Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.




- 823 -


Acto III, LUPERCIO


ArribaAbajo   ¿Qué me queréis, amor, que me persigues?
Honra, ¿por qué me tratas de esta suerte?
Amor, vénceme tú, si eres más fuerte.
Honra, ¿qué haré, que tu furor mitigues?

   No es justo, amor, que a tanto mal me obligues,  5
hoy mi honra, amor, te quiere dar la muerte,
amor, este propósito divierte,
honra, déjame a mí si al amor sigues.

   Defiende, amor, un hecho tan extraño,
honra, vuelve por mí, que atrás me vuelvo.  10
Mas ¡ay!, detén, amor, mi espada fiera;

   mas no consientas, honra, tanto engaño,
Amor, cobarde estás: ya me resuelvo;
venza mi honra, al fin, y mi amor muera.




ArribaAbajoDe El desprecio agradecido




- 824 -


Jornada III, FLORELLA


ArribaAbajo   Cubierta de lucidas banderolas,
la nave indiana el rumbo a España gira;
entra en el golfo, y procelosa mira,
trepando el mar, las gavias españolas.

   Allí, por escapar las vidas solas,  5
más mira al cielo que al «amaina y vira»,
y últimamente la esperanza expira
en competencia de montañas de olas.

   Mas sirve de consuelo, que se lanza
al dulce puerto, por el golfo incierto,  10
y que le goza mientras no le alcanza.

   Pero ha sido en mi grave desconcierto
la desdicha mayor de mi esperanza,
romper la nave sin salir del puerto.




- 825 -


Jornada II, OTAVIO


ArribaAbajo   Suele en oscuro y tímido aposento
sentir ruido un hombre desvelado,
y más de honor, que del valor armado,
la causa examinar con miedo atento.

   Pero llegando a donde sólo el viento  5
sus pasos repetía, con alentado
peligro, entonces abrazar turbado
la sombra de su mismo pensamiento.

   Mas de otra suerte, en ciega noche asombra
Lifarda este ruido mil recelos,  10
que tiene cuerpo, aunque parece sombra.

   Van donde suena el golpe mis desvelos,
pero ofendido con razón se nombra
quien topa agravios cuando busca celos.




ArribaAbajoDe El divino africano




- 826 -


Acto II, AGUSTINO


ArribaAbajo   ¿Qué aguardas, ignorante pensamiento,
viendo que Dios te llama y te provoca?
¿No ves que ya la luz tu ingenio toca,
y vence la razón tu entendimiento?

   Verdades son con alto fundamento  5
cuantas oí; Dios habla por su boca;
venid, Señor, la resistencia es poca,
y se quiere rendir mi sufrimiento.

   ¿Pues no queréis entrar, pues no os esfuerza
este deseo, qué más fuerte indicio  10
de que en la puerta hay algo que le tuerza?

   ¿Qué importa que yo os cierre el edificio?
Si sois Dios solo, sol seréis por fuerza,
y para que entre el sol, basta un resquicio.




- 827 -


Acto II, MÓNICA


ArribaAbajo   Estrella de Jacob, vara de Aarón,
puerta oriental por donde entró mi bien,
torre en la celestial Jerusalén,
aljofarada piel de Gedeón:

   Arca y arco de paz y redención,  5
rosa de Jericó, viña en Belén,
palma del monte, zarza de Moysén,
templo y trono Real de Salomón.

   Vos que paristeis al segundo Adán,
aunque doncella siempre, madre, en fin,  10
por cuya gracia a vuestros pies están

   la luna, el cielo, el sol, el serafín,
pues sabéis el cuidado que hijos dan,
rogad que no se pierda mi Agustín.




- 828 -


AGUSTINO


ArribaAbajo   Padre que engendras ab eterno el Verbo,
noticia tuya y sustancial concepto,
mirando de ti mismo el ser perfecto,
luz amorosa que a los dos reservo;

   cuya hermosura el Serafín protervo  5
pensó igualar, poniendo por objeto
al Rey de gloria no vivir sujeto,
que tomó por mi bien forma de siervo.

   Santa Trina unidad, Trinidad una,
que inseparablemente en ti consistes,  10
énfasis de los cielos estupendo;

   hermosa forma, sin materia alguna,
presencia potencial que en todo asistes,
adoro en ti lo que de ti no entiendo.




ArribaAbajoDe El dómine Lucas




- 829 -


Acto I, FLORIANO


ArribaAbajo   Si Amor sus flechas y el infierno el fuego,
perdido hubieran de mi pecho ardiente,
para matar y atormentar la gente,
fuego y flechas sacar pidieran luego.

   Y si a Neptuno, que en mi llanto anego  5
faltara el agua y la inmortal corriente,
hallara nuevo mar en la gran fuente
de lágrimas que ya me tienen ciego.

   Y si el áspid soberbio e iracundo
faltara la ponzoña de su aliento,  10
la hallara de mi pecho en lo profundo.

   Y si faltara al ave su elemento,
con mis suspiros sustentara el mundo,
que soy ponzoña, fuego, mar y viento.




- 830 -


Acto I, FLORIANO


ArribaAbajo   Amor, tiempo, ocasión, fortuna, cielo,
veisme aquí pobre, que el sustento pido,
amor me dio el sujeto enriquecido,
en cuyas alabanzas me desvelo.

   El tiempo me dio tiempo, y con su vuelo,  5
esta ocasión presente me ha ofrecido:
si la fortuna me ha favorecido,
¿quién debe al cielo lo que yo en el suelo?

   Eché la hacienda por salvar la vida
en tu piélago, amor, y llegué al puerto  10
pidiendo como pobre la comida.

   Ya de la vida estoy seguro y cierto,
¿qué milagro me queda que te pida
después de haberle dado vida a un muerto.




- 831 -


Acto II, FLORIANO


ArribaAbajo   Si alguno justamente quejas forma
de su contraria estrella y de los cielos,
consuélense los suyos con mis duelos
y no se queje mientras no se informa.

   Ya Circe, de hombre en piedra me transforma,  5
y aun fuera bien, por no sentir mis celos,
que, en efecto, presentes sufrirelos
y no en la ausencia, que al morir conforma.

   Bien puede ser de un hombre resistido,
un contrario cruel y su violencia,  10
mas no cuando a traición como éste embiste.

   Los celos por los ojos me han venido,
pero por las espaldas el ausencia,
y lo que no se ve, no se resiste.




ArribaAbajoDe El Duque de Viseo




- 832 -


Acto I, CONDESTABLE


ArribaAbajo   Influya el cielo, influyan los planetas
(que nacen con los hombres las fortunas)
las condiciones, y tal vez algunas
en sujetos perfectos, imperfectas.

   Las causas a nosotros tan secretas,  5
siendo disculpas, no les den ningunas;
que en viendo condiciones importunas,
huyen las voluntades más sujetas.

   Aunque desde este polo al de Calixto
gobierne un rey, de serlo no se alabe,  10
si rey de voluntades no se ha visto.

   ¡Dichoso aquel que con prudencia sabe
vencer su condición y ser bienquisto,
que es de la voluntad la mejor llave!




- 833 -


Acto I, CONDESTABLE


ArribaAbajo   Quien fía de mujer algún secreto
dando fe, como necio, a lo que jura,
su honor, su vida pone en aventura,
y pierde la opinión de ser discreto.

   ¡Oh, siempre flaco y tímido sujeto,  5
que tanta muerte y destrucción procura!
¡Naturaleza bárbara y perjura,
de nuestra confianza falso objeto!

   No en vano los primeros que la guerra
vuestra temieron, y que al mundo asombre,  10
llamaron, para ejemplo de la tierra,

    lengua la habla, que es de más renombre,
y labio aquello que la boca cierra,
para mostrarnos que el silencio es hombre.




ArribaAbajoDe El ejemplo de casadas y prueba de la paciencia




- 834 -


Acto II, LAURENCIA


ArribaAbajo   Soberbios edificios, torres bellas,
dorados paramentos y techumbres,
cuyas piramidales pesadumbres
quieren servir de basa a las estrellas.

   Vosotros que las sierras, porque en ellas  5
nací tenéis en poco, y de las cumbres
que ven primero las celestes lumbres,
altivos murmuráis tan lejos de ellas;

   palacios ricos, ¿dónde está el contento?
¿Está en vuestros tesoros y riqueza,  10
o en la seguridad del pensamiento?

   ¡Oh cuánto seguro estado es la pobreza,
pues no puede temer que humille el viento
su miserable estado a más bajeza!




- 835 -


Acto II, FENISA


ArribaAbajo   Montes de Miraflor, altas montañas,
donde vi la primera luz del cielo,
donde una casa vil, un arroyuelo
entoldado de juncos y espadañas.

   ¿Qué quimeras son estas, qué marañas?  5
¿Qué es de mi campo y mi florido suelo,
los verdes olmos que bordaba el cielo,
los copos que igualaban las cabañas?

   Ni el plomo entre el diamante ni el topacio
luciendo en ardoroso fingimiento,  10
fuera del agua, aunque pequeño espacio,

   ni se halla sin el oro el avariento,
ni el rústico pastor en el palacio,
que es centro en cada cual su nacimiento,




ArribaAbajoDe La imperial de Otón o El esclavo de Roma




- 836 -


Acto II, ARIODANTE


ArribaAbajo   Noche la más oscura que se ha visto,
mucho os debe el temor que el alma siente;
mas ¿qué milagro, si mi sol ausente
se traspuso del polo de Calixto?

   Si la eterna con lágrimas conquisto,  5
cúrele celestial vivo y presente;
pero naturaleza no consiente
la justa muerte que el amor resisto.

   De sombra en sombra voy, de pena en pena,
de un paso en otro hasta le postrero paso,  10
llevando sobre el hombro la cadena;

   mas como me defiendo, es cierto caso
que la fin ha de acabar con mano ajena
la triste vida y el dolor que paso.




- 837 -


Acto III, ANDRONIO


ArribaAbajo   Tres meses ha que en estos montes vivo,
huyendo de la furia de un romano,
huésped de un animal noble africano,
de quien sustento liberal recibo.

   No se ha mostrado al beneficio esquivo,  5
de sacarle la flecha de la mano;
yo sí a mi Flora por aquel tirano,
pues que la dejo y ando fugitivo.

   ¡Oh, cuánto los ingratos son culpados!
Quien agradece la piedad ajena,  10
notablemente a Júpiter obliga;

   reserva el cielo de otros mil pecados,
para otra vida, su castigo y pena,
y al que es ingrato, en esta le castiga.




ArribaAbajoDe El esclavo de Venecia y amante de su hermana




- 838 -


Jornada I, ZARA


ArribaAbajo   ¡Alado dios, vendado niño ciego,
que postras altos cetros y coronas,
al más pobre y humilde no perdonas
y a todos haces guerra a sangre y fuego!

   Yo, que en las olas de la mar me anego,  5
¿qué defensa hallaré cuando blasonas
que temen tu poder las cinco zonas,
privando a los más libres de sosiego?

   Pues derribas, destrozas, atropellas
majestades, imperios y tiaras,  10
consuelo es para mí aunque no me alabo,

   que quedo libre en ver que altivo huellas
las libertades pródigas y avaras,
el ver que me sujeta a mí un esclavo.




ArribaAbajoDe El esclavo fingido




- 839 -


Jornada III, LUCINDA


ArribaAbajo   Di, Lucinda, el honor y el ser honrada
no corresponde al intentado hecho
ni cabe en la nobleza de mi pecho
ser donde hay que pensar determinada.

   Buena razón. Más vale poca o nada;  5
que el pecho que de amor está deshecho,
rompiendo por las leyes del derecho
a su albedrío hace el alma osada.

   ¿A qué honor, a qué honra o señorío
no has hecho, niño Amor, hacer mudanza  10
del pecho más honrado y más prudente?

   ¡Oh, amor gigante; oh, caudaloso río,
que si de madre sales no hay pujanza
que resista el caudal de tu corriente!




ArribaAbajoDe El favor agradecido




- 840 -


Acto I, ASTOLFO


ArribaAbajo   Si como fuiste extremo de hermosura
del corzo mar a la ribera Anaura,
ingrata y bella celestial Rosaura,
no lo fueras en ser áspera y dura,

   no se acabara en tanta desventura  5
de mi corto vivir la vital aura;
que a pérdida que el tiempo no restaura
vana paciencia la razón procura.

   Alegre estás con tu dichoso amante,
sin ver que de tu música soy pausa,  10
cuya tragedia en tu victoria empieza.

   Que como con la sangre en el diamante,
así con sangre del que da la causa,
ablandarán mis celos tu dureza.




ArribaAbajoDe El galán de la Membrilla




- 841 -


Acto I, TELLO


ArribaAbajo   ¿Cómo puede guardarse el dilatado
campo del mar, a todo el mundo abierto?
Porque no importa que se guarde un puerto
de peñas y de tiros coronado.

   Y como es imposible ser guardado  5
secreto que fue a muchos descubierto,
y del padre avariento el encubierto
dinero que heredó mozo engañado.

   ¿Cómo podrá guardar, por más que enfrene
la blanda arena el puño más robusto,  10
la división con que a los dedos viene?

   ¿Podrá guardar el cuerdo, el sabio, el justo,
una mujer que de su honra tiene
las llaves en las manos de su gusto?




- 842 -


Acto I, RAMIRO


ArribaAbajo   Amor, quien más de ti piensa que entiende,
menos sabe de ti, porque ofendido
tienes memoria, y pagas con olvido
a quien servirte más leal pretende.

   Amor ingrato, la verdad te ofende,  5
y estás a la mentira agradecido,
precipitas el alma resistido,
la fe te hiela y el desdén te enciende.

   Quien más tiene de ti, menos adquiere,
nadie verdad a tus engaños pida,  10
ni menos que rigor amando espere.

   De un medio amor para pasar la vida,
pues aborrezco a quien me adora y quiere,
y quiero locamente a quien me olvida.




- 843 -


Acto III, LEONOR


ArribaAbajo   ¿Qué dicha de las otras se adelanta,
que tenga firme la mudable rueda,
ni hay bien sin mal, ni mal que tanto exceda,
que falte al bien en que poner la planta?

   No hay gusto sin azar, ni mar en tanta  5
bonanza, que una luna se esté queda,
ni tan dulce manjar que serlo pueda,
si punta de limón no se levanta.

   Agrios quieren también tener los gustos,
que son como manjares delicados,  10
y sus pesares a sus tiempos justos.

   Venid, disgustos, mas venid templados,
porque si no tuviera amor disgustos,
¿cómo tuviera gustos sazonados?




ArribaAbajoDe El galán escarmentado




- 844 -


Acto I, CELIO


ArribaAbajo   Adiós casadas, piélago de engaños;
adiós, las que no sois tan virtuosas
que, en siendo esposas, os echáis esposas
para la libertad de tantos años.

   Dichoso el que, con justos desengaños,  5
pasa con su mujer horas dichosas;
y más el que no vio las peligrosas
fortunas de la mar de tantos daños.

   Adiós, taza dorada con veneno,
Amor, no es bien que más el arco vibres,  10
hoy de tu reino al libre me despachas.

   Adiós, fruta sabrosa en huerto ajeno,
que yo me voy a las solteras libres,
que no engaña quien vende con sus tachas.




- 845 -


Acto I, ROBERTO


ArribaAbajo   Adiós, Elvira: adiós, esposa y dueña;
adiós, capa de raja nueva y fina;
adiós, espada de quedarse indina,
pero temieron las espadas leña.

   Adiós, casa de piedra berroqueña,  5
donde dejar mi amo determina
mil reales empleados en harina,
con que otro duerme y por ventura sueña.

   Adiós, peligro cierto y bien prestado,
que mal trata verdad, por tales modos,  10
quien con su dueño tiene tan mal trato,

   que desde aquí me voy a lo guisado;
que eso, y el paño pardo, dieron todos
que siempre es lo mejor, lo más barato.




- 846 -


Acto II, ROBERTO


ArribaAbajo   ¡Adiós, atolladeros y honduras
de la fragilidad del carro humano;
fríos de invierno, ardientes de verano,
mudanzas de alquiler con mataduras!

   Las buenas son angélicas criaturas;  5
yo las estimo, y a sus pies me allano;
hablo de las que son de mala mano,
que a tantos dan unciones sin ser curas.

   Labradora más bella que unas natas,
sin botana o parchíferos portillos,  10
que hueles más que Coca y Alaejos;

   muestra los quince puntos de tus patas;
que ya voy a cogerte los tomillos,
y quédense a curar los cueros viejos.




- 847 -


Acto II, CELIO


ArribaAbajo   ¡Adiós, Solteras de embelecos llenas;
libres, en fin, por tantas libertades,
que tenéis en querer más variedades
que el mar pescados y la Libia arenas.

   Adoro muchas buenas, que las buenas  5
tienen siempre el valor de sus verdades;
de las que dan y toman voluntades,
hablen mis desengaños y mis penas.

   Labradora del alma, que me labras
de nuevo a mí con esas manos bellas;  10
ya voy a oír tus rústicas palabras.

   ¡Adiós, casadas, libres y doncellas!
que más vale querer quien guarda cabras
que no imitar los que proceden de ellas.




ArribaAbajoDe El ganso de oro




- 848 -


Acto I, BELISA


ArribaAbajo   Marchitas plantas, ramos, fruto y rosas,
fe de los hombres, tiernas clavellinas,
que siendo falsas, como piedras finas
a nuestro engaño relucís vosotras.

   Robles, desenlazad las amorosas  5
yedras de engaño y deslealtad indinas,
porque las apariencias más divinas
de fes rompidas vivan victoriosas.

   Pastor injusto, pues que llega el día
de tu mal pensamiento, estos despojos  10
recibe, que es más justo a quien le toca.

   Ni soy tu prenda, ni eres prenda mía;
sólo me pesa, que a tan buenos ojos
el cielo diese tan fingida boca.




- 849 -


Acto III, EL REY


ArribaAbajo   Soñaba, Conde, que esta gran Sirena,
que tiene ahora en Nápoles sepulcro,
me apareció, durmiendo yo en mi cama,
con un arpa en las manos, y cantando

   profetizaba así mi injusta muerte:  5
«¡Oh, gran Partenopeo, que mi nombre,
en honra de mis huesos has tomado,
despierta, que te quieren dar la muerte,

   sin que la veas, a traición un hombre
que es de tu misma tierra y de tu sangre.  10
Pero toma este anillo, que sin duda

   veras con él la daga, ya que sea
ver al traidor tan imposible caso.»
y diome, al fin, Rodulfo, aqueste anillo.




ArribaAbajoDe Las cuentas del Gran Capitán




- 850 -


Jornada I, DON JUAN


ArribaAbajo   La opinión general pinta desnudo
al ciego Amor, y en esto no se engaña,
que cuando de intereses se acompaña
no lo es, ni lo será, ni serlo pudo.

   Dicen que es gala al tosco, ingenio al rudo,  5
propia amistad, correspondencia extraña,
mano al avaro, y al inhábil maña,
freno al soberbio y al cobarde escudo.

   Dicen que es un defecto que conquista
la hermosura en quien hace el alma empleo,  10
sin que prudencia humana se resista.

   Yo digo que es amor, y en mí lo veo,
un animal que le engendró la vista,
dio vida el trato y manos el deseo.




ArribaAbajoDe El gran Duque de Moscovia y emperador perseguido




- 851 -


Acto II, DEMETRIO


ArribaAbajo   Nací rey; pobre soy, secreto vivo.
Si digo que soy rey, cierta es mi muerte;
si no lo digo, viviré de suerte
que envidie el remo del más vil cautivo,

   pues, si paso la vida fugitivo,  5
¡qué dura pena!, ¡qué dolor más fuerte!
¿adónde me pondré que no me acierte
el rayo?, ¿seré palma o seré olivo?

   ¡Pluguiera a Dios que un labrador naciera!
No hay en este ajedrez tretas sutiles,  10
porque se acaba el juego de manera

   que los reyes, las damas, los alfiles
junta la muerte, sin quedarse fuera
las piezas altas ni las piezas viles.




ArribaAbajoDe El Grao de Valencia




- 852 -


Acto II, JARIFE


ArribaAbajo   No tiene tanta miel Atica hermosa,
algas la orilla de la mar, ni encierra
tantas encinas la montaña y sierra,
flores la primavera deleitosa,

   lluvias el triste invierno, y la copiosa  5
mano del seco otoño por la tierra
graves racimos, ni en fiera guerra
más flechas Media en arcos belicosa.

   No más estrellas tiene el firmamento
cuando la noche calla más serena,  10
el Alpe nieve por su frente altiva,

   peces el ancho mar, aves el viento,
la Libia granos de menuda arena,
cuantos suspiros doy por mi cautiva.




ArribaAbajoDe El guante de doña Blanca




- 853 -


Acto II, DON NUÑO


ArribaAbajo   Al signo de León, de nueva estrella
quiso Blanca adornar, y fue bastante
dejar caer desde su cielo un guante;
la estrella no, que se quedó con ella.

   Vistió su claro sol púrpura bella,  5
su mano más cristal, y todo amante
para tanto laurel vistió diamante,
determinado de morir por ella.

   Nube era el guante que ocultaba en vano
la nieve que en las almas fuego llueve,  10
con que pensó templarse amor tirano.

   Pero burlose cuando más se atreve,
porque, quitando el guante de la mano,
cayo la nube y se quedó la nieve.




- 854 -


Acto II, DON JUAN


ArribaAbajo   Si fue descuido, mi cuidado siente
no haber en mí vuestro descuido hallado;
si fue cuidado, mucho habéis fiado
de mi descuido cuando el vuestro miente.

   Mas, cuidado o descuido, el accidente  5
no halló mi pensamiento descuidado,
si os ofreció la vida mi cuidado;
que no hay dificultad que amor no intente.

   Probar con vuestro guante corazones
crueldad indigna fue de vuestros cielos,  10
o de mayor imperio presunciones.

   Y si quisiste dar a amor desvelos
para probarle, no busquéis leones,
que más difícil fue cayendo en celos.




- 855 -


Acto II, BRITO


ArribaAbajo   Cayose un escarpín de la derecha
mano (que de la izquierda importa poco)
a la señora Blanca, y amor loco
a dos fidalgos disparó la flecha.

   Éranse dos leones en la estrecha  5
cárcel, que ya lo fue de África el zoco,
cuando a sus puertas, que temblando toco,
bajan los dos el día de la fecha.

   Dijo el amor que fue el amor bastante
para probar amantes corazones,  10
estando el Rey de Portugal delante.

   Y yo digo que en tales ocasiones
oler al ámbar fino pudo el guante,
mas no de los fidalgos los calzones.




- 856 -


Acto II, REY


ArribaAbajo   Soberbio un guante que se vio cordero,
porque cubrió feliz mano leona,
al sol se opuso, y de otro sol blasona
que blanca aurora le mostró primero.

   Cayó del cielo, y discurrió ligero  5
desde la blanca nieve que corona
al suelo estéril de la ardiente zona,
entre leones para ser tan fiero.

   Alzole amor, porque pensaba amante
volverle a Blanca, y díjole la diosa  10
Venus: «No se le vuelvas, ignorante.

   No le cubras la mano poderosa,
pues mejor matarás quitado el guante,
con cinco flechas de su mano hermosa.»




ArribaAbajoDe El Hamete de Toledo




- 857 -


Acto III, DOÑA LEO


ArribaAbajo   Si el mundo todo en mi poder tuviera,
por rey del mundo, primo, os coronara,
y si pudiera hacer mundos, formara
otros mil mundos, que a esos pies pusiera.

   Si el cielo dilatar me concediera  5
las vidas de los hombres, dilatara
la vuestra tanto, que hasta el fin llegara
del fin universal que el mundo espera.

   Y si de Ovidio el artificio extraño
extendiera a sucesos verdaderos  10
y su transformación no fuera engaño,

   me convirtiera en vos para teneros
el amor que os tenéis; si no me engaño,
yo os quiero más que vos podéis quereros.




- 858 -


Acto III, GASPAR


ArribaAbajo   Si fuera yo la juventud florida,
en vuestra verde edad me aposentara,
y si fuera yo el tiempo, me parara
para que fuera eterna vuestra vida.

   Si fuera el sol, la luz esclarecida  5
de vuestros ojos por mi luz tomara,
para que el mundo, en viéndola, os llamara
sola del sol de tanta luz vestida.

   Si no hubiérades ido para hacerme
un ser de vuestro ser, a pensar vengo,  10
que a poder ser, que lo que no es se vea,

   no quisiera haber sido, por no verme
con ser sin vos, porque este ser que tengo
es ser por vos hasta que ser no sea.




ArribaAbajoDe El hidalgo Bencerraje




- 859 -


Acto II, MAHOMAD


ArribaAbajo   Dulce desdén, ¿a qué remota parte,
a qué tierra, a qué cielo diferente,
apacible, cruel, helado, ardiente,
no fuera yo para poder templarte?

   Hermosos ojos, pus ignora el arte  5
ciencia de serenar la hermosa frente;
donde hace el sol su más ilustre oriente
y tantas flechas el amor reparte.

   Como podéis vivir sin mil reparos,
quien sólo en esto ocupa la memoria.  10
Noble desdén ¿de quién queréis vengaros?

   Que cuando más segura la victoria
me dais, desdén, en esos ojos claros
pena mirando y con miraros gloria.




- 860 -


Acto II, JAZMÍN


ArribaAbajo   Llamaron los filósofos la luna
tierra celeste, y con razón es tierra,
pues la humedad que lo terrestre encierra,
no la deja tener firmeza alguna.

   ¿Qué mucho que no se halle en ti ninguna,  5
mujer mudable (quien la busca yerra),
si eres tierra celeste, que destierra
la paz más firme y la mejor fortuna?

   ¡Oh luna desigual! Creciendo enojos,
que pones tantas quejas en los sabios,  10
de quien ve las menguantes de tus ojos:

   ¿Qué bien dicen por ti los que son sabios,
que quien de tales lunas hace antojos,
merece ver con ellos sus agravios!




- 861 -


Acto II, DON JUAN


ArribaAbajo   ¡Oh prolijo esperar de un bien en duda!
No sé como le aumenta la tardanza,
pues nunca el mar de amor tiene bonanza,
ni a tenerla jamás ausencia ayuda.

   De mil colores el temor se muda,  5
sécase por momentos la esperanza;
que la imaginación que al daño alcanza,
del verde tronco la color desnuda.

   Aquí, donde llorando me amanece
y hasta la noche el llanto persevera,  10
porque en el mismo engaño me anochece,

   con ansia extrema de que viva o muera,
espero un bien que dilatado crece,
para que pene más quien más espera.




ArribaAbajoDe El hijo de los leones




- 862 -


Acto II, FENISA


ArribaAbajo   Cuantas cosas formó naturaleza
tienen divino y alto fundamento,
que del mayor poder siendo instrumento
en sus obras retrata su grandeza.

   Que es ver de tantos cielos la belleza,  5
la tierra, el fuego, el agua, el sol, el viento
y, para su hermosura y ornamento,
de las perlas y el oro la riqueza.

   Cuanto sustenta al hombre y cuanto daña
los humanos deleites y placeres,  10
artes y ciencias de tan varios nombres.

   Solamente parece cosa extraña
que pusiese el honor de las mujeres
en el atrevimiento de los hombres.




ArribaAbajoDe El hijo sin padre




- 863 -


Jornada II, DOÑA LEONOR


ArribaAbajo   Lloran la ausencia del verano hermoso
las verdes selvas, los amenos prados,
que se vieron de flores esmaltados
por las albas del mayo caluroso.

   Sienten la falta de su pasto hermoso  5
abriendo el seco suelo los ganados,
y en los espejos de la tierra, helados,
se miran sin beber, en son quejoso.

   Pues si la ausencia de los ojos calma,
mueve lo que no siente a sentimiento,  10
y el peso del olvido es fuerte palma.

   Y si a un rudo animal causa tormento,
¡qué hará quien tiene la razón por alma
sino sentir la pena que yo siento!




ArribaAbajoDe El hombre de bien




- 864 -


Acto I, LUCINDA


ArribaAbajo   Con tal secreto me rendí ha seis años
del amor de Jacinto, que, en efecto,
nos habemos gozado con secreto,
haciendo burlas y trazando engaños.

   En medio de sucesos tan extraños,  5
ha tenido a mi amor tanto respeto,
que el cielo, a quien el mundo está sujeto,
sólo sabe mis bienes o mis daños

   Amor he de estar siempre con recelo,
encubriendo sus sendas y verdades,  10
cual nave en agua y ave en aire el vuelo.

   Anden las manos, mas las lenguas quedas;
que amor ha de moverse como el cielo,
que por más que andan, no se ven las ruedas.




- 865 -


Acto II, TANSILO


ArribaAbajo   Que estimará mi amor, dice Clavela,
si la desprecia el Príncipe Rugero,
¡triste de aquel que quiere como quiero,
a quien por otro gusto se desvela!

   Con que si no la quiere me consuela,  5
mirad que premio de mi amor espero,
mas si la quiere, sin remedio muero,
así que este mi amor quiere a cautela.

   Amar, quien ama, justa ley lo ordena,
pero querer a nadie a su despecho,  10
si no es locura es temeraria pena.

   Querer lo que otro deja, no es bien hecho,
porque es como vestirse ropa ajena,
que nunca viene justamente al pecho.




- 866 -


Acto III, GABINO


ArribaAbajo   Que al fin te vas, ingrata, vuelve y mira
este Apolo lacayo que te llama,
o que tropieces en un pie de cama,
para que pague tu desdén la ira.

   Pues tantas coces tu desdén me tira,  5
no te vuelvas laurel, sino retama,
coronará mi frente amarga fama
y una almohaza tomaré por lira

   Hirió el amor con diaquilón mi pecho,
con ungüento de plomo te amohína,  10
por eso con desdenes me haces fieros.

   ¡Ay, Dafne, que me quejo sin provecho!
pues que sé que he de hallarte en la cocina,
y tú entre tantas ollas mis pucheros.




ArribaAbajoDe El hombre por su palabra




- 867 -


Acto III, LEANDRO


ArribaAbajo   La firma de ser hombre cualquier hombre
es la palabra en que el ser hombre estriba
y si la ha de cumplir, que muera o viva,
ahí consiste de ser hombre el nombre.

   Aunque el peligro del morir le asombre  5
la intente rescatar, si está cautiva,
para que el nombre que le dio reciba,
pues sin ella no es bien que hombre se nombre.

   Como al oro el color diverso esmalta
así el crédito al hombre bien nacido,  10
mientras en la palabra no hace falta.

   Pero si la palabra no ha cumplido
para ser hombre lo mejor le falta,
porque nadie sin crédito lo ha sido.




ArribaAbajoDe El honrado hermano




- 868 -


Acto II, HORACIO


ArribaAbajo   Muros de Roma, plazas, teatros, cuevas,
imagen de la fábrica troyana;
en siete montes máquina tan llana
que, con sus puertas ciento, vence a Tebas:

   Pirámides, colosos, torres nuevas,  5
arcos, baños y templos, barbacana
donde la nueva juventud romana
hace de su valor tan altas pruebas;

   ¡Salud, divina patria, madre noble
de Horacios, Tulios, Fabios y Fabricios!  10
¡Salud, del Tibre espléndida ribera!

   ¡Salud, penates lares! Y tú, al doble;
templo de mis divinos sacrificios,
casa de Venus, de mi fuego esfera.




- 869 -


Acto III, JULIA


ArribaAbajo   Esto es amar, esto es temer, que en esto
consiste el fin de mi amorosa vida;
temer de un alto estado gran caída,
¿quién duda que ha de estar en razón puesto?

   Ya toma el alma por partido honesto  5
detener lo que pude tu partida,
hermoso dueño, de quien vive asida,
porque cortando el tiempo vuelvas presto.

   Amé, temí, lloré que son efectos
de esta primera causa: ¡tanto puede  10
temer de un buen estado la mudanza!

   ¡Oh amor! Si eres manjar para discretos,
¿qué confianza quieres que me quede,
si es de necios la propia confianza?




ArribaAbajoDe El ingrato




- 870 -


Jornada II, ENRICO


ArribaAbajo   Anillos tiene amor de blanca nieve
con que enero oprimió los montes canos,
y a los ojos de Porcia, soberanos,
como a región de fuego no se atreve.

   Osado intento fue, que en tiempo breve  5
se ardieran arco y flechas de sus manos,
y es tanto, que el horror de los humanos
a estar en su presencia no se atreve.

   Abrasado quedó, y templar no pudo
en su frígida zona el fuego esquivo,  10
que el hielo de las almas ha deshecho.

   Mal puedes, dijo, en fuego fugitivo,
¡oh Porcia!, dar alivio a amor desnudo
si Etna tus ojos son y Citia el pecho.




- 871 -


Jornada III, LA INFANTA


ArribaAbajo   Si Etnas tus ojos son y Citia el pecho,
subieron de tu boca a mis oídos
los aires, con tu voz favorecidos,
con que lisonjas ha mi amor han hecho.

   Si Etna sus ojos son, ya habrán deshecho  5
el uso a mi razón, y a mis sentidos;
si el pecho Citia fue, tendrá oprimidos
mi amor, mi libertad y mi provecho.

   Si de mis ojos y mi pecho hablabas,
Citia son ellos, y él es Etna ardiente,  10
pues dan llanto y suspiros en despojos.

   ¿Por qué los epítetos no trocabas?
Pero dijiste, Enrico, agudamente,
si hablaban de tu pecho y de tus ojos.




ArribaAbajoDe El ingrato arrepentido




- 872 -


Acto I, FLORELA


ArribaAbajo   Florentín engañoso, ingrato Albano,
peregrino traidor, fingido amigo,
amante desleal, cierto enemigo,
victorioso cruel, huésped villano.

   Griego en mentiras y en amor troyano,  5
rayo en mi pecho, y en mi honor castigo,
perjuro pretensor, falso testigo,
fiera de Libia con semblante humano.

   Como tigre te sigo, ingrato, espera,
no por el hijo que me llevas fiero,  10
más por el que me dejas arrojado.

   Deseando en seguirte voy ligera,
tú cansado de mí corres ligero,
que más huye de amor el más cansado.




- 873 -


Acto III, ALBANO


ArribaAbajo   Celos, que tantas veces me habéis dado
tan ásperos y extraños desconsuelos,
que con ser de carámbanos y hielos
me he visto entre vosotros abrasado.

   Perdonadme si infierno os he llamado,  5
celos, hijos de amor, que ya sois cielos,
que algunos que no saben lo que es celos
la letra que yo os doy os han quitado.

   Hurtado habéis el sol de los efectos,
pues que la nieve enternecéis buscados  10
y endurecéis la tierra conocidos.

   Bien os llaman heridas los discretos,
que, en efecto, sois buenos para dados
y malos en extremo recibidos.




ArribaAbajoDe El juez en su causa




- 874 -


Jornada I, ROSARDO


ArribaAbajo   Este es el fin de un loco atrevimiento,
principio en la tragedia de mi vida;
mientras callaba, mi esperanza asida
de un falso engaño, dilatose al viento.

   Habló mi amor para mayor tormento,  5
el desengaño acrecentó la herida,
mi propia lengua ha sido mi homicida
y aun no se declaró mi pensamiento.

   Si me entendió, si sabe mi cuidado,
y a muerte por decirlo me condena  10
y mi vida y mi amor se han acabado...

   ¿Mas qué me aflige lo que amor ordena?
Que más quiero morir habiendo hablado
que no vivir sin declarar mi pena.




- 875 -


Jornada I, OCTAVIO


ArribaAbajo   ¿Hay más extraño amor? ¿Pero qué digo
si de la misma hierba estoy tocado?
Culpo a mi hermano donde soy culpado,
que amando a Arminda el mismo engaño sigo.

   Déjame aquí para leal testigo  5
y es fuerza que de mí quede engañado
del engaño que deja concertado,
que a tal hermano, tal fingido amigo.

   Arminda, plega a Dios que correspondas
porque viva Leonida siempre esquiva  10
y que tu rostro de tu llanto escondas.

   Nunca tan fiero mal la fama escriba,
¡Oh, sacro mar, sepúltale en sus ondas!
Muera el traidor y el inocente viva.




- 876 -


Jornada II, ALBANO


ArribaAbajo   Pasan el mar mis tristes pensamientos
en la nave mortal de mis cuidados,
entre tantas fortunas arrojados,
que están más locos que los mismos vientos.

   La causa de los grandes movimientos,  5
lejos, entre peñascos elevados,
muestran la luz, que de mirar turbados
los ojos truecan a los elementos.

   Por el agua en que nadan da la lumbre
y cerca se promete a la esperanza  10
desde el puerto a los ojos ofrecida.

   Yo digo la verdad por alta cumbre,
y engañado de ver su semejanza,
la muerte debo a sombra de la vida




- 877 -


Jornada II, LEONIDA


ArribaAbajo   Huyendo voy de todo el bien que tengo,
no tengo ya más bien que el de que huyo;
huyo porque me tiene por mal suyo,
y como mal del bien huyendo vengo.

   No es gusto de la vida que entretengo  5
sino saber, mi bien, que es gusto tuyo,
pues viendo que el honor te restituyo
en medio del camino me detengo.

   Ven a matarme si a tu honor provoca
de algún traidor el loco desvarío,  10
celos o amor de alguna mujer loca.

   No huyo por vivir, pues desconfío
de la vida sin ti, mas porque toca
a tu precioso honor guardar el mío.




ArribaAbajoDe El laberinto de Creta




- 878 -


Acto I, ARIADNA


ArribaAbajo   ¿A dónde vas amenazando ausencia,
dueño del alma venturosa mía?
Que no suele olvidar el que porfía,
porque donde hay memoria no hay paciencia.

   Amenaza atrevida la presencia;  5
mas luego que la vista se desvía,
vuelve en su fuerza amor, que a sangre fría
no sabe hacer el gusto resistencia.

   Amor, cuando se ha dado por despojos,
no muda la pasión mudando cielos;  10
que ven las almas si no ven los ojos.

   Juegan los que aman si lo son desvelos;
mas no se ausente nadie por enojos,
que lo que saca amor vuelven los celos.




- 879 -


Acto II, TESEO


ArribaAbajo   Cuando en el nido el pajarillo asiste
en larga noche del invierno airado,
y espera el alba, que con rayo helado
baña los montes, y los campos viste;

   luego que de jacinto y amatiste  5
saca el rico cabello coronado,
trueca las pajas al ameno prado,
y en los rayos del sol la noche triste.

   Yo, de otra suerte, en noche oscura y fría
de aquesta cárcel que me dio la suerte,  10
no doy lugar a la esperanza mía.

   ¡Desdichado de aquel que de tan fuerte
prisión no espera que amanezca el día,
pues ha de ser la noche de su muerte!




- 880 -


Acto III, ARIADNA


ArribaAbajo   Arrepentido amor de haber querido
bastardo amor contra el amor primero,
volvió a querer, que el fuego verdadero
estaba en las entrañas escondido.

   Bien dicen que el ausencia causa olvido,  5
culpa le pongo y disculparme quiero;
pero probar que no es olvido espero,
amor que vuelve a ser como había sido.

   Mientras que en la memoria el fuego asista,
no importa que le falte la presencia  10
para que del olvido se resista.

   Cubriole la ceniza de la ausencia,
pero como sopló la dulce vista,
volvió la llama a su primera esencia.




ArribaAbajoDe El labrador venturoso




- 881 -


Jornada I, ELVIRA


ArribaAbajo   ¡Desiertos campos, soledad gustosa,
líquidos, sonorosos arroyuelos,
que hacéis al prado cristalinos velos,
donde se mira esa arboleda umbrosa!

   ¡Oh, quién hubiera sido tan dichosa,  5
que por su patria los benignos cielos
le dieran vuestros soles, vuestros hielos,
donde la paz y la quietud reposa!

   Huyendo vengo del rigor de un moro;
no sé si un padre en tales pensamientos,  10
que ofendieron el cielo y su decoro.

   ¡Oh, cómo les mostráis a mis intentos,
que no están los contentos en el oro,
sino al revés, el oro en los contentos!




- 882 -


Jornada II, ALFONSO


ArribaAbajo   Inés, cuando te vi, te amé; no pude
amarte antes de verte; pero al verte,
quererte se siguió, que fue quererte,
sangre que al alma por la vista acude.

   Que tu beldad, ya salteador, desnude  5
al alma de tu amor, fue dulce suerte,
porque no habrá peligro, hasta la muerte,
que de aqueste propósito me mude.

   Yo soy el labrador de estas riberas,
si bien de hidalgo quiero que me trates,  10
que de mayores partes consideras.

   Inés, quiéreme a mí, no lo dilates,
y cuando no merezca que me quieras,
por lo menos, merezca que me mates.




- 883 -


Jornada II, LAURO


ArribaAbajo   Inés, sin verte. el alma te adoraba,
que quien te vio, por fuerza te quería,
pues fue animoso, a ver cómo sería
amor que de otro amor me despojaba.

   Creció mi amor en viéndote, que estaba  5
declarando su misma profecía
en esos ojos, donde vi que había
la luz de la verdad que imaginaba.

   Pienso que pagarás haberte amado,
cuando de tanto amor la verdad pruebes  10
en el gusto, en la fe y en el cuidado.

   Esto resuelvo en dos palabras breves,
que cuando no me pagues, me has pagado,
pues has de conocer lo que me debes.




- 884 -


Jornada II, ELVIRA


ArribaAbajo   Alfonso y Lauro, si olvidar pudiste,
con verme a mí, lo que primero amaste,
de la poca firmeza que mostraste
firme seguridad me prometiste.

   Por donde me obligaste, me perdiste;  5
pues como entonces a Leonor dejaste,
me dejastes también, o cuanto amaste,
en la inconstancia que en amar tuviste.

   ¿Qué mujer, y más yo, por tierra extraña,
puede para querer ser atrevida  10
a quien de que olvidó la desengaña?

   Porque desengañada, aunque querida,
ni se deja engañar de quien engaña,
ni se deja querer de quien olvida.




- 885 -


Jornada I, ELVIRA


ArribaAbajo   ¡Desiertos campos, soledad gustosa,
líquidos, sonorosos arroyuelos,
que hacéis al prado cristalinos velos,
donde se mira esa arboleda umbrosa!

   ¡Oh, quién hubiera sido tan dichosa,  5
que por su patria los benignos cielos
le dieran vuestros soles, vuestros hielos,
donde la paz y la quietud reposa!

   Huyendo vengo del rigor de un moro;
no sé si un padre en tales pensamientos,  10
que ofendieron el cielo y su decoro.

   ¡Oh, cómo les mostráis a mis intentos,
que no están los contentos en el oro,
sino al revés, el oro en los contentos!




- 886 -


Jornada II, ALFONSO


ArribaAbajo   Inés, cuando te vi, te amé; no pude
amarte antes de verte; pero al verte,
quererte se siguió, que fue quererte,
sangre que al alma por la vista acude.

   Que tu beldad, ya salteador, desnude  5
al alma de tu amor, fue dulce suerte,
porque no habrá peligro, hasta la muerte,
que de aqueste propósito me mude.

   Yo soy el labrador de estas riberas,
si bien de hidalgo quiero que me trates,  10
que de mayores partes consideras.

   Inés, quiéreme a mí, no lo dilates,
y cuando no merezca que me quieras,
por lo menos, merezca que me mates.




- 887 -


Jornada II, LAURO


ArribaAbajo   Inés, sin verte. el alma te adoraba,
que quien te vio, por fuerza te quería,
pues fue animoso, a ver cómo sería
amor que de otro amor me despojaba.

   Creció mi amor en viéndote, que estaba  5
declarando su misma profecía
en esos ojos, donde vi que había
la luz de la verdad que imaginaba.

   Pienso que pagarás haberte amado,
cuando de tanto amor la verdad pruebes  10
en el gusto, en la fe y en el cuidado.

   Esto resuelvo en dos palabras breves,
que cuando no me pagues, me has pagado,
pues has de conocer lo que me debes.




- 888 -


Jornada II, ELVIRA


ArribaAbajo   Alfonso y Lauro, si olvidar pudiste,
con verme a mí, lo que primero amaste,
de la poca firmeza que mostraste
firme seguridad me prometiste.

   Por donde me obligaste, me perdiste;  5
pues como entonces a Leonor dejaste,
me dejastes también, o cuanto amaste,
en la inconstancia que en amar tuviste.

   ¿Qué mujer, y más yo, por tierra extraña,
puede para querer ser atrevida  10
a quien de que olvidó la desengaña?

   Porque desengañada, aunque querida,
ni se deja engañar de quien engaña,
ni se deja querer de quien olvida.




ArribaAbajoDe El leal criado




- 889 -


Acto I, GALERIO


ArribaAbajo   Como al reclamo acude el pajarillo,
y el tordo al fruto de temprano acerbo,
al animal difunto el negro cuerpo,
las saltadoras cabras al tomillo.

   Como a la voz del tierno corderillo,  5
hambriento lobo en porfiar protervo,
al agua herido de la flecha el ciervo,
y lleno de garrochas el novillo,

   y como a la abejuela a la flor bella,
el mudo pez al cebo y al garlito,  10
y a su voz cuantas aves tienen nombre,

   así el mancebo acude a la doncella,
porque es este deseo y apetito
común naturaleza de los hombres.




- 890 -


Acto I, SERAFINA


ArribaAbajo   Los ojos de la envidia que excedieron
los que ahora el pavón tiene en cuidado;
los que guardaron el vellón dorado,
y los del lince, que por piedras vieron.

   Los del león, que abiertos se durmieron,  5
y es de la guarda símbolo pintado,
los del azor, en la perdiz cebado;
y los del sol, que a Marte infamia dieron.

   Los del zahorí, que más profundo viere,
y el grumete en la gavia de la nave,  10
y del celoso lleno de disgustos,

   no guardarán una mujer si quiere,
porque a la sombra de sí misma sabe
hacer sus hechos y encubrir sus gustos.




- 891 -


Acto III, SERAFINA


ArribaAbajo   Siete veces ha dado el cielo vuelta
del pez de plata al vellocino de oro,
mientras ausencias y desdichas lloro,
dándome amor su gloria en pena envuelta.

   Quiero morir, y cuando estoy resuelta  5
lo estorban prendas que en el alma adoro,
y así el camino de dejarla ignoro
de aquella humana cárcel libre y suelta.

   Cárcel de desdichados es la vida,
suspensa mar de calurosa calma,  10
y a veces nao en el golfo combatida.

   Dichoso a quien la muerte dio la palma
de los cuidados, donde vio perdida
por largos años la razón del alma.




ArribaAbajoDe El liberal genovés




- 892 -


Acto I, MARCELA y OTAVIO, dialogado


MARCELA

ArribaAbajo    Qué fin puede esperar un loco engaño,

OTAVIO

Cuán imposible y loca empresa intento.

MARCELA

A qué puede llegar mi atrevimiento.

OTAVIO

Mi mal es propio, y mi dolor extraño.

MARCELA

   Al mal le pido el bien, provecho al daño.

OTAVIO

Yo voy donde me lleva el pensamiento.

MARCELA

No siento que me pierdo, el dolor siento.

OTAVIO

O cuánto me acobarda el desengaño.

MARCELA

   Qué fingidos, amor, son tus placeres.

OTAVIO

Mi daño creo, mi remedio dudo.

MARCELA

Lo que amas dejas, lo que olvidas quieres.

OTAVIO

   O amor pue fuiste ciego, fueras mudo.

MARCELA

Con justa causa dicen todos que eres.

OTAVIO

Ciego.

MARCELA

Niño.

OTAVIO

Rapaz.

MARCELA

Traidor.

OTAVIO

Desnudo.




- 893 -


Jornada II, FELICIANO


ArribaAbajo   Justas quejas que derramaba al viento,
en ofensa de amor, Clarinda mía,
sin ver que padecer por vos corría
a cuenta de tan gran merecimiento.

   De haberos agraviado me arrepiento  5
en no estimar el mal que padecía;
que como vuelve el sol la noche en día,
vuelve vuestro valor, gloria el tormento.

   Quejábame de ver, contra mi fama,
preso por loco el seso, y, en efecto,  10
conozco que a su premio Amor me llama.

   Prisión es justa; que ningún discreto
puede probar que es cuerdo mientras ama
o confesar que no es su amor perfecto.




- 894 -


Jornada II, OSUNA


ArribaAbajo   Si estás, Lucía, a sombra de algún chopo
de verdes hojas y cortezas lisas,
jabonando en el Ebro tus camisas
o hilando para hacellas algún copo.

   Si con algún galán de los que topo  5
de noche en sombras, sus arenas pisas;
entre tus Juanas, Mengas y Belisas
estás contando fábulas de Esopo,

   duélete de este preso desdichado
y perdona al dolor si te importuno:  10
son las quejas del preso lastimado.

   Y por loco me tienen, y ninguno
me ha visto eternamente confiado,
ni le dije a mujer secreto alguno.




ArribaAbajoDe El llegar en ocasión




- 895 -


Acto III, OTAVIO


ArribaAbajo   Alma, estoy encantado? estoy perdido?
tengo sentido? ya no hay sentimiento,
esto es gloria, o tormento? fue tormento,
que será el fin? lo que el principio ha sido.

   Por donde a tales pasos he venido,  5
que un placer que ha de llevarse el viento?
aguardarse? no fe: cobarde intento,
dejaré o bien? no: querré querido.

   Quieres que tema que un laurel se doble?
si, porque fue muy blanda en el rendirse,  10
y mas valiera en defenderse un roble;

   mi corazón no quiere persuadirse
que mientras es querido un hombre noble,
es terrible bajeza arrepentirse.




ArribaAbajoDe El maestro de danzar




- 896 -


Jornada II, FLORELLA


ArribaAbajo   No es muerto aquel que muere, si en la vida
dejó buena opinión; sólo es el muerto
el que viviendo mata el desconcierto
de la deshonra al apetito asido.

   No es esclavo el que corta la extendida  5
plaza del mar con remo a golfo o puerto,
ni es triste el solitario en el desierto
ni el labrador que busca la comida;

   que el muerto, esclavo, solo y el villano
es vivo, es libre, alegre, y rey si tiene  10
esto que llaman honra los mortales;

   que si le falta muerto o vivo es llano,
que es muerto, esclavo, triste vil, pues viene
a dar por breve viento largos males.




- 897 -


Jornada II, BANDALINO


ArribaAbajo   ¡Maldiga el cielo firmas y papeles,
criadas, familiares, puertas, mesas,
suspiros tristes, amorosas quejas,
árboles, plantas, fuentes y laureles.

   Mis esperanzas y servicios fieles,  5
de cuyo justo galardón te alejas,
sólo bendiga aquí donde me dejas,
ramas, paredes, dagas y cordeles!

   ¡Maldiga mi locura por tu engaño
y maldiga esta honra y el tormento  10
con el que acaba de servirte un año!

   ¡Maldiga mi maldito atrevimiento
y bendiga tu santo desengaño;
porque ahora moriré contento!




- 898 -


Jornada III, BANDALINO


ArribaAbajo    Cuando en la mar el bello sol se esconde,
y queda el aire oscurecido en torno,
y aquel planeta que es del cielo adorno,
al rayo de oro plata corresponde;

   yo, a quien con tanto engaño amor responde,  5
a nuevo llanto suspirando torno,
y estas flores de lágrimas adorno,
que antes del alba, no imaginan donde.

   Hallo a la noche en el llorar reposo;
que amor me enseña a desfogar llorando  10
eso que de vergüenza callo al día.

   De mí tengo piedad, imaginando
mi estado miserable y doloroso,
si aquí me falta la enemiga mía.




ArribaAbajoDe El marido más firme




- 899 -


Acto I, ARISTE


ArribaAbajo   Pensaba la moral Filosofía
pintar de amor la fuerza, que el decoro
pierde a los Dioses, cuya flecha de oro
los mayores planetas desafía.

   En la transformación y fantasía  5
del argentado Pez y el rubio Toro,
o lloviendo las nubes el tesoro
que el Sol engendra, y que la tierra cría.

   Pero mejor su fuerza se entendiera
si el alma, y no los cuerpos, transformara,  10
pues que su calidad y esencia altera.

   Que más encarecido amor quedara,
si el alma desasida de su esfera
al cuerpo de quien ama se pasara.




- 900 -


Acto I, FILIDA


ArribaAbajo   Si yo tuviere gusto, airados cielos,
descanso, paz, contento y alegría
en tanto que vistiere el alma mía
estos cansados y mortales velos.

   Que tenga más congojas y desvelos,  5
que arenas de oro este arroyuelo cría,
y que mi desengaño y mi porfía
sigan mi amor, donde me abrasen celos.

   Tristeza quiero ya, no quiero engaños,
ni en las tormentas presumir bonanzas  10
si el cuidado mayor vencen los años.

   Tiempo, apelo de amor a tus mudanzas,
que más quiero morir con desengaños,
que no vivir con falsas esperanzas.




ArribaAbajoDe El mármol de Felisardo




- 901 -


Acto I, FELISARDO, príncipe


ArribaAbajo   Plega a los cielos, adorada Elisa,
de aquestos ojos, que su luz me falte,
y en tierna juventud me sobresalte
la triste nueva del morir precisa.

   O que en las blancas olas que el mar frisa  5
desde estas peñas mi caballo salte
conmigo en tierra, con mi sangre esmalte
la verde hierba que tu planta pisa.

   Páseme el pecho la cobarde espada
del más bajo villano, que por dicha  10
me mate en brazos de un profundo sueño.

   No tenga dicha mientras viva en nada,
ni me pueda jamás faltar desdicha
sino fuese tu esposo, y tú mi dueño.




- 902 -


Acto I, ELISA


ArribaAbajo   Pues si yo te olvidare eternamente,
ni dejaré de estar agradecida
caiga de esta montaña combatida
del mar con el rigor de su corriente.

   Mi bien se acabe y mi dolor se aumente,  5
pierda a las manos de un traidor la vida,
sin honra, y sepultura conocida,
en tierra extraña entre extranjera gente.

   Ni el sol viniendo con su luz me alumbre.
Y me falte jamás envidia, y celos  10
del más seguro amor mayor empeño,

   ni para mí su natural costumbre,
guarden los elementos y los cielos
sino fuese tu esposa, y tú mi dueño.




- 903 -


Acto I, TRISTÁN


ArribaAbajo   Denme de noche por detrás un tajo,
que sin serlo me hagan de corona,
háganme dos gigantes la mamona,
y muérdame un alano del zancajo.

   Sirva en una campaña de badajo,  5
tocando desde vísperas a nona,
baile con Olofernes la chacona,
y guarde un melonar hecho espantajo.

   Póngame a palos blando como breva,
sea por Navidad, paño en estío,  10
traiga sin heredar eterno luto.

   Cásenme con un virgo que otro deba,
bebe siempre caliente, y coma frío,
sino fueses mi Porcia y yo tu Benito.




- 904 -


Acto I, FINEA, criada


ArribaAbajo   Topé mil sombras y ánimas en pena
de noche si por agua fuese el río,
aráñenme seis gatos de un Indío,
contra mi fe conjure una colmena.

   Si comiese algún huevo en nido, o cena,  5
casi dentro en la boca diga pío:
con mil pulgas combata en desafío
y arrástreme un lebrel por la melena.

   Piérdaseme la ropa si lavare
hállenme un zapatillo en el menudo,  10
persíganme las chinches, y los piojos.

   Quémeseme el arroz, si lo guisare,
góceme un sordo, y quiera bien a un mudo
sino eres el candil de aquellos ojos.




ArribaAbajoDe El más galán portugués Duque de Berganza




- 905 -


Acto II, DOÑA MAYOR


ArribaAbajo   Disgustos tiene mi querido esposo;
si no le agrado, desdichada he sido,
porque en llegando a estar arrepentido,
no hay estado más triste y más penoso.

   Amor, en los principios riguroso,  5
pone en su imaginar el torpe olvido,
porque tiene el amante el bien perdido
en un Caribdis fuerte y espantoso.

   Amor, a sus deleites es ingrato,
pierde el imaginar y viene a verse  10
menos el bien que conoció del trato.

   Mejor fuera después que antes tenerse;
porque el deseo que engendró su trato
no le diera lugar para perderse.




- 906 -


Acto III, TIRSE


ArribaAbajo   Los celos, que debieran ser temidos
en grande estimación, no hay quien los llame
menos que nombre bárbaro e infame,
siendo quien abre amor nuestros sentidos.

   Hubiera en las ausencias mil olvidos,  5
esto confesará cualquiera que ame,
pues para que el amor no se disfame,
está el amor de celos permitidos.

   Son los celos curiosos una espía,
que con su vista lince y sus desvelos,  10
de que ven la menor alevosía.

   Sin celos no hay amor, fuego ni hielos,
porque como a la noche sigue el día,
las estampas de amor pisan los celos.




ArribaAbajoDe El mayorazgo dudoso




- 907 -


Jornada I, ALBANO


ArribaAbajo   Ningún hombre se llame desdichado,
aunque le siga el hado ejecutivo,
supuesto que en Argel viva cautivo
o al remo de galeras condenado;

   ni el propio loco, por furioso atado;  5
ni el que, perdido, llora estado altivo;
ni el que a deshora trajo el tiempo esquivo
y por necesidad a humilde estado.

   En fin, cualquiera pena es fácil cosa,
que ninguna atormenta tan de veras  10
que no la venza el sufrimiento tanto;

   mas el que tiene la mujer celosa,
¡oh tiene desdicha, Argel, galeras,
locura, perdición, deshonra y llanto!




- 908 -


Jornada I, ALBANO


ArribaAbajo   Niño inocente, que el rigor tirano
de otro segundo Herodes vais huyendo,
con vuestra luz y vuestro paso haciendo
la noche clara y el camino llano

   rogad al cielo, aunque no sois cristiano,  5
con esas perlas que lloráis riendo,
que se duela de vos, que hasta Él entiendo
llega ese llanto y esa tierna mano.

   Hijo sois de mi propio entendimiento;
con la imaginación os he engendrado,  10
y así, por defenderos, hijo, muero.

   Por calor os daré mi propio aliento;
si os falta leche en este despoblado,
con propia sangre sustentaros quiero




- 909 -


Jornada II, LISARDO


ArribaAbajo   Quien una araña vil sustenta y cría
en el cerrado vientre de una peña;
quien la abeja, melífera, pequeña,
muestra a tener imperio y monarquía;

   quien muestra a un animal filosofía,  5
y a las hormigas providencia enseña,
a un ave casa hacer, de paja y leña,
y entre la tierra a un topo aliento envía,

   quien al gusano anima en el capullo,
y escuchando la tórtola que gime  10
vuelve a ver de su esposo el manso arrullo,

   hace que a un preso esta esperanza anime
y a su tirano quitará el orgullo,
que vence la razón y el alma oprime.




- 910 -


Jornada III, LISARDO


ArribaAbajo   En competencia el Tibre, el Ebro, el Tajo,
venzo en llorar, y a mi favor convenzo
cuando a pensar en mi prisión comienzo,
imitando de Sísifo el trabajo.

   Al mismo infierno imaginando bajo  5
la historia de que tanto me avergüenzo;
tanto, que en llanto a Filomena venzo
y en soledad la tórtola aventajo.

   Veinte veces el sol de lirios de oro
al argentado pez bordó la escama  10
desde que vi del mundo los engaños,

   y otros tantos hace que en prisión lloro
la vida, que es la, puerta de la fama,
cansado de vivir tan largos años.




ArribaAbajoDe El mayor imposible




- 911 -


Jornada I, FENISO


ArribaAbajo   Laura gentil, que coronar pudieras
al mismo sol, en cuyos rayos bellos
más luz dieran tus ojos, que, sin ellos,
tienen los ojos de las ocho esferas.

   Si el fuego vivo en que abrasar pudieras,  5
mi rudo ingenio ardiera en mis cabellos,
ceñidos de tu lauro, porque en ellos
premio inmortal a mis conceptos fueras.

   Aunque como el gigante sobre el risco,
pagara atado la atrevida hazaña,  10
tú fueras de mis ojos basilisco.

   Y en fe de esta verdad, al mundo extraña,
callara Italia su inmortal Francisco
y de otra Laura se alabara España.




- 912 -


Jornada I, FULGENCIO


ArribaAbajo   Empresa grande fue romper con Argos
las vírgenes espumas del mar fiero,
aquel piloto de Jasón, primero,
fue quien bramó por tan pesados cargos;

   y no menor de trances tan amargos  5
salir el griego, que celebra Homero,
o encadenar el infernal Cerbero,
Hércules, fin de sus discursos largos.

   Pero guardar del oro y del rendido
pecho de un hombre, amando loco y ciego,  10
y a todos los peligros atrevido,

   una mujer, entre ocasión y ruego,
mayor empresa fue que haber vencido
del mar el agua y del infierno el fuego.




- 913 -


Jornada III, LISARDO


ArribaAbajo    Noche siempre serena, cuyo velo
y silencio tomó el amor por capa,
nema del cielo, de sus ojos tapa,
madre del sueño, el hurto y el recelo;

   si alguna vez amaste, pues del suelo  5
al cielo nadie del amor se escapa,
con esa escuridad los ojos tapa
a las estrellas que lo son del cielo.

   Aunque celos te den sus resplandores,
deja, luna, salir mi luz querida;  10
que bien sabe de amor quien tuvo amores.

   La noche se verá del sol vestida,
tendrá la sombra luz, perlas las flores,
mi pena gloria, y mi esperanza vida.




ArribaAbajoDe El mayordomo de la Duquesa de Amalfi




- 914 -


Acto I, ANTONIO, mayordomo


ArribaAbajo   Qué mi humildad la presunción dilate,
que finja el alma que tu amor ignora
te ha podido ofender, dulce señora,
por no rendírsele primer combate?

   Plega al cielo, Camila, que me mate  5
el primer hombre con quien hable ahora,
o que antes que otro Sol traiga el Aurora
te goce Otavio, comunique y trate.

   Que por que veas si que abrasa, y arde,
el no asir la ocasión por los cabellos  10
yo iré donde mi nombre escuches tarde.

   O por dicha seré Absalón sin ellos,
que no seré para morir cobarde,
estando ausente de tus ojos bellos.




- 915 -


Acto II, DUQUESA


ArribaAbajo   Ay fuerte más cruel, Antonio mío,
como tardaste para tanto daño,
mas pues quedó su fuerza en nuestro engaño,
culpar nuestra fortuna es desvarío.

   Cuando nació mi hijo, en quien confío  5
de toda mi desdicha el desengaño,
hubo secreto, y rigor extraño,
trajo consigo de varón el brío.

   Cuando nace mi hija, los placeres
del parto mudan en pesar los nombres,  10
y a fe pone mi honor en pareceres.

   Hija, no es mucho que tu padre asombres,
porque desde que nacen las mujeres,
comienza la desdicha de los hombres.




- 916 -


Acto II, LABINO, secretario de la Duquesa


ArribaAbajo   Suele sonarse, que hace un rey la guerra
al África y después volverse a Europa,
de un árbol suele amenazar la copa
un rayo, y luego todo el árbol yerra.

   El toro a veces con el hombre cierra,  5
y quédase en los cuernos con la ropa,
toma la nave el puerto, viento en popa,
que estuvo cerca de enemiga tierra.

   Tal vez el fuego quema el alto asiento,
y perdona del pobre el corto abrigo,  10
y queda el trigo del granizo exento.

   Reino, árbol, hombre, nave, casa, trigo,
libre de guerra, fuego, agua, mar, viento
pues salvo y sano, mi esperanza sigo.




ArribaAbajoDe El mejor maestro el tiempo




- 917 -


Acto II, OTÓN


ArribaAbajo   ¡Otra vez, fuentes y árboles sombríos,
me distes estas mismas confianzas;
otra vez en tormentas y en bonanzas
a la mar arrojé mis desvaríos!

   ¿Otra vez vieron los tormentos míos  5
las historias de amor en mis mudanzas;
otra vez le he pesado dos balanzas,
que tuve menos seso, aunque más bríos!

   Ahora yo no sé como me atreva,
pobre, desconocido, en tierra extraña,  10
adonde el alma el pensamiento lleva.

   ¡Alábase fortuna de esta hazaña,
que no hay en el amor cosa tan nueva
como pensar que el engañado engaña!




- 918 -


Acto II, ALEJANDRO


ArribaAbajo   ¿Qué nuevo encantamiento amor pretende?
¿Qué es esto en que me ponen tus enigmas?
Si me desmayas, ¿para qué me animas?
y si me animas, ¿para que me ofendes?

   ¡Con fuego hielas y con hielo enciendes,  5
regalas con amor, sin él lastimas;
tus sutilezas son materias primas,
pues lo mismo que tratas no lo entiendes.

   A lo señor una villana, que anda
midiendo a sus desdenes mis disgustos,  10
quiere que satisfaga su demanda,

   y todos a mi amor parecen justos,
pues yo quiero comer, pues me lo manda,
con salsa de señor, villanos gustos.




- 919 -


Acto III, OTÓN


ArribaAbajo   Árboles haced fiesta a mi esperanza,
que andaba por los aires fugitiva;
cubrí sus hojas de menuda oliva,
adonde tanta paz el alma alcanza.

   Venid, aves, a ver mi confianza;  5
corred, arroyos mansos, plata viva,
cuyo papel bruñido el tiempo escriba
con historias de amor en mi mudanza;

   que antes que muestre enero blanca barba
veré con dulce fin a mis congojas,  10
que el tiempo de mi amor el tierno adarva,

   pues antes que veáis las tiernas hojas
de vuestro labrador verá la parva
campo de plata con espigas rojas.




ArribaAbajoDe El mejor mozo de España




- 920 -


Acto III, DON FERNANDO


ArribaAbajo   Dulcísima Isabel, no te encarezco
que paso ardiente Libia o Citia helada,
ni en golfo de la mar fortuna airada,
por ti, con traje desigual padezco;

   ni que la sangre al bracamán ofrezco,  5
alguna pena en gloria transformada,
con que a estimarme quedes obligada,
pues ya por mis trabajos te merezco.

   Estos de mi intención serán indicios,
tú, si de ella y de mi te persuades,  10
recibirás humildes sacrificios.

   Amor nunca estimó las calidades,
que no dan calidades los servicios
sólo tienen valor las voluntades.




- 921 -


Acto III, DOÑA ISABEL


ArribaAbajo   En confusión estoy, y justamente,
del intento que sigo temerosa;
pero en causa tan justa y tan forzosa,
mejor es proceder osadamente.

   De lo que la vergüenza no consiente,  5
parece que está el alma deseosa;
la fama de Fernando es milagrosa,
y teme el corazón que le contente.

   Pero como la vista y los oídos
andan siempre encontrados, verle es justo,  10
y conténtense todos los sentidos.

   No quiero que después se queje el gusto,
que viven, porque fueron atrevidos,
las potencias del alma con disgusto.




ArribaAbajoDe El molino




- 922 -


Jornada III, PRÍNCIPE


ArribaAbajo   El cielo está cansado de sufrirme,
y yo de ir contra él no estoy cansado;
mi padre, reino y Celia me han dejado,
y yo no puedo de ellos eximirme.

   Mi pensamiento veo perseguirme,  5
y siempre estoy en él más engolfado;
de la causa del daño me han echado,
y yo no veo camino por dónde irme.

   Estame el bien llamando, y yo huyendo,
y huye de mi alma quien yo sigo,  10
pues me aborrece Celia, a quien yo amo.

   Quiero acabar con mi dolor muriendo,
y por darme la muerte cruel castigo
no me quiere matar, porque la llamo.




ArribaAbajoDe El negro del mejor amo




- 923 -


Jornada II, FEBO


ArribaAbajo   Amore, bosancé sa gran bellaca;
a mala cuchiyara en san bariga,
pues cuando mase pareçemo amiga
ariamo el corbo que los ojos saca.

   A uno damo fuegos, a otro aplaca,  5
aquel dezimo que huya, aquel que siga
Bayaca, ¿para ella toma higa
por dioso que asi daya masitraca?

   Samo turo colérico eso rías
no comingos machacho bapuyeras  10
que somo neglo que tenemos iias.

   Ya sabemo que es hijo de un herreras
y que su padre andar perrançurías
y su madre unan putan cutureras.




ArribaAbajoDe El nombre de Jesús

(Auto)





- 924 -


Dice SINCERO


ArribaAbajo   Poco más que mediana de estatura,
como el trigo el color, rubios cabellos,
vivos los ojos, y las niñas de ellos
de verde y rojo con igual dulzura.

   Las cejas de color negra, y no oscura,  5
aguileña nariz, los labios bellos,
tan hermosos, que hablaba el cielo en ellos
por celosías de su rosa pura.

   La mano larga para siempre darla,
saliendo a los peligros al encuentro  10
de quien para vivir fuese a buscarla.

   Esta es María, sin llegar al centro,
que el alma sólo puede retratarla
pintor que tuvo nueve meses dentro.




ArribaAbajoDe El padrino desposado




- 925 -


Jornada I, CONDE


ArribaAbajo   Como esclavo que en el Argel vivía
y, matando a su dueño, escapa ufano,
así vos de aquel bárbaro tirano
con su sangre escapáis, guante, este día.

   Pero costando tanta de la mía,  5
que antes que os vuelva a vuestra propia mano,
temo de muerte el tránsito inhumano
y que la que me queda quede fría.

   ¡Oh, heridas justamente recibidas,
guante, por vos de aquella manos bellas,  10
que la ofrecieran, a tener mil vidas.

   Pero, guante, servid de parche en ellas;
que cuando ponen parche en las heridas
segura está la vida y salud de ellas.




ArribaAbajoDe El paraíso de Laura y florestas del amor




- 926 -


Jornada II, CONDE


ArribaAbajo   Quiso naturaleza, en un perfecto
retrato, descansar de su porfía;
que criar hermosuras cada día
quita la estimación, niega el respeto.

   Dispuso el arte, y con pincel discreto  5
templar colores y pintar quería,
cuando en un cuadro que acabado había
halló logrado el fin de su concepto.

   Y así naturaleza, artificiosa,
dispuso en Laura lo que halló en su idea;  10
valiente en el obrar y generosa;

   que como lo mejor formar desea,
copiando de su cara milagrosa
no saca imagen ni pintura fea.




- 927 -


Jornada II, ESPINOLA


ArribaAbajo   Dispuso amor que en el amor hubiese
una hermosura a todas reservada,
y que de todas fuese fabricada,
sin que a ninguna de ellas pareciese.

   Que de una las mejillas eligiese;  5
los ojos, frente y boca más realzada;
de otra la tez más bella y ajustada;
y, en fin, que el mejor talle se vistiese.

   Con esto, amor a todas las convida
y en una junta dulce y amorosa  10
eligió lo mejor de aquesta vida,

   sacando en perfección maravillosa,
por la flor más realzada y escogida,
a Laura, más que todas más hermosa.




- 928 -


Jornada II, CAMARÓN


ArribaAbajo   Rábano os juzgo, ¡oh, Laura!, muy lavado,
y nabo en reverenda y grande olla;
en escabeche sois blanca cebolla,
y ajo con abadejo bien guisado.

   Alcachofa en relleno piñonado,  5
y puerro entre hortaliza y toda folla;
repollo con tocino, vaca y polla,
y chiribía con atún picado.

   El sabor sois de toda salsería,
y de los gustos buenos un pimpollo  10
que en sí recoge toda especería.

   Y, en fin, sois reducida a dulce bollo,
rábano, nabo, puerro, chiribía,
alcachofa, cebolla, ajo y repollo.




- 929 -


Jornada III, LAURA


ArribaAbajo   Brama el mar, y la pobre navecilla
cruje en la solas, siempre fluctuando;
ya se sube a las nubes rechinando;
ya topa en las arenas con la quilla.

   Ya se acerca a varar hacia la orilla,  5
ya a la mar ancha vuelve forcejando;
a babor y a estribor la van cargando;
ya no puede en el agua resistilla.

   Ya tiembla entre los rayos y los truenos;
ya por la popa y proa se abalanza;  10
ya del remedio todos van ajenos.

   Pero en este peligro el sol se alcanza,
y yendo la tormenta siempre a menos,
la navecilla se miró en bonanza.




- 930 -


Jornada III, LUDOVICO


ArribaAbajo   Es el amor reloj desconcertado,
que anda sin cuenta, límite ni asiento;
ya le concierta poco movimiento,
ya le turba el andar apresurado.

   Rompe las cuerdas del más quieto estado,  5
y el más inquieto las ajusta atento;
el volante se muda en otro viento,
y si éste calma, se haya en más cuidado.

   Un papel es un viento de desvelos,
que lleva las discordias por delante,  10
y que añade a los celos mil recelos,

   y, en fin, se junta todo, ¡qué inconstante!
Se rompen los desvelos y los celos,
sin quedar cuerda, rueda ni volante.




- 931 -


Jornada III, FENISA


ArribaAbajo   Camarón más sonante, que no el Dux
que en Venecia es el grande agilimox;
vos de mi vida y alma de mi trox,
cincuenta y cinco de mi dicha y flux.

   Hamaca mía, fino almoradux,  5
que de ti no me iré aunque digas ox,
porque espero a las horas del relox,
para jugar contigo al dingandux.

   tu ajedrez aguardo en mi almofrex,
herida de la flecha del carcax,  10
pues eres de mi pecho rueda y ex,

   que aunque me hieras, ya no temo el ax,
y nadaré contigo como el pex
para apagar el fuego de tu errax.




- 932 -


Jornada III, CAMARÓN


ArribaAbajo   Fenisa, más sabrosa que una nuez,
y con vino y pimienta una perdiz,
que con tu olor me llevas mi nariz
y todo lo que maja un almirez.

   Fresca más que en el río trucha y pez,  5
maya en el mayo, mucho más que miz;
talle más ajustado que lombriz,
cara más afamada que Jerez.

   Quirlinquimpuz, en cuyo dulce buz
espero enquillotarme en toda paz,  10
gozando y consumiendo tu alcuzcuz;

   para darte este plux soy incapaz;
pero capaz estoy, aunque sin luz,
para formar contigo un buen rapaz.




ArribaAbajoDe El perro del hortelano




- 933 -


Acto I, DIANA


ArribaAbajo   Mil veces he advertido en la belleza,
gracia y entendimiento de Teodoro,
que, a no ser desigual a mi decoro,
estimara su ingenio y gentileza.

   Es el amor común naturaleza,  5
mas yo tengo mi honor por más tesoro;
que los respetos de quien soy adoro,
y aun el pensarlo tengo por bajeza.

   La envidia bien sé yo que ha de quedarme;
que si la suelen dar bienes ajenos,  10
bien tengo de que pueda lamentarme.

   Porque quisiera yo que, por lo menos,
Teodoro fuera más, para igualarme,
o yo, para igualarme, fuera menos.




- 934 -


Acto I, TEODORO


ArribaAbajo   Amar por ver amar, envidia ha sido,
y primero que amar está celosa
es invención de amar maravillosa
y que por imposible se ha tenido.

   De los celos mi amor ha procedido,  5
por pesarme que, siendo más hermosa,
no fuese en ser amada tan dichosa
que hubiese lo que envidio merecido.

   Estoy, sin ocasión, desconfiada;
celosa, sin amor, aunque sintiendo:  10
debo de amar, pues quiero ser amada.

   Ni me dejo forzar, ni me defiendo;
darme quiero a entender, sin decir nada:
entiéndame, que puede; yo me entiendo.




- 935 -


Acto II, TEODORO


ArribaAbajo   ¿Puedo creer que aquesto es verdad? Puedo,
si miro que es mujer. Diana hermosa
pidió mi mano, y la color de rosa
al dársela, robó del rostro el miedo.

   Tembló; yo lo sentí; dudoso quedo.  5
¿Qué haré? Seguir mi suerte venturosa,
si bien, por ser la empresa tan dudosa,
niego al temor lo que al valor concedo.

   Mas dejar a Marcela es caso injusto;
que las mujeres no es razón que esperen  10
de nuestra obligación tanto disgusto.

   Pero si ellas nos dejan cuando quieren
por cualquier interés o nuevo gusto,
mueran también como los hombres mueren.




- 936 -


Acto II, TEODORO


ArribaAbajo   Bien al contrario pienso yo dar medio
a tanto mal, pues el amor bien sabe
que no tiene enemigo que le acabe
con más facilidad que tierra en medio.

   Tierra quiero poner, pues que remedio,  5
con ausentarme, amor, rigor tan grave;
pues no hay rayo tan fuerte que se alabe
que entró en la tierra, de tu ardor remedio.

   Todos los que llegaron a este punto,
poniendo tierra en medio te olvidaron,  10
que en tierra, en fin, le resolvieron junto.

   Y la razón que de olvidar hallaron,
es que amor se confiesa por difunto,
pues que con tierra en medio le enterraron.




- 937 -


Acto III, MARCELA


ArribaAbajo   ¿Qué intentan imposibles mis sentidos,
contra tanto poder determinados?
Que celos poderosos declarados
harán un desatino, resistidos.

   Volved, volved atrás, pasos perdidos,  5
que corréis a mi fin precipitados;
árboles son amores desdichados,
a quien el hielo marchitó floridos.

   Alegraron el alma los colores
que el tirano poder cubrió de luto;  10
que hiela ajeno amor muchos amores.

   Y cuando de esperar deba tributo,
¿qué importa la hermosura de las flores,
si se perdieron esperando el fruto?




ArribaAbajoDe El perseguido




- 938 -


Jornada II, CARLOS


ArribaAbajo   Horas feas leona mi leona
sierpe de Limia llena de ira y saña,
horas feas cruel toro de España
que bebe el Tajo y las riberas mora.

   Hora de sol la Circe encantadora  5
y el cocodrilo que llorando engaña,
más flaca y débil que la tierna caña:
Hora sirena que cantando llora.

   Que León, Sierpe, Circe, Toro, Fiera,
cocodrilo cruel, caña, Sirena:  10
en pena, en vida, en muerte, en gloria quiero

   darte mi alma de cualquier manera,
que más vale por ti tormento y pena,
que de otra mano el bien del mal que muero.




ArribaAbajoDe El perseo




- 939 -


Acto I, AMINTAS


ArribaAbajo   Para cortar a Clori los cabellos,
solícita la tierra pretendía
saber del cielo en que lugar quería
poner sus lazos para honrarse de ellos.

   El sol decía que a sus rayos bellos  5
se debe el oro, pues le engendra y cría,
y por tener dos soles, dijo el día
que el cielo dividiese el sol con ellos.

   Amor, de su belleza pretendiente,
los pidió para el arco extraña historia;  10
mas dijo Venus por honrar el suelo:

   Cielo por cielo, estén sobre su frente;
pues hay almas que aspiran a su gloria,
y tenga sol la tierra como el cielo.




- 940 -


Acto I, FILENO


ArribaAbajo   Aunque vengarme de tu sol pudiera,
si tu cabello un bárbaro cortara
y en sus niñas amor me retratara,
cuando en tus ojos sin temor me viera;

   aunque sin rayos en tu hermosa esfera,  5
tu divina belleza contemplara,
y cuanto yo quisiera te mirara,
que yo sé bien que eternamente fuera;

   y aunque me abrases, Clori, me parece
que a mi remedio está mejor pedirte  10
guardes el oro, que andan por robarte;

   que si todo el cabello amor me ofrece
para ocasión, y no he podido asirte,
sin él, ¿de qué asiré para obligarte?




- 941 -


Acto I, CARDENIO


ArribaAbajo   Enferma Clori de tus ojos bellos,
y por mandarlo físico inhumano,
consulta el permitir que alguna mano
sacrílega le corte los cabellos.

   ¿De qué sirviera, le responden ellos,  5
habernos hecho el cielo soberano
prisión de amor, si el pensamiento vano
no se enlazara fuertemente en ellos?

   Bien dice, Clori, y es razón que huyas
de cortarte el cabello, aunque recelo  10
te ofende el peso de las almas suyas;

   que si al cielo no pesan las del suelo,
es porque en gloria están, pero las tuyas
pesan porque padecen en tu cielo.




- 942 -


Acto III, FINEO


ArribaAbajo   Mata, desdeña, abrasa, hiela, enciende
el alma que te adora, desdén mío;
que cuanto más me matas, más te envío
la libertad del alma que te ofende;

   castiga, aflige, rompe, injuria, prende  5
lo que el cielo me dio por albedrío;
que en mi firmeza contrastar confío,
cuanto la tuya en tu rigor pretende.

   Compitamos los dos: yo en atreverme
para que mi locura se confirme,  10
y tú en matarme, helarme y encenderme;

   que no pienso jamás arrepentirme;
que aunque es verdad que puedes deshacerme,
no serás tan cruel como yo firme.




ArribaAbajoDe El piadoso aragonés




- 943 -


Acto I, DON FERNANDO


ArribaAbajo   Si palabras son viento, si declara
cuanto el humano proceder previene,
que de tan fácil fundamento viene
desde la abarca a la mayor Tiara.

   Si cuanto del poder mortal se armara,  5
es viento que las voces entretiene,
si cuanto aquella máquina contiene,
es viento, en viento vive, en viento para.

   El viento viene a ser de grande clima;
porque si el oro, y el mayor contento,  10
la fama, y gloria que la vida anima.

   Tienen en sólo el viento el fundamento
y es todo viento cuanto el mundo estima,
lo más preciosos viene a ser el viento.




- 944 -


Acto III, ANA


ArribaAbajo   Trepa amorosa vid la Primavera
por olmo blanco, y de diversos lazos,
forma rubricas verdes para abrazos,
que ven del año la razón postrera.

   Llega el villano, y al segur ligera  5
arrima al tronco, y de los tiernos brazos,
con duro golpe en frágiles pedazos
rinde a la tierra su pomposa esfera.

   Así engañada la esperanza yerra
de una mujer, a quien el golpe alcanza  10
de un desengaño que la puerta cierra.

   No hay fe segura, amor, ni confianza
en el hombre más noble de la tierra,
y luego llaman la mujer mudanza.




ArribaAbajoDe El piadoso veneciano




- 945 -


Acto I, LUCINDA


ArribaAbajo   Dudoso estado a lamentar me obliga
la mísera fortuna en que me veo;
veo el peligro, y puesto que le creo,
no sé si de el me guarde, o si le siga.

   ¿Será mejor rendirme a la enemiga  5
fuerza, y guardar la vida que deseo?
¿O qué muera la gloria que poseo,
donde la fama mis hazañas diga?

   ¿Rendiré de mi amor la fortaleza
a un hombre que dos vidas pone en calma?  10
Mas como ofenderé tanta nobleza.

   Morir quiero, y ganar eterna palma,
que no hay mayor desdicha, ni bajeza,
que dar el cuerpo, no queriendo el alma.




- 946 -


Acto I, SIDONIO


ArribaAbajo   Incrédulo es amor, y amor es cosa,
que cuanto dicen cree, pues que es esto?
si cree siempre amor, y amor me ha puesto
la confianza en opinión dudosa?

   Si yo me quedo, adónde va mi esposa?  5
y estando triste, se alegró tan presto?
Mas como dudo yo de un pecho honesto;
pues engañada puede estar celosa.

   Seguirla fuera justo, mas que piensa
mi loco amor, cuando sospecha arguya  10
de lo que estar desengañado puedo?

   Que si ella tiene celos sin mi ofensa,
bien puedo yo tenerlos sin la suya:
que celos no es el daño, sino el miedo.




- 947 -


Acto III, SILVIA


ArribaAbajo   Vete seguro, que te rasgue el sayo,
Fileno, por asirte, y detenerte,
que ya, ni me desmayo para verte,
ni menos de no verte me desmayo.

   Pasó tu verde Primavera en Mayo,  5
y vino el Sol, que pudo deshacerte,
cuando es cometa amor, no es amor fuerte,
que amor para ser fuerte, ha de ser rayo.

   Rayo es ahora el que me abrasa y arde,
ni merece el favor, quien no le siente;  10
perdida la ocasión, llorasla tarde.

   Que el bien que la mujer rinde presente,
no se ha de dilatar porque es cobarde,
y de cuanto promete se arrepiente.




- 948 -


Acto III, ELISA


ArribaAbajo   Adónde huyes, si a vengarte vienes,
alma de aquel amor, jamás vencido?
O porque me castigas sino he sido
de quien la queja de tu agravio tienes?

   Pague Lucinda sola sus desdenes,  5
roba sus bienes, busca su marido,
y si los bienes saca el ofendido
porque sacas las almas y los bienes?

   O Fénix del amor del padre tuyo,
que en sus cenizas renaciste luego,  10
para que pague por mi madre el suyo.

   Si para su venganza vuelas ciego,
que ha de ser nuestro amor eterno arguyo,
que si eres Fénix tú, yo soy el fuego.




ArribaAbajoDe El poder en el discreto




- 949 -


Acto II, CELIO


ArribaAbajo   ¿Qué haces pensamiento? -Estoy pensando
que no tiene remedio tu tormento.
-Pues no quiero que pienses, pensamiento,
que con pensar me estás atormentando.

   -Celio, si quieres tú morir, callando,  5
¿qué importa que yo piense lo que siento?
-Yo tengo para hablar atrevimiento,
aunque pudiera yo vivir hablando.

   -¿Pues no es discreto el rey? -Sí que es discreto.
Pero quiéreme bien, y es caso injusto  10
matarle el gusto a un rey. Rey en efecto.

   -Él dejará su gusto por tu gusto.
-Más quiero yo morir con mi secreto
que no vivir después con un disgusto.




ArribaAbajoDe El poder vencido y amor premiado




- 950 -


Acto II, CONDE FABIO


ArribaAbajo   ¡Ay, Celia mía, más que el alba hermosa,
en las primeras luces de oro llenas,
cuando siembra claveles y azucenas,
en manos de marfil con pies de rosa!

   Ausente de tu vista, no reposa  5
el alma, que padece duras penas,
como el esclavo al son de las cadenas,
llora la patria en que vivió dichosa.

   Cual pajarillo soy, que desconfía
y vuela con medrosa diligencia,  10
de hallar el nido, al fenecer el día.

   Bien puede ser tu firme resistencia;
pero díceme el alma, Celia mía,
que no hay segura fe donde hay ausencia.




- 951 -


Acto II, CELIA


ArribaAbajo   Si vanas son las esperanzas mías
¿qué me queréis, engaños, si mis daños
consisten en que engaño mis engaños
por desesperación de mis porfías?

   ¿De qué sirve poner al bien espías,  5
cuando tan ciertos son los desengaños?
¿Ni esperar días, que parecen años,
si pasan años que parecen días?

   Amor, que nunca más verdad tuviste,
¿por qué no das lugar a la esperanza,  10
que en desengaños de mi bien consiste?

   ¿Dónde caminas, loca confianza?
Que no hay estado en el amor más triste
que querer esperar sin esperanza.




ArribaAbajoDe El premio del bien hablar




- 952 -


Acto II, LEONARDA


ArribaAbajo   A las perlas del alba descogían
pintadas hojas las abiertas flores
cuando en alegre paz dos ruiseñores
su nido sobre un álamo tejían.

   Pero en el tiempo en que coger querían  5
el fruto de sus cándidos amores,
llegaron otros dos competidores
que cuanto fabricaban, deshacían.

   Las pajas de que ya vestido estaba
bañaron en cristal los arroyuelos  10
de una fuente que el álamo bañaba.

   Así fueron mis ansias y desvelos
cuando pensé que nido fabricaba.
Tal fin promete amor: principio en celos.




- 953 -


Acto II, JUAN


ArribaAbajo   ¿Fortuna, que a Sevilla me trajiste
huyendo del rigor en que me hallaste,
en qué mar a las Indias me embarcaste
que con tal brevedad me enriqueciste?

   Mas no es el fin del bien que le conquiste,  5
si de la posesión te descuidaste,
pues para más tristeza me alegraste;
que no hay alegre bien si el fin es triste.

   No me des dichas para no gozallas,
no me des glorias para no tenellas,  10
ni el breve bien que en esperanzas hallas;

   que no pudiendo asegurarse de ellas,
parece que es más dicha no alcanzallas
que vivir con el miedo de perdellas.




- 954 -


Acto III, ÁNGELA


ArribaAbajo   Pasa la mar el mercader que aspira
a enriquecer, y por la extraña tierra,
de su querida patria se destierra;
ni el frío teme, ni el calor admira.

   Del bien gozoso que su gloria mira,  5
en alta nave su riqueza encierra,
y sin temer del elemento guerra,
las ondas rompe, por llegar suspira.

   Más, cuando ya la patria se le daba,
corre tormenta en el vecino puerto,  10
y halló la muerte cuando no pensaba.

   Así por este mar del mundo incierto,
contenta mi esperanza navegaba;
perdonola la mar, matola el puerto.




- 955 -


Acto III, FELICIANO


ArribaAbajo   Que pudo imaginar mi pensamiento,
que del alma viniese a la medida,
como hallar a don Juan en cuya vida
estriba de mi amor el fundamento.

   Cuando temí para mayor tormento  5
mi muerte en el rigor de su partida
de los cabellos la ocasión asida
dispone a dulce fin mi atrevimiento.

   Ya estaba el alma sin tener sosiego
vestida de mortal desconfianzas  10
pero valiome la esperanza luego.

   Ella es el bien, mientras el bien se alcanza
que como el árbol es materia al fuego,
así vive el amor con la esperanza.




ArribaAbajoDe El primer rey de Castilla




- 956 -


Acto II, TIBALDO


ArribaAbajo   Amor grosero, acuciador del home,
gradescido al desdén, y al bien ingrato,
falagüeño, rapaz, viejo en el trato,
que hurtaste a la muerte fecha y nome;

   Buitre cruel, que las entrañas come,  5
inquieta mar, que no sosiega un rato,
atrevido a las leyes sin acato,
como engañar magüer a cada tome:

   El cual, de aquestas ásperas montañas,
donde yace la gran ciudad de Oviedo,  10
corona y defensión de las Españas.

   Desnudo vives entre nieve y miedo;
mas ya, si te has pasado a mis entrañas,
non cale el arte que abrasar te puedo




- 957 -


Acto II, MELISENA


ArribaAbajo   Montes, do yace la famosa cueva
del gran Pelayo, milagroso abrigo,
que de aquel mal hadado rey Rodrigo,
la España fénix, con morir renueva;

   homenaje figalgo, a quien hoy deba  5
la sangre ilustre y el valor antiguo,
magüer que cada siempre el enemigo
vuestros paveses y azagayas prueba:

   Hoy veredes la vuestra plañidera
casi morir de ausencia, y hoy veredes  10
que como cisne en vuestras faldas llora;

   Mas quiéroos suplicar que me otorguedes
que cuando llegue del morir la hora,
adore de su casa las paredes.




- 958 -


Acto III, REY MORO


ArribaAbajo   Las parias, Ataúlfo, alfaquí santo
de aquel vuestro patrón que llamáis Diego,
que pide el rey Fernando de Castilla,
yo las daré mayores que las pide,

   porque con la noticia de sus hechos  5
ya le tiemblan los moros hasta el África;
y pues que se las dan Toledo y Córdoba,
no es justo que Sevilla se las niegue;

   pero los cuerpos de las santas vírgenes
que vosotros llamáis Justa y Rufina,  10
y aquí por el Dios vuestro fueron muertos,

   yo no sé dónde están, ni hay moro alguno,
porque yo he consultado los más viejos,
que sepa en qué lugar tienen sepulcro.




- 959 -


Acto III, ATAÚLFO


ArribaAbajo   Justa y Rufina, hermanas valerosas,
que el barro de la tierra despreciasteis
y del oro del cielo coronasteis
vuestras cabezas, cándidas, hermosas.

   Pues con vuestras reliquias gloriosas  5
del Betis sacro la ribera honrasteis,
después de tales penas, y llegasteis
a ser de vuestro esposo Cristo esposas.

   León os ha labrado un rico templo;
venid a honrar el celo de Fernando;  10
salid de Egipto y Faraón injusto.

   El Moro no conoce vuestro ejemplo;
allá os están las piedras adorando;
decid adónde estáis, Justa, que es justo.




ArribaAbajoDe El príncipe melancólico




- 960 -


Acto I, LEONIDO


ArribaAbajo   Pues ya se pasó el día que alegraba
las oscuras tinieblas de mi alma,
pues con tanto furor llegó la calma
cuando el viento con más furor soplaba.

   Pues del premio tan justo que gozaba  5
entre las manos le sacó la palma,
pues apartan el cuerpo de aquel alma
con cuya junta en gloria eterna estaba.

   ¿Qué he de hacer sino pedirle al cielo
de un caso tan injusto la venganza  10
por ver si al canto mío se enternece?

   ¡Ah, entrañas fieras de furor y hielo!
¿Qué te mueve a que haga tal mudanza?
pero es tu gusto, y el mío te obedece.




ArribaAbajoDe El príncipe perfecto


Primera parte




- 961 -


Acto I, PRÍNCIPE


ArribaAbajo   ¡Oh noche desigual, del sol ausencia
(ausencia, en fin, para que causes males),
adonde tantas luces celestiales
no son de tus delitos resistencia!

   Eres, mientras te ausenta su presencia,  5
talega de ajedrez con piezas tales,
que son en ti confusamente iguales,
y del peón al rey no hay diferencia.

   No pienses que la luna en ti se goza,
ni con sus luces te hagas de los godos,  10
pues tantos años ha que fuiste moza;

   porque siendo alcahueta de mil modos,
te sirven las estrellas de coraza,
para que miren tus infamias todos.




- 962 -


Acto II, EL REY


ArribaAbajo   Con justa causa agradecido al cielo
miro mi reino dilatarse tanto,
que causa el nombre portugués espanto
del clima que arde hasta el que baña el hielo.

   El mar de Taprobana, el indio suelo,  5
de las Quinas respeta el blasón santo,
sin que pueda impedir sireno canto
las naves que arma tan divino celo.

   El remoto Ceilán, el chino, el persa,
bárbaro y moro sus laureles bajen,  10
y la nación más última y diversa.

   Ya no es posible que mi curso atajen,
porque no hay para el Rey fortuna adversa,
si imita a Dios, porque es de Dios imagen.




- 963 -


Acto III, DON JUAN


ArribaAbajo   Aborrecí querido, y olvidado
quiero por condición de amor injusto;
que la satisfacción causa disgusto,
y la sospecha enciende un pecho helado.

   A quien me quiere olvido, y, desamado,  5
adorar un desdén tengo por justo;
tal es la diferencia con que el gusto
desprecia amado, y quiere despreciado.

   Amor que de los deseos satisface,
ya no es amor, sino amoroso empleo,  10
que quiere aquello que su gusto hace.

   Pues por tan claras experiencias veo
que en la dificultad el amor nace,
y en la facilidad muere el deseo.




Segunda parte




- 964 -


Acto I, DOÑA LEONOR


ArribaAbajo   El principio del nombre de mi dama
le dio un león; no puede ser más fiero;
el fin le dio mi amor, que al fin espero
lo que merece quien padece y ama.

   Entre un león y amor vive mi llama,  5
donde mi muerte y vida considero;
cuanto al león, de vida desespero;
cuanto al amor, a su piedad me llama.

   Mas ¡ay! que si el león tienen más parte,
pues cuatro letras son, no espero vida;  10
que amor le dio las dos por no cansarte.

   Mas juntas en León-or, aunque ofendida,
dejando la crueldad del león aparte,
serás por el amor agradecida.




- 965 -


Acto II, PRÍNCIPE


ArribaAbajo   Amor, de amar me reprehendo y riño;
amé por accidente; excusa tengo;
arrepentido al desengaño vengo,
sus blancas aras de laureles ciño.

   Mi pecho quiere ser cándido armiño;  5
mirando el lodo vil, los pies detengo;
para defensa la razón prevengo;
gigante quiero ser, si tú eres niño.

   Suele un cobarde andar con un valiente,
y temerle por eso su enemigo,  10
que solo, le matara fácilmente.

   Amor, cobarde soy, mas yo te digo
que para mi defensa eternamente
pienso llevar a la virtud conmigo.




- 966 -


Acto III, LOPE


ArribaAbajo   Fálaris, el tirano de Agrigento,
tuvo en tormentos tan extraño estilo,
como bramando lo mostró Perilo,
autor del toro y de su fin violento.

   Puso Dionisio (¡extraño pensamiento!)  5
sobre la frente de la espada el filo
al que dio de comer, y el Rey del Nilo
el áspid de Cleopatra vio sangriento.

   Mas ni Perilo, que en el toro grave
por alma de su cuerpo gime y brama,  10
ni el áspid, de Cleopatra fin suave,

   merecen del mayor tormento fama,
porque el mayor tormento que se sabe
es resistirse del amor quien ama.




- 967 -


Acto III, PRÍNCIPE


ArribaAbajo   Topáronse el amor desnudo y ciego
y el que de la virtud se engendra y cría
en una selva deleitosa un día,
y comenzaron su contienda luego.

   Venció el divino, y al humilde de ruego  5
no se dejó vencer de su porfía;
que atado a un sauce que en el valle había
le puso con sus mismas flechas fuego.

   Tal yo, que de nobleza al fin presumo;
y atando a amor mi noble pensamiento,  10
puesto que como fénix me consumo,

   para que no renazca mi tormento
púsele fuego, y convertido en humo,
di al mar la llama y la ceniza al viento.




- 968 -


Acto III, DOÑA LEONOR


ArribaAbajo   Yo muero y vivo, yo me hielo y ardo,
y de lo que me alegro me entristezco;
a un mismo tiempo adoro y aborrezco
y despreciando el bien, el mal me guardo;

   temo el remedio y el remedio aguardo;  5
con dicha pierdo y con temor merezco;
huyo al peligro y al mayor me ofrezco,
y donde más me animo, me acobardo.

   Ya mi amor se levanta, ya se humilla,
ya me mira los pies y ya la rueda,  10
ya tiene el gusto y ya el desdén la silla.

   Pero viendo que ya resuelto queda,
al mismo amor espanta y maravilla
que entre tantos contrarios vivir pueda.






ArribaAbajoDe El remedio en la desdicha




- 969 -


Acto I, NARVÁEZ


ArribaAbajo   Bañaba el sol la crespa y dura cresta
del fogoso león por alta parte,
cuando Venus lasciva y tierno Marte,
en Chipre estaban una ardiente siesta.

   La diosa, por hacerle gusto y fiesta,  5
la túnica y el velo deja aparte;
sus armas toma, y de la selva parte,
del yelmo y plumas y el arnés compuesta.

   Pasó por Gracia, y Palas viola en Tebas,
y díjole: «Esta vez tendrá mi espada  10
victoria igual de tu combate acero.»

   Venus le respondió: «Cuando te atrevas,
verás cuánto mejor te vence armada
la que desnuda te venció primero.»




- 970 -


Acto II, NARVÁEZ


ArribaAbajo   Si fue mayor la gloria y noble el pago
que dio en España a Cipión la fama
en no querer gozar la presa dama,
que el vencimiento ilustre de Cartago;

   y sí después de aquel lloroso estrago  5
de Darío, más heroico el mundo llama
al macedón, que no violó su cama,
mi deuda con lo mismo satisfago.

   No quiero que me estimen ni me alaben
las propias ni las bárbaras naciones,  10
porque en mi pecho sus grandezas caben.

   No son los capitanes Cipiones,
ni Alejandros los reyes, si no saben
vencer sus apetitos y pasiones.




ArribaAbajoDe El rey por trueque




- 971 -


Jornada III, SOLIMÁN


ArribaAbajo   El libre pajarillo se cautiva
y en la jaula se viene a ser afable;
dómase el animal más indomable,
y hácese que humilde y manso viva.

   Con gobernar la nao al puerto arriba  5
por el furioso mar inexorable,
y el hielo y sol, con la costumbre estable,
sucede que con gusto se reciba.

   Tanto la industria y la costumbre puede,
si no es en la mujer, que sí es forzada,  10
se puede de su amor tener recelo.

   No se domeña si ella no concede,
que es más furiosa, amando disgustada,
que el pájaro, animal, mar, sol y hielo.




ArribaAbajoDe El rey sin reino




- 972 -


Acto III, ROSIMUNDA


ArribaAbajo   Si la mujer es de importancia al hombre,
digan humanas letras, y divinas,
el bulto de Milcó, y las cortinas
de Sancha el hecho, y la prisión asombre.

   A Rosimunda desde agora nombre  5
la fama entre las Griegas, y Latinas,
pues para sus historias peregrinas
ganará mi valor inmortal nombre.

   Mas ay, como el Conde de Castilla,
hoy te libré no pagues con engaños  10
fe que al valor del hombre maravilla.

   Mas no son en mujer casos extraños,
porque como salió de su costilla,
siempre pone los hombros a sus daños.




ArribaAbajoDe El saber puede dañar




- 973 -


Acto I, CARLOS


ArribaAbajo   Rompe el tridente azul rota barquilla,
las alas vate, de los vientos pluma,
y sin que el pescador traición presuma,
corre, sentada en el cristal la quilla

   Mas sale de una cala de la orilla,  5
donde estaba esperando mayor suma,
turco bajel, y levantando espuma,
las aguas con los remos acuchilla.

   Así yo, ¡triste!, libre de recelos,
surcaba el mar, cuando corsario altivo  10
permitieron las iras de los cielos.

   Sin libertad, sin esperanza vivo,
y atado al duro banco de los celos
en la galera del amor cautivo.




ArribaAbajoDe El secretario de sí mismo




- 974 -


Acto I, EL PRÍNCIPE DE VISINIANO


ArribaAbajo   Bien puede este jardín, Otavia ausente,
sacrificar aromas a los cielos
las mosquetas vencer los blancos velos
de aquella sierra que relumbra enfrente.

   Salir en verdes hojas diligente  5
el blanco azahar, y en encarnados celos
coronarse el laurel, y de los cielos
la violeta imitar al Occidente.

   Mas cuando salga Otavia, la mosqueta
se irá a su frente, y los claveles rojos  10
a sus labios, que vencen sus colores.

   El azahar a tus dientes, la violeta
a sus ojos, mas hay dulces despojos,
quien fuera el dueño de tan bellas flores.




- 975 -


Acto I, FEDUARDO


ArribaAbajo   El cielo estuvo sobre Atlante fijo;
alzar un toro de Milón se cuenta;
salir en un delfín de una tormenta;
pudo Anfión y sobre el Aries, Frijo;

   Eleno sabio a Troya el fin predijo;  5
Erostrato inventó fama y afrenta;
ganar el mundo el Macedonio intenta;
llegar, ver y vencer el César dijo.

   Igualar las grandezas de Trajano
será posible a un hombre cuando llega  10
a heroico ingenio y valerosa mano;

   mas despreciar una mujer que ruega
es más divino que valor humano;
que quien niega a mujer, ser hombre ciego.




ArribaAbajoDe El sufrimiento de honor




- 976 -


Acto III, SUFRIDO


ArribaAbajo   Ea, instrumentos rotos y civiles
contra afrentas y menguas criminales,
veniales heridas de mortales,
golpes de flacas fuerzas mujeriles.

   ¿Do está la fuerza y filos tan viriles  5
que dio muerte a mil hombres inmortales?
¿O quien ha sido tal que os hizo tales,
do no bastaban fuerzas de serviles?

   Mas dejoos con tal temple el que os hizo,
que el perdido dolor más os abona,  10
pues parecéis en todo al dueño vuestro.

   Yo en el color parezco un muerto rizo;
mas, viviendo mi honor, seré tizona
cuando levante aqueste brazo diestro.




ArribaAbajoDe El testigo contra sí




- 977 -


Acto II, ESTELA


ArribaAbajo   Lisardo mío, si en mi pensamiento
cupo jamás tu ofensa, ni tu ira,
del cielo donde estás un rayo tira,
que me deshaga con rigor violento.

   Sirviome un hombre, di su ruego al viento  5
las más veces los celos son mentira,
estima mi lealtad, mi llanto mira,
tu muerte lloro, mi desdicha siento.

   Sin mi gusto me caso, que no es justo,
quien ya gozó tan dulce compañía,  10
que pueda hallar eternamente gusto.

   Estórbalo si puedes, que algún día
me llevará contigo mi disgusto,
y entonces tú verás la verdad mía.