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- CXVII -


ArribaAbajo   Si facilita amor de mi osadía
el alto fin, si mi esperanza veo
cumplida del más lícito deseo
que atenta voluntad lograr porfía,

   novillos dos de la vacada mía  5
de tus aras, Amor, serán trofeo,
y el humo suave del licor sabeo
del óptimo holocausto afrenta pía.

   Plazo feliz será, cuando cumplido
del que con sólo una promesa incierta  10
desmiente la presente desventura.

   Llegue, pues, ya, del término ofrecido
a voluntad constante, gloria cierta,
logre ya tanta fe, tanta ventura.




- CXVIII -


ArribaAbajo   Víctima ya de su holocausto sea
a la del niño dios deidad gigante,
el corazón del más feliz amante
que envidia con sus lágrimas granjea.

   No rico incienso y llama no sabea  5
gloria opima te dé, gloria abundante,
mas entre afectos mil arda constante,
nuevo Adonis por nueva Citerea.

   Tiña de envidia y no de sangre ahora
celoso Marte el espumoso diente  10
que arco es de paz el arco de Cupido.

   Rosas prestando el tálamo de Flora
al sujeto que más gloriosamente
en la dulce de amor red está asido.




- CXIX -


ArribaAbajo   Estas de amor, si negras, siempre claras,
con alma estrellas, luces siempre ardientes
son para vida y muerte de las gentes,
de su mayor riqueza más avaras.

   Tú, de afectos gran dios, si ahora amparas  5
suspiros justos, ansias mil dolientes,
pródigas, oficiosas, reverentes,
en sangre y flores correrán tus aras.

   Arda en las flores, arda alimentado
Amor de amor, y el admitido ruego  10
sacrificio se logre ya aceptado.

   Gloria la pena y apacible el fuego
su llama aliente el ventilar alado
del gigante dios niño y lince ciego.




- CXX -


ArribaAbajo   Amor es un alterno beneficio
que recíprocos lazos multiplica,
unión de voluntades que se aplica
a felizmente acepto sacrificio;

   gloriosa diversión, atento oficio  5
de un alma ya de afectos noble rica,
dulcísima abusión que califica
en sublime concordia alto ejercicio;

   violenta opresión que se dispone
a lograr en sí misma interiormente  10
fe que en germina luz rayos enciende;

   pasto que la ambición del gusto pone,
dulce dolor que aplaude lo que siente,
arte que ignora más quien más entiende.




- CXXI -


ArribaAbajo   Entre estas sacras plantas veneradas
del soberbio Aquilón, del Bóreas fiero,
émulo del abril nos da el enero
primavera de flores animadas,

   rosas vivas del Tajo, originadas  5
de luz no funeral, que el verdadero
candor de su crepúsculo primero
conceden hoy al Duero trasplantadas.

   No ya Pomona se venere culta,
ni Flora, dando gloria más florida,  10
cuanto a sus plantas se concede indulta.

   Toda humanal injuria suspendida,
con rayos de ojos ciego dios insulta,
cuanta vi libertad y cuanta vida.




- CXXII -


ArribaAbajo   La lira cuya dulce fantasía
hizo en Delfos honor al rayo puro
del que hurtándole al tiempo lo futuro
eternizó su métrica armonía,

   debiera, ninfa bella, ser la mía  5
porque contra el rigor del tiempo duro
de vuestro nombre el esplendor seguro
sin ocaso lograse feliz día.

   Pero de ronca voz quejoso acento,
¿cómo podrá cantar, si a viva llama  10
no ayudare de Amor fuerza ni aliento?

   Tal que mi pecho ascienda donde inflama
más sublime región, noble ardimiento,
el clarín usurpando de la fama.




- CXXIII -


ArribaAbajo   Esta verde eminencia, esta montaña,
madre de tanto argento fugitivo,
de venusta deidad quizás festivo
teatro, honor fue ya de la campaña.

   Esta, pues, con amargo llanto baña  5
Tirso, al remedio muerto, al dolor vivo,
cuando las ansias de un dolor esquivo
con dulcísimos números engaña.

   Las aguas, a su acento detenidas,
hermosas mayas en conforme coro  10
de corona le sirven animada;

   suspensas unas, otras condolidas,
tanto en métrica puede lira de oro
bien sentida pasión, bien escuchada.




- CXXIV -


ArribaAbajo   Bellísima sirena de este llano,
estrella superior de esfera ardiente,
animado cometa floreciente,
con rayos negros serafín humano;

   sol que a la lumbre de tu luz en vano  5
resistir puede el lince más valiente,
Fénix que, peregrina, únicamente
logra región de clima soberano.

   Aunque la envidia exhale los alientos
de tu veneno, el mérito seguro  10
luce en símbolo claro de constancia.

   Resuélvanse ambiciosos elementos,
que el cielo es siempre cielo, siempre puro,
y accidentes no alternan su sustancia.




- CXXV -


A una dama que se peinaba


ArribaAbajo   Al sol Nise surcaba golfos bellos
con dorado bajel de metal cano,
afrenta de la plata era su mano
y afrenta de los rayos sus cabellos.

   Cuerda el arco de amor formaba en ellos  5
del pródigo despojo soberano,
y el ciego dios, como heredero ufano,
lince era volador para cogellos.

   Bello pincel, no menos bello el mapa
en piélago de rayos cielo undoso  10
era, y su menor hebra mil anzuelos,

   que en red que prende más al que se escapa
cadenas son, y, de oro proceloso,
trémulas ondas, navegados cielos.




- CXXVI -


ArribaAbajo   Huyendo voy las armas y la ira
de la hoz, eco ya de mi tormento,
cuyo tierno rigor, cuyo contento
suspende admiración, alivio admira.

   Las flechas suavísimas que tira  5
peligro son de articulado aliento,
que en la región estableció del viento
corona llama numerosa lira.

   Pero mejor podrá prender el fuego,
dispuesta la materia en un rendido  10
corazón que os entrega sus despojos,

   sordo de veros ya, de oíros ciego,
variando peligros el sentido,
siendo rayos la voz, voces los ojos.




- CXXVII -


ArribaAbajo   Pulse en dulce quietud canoro leño,
si no escuchado plectro, plectro blando,
hoy que rústicos himnos emulando
de fatigas de amor me desempeño.

   Ya que de mis acciones no soy dueño  5
de avisos en los sauces coronando
en clima aunque infeliz viva logrando
sin culpa el ocio y sin cuidado el sueño.

   Recoja, no ya lágrimas Henares,
voces sí, de una voz que al tiempo pudo  10
violar su ley con bien sentido canto.

   Fiaré a la corteza mis pesares,
de la que ninfa un tiempo, hoy tronco rudo
tanto dio que sentir y calló tanto.




- CXXVIII -


ArribaAbajo   Esta que sacra tórtola viuda
en seco tronco llora al muerto esposo,
y con rigor no menos poderoso
de sus natales plumas se desnuda,

   cuya dulce garganta en llanto muda,  5
huérfano el cuello de su honor undoso,
¡oh sordo cielo!, ¡oh golpe riguroso
de accidente mortal de Parca cruda!,

   dolor justo de agravio tempestivo
tiene en desdenes de inmutable hado,  10
en sombra al sol mas no de luz ajeno,

   cuando el nuevo planeta vengativo
corta al que felizmente derribado
del reposo común se ve en el seno.




- CXXIX -


ArribaAbajo   Sobre este sordo mármol, a tus quejas,
pira ya de aromáticos enojos,
corren líquidos rayos de tus ojos,
perlas que en llanto desatadas dejas.

   Donde son sacras ondas las madejas  5
que dan, muerta su luz, vivos despojos;
florido fruto logran ya de abrojos
o ya del mejor tronco las abejas.

   Pues el poder al cielo no limites
en el consuelo tuyo, Nise, en cuanto  10
las incesables lágrimas no omites,

   suspende ya el dolor, enfrena el llanto
lagrimosa beldad, con que permites
que a tanto sol se atreva eclipse tanto.




- CXXX -


ArribaAbajo   Ya en sumida región las alas queme
y el suelo las acoja por de cera,
un firme corazón aun no se altera,
viendo la misma ruina que le preme.

   Y cuando el tiempo en su desdén de extreme,  5
valor es el que intrépido tolera,
y el ardimiento del que nada espera,
la desesperación del que no teme.

   Yo, pues, entre costosos desengaños,
más me quiero ahogar que el falso aliento  10
que tuve de mentidas confianzas.

   Si a luz nueva, logrando nuevos daños,
a mi noticia restituye el viento
torres que en él fundaron esperanzas.




- CXXXI -


A una dama que tañía y cantaba


ArribaAbajo   A regulados números su acento
reduce esta sirena, cuando
con las pulsadas cuerdas está dando
al arpa voz, al alma sentimiento.

   Arco hace el amor de su instrumento,  5
y soberbio arpón de un mirar blando,
sol que, rayos de fuego articulando,
desvelo da al cuidado, sueño al viento.

   Recuerde, pues, Amor, en la dormida
aura, y sus plumas incesables bata  10
al son de esta dulcísima armonía;

   numerosas exequias de mi vida
serán si la piedad no lo dilata,
flechas con yerba de su melodía.




- CXXXII -


ArribaAbajo   Para mí los overos y los bayos
nunca fueron ardientes resplandores,
sólo me libre Dios de los fulgores
de un blanco serafín con negros rayos.

   Esta, pues, luz, anime los desmayos  5
que dan los, al mirar, ojos traidores,
flor que afrenta viva de las flores,
su boca es perlas y su aliento mayos.

   Amor, abeja de esta primavera,
en dos labios libados mil claveles  10
queriendo fabricar rubios panales,

   de que me da el amor alas de cera,
y ellas el nombre a un piélago de males,
que tiene amarga miel y dulces hieles.




- CXXXIII -


ArribaAbajo   Este que viste nieve en vaga pluma,
de las frondosas ninfas dulce hermano,
surca el imperio de las ondas cano,
cometa de los orbes de la espuma.

   Sátiro de los bosques hoy presuma  5
no fiar lino al aquilón insano,
albor sin desplegar, que imita en vano
sabio monte africano en pompa suma.

   Corte, pues, altamente obedecido,
el blanco seno al húmedo elemento,  10
hoy que a más pura nieve debe tanto.

   Borrarás de estas aguas el olvido,
sacra piedad, florido apartamiento,
y no menos mi envidia que su canto.




- CXXXIV -


A la muerte de un niño


ArribaAbajo   Este pimpollo tierno y generoso,
que se mostraba ya fresco y lucido,
del patrio y fértil tronco dividido,
cayó en el seno del común reposo.

   Mas transpuesto en terrenos más dichoso,  5
renueva flor y fruto enriquecido;
no teme la inclemencia, ni el bramido
del seco invierno y austro tempestuoso.

   Que en el eterno reino sin mudanza
luce otro sol más puro, y otro cielo  10
que en las plantas influye eterna vida.

   ¿Quién, pues, con tan segura confianza,
oso soltar la rienda al desconsuelo,
viendo en verde sazón gloria florida?




- CXXXV -


A la muerte de un niño que abortó la Duquesa del Infantado


ArribaAbajo   Esta rama del árbol generoso,
anticipadamente florecida,
de su materno tronco desunida,
cayó en el seno del común reposo.

   Mas transpuesta en terreno más glorioso  5
en primavera eterna, eterna vida
logrando está, seguramente unida
al sol más puro en cielo más dichoso.

   Y aunque quiso la envidia recatada
no ver maduro el fruto de la gloria  10
que produjo pimpollo de tal planta,

   madre suya es la Iglesia, y consolada
dulces himnos ofrece a su memoria:
¿qué llora el mundo, pues, si el cielo canta?




- CXXXVI -


Al Duque del Infantado por la muerte del mismo niño


ArribaAbajo   Vuestra prenda, señor, cediendo al hado
con inmatura muerte lastimosa,
quedó marchita y mustia, como rosa
sin sazón ofendida del arado.

   Mas a fragancia en culto no alterado  5
de más noble pureza y más hermosa,
mano que nos parece rigurosa,
para fruto mejor la ha trasplantado.

   Aunque el rigor de aquella sombra oscura,
efecto natural, lágrimas fueron,  10
y tenidas al trance de perderla,

   fe y esperanza cierta os asegura
que a los mortales ojos que la vieron
ha de dar luz eterna para verla.




- CXXXVII -


A unas cañas, sepulcro de Siringa


ArribaAbajo   Este frondoso honor, esta esculpida
lámina verde en mármol animada,
sepulcro es, piedad acreditada,
que a pastor infeliz prestó acogida.

   Siringa, ninfa un tiempo, suspendida  5
hoy fístula de tronco que, animada,
mudo es trofeo, pompa venerada
del que ya muerto logra mejor vida.

   Sobre la urna está compadecido
coro de ninfas, de la ninfa fiera  10
el rigor en sus plectros repartido.

   Y porque muerte ya su voz no muera,
ultimado su acento dolorido,
Eco le lleva a toda la ribera.




- CXXXVIII -


En nombre de una dama por la muerte de su esposo


ArribaAbajo   Mal inclinado pájaro de Averno
que los otros benévolos infama,
de tu estambre vital cortó la trama,
de tronco ya glorioso ramo tierno.

   Caíste en flor y anticipado invierno,  5
las luces usurpando de tu fama,
en años breves extinguió la llama
que tu nombre en dos vidas hace eterno.

   En tiempo no, en prudencia, Antonio, cano,
al pisar los umbrales de la vida,  10
Atropos dividió tu vital hilo,

   en dulce acento suspirando en vano,
de la que, prenda tuya esclarecida,
siempre te llama en doloroso estilo.




- CXXXIX -


Al sepulcro de una dama muy bella


ArribaAbajo   Esta que sacra pira aromas llora
digno es sufragio de la siempre bella
que, sol ya puesto, nace ardiente estrella,
y de inmenso esplendor luciente aurora.

   Ya otro polo en región más pura honora,  5
superior parte nunca extinta de ella,
bien que la que este sordo mármol sella
mucha flor ya, ceniza es poca ahora.

   Donde logrando un ámbito tranquilo
coronas mil del ínclito trofeo,  10
de que abreviado honor cuelga suspenso,

   serán lágrimas hoy en su Lucilo,
buriles que, mordiendo al mausoleo,
escriban su beldad, liben incienso.




- CXL -


Al sepulcro de la Duquesa de Alba


ArribaAbajo   Alba que ya crepúsculos ignora
aquí vive a pesar de lo violento,
donde más piadoso sentimiento
luz que nos niega en tristes sombras llora.

   Y aunque sol mucho en poca tierra, ahora  5
parte negada a su ínfimo elemento,
que esplendor presta al fijo firmamento,
ya con lumbre inmortal sus orbes dora.

   Más que lágrimas pues, demos ya flores
al lucido depósito sagrado  10
de luz claros, si opacos, hoy despojos.

   Danle pías centellas sus olores
culto sufragio aromas aceptado,
afectos la piedad, llanto los ojos.




- CXLI -


Al sepulcro de Adonis


ArribaAbajo   Desfondad a los templos consagrados
a las del cielo lámparas dorinas
escamosas deidades, y entre espinas
mudos se dejan ver plectros dorados.

   Las fuentes secas ya, lloren los prados  5
y dejan de flagrar las clavellinas,
indiquen el rigor de sus ruinas
los hoy bosques, de Amor desamparados.

   Muerto es el dios de nuestras selvas, muerto,
y el canto cuya métrica armonía  10
las aves suspendió y enfrenó el viento.

   Venga, pues, Cipria, visto el pecho abierto
del Adonis osado, en ansia pía
a dar flores y llanto al movimiento.




- CXLII -


ArribaAbajo   Después que me llevó el abril su día,
mis ojos verdaderos son corriente,
dígalo Amor que os rinde francamente
la parte que es más propia y menos mía.

   Dulce error, felicísima porfía  5
del que menos distante y más ausente
vive con soledad entre la gente,
y a solas en sabrosa compañía.

   Aguas del Tajo, en vuestras repetidas
ondas, no ya de olvido mar se vea:  10
comunicad conmigo vuestra gloria,

   acordando mil lágrimas perdidas
al abril más florido, porque sea
sufragio de mi muerte su memoria.




- CXLIII -


A una gran señora que dejó el siglo


ArribaAbajo   Tú que la dulce vida en tiernos años
trocaste por la vida trabajosa,
la blanca seda y púrpura preciosa
por áspero cilicio y toscos paños;

   tú que, viendo del mundo los engaños,  5
al puerto te acogiste presurosa,
cual nave que en la noche tenebrosa
teme del mar los encubiertos daños;

   canta la gloria inmensa que se encierra
en el alma dichosa, ya prendada  10
del amor que se enciende en puro celo;

   que si el piloto al divisar la tierra
alza la voz de gozo acompañada,
¿qué debe hacer quien ya descubre el cielo?




- CXLIV -


ArribaAbajo   Esta nueva deidad aprisionada,
y entre grillos y rejas no segura,
mueve el orden fatal de la ventura
con misteriosa mano arrebatada.

   Cisne, Fénix de amor, ave dotada  5
del atributo de la luz más pura,
cuyo fraude en letargos de dulzura
nos entrega a la muerte idolatrada,

   los eternos sufragios escarnece,
y en tribunal de apetecida pena  10
la causa esconde que el milagro hace.

   Pasa el peligro al que el aviso ofrece,
y con la misma muerte que condena
a los que deja muerto satisface.




- CXLV -


ArribaAbajo   Ligurino Jasón, abeto alado,
a los húmidos piélagos confía,
y la cuna y la tumba pisa al día,
al vasto campo de Anfitrite arado;

   cuyo triunfante nombre trasladado  5
de la región ardiente a la más fría,
cediendo a la prudencia su osadía,
esta marina le admiró varado.

   Qué esperas, pues, ¡oh barca!, perseguida,
de los impulsos de fortuna varios,  10
con las alas del tiempo reducida,

   donde, si la razón entre contrarios
vientos te niega puertos y acogida,
sepultura es el mar de temerarios.




- CXLVI -


ArribaAbajo   A las undosas márgenes de un río
que en floridos cristales nace fuente,
solté quejosa voz tan dulcemente,
que alterno Filomena el canto mío.

   Donde, si a tronco, si animado, pío  5
místico papel de simple gente,
impresas ansias de pasión ardiente,
con hierro duro en verde margen fío.

   Ajena, pues, noticia, en mi escarmiento
del rigor de fortuna ejemplo lea,  10
si es aviso del tiempo el desengaño;

   y en este descansado apartamiento,
feliz agrado a mis agravios sea
un temor advertido de su daño.



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