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Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos

(1624)

- 1 -

Desconfianza de sus versos

   Los que en sonoro verso y dulce rima

hacéis concepto de escuchar poeta

versificante en forma de estafeta,

que a toda dirección número imprima:

   oíd de un Caos la materia prima,
5

no culta como cifras de receta,

que en lengua pura, fácil, limpia y neta

yo invento, Amor escribe, el tiempo lima.

   Estas, en fin, reliquias de la llama,

dulce que me abrasó, si de provecho
10

no fueran a la venta, ni a la fama,

   sea mi dicha tal, que a su despecho

me traiga en el cartón quien me dé fama,

que basta por laurel su hermoso pecho.


- 2 -

Propone lo que ha de cantar en fe de los méritos del sujeto

   Celebró de Amarilis la hermosura

Virgilio en su Bucólica divina,

Propercio de su Cintia, y de Corina

Ovidio en oro, en rosa, en nieve pura.

   Catulo de su Lesbia la escultura
5

a la inmortalidad pórfido inclina,

Petrarca por el mundo peregrina

constituyo de Laura la figura.

   Yo, pues amor me manda que presuma

de la humilde prisión de tus cabellos,
10

Poeta Montañés, con ruda pluma,

   Juana, celebraré tus ojos bellos,

que vale más de tu jabón la espuma,

que todas ellas, y que todos ellos.


- 3 -

Dedicatoria de la lira, con que piensa celebrar su belleza

   A ti la lira, a ti de Delfo y Delo,

Juana, la voz, los versos y la fama,

que mientras más tu hielo me desama,

más arde amor en su inmortal desvelo.

   Criome ardiente salamandra el cielo,
5

como Sirena a ti, menos la escama,

para ser mariposa no eres llama,

fuerza será mariposar en hielo.

   Mi amor es fuego elemental segundo,

de Scitia tu desdén los hielos bebe,
10

tal imposible a mi esperanza fundo.

   Pues a decir que fuéramos se atreve,

cuando no los hubiera en todo el mundo,

yo Amor, Juana desdén, su pecho nieve.


- 4 -

Disculpa la humildad del estilo con la diversión de alguna pena

   Versos de almíbar y de miel rosada

Amor me pide, siempre que me topa,

y dame acíbar en la dulce copa

de un partido clavel, gloria penada.

   Yo cantaré con lira destemplada,
5

o Sirena bellísima de Europa,

tu enfaldo ilustre, tu jabón, tu ropa

del patrio río en su cristal bañada.

   Quien no me entiende, como yo me entiendo,

sepa, dejando lo Aristarco aparte,
10

que del profano vulgo me defiendo.

   Bien fuera justo del Flamenco Marte

cantar las iras, pero yo pretendo

templar tristezas, despreciando el arte.


- 5 -

Sobre los laureles poéticos

   Llevome Febo a su Parnaso un día,

y vi por el cristal de unos canceles

a Homero y a Virgilio con doseles,

leyendo filosófica poesía.

   Vi luego la importuna infantería
5

de poetas fantásticos noveles,

pidiendo por, principio más laureles

que anima Dafnes y que Apolo cría.

   Pedile yo también por estudiante,

y díjome un bedel: «Burguillos, quedo:
10

que no sois digno de laurel triunfante.»

   «¿Por qué?», le dije; y respondió sin miedo:

«Porque los lleva todos un tratante

para hacer escabeches en Laredo.»


- 6 -

Pésale de ser poeta y se le debe creer, habla con el Parnaso

   Excelso monte, cuya verde cumbre

pisó difícil poca planta humana,

aunque fuera mejor que fuera llana,

para subir con menos pesadumbre.

   Tú que del sol a la celeste lumbre
5

derrites loco la guedeja cana,

y por la hierba de color de rama

deslizas tu risueña mansedumbre.

   A tu fuente conducen mi persona

Poeta en pelo, mientras tengo silla,
10

vanos deseos de inmortal corona.

   Que para Don Quijote de Castilla,

desdichas me trajeron a Helicona,

pudiéndome quedar en la Membrilla.


- 7 -

En elogio a doña Juana de Guardo

   Bien pudo yo pintar una hermosura,

y de otras cinco retratar a Elena;

pues a Filis también, siendo morena,

ángel Lope llamó de nieve pura.

   Bien puedo yo fingir una escultura
5

que disculpe mi amor, y en dulce vena

convertir a Filene en Filomena,

brillando claros en la sombra oscura.

   Mas puede ser que algún lector extrañe

estas musas de amor hiperboleas,
10

y viéndolas después se desengañe,

   pues si ha de hallar algunas partes feas,

Juana, no quiera Dios que a nadie engañe:

basta que para mí tan linda seas.


- 8 -

Alude a la saeta de Philipo, padre de Alexandro, que le sacó de los ojos Critóbulo, excelente médico

   Púsose Amor en la nariz el dedo,

jurando por la vida de Acidalia,

castigar mi rigor, aunque a Tesalia

fuese por hierbas para algún enredo.

   Y Juana por la puente de Toledo
5

más en Holanda, que en Tabí de Italia

pasó con cuatro puntos de sandalia;

máteme Amor, si medio punto excedo.

   Del pie a mis ojos, de su pie despojos,

tal flecha de oro entonces enarbola,
10

como la que a Felipe daba en ojos.

   Pero halló el Macedón farmacopola,

yo no, que con la flecha por los ojos

remedio espero de la muerte sola.


- 9 -

Dice el mes que se enamoró

   Erase el mes de más hermosos días,

y por quien más los campos entretienen,

señora, cuando os vi, para que penen

tantas necias de amor filaterías.

   Imposibles esperan mis porfías:
5

que, como los favores se detienen,

vos triunfaréis cruel, pues a ser vienen

las glorias vuestras y las penas mías.

   No salió malo este versillo octavo;

ninguna de las musas se alborote
10

si antes del fin el sonetazo alabo.

   Ya saco la sentencia del cogote;

pero, si como pienso, no le acabo,

echárale después un estrambote.


- 10 -

Describe un monte

   Caen de un monte a un valle entre pizarras

guarnecidas de frágiles helechos,

a su margen carámbanos deshechos,

que cercan olmos y silvestres parras.

   Nadan en su cristal ninfas bizarras,
5

compitiendo con él cándidos pechos,

dulces naves de amor, en más estrechos

que las que salen de españolas barras.

   Tiene este monte por vasallo a un prado,

que para tantas flores le importuna
10

sangre las venas de su pecho helado;

   y en este monte y líquida laguna,

para decir verdad como hombre honrado,

jamás me sucedió cosa ninguna.


- 11 -

Turbación del poeta al verse favorecido

   Dormido Manzanares discurría

en blanda cama de menuda arena,

coronado de juncia y de verbena,

que entre las verdes alamedas cría;

   cuando la bella pastorcilla mía,
5

tan sirena de amor como serena,

sentada y sola en la ribera amena,

tanto cuanto lavaba nieve hacía.

   Pídele yo que el cuello me lavase,

y ella, sacando el rostro del cabello,
10

me dijo que uno de otro me quitase;

   pero turbado de su rostro bello,

al pedirme que el cuello le arrojase,

así del alma, por asir del cuello.


- 12 -

Satisfacciones de celos

   Si entré, si vi, si hablé, señora mía,

no tuve pensamiento de mudarme;

máteme un necio a puro visitarme,

y escuche malos versos todo un día.

   Cuando de hacerlos tenga fantasía,
5

dispuesto el genio, para no faltarme

cerca de donde suelo retirarme,

un ministril se enseñe a chirimía.

   Cerquen los ojos, que os están mirando,

legiones de poéticos mochuelos,
10

de aquellos que murmuren imitando.

   ¡Oh si os mudasen de rigor los cielos!

Porque no puede ser (o fue burlando)

que quien no tiene amor pidiese celos.


- 13 -

Lo que hiciera Paris si viera a Juana

   Como si fuera cándida escultura

en lustroso marfil de Bonarrota,

a París pide Venus en pelota

la debida manzana a su hermosura.

   En perspectiva Palas su figura
5

muestra, por más honesta, más remota;

Juno sus altos méritos acota

en parte de la selva más oscura;

   pero el pastor a Venus la manzana

de oro le rinde, más galán que honesto,
10

aunque saliera su esperanza vana.

   Pues cuarta diosa, en el discorde puesto,

no sólo a ti te diera, hermosa Juana,

una manzana, pero todo un cesto.


- 14 -

A la ira con que una noche le cerró la puerta

   ¿Qué estrella saturnal, tirana hermosa,

se opuso, en vez de Venus, a la luna,

que me respondes grave e importuna,

siendo con todos fácil y amorosa?

   Cerrásteme la puerta rigurosa,
5

donde me viste sin piedad alguna,

hasta que a Febo en su dorada cuna

llamó la aurora en la primera rosa.

   ¿Qué fuerza imaginó tu desatino,

aunque fueras de vidrio de Venecia,
10

tan fácil, delicado y cristalino?

   O me tienes por loco o eres necia:

que si soberbio soy para Tarquino,

ni tú romana para ser Lucrecia.


- 15 -

A un peine que no sabía el poeta si era de boj, o de marfil

   Surca del mar de amor las rubias ondas

barco de Barcelona, y por los bellos

lazos navega altivo, aunque por ellos

tal vez te muestres, y tal vez te escondas.

   Ya no flechas, Amor, doradas ondas
5

teje de sus espléndidos cabellos;

tú con los dientes no le quites de ellos

para que a tanta dicha correspondan.

   Desenvuelve los rizos con decoro,

los paralelos de mi sol desata,
10

boj, o colmillo de elefante Moro

   Y en tanto que esparcidos los dilata,

forma por la madeja sendas de oro,

antes que el tiempo los convierta en plata.


- 16 -

Quéjase del poco respeto que Juana tiene a sus letras, en que se ve la necedad de los que aman

   Aquí de Amor, que mata la dureza

de Juana, sin respeto de su grado,

el más impertinente Licenciado,

que en sus leyes formó naturaleza.

   Lo de menos valor es la corteza
5

en cuantas cosas vemos que ha criado,

y a ti al contrario, el corazón te ha dado

de dura piedra en exterior belleza.

   Pues no pueden mis quejas ablandarte,

bien merecieras, Juana rigurosa,
10

suceder en el mármol de Anaxarte.

   ¿Pero en qué piedra para ser mi losa,

pudiera el dulce Ovidio trasformarte,

si ya eres jaspe, de azucena y rosa?


- 17 -

Pregonase el poeta porque no se halla a sí mismo

   Quien supiere, señores, de un pasante

que de Juana a esta parte anda perdido,

duro de cama y roto de vestido,

que en lo demás es blando como un guante;

   de cejas mal poblado, y de elefante
5

de teta la nariz, de ojos dormido,

despejado de boca y mal ceñido,

Nerón de sí, de su fortuna Atlante;

   el que del dicho Bártulo supiere

por las señas extrínsecas que digo,
10

vuélvale al dueño, y el hallazgo espere;

   mas ¿qué sirven las señas que prosigo,

si no le quiere el dueño, ni él se quiere?

Tan bien está con él, tan mal consigo.


- 18 -

Prometiéronle favorecerle para cuando tuviese seso

   Señora mía, vos habéis querido

a cautela de amor entretenerme,

de suerte que ya estoy para perderme

al mayor imposible reducido.

   Par el tiempo que cobre mi sentido,
5

piadosa prometéis favorecerme,

¿si fuisteis vos quien pudo enloquecerme,

dónde hallare lo que he por vos perdido?

   Vos sois la culpa, vos la causadora,

de este deliquio y amoroso exceso,
10

tanto vuestra hermosura me enamora.

   Pero si está mi seso y mi suceso

en el que me quitáis, dulce señora,

dejad de ser hermosa y tendré seso.


- 19 -

Dice cómo se engendra amor, hablando como filósofo

   Espíritus sanguíneos vaporosos

suben del corazón a la cabeza,

y saliendo a los ojos su pureza,

pasan a los que miran amorosos.

   El corazón opuesto los fogosos
5

rayos sintiendo en la sutil belleza,

como de ajena son naturaleza,

inquiétase en ardores congojosos.

   Esos puros espíritus que envía

tu corazón al mío, por extraños
10

me inquietan, como cosa que no es mía.

   Mira, Juana, qué amor, mira qué engaños,

pues hablo en natural filosofía

a quien me escucha jabonando paños.


- 20 -

Envidia a un sastre que tomaba las medidas a una dama

   Más eres sol, que sastre, ¡extraño caso!

Jaime, pues sólo el sol dicen que ha sido

quien a la Aurora le cortó vestido

con randas de oro en Turquesado raso.

   Tú le mides el pecho, aunque de paso,
5

y yo en mis versos mis desdichas mido,

cortando galas en papel perdido

a manera de sastre del Parnaso.

   Este soneto, Jaime, cosa es clara,

que si dijese aquí lastre, o arrastre
10

el consonante dice en lo que para.

   Mas si envidiar un sastre no es desastre,

cuando te acerques a su hermosa cara

sé tú el Poeta, y déjame ser sastre.


- 21 -

Soneto por navidad

   Juana, para sufrir tu amado brío

ya no hay defensa en Bártulo ni en Baldo;

Juana, ¿qué olla te vertí, qué caldo,

que tratas como a perro el amor mío?

   Juana, si tus estampas sigo al río,
5

cargas de piedras el honesto enfaldo;

Juana, anteanoche te pedí aguinaldo,

y me llamaste licenciado frío.

   Cruel naturaleza en nieve pura

la fábrica exterior del cuerpo informa,
10

alma tan criminal, áspera y dura:

   que mal el cuerpo al alma se conforma,

pues fue de tan hermosa arquitectura

la materia cristal, bronce la forma.


- 22 -

A las fugas de Juana

   Como suele correr desnudo atleta

en la arena marcial al palio opuesto,

con la imaginación tocando el puesto,

tal sigue a Dafne el fúlgido planeta.

   Quitósele al coturno la soleta,
5

y viéndose alcanzar, turbo el incesto,

vuelto en laurel su hermoso cuerpo honesto,

corona al capitán, premio al poeta.

   Si corres como Dafne, y mis fortunas

corren también a su esperanza vana,
10

en seguirte anhelantes e importunas,

   ¿cuándo serás laurel, dulce tirana?

Que no te quiero yo para aceitunas,

sino para mi frente, hermosa Juana.


- 23 -

A don Juan de Valdés, caballero de la Orden de San Esteban de Florencia, excelente jurisconsulto

   Digna siempre será tu docta frente,

Alciato español, del verde engaste,

venciste para mí, don Juan, triunfaste,

y mi fortuna lo contrario intente.

   ¡Qué claro, qué erudito, qué elocuente,
5

al Senado Católico informaste!

en cuya heroica majestad mostraste

tus letras y elocuencia ilustremente.

   Premio tendrás, que hables, o que escribas

del Senado Real, cuando a sus puertas
10

el parabién de vencedor recibas.

   Las leyes vivas siempre fueron ciertas;

¿más qué importan, don Juan, las leyes vivas

en pleito donde están las dichas muertas?


- 24 -

A la molestia de los pleitos

   Pleitos, a vuestros dioses procesales

confieso humilde la ignorancia mía;

¿cuándo será de vuestro fin el día?

Que sois como las almas, inmortales.

   Hasta lo judicial perjudiciales,
5

hacéis de la esperanza notomía,

que no vale razón contra porfía

donde sufre la ley trampas legales.

   ¡Oh monte de papel y de invenciones!

Si pluma te hace y pluma te atropella,
10

¿qué importa Dinos, Baldos y Jasones?

   ¡Oh justicia, oh verdad, oh virgen bella!

¿cómo entre tantas manos y opiniones

puedes llegar al tálamo doncella?


- 25 -

A un avariento rico

   Aquí, con gran placer de su heredero,

un avariento miserable yace;

reqüiescant in bello, que no in pace,

pues no supo gozar de su dinero.

   Nunca pensó llegar al fin postrero,
5

punto fatal del que a la vida nace;

mas ya las esperanzas satisface

que en largos años le negó primero.

   ¡Oh juventud lozana!, desperdicia

la plata, el oro con la arena iguala,
10

y en sus doblones pálidos te envicia;

   lascivo con tus damas te regala,

véngate liberal de su avaricia,

y más que él lo guardó, consume y tala.


- 26 -

A un palillo que tenía una dama en la boca

   En un arco de perlas una flecha

puso el amor, con un coral por mira,

si es que en los arcos por coral se mira

vista, que fue de dos corales hecha.

   Ninguna de morir me dio sospecha,
5

como ésta de su boca dulce vira,

entre cuantas de plomo y oro tira,

que se me vino al corazón derecha.

   Viendo que el hurto a tantos obligara,

con lanza en ristre Amor os ha guardado,
10

Juana, las perlas, porque nadie osara.

   Yo las codicio, y veo el arco armado,

¿mas que dicha mayor, si yo quedara,

flechas de amor, a vuestro palo atado?


- 27 -

Quedole más que decir y prosigue en la misma materia

   Si palos dais con ese palo hermoso,

ya no es afrenta dar de palos, Juana,

la ley del duelo bárbara inhumana

ya es gloria militar, ya es acto honroso.

   Aquel toro de Europa fabulosa
5

volviera tal garrocha en forma humana;

¿si tal fuera el venablo de Diana,

quién fuera entonces jabalí cerdoso?

   Yo te ofrezco oraciones desde luego,

si me das por Poeta entre los malos
10

con ese palo, Amor, palo de ciego.

   En Tesalia los tuvo por regalos

el Asno de oro, que compuso el Griego,

tu bestia soy, Amor, dame de palos.


- 28 -

Cortando la pluma, hablan los dos

   -Pluma, las musas, de mi genio autoras,

versos me piden hoy. ¡Alto a escribillos!

-Yo sólo escribiré, señor Burguillos,

estas que me dictó rimas sonoras.

   -¿A Góngora me acota a todas horas?
5

Arrojaré tijeras y cuchillos,

pues en queriendo hacer versos sencillos,

arrímese dos musas cantimploras.

   Dejemos la campaña, el monte, el valle,

y alabemos señores. No lo entiendo;
10

¿morir quiere de hambre? Escriba y calle.

   -A mi ganso me vuelvo en prosiguiendo:

que es desdicha, después de no premialle,

nacer volando y acabar mintiendo.


- 29 -

Juicio astronómico del día

   Tan vergonzosa Venus, tan mirlada

Iris salió del sol, que parecía

que, celosa de Dafne, daba al día

escrúpulos de luz anticipada.

   Ni agua ardiente francés, desentonada
5

vocal crepusculaba chirimía,

ni despertaba el alba la poesía

ni el pájaro marcial su prenda amada.

   Tan ronco un búho del gaznate arranca

la arteria en voz, con tal agüero en ella,
10

que le quisiera dar con una tranca.

   Dulce reinaba la amorosa estrella.

Yo finalmente amanecí sin blanca;

debió de ser que me acosté sin ella.


- 30 -3

Hipérbole a los pies de su dama, que este poeta debió de nacer en sábado

   Juanilla, por tus pies andan perdidos

más Poetas que bancos, aunque hay tantos,

que tus paños lavando entre unos cuantos,

oscureció su nieve a los tendidos.

   Virgilio no los tiene tan medidos,
5

las Musas hacen con la envidia espantos,

que no hay picos de rosca en todos Santos,

como sus dedos blancos y bruñidos.

   Andar en puntos nunca lo recelas,

que no llegan a cuatro tus pies bellos,
10

ni por calzar penado te desvelas.

   Que es tanta la belleza que hay en ellos,

que pueden ser zarcillos tus chinelas

con higas de cristal pendientes de ellos.


- 31 -

Envió una dama una bigotera de ámbar a un galán, que no la había menester

   Ocioso, Helena, fue vuestro presente

para tanto marfil lustroso y liso,

que los bigotes del galán Narciso

sostenidos están naturalmente.

   Si vos le presumís barbiponiente,
5

muy de mañana madrugó el aviso,

y si a la cara hacéis moldura y friso,

lo mismo es en la barba que en la frente.

   Donde concurren tantos desengaños,

incrédula debéis de ser, Helena,
10

¿mas quién a de creer tales engaños?

   El ámbar y el cairel no os causen pena,

que a poderlos vivir, de aquí a mil años

os la podré volver tal y tan buena.


- 32 -

Aún no dejó la pluma...

   El galán de la linda bigotera,

que dicen que sin ella os enamora,

no es como vos le imagináis ahora,

pero como quisiérades que fuera.

   Platos suelen estar en espetera,
5

y espadas en recámara, señora,

y así la bigotera mistifora,

pues no se queda en tres a la primera.

   Debe de ser que ahora es joven tierno;

pero si no, mandad, si sois servida,
10

que la traiga de noche por invierno.

   Para el frío será cosa escogida:

que bigotera en un lampiño eterno

es poner parche donde no hay herida.


- 33 -

A la muerte del Marqués del valle. Escribe de veras

   A la primera luz, que al viento mueve

trágico ruiseñor en la ribera,

joven almendro erró la primavera,

y anticipado a florecer se atreve.

   Pero trocando en átomos de nieve
5

el blando soplo al céfiro, la fiera

mano del Austro en turbulenta esfera

las flores desmayó primera breve.

   Así, mozo infeliz, cuando le advierte

el valle, el prado en flor anticipada
10

desmaya ramas, y pimpollos vierte.

   Siendo de aquella fábrica dorada

tan breve el fin, que aun ignoró la muerte

si fue con la desdicha, o con la espada.


- 34 -

Los varios efectos de la lengua

   Por convidado un sátiro tenía

un hombre, a cuyo rostro estaba atento,

consideró que con un mismo aliento

calienta el frío y la comida enfría.

   A las fieras después, «Guardeos, decía,
5

de un animal que con diverso intento,

trocando solamente el movimiento,

varios efectos de una causa cría.»

   Tal es la lengua, si aborrece o ama,

que lo que ama alaba y engrandece,
10

y vitupera aquello que desama.

   Julio, ¿a qué fiera Antandro se parece,

que porque no se envidia no se infama,

y porque no se ve no se aborrece?


- 35 -

A don García de Salcedo Coronel, caballerizo del Serenísimo Infante Cardenal

   Compusieron de vos Palas altiva,

y la Madre de Amor en Delo y Paros

un timbre ilustre para ingenios claros

de sauce y roble, de laurel y oliva.

   Dulce Apolo Español, de cuya viva
5

llama conceptos producís tan raros,

que siguiéndola vos, por escucharos

se detuviera Dafne fugitiva.

   Ya no es ella laurel, que tanta suma,

como se mira en vos, la envidia asombra,
10

de vuestro Coronel Febo presuma.

   Ninguno como vos laurel se nombra;

pues tanto coronáis, honrad mi pluma,

que de tal Coronel basta la sombra.


- 36 -

A la muerte del Rey de Suecia. Escribe en seso

   El sucesor del Gótico arrogante,

que fulminó dos veces Carlos Quinto,

en blanco armado, aunque de sangre tinto,

del sacro Imperio presumiose Atlante.

   Estaba el mundo en acto circunstante,
5

si bien el voto universal distinto,

cuando cayó de tanto laberinto

con breve plomo el ínclito gigante.

   Mesurose el león de España, el ave

del Imperio paró las sacras plumas,
10

y el gran Melchisedech doró la llave.

   Que suelen de olas infinitas sumas,

pensando altivas contrastar la nave,

hacer montañas, y morir espumas.


- 37 -

A la décima musa, doña Bárbara Ferreira de La Cerda, señora portuguesa

   Cuando elegante de los dos idiomas,

Bernarda celestial, versos imprimas,

con que los montes y árboles animas,

las peñas mueves, y las fieras domas.

   Si lira en soledad, si bronce tomas
5

del estruendo Marcial heroicas rimas,

rindan a tu laurel remotos climas

oro, perlas, coral, palmas y aromas.

   Pues ya con más honor, que al cisne en Tracia,

o Safo Lusitana a las difusas
10

regiones tu valor la fama espacia.

   Serás, pues tantas te dio el cielo infusas,

con la excelencia de la cuarta Gracia,

la décima del coro de las Musas.


- 38 -

De algunos predicadores naturales de Madrid, al doctor Francisco de Quintana

   Nacieron en Madrid el docto Herrera,

Velasco Eclesiastés, Marquez Cirilo,

Francisco Sánchez, que fecundó Nilo

inunda el coro de la sacra esfera.

   Montero luz en monte, primavera,
5

Soria Basilio, y en florido estilo

Hortensio fénix, que al eterno asilo

huyó los ojos de la envidia fiera,

   Entre estas luces coronada sale,

Quintana, de esplendor tu nueva Aurora,
10

porque si no los vence, los iguale.

   Que ya tu ingenio que las cumbres dora,

y por el sol más encendido vale,

honra la patria, y la virtud decora.


- 39 -

Desgarro de una panza en día de toros. Habla el rocín

   Yo Bragadero, valenzuela en raza,

diestro como galán de entrambas sillas,

en la barbada naguas amarillas,

aciago un martes perfumé la plaza.

   Del balcón al toril con linda traza
5

daba por los toritos carrerillas,

y andábame después por las orillas,

como suelen los príncipes, a caza;

   pero mi dueño, la vaqueta alzada,

a un hosco acometió con valentía
10

a pagar de mi panza desdichada.

   Porque todos, al tiempo que corría,

dijeron que era nada, y fue cornada:

mal haya el hombre que de cuernos fía.


- 40 -

Encarece su amor para obligar a su dama que lo premie

   Juana, mi amor me tiene en tal estado,

que no os puedo mirar cuando no os veo,

ni escribo, ni manduco, ni paseo,

entretanto que duermo sin cuidado.

   Por no tener dineros, no he comprado,
5

¡oh amor cruel!, ni manta ni manteo;

tan vivo me derrienga mi deseo,

en la concha de Venus amarrado.

   De Garcilaso es este verso, Juana.

Todos hurtan: paciencia. Yo os lo ofrezco;
10

mas volviendo a mi amor, dulce tirana,

   tanto en morir y en esperar merezco,

que siento más el verme sin sotana

que cuanto fiero mal por vos padezco.


- 41 -

A una dama que salió revuelta una mañana

   Hermoso desaliño, en quien se fía

cuanto después abrasa y enamora,

cual suele amanecer turbada aurora,

para matar de sol al mediodía.

   Solimán natural, que desconfía
5

el resplandor con que los cielos dora;

dejad la arquilla, no os toquéis, señora,

tóquese la vejez de vuestra tía.

   Mejor luce el jazmín, mejor la rosa

por el revuelto pelo en la nevada
10

columna de marfil, garganta hermosa.

   Para la noche estáis mejor tocada;

que no anocheceréis tan aliñosa

como hoy amanecéis desaliñada.


- 42 -

A un zapato muy grande y desaseado de una dama

   ¿Quién eres, Celemín? ¿quién eres, fiera?

¿qué pino te bastó de Guadarrama?

¿qué buey, que a Medellín pació la grama,

te dio la suela en toda su ribera?

   ¿Eres ramplón de Polifemo cuera,
5

bolsa de arzón, alcoba, o media cama.

Aquí de los zapatos de mi dama

que me suelen servir de bigotera.

   ¡O zapato cruel! ¿cuál será el anca

de mula que tiró tal zapateta?
10

y aun me aseguran que el talón le manca.

   Pues no te iguala bota de vaqueta,

este verano voy a Salamanca,

y te pienso llevar para maleta.


- 43 -

A una dama que se llamaba paz

   Bien pensará quien viere, Paz hermosa,

que he de jugar de guerra en el Soneto,

que pide para vos cierto discreto

de estos que saben solamente prosa.

   Estad segura, Paz, de guerra ociosa,
5

que yo no sé escribir por mamotreto;

sólo de vos diré que en su concepto

sois Paz de muchas guerras victoriosa.

   No tanta paz, encareced retiros,

que os sigue juventud ociosa y loca,
10

y guerra os volverán con perseguiros.

   La bella retirada a vos os toca,

que temo que vendréis a desluciros,

si siendo Paz, andáis de boca en boca.


- 44 -

A una dama que llamando a su puerta le dijo desde la ventana: «Dios le provea»

   Señora, aunque soy pobre, no venía

a pediros limosna; que buscaba

un cierto licenciado que posaba

en estas casas cuando Dios quería.

   Extraña siempre fue la estrella mía;
5

que a un pobre parecí desde la aldaba,

pues ya que a la ventana os obligaba,

trajiste desde allá la fantasía.

   No porque culpa vuestro engaño sea,

que a tal Dios le provean no replica
10

mis hábitos que son de ataracea.

   No mis letras, mis penas significan;

pero ¿cómo queréis que me provea,

si tales como vos se lo suplican?


- 45 -

Madruga a escribir el poeta y toma como achaque el enfadarse del mundo para volverse a dormir

   Tomé la pluma, Fabio, al gallicinio,

pasada la intempesta nocturnancia,

y no para buscar pueblos en Francia;

que no tengo historiógrafo desinio.

   Y haciendo de las cosas escrutinio
5

de este mundo visible mi ignorancia,

en todo hallé disgusto y repugnancia

con tanto descompuesto latrocinio.

   Intenté comenzar por desengaños,

del mar de nuestra vida breve espuma,
10

que a tantos necios consumió los años;

   pero al mirar la innumerable suma

de invenciones, de máquinas, de engaños,

dejé los libros y arrojé la pluma.


- 46 -

Consuela a Tamayo de que todos maldigan sin culpa

   Aquí del Rey, señores: ¿Por ventura

fui yo Caín de mi inocente hermano?

¿maté yo al rey don Sancho el Castellano,

o sin alma signé falsa escritura?

   ¿Púsome acaso en la tablilla el Cura?
5

¿no soy hidalgo y Montañés Cristiano?

¿por qué razón con maldecirme en vano,

no tengo vida ni ocasión segura?

   De oír decir a todos me desmayo,

sin que halla lluvia, o trueno resonante,
10

que vaya a dar en casa de Tamayo.

   Vuestra Merced, rey mío, no se espante

ni tenga pena que le mate el rayo,

que sólo va a buscar su consonante.


- 47 -

A la muerte de una dama

   Yacen en este mármol la blandura,

la tierna voz, la enamorada ira,

que vistió de verdades la mentira

en toda acción de personal figura;

   la grave del coturno compostura,
5

que ya de celos, ya de amor suspira,

y con donaire, que imitado admira,

del tosco traje la inocencia pura.

   Fingió toda figura de tal suerte,

que muriéndose apenas fue creída
10

en los singultos de su trance fuerte.

   Porque como también fingió en la vida,

lo mismo imaginaron en la muerte,

porque aun la muerte pareció fingida.


- 48 -

A don Francisco López de Aguilar

   Entre las soledades, don Francisco,

donde el último Nilo se derrama,

ni vive fiera en campo, ni ave en rama,

ni Gitano pastor conduce aprisco.

   Apenas nace el sol verde lentisco,
5

cuando es ceniza de su ardiente llama.

Aquí llorando me llamó una dama

desde la punta de un excelso risco.

   Enternecido yo, piedad humana,

mas si queréis que os cuente alguna cosa,
10

sabed que lo soñaba esta mañana.

   Cuando el rocío del Aurora hermosa

en copa de cristal teñida en grana

con brindis al jazmín bebió la rosa.


- 49 -

A la sepultura de Marramaquiz, gato famoso, en lengua culta, que es en la que ellos se entienden

   Este, si bien Sarcófago, no duro

pórfido, aquel cadáver bravo observa,

por quien demores tímida caterva,

recóndita cubrió terrestre muro.

   La Parca que ni al joven, ni al maduro
5

su destinado límite reserva,

ministrándole pólvora superba,

mentido rayo disparó seguro.

   Lloren tu muerte Henares, Tajo, Tormes,

que el patrio Manzanares, que eternizas,
10

lágrimas nuestras libará conformes.

   Y no le faltarán a tus cenizas,

pues viven tantos gatos multiformes

de lenguas largas, y de manos mizas.


- 50 -

Prueba que amor quiere que le correspondan con el ejemplo de la misma dama

   A Temis consultó Venus hermosa,

viendo que el niño Amor no se aumentaba,

y que con otro, que esperando estaba,

se aumentaría, respondió la Diosa.

   Parió Venus a Anteros, y enfadosa
5

también por lo bizarro gregizaba,

pues que correspondencia se llamaba,

y crecieron los dos edad dichosa.

   Tus dientes fueron ya perlas de Oriente,

Filis, pero la edad, ¡cruel sentencia!
10

los de la encía superior desmiente.

   No hay verdadero amor, si hay diferencia,

porque aun para comer de diente a diente

es fuerza que ha de haber correspondencia.


- 51 -

Al sujeto de la dama que le dijo «Dios le provea»

   Vuesamercé se puso a la ventana,

y luego conoció que era poeta;

(a que la pobreza nunca fue secreta;

sin duda se lo dijo mi sotana).

   Si bien no a todos fiera e inhumana
5

estrella sigue y saturnal cometa,

a muchos dio carroza, a mí carreta;

para otros Venus, para mí sultana.

   Soy en pedir tan poco venturoso,

que sea por la pluma o por la espada,
10

todos me dicen con rigor piadoso:

   «Dios le provea», y nunca me dan nada;

tanto, que ya parezco virtuoso,

pues nunca la virtud se vio premiada.


- 52 -

A un perro que mordía a quien tomaba la mano de su ama

   Paso Amadís, que el Reino del espanto

tiene perro a la puerta, que no el cielo,

porque las dos figuras de su velo

se muerden con calor, no ladran tanto.

   Dejad la mano, suspended el llanto,
5

que más parece envidia, que buen celo,

de lo que no coméis menos desvelo,

o sois perro, Amadís, o sois encanto.

   Con ser melindre, presumís de alano,

o en vuestra lana Júpiter se muda,
10

que si es de celos, no ladráis en vano.

   Si a mi fuego ponéis su nieve en duda,

basta que tenga su desdén la mano,

que sois muy chico para ser de ayuda.


- 53 -

Desea afratelarse y no le admiten

   Muérome por llamar Juanilla a Juana

que son de tierno amor afectos vivos,

mas la cruel, con ojos fugitivos

hace que mi insistencia sea vana.

   Mas escucha: pues que eres flor temprana,
5

admite los requiebros primitivos

porque no vienen bien diminutivos

después que una persona se avellana.

   Para cambiar tu condición extraña,

más de alguna Juanaza de la villa
10

del engaño en que estás te desengaña.

   Créeme, Juana, y llámate Juanilla;

mira que la mejor parte de España,

pudiendo Casta, se llamó Castilla.


- 54 -

Rasgos y borrajos de la pluma

   Lazos de plata, y de esmeraldas rizos,

con la hierba y el agua forma un charco,

haciéndole moldura y verde marco

lirios morados, blancos y pajizos.

   Donde también los ánades castizos,
5

pardos y azules, con la pompa en arco,

y palas de los pies, parecen barco

en una selva, habitación de erizos.

   Hace en el agua el céfiro inquieto

esponja de cristal la blanca espuma,
10

como que están diciendo algún secreto.

   En esta selva, en este charco en suma...

pero, por Dios, que se acabó el soneto.

Perdona, Fabio, que probé la pluma.


- 55 -

A imitación de aquel soneto: «superbi colli»

   Soberbias torres, altos edificios

que ya cubristeis siete excelsos montes,

y ahora en descubiertos horizontes

apenas de haber sido dais indicios;

   griegos liceos, célebres hospicios
5

de Plutarcos, Platones, Jenofontes,

teatro que lidió rinocerontes,

olimpias, lustros, baños, sacrificios;

   ¿qué fuerzas deshicieron peregrinas

la mayor pompa de la gloria humana,
10

imperios, triunfos, armas y doctrinas?

   ¡Oh gran consuelo a mi esperanza vana,

que el tiempo que os volvió breves ruinas

no es mucho que acabase mi sotana!


- 56 -

A Bartolomé Leonardo

   La nueva juventud gramaticanda,

llena de solecismos y quillotros,

que del Parnaso mal impuestos potros

dice que Apolo en sus borrones nada,

   por escribir como la patria manda,
5

elementos los unos de los otros,

de la suerte se burlan de nosotros,

que suelen de un católico en Holanda.

   Vos, que los escribís limpios y tersos

en vuestra docta y cándida poesía,
10

de toda peregrina voz diversos,

   decid, si lo sabéis: ¿qué valentía

puede tener, leyendo ajenos versos,

copiar de noche y murmurar de día?


- 57 -

Al saco de Mantua por el ejército del César, con el verso de la Égloga nona de Virgilio. Escribe en seso porque hablaba de él

   ¡O gran Virgilio, si sangrientas vieras

de tu primera cuna las pizarras,

y el águila Imperial con pico y garras

morder murallas, y romper banderas!

   Con trompa, y no con lira, interrumpieras
5

el ocio a sombra de hayas y de parras,

y la pluma de cisne en las bizarras

del intrépido Marte convirtieras.

   Mejor, viendo que el César los soldados

Germánicos de nuevo galardona,
10

hicieras versos de dolor bañados.

   ¡Ay del verde laurel de tu corona

entre vestigios de ceniza helados!

¡Ay Mantua la vecina de Cremona!


- 58 -

A don Gabriel del Corral, en la traducción de los versos latinos de nuestro Santísimo Padre Urbano Octavo

   Yace a la sombra, que la gran montaña

las dos Castillas, árbitro de hielo,

divide altiva en el Hispano suelo,

florido un valle, que Pisuerga baña.

   Aquí tu Aurora espíritu acompaña,
5

Gabriel, tan vivo, que mudando el cielo,

pudo tu pluma con inmenso vuelo

del sol de Italia ser Faetón de España.

   Si el carro de oro no conduces solo,

no te aguarde el Eridano Occidente,
10

por su eclíptica vas de polo a polo.

   Sigue sus paralelos felizmente,

sol Castellano del Latino Apolo,

que a su lado tendrás eterno Oriente.


- 59 -

A la braveza de un toro que rompió la guarda tudesca

   Sirvan de ramo a sufridora frente

las aspas de la tuya, hosquillo fiero,

no sepan cuantos de civil tintero,

ni en pretina escolástica pendiente;

   jamás humano pie la planta asiente
5

sobre la piel del arrugado cuero,

antes al mayo que vendrá primero

corra dos toros el planeta ardiente.

   Tú solo el vulgo mísero vengaste

de tanto palo, y con tu media esfera,
10

la tudesca nación atropellaste;

   pues desgarrando tanta calza y cuera,

tantas con el temor calzas dejaste,

tan amarillas dentro como fuera.


- 60 -

A la braveza de un toro que rompió la guarda tudesca

   Trece son los tudescos que el hosquillo

hirió en la fiesta, aunque en conciencia jura

que no lo hizo adrede, y me asegura

que él iba a sus negocios al sotillo;

   mas descortés el socarrón torillo,
5

sin hacer al balcón de oro mesura,

desbarató la firme arquitectura

del muro colorado y amarillo.

   Y como el polvo entre las nubes pardas

no le dejaba ejecutar sus tretas,
10

por tantas partes se metió en las guardas,

   que muchos que mostraron las secretas

en vez de las rompidas alabardas,

llevaban en las manos las braguetas.


- 61 -

A un secreto muy secreto

   ¡Oh qué secreto, damas o galanes,

qué secreto de amor, oh que secreto,

qué ilustre idea, qué sutil conceto!

Por Dios, que es hoja de me fecit Joanaes.

   Hoy cesan los melindres y ademanes,
5

todo interés, todo celoso efeto;

de hoy más amor será firme y perfeto,

sin ver jardines, ni escalar desvanes.

   No es esto filosófica fatiga,

trasmutación sutil o alquimia vana,
10

sino esencia real que al tacto obliga.

   Va de secreto; pero cosa es llana

que quiere el buen lector que se le diga;

pues váyase con Dios hasta mañana.


- 62 -

A un licenciado que le dijo por favor que deseaba predicar a sus honras

   Peniso amigo, codiciar mi muerte,

y ofrecer que a mis honras funerales

harás una oración como otras tales,

de que tu ingenio, acción y voz me advierte.

   Esa amistad, que yo quisiera hacerte,
5

(todos para morir somos iguales)

que por la condición de ser mortales

también te puede a ti tocar la suerte.

   No tomo la palabra, aunque me arguyas

de ingrato a los favores que me hacías,
10

que cuando eternidades constituyas.

   Mejor es que yo escriba en tales días

Sonetos tristes a las honras tuyas,

que no que me prediques a las mías.


- 63 -

Perdonaron a un regidor sentenciado a degollar, y la guarda por las albricias empeñaba la mula

   Era la mula de un Doctor hallada

en un zaguán, y perdonando el Credo

su Majestad al degollado en miedo,

quedó por las albricias empeñada.

   Corrió el Doctor con alma degollada,
5

y dijo al Tasador: Soldados, quedo,

que la crió un Canónigo en Toledo

a paja en flor, y almíbar de cebada.

   Si mientras que yo curo, se la llevan,

¿qué delito a mi mula se acumula?
10

pero pues todos la sentencia aprueban.

   Sea también para la mula nula,

porque como otros la coartada prueban,

probaré la mulada de mi mula.


- 64 -

A una dama cómica vestida de otra

   Reliquias ya de navegante flota

entre los pies de un empinado risco,

burla del mar, colmena de marisco,

dorada tablazón descansa rota.

   Sin estayes, sin brújula y escota,
5

picada de un pequeño basilisco,

la que fue de las nubes obelisco

perdió del rumbo la feliz derrota.

   En este, pues, deshecho anfiteatro,

que entre las siete maravillas nombro,
10

triste voz repitió por partes cuatro:

   «Yo soy aquella cómica de asombro,

reina de las acciones del teatro;

que hoy beso el pie de quien pisaba el hombro.»


- 65 -

A una dama que salió al balcón cortándose las uñas

   Retira del balcón la gallardía,

hermosa madre del rapaz Cupido,

que parece portento haber salido

el sol con uñas, y tan claro el día.

   Lo superfluo del nácar, que crecía
5

sobre la nieve del marfil bruñido,

daba temor al corazón, que herido,

a tan hermosas manos se rendía.

   Venid amantes, pretended, que cuando

la espada está sin filos, asegura,
10

que el duro golpe no será cortando.

   Mas, ¿qué importa, Leonor, si tu hermosura

tiene en los ojos uñas, que mirando,

desuellan almas con mayor blandura?


- 66 -

Díjole una dama que le enviase su retrato

   Si habéis visto el Sofí, sin caperuza

en dorado cuartel de boticario,

o a Barbarroja el ínclito corsario,

y en nariz de sayón tez de gamuza.

   Si habéis visto a Merlín, si al Moro Muza,
5

o a Juan Francés vendiendo letuario,

si el rostro de un Corinto cuartanario,

que quiso ser lechón, y fue lechuza.

   Ese soy yo, que a la virtud atento

sólo concedo a su victoria palma,
10

que todo lo demás remito al viento.

   Pero supuesto, que el argén me calma,

tengo con ropa limpia el nacimiento,

la cara en Griego, y el Romance en alma.


- 67 -

Quejósele una dama de un bofetón que le había dado su galán

   Para que no compréis artificiales

rosas, señora Filis, Fabio os puso

las naturales, si el calor infuso

las puede conservar por naturales.

   Ya que no os da regalos, da señales
5

de que os los ha de dar, galán al uso,

puesto que en la venganza estoy confuso,

viendo perlas en vos sobre corales.

   Herir al sol en medio de su esfera,

cruel temeridad; matad a Fabio,
10

¡mas ay que vuestros brazos Fabio espera!

   Y si amistades son el desagravio,

tantos celos me dais, que más quisiera

vengar las amistades que el agravio.


- 68 -

Un lindo de este tiempo

   Galán Sansón tenéis, señora Arminda;

toda la fuerza tiene en las guedejas;

bravas salieron hoy las dos madejas;

llore Anaxarte, Dafne se le rinda.

   ¿Qué manutisa, qué clavel, qué guinda
5

en púrpura con él corrió parejas?

Y más con los bigotes a las cejas,

que en buena fe, que no sois vos tan linda.

   Y como escriben que la diosa trina,

globo de plata en el celeste raso,
10

los perros de los montes desatina,

   este hidalgo lebrel, sin hacer caso,

alzó la pierna, remojó la esquina,

y por medio se fue su paso a paso.


- 69 -

Desea el poeta que le piquen avispas

   Pensando que era flor una mañana

de Abril, meliflua abeja argumentosa

hizo mayor junto al jazmín la rosa

de la mejilla de la hermosa Juana.

   Bajó al dolor, para sí sola humana,
5

lágrima de sus ojos amorosa,

bebió la herida aljófar, y celosa

en punta de zafir trocó la grana.

   Juana, el cruel rigor de tus hazañas,

de tan pequeño mal tu pecho arguya,
10

pues tus ojos por él en perlas bañas.

   Y si ha de ser la medicina suya,

píquenme avispas, áspides y arañas

por una de cristal lágrima tuya.


- 70 -

A la muerte de Soto, el de las grandes fuerzas

   Aquel Hércules nuevo Castellano,

que atrás dejaba el vuelo del jinete,

el que barajas quebrantaba siete,

que no se cuenta del feroz Tebano.

   El que delante del Monarca Hispano
5

fuerza no halló que el brazo le sujete,

el que molía trigo en un bufete

con la robusta palma de la mano.

   Soto, que a los Titanes aventaja,

y que luchara con Milón membrudo,
10

el que los altos árboles desgaja.

   Con la muerte corrió una vez desnudo,

y dándole una echada de ventaja,

cuando se quiso levantar, no pudo.


- 71 -

Égloga sin imitación de Teócrito, Pomponio, Nemesiano, Bocacio, ni Calpurnio

   Al pie del jaspe de un feroz peñasco

pelado por la fuerza del estío,

dosel de un verde campo, tan sombrío,

que contra Febo le sirvió de casco.

   Damón con su rabel, y al lado el frasco,
5

para cantar mejor en desafío,

y Tirsi, claro honor de nuestro río,

con un violín de cedro de Damasco.

   Juez Elisio, que de un verde probo

a falta de laurel premio tejía,
10

céfiro hizo de los ecos robo.

   Mas cuando Tirsi comenzar quería,

ladró Melampo, y dijo Antandro, al lobo:

y el canto se quedó para otro día.


- 72 -

Alaba el poeta lo más esencial de la hermosura, sin ser parte de la armonía de las facciones

   Aura suave y mansa, que respiras

en el clavel de Juana, y las lucientes

hebras de sus mejillas transparentes

con blando soplo esparces y retiras.

   ¿Por qué a la rosa y al jazmín aspiras,
5

desde el coro de perlas de sus dientes,

pudiendo reparar mis accidentes,

cuando en su dulce hálito suspiras?

   El humor de sus labios purpurantes,

para criar aromas bebe Apolo,
10

del Alba ministrado en los diamantes.

   Porque respira tan fragante Eolo,

que ganará un millón tratando en guantes,

pues fueran de ámbar con el soplo sólo.


- 73 -

Que en este tiempo muchos saben griego sin haberlo estudiado

   Das en decir, Francisco, y yo lo niego,

que nadie sabe Griego en toda España,

pues cuantos Helicón Poetas baña,

todos escriben en España en Griego.

   Para entender el Venusino ciego,
5

querrás decir, por imposible hazaña,

si a las lenguas la ciencia no acompaña,

lo mismo es saber Griego que Gallego.

   Cierto Poeta de mayor esfera,

cuyo discipulado dificulto,
10

de los libros de Italia fama espera.

   Mas porque no conozcan por insulto

los hurtos de Estillani y del Cabrera,

escribe en Griego, disfrazado en culto.


- 74 -

Enfádase con las Musas porque intentaban escribir un poema

   Señoras Musas, pues que siempre mienten,

auque de Memnosine hermosas hijas,

sepan que se han quebrado las clavijas,

ya no hay que Euterpizar, chanzas inventen.

   De las horas perdidas se lamenten,
5

que al sol de la opinión miraron fijas,

desgreñen del cabello las sortijas,

y de moños donados se contenten.

   Miren que llevo errada la derrota,

por ser a la grandeza lisonjeras,
10

pues donde espero siete, me dan sota.

   Dejemos Metafísicas quimeras,

vuestras mercedes parlen en chacota

que no está el mundo para hablar de veras.


- 75 -

Da la razón el poeta, de que la boca de Juana fuese rosa

   Tiraba rosas el Amor un día

desde una peña a un líquido arroyuelo,

que de un espino trasladó a su velo,

en la sazón que Abril las producía.

   Las rosas mansamente conducía
5

de risco en risco el agua al verde suelo,

cuando Juana llegó, y al puro hielo

puso los labios de la fuente fría.

   Las rosas entre perlas y cristales

pegáronse a los labios tan hermosas,
10

que afrentaban claveles y corales.

   ¡O pinturas del cielo milagrosas!

¿quién vio jamás transformaciones tales,

beber cristales y volverse rosas?


- 76 -

Cánsase el poeta de la dilación de su esperanza

   ¡Tanto mañana, y nunca ser mañana!

Amor se ha vuelto cuervo, o se me antoja,

¿en qué región el sol su carro aloja,

de esta imposible Aurora tramontana?

   Sígueme inútil la esperanza vana,
5

como nave zorrera, o mula coja,

porque no me tratara Barbarroja,

de la manera que me tratas, Juana.

   Juntos Amor y yo buscando vamos

esta mañana; ¡o dulce desvaríos!
10

siempre mañana, y nunca mañanamos.

   Pues si vencer no puedo tus desvíos,

sáqueme cuervos de estos verdes ramos

los ojos, pero no, que son los míos.


- 77 -

Lo que han de hacer los ingenios grandes cuando los murmuran

   Un lebrel Irlandés de hermoso talle,

bayo entre negro de la frente al anca,

labrada en bronce y ante la carlanca

pasaba por la margen de la calle.

   Salió confuso ejército a ladralle,
5

chusma de gozques, negra, roja y blanca,

como de aldea furibunda arranca

para seguir al lobo en monte, o valle.

   Y como escriben que la Diosa trina,

globo de plata en el celeste raso,
10

los perros de los montes desatina.

   Este hidalgo lebrel sin hacer caso,

alzó la pierna, remojó la esquina,

y por medio se fue su paso a paso.