
y en las mentes Angélicas se mira,
donde la idea del calor consiste.
No ya como elemento el fuego viste
5
el alma, cuyo vuelo al sol admira,
que de inferiores mundos se retira,
a donde el Querubín ardiendo asiste.
No puede elemental fuego abrasarme,
la virtud celestial que vivifica,
10
envidia el verme a la suprema alzarme.
Que donde el fuego Angélico me aplica,
¿cómo podrá mortal poder tocarme,
que eterno y sin contradicción implica?
De
La desdichada Estefanía
- 1056 -
Loco, atrevido pensamiento mío,
mucho te atreves pues que, disfrazado,
con la piel de Esaú, llegaste osado
adonde hurtar a bendición confío.
Fingí de Estefanía el talle y
brío,
5
gocé a Fortún, y habiéndole gozado,
creció el amor, aunque es el premio hurtado;
que es alma del amor el desvarío.
La luz fingida, el hábito me ampara
el disfrazarme más que fuera justo.
10
¡Oh, quién de amor con libertad gozara!
¡Oh, quien llegara a verle sin
disgusto;
que no gozar del gusto cara a cara,
es infamia de amor, traición del gusto!
De
La devoción del rosario
- 1057 -
¿Qué es la causa que un hombre
valeroso
con la espada en la mano, altivo, fuerte,
corta el cuello arrugado, rompe y vierte
saliente humor del tronco sanguinoso;
o discurre un ejército furioso,
5
dando mil muertes sin temer la muerte,
amando una mujer tiemble de suerte
que le vence y derriba un rostro hermoso?
¿Cómo pedir el hombre, si
concede
el sueño y el sustento cada día
10
sin que afligido y sin vergüenza quede,
y cuando pide amor tiembla y porfía?
Debe de ser que sin comer no puede
pasar el hombre y sin amor podía.
De
La difunta pleiteada
- 1058 -
Mató a Isabela un pronto paroxismo,
estando como el sol al mediodía,
porque nuestra mortal vana alegría
es de nuestra ignorancia barbarismo.
Manfredo, convertido en otro abismo,
5
busca su alma en la ceniza fría,
que a tal locura y vanidad le guía
Amor, que vive en el sepulcro mismo.
¡Oh Amor! ¿No te contentas que en la
guerra
y entre los libros, para ejemplo abiertos,
10
tu fuego ardiente su veneno encierra,
que entres a ver sin alma cuerpos yertos;
que abraces sombra, viento, polvo y tierra
entre la sepulturas de los muertos?
De
La discordia en los casados
- 1059 -
Las máquinas que tienen más
grandeza
con ímpetu mayor vienen al suelo;
en el más superior y último cielo
vino el planeta de mayor tristeza.
Los edificios de mayor alteza
5
hiere más presto el rayo y cubre el hielo;
el ave más cobarde es de más vuelo;
su misma carga oprime a la flaqueza.
Elena, reina en Grecia, fue centella
del incendio troyano que deshonra.
10
¿Cuántos laureles abrasó con ella?
¿Que pueda mi valor perder la honra?
Mas si pudo caber traición en ella,
en mí pudo también caber deshonra.
- 1060 -
No sé que tiene Albano, que estos
días
mira mis ojos con suspiros tales,
que, de oculto dolor dando señales,
tiene por blanco las entrañas mías.
El alma, que congoja fantasías
5
por no dar a la lengua los mortales
avisos tristes de secretos males,
despacha indicios por diversas vías.
Unos llegan cansados y otros mudos;
otros dicen la pena y no la causa;
10
dan fuego al alma y a la lengua nudos.
Y, entre las ansias que la muerte causa,
mejor es que los filos sean agudos,
que el dolor de morir está en la pausa.
De
La divina vencedora
- 1061 -
Esclavo de mis ojos, ya he sabido
que nunca te venció quien te lo llama,
que quien ama no calla a lo que ama
lo que callar mejor hubiera sido.
A vencerme viviste no vencido;
5
pero el traidor que así quiere tu fama
infamar, apagando aquesta llama,
¿me ha de ganar quedando tú perdido?
Luego a Bélmez me voy; pero pretendo
buscarte desde allí, cristiano. Espera
10
y no te hieles, pues por ti me enciendo;
que en hombre no ha de haber alma tan fiera
que, amándole, rogando y persuadiendo,
no se convierta de diamante en cera.
- 1062 -
¡Hago testigos a estas verdes plantas,
a esta agua corrientes, a este suelo,
este sol, esta luz, y cuanto el Cielo
ha producido en primaveras tantas,
que de nuestra amistad las prendas santas,
5
rompo, obligado de tu falso celo,
traidor cristiano, de mi fuego hielo,
que a Marte infamas y al Amor espantas!
¡Aquí verás lo que a un
honrado obliga
ser de un amigo bárbaro ofendido,
10
y que eres tú el alarbe, yo el cristiano!
¡Yo no soy, Meledón, quien te
castiga;
el Cielo, sí, cuyo instrumento he sido,
porque él da la sentencia y yo la mano!
De
La doncella Teodor
- 1063 -
Es alma todo aquello que en mí siento
que me lleva a querer un bien que estima
la razón, que me enseña a que la imprima
por alma de mi propio pensamiento.
Es alma este primero movimiento,
5
que está donde ama más que donde anima,
y siendo este alma en mi perfección prima
yo vengo a ser el físico instrumento.
Si le di mis potencias, es notoria
la razón de que es alma hermosa y bella,
10
sin cuya luz mi cuerpo queda en calma;
que si la voluntad y la memoria
y el mismo entendimiento puse en ella,
donde están las potencias está el alma.
- 1064 -
Si pudiera mirar como en espejo
el alma, cosa tan suprema y rara,
maestro mío, el alma retratara,
aunque con mi pincel fuera en bosquejo.
Voy a buscarla, aunque de mí me alejo,
5
adonde fuera justo que la hallara;
mas no la hallando, la razón se para,
pierdo el discurso y los pinceles dejo.
En esta confusión en esta calma,
yo mismo a no saber del alma vengo,
10
que para dar a amor traje en la palma.
Pues ¿qué definición de ella
prevengo?
Que si he perdido en un desprecio el alma,
¿cómo puedo decir lo que no tengo?
- 1065 -
¿Cuál es el miserable caminante
que en cuatro pies comienza su camino,
y luego en dos le pone su destino,
porque con menos va más adelante?
Es en todas sus cosas inconstante,
5
y en todas sus posadas peregrino,
y cuando a la postrera está vecino,
anda en tres pies, y no es en un instante.
Lleva una imagen dentro de su pecho,
con tres guardas, y fuera cinco puertas,
10
y es de dos cosas muy distintas hecho.
Es un breve reloj de horas inciertas,
torcido siempre al bien, al mal derecho:
dime lo que es, y triunfas de él si aciertas.
- 1066 -
El hombre es ese triste peregrino,
que siendo niño, en cuatro pies camina;
luego con dos la juventud le inclina
a proseguir la vida y el camino.
Ya cuando a la vejez está vecino,
5
y al báculo arrimado peregrina,
camina en tres, y tiene por vecina
la muerte, último fin de su destino.
La imagen es el alma, a semejanza
hecha de Dios; las guardas, las potencias;
10
el reloj es el tiempo y su mudanza.
El alma y cuerpo son las diferencias;
el cuerpo tierra, el alma cielo alcanza,
y las virtudes son las diligencias.
De
La Dorotea
- 1067 -
Acto III,
Escena I, JULIO
Canta pájaro amante en la enramada
selva a su amor, que por el verde suelo
no ha visto el cazador que con desvelo
le está escuchando la ballesta armada.
Tírale, yerra, vuelva y la turbada
5
voz en el pico transformada en hielo,
vuelve, y de rama en rama corta el vuelo
por no alejarse de la prenda amada.
De esta suerte el amor canta en el nido,
mas luego que los celos que recela
10
le tiran flechas de temor de olvido,
huye, teme, sospecha, inquiere, cela,
y hasta que ve que el cazador es ido
de pensamiento en pensamiento vuela.
- 1068 -
Acto III,
Escena IV, JULIO
No es firmeza de amor entristecerse,
antes deben las penas desearse,
porque quien es discreto en emplearse,
tendrá por gloria el gusto de perderse.
Amor en posesión no ha de entenderse,
5
que es honra del sujeto recelarse,
y puede en esperanza aventurarse
lo que con el silencio merecerse.
Triste estará de su celoso estado
quien con amor indigno se entretiene,
10
pues no hay seguridad, donde hay cuidado.
Del mal empleo la tristeza viene,
que cuando es el amor bien empleado,
no puede entristecer al que le tiene.
- 1069 -
Acto IV,
Escena I, FERNANDO
Aquí, donde jamás tu rostro
hermoso
planta mortal, divina Dorotea,
toque atrevida, tu sepulcro sea,
sin columnas de pórfido lustroso.
El fénix yace en inmortal reposo,
5
no vuelva a renacer, ni el sol le vea,
construyéndole en vez de urna Sabea
mis lágrimas pirámide oloroso.
¿Mas que importa, si amor inmortaliza
el único milagro que deshace,
10
y a más eterno sol la pluma enriza?
Remedio inútil entre peñas
yace,
si del alma, que abrasa en la ceniza,
infante fénix del difunto nace.
- 1070 -
Acto IV,
Escena II, CÉSAR
Pululando de culto, Claudio amigo,
minotaurista soy desde mañana;
derelinquo la frase castellana,
vayan las Solitúdines conmigo.
Por precursora, desde hoy más me
obligo
5
al Aurora llamar, Bautista o Juana,
chamelote la mar, la ronca rana
mosca del agua, y sarna de oro al trigo.
Mal afecto de mí, con tedio y murrio,
cáligas diré ya, que no griguiescos,
10
como en el tiempo del pastor Bandurrio.
Estos versos, ¿son turcos o tudescos?
Tú, lector Garibay, si eres bamburrio,
apláudelos, que son cultidiablescos.
- 1071 -
Acto V,
Escena III, CÉSAR
La siempre excelsa, grave y gran coluna,
sobre cuya cerviz tan firme estuvo
la gloria de los Césares, que tuvo
en siete montes su primera cuna.
Contra la envidia opuesta a la fortuna,
5
que su rueda magnánima detuvo,
cuando del sol la línea de oro anduvo,
hizo de todas sus victorias una.
Esta, que fue de la ciudad sagrada
gloria y honor para mayor memoria,
10
a la casa de Enríquez se traslada.
Que sustentando en sucesiva gloria
los arcos de su máquina dorada,
será columna de inmortal victoria.
- 1072 -
Acto V,
Escena IV, DOROTEA
Quejosas, Dorotea, están las flores
que los colores los habéis hurtado
y la frígida nieve se ha quejado
de que mayores son vuestros rigores.
Quejoso está el amor, que los amores
5
se han remitido a vuestro pecho helado
y el sol, que en vuestros ojos abrasado
desprecia los laureles vencedores.
Quejosa está de vos naturaleza
por vuestra condición áspera y dura,
10
que para humana os dio tanta belleza.
O menos perfección o más
blandura,
que a presumir de vos tanta dureza,
¿cómo os pudiera dar tanta hermosura?
De
La Dragontea
- 1073 -
Yace en la parte que es mejor de
España
una apacible y siempre verde Vega,
a quien Apolo su favor no niega,
pues con las aguas de Helicón la baña.
Júpiter, labrador por grande
hazaña,
5
su ciencia toda en cultivarla entrega;
Cilenia alegre en ella se sosiega,
Minerva eternamente la acompaña.
Las musas su parnaso en ella han hecho,
Venus hermosa en ella aumenta y cría
10
la santa multitud de los amores:
Y así con gusto y general provecho,
nuevos frutos ofrece cada día,
de ángeles, de armas, santos y pastores.
De
La envidia de la nobleza
- 1074 -
El sátiro, que vio primero el fuego
resplandeciente, claro y luminoso,
fuele a abrazar alegre y codicioso,
pero abrasado se detuvo luego.
Miró unas flores, que el ameno riego
5
fertilizaba de un arroyo hermoso,
y dijo: ¡Oh campo alegre y deleitoso!
¿por qué os dejé de aquella lumbre
ciego?
Tal yo, que con mi engaño me aconsejo
y de todo el sentido me despojo,
10
sigo mi daño, y de mi bien me alejo.
Mi muerte busco, y de vivir me enojo;
las flores de oro en la corona dejo,
y al fuego del amor el alma arrojo.
- 1075 -
¿Qué culpa tuve yo, fortuna
esquiva,
en no tener la sangre venturosa
de este linaje, para ser dichosa
la esperanza que sólo en serlo estriba?
¿Nací de alguna bárbara
cautiva,
5
que me desprecia Lindaraja hermosa?
¿Ya mi sangre real es afrentosa?
¿Y sólo es bien que el Bencerraje viva?
Pues, ¡vive Dios! que la canalla fiera
ha de morir, si está en su vida el precio
10
de nuestra libertad, Amor, espera.
Que para ti, si no eres loco o necio,
del breve tiempo y de la muerte afuera,
no hay veneno mortal como el desprecio.
De
La esclava de su galán
- 1076 -
Aunque es verdad que tanto bien deseo,
quiero tanto a don Juan, que me ha pesado
de que quiera el entrar precipitado
de esta locura por mi humilde empleo.
Pero el grande peligro en que me veo,
5
amando amada, sin tomar estado,
animado el temor, templa el cuidado,
y me parece que mi bien poseo.
Gran fineza de amor! Pero cumplida,
tantas desdichas pueden ofrecerse,
10
que en dejar a don Juan me va la vida:
Mejor es apartarse que ofenderse,
que una mujer que quiere y es querida,
en qué puede parar sino en perderse?
De
La esclava de su hijo
- 1077 -
Comparaba un discreto el casamiento
a la vida de un hombre mal fundada,
que en su presente edad y la pasada
fue de ofender a Dios su pensamiento.
Y por un breve rato de contento,
5
de una ocasión que tuvo deseada,
es al infierno el alma condenada
luego que el cuerpo queda sin aliento.
Cásase un hombre, y en sus
alegrías
se ven también aquestos mismos daños,
10
pues por gozar sus locas fantasías.
del cuerdo ejemplos y del necio
engaños,
escoge un cielo de tan breves días
por el infierno de tan largos años.
- 1078 -
No ¡por Dios!, dijo la celosa dama,
que el sí y el no, los gustos y las quejas,
como caballos son, corren parejas;
de azufre es fuego amor y azul su llama.
Como es al huracán la seca rama,
5
y suele ser la tierra con las rejas
y el femenino llanto a las orejas,
tales son juramentos en quien ama.
En vano mis palabras solicitan
el desengaño, y en su amor apuro,
10
pues al engaño no se facilitan.
¡Oh, bien haya mi amor firme y seguro,
pues que do tengo celos me los quitan,
dos dedos de pernil y seis de puro!
De
La escolástica celosa
- 1079 -
Jornada I, CARDENIO, estudiante
Echado en este suelo, o luces bellas,
cuya piedad en mi remedio invoco,
con los suspiros de mi alma os toco
que os iguala también en ser centellas.
O Bozina famosa lumbre entre ellas,
5
y tú Lucero, que no amaste poco,
si estrella eres de Venus, yo soy loco,
que a media noche cuento las estrellas.
O carro celebrado, o lumbres puras,
o Norte hermoso que en el alta corte,
10
del cielo estuvo donde estáis segura,
de mi estrella la luz al Sol importe.
Antes su claridad será oscura,
la Bozina, el Lucero, el Carro, el Norte.
De
La fe rompida
- 1080 -
Flechas de Amor, de plomo y de oro puro,
arco trocado con la muerte fiera,
falsa imaginación, dulce quimera,
libro dorado y en la letra oscuro.
Blando, ofendido, y sin ofensa dura
5
y castigado, convertido en cera;
Etna con fuego dentro y hielo fuera,
gigante, aunque rapaz, y dios perjuro.
Yo soy aquella que he tenido en poco
flechas, arco, quimera, Etna, gigante
10
con libre y arrogante pensamiento.
Amor, pues con injurias te provoco,
labra mi corazón como diamante;
pero no tienes sangre, que eres viento.
- 1081 -
Quien no ha visto la guerra, también
diga
que tiene fuerza su valor suprema;
quien no ha tocado el fuego, no le tema;
quien no ha entrado en el mar, no le maldiga.
Quien no ha visto una tigre, no la siga;
5
quien no jugó jamás, ¿de qué
blasfema?
Quien no sabe que el aire enjuga y quema
no tema el rayo que el laurel mitiga.
El que blandura con tocarle vea
críe en su pecho un áspid, donde luego
10
verá su rabia y su dolor profundo.
Y quien no ha visto a Amor búrlese y
crea
que es guerra, fuego, mar, tigre, áspid, juego,
ira del Cielo y destrucción del mundo.
De
La Felisarda
- 1082 -
Salieron a campaña en desafío
Temor y Amor. Iba el temor armado
de un peto fuerte, en su rigor templado,
y la cobarde espada en hielo frío.
Amor, siempre valiente, con más
brío
5
de armas de fuego y de valor cercado,
la venda se quitó determinado,
y luego vi en sus ojos que era mío.
Venció al Temor y declaró su
daño,
volviendo vencedor, y a mi memoria
10
corrió los velos de su ciego engaño.
Cantaron mis sentidos la victoria.
«¡Victoria!», dijo Amor, y el
desengaño.
De
La firmeza en la desdicha
- 1083 -
¡Peñascos Altos, de la mar
batidos,
de nubes coronadas las cabezas,
donde se rompen en diversas piezas;
cristales espumosos resistidos,
constantes a sus rígidos bramidos,
5
como mi corazón a sus tristezas,
por o que parecí a vuestras firmezas,
prestad a mi dolor tiernos oídos!
¿Cuál peña, si le cansa el
resistirse,
quiere trocar conmigo el ser que tiene
10
y de su fundamento desasirse?
Mas ninguna querrá, ni le conviene,
que no podrá sufrirle sin rendirse,
el mar de llanto que a mis ojos viene.
- 1084 -
No sale de las puntas del cogollo
antes que el sol la manutisa fresca,
ni su pálida rosa gigantesca,
ni con más laberintos el repollo.
No parece más bien por Pascua el bollo
5
con mil huevos por una y otra muesca,
ni por Carnestolendas soldadesca
para matar los gallos con rey pollo.
No juegan por la tarde los cabritos,
ni es tan blanco un lechón cuando se pela,
10
ni los peces de plata en los garlitos
como tú me pareces, dulce Estela,
con esos ojos como huevos fritos
y bien guisados hongos en cazuela.
De
La fortuna merecida
- 1085 -
No suele el temeroso navegante,
que la primera vez corrió sediento
de la extranjera plata entrar contento
en el mar peligroso e inconstante.
Prometerse bonanza semejante,
5
al siempre familiar recibimiento,
y a pocos días reforzado el viento,
temerle hasta los cielos arrogante.
Como el recién venido Cortesano
de la Corte en el piélago profundo,
10
entra en la nave del servir tirano.
Pues al primer peligro y al segundo
dan la lisonja, y ambición la mano
Scilia y Caribdis del poder del mundo.
- 1086 -
Oscuro laberinto, caos confuso,
adonde tanto la razón se enreda,
que no hay hilo e industria con que pueda
salir a luz, por mucho que en vos puso.
Ningún discreto, y con salud excuso,
5
si por engaño en vuestra cárcel queda,
esperando subir por una rueda
que sólo enloquecer tiene por uso.
¿Qué cosa dio Naturaleza sabia,
cómo la libertad al hombre importe?
10
Pues solamente a quien le falta, agravia.
Mejor fuera castañas de Monforte
echaros en licor de Rivadavia,
que ser lacayo de un pelón de corte.
- 1087 -
La tierra al alto cielo agradecida
la lluvia paga en frutos sazonados,
y al labrador sus ásperos cuidados,
paga la espiga en su sazón cogida
La vid beneficiada, la teñida
5
planta, en lagares de uvas coronados,
la oveja al dueño, y al rocío los prados,
que cuando llora el Alba tienen vida.
De su agradecimiento muestra indicio
la concha que saliendo a las riberas
10
paga en perlas al Sol su claro oficio.
Para mostrar con obras verdaderas
que aquel que no agradece el beneficio
es menos que las plantas y las fieras.
- 1088 -
Acto III, LUCÍA y JUANA,
dialogado
JUANA
En vano sigo un loco pensamiento.
LUCÍA
En vano sigo amor un dulce engaño.
JUANA
Que locamente mi esperanza engaño.
LUCÍA
Mis esperanzas van siguiendo el viento
JUANA
Al Sol quiere subir mi pensamiento.
5
LUCÍA
Que mal hizo en querer un hombre extraño.
JUANA
O si olviasle yo con desengaño.
LUCÍA
O si pudiesle yo mudar de intento.
JUANA
Mas si ello puede amor, en qué
porfío?
LUCÍA
Si amor me ha de matar que vida espero?
10
JUANA
La culpa tiene el pensamiento mío.
LUCÍA
A quien se burla de mis penas quiero.
JUANA
LUCÍA
JUANA
LUCÍA
JUANA
LUCÍA
- 1089 -
A quien pudiera suceder la afrenta,
que con Álvaro Núñez me ha pasado,
sino a quien es, y ha sido desdichado,
desde que tiene ser en cuanto intenta.
Como podré vengarme, que a esta
cuenta,
5
por armas el camino se ha cerrado,
mas por la industria quedaré vengado,
porque el dolor, y no la mano, sienta.
Quiero emprender, que el Rey por mil caminos
de su favor, y gracia le derribe,
10
de que fueron sus méritos tan dignos.
Y bien podré, que el agraviado escribe
tu afrenta en letra de diamantes finos,
y el que pudo agraviar seguro vive.
- 1090 -
Alto subir de la potencia ha sido
de un generoso Príncipe por senda
fácil de la virtud, como en contienda
pones la envidia en premio merecido?
Ni de arrogancia, ni ambición movido
5
quiere mi pecho que llegar emprenda,
a donde el mundo que se alcanza entienda
por la virtud, lo que a mis obras pido.
O dura envidia aunque tu sombra asombre
al Sol de la virtud, en tantas partes,
10
a mí no es bien que tu rigor me asombre.
Los fraudes ejercita de tus artes,
que apartando de Dios al primer hombre,
no es maravilla que de un rey me apartes.
De
La fuerza lastimosa
- 1091 -
Acto I,
Escena XI, CELINDA
Nunca, tirano amor, de tus embustes
resultaron menores desatinos;
ya no podrás hallar otros caminos
para que más de veras me disgustes.
¿Qué un conde humilde y una reina
ajustes?
5
Enlaza, amor, las hiedras con los pinos;
mas no enredes los frágiles espinos
cuando, por niño, de locuras gustes.
Mira, amor, que era el Conde propio centro
desta alma y calidad, y que es pequeño
10
para los brazos de la Infanta bella.
Mas eres vino, amor; que una vez dentro,
quieres que te obedezcan más que al dueño,
y echas de casa a quien te puso en ella.
- 1092 -
Cual reo, en tanto, que la juez escribe
la sentencia, esperando estoy la mía;
tiembla el deseo y la piedad porfía;
muere el remedio, y la esperanza vive.
De las vanas quimeras que concibe
5
mi loca y engañada fantasía,
nace un monstruo, que el miedo después cría,
hasta que el ser de mi dolor recibe.
El de saber el mal es un deseo
común en los mortales desengaños;
10
que, con saber que es mal, mueren por velle.
Y yo le quiero ver, aunque es tan feo;
que más matan las dudas que los daños,
y el esperar el mal que el padecelle.
- 1093 -
¿A cuál hombre jamás le ha
sucedido,
que en lugar de galán que fue esperado,
su dama desdeñosa haya gozado
con el seguro nombre de marido?
Fábula le parece a mi sentido
5
lo que por todos juntos ha pasado,
todo cobarde, amando, es desdichado,
y sólo el venturoso es atrevido.
O oscurísima cuadra, o noche fresca,
yo te ofrezco una lámpara de plata,
10
agradecido a la ventura mía.
Ni celos temo ya, ni amor me mata,
venciste anoche el más alegre día
y yo engañé la más hermosa ingrata.
De
La gallarda toledana
- 1094 -
¡Oh verdugo del alma, la esperanza!
Quien sin desesperar un bien espera
no es hombre, es piedra; que una piedra en cera
convierte la sospecha en la tardanza.
Conozco, en fin, que quien espera alcanza;
5
mas no hay bien, que si espero le quisiera,
por no esperar, que la esperanza altera
la paz del alma y la mayor bonanza.
Consume la esperanza poco a poco
la mejor sangre, y de una en otra duda
10
los enigmas difíciles retrata.
¿No te bastaba, amor, ser ciego y
loco,
sino engendrar a la esperanza muda,
que no dice quien es hasta que mata?
- 1095 -
Bosque del río de Madrid, no puedo
hallarme en vuestras verdes soledades,
enseñada a decirle mis verdades
al gran Tajo, corona de Toledo.
Olmos, bien sé que en vuestros ramos
quedo
5
presa, en venganza de otras libertades,
que se suelen mudar las voluntades
y de las esperanzas nace el miedo.
Conocedme por hombre, fuentes claras,
que quien ha de sufrir ha de ser hombre,
10
y tú, que vas huyendo a quien te sigue,
ya que eres mi fortuna, ¿por qué
paras?
Mas como soy mujer temes al nombre,
que olvida amada y con desdén persigue.
De
La hermosa Ester
- 1096 -
Dios de mis padres, no es soberbia mía
no me rendir a Amán, tan arrogante
como Nembrot, aquel feroz gigante
que escalar vuestros cielos pretendía:
Introdújose así la
idolatría;
5
no es bien que con el culto se levante,
debido a quien no tiene semejante,
quien no tiene poder seguro un día.
Vos sois la majestad a quien debida
es nuestra adoración, y por quien vierte
10
sangre en las aras donde sois servida.
Nadie con vos es poderoso y fuerte;
que como sois el dueño de la vida,
también tenéis el cetro de la muerte.
- 1097 -
A su Dios, a su patria, a sus parientes
ofende el que es ingrato la beneficio:
de muchos vicios es bastante indicio
aunque en maldad parezcan diferentes;
es deshonra tomar entre las gentes,
5
y nunca dar, que es del ingrato oficio,
y sólo con decir aqueste vicio,
responden los demás como presentes;
es de la hiedra un natural retrato,
que al árbol que la tiene le desmedra
10
y sale deshojado de su trato,
y aunque engaña, amoroso, como hiedra,
jamás perdona agravio; que el ingrato,
el bien escribe en agua, el mal en piedra.
De
La hermosa fea
- 1098 -
¿Soy yo, por dicha, pensamiento
mío,
la que jamás rindió su pensamiento?
Celos quieren vencer mi entendimiento
y entrar con mi valor en desafío.
Amar por la razón el albedrío
5
es dar a la disculpa fundamento;
por celos no, que es envidioso intento,
y ofensa del honor el desvarío.
Conciertan las estrellas de los cielos
el amor entre dos, porque por ellas
10
se quieren con recíprocos desvelos.
Pues si estrellas de amor son causas bellas,
conciértenos el cielo, que los celos,
si son infiernos no han de ser estrellas.
De
La hermosura aborrecida
- 1099 -
Espera, ingrato, y mira lo que debes
a quien te ha dado el alma que desprecias.
¡Oh, cómo somos las mujeres necias,
y en resolvernos al peligro breves!
¿Qué ejércitos, que mar,
qué heladas nieves,
5
si precias el honor, si el amor precias
hierro y fuego de Porcias y Lucrecias
defenderá que mi constancia pruebes?
Si me aborreces, ¿quién
habrá que crea
que al paso que tu ingrato desdén crece
10
crezca mi amor, sin que locura sea?
Mucho a la muerte la mujer parece:
que huye quien la busca y la desea
y se cansa en buscar quien la aborrece.
- 1100 -
A Amor le dan diversos atributos;
los que le sigue, aman o desaman,
dolor alegre su accidente llaman
y dulce campo con amargos frutos.
Sabrosa posesión con mil tributos
5
que cogen viento y lágrimas derraman;
otros, por desleal, su trato infaman
las pocas Porcias y los muchos Brutos.
Los que amando se quejan de olvidados,
bárbaro alarbe, sin respeto alguno,
10
a cuyo Argel la libertad entregan;
mas los que aborrecieron ser amados
llamaron al amor pobre importuno,
que a quien más los despide más le ruegan.
- 1101 -
¡Hermoso sangrador, dulce barbero,
venido por mi mal a ser bien mío,
la sangre que me alteras te confío
y de tu herida mi remedio espero!
Decirte quiero que por ti me muero
5
mejor que con las quejas que te envío;
aunque tengas mi mal por desvarío
por lo menos sabrás lo que te quiero.
Si la sangre contigo me enemista
los sabios dicen que el amor es causa
10
de sangre, que entra en rayos por la vista.
Si quieres que se temple y ponga pausa
sángrame tú, que como amor resista
cesarán los efectos con la causa
De
La historia de Tobías
- 1102 -
¡Oh, cuánto debe a la bondad
divina
el hombre, pues le pone en tal cuidado,
pues aun airado del primer pecado,
el grave oído a su oración inclina!
Mientras venir al mundo determina
5
su santo Verbo, a quien está postrado
el Serafín en gracia confirmado,
que en el crisol de Dios el oro afina.
Regala el pueblo de quien carne espera
tomar por bien del hombre el dulce día
10
que baje a donde por librarle muera.
¿Qué más clara piedad, pues
hoy me envía
para que al hombre, cuando errar pudiera,
le sirva un ángel de defensa y guía?
- 1103 -
¡Oh, pues, qué linda cosa el
casamiento
para forzar con él a un hombre el gusto!
Que aun hecho con el gusto, al más a gusto,
algún azar impide su contento.
Llamaron al casar melón, que al
tiento,
5
al olfato, a la vista, viene al justo;
pero puesto el cuchillo de un disgusto,
descubre la corteza el pensamiento.
Cuál está muy maduro, cuál
muy duro,
cuál no tiene sabor, y cuál amarga;
10
cuál, probado una vez, no está seguro,
cuál lleno de pepitas, de hijos carga.
¡Dichoso quien le halló sabroso y puro,
de corta lengua y de paciencia larga!
- 1104 -
¡Amor, Amor, yo quedo de esta vez
desengañado y de tu guerra en paz!
Si fuese el desengaño pertinaz,
mala soga me parta por la nuez.
¿De qué sirve un peón en tu
ajedrez
5
para ganar tus damas incapaz,
ni esperanzas de pollos en agraz,
si por ajos suspira el almirez?
Tasajos como yo, que no perdiz:
ya no gasto herraduras de tu coz,
10
si piensas que es mi estómago avestruz;
en los pechos estás como lombriz,
áspid en lengua, ruiseñor en voz,
buey en el yugo y ciervo en el testuz.
De
La honra por la mujer
- 1105 -
Blancos jazmines, encarnadas rosas,
vivos retratos de mi casto pecho;
lirios donde el amor estampa ha hecho
de mis tiernas pasiones amorosas.
Decidle a las violetas más celosas
5
a quien mi esposo paga injusto pecho,
que no le den colores, pues sospecho,
que son ciertas, cuanto en sí penosas.
Que el Rey pretende más, que en él
revoco
el intento en que funda sus favores,
10
cuando a sólo favor por mío invoco.
Que cuanto más se hablan mis rigores
vendrá a gozar tras de su mayo loco
mi honor el fruto, y su esperanza flores.
De
La ilustre fregona
- 1106 -
Sale el sol por el cielo luminoso,
las nubes pardas de oro perfilando,
y con su luz los montes matizando,
ilustra el campo su zafir hermoso.
Llega a nuestro Cenit, pero envidioso
5
el suelo está vapores exhalando,
y la región del aire condensando,
impide al Sol el esplendor lustroso.
Del propio modo a mí me ha sucedido
pues que mirando el Sol de mi Constanza,
10
pensé gozar la luz resplandeciente.
Pero el Corregidor la nube ha sido,
que ocupó la región de mi esperanza,
dejándome sin luz eternamente.
De
La imperial de Otón o El esclavo de
Roma
- 1107 -
Noche la más oscura que se ha visto,
mucho os debe el temor que el alma siente;
mas ¿qué milagro, si mi sol ausente
se traspuso del polo de Calixto?
Si la eterna con lágrimas conquisto,
5
cúrele celestial vivo y presente;
pero naturaleza no consiente
la justa muerte que el amor resisto.
De sombra en sombra voy, de pena en pena,
de un paso en otro hasta le postrero paso,
10
llevando sobre el hombro la cadena;
mas como me defiendo, es cierto caso
que la fin ha de acabar con mano ajena
la triste vida y el dolor que paso.
- 1108 -
Tres meses ha que en estos montes vivo,
huyendo de la furia de un romano,
huésped de un animal noble africano,
de quien sustento liberal recibo.
No se ha mostrado al beneficio esquivo,
5
de sacarle la flecha de la mano;
yo sí a mi Flora por aquel tirano,
pues que la dejo y ando fugitivo.
¡Oh, cuánto los ingratos son
culpados!
Quien agradece la piedad ajena,
10
notablemente a Júpiter obliga;
reserva el cielo de otros mil pecados,
para otra vida, su castigo y pena,
y al que es ingrato, en esta le castiga.
De
La juventud de San Isidro
- 1109 -
Áspides que abrasáis mi pecho
infame,
y que tenéis mi corazón por nido,
salid con más furor, salid os pido,
para que todo junto le derrame.
Furia no habrá que no provoque y llame
5
de cuantas tiene el reino del olvido
por donde nunca Job fue perseguido;
quiero que a Isidro mi rigor disfame.
Celos le quiero dar, quiero abrasarme;
campos, ¡qué importa el hielo del invierno,
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si os tengo de abrasar para vengarme?
No sé como me sufre el mismo infierno;
mas no es porque pretende atormentarme,
mas porque sirva de tormento eterno.
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Señor, si yo contase los favores
que he recibido de esa santa mano,
contaría primero grano a grano,
al campo espigas y a los campos flores.
¿Quién os supiera dar debidos
loores,
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emperador del cielo soberano?
Pero si soy un rústico villano,
¡cómo os sabré decir tiernos amores?
Perdonad la rudeza en que me veo,
por saber algo que os decir suspiro;
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no sé leer: leer en vos deseo.
Pero, Señor, si en vuestra cruz os
miro
hecho libro de amor, de suerte os leo,
que de entender vuestra piedad me admiro.
Antes, que al pobre yo despida, pida,
Dios mío harina a su molino, ino,
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a su mesa Real Divino, vino,
aquella vid que da bebida vida.
Donde la Fe, que en mí resida, es ida,
todo el sustento que convino, vino,
y aunque de gloria desatino, atino,
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que un Serafín ni aun la comida, mida.
No tanto bien en tu balanza, lanza,
mi error, ni doy al viento humano, mano,
que no es la humana confianza, fianza.
Que puede haber en un gusano, sano,
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dichoso yo, si está mudanza, danza,
al son del cielo mi villano, llano.
De
La limpieza no manchada
- 1112 -
Nació una fuente clara y deleitosa,
que, dividida en varios arroyuelos,
a las celestes aguas daba celos,
en cuyo manto su virtud reposa.
El lirio azul y la encarnada rosa
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margen le ofrecen matizando velos,
y en torno suyo plateados hielos
humor, por alma de su vida hermosa.
Pisola un animal, bebió
engañado,
y como quedó turbia su corriente,
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ninguno la gustó sin ser manchado.
¡Oh gran desgracia! la primera fuente
enturbiaron las plantas del pecado,
por causa de mujer y de serpiente.
- 1113 -
Virgen, del mar Estrella, Sol del mundo,
gloria del Cielo, de los hombres vida,
puerta de Ezequiel esclarecida,
ejemplo sin primero ni segundo:
Arca del Testamento más profundo,
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jamás entre las aguas sumergida
del diluvio mortal, siempre vestida
de inmensa caridad, de amor profundo.
Todos pecaron en Adán, Señora;
pero si fue también ley y estatuto,
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que muriese una vez el que ha nacido;
en tránsito feliz, ansiada Aurora,
no pagáis vos el general tributo,
ni mancha a Dios la culpa su vestido.
De
La llave de la honra
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Antes la tierra vestirá de estrellas
los prados, que de hierbas y colores
los campos de la luna varias flores,
sin que tenga el verano imperio en ellas.
Antes las aves con sus plumas bellas,
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entre las aguas cantarán amores;
y los peces del mar, habitadores
de la región del fuego, las centellas.
Antes las fieras de las verdes selvas,
entre los hombres hallarán sosiego,
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que puesto que a olvidarme te resuelves,
yo dejé de adorarte, loco y ciego,
Elena de mis ojos, aunque vuelvas
mi alma Troya y mis vestidos fuego.
- 1115 -
Pues, primero, mi bien, los elementos
a su materia volverán confusa;
la tierra en agua, el agua en tierra infusa
y en calma eterna vivirán los vientos.
Primero bajarán de sus asientos
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los orbes de la máquina difusa;
primero no dará la culpa excusa
y la envidia en seguir entendimientos.
Primero al que cautivo en su cadena
en la esperanza su rescate apoya,
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memoria de la patria en tanta pena,
que pierda yo la más preciada joya,
y aunque me llaman en Italia, Elena,
me engañe Paris y me lleve a Troya.
De
La locura por la honra
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Qué paz gozara el mundo, sino hubiera
nacido amor, ni su furor mostrara,
Troya estuviera en pie, Grecia reinara,
ociosa, y sin valor la guerra fuera.
Ni tortolilla en álamo gimiera
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ni toro en bosque de dolor bramara,
ni su cama el coloso ensangrentara,
ni el mar tranquilo arar sus campos viera.
No tuviera las almas el profundo,
que le dieron Briseyda, Elena y Cana,
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Cana Española, y el Simón segundo.
Pero perdona amor, que me olvidaba,
de que por ti se ha conservado el mundo,
pues más engendras, que la muerte acaba.
- 1117 -
Yo vi crecer las esperanzas mías;
con la lluvia amorosa de mis ojos,
cuando miro tus letras con antojos,
tirano amor, que tu favor crecías.
Si Gigantes los átomos hacías,
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que mucho que te diera mis despojos,
mas esperanzas que dan fruto, enojos,
que gloria sacan de engañar los días.
Crece de amor el árbol victorioso,
mientras que derribarle se le acuerde,
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al encendido viento riguroso.
Mas que importa que el lauro siempre verde,
se defienda del rayo poderoso,
si del hielo al rigor las hojas pierde.
- 1118 -
O siempre en la piedad más generosas,
que los hombres bellísimas mujeres,
de nuestros apetitos, y placeres,
y de amor tesoreras dadivosas.
Ya de mis tempestades amorosas,
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seguro puerto entre tus brazos eres,
pues que sacar mi rota nave quieres
de la solas del mar tempestuosas.
Tu que contra mujer armas previenes,
mira primero que el veneno exhales
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tantos ejemplos que de buenas tienes.
Que aunque muchas han sido en causas tales,
ocasiones de males, y de bienes,
mayores son los bienes que los males.
- 1119 -
Acto I, BLANCA y CARLOS,
dialogado
BLANCA
Iguálase a mi mal algún
tormento?
CARLOS
Qué tormento cruel se iguala al mío?
BLANCA
Si esto han visto mis ojos, qué confío?
CARLOS
Qué baste a tanto mal mi sufrimiento?
BLANCA
En qué piensa parar mi pensamiento?
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CARLOS
Qué fin piensa tener mi desvarío?
BLANCA
Ya toda mi esperanza al viento envío.
CARLOS
Ya toda mi esperanza lleva el viento.
BLANCA
Que locura es llorar las cosas hechas.
CARLOS
Loco es quien fía de palabras dichas.
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BLANCA
Declaradas murieron mis sospechas.
CARLOS
Quién confía en
promesas?
BLANCA
CARLOS
BLANCA
CARLOS
BLANCA
De
La madre de la mejor
Comedia sencilla al nacimiento de la
Virgen
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Divino Jehová, principio y fin
sin principio ni fin, Dios de Sión,
¿qué trono es este eterno Salomón,
que fundas en la casa de Joaquín?
¿Qué arca de uno y otro
querubín,
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cubierto con tal alta perfección?
¿Qué tierna vara del divino Aarón?
que cedro en monte o fuente de jardín?
Altas sospechas, gran Señor, me dan
que de la humilde casa de Belén
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quieres que venga al mundo un nuevo Adán.
Dichoso yo, dichosa Nazarén
si cumples la promesa de Abraham,
que si esta es Alba, vendrá el sol también.
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Montes de la sagrada Palestina,
de Sión al Tabor de Galilea,
altas y verdes palmas de Idumea,
la Reina de los ángeles camina.
Las vuestras humillad a su divina
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frente, que el sol con rayos hermosea,
¡y tú, pues ya tus márgenes pasea,
santo Jordán, la blanca tuya inclina!
No soy yo solo, aunque con ella estuve,
la guarda y la cortina de María,
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¡más bien guardada a vuestro monte sube!
Y aunque la ha de tener guardado un
día,
no es arca de maná que lleva nube,
porque es el mismo Dios el que la guía.
- 1122 -
Si como son cepillo y sierra viles
y esta madera pinabete o haya,
fuera oro y plata de la indiana playa,
y ellos crisoles, limas y buriles.
Si odoríferos árboles sutiles
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con que Saba los cielos atalaya,
y dé la fértil isla de Tondaya
ébanos negros, cándidos marfiles;
labrara yo la cama de la Luna
con envidia del Sol y las estrellas,
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pues ni él la iguala, ni hermosura alguna.
Cesó la claridad en él y en
ellas,
porque como la fénix sola y una,
así es María entre las cosas bellas.