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- XLVII -


ArribaAbajo   Callar quiero y sufrir, pues la osadía
de haber puesto tan alto el pensamiento
basta por galardón del sufrimiento
sin descubrir más loca fantasía.

   Sufrir quiero y callar, mas si algún día  5
los ojos descubrieren lo que siento,
no castiguéis en mí su atrevimiento,
que lo que mueve, Amor, no es culpa mía.

   Ni aún ellos por mirar el propio objeto
de su felicidad merecen pena,  10
que basta la que sufren con su ausencia.

   mas ¿cómo podrá amor estar secreto
dentro de un alma de esperanza ajena,
si la piedad no esfuerza su paciencia?




- XLVIII -


ArribaAbajo   Es tan glorioso y alto el pensamiento,
que me mantiene en vida y causa muerte,
que no sé estilo o medio con que acierte
a declarar el bien y el mal que siento.

   Dilo tú, Amor, que sabes mi tormento,  5
y traza un nuevo modo que concierte
estos varios extremos de mi suerte,
que alivian con su causa el sentimiento.

   En cuya pena, si es glorioso efeto
el sacrificio de la fe más pura  10
que está ardiendo en las aras del respeto,

   ose el amor, si teme la ventura,
que entre misterios de un dolor secreto
amar es fuerza, y esperar locura.




- XLIX -


ArribaAbajo   Arbitro Amor entre esperanza y miedo,
sigue natural fe de una porfía;
yo entre razón y voluntad debía
decidir sólo, y más ambiguo quedo.

   Piso ya el laberinto en cuyo enredo,  5
si luz me ciega, ceguedad me guía;
puedo conmigo, y no lo que querría,
quiero de mí y de vos lo que no puedo.

   Sí debiera poder, mas no asegura
razón Amor, que ahora ingratamente  10
agravios da a beber a fe tan pura.

   Sospechoso rigor cuyo accidente
ha hecho desdichada la ventura,
la fe culpa, y la queja conveniente.




- L -


ArribaAbajo   ¿No es tiempo, tirano Amor, que vea
de tus violencias crédito en mi ejemplo?
Colgadas mis cadenas en tu templo,
justo será que desengaños crea.

   Un mentido esperar cuando lo sea  5
entre envidia y desprecio me contemplo,
cuando pasiones en avisos templo,
con peligros amor me lisonjea.

   Vuelvan los negros ojos a su aljaba
los vivos rayos, que el arpón ardiente  10
debe mejores blancos a sus tiros.

   Miraré cual está, no cual estaba:
de osar cobarde, y de temer valiente;
lágrimas me concede y no suspiros.




- LI -


ArribaAbajo   Que no puede sufrir quien no confía
un castigado y no rendido intento,
donde luz de mejor conocimiento
mueve la voluntad, sus fines guía.

   Es de la fe lisonja la osadía,  5
y la esperanza de la fe un aliento,
cuando constante en el mayor tormento
tiene amor por enmienda la porfía.

   Vuelve, pues, de sus ansias no vencido,
el efecto de un lícito deseo  10
que sufre osado, si cobarde espera.

   Gloriosamente admiración caído
a piélagos de amor en que me veo,
volar inaccesible alas de cera.




- LII -


ArribaAbajo   Tal vez la más sublime esfera toco
de los orbes de amor, do pruebo y siento
un infeliz, cobarde encogimiento
con que a imperfecta lástima provoco.

   A mucho se dispone y vuela poco  5
mi osado y rendido pensamiento,
muy temeroso para atrevimiento,
y para no atrevido ya muy loco.

   ¡Oh laberinto, oh confusión, oh engaño,
en que estoy, la que sufro y la que sigo,  10
sin fe el remedio y sin aviso el daño!

   Donde el hado infelizmente enemigo
es oráculo ya de un desengaño
que quiso ser remedio y fue castigo.




- LIII -


ArribaAbajo   ¡Oh volador dichoso que volaste
por la región del aire a la del fuego,
y en esfera de luz quedando ciego
alas, vida y volar sacrificaste!

   Y como en las de Amor te levantaste,  5
tu fin incauto fue el piadoso luego
que te dio libertad, pero tú luego
más con el verte libre te enredaste.

   Efectos de razón, que aquellos brazos
soltando prenden, y, si prenden, matan  10
con ciegos nudos de eficaz misterio.

   ¡Oh muerte apetecida, oh dulces lazos!,
donde los que atrevidos se desatan
vuelven con nueva sed al cautiverio.




- LIV -


ArribaAbajo   Tengo que decir tanto de mi estrella
que de la de los otros no sé nada,
si vos no la dejáis acreditada,
siendo la esfera el fijo norte de ella.

   Nueva y alta noticia; aunque tenella  5
no deja la memoria perturbada,
sino a nuevos peligros entregada
de seguir luz y de morir sin ella.

   Al ciego dios de amor, recién nacido,
pagando parias el tributo ofrezco  10
de mis ocasos últimos traído.

   Feliz yo si a la causa compadezco,
y cuando no pagado conocido,
estrella y luz de aceptación merezco.




- LV -


ArribaAbajo   Este gran dios de Amor, este enemigo,
sobre cualquier deidad temido y fuerte,
me asegura en un punto y me da muerte,
mostrando en mí su efecto y su castigo.

   Mas tú, cruel, a quien adoro y sigo,  5
vencedora del tiempo y de la suerte
das fuerza a su rigor para vencerte
por sólo usar de tu poder contigo.

   Confiésote milagro de hermosura,
pero conozco en ti el exento efecto  10
que es el desdén de que el amor se ofende.

   La pasión encubierta en arte pura,
es el misterio libre de un sujeto
que en medio de las llamas no se enciende.




- LVI -


ArribaAbajo   La llama recatada que encubierta
la tuvo justo miedo de advertida
vuelva ahora de afectos impelida
al sol que la fomenta descubierta.

   Amor es quien la sopla y quien despierta  5
mi antigua pena, al parecer dormida,
amor que alarga a mi deseo la vida,
y no da vida a mi esperanza muerta.

   Yo estoy muriendo en medio de este fuego,
en esperar, y no en sufrir cobarde,  10
penas de olvido, olvido de mi muerte.

   Mas no dejo de ver estando ciego
que no hay remedio, o bien que ya no tarde,
ni mal que contra mí no se concierte.




- LVII -


ArribaAbajo   ¡Ay loco Amor, verdugo de la vida,
confuso laberinto del cuidado,
hoz del sosiego, siempre desdichado,
de caer en tus manos de homicida!

   ¿Tú te atreves a mí, tú que perdida  5
tuviste la victoria que has ganado,
hallándote de mí tan despreciado
que no temí tu flecha endurecida?

   Ya te vengas cruel, que ejecutaste
tus efectos en mí de tus furores.  10
Mira que estoy, sino rendido, muerto;

   y aunque así de vencerme te gloriaste,
dirás que me mataron tus rigores,
que me rendiste no lo dirás cierto.




- LVIII -


ArribaAbajo   Volved a ver, señora, este cautivo
al remo eternamente condenado,
por albedrío y voluntad forzado,
a pesar vuestro y aún al suyo, vivo.

   Siendo agravios los más, ¿para qué sigo?  5
Amor sólo en la fe no me ha tentado,
que como a cosa vuestra ha reservado
de esta parte el tormento tan esquivo.

   Con ella viviré seguramente
sin buscar a mis males otra cura,  10
porque ninguno de ellos la consiente.

   Y visto que es mi mal desdicha pura,
la fe remediará todo accidente
en que no tenga parte la ventura.




- LIX -


ArribaAbajo   Bien podrá parecer, si ahora canto
en triste voz al son de mi partida,
cisne que se despide de la vida,
o vida que jamás despide el llanto.

   Deshizo Amor la fuerza de su encanto,  5
cobré la vista que tenía perdida;
de sinrazones mi razón vencida,
puede más que un amor que pudo tanto.

   Poblaré de suspiros los desiertos,
no de quejas, señora, aunque más tenga,  10
yendo a buscar la muerte que no hallo.

   Si al daño vivo, los remedios muertos
la tienen, que el amor me la detenga;
yo la llevo segura en lo que callo.




- LX -


ArribaAbajo   De estas lágrimas vivas derramadas,
en mi paciencia un tiempo detenidas,
hoy mis quejas se ven interrumpidas,
mas no con su razón acreditadas.

   Aunque de más ofensas agraviadas,  5
no dirán que se dan por ofendidas;
porque ganan el nombre de sufridas,
no pierden el que tienen de calladas.

   En manos del silencio me encomiendo,
por no perder lo que sufriendo callo  10
por lo que con mis lágrimas os digo.

   Y tan lejos de vos quedo muriendo,
que aún engaños que hacerme ya no hallo,
y probar más remedios es castigo.




- LXI -


ArribaAbajo   Determinarse y luego arrepentirse,
empezar a atrever y acobardarse,
arder el pecho y la palabra helarse,
desengañarse y luego persuadirse;

   comenzar una cosa y advertirse,  5
querer decir su pena y no aclararse,
en medio del aliento desmayarse,
y entre temor y miedo consumirse;

   en las resoluciones, detenerse,
hallada la ocasión, no aprovecharse,  10
y perdido de cólera encenderse,

   y sin saber por qué desvanecerse;
efectos son de amor; no hay que espantarse,
que todo del amor puede creerse.




- LXII -


ArribaAbajo   Después de haber pasado mil contrastes
del tiempo, del amor, de la fortuna;
despedido esperanzas una a una,
roto los lazos que en secreto armastes;

   después que vos y el mundo me avisastes  5
de cuanta vanidad cubre la luna;
cuando ya la ambición no me importuna,
ni aquel nudo me aprieta, que aflojastes;

   después de haber gozado largos años
de un reposo imperfecto, porque el miedo  10
de este peligro siempre me ha seguido;

   la libertad rendí a muchos engaños:
crucé los brazos a aquel gran denuedo,
tan desacostumbrado a ser vencido.




- LXIII -


ArribaAbajo   Esta imaginación que sólo estriba
en cerrar a mi bien siempre la puerta,
un forzoso imposible en mí concierta,
hallando gusto en pena tan esquiva.

   Como no deja causa tan altiva  5
vislumbre de descanso, ni aun incierta
quedó tan lejos la esperanza muerta,
que aun no me acuerdo que llegase viva.

   Mi esperanza murió sin haber sido,
por no ofender la fe que desterrada  10
la dejó por razón y por ventura.

   Murió en idea sin haber nacido,
y en las razones a que fue entregada
vive la fe, señora, más segura.




- LXIV -


ArribaAbajo   Es muerta la esperanza a quien ausente
vive de su dolor atormentado,
pues vive con extremo enajenado,
y el alma martiriza juntamente.

   Tal vez le enseña a amar su bien presente,  5
para pena mayor de su cuidado,
tal vez de fantasías rodeado,
morir se mira y abrasarse siente.

   Luego del bien le ciñen sus dolores,
para llegar a amar merecimientos  10
a quien el alma suya está rendida.

   Pues vive sólo en fe de sus amores,
y si vive es muriendo en pensamientos,
puesto que sin morir no venga vida.




- LXV -


ArribaAbajo   Ofensas son, señora, las que veo,
hechas a vuestras grandes perfecciones,
porque adonde acredita sus pasiones
sólo Amor las escribe y yo las leo.

   Vencida queda el arte del deseo,  5
los imposibles dando por razones,
y en esta fe, tan libre de opiniones,
fundo lo que de vos no alcanzo y creo.

   Si en lo menos se pierde más el tino,
¿en lo más qué será de aquel traslado  10
que procura sacar el arte en vano?

   Sólo yo tengo aquel tan peregrino
en que el original no está agraviado,
hecho en mi corazón por vuestra mano.




- LXVI -


ArribaAbajo   Estos mis imposibles adorados,
con ser por imposibles conocidos,
tienen tan encantados mis sentidos,
que están de mis desdichas olvidados.

   No porque ya no están asegurados  5
y en la fe que mantienen presumidos,
mas porque bienes nunca merecidos
quedan en presunción como gozados;

   y así la fe que en tu razón espera
sufrir y padecer cuanto viniere  10
del peligroso estado de mi suerte,

   hará que viva amor aunque yo muera
y vos iréis adonde el alma fuere,
que esto no me podrá quitar la muerte.




- LXVII -


ArribaAbajo   Mil veces afrentado en esta vida,
quisiera ya romper sus duros lazos;
pero pónenme estorbos y embarazos
la ley que guardo, sólo a vos debida.

   Hubiera mi paciencia inadvertida  5
las cadenas de amor hecho pedazos,
mas la culpa y dolor, que andan a brazos,
a mi sólo razón dejan vencida.

   Así queda la duda declarada
y el corazón, señora, condenado  10
a que espere de vos lo que más sienta.

   Ríndese la razón desconfiada,
porque sufrir la vida en tal estado
no solamente es daño, sino afrenta.




- LXVIII -


ArribaAbajo   Estos hijos de amor mal conocidos,
en acechar su mal sólo ocupados,
son una quintaesencia de cuidados,
más desvelados cuanto más dormidos.

   Mueven guerra a la fe y a los sentidos,  5
abrasan, y temiendo, están helados,
y son ajenos bienes que, soñados,
quedan en propios males convertidos.

   No tiene ser, y danle a su tormento
peligrosa fuerza violentada,  10
y sólo de los daños son testigos.

   Tienen por ley la de mudar intento,
y con una sospecha idolatrada,
son aconsejadores enemigos.




- LXIX -


ArribaAbajo   Son celos un temor apasionado,
que a la razón ninguna fuerza deja,
y amigo peligroso que aconseja
y no consiente ser aconsejado.

   Sueño a los más despiertos más pesado,  5
sobresalto que culpas apareja,
que una locura, en presumida queja,
tiene al entendimiento siempre atado.

   Manda y gobierna cuanto no aprovecha,
y así la presunción acreditada  10
teme, condena y da dolor con ira;

   y tiene en sobresalto a la sospecha,
sin fuerza a la verdad como asombrada,
y por ley absoluta a la mentira.




- LXX -


ArribaAbajo   Estas ansias de amor tan oficiosas
en estar sus peligros previniendo,
ofenden sin temor y están temiendo
mil cobardes quimeras sospechosas.

   Víboras y serpientes venenosas,  5
que en lo inmortal ponzoña están vertiendo
interiormente muerden, y en mordiendo,
dejan rabiando y quedan rabiosas.

   Peligrosa asistencia de un cuidado,
que lo que no quisiera significa,  10
y todo lo desea hallar culpable.

   Mal que tiene de bien el ser buscado,
remedio que la muerte pronostica,
y agravia el mal, dejándole incurable.




- LXXI -


ArribaAbajo   Buscando siempre lo que nunca hallo,
no me puedo sufrir a mí conmigo,
y encubierta la culpa y no el castigo,
me tiene amor, de quien nací vasallo.

   Yo sufro y no me atrevo a declarallo,  5
con ver tan imposible el bien que sigo,
que cuando me condena lo que digo,
no me puedo valer con lo que callo.

   Sigo como a dichoso, no lo siendo;
quisiera dar razones y estoy mudo,  10
y de puro rendido me defiendo.

   Del tiempo fío lo que en todo dudo,
y en fin he de mostrar claro muriendo
que en mí el amor más que el agravio pudo.




- LXXII -


ArribaAbajo   Amor, Amor, tu ley seguí inconstante
perdida la razón, perdido el tino,
y el efecto cruel de mi destino
no quiere que me queje ni me espante.

   Y así, para pasar más adelante,  5
faltan a mí tus fuerzas y camino,
y el porfiar siguiendo un desatino
será ser loco, pero no constante.

   No me vendas tan caros tus trofeos,
que ya de escarmentado, mi fortuna  10
esta parte reserva de tu mano,

   no dejando los íntimos deseos
rendidos a la cólera importuna
que su fuerza y poder resiste en vano.




- LXXIII -


ArribaAbajo   Milagros en quien sólo están de asiento
alta deidad y ser esclarecido;
resplandeciente norte que ha seguido
la imaginaria luz del pensamiento,

   a cuyo vario y libre movimiento  5
del vivir y morir se tiene olvido;
éxtasis puros del mejor sentido;
misteriosa razón del sentimiento;

   ejecutiva luz que al punto ciega;
noble crédito al alma más perdida  10
donde son premios muertes y despojos;

   Oriente a quien la noche nunca llega;
cierta muerte hallara en vos mi vida:
a ser morir, morir por esos ojos.




- LXXIV -


ArribaAbajo   Inexpugnable roca, cuya altura
contrastan mi desdicha y mi tormento;
deidad donde el amor, cobrando aliento,
alimenta mi propia desventura.

   De mi estrella fatal violencia pura  5
en parte puso el libre pensamiento
donde la gloria que penando siento
ni la da ni la quita la ventura.

   Y como es bien que sólo en mal consiste
seguro viene a ser independiente,  10
y otra causa eficaz de mis sentidos;

   sólo a la voluntad, que no resiste,
consagra a la razón del mal que siente
suspiros por su causa bien perdidos.




- LXXV -


ArribaAbajo   De aquella pura imagen prometida,
que en la mente inmortal se fue formando
van especies confusas consagrando
en comprensión a luz tan excesiva.

   Mas la pasión de amor, fuerza es querida,  5
su deleitable idea alimentando
con imposible bien, acreditando
ansias forzosas en que muerto viva.

   En la forma, la acción, halla razones
la voluntad que a la razón sujeta,  10
porque nace invencible apasionada.

   Y entre la confusión de estas acciones
sigue la fe la parte más perfecta
y menos de los fines aprobada.




- LXXVI -


ArribaAbajo   Divina ausente, en forma fugitiva
para desigualdad de nuestra suerte,
pues tú en el sumo Sol vas a ponerte,
yo quedo en soledad de luz altiva;

   por declarar que en esa sombra esquiva,  5
quien en polvo y ceniza se convierte,
contra las mismas fuerzas de la muerte
queda por fama eternamente viva.

   Así llega este trueque a ser ganancia
de trabajosa y miserable vida,  10
por dos siempre seguras, inmortales.

   Sólo quejoso Amor de la distancia,
ya de aquel sol es sombra perseguida
con noche eterna y con eternos males.




- LXXVII -


ArribaAbajo   Esta flecha de amor con que atraviesa
de parte a parte el corazón rendido,
de tan gloriosa causa ha procedido,
que me siento morir, y no me pesa.

   Ya el alma en su tormento no confiesa  5
sino su cautiverio apetecido,
pues con aprobación de mi sentido
funda su libertad en estar presa.

   Ver, adorar, morir, fue todo junto,
dando, con sólo veros, mi tormento  10
forzosa causa a su mortal estado.

   Porque a tan gran peligro basta un punto,
y a la luz de sus ojos un momento,
para dejar sin vida a un desdichado.




- LXXVIII -


ArribaAbajo   Contradicen razón y entendimiento
las trazas y remedios que imagino,
y si Amor busca en vano algún camino,
sólo llega por él al escarmiento.

   Es cuchillo del alma el pensamiento,  5
siendo del cierto mal, cierto adivino,
y siendo tanto aqueste desatino,
que desatino más cuanto más siento.

   Si a mí quiere volverme en tal estado,
el errar por costumbre no me deja  10
percibir cual me tienen mis engaños.

   Siendo yo el ofensor y el agraviado,
el autor de la causa y de la queja,
y el que causa y padece tantos daños.



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