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ArribaAbajo- LXXVII -


ArribaAbajo   De los dos sabios son estos retratos,
Nuño, que con igual filosofía
lloraba el uno, el otro se reía
del vano error del mundo y de sus tratos.

    Mirando el cuadro, pienso algunos ratos,  5
si hubiese de dejar mi medianía,
a cuál de los extremos seguiría
de estos dos celebrados mentecatos.

    Tú, que de gravedad eres amigo,
juzgarás que es mejor juntarse al coro,  10
que a lágrimas provoca, en la tragedia;

   pero yo, como sé que nunca el lloro
nos restituye el bien ni el bien remedia,
con tu licencia el de la risa sigo.




ArribaAbajo- LXXVIII -


ArribaAbajo   Llegó a Guadalajara en este punto,
Marqués, donde el clamor de los metales
piadosos y las hachas funerales
lloran a un duque y lo celebran junto.

   Al hijo de mis huéspedes difunto  5
saca también la cruz de sus umbrales;
que un médico, sin máquinas murales,
es aquí otro Aníbal contra Sagunto.

   Es mi cochero músico y poeta;
mas, tal cual es, mirando bien la suerte  10
de dos tan desiguales ataúdes,

    ahora está clamando, y dice: «¡Oh muerte!
Oh mazo de batán, que así sacudes
el paño fino como la bayeta!».




ArribaAbajo- LXXIX -


ArribaAbajo    Fabio, pensar que el Padre soberano
en esas rayas de la palma diestra
(que son arrugas de la piel) te muestra
los accidentes del discurso humano,

    es beber con el vulgo el error vano  5
de la ignorancia, su común maestra;
bien te confieso que la suerte nuestra,
mala o buena, la puso en nuestra mano.

   Di, ¿quién te estorbará el ser rey, si vives
sin envidiar la suerte de los reyes,  10
tan contento y pacífico en la tuya,

    que están ociosas para ti sus leyes,
y cualquier novedad que el cielo influya
como cosa ordinaria la recibes?




ArribaAbajo- LXXX -


ArribaAbajo    Mario es aquel que del minturno lago
al África, por él domada, huyendo
le vemos, sus ruinas confiriendo
con las altas ruinas de Cartago.

   Filis, de tu altivez el justo pago  5
en la pintura muda estás leyendo,
pues también hace el tiempo por estruendo
en el reino de amor el mismo estrago.

   El cristal en que afilas cada día
tus flechas te dirá mejor la historia  10
de Mario y de Cartago en tu figura;

    y comprendida en la fatal victoria,
tarde concederás que tu hermosura
no fue más que una breve tiranía.




ArribaAbajo- LXXXI -


ArribaAbajo    No con el vulgo acuses, oh Licino,
la providencia del mayor piloto,
pues no eres tú quien de un esquife roto
a nado se libró en las rocas de Ino.

    Mejor será que al movedor divino  5
votos envíes; que un humilde voto
enfrena alguna vez al fiero Noto
y pone ley al ímpetu marino.

   Tú, inexperto, de un débil vaso dueño,
en que crujen las tablas mal seguras  10
siempre que el lienzo tiendes en su antena,

    ¿de la fortuna pública murmuras?
¡Calla, y atiende junto de la arena
a conservar el casco de tu leño!




ArribaAbajo- LXXXII -


ArribaAbajo    Yo, aquel en cuyo insuficiente estilo
la verdad injuriada oyó el consuelo
que en mi mente infundió benigno el cielo
para tener el ánimo tranquilo;

   Ya fuego exhalo, lágrimas destilo,  5
y contra mis preceptos me rebelo;
rabio al fin, y en la furia de mi celo
nuevos cuchillos de venganza afilo.

    ¡Qué el valor ceda, y venza el brazo astuto!
¿Qué es esto, celestial Sabiduría?  10
¿Es la virtud no más que un nombre vano?

    Mas ya tu resplandor me muestra pía;
haz que este afecto que me turba humano,
de su calamidad no pierda el fruto.




ArribaAbajo- LXXXIII -


ArribaAbajo    Si un afecto, Señor, puedo ofrecerte
al culto de sus ídolos atento,
con lágrimas de amor te lo presento;
tú en víctima perfecta lo convierte;

    que en este sueño tan intenso y fuerte,  5
de tus misericordias instrumento,
no imagen imitada es lo que siento,
sino un breve misterio de la muerte,

    en quien con ojos superiores miro
mi fábrica interior oscurecida;  10
báñela aquella luz, Señor, aquella

    que inspira perfecciones a la vida,
pues permites que goce, sin perdella,
experiencias del último suspiro.




ArribaAbajo- LXXXIV -


ArribaAbajo   Cloris, este rosal, que libre o rudo,
del arte huyó al favor de la floresta
su arrogancia selvática depuesta,
vecinas flores le verán desnudo.

    Nota esta rosa, que aun ahora pudo  5
abrir el paso a su niñez modesta.
Pero ¡cuán breves términos apresta
la grana que libró del verde nudo!

    Vive su planta los estivos meses;
mas el honor de los purpúreos senos  10
(mísera edad) la madurez de un día.

    Pues si lo raro, oh Cloris, dura menos,
la pompa de tu abril ¿por qué confía
que ha de reinar con hados más corteses?




ArribaAbajo- LXXXV -


ArribaAbajo    También adula, Nuño, la tardanza,
porque ni las promesas verdaderas
te dan el mismo bien que consideras,
ni él dura más del punto en que se alcanza.

    Tú pues, en prevención de su mudanza  5
mitiga la opinión con que lo esperas,
que opinión de alegrías venideras
es esto que llamamos esperanza.

    La lenta diligencia en los frutales
acreditada crece en sus tributos,  10
obras del cielo sólidas y expresas;

    que aun la fidelidad de aquellos frutos
lo muestra, cuando él libra sus promesas,
único autor de efectos puntuales.




ArribaAbajo- LXXXVI -


ArribaAbajo    Sólo ofende el agüero a quien lo advierte;
véncelo, o no lo adviertas, Lauso mío;
que horrible (no fatal) su poderío
tanto excede al incauto como el fuerte;

    y pues tu estimación podrá ofenderte,  5
refórmala con fuerza o con desvío;
que a la luz o al error del albedrío
se elige o se fabrica nuestra suerte;

   cuya interpretación no la confía
al sordo caso aquella providencia  10
que a libertad y a imperio corresponde.

    Alcemos pues con tiempo la licencia
al curioso temor; vamos por donde
nuestra animosa ceguedad nos guía.




ArribaAbajo- LXXXVII -


ArribaAbajo   Si en la corte no apartas con cautela,
Castro, lo popular de lo exquisito,
las heces hoy del número infinito
tendrás por quinta esencia de la escuela.

    Tú pues de ínclitas barbas te recela;  5
mas, aunque no son ciencia, sino rito
de la ambición, que por el gran distrito
sobre el aplauso de inexpertos vuela,

    saluda por estoica la ignorante;
reciba en esto la justicia agravio  10
de que la indigna imitación saludes;

   porque si en la verdad se funda el sabio,
¿por qué ha de resguardarle sus virtudes
la astuta negligencia del semblante?




ArribaAbajo- LXXXVIII -


ArribaAbajo   Aquí, dónde, a pesar del tiempo, hoy dura
soberbio un gran conducto de Trajano,
linfas en ministerio de Vulcano
dan al doble metal noble escultura;

    y el español su vellocino apura  5
mas que los seres al que muelle y cano
para la ostentación del traje humano
sobre los tiernos árboles madura.

    Aspire, aspire a varoniles glorias
por severa templanza, y deje Iberia  10
los preciosos peligros en sus minas.

    No quieras, oh fortuna, dar materia
a las armas remotas y vecinas,
y renovar sus bárbaras victorias.




ArribaAbajo- LXXXIX -


ArribaAbajo    Si quieres conservarte, Lauso, evita
ese ardor, con que en varias ocasiones
a cuerdos y filósofos te opones,
como pudiera el magno Estagirita;

    ya tu apariencia, que al estudio imita,  5
cuando se atreve a decidir cuestiones
es ridícula a libres corazones,
cuyas nobles paciencias ejercita.

    Yo, porque de celar tu honor me precio,
digo, para que escape de un agravio,  10
que consideres bien de aquí adelante

    que el que no sale de su esfera es sabio,
el que ignora las cosas, ignorante,
y el que las sabe mal sabidas, necio.




ArribaAbajo- XC -


ArribaAbajo    ¿Estás libre, Damón? Pues no blasones;
que la jactancia, ni en seguro es buena;
y si te queda un átomo de pena,
te traerá a las primeras ocasiones.

    No se juzga por libre de prisiones  5
el can, por más que rompa la cadena,
mientras que asida a la cerviz le suena
alguna parte de los eslabones.

    Paz suelen ser de amor breves enojos,
y todos los nublados de tu ira  10
los volverá en tranquilidad tu diosa.

    Si se humana a poner, cuando te mira,
de aquella risa todopoderosa
un suave relámpago en sus ojos.




ArribaAbajo- XCI -


ArribaAbajo   Lo primero, me visto; lo segundo,
devoro medio pan, y en su migaja
un torrezno, que al ámbar se aventaja
el olor que despide vagabundo;

    pues ¿qué si es día en que la barba tundo  5
y corre licenciosa la navaja?
Carísimo individuo, hiende y raja;
que rompes la mejor vida del mundo;

    y mas si al aire limpio te desvías,
y recostado en la menuda grama,  10
la rústica salud curte el pellejo.

    Vive, vive ignorado de la fama;
que más vale morir plebeyo viejo
que príncipe en el medio de tus días.




ArribaAbajo- XCII -


ArribaAbajo   Mas embravezco al mar, mas inquietos
pruebo los vientos cuanto más envío
voces al cielo, y al lamento mío
responde con más ásperos efetos;

    mas si llevo estos ídolos secretos,  5
¿por qué lo espero favorable y pío?
¿guardo, Filis, tus prendas y porfío
a pedir paz con votos imperfetos?

    Osemos pues; ¿qué tiemblas, mano? Intenta
ardan las adoradas hebras de oro,  10
su imagen y estas letras de su dueño;

   que así ronco el piloto en la tormenta,
arroja al mar las perlas y el tesoro
para librar el combatido leño.




ArribaAbajo- XCIII -


ArribaAbajo   ¿Será posible que a mis manos muera
el león que me oprime interiormente,
y que en mí su despojo represente
la victoria segura y postrimera?

    Del león a quien dio la muerte fiera  5
Alcides, se vistió la piel valiente,
y el mejor yelmo que aplicó a su frente
fue la cerviz y dientes de la fiera.

    Y ¡qué! ¿no podré yo de este deseo,
nuevo Alcides, vengarme, siendo cierto  10
que creció por mi débil resistencia,

    y, entrando en nueva guerra, andar cubierto
de su acuerdo feroz y de experiencia
el vencedor a un tiempo y el trofeo?




ArribaAbajo- XCIV -


ArribaAbajo   Julio, venciste; pero con la suerte
que a los vencidos míseros aprieta,
rendida a la piedad que allá secreta
guardas en tu valor, piensan vencerte.

    Ama pues, tan benigno como fuerte,  5
la cerviz que te obliga por sujeta;
que no es el perdonar gracia perfeta,
si en generoso amor no se convierte.

    Evítales con ella aun el castigo
que en sus conciencias obra la memoria  10
de haber faltado con su fe y contigo.

    ¿Cuál resplandor no mereció, cuál gloria,
quién con tal paz triunfó del enemigo,
qué procedió a triunfar de la memoria?




ArribaAbajo- XCV -


ArribaAbajo    Ya, Opicio, a los acuerdos consulares
de esta grave república presides;
y si con tu equidad su imperio mides,
ni al griego ni al romano le compares;

    mas tú, en tantas virtudes no vulgares,  5
émulo de Catón y de Arístides,
no salgas de ti mismo ni te olvides,
ingrato, del que fuiste en pobres lares.

    Entiende que, aunque frises con la luna,
los que celan tu honor, rectos varones,  10
te quieren ver de la modestia amigo;

   y en esta fe atalayan tus acciones,
porque a medida igual se habrán contigo,
como te hubieres tú con la fortuna.




ArribaAbajo- XCVI -


ArribaAbajo   Ya Mercurio, no es bien que yo te siga
con ansia en la mitad del curso humano,
cuando tan fiel tu premiadora mano
de afán y de ambición me desobliga.

   Próvida para sí la breve hormiga,  5
allá en sus trojes muerde el rubio grano,
porque no arraigue y suba a honrarse ufano
del fértil colmo en la segunda espiga.

    No crezca tu favor; basta que dure;
que por ninguno de los trances varios  10
de ambas fortunas irritarme pienso.

    No anhelo minas, ni codicio erarios,
sino una alegre mies y un firme censo,
que estos últimos ocios me asegure.




ArribaAbajo- XCVII -


ArribaAbajo    ¡Oh Abete! si después que a los fenices
rindió tu patria el oro se sus venas,
miras como a tu honor nuestras cadenas
le rinden tantas bárbaras cervices;

    por mostrarte a la mar, ¿propias raíces  5
trocar piensas por áncoras ajenas,
y al áfrico arbolar lienzos y antenas
entre votos dudosos o infelices?

   Quitará la segur, que te importuna,
para mostrarte, apoyo a los trofeos,  10
sombra a las greyes, ocio a los pastores.

    No injuries tus invictos Pirineos;
cedan sobre ti mismo tus honores
a la decrepitud, no a la fortuna.




ArribaAbajo- XCVIII -


ArribaAbajo   Émulos, Cintia, son o imitadores
de la verdad, que en tus alientos huele,
los que inspira Favonio cuando impele
las sujetas al arte o libres flores.

   Y aunque para asaltar faustos olores  5
entre esperanzas que maduran vuele,
con cuyo desempeño premiar suele
la industria y la paciencia a los cultores.

   Más puro y limpio olor que de ninguna
rústica suavidad robar pudiera  10
del que a tus labios su fragancia envía;

   pero tu honestidad ruda o severa
no ha de admitir en ellos la porfía
con que anhelan dos almas por ser una.




ArribaAbajo- XCIX -


ArribaAbajo   ¿Es para ti la esfera de la luna,
Lico, esta patria universal del suelo;
que no has visto la cara al desconsuelo,
ni llorado jamás, ni aun en la cuna?

   No haber hecho de ti experiencia alguna  5
un caso adverso, ¿no te da recelo
de que no te ha juzgado digno el cielo
de vencer ni una vez a la fortuna?

    No acredita al piloto la bonanza;
el ejercicio sólo es el que puso  10
entre el valor y el ocio diferencia.

   Mísero quien no da filos al uso
de la razón, haciendo resistencia
igualmente al temor y la esperanza.




ArribaAbajo- C -


ArribaAbajo   Julio, aunque estoy de imperfecciones lleno,
y al fortuna con benigna frente
recoge a los indigno, yo obediente,
ni mi exclusión ni su rigor condeno.

    Pues si persigue al ánimo sereno,  5
entre inicuos ejemplos inocente,
que opuesto con valor a la corriente,
en tiempos malos se atrevió a ser bueno.

    Rayo es que arrasa al tronco más robusto,
y recogiendo en sí la fatal llama,  10
perdona a las encinas inferiores.

    Y así, le debo más si me desama,
pues mereciendo tanto sus favores,
quiere tratarme como trata al justo.




ArribaAbajo- CI -


ArribaAbajo    El hombre fue de dos principios hecho,
tales que, con jactancia verdadera,
a sus ojos le alegra cualquier fiera,
y cualquier planta parentesco estrecho.

   Pero cuando él reconoció en su pecho  5
la gran porción del fuego de la esfera,
vio, con admiración de ver lo que era,
que a la divinidad tiene derecho.

   Haz pues que con trocado ministerio
a la vaga altivez del albedrío  10
el sentido inferior no tienda redes,

   y cuando él pretendiere ¡oh Fabio mío!
hacerte siervo, acuérdate que puedes
mirar esas estrellas con imperio.




ArribaAbajo- CII -


ArribaAbajo   Fabio, las esperanzas no son malas;
mas tú con tanto aplauso las acetas,
que a oráculos forzosos de profetas,
y aun a vivos efetos, las igualas.

    Sabe que contra el tiempo se arma Palas,  5
contra sus inconstancias y sus tretas;
que él es tal, que tropieza en sus muletas
cuando le piden que use de sus alas.

   Y así, nunca en el término futuro,
ni en el presente, si eres sabio, digas  10
que hay tiempo que del tiempo esté seguro;

    que cuando a fuerza de sufrirle obligas
a que acuda fiel, te pone un muro
de presto entre la hoz y las espigas.




ArribaAbajo- CIII -


ArribaAbajo    Tendrás, amigo Julio, a maravilla
que sin necesidad uno prefiera
peñascos, vientos y tormenta fiera
al dulce puerto, a la segura orilla.

   ¿Qué dirás si su pobre navecilla  5
no es fábrica de hierros y madera,
sino de sutil vidrio, y si la hubiera,
de materia más frágil y sencilla?

    Dirás que tan notorio desatino
no puede suceder; porque no miras  10
en tus designios y esperanza vana.

    ¡Oh ingrato al cielo, que al naufragio aspiras!
¿No ves que es vidrio el ímpetu marino
esto que acá llamamos vida humana?




ArribaAbajo- CIV -


En la fiesta del nacimiento de Nuestro Señor


ArribaAbajo    Hoy rompe Dios los orbes celestiales,
y al de la tierra tan benigno arriba,
que desarma la diestra vengativa,
para abrazar con ella a los mortales.

    Y pues gime por paz en los umbrales,  5
un tiempo odioso, la esperanza viva
del ofensor, ya próspero, aperciba
al Dios infante júbilos triunfales.

   ¡Oh feliz culpa!, que si por inmensa,
ni en los senos cupieron del olvido,  10
ni en méritos de humana recompensa,

   la justicia y la paz, que tú has unido,
libran hoy el remedio de la ofensa
en el amor del príncipe ofendido.




ArribaAbajo- CV -


A Cristo orando en el huerto


ArribaAbajo    ¿Qué estratagema hacéis, guerrero mío?
Mas antes, ¿qué inefable sacramento?
¡Qué os bañe en sangre sólo el pensamiento
de que se llega el plazo al desafío!

   Derramad de vuestra alma otro rocío,  5
que aduerma o arme al flaco sentimiento;
mas vos queréis que vuestro sufrimiento
no cobre esfuerzo por cobrar más brío;

   que no es temor el que os abrió las venas,
y las destila por los poros rojos,  10
que antes él los espíritus retira;

   sino, como se os viene ante los ojos
mi culpa, andéis de generosa ira,
y en esta lucha aumento vuestras penas.




ArribaAbajo- CVI -


En la muerte de Cristo


ArribaAbajo    Hoy, por piedad, de su hacedor le ofrecen
prendas de sentimiento sus hechuras;
llama el sol a la noche, y las oscuras
sombras aprisa en tiempo ajeno crecen.

   De la vida asaltadas, se estremecen  5
atónitas las mudas sepulturas;
libran sus cuerpos a las almas puras,
y a los justos vivientes aparecen.

   Las piedras se quebrantan, y a su ejemplo,
visten los astros voluntario luto;  10
rómpese el velo místico del templo.

   Da cualquier obra al llanto algún tributo,
y ¡yo, siendo la causa, lo contemplo
con pecho alegre y con semblante enjuto!




ArribaAbajo- CVII -


En la resurrección de Cristo


ArribaAbajo   Mientras que el orden natural se admira
del súbito vigor que en esta aurora
contra el tiempo voraz se corrobora,
y atónita la muerte se retira;

    crecer en un sepulcro la luz mira,  5
que el aire asalta y las tinieblas dora;
y oye la antigua voz producidora,
que otra segunda instauración inspira.

   ¡Oh eterno amor, si al nuevo impulso tuyo
naturaleza en todo el gran distrito  10
risueña y fuerte aviva el movimiento!

   ¿Por qué yo no lo busco o no lo admito?
¿Yo sólo, estéril al fecundo aliento,
de la común resurrección me excluyo?




ArribaAbajo- CVIII -


Al Santísimo Sacramento


ArribaAbajo   ¡Oh enigma, adonde amor cifra la historia
de cómo vence a Cristo, y cómo ordena
que a comer nos le de una sacra cena,
efecto superior de la victoria!

   En ti de su pasión la gran memoria  5
mejor que en los triunfales himnos suena;
de cuya gracia queda el alma llena,
resguardo fiel de la futura gloria.

   ¿Qué convidado habrá que satisfaga,
aunque le preste méritos el cielo,  10
a caridad, Señor, tan estupenda?

    Cubierto estáis; mas no nos niegue el velo,
que acá en el tiempo nos dejáis por prenda
lo que en la eternidad nos dais por paga.




ArribaAbajo- CIX -


ArribaAbajo    Cuelga, Ignacio, las armas por trofeo
de sí mismo en el templo, y con fe ardiente
espera que las suyas le presente,
quien le infunde tan bélico deseo;

    que así, en dejando al pastorcillo hebreo  5
el real arnés, le dio una fiel corriente
limpias las piedras, con que hirió en la frente
altiva al formidable filisteo.

    Salid, pues, nuevo rayo de la guerra,
a los peligros, que producen gloria;  10
oprimid fieras, tropellad gigantes;

    que si al valor responde la victoria,
no dejaréis cervices repugnantes
ni en los últimos fines de la tierra.




ArribaAbajo- CX -


A Santa Teresa de Jesús


ArribaAbajo    A su Teresa Cristo en visión clara
que no sufrió ni transparente velo.
«Si no hubiera criado esposa el cielo
para ti sola -dijo- le criara».

   Si corresponde estimación tan rara,  5
¡oh virgen!, al fervor de vuestro celo,
¿cuál para unión, o cuál felice vuelo
de absorto serafín se le compara?

    Si a solas vos, y sólo en vuestras bodas
se os da por dote el ámbito glorioso  10
que fue a las almas justas dedicado,

   decid si allí nos muestra el sacro Esposo,
que, aunque las ama en exquisito grado,
ha puesto en voz el mérito de todas.




ArribaAbajo- CXI -


A Felipe III, al entrar a reinar


ArribaAbajo    Como fue a Apolo por los dioses dada
la gloria de poner firmeza en Delos,
libraron tus magnánimos abuelos
la del orbe en los filos de tu espada,

   introduciendo aquella paz sagrada,  5
que, libre de esperanzas y recelos,
asida a su virtud desde los cielos,
a lo inferior su habitación traslada.

    Quiere, oh gran sucesor, que con tu ejemplo,
superior fuerza, así las cosas mudes,  10
que te agradezca el siglo su mudanza.

   Para este fin te siguen las virtudes,
porque se críe y crezca esta esperanza
entre las sacras aras de su templo.




ArribaAbajo- CXII -


En la muerte de Felipe III


ArribaAbajo    Este sí, gran Filipo, que es dominio
mayor que el que los reinos te asegura,
pues redujo tu afecto a compostura
tal, que dio a las virtudes patrocinio.

    Aunque se aflija, cándido, el armiño  5
por no admitir mancilla en su blancura,
la que luce en tu espíritu es más pura,
y su designio superior designio.

    Émulo de la angélica pureza
triunfó a la sombra del corpóreo velo,  10
que pudo reprimir su interna gloria.

   Sólo el raro espectáculo vio el cielo,
y con admiración de la victoria,
le humilló la cerviz naturaleza.




ArribaAbajo- CXIII -


Al nacimiento de Felipe IV


ArribaAbajo    Naces, oh infante, en honra no entendida
ni sujeta al arbitrio de la suerte,
pues, en fe de que a Dios plugo escogerte
para que a la Asia libres oprimida.

    Como otra esfera celestial movida  5
tu augusta madre por virtud más fuerte,
cuando la vida se escondió en la muerte,
te pone en los umbrales de la vida.

   Por tu cetro verá fieles cultores
el gran sepulcro, y cobrará su gloria  10
el sacro imperio, ahora profanado.

   Crece pues, no te usurpe la victoria
tu padre, a sus designios obligado,
y tú de generosa envidia, llores.




ArribaAbajo- CXIV -


En la muerte del príncipe Filiberto de Saboya


ArribaAbajo    No turba nuestro llanto la alabanza
que hoy suena, joven real, en la victoria
que de la vida o muerte transitoria
en mejor vida tu virtud alcanza.

   Sólo se extiende a la fatal mudanza  5
del gran principio de gloriosa historia,
en quien de antigua hereditaria gloria
émula se mostraba tu esperanza.

   Pídele a Dios, para lograr la nuestra,
victorias de su iglesia, pues tu celo  10
milita ya con arma celestiales.

   Será en el orbe general consuelo
ver que a tu ruego deban los mortales
lo mismo que debieran a tu diestra.




ArribaAbajo- CXV -


A doña Juana de Pernestain, duquesa de Villahermosa, habiendo perdido un pleito en Aragón


ArribaAbajo   Si en los sucesos prósperos declina,
oh Hercinia, la virtud de los mortales,
y generosa crece entre los males,
produciéndole glorias la ruina,

   más debes a la tierra peregrina  5
que a la de tus penates naturales;
así como el mejor de los metales
debe más a la llama que a la mina.

    Que la felicidad no perfecciona
al alma, aunque le da noble materia,  10
donde con vigilancia se ejercite.

   Y los monstruos que guarda Celtiberia
dignos de Alcide son, el cual no admite
de las manos del ocio la corona.




ArribaAbajo- CXVI -


A la duquesa de Villahermosa, doña María de Aragón, cuando, saliendo de Menina, se calzó chapines


ArribaAbajo    Cuando el amor sus flechas aprestaba
vuestra hermosa niñez, real señora,
como quien su vecino daño ignora,
el orbe la defensa despreciaba;

    y así, en las llamas súbitas sacaba  5
centella en otro tiempo, incendio ahora;
ya amor subido en alto se mejora,
para esparcir los daños de su aljaba.

    Y por herir las almas de improviso
le disminuye al vencedor la gloria,  10
noble pregón que se defiendan suena;

   mas como ven que es vuestra la victoria,
aperciben los pechos a la pena,
y niéganlos al importuno aviso.




ArribaAbajo- CXVII -


A la misma señora


ArribaAbajo    No extraño yo que a la primera ausencia,
Señora, os descomponga el sentimiento,
porque tanto es más áspero un tormento,
cuanto socorre menos la experiencia;

    mas pues concede el mismo amor licencia  5
para que se divierta el sufrimiento,
tenedlo un poco a la esperanza atento,
y daréis algún ocio a la paciencia.

   La mitad de vuestra alma, el dulce ausente,
volverá presto; que a su afecto puro  10
servirá la razón y la fortuna.

    Poned la fe de entrambos en seguro,
formando amor de vuestras almas una;
que la ausencia no es más que un accidente.

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