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1

«Primero sueño, que así se intituló y compuso la Madre Juana Inés de la Cruz, imitando a Góngora». Manejo la edición «canónica» en la bibliografía de la escritora mejicana: Sor Juana Inés de la cruz, Obras completas, vol. Lírica Personal, México, Fondo de Cultura Económica, 1951. El texto completo en págs. 691-717.

 

2

«Había en Sor Juana una dualidad bien comprensible: la excelente formación clásica y la invencible curiosidad por toda novedad circundante. El culteranismo y el conceptismo eran la novedad, plaga del momento. Ella no se sustrajo [...]. Paladea y cata, pero no se entrega. Conservar a Sor Juana por su "Sueño" y su "Neptuno alegórico", las dos fantasías gongorinas tan antípodas de toda su obra, sería el mismo o más exceso que juzgar a Góngora sólo por sus oscuras Soledades». Campoamor, Clara, Sor Juana Inés de la Cruz, Barcelona, Júcar, 1984 (Colección Los Poetas), pág. 32.

 

3

«Confieso desde luego mi ruindad y vileza; pero no juzgo que se habrá visto una copla mía indecente. Demás, que yo nunca he escrito cosa alguna por mi voluntad, sino por ruegos y preceptos ajenos; de tal manera, que no me acuerdo haber escrito por mi gusto sino un papelillo que llaman "El Sueño"», Juana Inés de la Cruz, Sor, «Respuesta de la poetisa a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz», en Obras completas, vol. IV. Comedias, Sainetes y Prosas, México, Fondo de Cultura Económica, 1957, págs. 470-471.

 

4

Vossler, Carlos, «La décima musa de México Sor Juana Inés de la Cruz», en Escritores y poetas de España, Barcelona, Espasa-Calpe, 1948, págs. 103-132, cita pág. 115.

 

5

«No sabemos con seguridad cuándo Sor Juana escribió el "Sueño", pero por su contenido epistemológico y su carga anímica no pudo ser obra temprana». Sabat de Rivers, Georgina, «Sor Juana Inés de la Cruz», en Madrigal, Luis (coordinador), Historia de la literatura hispanoamericana, Tomo I. Época colonial, Madrid, Cátedra, 1982, págs. 275-293, cita, pág. 283. Vid. asimismo el artículo de la misma autora: «Sor Juana y su "Sueño": Antecedentes científicos en la poesía española del Siglo de Oro», en Cuadernos Hispanoamericanos, n.º 31, Madrid, 1976, págs. 186-204; y el libro de conjunto El sueño de Sor Juana Inés de la Cruz: tradiciones literarias y originalidad, Londres, Támesis Boul, 1977.

 

6

Paz, Octavio, Sor Juana Inés de la cruz o las trampas de la fe, Barcelona, Seix Barral, 1982, Capítulo: Primero Sueño, págs. 469-507.

 

7

«Desde pequeña apunta esa natural predisposición hacia el desarrollo de las facultades preferentemente intelectuales. La hemos visto ya tan racionalmente equilibrada, que dejaba a un lado las golosinas para evitar la rudeza [...]. No fue, no se desprende de lo que nos dice su primer biógrafo, una niña sentimental, de emotividad desbordada. Todo lo contrario: su continencia, su concepto de mesura y de lógica, su profundo sentido crítico, en ella casi un sexto sentido natural, comienzan a manifestarse precozmente. Desde niña sabe Sor Juana, lo que para ella vale más, y casi intuye cómo lograrlo». Arroyo, Anita, Razón y pasión de Sor Juana, México, Porrúa y Obregón, 1952, págs. 41-42.

 

8

Ver a este respecto el pormenorizado recorrido por los estratos filosóficos subyacentes en el pensamiento filosófico de Sor Juana llevado a cabo por Lacaris Comendo, Constantino, en su artículo: «Fundamentación ideológica de Sor Juana Inés de la Cruz», Cuadernos Hispanoamericanos, n.º 25, 1952, págs. 50-62. Cf.: «Sin llegar a decir que Sor Juana fuese una pensadora "escolástica", sí debe aceptarse que su mundo mental manejaba conceptos escolásticos, y no ya como técnica escolar, sino incorporados al lenguaje vivo, confiriéndoles el rango de vigencia expresiva de la creación poética» (págs. 53).

 

9

Siguiendo la paráfrasis de Santayana, «todas las cosas son -desde la doctrina adoptada por Lucrecio- [...] polvo y se convierten en polvo, pero un polvo que es eternamente fértil y que está destinado a adoptar perpetuamente nuevas y hermosas figuras». Santayana, George: Tres poetas filósofos (Lucrecio, Dante, Goethe), Buenos Aires, Losada, 1969, pág. 26. Pensemos -sin entrar en otro tipo de vinculaciones- en la cercanía de estos presupuestos con ciertos «topoi» del pensamiento barroco, tan magistralmente aclimatados en suelo americano por la excelsa lírica de la «musa» Sor Juana. Recordemos, sin más, sus célebres sonetos «metafísicos».

 

10

Gaos José, «Sueño de un sueño», «Historia mexicana» 10, 1960-1961, págs. 54-71. En cuanto a la referencia al viaje de «anábasis», además del sutil acercamiento de Octavio Paz a estos parámetros (en Obras completas, pág. 473 ss.), véase el trabajo sintético de Fernández, Teodosio en La poesía hispanoamericana (hasta el final del modernismo), Madrid, Taurus, 1989: «la comprobada difusión de las obras del jesuita alemán Athanasius Kircher había puesto de actualidad en la Nueva España de fines del siglo XVII una versión ortodoxa [...] del hermetismo platónico renacentista, de cuya influencia se observa algún eco en la intrincada simbología del "Neptuno alegórico" [...] y desde luego en "Primero sueño", que descubre relaciones con la tradición hermética de los "sueños de anábasis", desde el de Escipión narrado por Cicerón y comentado por Macrobio, hasta el "Iter exstaticum" (1656) de Kircher"» (pág. 33).

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