Taller de Picasso en la Rue des Grand-Augustins
En 1927, Ambroise Vollard invitó a Picasso a ilustrar una reedición especial de narraciones cortas de Balzac: Le Chef-d´oeuvre inconnu. La historia de Balzac se situaba en un estudio de la rue des Grands-Augustins, donde trabaja el pintor Frenhofer en la que iba a ser su gran obra. Por un cúmulo de azares, en los años 30 Picasso se trasladará a esta calle, justo al edificio donde él y otros amigos creían que se ubicaba el estudio del pintor de ficción que tanto les había fascinado. Picasso trabajaba en este taller en 1937, cuando pintó una de sus obras maestras: el Guernica. La leyenda cuenta que Picasso sintió, durante su proceso de creación, la presencia de Balzac y la del pintor de ficción, Frenhofer.
Foto extraída de BALZAC, Honoré de, La obra maestra desconocida, ilustrada por Pablo Picasso.
Foto extraída de BALZAC, Honoré de, La obra maestra desconocida, ilustrada por Pablo Picasso.
(Texto de Honoré de Balzac, La obra maestra desconocida, ilustrada por Pablo Picasso, Barcelona, Círculo de Lectores, 2000) |
Foto cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Foto cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
El 26 de abril de 1937, un ataque de la Legión Cóndor alemana sobre la ciudad vasca de Guernica sacudió al mundo. Picasso quiso dejar su testimonio de la brutalidad sobre la sociedad civil en una pintura que se convirtió en una profética visión de la Segunda Guerra Mundial, y hoy es reconocida internacionalmente como un icono por la paz.
A pesar del enorme interés que despertó el Guernica, Picasso nunca quiso explicar el cuadro ni comentar sus símbolos. No obstante, son muchos los críticos y artistas que se han referido a él, llegando a calificarlo como una de las obras de arte fundamentales del siglo XX.
(Texto extraído de Brassaï, Conversaciones con Picasso, Madrid, Turner-Fondo de Cultura Económica, 2002) |
Foto cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Foto cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Foto cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Foto cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Sería muy interesante conservar fotográficamente, no las etapas, sino las metamorfosis de una pintura. Posiblemente, cabría descubrir entonces el camino seguido por el cerebro al materializar un sueño. Pero hay una cosa muy extraña: observar que, básicamente, una pintura no cambia, que la primera «visión» aparece casi intacta, a pesar de las apariencias.
(Texto de Picasso extraído de Frank Russell, El «Guernica» de Picasso. El laberinto de la narrativa y de la imaginación visual, Editora Nacional, Madrid, 1981).
Foto cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Foto cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
A comienzos de 1937 el director general de Bellas Artes de la República invitó a Picasso a pintar un mural para ser expuesto en el Pabellón de España en la Exposición Internacional de París. Fue la fuerte impresión que sufrió al conocer la noticia del bombardeo nazi sobre la localidad vasca de Guernica, la que canalizó su inspiración y le llevó a mostrar el drama de España a los ojos del mundo.
Una vez clausurada la Exposición Internacional, el cuadro fue mostrado en una exposición itinerante que recorrió Noruega, Dinamarca y Suecia, para después ser enviado por Picasso a Inglaterra con la intención de recaudar fondos a favor del bando republicano durante la Guerra Civil. Será a fines de 1939 cuando, tras una gira de más de tres meses de duración por algunas de las ciudades más importantes de Estados Unidos, el mural recale en Nueva York para formar parte de la exposición Picasso: forty Years of his Art en el MOMA.
Desde Nueva York viajará a Europa para ser expuesto en sucesivas retrospectivas sobre su autor y después regresará al MOMA. Picasso dio instrucciones al museo para que el Guernica no fuera de nuevo prestado dado su deterioro.
No será hasta pasados cuarenta años, tras la muerte de Franco y una vez restaurada la democracia en España, cuando el gobierno español reclame al MOMA el mural. La voluntad de Picasso siempre fue la de que el Guernica perteneciese al pueblo español y, por tanto, debía regresar a él en cuanto se restaurasen las libertades.
El lienzo llegó a Madrid el 10 de septiembre de 1981 y fue expuesto en el Casón del Buen Retiro, desde donde fue conducido al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 1992.
Foto cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Foto cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Defiendo la vida sobre la muerte...
Defiendo la paz frente a la guerra.
(Pablo Ruiz Picasso)
(Texto de Fernando Martín Martín, El pabellón español en la Exposición Universal de París en 1937, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1983) |
Foto cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Max Aub dijo el día que se presentó el Guernica en la inauguración de la Exposición Internacional de París de 1937 que se hablaría durante mucho tiempo de él. No se equivocaba, el Guernica ha sido a lo largo de la historia objeto de estudio, crítica, opinión e inspiración de destacados intelectuales de multitud de ámbitos culturales.
(Texto de Rafael Alberti extraído de Guernica. Guía didáctica, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, 1997). |
Ni siquiera un conocimiento a fondo de las pugnas íntimas del artista nos ayudaría a comprender lo que es esencial en el Guernica, ya que la pintura no es una manifestación sobre Picasso, sino sobre la condición del mundo... |
(Texto de R. Arheim extraído de El Guernica de Picasso: génesis de una pintura, Editorial Gustavo Gili, S. A., Barcelona, 1976). |
Los personajes familiares, el toro, el caballo, las mujeres, el héroe roto, se expresan en un torbellino delirante que arrebata al espectador como una ola enfurecida para sacudirle y dejarle en cualquier rincón con el alma para siempre amoratada... |
(Texto de Juan Larrea extraído de Literatura y cultura del exilio español de 1939 en Francia). |
Una estremecedora habitación oscura en la que la única salida parece ser una pequeña puerta entreabierta a la derecha. La estancia está completamente a oscuras, tan sólo la iluminan un sol-ojo-bombilla, una lámpara que es empujada hacia el centro de la escena y la claridad que arrojan los luminosos y desgarradores personajes que se aglutinan y enmarañan recreando una escena devastadora y cruel: un toro erguido, de aspecto agresivo y duro; una madre que grita al cielo rota de dolor con el cuerpo inerte de su hijo en brazos; un pájaro posado en una mesa que chilla asustado y parece querer huir del lienzo; un guerrero muerto, despedazado y esparcido por el suelo, de cuya mano emergen una espada rota y una flor; un incontrolable caballo atravesado por una lanza; una mujer que huye despavorida sin saber muy bien adónde; una mujer que se asoma a la ventana de una casa vieja impulsando una lámpara violentamente hacia el caballo; una mujer que grita mientras cae envuelta en llamas al vacío.