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ArribaAbajoBurguillos, Maestro

Natural de Navalagamella (Madrid)

España. Siglo XVII




A San Isidro


   Los campos de Madrid, Isidro santo,
en vuestra pura edad estaban solos,
jugaban los vecinos a los bolos
en su arenosa margen el disanto.

   Pero después que los honrase tanto,  5
parecen con Felipe y sus fillolos,
no campos ya de flor, de estrellas polos,
a Aranjuez envidia, al Pardo espanto.

   Otros, Isidro, sin arar el suelo,
le secan y le roban el tributo,  10
que coge el diablo en forma de mochuelo.

   Pero nunca de vos el campo enjuto
cogieron vuestros ojos en el cielo,
sembrando aquí sus lágrimas el fruto.




Soneto


   ¿Al cielo os vais, IGNACIO, en mortal vuelo,
y volvéis a la tierra? error notable,
debióseos de olvidar el miserable
estado de las cosas de este suelo.

   Si os aguardaba acá tanto desvelo,  5
tanta envidia y trabajo incomportable,
¿no era mejor, o Patriarca amable,
no tener que buscar después el cielo?

   Mas si los siete días que comprendo,
sin duda que se truecan estos sietes  10
del cielo al suelo para bien del suelo.

   Y que estuviste con Jesús haciendo
en siete días siete mil bonetes,
que el suelo cubren, y honrarán el cielo.




ArribaAbajoBustamante, Francisco de

España. Siglo XVII

Poeta. Comisario de Muestras de la Artillería del Ejército de Cataluña, por Su Majestad.




Soneto


   Cítara, que al concierto de Pomona,
canora induces el acento Ibero
del Joven más feliz, que considero,
bañado en los Candores de Elicona.

   Suena a su impulso, que en la inculta Zona  5
de tu voz, el aplauso que venero,
será la fama apoyo, y el severo
émulo, cederá lo que blasona.

   De Euterpe, y Tersícore el Armonía,
jocosamente grave, que ponderas,  10
al tiempo duren, cuando más se imitan.

   Pues es razón, que en dulce melodía,
se burle acreditado de las veras,
si de veras las burlas le acreditan.




ArribaAbajoCabello, Alonso

Antequera. Málaga Siglo XVII

Poeta.




Soneto


   Memoria viva de la causa muerta
que engendra mi dolor, tristeza y llanto,
déjame un rato descansar, en tanto
que mi errado sentido se concierta.

   En la de aquesta peña falda yerta  5
alguna parte pagaré de cuanto
ha defraudado el sueño, si tu espanto
como acostumbra, aquí no me despierta.

   Y pues cual loco estoy, podrás dejarme
tomar alivio, descansar un poco,  10
si no quieres que muera en mi tristeza.

   Mas acaba, memoria, de matarme,
que mayor argumento de firmeza
es morir de dolor que vivir loco.




ArribaAbajoCabrera, Cristóbal

España. Siglo XVI

Poeta.




Soneto


   A tu suma humildad, Virgen gloriosa,
mi alma con razón aquí se humilla,
admírase de ver tal maravilla,
¡oh única humildad maravillosa!

   ¡Oh Virgen toda limpia, toda hermosa,  5
sin mácula, sin vicio, sin mancilla!
¡bendito quién te dio tan alta silla!
¡bendito quién crió tan buena cosa!

   Mi alma, mi Señora, te suplica
que ruegues al Señor que da los dones,  10
la de don de humildad y pequeñica.

   Pues si para humillar sobran razones,
humíllese mi alma pobrecica,
mirándose al espejo que la pones.




ArribaAbajoCalderón Riaño, Pedro

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega.




A San Isidro


   Los campos de Madrid, Isidro santo,
emulación divina son del cielo,
pues humildes los Ángeles su suelo
tanto celebran y veneran tanto.

   Celestes labradores son en cuanto  5
con amorosa voz, con santo celo
enviáis en Angélico consuelo
dulce oración, que fertiliza el llanto.

   Dichoso Agricultor, en quien se encierra
cosecha de tan fértiles despojos,  10
que divino y humano os da tributo.

   No receléis el fruto de la tierra,
pues cogerán del cielo vuestros ojos,
sembrando aquí sus lágrima , el fruto.




A los altares de San Francisco y San Ignacio


   La que ves en piedad, en llama, en vuelo
ara al suelo, al sol pira, al viento ave,
argos de estrellas, imitada nave,
nubes vence, aire rompe, y toca el cielo.

   Esta pues que la cumbre del Carmelo  5
mira fiel, mansa ocupa, y surca grave,
con muda admiración muestra suave
casto amor, justa fe, piadoso celo.

   O militante Iglesia, más segura
pisa tierra, aire enciende, mar navega,  10
y a más pilotos tu gobierno fía.

   Triunfa eterna, está firme, vive pura,
que ya en el golfo, que te ves, se anega,
culpa infiel, torpe error, ciega herejía.




ArribaAbajoCamacho, Juan B.

España. Siglos XVI - XVII

Poeta.




Soneto


   Virgen más pura que el empíreo Cielo,
Aurora en quien se muestra el Sol divino
con esplendor más claro, y peregrino,
que en los demás que visten mortal velo.

   Ni el ángel que levanta más su vuelo  5
pudo con vos correr igual camino,
limpia en cualquier instante (así convino)
os hizo Dios con amoroso celo.

   Esta verdad, con voto, alegre canta
del Sacerdocio santo lo escogido,  10
lo ilustre, lo acendrado, y más devoto.

   Y esta es la causa que con fiesta tanta
sólo suene entre el célebre ruido,
Virgen, Limpieza, Sacerdocio, y voto.




ArribaAbajoCamoens, Luis de

Lisboa. 1524 - 1580




Soneto


   El vaso reluciente y cristalino,
de ángeles agua clara y olorosa,
de blanca seda ornado y fresca rosa,
ligado con cabellos de oro fino,

   bien claro parecía el don divino  5
labrado por la mano artificiosa
de aquella blanca ninfa, graciosa
más que el rubio lucero matutino.

   Nel vaso vuestro cuerpo se afigura,
rajado de los blancos miembros bellos,  10
y en el agua vuestra ánima pura;

   la seda es la blancura, y los cabellos
son las prisiones, y la ligadura
con que mi libertad fue asida dellos.




Amor es fuego


   Amor es fuego que arde sin arder;
una herida que duele, sin lamento;
un gran acontecimiento sin contento;
un dolor que maltrata sin dolor.

   Es un querer tan sólo bien querer;  5
es andar solitario entre la gente;
es un no encontrar nada que contente;
es creer que se gana con perder.

   Es estar prisionero a voluntad;
es servir a quien vence al vencedor;  10
tener con quien nos mata lealtad.

   Mas, ¿cómo encontrar puede su favor
del muerto corazón conformidad
siendo en sí tan contrario al mismo amor?




Yerros, culpas, fortuna...


   Yerros, culpas, fortuna, amor ardiente
para mi perdición se conjuraron.
Yerros, culpa, fortuna, me sobraron;
me bastaba el amor tan solamente.

   Todo murió; mas tengo bien presente  5
el dolor de las cosas que pasaron,
pues sus hartas frecuencias me enseñaron
a renunciar a cuanto me contente.

   Erré todo el transcurso de mis años
e hice que la fortuna castigase  10
mis mal fundadas, locas esperanzas;

   del amor sólo vi breves engaños;
¡ay quien tanto pudiera que quebrase
ese mi genio altivo de venganza!




Soneto


   Ondas que por el mundo caminando
contino vais llevadas por el viento,
llevad envuelto en vos mi pensamiento,
do está la que do está lo está causando.

   Decidle que os estoy acrescentando,  5
decidle que de vida no hay momento,
decidle que no muere ni tormento,
decidle que no vivo ya esperando.

   decidle cuán perdido me hallastes,
decidle cuán ganado me perdistes,  10
decidle cuán sin vida me matastes,

   decidle cuán llagado me feristes,
decidle cuán sin mí que me dejastes,
decidle cuán con ella que me vistes.




Soneto


   Horas breves de mi contentamiento,
nunca pensé jamás, cuando os tenía,
que, por mi mal, trocadas os vería
en tan cumplidas horas de tormento.

   Las torres que fundé se llevó el viento,  5
como el viento veloz las sostenía;
mas de todo este mal la culpa es mía,
pues hice sobre falso el juramento.

   Amor con vanas muestras aparece,
todo lo hace llano y lo asegura,  10
y luego a lo mejor desaparece.

   ¡Oh grande mal! ¡Oh grande desventura!
Por un pequeño bien que desfallece
aventurar un bien que siempre dura.




ArribaAbajoCampezo, Doctor

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega.




A San Isidro


   Los campos de Madrid, Isidro santo,
son heredad de Dios, su tierra cielo,
pues cuando contempláis, eran el suelo
espíritus divinos entretanto.

   El labrador del cielo con su manto  5
os hace sombra por mayor consuelo,
no os cause la labor algún desvelo,
pues gloria cogeréis sembrando llanto.

   Surcad de Dios con la oración el pecho,
y los bellos cristales de los ojos  10
rindan aprisa por Madrid tributo.

   Contentaréis a Dios, y satisfecho
triunfaréis de la gloria por despojos,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.




ArribaAbajoCampillo, Ginés

España. Valencia. Siglo XVII

Poeta y licenciado.




Soneto


   María, el grande amor que le ha tenido,
paga a Javier con pecho generoso;
dióle en satisfacción el niño hermoso,
porque a un inmenso amor, un Dios Cupido.

   Río del mar del Padre el Niño ha sido,  5
Javier ha de crecer árbol frondoso;
salió de Madre el Río caudaloso,
rebose, y en virtudes a crecido.

   Sabio, Amor, Salomón, como atendía
al empeño del Niño, justiciero,  10
entre cariños dos los dividía.

   Pero como no admite compañero
la entrañable pasión, dijo María,
Javier se lleve el Niño todo entero.




ArribaAbajoCampo, Francisco del

España. Siglo XVII

Poeta. Religioso de la Compañía de Jesús del Reino de Navarra.




Soneto


   Siente a pesar del mármol el aliento,
que otra vez por Javier amante espira,
y el alma que en la estatua el arte inspira,
segunda vez le roba el sentimiento.

   ¡O cuánto de Javier pesa el tormento,  5
pues el mármol con él sudarse mira!
¿Qué no herirá la pena, que respira,
si a un Dios en un Castillo no está exento?

   Padece Cristo al ver, que Javier pena,
y muerto viva sangre de sí vierte,  10
ya de su faz la luz siempre serena.

   En fatales eclipses se convierte,
pero, o cuánto de cerca hará la pena,
que a un inmortal de lejos da la muerte.




ArribaAbajoCáncer y Velasco, Jerónimo

Barcelona. Siglo XVI - 1655

Dramaturgo, escritor y poeta.




A una rosa deshojada


   Esa mustia beldad, que enamorado
tuvo al abril su verde lozanía,
fragante joya, que al romper del día
sacó al primavera en el tocado;

   Substituta del sol, astro esmaltado,  5
que igualmente alumbraba e influía,
y en su verde apacible tiranía,
por reina se hizo coronar del prado;

   a mano descortés, segur villana.
Rinde cuanto esplendor y pompa adquiere,  10
pagando como culpa el nacer rosa.

   ¡Oh! no se fíe la belleza humana:
que es breve flor, que cuando nace muere,
mucho más que por frágil, por hermosa.




Soneto


   Ya el corazón (Señor) vive violento
entre las sinrazones del pecado,
y más que de gustoso de dejado,
está para la enmienda sin aliento.

   Muy cerca miro de arrepentimiento;  5
(o me lo finge mi discurso errado)
este temor preciso, y destemplado,
que se mezcla en las horas del contento.

   Ya siento una ignorada resistencia
al cometer de errores tanta copia;  10
y aunque esto es circunstancia, y no disculpa.

   Sálgame a recibir vuestra clemencia,
que si me lleva a vos mi culpa propia,
no habéis de hacer vos menos, que mi culpa.




Al mismo asunto


   Este pesar, que en traje desmentido
asiste al alma vano, y perezoso,
aunque es de mi maldad hijo engañoso,
se engendra a la virtud muy parecido.

   No para vos está más prevenido  5
mi duro corazón, Señor piadoso,
que sólo le hace falta aquel reposo
que influye la verdad en el sentido.

   Tema, tema mi error vuestra justicia,
hoy más que nunca pues rebelde, y ciego,  10
veo la luz, y vivo deslumbrado.

   Tema, pues es tan grande mi malicia,
que finjo alguna vez que a vos me llego,
sólo por darle celos al pecado.




Lo que ha de hacer el que ha poco es grandísimo caballero


   Hacer con un rocín mucho ruido,
tenerle a ternas ferias vinculado,
jurársela a diez damas en el prado,
y no ser de ninguna conocido.

   Alabar un calor que aun no ha venido,  5
decir mi mercader, y mi Letrado,
mandadle muchas cosas a un criado,
y las que importan menos al oído.

   Buscar quien sobre joyas de dinero,
venir de oír a una mujer que canta,  10
y haber estado siempre en cierta parte.

   Es lo que debe hacer el Caballero;
y sobre todo la Semana Santa,
sin que le llamen, siga su estandarte.




Soneto


   Dulcísima tormenta del sosiego,
enigma de los ojos ignorado,
norte sin luz, que sigo derrotado,
tomando las alturas por el fuego.

   Pues te permites a la voz, y al ruego,  5
desemboza el misterio venerado:
sin la duda mi amor es ya cuidado,
y sin la sombra vivirá más ciego.

   Mas no, no se descifre tu belleza,
beba el veneno yo por los oídos  10
en esta inquieta procelosa calma.

   Y aspire a ser eterna mi firmeza,
que amor que se engendró sin los sentidos,
ha de nacer muy parecido al alma.




A la muerte del excelentísimo señor Almirante de Castilla


   Esta corona de triunfante grama,
que adorno fue del Héroe más valiente,
y ya funesto ciñe dignamente
las invisibles sienes de su fama.

   Este solio, que en sombras se derrama,  5
y en dos imperios se miró luciente.
Esta fe que se arroja irreverente
sobre la muerte religiosa llama;

   glorias fueron de aquel a quien amaste,
España, y en su pecho le tuviste,  10
y aquí yace su luz sin ejercicio.

   ¿O muerte, para qué lo ejecutaste?
¿O cielo, para qué lo permitiste?
O amor, llora no más, que este es tu oficio.




A la muerte del Almirante de Castilla


   Aquel que lleno el Orbe con su aliento,
yace despojo de la muerte fiera,
y de esta helada, si legal hoguera,
es estrecha inscripción el vago viento.

   No te acerques, o huésped, poco atento,  5
a este polvo, que el tiempo le venera,
su nombre escucharás adonde quiera,
delito es fatigar el monumento.

   Triunfos incluye aquí, sordo el destino,
a quien la vista humana no se atreve,  10
y la fama inmortal los eterniza.

   Pero ya que viniste, o peregrino,
descubre sin temor el mármol breve,
que aun le dura el agrado a la ceniza.




A un rayo, que abrasó el retrato de una dama, de quien su galán estaba celoso. En boca del galán


   Rayo veloz, que por naturaleza,
buscas la cumbre con ardiente saña,
sin duda hiciste paz con la montaña,
cuanto en Clori fulminas, es bajeza.

   Si es blanco de tus iras la firmeza,  5
como en lo vario tu esplendor se empaña
firme te pareció, también se engaña,
la luz, si la divierte la belleza.

   Pues abrasó tu fuego tanta nieve,
que aun copiada no sé si la encendiste:  10
vengaras de una vez tantos recelos.

   O abrasarás también su dueño aleve,
y si sólo a arruinar sombras naciste,
sombras mis celos son, veré en mis celos.




Soneto


   Docto Museo, cuyo aliento altivo
escribe el Sol en láminas lucientes,
y es la memoria de futuras gentes,
de tanto escrito tomo sucesivo.

   Hospede grato el bronce, siempre vivo,  5
vuestros nombres, y espíritus valientes,
pues aun con ser Apolos elocuentes,
os festeja amoroso el ramo esquivo.

   Venid, vivid la edad de vuestro nombre,
por más que el tiempo destruidor presuma  10
de tanto ingenio oscurecer la llama.

   Y para que os debáis vuestro renombre,
no ajena voz alaba vuestra pluma,
prestad plumas, y voz a vuestra fama.




A un hombre muy malo que se aumentaba mucho en bienes de fortuna


   Lesbio, si entre tu vida licenciosa
permite el cielo, o Fabio, o providente,
que tu riqueza en todo se acreciente,
piedad es, mas piedad muy sospechosa.

   Mira que de esta dicha misteriosa  5
se infiere, que es mortal el accidente,
que consentirle excesos al doliente,
siempre fue una señal muy peligrosa.

   Cuando te llena de colmados frutos
Dios, dispone el castigo a tu malicia,  10
(rompida alguna temporal concordia).

   Y por que estén en paz sus atributos,
te hace aquellos halagos la Justicia,
para acallar a la Misericordia.




En que se encarece la fuerza de la hermosura


   Contendían los Dioses soberanos
del cielo, por la excelsa Monarquía,
que allá donde la paz centro tenía,
la ambición de reinar hizo tiranos.

   Venus lo supo, y por los aires vanos  5
llegó donde la guerra se encendía,
y puesta en medio de esta gran porfía,
les derribó las armas de las manos.

   El rayo quitó a Jove, y el tridente
al grande Rey de los azules hielos,  10
la espada a Marte llena de despojos.

   Mas ay, que a la lid vuelven de repente,
pero ya no contienden por los cielos,
sino por el imperio de sus ojos.




A Píramo y Tisbe


   El cendal de que Tisbe se despoja,
Píramo advierte y reconoce atento,
y creyendo por él su fin violento,
sobre su acero intrépido se arroja.

   En brazos ya de la postrer congoja  5
vio Tisbe al alma de su pensamiento,
y por mezclar su aliento con su aliento,
sólo la duda de morir la enoja.

   «Espera a quien te adora.» Tisbe clama,
al penetrarse el pecho enamorado,  10
y unieron las dos almas desta suerte.

   ¡Oh siempre injusto amor! ¿quién no te infama?
Que la deuda a que estabas obligado,
fue menester cobrarla con la muerte.




A un amante que deseaba olvidar mucho a una dama y hacía grandes diligencias para conseguirlo


   Licio, no hay quien olvide de obstinado,
que aquel que se conoce bien rendido,
cuantas razones le buscó la olvido,
las encuentra de parte del cuidado.

   De sanar le deseo porfiado  5
está llamando al mal adormecido,
y el que siempre recusa el pie oprimido,
no puede hallar el lazo descuidado.

   Aguarda a que el amor quiera librarte,
y pude ser que triunfes sin victoria,  10
sólo con que la fuerza no le impidas.

   Tu yerras, Licio, el modo de curarte,
que para no inquietar a la memoria,
aun no te has de acordar de que te olvidas.




A las ruinas del Coloso de Rodas


   Este asombro gentil, que un elemento
ocupa si se erige, o si se humilla,
y de una y otra contrapuesta orilla,
fue orbe artificial sin movimiento.

   Que embarazo se vio del vago viento,  5
y segunda del mundo maravilla,
contra quien Jove rayos acaudilla,
como contra el jayán de manos ciento.

   Este por la grandeza fue incansable,
y la materia le compuso fuerte,  10
cuando la forma le mintió divino;

   y ya es del tiempo estrago miserable.
O qué mal se asegura quien advierte,
que para bronce tanto hubo destino.




A un galán que decía mucho mal de una dama de quien estaba celoso


   Doy que Lisi te agravia, y que no alcanza,
o Fabio, el privilegio de querida,
porque ignorantemente se te olvida,
que es mujer, cuando acusas su mudanza.

   Quizá la quieres, y esta destemplanza  5
en tu amor la verás como corrida,
que después es vergüenza enternecida,
lo que en la ira pareció venganza.

   No es conveniencia publicar tu agravio,
que a todos los que ahora le refieres,  10
luego los temerás como enemigos.

   Mira que puede ser que vuelvas, Fabio,
habla de Lisi bien, para qué quieres
en una infame paz tantos testigos.




A una mujer que fue muy celebrada y muy hermosa y se vio despreciada por ser vieja


   Flora es aquella, cuya edad luciente
alma fue del Abril, copia del cielo,
cuyo dorado, cuyo hermoso pelo
equivocó las luces del Oriente.

   Fueros impuso a amor, que blandamente,  5
introdujo en el pecho mas de hielo,
y libre casi del común recelo,
creyó que su beldad no era accidente.

   Ya de todos se mira despreciada,
siendo horror, siendo enfado a los sentidos  10
a quien avisa, en vez de hacer engaño.

   Ni aun por su edad de nadie es venerada,
con que nos muestra, que años divertidos
en la cuenta del tiempo no son años.




A un álamo enfriado del invierno, motivo, la eternidad de las penas


   Álamo, Águila ojosa que volaste
al Sol, Ícaro ver de que caíste
al Prado, y a la Fuente en que naciste,
ya de tus plantas fugitivo engaste.

   Si a dar lisonja al viento levantaste  5
la pompa, en la lisonja la perdiste;
esperas, al Verano que te viste,
las galas que el Diciembre no lograste.

   Tronco eres hoy, y Adonis floreciente
serás de Abril, que en esta confianza  10
te pretende la Sombra, el Prado, y Fuente.

   Y sólo en mí es eterna la mudanza;
de un mal en otro sucesivamente,
que debo ser ejemplo, y no esperanza.




ArribaAbajoCárdenas, Fray Bernardo de

España. Siglo XVII

Poeta y religioso.




Soneto


   Ensilla, Sancho amigo, a Rocinante,
dame la lanza y yelmo de Mambrino,
acomoda la alforja en el pollino
y el bálsamo precioso pon delante.

   Pues Dios me hizo caballero andante,  5
hoy desfacer un tuerto determino,
que face una Doncella a un malandrino,
jayán desaforado y cruel gigante.

   Dice que fue su esclava esta Doncella,
y miente, pues sé yo, que cuanto él dice,  10
ella gentil deshizo su cabeza.

   A mi me toca, Sancho, el defendella:
yo soy su caballero, y voto hice
de defender su virginal Pureza.

   Subió con ligereza,  15
y tomando su yelmo, escudo y lanza,
le siguió su escudero Sancho Panza.




ArribaAbajoCardoso, Fernando

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




A la muerte de Lope de Vega


   Este de quien el Lauro es corta gloria
en copiosos conceptos que derrama,
libra su excelso túmulo en su fama,
y el trofeo inmortal en su memoria.

   No el bronce le reserva eterna historia,  5
en unos y otros números le aclama,
y en vivos esplendores de su llama
contra el olvida ilustra su victoria.

   Milagroso prodigio en fértil pluma,
admiración será de las edades,  10
honor de lo ingenioso y lo fecundo.

   Mas porque nunca el tiempo le consuma,
vota al cielo a su nombre eternidades,
dolor España, y sentimiento el mundo.




ArribaAbajoCarlenal, Tomás de

España. Siglo XVII

Licenciado. Poeta. En el libro de las Obras de Carrillo Sotomayor




Al libro de las Obras del señor Luis Carrillo


   Dio Dios virtud a la ceniza helada
reliquia del sepulcro, que engendraste
sucesor, que el linaje conservaste
del ave singular, cuanto afamada.

   Y que por una senda desusada,  5
de la muerte a la vida caminaste,
y con su fin eternidad ganaste,
contra la ley con los demás guardada.

   No es mucho pues, quien todo lo gobierna
haya ordenado, por reliquia quedes  10
de tu autor sepultado en dulce sueño.

   Si del justo ha de haber memoria eterna,
Fénix de libros bien llamarte puedes,
pues Fénix de varones fue tu dueño.




ArribaAbajoCarnero, Antonio

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega.




A la muerte de Lope de Vega


   Lope yace en reposo, no su fama,
que resonante trompa gravemente,
de donde muere en húmido tridente
a donde nace el sol su nombre aclama.

   Penda su avena de luctuosa rama,  5
cuando del Tajo funeral corriente
de cristales lo erige, si eminente
pira sus cisnes, reposada cama.

   Gloria de Pindo fue, cuya enseñanza
su nación ha imitado y las ajenas  10
oráculo veneran su Talía.

   ¡O miserable humana confianza!
¿cómo en tus ambiciones te encadenas,
viendo tanto varón ceniza fría?




ArribaAbajoCarvajal Robles, Rodrigo

Antequera. Málaga. Siglo XVII

En 1634 era corregidor de Celayo (América). Publicó su obra en Lima, entre ellas sus poemas «Conquista de América» y «La Batalla de Toro»




Temor


   No hay placer que no tema mi deseo,
ni pesar que no tema mi sentido,
y siempre mi esperanza me ha mentido,
y nunca sin temor mentir me veo.

   Mas puede tanto el loco devaneo  5
de mi vano esperar que no he podido
acabar de entender que voy perdido,
y me pierdo, y me acabo y no lo creo.

   Pienso, por el camino que he dejado
tan luego atrás, que estoy de mi sosiego  10
muy cerca, mas no llego a ver mi suerte.

   Antes me aflige más este cuidado,
porque pienso que llego y nunca llego
y el más entretenido es el más fuerte.




ArribaAbajoCarvajal y Mendoza, Luisa de

Jaraicejo (Cáceres). 1566 - Londres. 1614

Religiosa.




A la ausencia de su Dulcísimo Señor en la Sagrada Comunión


   ¡Ay, soledad amarga y enojosa,
causada de mi ausente y dulce Amado!
¡Dardo eres en el alma atravesado,
dolencia penosísima y furiosa!

   Prueba de amor terrible y rigurosa,  5
y cifra del pesar más apurado,
cuidado que no sufre otro cuidado,
tormento intolerable y sed ansiosa.

   Fragua, que en vivo fuego me convierte,
de los soplos de amor tan avivada,  10
que aviva mi dolor hasta la muerte.

   Bravo mar, en el cual mi alma engolfada,
con tormenta camina dura y fuerte
hasta el puerto y ribera deseada.




Soneto espiritual de Silva


   En el siniestro brazo recostada
de su amado Pastor, Silvia dormía,
y con la diestra mano la tenía
con un estrecho abrazo a sí allegada.

   Y de aquel dulce sueño recordada,  5
le dijo: «El corazón del alma mía
vela, y yo duermo; ¡ay, suma alegría,
cuál me tiene tu amor tan traspasada!

   Ninfas del Paraíso soberanas,
sabed que estoy enferma y muy herida  10
de unos abrasadísimos amores.

   Cercadme de odoríferas manzanas,
pues me veis como fénix encendida;
y cercadme también de amenas flores.»




Al Santísimo Sacramento en que habla el Divino Verbo inmenso con el alma que le está recibiendo de las manos del sacertote


   De inmenso amor aqueste abrazo estrecho
recibe, Silva, de tu dulce Amado,
y por la puerta deste diestro lado
éntrate, palomilla, acá en mi pecho.

   Reposa en el florido y sacro lecho,  5
y abrásate en amor tan abrasado,
que hasta que el fuerte nudo haya apretado,
no sea posible quede satisfecho.




Deseos de martirio


   ¡Esposas dulces, lazo deseado,
ausentes trances, hora victoriosa,
infamia felicísima y gloriosa,
holocausto en mil llamas abrasado!

   Di, Amor, ¿por qué tan lejos apartado  5
se ha de mí aquella suerte venturosa
y la cadena amable y deleitosa
en dura libertad se me ha trocado?

   ¿Ha sido por ventura haber querido
que la herida, que al alma penetrada  10
tiene con dolor fuerte y desmedido,

   no quede socorrida ni curada
y, el afecto aumentado y encendido,
la vida a puro amor sea desatada?




ArribaAbajoCascales, Francisco

España. Murcia. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega. Catedrático de Retórica de Murcia.




A la muerte de Lope de Vega


   Morir es ley forzosa en el que nace,
nazca plebeyo, o majestad suprema,
para la muerte no hay estratagema,
aunque espíritu angélico la trace.

   Aunque el hombre se mude, o se disfrace  5
en formas mil, llega la hora extrema;
romperse tiene nuestra humana nema,
por más que el alma al cuerpo amigo abrace.

   Merced del cielo, que a los orbes once
a LOPE trasladó, y en urna de oro  10
conservar fénix, si inmortal aclama.

   Imprimen Musas su memoria en bronce,
y a un tiempo trina dulce, alto, sonoro,
tu lira Orfeo, su clarín la fama.




ArribaAbajoCastellanos, Juan de

Alanís. Sevilla. 1522 - Tunja. 1607

Historiador, escritor y poeta español. Se fue a América hacia 1540 y ordenado sacerdote. Su Elegías de Varones Ilustres aunque la inició en prosa, la acabó componiendo en verso.




A la majestad del rey Felipe, nuestro señor


   Columna de la religión cristiana,
de católica fe firme sustento,
aquestas mis elegías os presento,
monumentos de gente castellana.

   La vena que es estéril poco mana,  5
pero como, Señor, de deis aliento,
podrá la poquedad de mi talento
servir a majestad tan soberana.

   Esta segunda parte se publica,
la cual sobre real favor estriba  10
como cosa que tanto le conviene.

   El don es pobre, la voluntad rica;
esta, Rey soberano, se reciba
por ser de quien ofrece cuanto tiene.




Soneto


   Aquí, lector, verás cosas tocantes
a nuevas tierras y a sus influencias,
varias regiones, muchas diferencias
de bárbaros en ellas habitantes.

   Pero suplícote que no te espantes,  5
si fuera de guerreras competencias
encontrares algunas menudencias,
desenfado común de caminantes.

   Pues aunque viven pocos este día
de los que comenzaron los cimientos,  10
demás de los trabajos padecidos,

   en sus conversaciones todavía
refieren gratos y donosos cuentos,
que no dan sinsabor a los oídos.




A la majestad del rey Felipe, nuestro señor


   Católico señor, rey soberano,
do celestial virtud se manifiesta,
y en cuya potestad hoy tiene puesta
Dios la tutela del honor cristiano.

   Esta labor que lleva sólo grano  5
de verdad pura y al examen presta,
para prosecución de lo que resta
a vuestra Majestad pide la mano.

   Porque si mereciese tal defensa
el gran memorial que redimiendo  10
voy de la tiranía del olvido,

   será la más insigne recompensa
que se me pueda dar y que pretendo
por paga del trabajo recibido.




Al lector


   Lector amigo, claramente veo
salir a luz aqueste monumento
sin aquellos matices y ornamento
que por ventura tienes en deseo.

   Con sólo la verdad lo hermoseo,  5
porque no pide tanto crecimiento
de variedades, mas detenimiento
del que suele llevar veloz correo.

   La peregrinación es inexhausta,
la vida breve, vena mal propicia  10
para me detener en las jornadas.

   Y ansí vamos de paso, porque basta
en aqueste compendio dar noticia
de las cosas que estaban olvidadas.




ArribaAbajoCastillejo, Cristóbal de

Ciudad Rodrigo. 1492 - Viena. 1550

Monje. Poeta español.




Soneto de Boscán


   Si las penas que dais son verdaderas,
como muy bien lo sabe el alma mía,
¿por qué ya no me acaban? Y sería
sin ellas mi morir muy más de veras;

   Mas si por dicha son tan lisonjeras,  5
que quieren retozar con mi alegría,
decid, ¿por qué me matan cada día
con muerte de dolor de mil maneras?

   Mostradme este secreto ya, señora,
sepa yo por vos, pues por vos muero,  10
si aquesto que padezco es muerte o vida;

   porque, siendo vos la matadora,
mayor gloria de pena ya no quiero
que poder yo tener tal homicida.




Soneto


   Musas italianas y latinas,
gentes en estas partes tan extraña,
¿cómo habéis venido a nuestra España
tan nuevas y hermosas clavelinas?

   O ¿quién os a traído a ser vecinas?  5
del Tajo, de sus montes y campaña?
O ¿quién es el que os guía y acompaña
de tierras tan ajenas peregrinas?

   -Don Diego de Mendoza y Garcilaso
nos trujeron, y Boscán y Luis de Haro  10
por orden y favor del dios Apolo.

   Los dos llevó la muerte paso a paso,
Solimán el uno y por amparo
solo queda don Diego, y basta solo.




Soneto


   Garcilaso y Boscán, siendo llegados
al lugar donde están los trovadores
que en esta nuestra lengua y sus primores
fueron en este siglo señalados,

   los unos a los otros alterados  5
se miran, con mudanza de colores,
temiéndose que fuesen corredores
espías o enemigos desmandados;

   y juzgando primero por el traje,
pareciéronles ser, como debía,  10
gentiles españoles caballeros;

   y oyéndoles hablar nuevo leguaje
mezclado de una extraña poesía,
con ojos los miraban de extranjeros.




ArribaAbajoCastillo, Cristóbal del

Sevilla. Siglo XVII

Poeta.




Soneto


   Al milagro de amor fiestas celebra,
y al prodigio de gracia, Manzanilla:
pide sus invenciones a Sevilla,
dispara fuegos, corre, y lanzas quiebra.

   Eva segunda, que a la vil culebra  5
la cerviz corta y la soberbia humilla,
siendo del Padre rara Maravilla,
en quien Él se regala y se requiebra.

   Para salud del mundo el Hijo eterno
vistióse de su carne no manchada,  10
y de infinitos dones la enriquece.

   Llámase pura, santa, inmaculada,
y a pesar de las dudas y el infierno
más que el sol y la luna resplandece.




ArribaAbajoCastillo, Felipe Bernardo del

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




Soneto


   Gigante oposición a los umbrales
del ciclo empíreo en sacra primavera,
muestra en la tierra esta divina esfera,
espejo de los arcos celestiales.

   En reliquias de Atletas inmortales  5
la gloria de sus almas reverbera,
la enigma trina el Serafín venera
en rayos de su luz piramidales.

   Xavier, Teresa, Ignacio, Isidro, el coro
cifran divino, y junto al sol la Aurora  10
pisa con pies de nieve tronos vivos.

   Detente a ver la casa del tesoro
o peregrino, y di: Bien puede ahora
con tal riqueza rescatar cautivos.




Soneto


   De inmensa caridad, de amor procede
el éxtasis que a IGNACIO le dilata,
mientras en siete círculos de plata
el sol más resplandores le concede.

   Asciende a Dios, que es todo lo que puede,  5
y Dios con él divinidades trata,
que en santa humanidad Dios se retrata
y en IGNACIO, aunque humano, glorias cede.

   Esto es estar, IGNACIO, arrebatado,
aquesto éxtasis es, gozar del cielo  10
en carne humana espíritu endosado.

   Si el alma en fuego, el cuerpo ardiendo en hielo,
así el divino IGNACIO transformado,
en Dios se vio, corriendo a Dios el velo.




ArribaAbajoCastillo, Francisco del

España. Siglo XVII

Poeta. Teniente de Correo Mayor en las Estafetas de la Corte.




En las honras del doctor Montalbán insigne ingenio de España y asombro de Europa


   Funesto aplauso, ornato luctuoso,
tropa confusa, si ordenada asiste
a un cadáver, horror, y sombra triste
a un muerto, que el vivir hizo dichoso.

   Y ¡no difunto, caso prodigioso!  5
Si murió, su vivir en qué consiste?
Vivir es ser, y de no ser se viste
quien el mar de morir navega undoso.

   Difunto, y vivo Mantua te venera,
¡O Montalbán Joven! por qué ha sido  10
tu dulce Plectro honor de su Ribera.

   Y en sólo siete lustros has podido
al clima, a la región más extranjera
tu nombre dilatar esclarecido.




ArribaAbajoCastillo , Pedro del

España. Siglo XVII

Regente del Colegio de San Bernardo de Alcalá. Poeta.




Soneto


   Del Cielo Augusto del materno seno
salió Felipe Quinto a luz, el día
mejor que ha visto España, ni podía
sino es el sumo bien darle tan bueno.

   Mas ay, que cuando le celebra lleno  5
de gozo, de contento, y de alegría,
el Oriente del Sol, que amanecía
tiñó su Aurora de mortal veneno.

   Apenas rompió el Alba el Sol Hispano
(dicha fue la mayor que se esperaba)  10
cuando a la Reina dio mortal dolencia.

   Intercadencias tiene el bien humano,
templóle el mal, mas no perseveraba,
que el mal, en tanto bien, era violencia.




ArribaAbajoCastillo y Solorzano, Alonso de

Tordesillas (Valladolid). 1584 - 1648

Poeta y escritor español. Fue gentilhombre de cámara en la corte.




A un mal poeta


   Aquí yace un poeta tropezón,
de diferentes trovas trujamán,
oyolas el gran turco Solimán,
nueve veces cantar al zancarrón.

   Atrevióse a pedir en Hellicón  5
la plaza de lacayo de Titán;
oyó la culta lengua en Popayán,
Nicaragua y las islas del Japón.

   Salió más erudito que el rocín
o caballo Pegaso, y fue gran bien  10
el aprender a coces su latín.

   Las Musas le han tratado con desdén,
nuevas veces pedía el malandrín,
hecho de tus jornadas palafrén.




Al doctor Juan Pérez de Montalbán


   El Sol de Montalbán (que es su elegancia)
disipó su esplendor tantas Auroras
que viendo de sus rayos las mejoras,
a la envidia le hicieron repugnancia.

   Esta, que siempre está con vigilancia,  5
para hacernos ofensa a todas horas,
guerra le publicó en cajas sonoras,
tan grande es su altivez, tal su arrogancia.

   Como el hacer pesar es su delicia
a este Sol (que dio rayos su elocuencia)  10
opacas sombras a su luz derrama.

   Armada del poder de la malicia,
su ingenio le eclipsó con la inocencia,
pero no la memoria de su fama.




Otro soneto del mismo tema


   O tú que en cuanto al Sol con luces gira
admirable por único portento,
deleitando lo grande de su acento,
que acompañó lo dulce de su lira.

   Pues que con suspensión tu fama admira  5
exagerando por el vago viento
al Orbe tu divino entendimiento
yace inmortal en esa helada pira.

   Mantua (o gran Montalbán) se vista lutos,
que oye trocar sus cantos en clamores  10
a Manzanares, y sus Ninfas bellas.

   De tu ingenio han perdido sus tributos,
pero si en vida fue cielo de flores,
en muerte viene a ser jardín de estrellas.




Soneto


   Siete veces IGNACIO vio el Aurora
en éxtasis divino arrebatado,
siete veces le mira el sol dorado,
y ve que él de justicia le enamora.

   Siete veces Faetón estrellas dora  5
mientras con Dios IGNACIO está elevado,
siete veces Diana luz ha dado,
y él en tanto su dicha se mejora.

   ¡O celestial varón, qué bien supiste
escoger la mansión a que aspiraste,  10
desde que al mundo infiel d emano diste!

   Con Dios suma deidad, deidad te hallaste
y a su excelsa virtud tanto te uniste,
cuando mortalidades despreciaste.




ArribaAbajoCastro, Guillén de

Valencia. 1569 - Madrid. 1631

Comediógrafo, poeta y escritor. Capitán de Caballería. Su obra maestra Las Mocedades del Cid. Amigo de Lope.




A la victoria


   O Religiosa admiración, o pura
fábrica, que piadosa y arrogante
eres del cielo luminoso Atlante,
su máquina en tus hombros más segura.

   O montaña de luz, que al sol procura  5
rayo a rayo usurpar la luz radiante,
en láminas la fama de diamante
de envidia, olvido y tiempo se asegura.

   No humille pues el tiempo tu grandeza,
y el olvido no oculte tu memoria,  10
ni sepulte la envidia tu belleza.

   Que Mínimo poder con tanta gloria
bien muestra en el laurel de su riqueza,
que no puede rendirse la Victoria.




ArribaAbajoCastro Anaya, Pedro de

España. Siglo XVII

Poeta.




Al sepulcro del doctor Juan Pérez de Montalbán


   Mármol, no te respeto Sepultura,
Pira sí te venero reverente,
de aquel en Pluma Pájaro elocuente,
que a su Región se trascendió más pura.

   El polvo, que en su estrago se asegura,  5
con indulto le sellas de viviente,
que el Sabio en sus cenizas permanente
vive todos los años que no dura.

   Mas vive en este polvo de que yace;
la edad a que su espíritu le llama,  10
la vida a que su mérito le advierte.

   ¡O aquí un ser de eternidad renace!
Cisne en su voz, para vivir su Fama,
Fénix en Dios, para vivir su Muerte.




ArribaAbajoCastro Pecellín y Barona, Juan

España. Siglo XVII

Poeta.




Al laureado ingenio del Parnaso doctor Juan Pérez de Montalbán


   O tú que peregrinas, Caminante
maravillas del mundo mira atento
este fatal heroico Monumento,
elocuente Orador, mudo elegante.

   Aquel Gran MONTALBÁN, aquel Atlante  5
del cielo del Parnaso, aquel Portento
admirarás en él, si el pensamiento
a tanta admiración fuere bastante.

   Aquí verás que cuenta injustamente
el mundo las edades por los Años,  10
habiendo de contar por las acciones;

   pues muriendo en la edad más floreciente,
hoy vive, y vivirá libre de engaños,
Joven Anciano en todas las Naciones.




ArribaAbajoCastro y Andrade, Isabel de

(Condesa de Altamira)


Monforte de Lemos. Lugo. 1516 - 1595

Perteneció a la Academia de Isabel Clara Eugenia en Madrid.




Competencia entre la rosa y el sol


   Púrpura ostenta, disimula nieve,
entre malezas peregrina rosa,
que mil afectos suspendió frondosa,
que mil donaires ofendió por breve.

   Madre de olores a quien ambas debe  5
lisonjas, no por prenda de la diosa,
mas porque a los aromas deliciosa
lo más sutil de los alientos bebe.

   En prevenir al sol tomó licencia:
sintiólo él, que, desde un alto risco,  10
sol de las flores halla que le incita;

   miróla al fin ardiente basilisco,
y, ofendido de tanta competencia,
fulminando veneno la marchita.



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