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Cf. Beatriz Pastor, El discurso narrativo de la conquista, La Habana, Casa de las Américas, 1983. Reeditado y corregido, apareció con el nombre de Discursos narrativos de la conquista: mitificación y emergencia, Hanover, Ediciones del Norte, 1988.

 

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Véase Fray Martín de Velasco, Arte de los sermones para saber hacerlos y predicarlos, México, 1728, cit. por Gabriela Eguía-Lis, «Análisis de un sermón barroco», trabajo inédito, p. 1. Cf. Edelmira Ramírez Leiva, Persuasión, violencia y deleite en un sermón barroco del siglo XVIII, vol. 1, México, INBA, UAM, 1986.

 

53

OC, t. I, p. LII.

 

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Respecto a la fecha de nacimiento aún existe discusión, especialmente por parte de Georgina Sabat-Rivers. Otros historiadores, entre ellos Pilar Gonzalbo, han demostrado que la ilegitimidad era bastante frecuente en la época y que, a pesar de las estrictas regulaciones de los conventos y de otras instituciones, se solía pasar por alto ciertos requisitos mediante una cantidad bastante apreciable de dinero. Pilar Gonzalbo Aizpuru, Las mujeres... op. cit. ¿Hizo lo mismo Sor Juana? o ¿la buena fama de sus parientes, los Mata, la eximió de ese requisito?, ¿contribuyó a ello el favor que gozaba con los virreyes, su creciente fama, o el prestigio de austeridad de su confesor?, en fin, ¿podría afirmarse la improbable posibilidad de que desconociera su verdadero origen? En realidad, podemos pensar, sin exagerar demasiado, que de alguna manera muchos de los novohispanos, incluyendo hasta los más renombrados de la época, eran perjuros y otros ilegítimos, baste el ejemplo del obispo don Juan de Palafox y Mendoza, aspirante a la santidad y casi canonizado.

 

55

AP, s. f.; Cf. nota 54.

 

56

En Alatorre, «La carta de Sor Juana al padre Núñez», Nueva Revista de Filología Hispánica, XXXV, p. 624.

 

57

AP, s. f. Cf. Juan Antonio de Oviedo, Vida exemplar, heroicas virtudes, y apostólicos ministerios de el Venerable padre Antonio Núñez de Miranda, de la Compañía de Jesús, México, herederos de la viuda de Francisco Rodríguez Lupercio, 1702.

 

58

Cf. mi texto sobre este tema, «La conquista...», nota 17. Revísense los trabajos de Kathleen A. Myers, «Sor Juana's respuesta; Rewriting the vitae, Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, vol. XIV, núm. 3, Primavera, 1990; «The Addressee Determines the Discourse: The Role of the Confessor in the Spiritual Autobiography of Madre María de San Joseph»; Word World from New Spain: the Spiritual Autobiography of Madre María de San Joseph (1656-1719). Fundamental desde el punto de vista teórico es el libro de Michel de Certeau, La escritura de la historia, México, Universidad Iberoamericana, 1985, especialmente el capítulo VII: «Una variante: La edificación hagiográfica», pp. 287-300. Cf. los trabajos de Asunción Lavrín.

 

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Antonio Núñez de Miranda, Plática doctrinal que hizo el P... de la Compañía de Jesús; Rector del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, Calificador del Santo Oficio de la Inquisición; Prefecto de la Purísima. En la profesión de una señora religiosa del Convento de San Lorenzo. México, Imprenta de la viuda Calderón, 1679, f. 2.

 

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«Tuvo esta Carta el deseado efecto del caritativo Príncipe, porque retirándose y aplicando de allí adelante su poema a cosas espirituales, como se lo persuadía la Carta, vivió y murió dando ejemplo a sus hermanas las religiosas y con prendas de su salvación». Miguel de Torres, fray, Dechado de Príncipes eclesiásticos. Vida, obras y ejemplos del Ilustrísimo y Excelentísimo Señor doctor don Manuel Fernández de Santa Cruz, Puebla, 1716, fol. 421. Lo que no aclara fray Miguel es que ese «retiro» no se produjo sino algunos años después, en 1693 o 1694, y que el primer «poema» escrito por Sor Juana después de la respuesta fue efectivamente dedicado a «casas espirituales», sólo que en ese texto, en honor de Santa Catarina, sigue peleando por su albedrío, su libertad de entendimiento. El padre Oviedo le atribuye su salvación al prefecto de San Pedro y San Pablo, Núñez de Miranda, con quien Sor Juana entabló una lucha singular y a quien volvió a llamar para que actuase como su confesor cuando decidió o se vio obligada a «retirarse» de la vida mundana. Cf. Juan Antonio de Oviedo, padre, Vida exemplar, heroicas virtudes, y apostólicos ministerios de el venerable padre Antonio Núñez de Miranda, de la Compañía de Jesús, México, herederos de la viuda de Francisco Rodríguez Lupercio, 1702, fols. 132-137. Calleja (op. cit.) piensa, siguiendo a Oviedo, que la conversión fue debida al padre Núñez. Castorena y Ursúa, compilador del tercer tomo de las obras de Sor Juana (Fama), le atribuye esa conversión al obispo de Santa Cruz y piensa que el arzobispo Aguiar y Seijas, movido por ese ejemplo, hizo a su vez una teatral entrega de sus libros a la comunidad, Cf. Antonio Alatorre, «Sor Juana y los hombres» en Estudios 7, ITAM, invierno, 1986, pp. 7-27.

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