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Spain in America (1450-1580)

by Edward Gaylord Bourne Ph. D. Professor of history, Yale University. New-York.- Hasper & brothers publihers.- 1904. 8.º, 350 págs. with maps.

Fernández Duro, Cesáreo





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Ha sido favorecida la Academia, por su autor, con obsequio de este volumen, tercero de los publicados hasta ahora como componentes de la biblioteca ó colección comenzada en los Estados   —361→   Unidos con título de La Nación Americana (The American Nation), que ha de constar de 28 tomos. Encomendados respectivamente á literatos de renombre, constituirán otras tantas monografías independientes entre sí, aunque, con arreglo al plan, tengan enlace lógico.

El propósito de Mr. Gaylord Bourne al redactar éste de que damos cuenta, según él y el editor consignan en los preliminares, es vulgarizar en el vasto territorio de la Unión Americana una idea exacta de la obra civilizadora realizada por los españoles en aquel Nuevo Mundo, especialmente en la centuria que siguió al descubrimiento y colonización, obra que no cree el dicho autor se haya juzgado con espíritu libre de prejuicios; con aquella imparcialidad á la que él se propone ajustarse, como lo verifica al poner en parangón lo que hicieron en la misma época Francia é Inglaterra al establecer colonias suyas.

En el estudio analítico no aparece nuestra nación en inferior lugar, ya trate de la cultura trasplantada, ya de las dotes de los exploradores, bien de los gobernantes encargados de asentar aquélla, en todo lo cual sobresalieron, á su parecer, dejando con las huellas pruebas innegables de perseverancia, de acierto y de buena politica.

Difícil es dar idea en pocas líneas, de la manera con que el ilustrado Catedrático de la Universidad de Yale desarrolla el pensamiento, hasta llegar, por sus pasos, á la conclusión de que los españoles «no solo fueron menos duros, menos altaneros con los indios que los ingleses y franceses contemporáneos, sino también más humanos que los europeos todos que procuran actualmente la civilización africana».

El proceder de España en América, dice aún Mr. Gaylord Bourne, «ofrece uno de los más señalados ejemplos de transmisión de la cultura por el dominio soberano, preferible al ejercido en particular por grupos de emigrantes atenidos al impulso propio, como ocurrió á los ingleses que arribaron a los Estados Unidos».

Empieza, naturalmente, el autor, por las jornadas de Colón, examinando á seguida y sucesivamente las de los descubridores   —362→   de las islas y Tierra-firme, con compulsa, no ya solo de los historiadores primitivos de Indias, sino también de los que han adelantado el conocimiento de lo que á ellas atañe, hasta nuestros días, incluyendo los trabajos de Harrisse, Winsor, Ruge, Lollis, Tacher, Vignaud y otros entre los modernos.

La erudición, la crítica, la comprobación de datos aducidos antes de formular juicio, recomiendan de consuno á una labor que completamente se acomoda á los procedimientos históricos, á favor de los cuales, y apartándose de veredas trilladas, no duda Mr. Gaylord Bourne en asegurar que, la causa principal del erróneo concepto que llegó á formarse de la colonización española, estriba en «las apasionadas relaciones del P. Las Casas, quien en su afecto paternal hacia los indios exageró desmesuradamente los sufrimientos de éstos».

Piensa todavía el autor que las acusaciones lanzadas y que aún se mantienen contra España, de ser causante de la extinción ele la raza indígena en América, no tienen otro origen, siendo en realidad de verdad, producida la disminución de los indios por un fenómeno repetido invariablemente, que ahora mismo se observa en las islas de Sandwich y en el Oeste de los Estados Unidos. Cada vez que dos razas distintas se ponen en contacto, la más débil desaparece. Es hecho probado.

Con respecto á los esclavos negros entiende, que el estudio comparativo del trato que se les daba en las colonias españolas del que recibían en las francesas é inglesas, atestigua que el régimen español de la esclavitud era mucho más suave.

Superior también considera la recopilación de las leyes de Indias á cuanto se estatuyó en otras partes de América. «España, escribe, procuraba, por todos medios, adaptar á las colonias su propio régimen administrativo... y acaso parezca sorprendente saber que la causa fundamental de la revolución en los Estados Unidos fué la pretensión de éstos de tener con la Metrópoli las mismas relaciones legales de que gozaban Méjico y el Perú con España».

Minuciosamente y con encomios, va describiendo el profesor de Yale, como comprobantes, las disposiciones dictadas para   —363→   difundir en el Nuevo Mundo las luces de Europa. El órgano del gobierno español era la Iglesia, por ser la que en el tiempo poseía el saber en mayor grado. «Cada misión era una escuela de religión, de artes, de industria, de lenguas, así como de lectura y escritura para los indígenas, á quienes se enseñaban todos los oficios usados en España. La imprenta se introdujo en 1536; en 1551 se crearon las Universidades de Méjico y Lima; posteriormente se fundó en Santa Cruz el primer centro de educación superior, y no pocos graduados en el Colegio llegaron á ser alcaldes y corregidores de ciudades».

Digámoslo de nuevo: una obra de la importancia y de la novedad que tiene España en América no se resume en breves frases; baste para invitar á la completa lectura la afirmación de que por el espíritu desapasionado del autor resulta panegírico de España en el paralelo con las demás naciones que tuvieron colonias en América.

Madrid, 22 de Abril de 1905.





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