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ArribaAbajoCastro y Anaya, Pedro

Murcia. 1610 - 1644

Dedicó su vida a las armas. Fue elogiado por Lope, Montalbán y Calderón.




Soneto


   Copiaste en mármol la mayor belleza,
oh Lauro, y tanto a Lisis parecida,
que de las dos es una ya la vida,
y de las dos es una la dureza.

   Sola a Lisis formó naturaleza,  5
y tú nos diste a Lisis repetida,
Lisi o la estatua en ella convertida,
¿cuál de las dos se debe a tu destreza?

   No fue el impulso, no, de la escultura,
que en el mármol viviente y sucesivo  10
Lisis quedase de morir ajena.

   Arbitrio fue de Amor, que hermosa y dura
formó otra Lisis, porque en mármol vivo
viva inmortal la causa de mi pena.




No pises, no; detén el pie de nieve...


   No pises, no; detén el pie de nieve;
no pises esta desmayada rosa,
que a los claveles de tu boca hermosa
la ya marchita púrpura les debe.

   Esta, que poseyó cetro tan breve  5
del prado en la república olorosa,
hállete, oh Nise, alguna vez piadosa
si tu retrato a lástima te mueve.

   Pero si acaso enternecida lloras
la muerte de una flor, oh dueño ingrato,  10
por ser copia gentil de tus auroras,

   Nise, Temed; en que, en tan breve rato,
sin la prolija guerra de las horas,
falte el original como el retrato.




La rosa en los cristales de una fuente...


   La rosa en los cristales de una fuente
flor a flor todo el prado desafía;
hermosa en plumas de carmín se abría
a ser narciso en el cristal luciente.

   Y cuando más purpúrea y floreciente  5
en copas de rubí perlas bebía,
del achaque de un sol, del mal de un día,
murió: que aun la hermosura en flores miente.

   ¡Oh flor!, el primer paso de tu vida
fue el último también que pudo darte,  10
antes escarmentada que nacida.

   ¡Oh documento de la humana suerte!
¡Oh verdad de los campos escondida!
¿Quién no se desengaña con tu muerte?




ArribaAbajoCaus, Francisco

España. Valencia Siglo XVII

Poeta. Rector de la Parroquia de la Evora




Soneto


   Impura tempestad, dura tormenta,
fantástico vapor del sueño mueve,
contra el candor, que inmunidades bebe,
del ampo en que el ángel se alimenta.

   Dormido le asaltó llama violenta,  5
que acara descubierta no se atreve,
pero como dio en manos de la nieve,
se hiela el fuego, y la pureza alienta.

   Lo que de impuro concibió el sentido
por matices, y boca se vio luego  10
en espumas de sangre divertido.

   Con ella quedó frío el ardor ciego,
porque en batallas torpes aun dormido
lo lleva Javier todo, sangre, fuego.




Soneto


   Niebla de lino, el campo azul surcaba
Mausoleo Sagrado, que escondía
al Sol de Oriente, cuyo ocaso el día
a región más augusta trasladaba.

   Eminente peñasco, que intentaba,  5
de rumbo tan feliz turbar la guía,
paró frente al bajel, quizá sería
por ver que con el Cielo se estrellaba.

   Mas viendo que del fuego era la esfera,
cedió al tope de tanto esplendor junto,  10
no ya risco el escollo, sino cera.

   Así quiso a Javier guardarle el punto,
porque sabe, que el Sol en su carrera
la eclíptica no tuerce aunque difunto.




ArribaAbajoCavalier Marino

Italia. Siglo XVII

Poeta.




En la muerte de Lope de Vega


   Discurre a Etiopía el ave no engendrada,
de admirables despojos revestida,
de volátil escuadra perseguida,
porque la miran digna de envidiada.

   Edad y gloria logra dilatada,  5
hasta que en la materia prevenida
introduce alta llama, que la vida
le quita a un tiempo, y deja renovada.

   Tal, o Lope, Español Fénix, volaste,
y a pesar de la envidia, que venciste,  10
triunfos de aplausos general lograste.

   Y bien que a ley fatal obedeciste,
vida igual a los siglos vinculaste
en la sobras insignes que escribiste.




ArribaAbajoCaxes, Juan

España. Siglo XVI - XVII

Poeta. Soneto en los Mss. de la B. N.



   Recostóse en Bethel Jacob un día
y vio entre sueños una escala bella
y a mil ángeles santos que por ella
bajaban y subían a porfía.

   Miro Jesse entre sueños su alegría;  5
el árbol cuya fruta fue estrella
que siendo madre fue también doncella,
por quien al mundo la salud vendría.

   Yo entre sueños, Señor, vi mi esperanza,
pero viéndome indigno de esta gloria,  10
no pensé merecer tan alto dueño;

   mas pues tal fruto aquesta vara alcanza,
canten los cielos mi dichosa historia,
pues hallo por verdad lo que fue sueño.




ArribaAbajoCebrián, Tomás Andrés

Zaragoza. Siglo XVII

Poeta. Racionero de la Santa Iglesia Mayor de Nuestra Señora del Pilar de la Ciudad de Zaragoza.




A la muerte de Juan Pérez de Montalbán


   Verde Obelisco del florido llano
se descollaba al Sol Ciprés brillante,
preciado entre las plantas de gigante,
y de galán en su verdor lozano.

   Al manso viento, del follaje vano  5
tremolaba penachos arrogante,
cuando cayó destrozo en un instante
de la segur del rústico Villano.

   No de otra suerte a ti, fecunda planta,
del florido Helicón la más crecida  10
cortó el orgullo en tu verdor la Muerte.

   La que más de aquel monte se levanta
mire tu pompa, y tema su caída,
que para su segur no hay tronco fuerte.




ArribaAbajoCenturión Córdoba, Adán

Málaga. 1582 - Estepa. (Málaga) 1658

Marqués del Aula. Menino del príncipe Felipe y la infanta Isabel Clara. Pintor, numismático y arqueólogo.




Soneto


   Profundo lecho que de mármol duro
me guardará el descanso postrimero,
abre tus senos, que según espero,
en breve ocuparé tu sitio oscuro.

   Si en parte alguna puedo estar seguro  5
en ti no me hallará daño tan fiero,
o no veré quizá el mal de que muero
faltándome la luz deste aire puro.

   Y rota la cadena que detiene
en esta miserable y triste vida,  10
el alma, a sus pesares aherrojada,

   descansará del mal que en ella tiene
el agua del olvido, ya bebida,
en los Elíseos Campos olvidada.




ArribaAbajoCeo, Violante do

Lisboa. Portugal. 1601-1693

Religiosa.




Soneto


Sobre el sicut spina rosam, genuit Judaa Mariam
(Como del espino nació la rosa, así de Judá nació María)


   No por ser entre espinas producida
de la rosa feliz, la pompa hermosa,
deja de ser la coronada rosa
reina de la república florida.

   Así vos, que a la rosa parecida,  5
nacistes de una planta rigurosa,
no dejastes de ser, Virgen gloriosa,
reina de la región esclarecida.

   Y pues para quedar de gracia llena,
tal flor de tal espina se levanta,  10
¿quién duda, aunque cual vos no hay flor amena,

   que no suele la idea sacrosanta
en terreno vergel, selva terrena,
para escoger la flor, mirar la planta?




ArribaAbajoCervantes de Salazar, Francisco o Juan

Toledo. 1518 - México. 1575

Historiador español. Rector de la Universidad de México.



   Blanca es la leche, que con ubre llena
la olenia cabra ofrece al sacro Infante
blanca se representa y odorante
a los humanos ojos la azucena.

   Blanco es el alabastro, que en su vena  5
el pario monte da, siempre abundante,
blanco marfil o diente de elefante,
con que es pasto común corta y cercena.

   Blanco es el cisne, que con ala franca,
si Adonis huye, a Venus sigue el rastro,  10
blanca es la nieve, que en Sidonia llueve.

   Mansión sagrada ¡oh Virgen! sois más blanca
que leche, que azucena, que alabastro,
que diente elefantino, cisne, y nieve.




Soneto


   En todo sois hermosa ¡oh Reina mía!
por Vos vive mi alma en gozo y fiesta.
Si pregunto a los cielos «¿Quién es Ésta,
la Zarza, que en el fuego no se ardía?»

   Altísonos responden: «Es María,  5
que estuvo en el peligro sólo puesta,
y venciendo a la culpa, asaz funesta,
de la salud del mundo atrajo el día.»

   ¡Oh lumbre de la noche más oscura,
oh del airado mar seguro puerto,  10
oh arca de la amistad, que siempre dura!

   Basa, donde el maná estuvo encubierto,
cedro de corrupción y de hermosura,
cuyo fruto dio vida al hombre muerto.




ArribaAbajoCéspedes, Doctor

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega.




A Lope de Vega Carpio


   Halló la ambigüedad un hablar mudo
por industria de aquel pintor famoso,
que debajo de un velo artificioso
mostró el extremo dedo lo que pudo.

   Fue sutil invención, ingenio agudo,  5
y ardid para los necios provechoso,
que encubren su caudal defectuoso,
al silencio tomando por escudo.

   Mas si este ¡o caro Lope! es tan parlero,
cuando yo mudo, que no puedo hablando  10
de las vuestras loar la menor parte.

   Para decir lo que decir espero:
callar quiero, y de vos decir callando,
que hacéis igual al pensamiento el arte.




ArribaAbajoCiberio de Vera, Juan

España. Siglos XVI-XVII

Poeta nombrado por Juan de Castellanos, 1522-1607 en su Elegías de Varones Ilustres.




Al lector


   Valor de castellanos ha triunfado
de todas las indómitas naciones,
y en cualesquier honrosas ocasiones
su lanza satisfizo su cuidado.

   Y Castellanos es quien ha cantado  5
sus proezas sin uso de fricciones,
porque las flores de sus guarniciones
salieron de la tela del brocado.

   Y ansí, lector, veréis pura sustancia
de verdades y cosas tan extrañas,  10
que ninguna merece mal oído.

   Pues demás del estilo y elegancia,
son obras, son grandezas, son hazañas,
indignas de la cárcel del olvido.




ArribaAbajoCoba Machicao, Carlos de la

Cuba. Siglo XVI

Militar y regidor.




Soneto


   Tan alto vuelas, pájaro canario,
que se pierde de vista ya tu vuelo,
cual águila caudal que sube al cielo
a buscar su remedio en su contrario.

   Tú, que con su nuevo estilo extraordinario  5
tu fama extiendes por el ancho suelo,
cantando la prisión y desconsuelo
del divino Pastor, santo vicario;

   baja del alto alcázar de Helicona
donde tu claro ingenio te ha subido  10
a esta fragilidad nuestra ordinaria:

   y ceñirán tus sienes la corona
del lauro bello sin razón cogido,
que te ofrece tu madre Gran Canaria.




ArribaAbajoCodínez, Felipe

España. Siglo XVI

Poeta y dramaturgo.




De San Mateo en Etiopía


Jornada III - Seleuco


   Hombre empréstito breve de la vida,
de la muerte común deuda forzosa,
sueño en la fantasía mentirosa,
máquina en vanidades sostenida.

   Luz tan presto mortal, como encendida,  5
polvo con altivez, farsa engañosa,
ceniza hinchada, arena revoltosa,
humo en el aire, flor desvanecida.

   Tierra inconstante, barro movedizo,
vapor caduco, miserable viento,  10
centella breve, fábula soñada.

   Soplo sin fuerza, vidrio quebradizo,
sombra sin ser ligero pensamiento.
Hombre te llaman. Yo te llamo nada.




ArribaAbajoCoello y Ochoa, Antonio

Madrid. 1611 - 1652

Fue bautizado en la parroquia de San Sebastián de Madrid. Poeta.




Reina


   Quien callado de miedo o de respeto,
gloria que se fingió juzga segura,
sólo aquello es feliz que a su locura
con procurado olvido está sujeto.

   Si él se juzga infeliz ya en su conceto,  5
y sabe que de necio el bien le dura,
¿Qué bienes declarándose aventura
o qué males se excusa en el secreto?

   Diga pus su cuidado licencioso,
nada arriesga en quedar desengañado,  10
pues que lo está también cuando dudoso:

   Que si de sólo miedo está engañado,
quizá hablando será más venturoso,
y callando no es menos desdichado.




A la muerte del doctor Juan Pérez de Montalbán


   Vuela espíritu grande, y desasido
de la prisión grosera de la vida,
esta pesada carga no entendida
sacude, pues estabas oprimido.

   Y cual suele la idea del dormido  5
delirar de vapores ofendida,
y amanecer del sueño despedida,
mas pronta a los avisos del vencido.

   Tú así, que ya de humores destemplado
soñando la razón cuando dormías,  10
padeció los efectos del beleño.

   Hoy que para la Fama has despertado
tan cuerdo sanarás como solías,
que en ti no hubo delirio, sino sueño.




Soneto (Conde)


   Dentro está del silencio y del respeto
mi amor, y así, mi dicha está segura,
presumiendo tal vez, (dulce locura)
que es admitido del mayor sujeto.

   Dejándome engañar de este concepto,  5
dura mi bien porque mi engaño dura;
necia será la lengua si aventura
un bien que está seguro en el secreto.

   No a los labios se asome licencioso
mi amor, que perderá, desengañado  10
gloria que puede presumir dudoso.

   No averigüe su mal, viva engañado;
que es feliz, quien, no siendo venturoso,
nunca llega a saber que es desdichado.




ArribaAbajoColmenares, Diego de

Segovia. 1586 - 1651

Sacerdote e historiador. Poeta.




Soneto


   Seguro bien, aun de temor siquiera
no asegura de enfado al más constante;
que a faltar el contrario repugnante,
ni triste el mal, ni el bien alegre fuera.

   Si por ausente sol, montaña fiera  5
blancas toscas arrastra, es ignorante,
que a herir perpetuo el rayo rutilante,
fuera ceniza cuanta flor espera.

   Visten cambrón agudo, y blanca rosa,
la planta, que al amor dedica el suelo,  10
porque su dulce fruta amarga cría.

   Bien y mal, mezclan tela deleitosa;
la esperanza en el mal causa consuelo,
y sin temor el bien hipocresía.




ArribaAbajoConde del Basto

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




Soneto


   Piadoso de Artemisa afecto caro
a cenizas de amor el Mausoleo,
dio maravilla al mundo, que el deseo
de eternidad formó de mármol Paro.

   Calle el milagro bárbaro, que raro  5
lustre inmortal propuso al regio empleo,
pues hoy le gana el árbol de Peneo,
preciosa pira de esplendor más claro.

   Primero en majestad, aunque segundo,
de que eres cielo tu valor informa  10
de ISIDRO en cuanta gloria tiene el suelo.

   O sepulcro de sol, milagro al mundo
por arte, por piedad, materia y forma,
pues dividís imperio con el cielo.




Soneto


   Herida vais del Serafín, TERESA,
corred al agua cierva blanca y parda,
mas la fuente de vida, que os aguarda,
también es fuego, y de abrasar no cesa.

   ¿Cómo subís por la montaña espesa  5
del rígido Carmelo tan gallarda,
que con descalzos pies no os acobarda
del alto fin la inaccesible empresa?

   Serafín cazador el dardo os tira,
para que os deje estática la punta,  10
y las plumas se os queden en la palma.

   Con razón vuestra ciencia el mundo admira,
si el seráfico fuego a Dios os junta,
y cuanto veis en él traslada el alma.




ArribaAbajoContreras, Manuel de

España. Siglo XVII

Poeta.




Soneto


   Que avive un leve ardor la competencia,
de inmensa llama, y de pasión divina,
cuando exceder mil penas determina,
todo un Dios, para ejemplo de paciencia.

   Milagro es, pero es más que la dolencia  5
de Javier, que al tormento se destina,
parezca que a los golpes de su ruina,
va trasformando en Dios su misma esencia.

   ¿Pues si crece el amor correspondido,
y se alivia el dolor en el amante,  10
cuánto el amado sus congojas siente?

   Luego es nada en Javier lo padecido,
y es todo incendio un pecho tan constante,
que en él se aumenta amor eternamente.




ArribaAbajoCordero, Jacinto

Lisboa. 1606 - 1646

Autor dramático y militar. Escribió en castellano numerosas obras.




De Victoria por el amor


Jornada II - Elena


   Descuidada de amor burlas hacía
del que ví ya en tu red cautivo y ciego,
por necio imaginaba al que en tu fuego
cual simple mariposa en llama ardía.

   No imaginaba yo que en su porfía  5
había tal crueldad, mas ya que llego
al mar de tu rigor, en que me anego
rendida se confiesa el alma mía.

   No más burlas de amor, loco deseo,
cuando el mal que padezco al alma escucho,  10
si el desengaño de tus fuerzas toco.

   Dicho el que en amor no ha hecho empleo,
y desdichado aquel que quiso mucho,
si al más cuerdo el amor le ha vuelto loco.




ArribaAbajoCórdoba, Sebastián de

Vecino de Úbeda. Jaén. Siglo XVI

Poeta y escritor.




Soneto


   El cielo, y tierra, y mar, los elementos
se humillan a esta gran Señora mía:
la fuerza de este nombre de María
hace temblar la cueva de tormentos.

   Humíllanse los ángeles atentos  5
en ver su hermosura y su valía;
todos le cantan himnos de alegría,
y todos en servir quedan contentos.

   Dichoso fue aquel día, punto y hora,
también la tierra donde nacer quiso  10
María que es del cielo emperadora.

   Por ella nuestra vida se mejora,
por ella nos darán el paraíso
si nuestro amor su sacro nombre honora.




Soneto


   Quien en loarte, Virgen, tiene olvido,
merece ser de todos olvidado,
y aquel que tu loor ha celebrado
avívele tu gracia su sentido.

   El mar de tu grandeza es conocido  5
habiéndote por madre Dios tomado,
y al verdadero y firme enamorado
aquesto sólo baste ser sabido.

   Si fueron tus entrañas deificadas,
do fue encerrado aquel que la crió,  10
limpísimas debieron ser criadas.

   Que si hombres quieren limpiar sus moradas,
limpísima será la que tomó
quien almas hace bienaventuradas.




ArribaAbajoCórdoba y Campofrío, Juan

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega.




A San Isidro


   Los campos de Madrid, Isidro santo,
labra cantando a Dios humildemente,
tal, que del cielo abriéndose el Oriente,
Ángeles bajan a entonar su canto.

   Y si la fe causara al cielo espanto,  5
espantado creyera, que pendiente
de fe tan grande despachó obediente
a sus manos ayuda, gozo al llanto.

   Los Ángeles de hoy son labradores
del suelo, como Isidro en este día  10
labrador celestial por atributo.

   Huellen sus plantas celestiales flores,
y triunfe, pues labró con alegría,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.




Soneto


   Infame peste, estrago de la vida,
torpe peso de honrados pensamientos,
pecho de pedernales avarientos,
boca de bestia fiera mal herida.

   Fueros y leyes quiebras, fementida,  5
montañas rompes, piélagos y vientos,
ni embotas tus hidrópicos alientos
con tanta sangre humana mal vertida.

   Tú armaste contra el padre más piadoso
del hijo vil, tal vez, la mano aleve,  10
y tal del impío padre la fiereza.

   Tú poblaste de sangre el golfo undoso,
tú de asombro y dolor el golfo leve,
de miedo el Sol, y el Cielo de tristeza.




ArribaAbajoCórdoba y Contreras, Tomás

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega.




A San Isidro


   Los campos de Madrid, Isidro santo,
cielos son ya, no Elíseos fabulosos
si arados por los Ángeles hermosos,
en tanto que oráis vos, producen tanto.

   Con el piadoso humor de vuestro llanto,  5
tiernos de amor afectos fervorosos,
si estériles han sido, ya copiosos
por vos admirarán con nuevo espanto.

   Mas no es mucho causar estos efectos
lágrimas y oración, porque han podido  10
al Señor de los cielos absoluto.

   Unir a un alma, y entre los perfectos
Isidro lo alcanzó, y ha merecido,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.




ArribaAbajoCortés, Jerónimo

España. Siglos XVI - XVII

Poeta. Hermano del Marqués del Valle.




Soneto


Publicado en La Mexicana de Gabriel Lasso de la Vega en 1594


   Con dulce son de nuevo se derrama,
de mi invencible abuelo la grandeza,
los trabajos, peligros, y braveza,
con que tiene ganada eterna fama.

   Al más tímido pecho, y fuerza inflama,  5
viendo de tal varón tal fortaleza,
que no pudo del hado la aspereza
domar ni oscurecer su ardiente llama.

   Esto se debe a ti, divino Lasso,
cuya Musa con plectro sublimado  10
cantó el alto valor del fuerte pecho.

   Bien muestras que beber te dio el Parnaso,
tanto licor, que el verso delicado
en majestad iguala en todo al hecho.




ArribaAbajoCovarrubias y Orozco, Sebastián

Toledo. 1539 - Cuenca. 1613

Sacerdote y poeta.




Soneto


   La triste Muerte y el Amor salieron
tirando, un día, con sus flechas duras,
y entre unos altos muros y espesuras
la noche les tomó y allí estuvieron.

   Y sus aljabas juntas las pusieron,  5
sus cuerpos recostando en las verduras;
levántanse después y estando a escuras
toman las flechas, y de allí partieron.

   Toma el Amor las negras de la Muerte,
la Muerte las doradas del mozuelo  10
y por mi mal, ¡ay triste desdichado!

   ¡Quién nunca vido tan terrible suerte:
que llamo yo a la Muerte por consuelo,
y ella me tire y doble mi cuidado.




ArribaAbajoCrespi de Valldaura, Francisco

Valencia. Siglo XVI

Poeta.




Soneto


   Virgen y Madre, que de sol vestida,
cual la rosada Aurora te levantas,
y a todas las criaturas te adelantas
porque sin culpa fuiste concebida.

   Hoy en tu muerte gozo sin medida  5
recibe tu alma, y tus benditas plantas
con las incorruptibles carnes santas
miden el Reino de la eterna vida.

   Allí santa, y gloriosa en cuerpo y alma,
del Padre, y del Espíritu gozando  10
asistes a la diestra de tu Hijo.

   Allí se están los santos alabando:
y allí con infinito regocijo
sobre lo que no es Dios tiene la palma.




Soneto


   Tanta virtud y tanta fuerza alcanza
un hidalgo secreto pensamiento,
que va creciendo siempre su contento
sin peligro ninguno de mudanza.

   Pues quien de amor buscare la privanza,  5
el bien procure con secreto intento,
que sobre este macizo fundamento
al cielo se levanta una esperanza.

   El que a nadie descubre su secreto
sin temer de la envidia los agravios,  10
goza siempre su gusto más perfecto.

   Porque en el movimiento de los labios
se conoce el prudente, que el secreto
es la piedra de toque de los sabios.




Soneto al lector


   Con voz llorosa y triste melodía
canta el Girón la muerte y el tormento
de aquel, en cuyo alegre nacimiento
cantaba el cielo gloria y alegría.

   Sientan las almas áspera agonía,  5
y hagan los ojos grave sentimiento
de ver tan afrentado y tan sangriento
el Hijo poderoso de María.

   Y tú, pío lector, después de visto
el orden, el primor, destreza y gala  10
del canto que a llorar ha de moverte.

   Llora de compasión de Jesu-Cristo
y de dolor de ver la vida mala
de los que fueron libres con su muerte.




ArribaAbajoCubillo de Aragón, Álvaro

Granada. 1569 - Madrid. 1661

Poeta y autor dramático con más de cien obras y numerosas poesías. Abogado. Vivió en Sevilla y en Granada.




A mi propio retrato


   Agradece al pincel ¡oh sombra vana!
tanto esplendor, que a breve lienzo fía,
exento a la cobarde valentía
de aquel que huyendo mi verdor profana.

   Hoy me parezco a ti, mas no mañana.  5
¡Dichoso tú que naces cada día
y el tiempo no podrá con su porfía
poner en ti una arruga ni una cana!

   Dichoso tú que el curso fugitivo
de su veloz carrera, despreciando,  10
siglos apuestas a vivir no vivo.

   Y sin ventura yo, que siempre dando
cada paso a la muerte, soy cautivo
que sé no vivo, y muero no sé cuando.




Soneto


   Llegó a la suma elevación Mariana,
pisó la última línea sus grandeza;
adoleció en lo grande; ¡qué fineza!
del peligro vivió. ¡qué soberana!

   En púrpura, en clavel, en nieve, en grana  5
la esmeralda rompió de su belleza;
ocasionando el riesgo a tanta Alteza,
flor que desabrochó su Abril temprana.

   Dio a España sucesor, hizo inmortales
las victorias de sustos, y temores  10
con el laurel debido a tanta hazaña.

   Viva, y el Sol la de rubios cendales,
sobre azafates de encarnadas flores,
gloria a Felipe, y Príncipes de España.




ArribaAbajoCuéllar, Diego de

España. Siglo XVII

Poeta.




Soneto


   En el alcázar del divino Oriente
a vuestra pura Concepción, María,
alterna con dulcísima armonía
himnos el querubín más eminente.

   Con ardorosa fe y amor creciente,  5
imitando tan sacra compañía,
Fernando e Isabel con alma pía
culto os rinden, que irá de gente en gente.

   Porque en el nombre vuestro, Virgen Santa,
en la cerviz del bélico africano  10
heroicos ponen la invencible planta,

   rinden al persa, escita y otomano;
que a quien venera en Vos limpieza tanta,
contra ejércitos mil le dais la mano.




ArribaAbajoCuenca, Francisco de

España. Siglo XVII

Poeta.




Soneto


   Con flechas de oro, y argentadas plumas
salió a cazar Amor a vuestro Soto,
del ave Fénix, único y remoto,
de quien cantáis las perfecciones sumas.

   Mas dijo Apolo, aunque tirar presumas,  5
saldrás con flechas, y con arco roto,
que al Fénix tal no ofende el hierro roto
del Nieto de las cándidas espumas.

   Sólo a esta Fénix su segundo Apolo
obligará con su divino canto,  10
como a mi Dafne, que en su Soto viva.

   Mas ya que fue la sola ingrata al solo,
los ramos de laurel que estimo tanto,
serán Corona de su frente altiva.




ArribaAbajoCueva, Ciprián de la

España. Siglos XVI - XVII

Poeta citado por Juan de Castellanos en su Elegías de Varones Ilustres.




A Juan de Castellanos


   El seno más preñado y generoso
de la concha avarísima que cría
los tersos granos que Colonia envía
al último britano, al chino hermoso;

   y el objeto más grato al codicioso  5
de fértil vena, que su aumento fía
del planeta mayor, y al claro día
hurta el vivo color rojo y fogoso,

   por luna mestrua y por su hermano ardiente
se alteran en virtud de oculto genio  10
faltando a los pronósticos indianos:

   Tú solo, sin temer nuevo accidente,
coges el fruto eterno de tu ingenio
en heroicos poemas, Castellanos.




ArribaAbajoCueva, Francisco de la

España. Siglos XVI - XVII

Poeta.




Soneto


   Porcia, después que del famoso Bruto
supo y creyó la miserable suerte.
«No viva yo sin ti (con pecho fuerte
dijo, llorando sobre el casto luto).

   «Ved que las armas me escondéis sin fruto,  5
gente curiosa en impedir mi muerte;
que amor me da con que a pagarle acierte
de esta limpieza y de esta fe el tributo.»

   Tragó las brasas, y aunque allá sintieron
que las de amor, si amor lo permitiera,  10
bastaran a vencer su fuerza esquiva,

   como todas a intento igual vinieron,
concertáronse al fin de tal manera,
que la mataron por dejarla viva.




ArribaAbajoCueva, Juan de la

Sevilla 1550 - 1610

Poeta y autor dramático. Introdujo un estilo que después siguieron Lope de Vega y Guillén de Castro. Fue el creador del drama histórico.




Al asistente de Sevilla, pidiendo el indulto del poeta Álvarez


   No des al fébeo Álvarez la muerte,
¡oh, gran don Bernardino! así te veas
conseguir todo aquello que deseas
en aumento y mejora de tu suerte.

   Tus crueles ojos en piedad convierte  5
que en usar de ellos tu nobleza afeas;
el odio cierra, ciérrale, no creas
al vano adulador que te divierte.

   De ese que tienes preso, el Dios Apolo
es su juez, no sufragáneo tuyo;  10
ponle en su libertad; dale a su foro;

   pues que de hacerlo así, de polo a polo
irá tu insigne nombre y en el suyo
Hispalis te pondrá estatua de oro.




Soneto


   ¿De qué sirven, Amor, ya tus saetas,
el corvo arco y mano rigurosa,
y la triunfante palma victoriosa
que hubiste del que rige los planetas?

   ¿Adónde está el poder con que sujetas  5
el mundo, sin jamás reservar cosa
de la fuerza robusta y poderosa
con que los libres pechos inquietas?

   ¿Qué me hace saber que puedes tanto,
y ser hijo de diosa y descendiente  10
de Iove, regidor del cielo santo,

   si aquella dura que mi mal no siente
así despoja a mí de alegre canto,
y a ti de ser llamado omnipotente?




Soneto


   Vido a Tirena, descubierto el pecho,
Felino, el suyo convertido en lloro,
fijo mirando las dos pomas de oro,
que le han puesto la vida en tanto estrecho.

   «¡Ay! (dice) no es posible que sea hecho  5
de piedra dura tan gentil tesoro;
no es este aquel de tigre o bien de toro,
que la vida y entrañas me han deshecho.»

   Mas viendo que ella un punto no desiste,
su mal oyendo y su tormento puro,  10
ni aun vuelve el rostro al alabar primero.

   Dice, llorando arrepentido y triste:
«Más piedra eres que piedra, pecho duro,
y no digo que piedra más que acero.»




Soneto


   Trujo Felino, o alcanzó de un nido,
un pajarillo al pelechar primero,
y en una jaula de un cuadrado acero,
mandándolo Tirena, lo ha metido.

   Pero cuando la madre vino, y vido  5
del tiernecillo hijo el fin postrero,
la cárcel quiebra, al pollo lleva entero
con una cierta hierba que ha traído.

   Ya que Felino de Tirena el daño
piensa enmendar, poniendo a la superba  10
el quebrantado acero allí delante.

   Mucho más le endurece; ¡ah caso extraño!
Que para quebrantar acero hay hierba,
y acero no, que un corazón quebrante.




ArribaAbajoCueva y Silva, Leonor de la

Medina del Campo. Valladolid. 1650

Poetisa y dramaturga.




¿De qué sirve querer un imposible?


   Basta, Amor, el rigor con que me has muerto;
cese un poco, rapaz, tu ardiente fuego,
pues ya del alma el señorío entrego
por los ojos no más a dueño cierto;

   y aunque es el bien que añoro tan incierto,  5
que no pasa de vista, a sentir llego
tu fuerza de manera, que me anego
en mil mares de amar sin hallar puerto.

   Riño unas veces a mis libres ojos,
mas por respeto de lo que han mirado,  10
detengo el castigarlos lo posible,

   y viendo que padezco estos enojos,
digo entre mí a mi pecho enamorado:
¿de qué sirve querer un imposible?




Soneto


   Ya ha salido el invierno: ¡albricias, flores,
árboles, fuentes, prados y arroyuelos,
que del rigor de sus helados velos
os saca el mayo derramando amores!

   Ya os cantan dulcemente ruiseñores  5
llenos de gusto y libres de desvelos,
y liberales los empíreos cielos
os dan la variedad de mil colores.

   Ya compone los bellos cuadros Flora,
desafiando el arte a la natura,  10
a quien vence la hermosa jardinera

   que por la vista alegra y enamora,
el alma suspendiendo en la hermosura
de la verde y galante primavera.




Soneto


   Ni sé si muero ni si tengo vida,
ni estoy en mí, ni fuera puedo hallarme,
ni en tanto olvido cuido de buscarme,
que estoy de pena y de dolor vestida.

   Dame pesar el verme aborrecida  5
y si me quieren, doy en disgustarme;
ninguna cosa puede contentarme,
todo me enfada y deja desabrida;

   ni aborrezco, ni quiero, ni desamo;
ni desamo, ni quiero ni aborrezco,  10
ni vivo confiada ni celosa;

   lo que desprecio a un tiempo adoro y amo;
vario portento en condición parezco,
pues que me cansa toda cosa humana.




Soneto a Floris


   Ausente estoy de tus divinos ojos;
en fin, ausente y lleno de desvelos;
si al ausencia cruel siguen los celos,
confieso, Floris, que me dan enojos.

   ¡Ay! ¡Quién gozara de tus rayos rojos  5
sin tantos sobresaltos ni desvelos,
pues mientras duran los nublosos velos
he de tener la rienda a mis antojos!

   ¿Cuándo se ha de acabar, Floris divina,
la rigurosa pena de no verte  10
y el cobarde temor de tu mudanza?

   Que aunque eres en firmeza peregrina,
vive mi amor dudoso de perderte,
aunque más le sustenta la esperanza.




A los celos


   Siempre guerra me dais, terribles celos;
celos, nunca acabáis de atormentarnos;
injustos celos, no queréis dejarnos,
pues que siempre nos dais tantos desvelos.

   Ladrones sois de el nombre de los cielos,  5
que os disfrazáis ansí para matarnos,
pues de vuestra ponzoña no hay librarnos,
aunque más por huir alcemos vuelos.

   Veneno sois, bastardos, mal nacidos,
de el alma pena y de la vida infierno,  10
flecha de el corazón, de el pecho fuego,

   donde se abrasan todos los sentidos,
y al fin sois, celos, un tormento eterno
laberinto intrincado de amor ciego.




Introduce un pretendiente, desesperado de salir con su pretensión, que con el favor de un poderoso la consiguió muy presto


   Sin esperanza en su tormenta esquiva
un navegante, por el mar perdido,
de mil olas furiosas combatido
rota la nave, al agua se derriba;

   y aunque su furia de el sentir le priva,  5
se anima contra el mar embravecido
y sale al puerto de una tabla asido,
muerta su pena ya, su gloria viva.

   ¡Ay, débil pretensión, que ansina eres
navegante en un mar de mil temores!  10
rota la nave, muerta la esperanza,

   al agua del olvido echarte quieres,
donde, asiendo la tabla de favores,
sales triunfante al puerto de bonanza.




Introduce a una dama que se aficionó a un galán...


   Puse los ojos ¡ay! que no debiera,
en quien ya de las flechas de Cupido
mostraba el tierno corazón herido,
para que yo sin esperanza muera.

   Huir fácil me fue de la primera  5
ocasión que a tal daño me ha traído
con resistir mirar tan atrevido,
mas fui mujer, y al fin mujer ligera.

   Grillos amor me puso a los sentidos,
y la causa cruel de tantos daños  10
con sus regalos aumentó mis glorias,

   pero sabiendo ¡ay Dios! que eran fingidos,
he sepultado en caros desengaños
mi firmeza, mi amor y mis memorias.




Soneto a la muerte de doña Isabel de Borbón


   Este grandioso túmulo erigido,
fúnebre pompa de cristiano afeto
al más hermoso y al mayor sujeto
que injusto triunfo de la Parca ha sido.

   Este consigo mismo competido,  5
de lealtad y de amor piadoso efeto,
funesto ocaso es hoy del más perfeto
sol que gozar España ha merecido.

   Con un golpe mortal en breve instante,
al gran Filipo, su divina aurora  10
la Lis francesa, la beldad galante

   quitó, llevó la muerte robadora.
Mas si en eterno imperio más brillante
tantos de gloria grados atesora,

   ¿para qué España llora  15
a Isabel de Borbón, que muerta yace,
si al cielo Fénix inmortal renace?




ArribaAbajoChaves, Jusepa Luisa de

España. Siglo XVII

Poeta y amiga de Lope de Vega




Epitafio acróstico


   Feliz en culto, en nombre esclarecido,
raro asunto a las lenguas de la fama
es quien, depuesta ya la docta rama,
ilustra esta inscripción de luz ceñido.

   La envidia yace aquí, yace el olvido  5
opuestos al aplauso que le aclama
pues ellos faltan cuando en él nos llama
el heroico ejemplar de lo que ha sido.

   Digno varón capaz de la alta gloria,
en que él a sí mismo se consulta  10
victorioso del tiempo y de la muerte.

   En quien mayor se empeña la memoria,
grande en la imitación que de él resulta,
aun al que atento más su ejemplo advierte.




ArribaAbajoDavid

España. Siglo XVII

Poeta.



   ¿Quién eres ¡oh Mujer! que aunque rendida
al parecer, al parecer postrada,
no estás, sino en los cielos ensalzada,
no estás, sino en la tierra preferida?

   Pero ¿qué mucho, si de sol vestida,  5
qué mucho, si de estrellas coronada,
vienes de tantas luces ilustrada,
vienes de tantos rayos guarnecida?

   Cielo y tierra parece, que a primores
se compitieron con igual desvelo,  10
mezcladas sus estrellas y sus flores,

   para que en Vos tuviesen tierra y Cielo,
con no sé qué lejanos esplendores,
la Flor del Sol, plantada en el Carmelo.




ArribaAbajoDávila, Gaspar

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




Al sepulcro de Lope de Vega


   Vuelve, mortal, detén el paso incierto,
y verás al que en polvo reducido
fue cuanto pudo, y es cuanto no ha sido
de tanta humanidad seguro puerto.

   No le llores de lágrimas cubierto,  5
pues yace vencedor contra el olvido,
que si LOPE murió de haber nacido,
también ahora vive de haber muerto.

   Falleció en su mortal naturaleza,
y si tú con piedad enternecida  10
trasladas su memoria a tu flaqueza.

   Llora su pluma al mundo ya perdida,
que no te obligará a mayor tristeza
el que murió para tener más vida.




ArribaAbajoDávila y Vera, Pedro

España. Siglo XVII

Poeta.




Soneto


   No porque nace el Sol, muera la Aurora,
ni peligra en tus rayos tu belleza,
antes usando Fabio una fineza,
(si es que puede crecer) la aumenta y dora.

   Y aunque el peligro se halla, o gran Señora,  5
a veces mal en la mayor grandeza,
padece en ti excepción esta certeza,
pues feliz suerte tu salud mejora.

   De Neptuno el Imperio gobernado
aumentan olas d elemento fuerte;  10
y aunque desdichas tantas ha causado,

   al centro siempre mejoró la suerte,
viva, quien dio el aumento deseado
a pesares del tiempo, y de la muerte.




ArribaAbajoDelgado, Juan

España. Siglo XVII

Poeta.




A la muerte del doctor Juan Pérez de Montalbán, insigne hijo de la imperial villa de Madrid


   Si saber, si acertar, si haber vivido,
en la risa del Sol, no pertenece,
que siglos se asegura el que merece
vivir en la memoria del olvido?

   Si alcanzó Montalbán lo no aprendido  5
del que más en las ciencias resplandece,
como padece horror, y si padece
que duración tendrá lo inadvertido?

   Planeta cuarto era en nuestro Polo,
y siendo los demás estrellas bellas,  10
el sólo fue lucero de si sólo.

   Y así como a su luz no alumbran ellas,
fue menester que se pusiese Apolo
para que respirasen las estrellas.




Par el mismo tema


   Este prodigio que con labios de oro
cantó, estudió, enseñó doctos cuidados,
mereciendo el decoro de los Hados
le perdieron los Hados el decoro.

   Cisne de amor, tan dulce, tan canoro  5
tuvo estos once cielos elevados,
que codiciosamente enamorados
le usurparon la luz de su tesoro.

   Siete lustros vivió y pasar pudiera
más allá del Padrón de las edades,  10
pues pareció Deidad, sino lo era.

   Mas tanto compitió con las Deidades,
que ya que fue su vida corta Esfera,
sus conceptos serán eternidades.




A la muerte de Lope de Vega


   O tú de Apolo universal destino,
transito es, no es muerte, haber faltado,
porque puede ascender de grado en grado,
mas no puede postrarse lo divino.

   Desde catorce lustros peregrino  5
sobre altares de antorchas colocado
no fue adquirir más gloria tu cuidado,
fue volverse al honor de donde vino.

   La eternidad te erige jerarquía,
porque nunca en tu ser se anocheciera  10
lo que infinitamente amanecía.

   Siempre fuiste carbunclo de una esfera,
primavera de luz tu ingenio ardía,
y siempre se ha quedado primavera.




ArribaAbajoDeza y del Águila, Juan Antonio

Conde de la Fuente del Saúco


España. Siglo XVII

Poeta.




A las doctas cenizas del gran poeta Juan Pérez de Montalbán


   En este Mausoleo un Fénix yace,
que nunca tanto ser lo ha parecido.
Como ya que ha ceniza reducido
desde su Ocaso a nuevo Oriente nace.

   Por más que lo voluble lo amenace  5
apostando a su crédito el olvido
el vuelo d su pluma esclarecido
a más glorioso, a su pesar le hace.

   Breves lustros gozó (¡desgracia nuestra!
que el destino a los méritos no mira)  10
si bien en la verdad vive infinitos.

   Pues siéndolo sus números, bien muestra
no morir Montalbán, que si hoy espira
es para eternizarse en sus escritos.




ArribaAbajoDiamante, Juan Bautista

Madrid. 1625 - Madrid. 1687

Poeta y dramaturgo.




De El sol de la sierra


   De cuerpo breve, hermoso, y fabricado,
de mano más divina que estudiosa,
atento a su hermosura milagrosa,
vi el Cielo en una piedra retratado.

   De la propia materia era tallado  5
el vestido, con arte misteriosa,
que no buscó quien supo hacerla hermosa
para su perfección honor prestado.

   A un niño, que de Dios el ser encierra,
abrazaba con tierno amante celo,  10
haciendo a sus cariños dulce guerra.

   Gozaba en Dios María su consuelo,
mas como con los dos se vio la tierra,
fue mientras los gozó la tierra Cielo.




ArribaAbajoDíaz de Ribas, Pedro

España. Siglo XVI

Poeta.




Soneto


   Por ensalzar ¡oh Virgen! tu belleza
con profético acento y voz sagrada,
eres a lo más bello comparada,
que en sus senos guardó naturaleza.

   Blancas estrellas ciñen tu cabeza,  5
tu vestidura está del sol bordada,
y si despiden lumbre desusada,
recíbenla sin fin de tu pureza.

   Quien a tu nombre, siempre glorioso,
de mancha original sombras le miente,  10
niega la luz al resplandor del día.

   Crezca, pues, el afecto religioso,
y aun las piedras pregonen vivamente
tu Inmaculada Concepción, MARIA.




ArribaAbajoDíaz Mayorga, Pedro

España. Siglo XVII

Poeta.




Soneto


   Mengua el año la luz por accidente
de su grandeza; y frutos no causara,
si en retiros de hielo no ocultara
la Majestad de su esplendor luciente.

   Una en su ser, al mundo diferente  5
tal vez dudosa, y tal se ostenta clara;
desmayada el Invierno nos prepara
los frutos, que el Verano colma ardiente.

   Luz del Cuarto Planeta esclarecida,
guarde siempre en su ser; muestra (aunque exenta)  10
sigues de este otro Sol los atributos.

   Desmayada promete, da lucida
sacro esplendor, que sin crecer se aumenta,
a España en tu grandeza muchos Frutos.



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