Escena IX
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PERICO, FACO y ANA
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ANA. | ¡Buena gente va acudiendo! | | Venid, pues, a la cocina. | |
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ANA. | (Sorprendida.) | ¿Qué
estáis diciendo? | |
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ANA. | (Con enfado.) | ¿Os burláis de mí? | | ¡Por
Dios, medrados estamos! | | En muy mal pie comenzamos, | | y si
imagináis que así... | |
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ANA. | ¿Venís con burlas ahora...? | | ¡Infames!... ¡Por
vida mía...! | |
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PERICO. | Pues nosotros, ¿qué decimos? | |
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FACO. | ¿Por ventura la ofendemos? | |
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PERICO. | Sólo con
lo que debemos | | exactamente cumplimos. | |
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ANA. | (Sofocada.) |
¿Señoría a mí? |
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FACO. | Que tratáramos así | | a cuantos están
aquí | | la señora nos mandó. | |
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ANA. | (Convirtiendo
el enfado en risa.) | Bestias, tan sólo a los amos. | | ¿No veis que soy la fregona? | |
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PERICO. | Al ver tan gentil persona, | | que era importante pensamos. | |
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ANA. | ¿Es requiebro...? Sus,
venid. | |
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FACO. | (Con familiaridad.) | ¡Bendita tu cara! |
|
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ANA. | (Con seriedad.) | No tan llano. Un ten con ten, | | y de
él jamás os salid. | | (Haciendo ademán
de irse.) |
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Escena XI
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DON MIGUEL y DON ALBERTO, con su uniforme
|
DON ALBERTO. |
¡Hola, Miguel! Me alegro de encontrarte. | |
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DON MIGUEL. |
¡Jesús, y qué buen mozo y qué lucido! | |
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DON MIGUEL. |
Y
de mirarte | | absorto me he quedado y confundido. | | Con grande
lujo estás. Felicitarte | | debo de que por fin haya
salido | | uniforme tan rico y bien bordado | | del cautiverio
donde oculto ha estado. | |
|
|
DON ALBERTO. | Recibir es preciso
al buen limeño | | con apariencia tal. |
|
|
|
DON ALBERTO. | Y a ti, ¿cómo te fue
con tu extremeño? | | ¿Te ha tratado mejor que esta mañana? | |
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|
DON MIGUEL. | Calla, Alberto, por Dios. Es vano empeño | | ganar a ese bribón que a todos gana. | |
|
|
DON ALBERTO. |
¿Conque aquellos durillos...? |
|
|
DON MIGUEL. | Ya
volaron, | | y ni un instante en mi poder pararon. | | Y de Blas,
¿hay noticia? |
|
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|
DON MIGUEL. | Pues el vapor ya ha rato que
ha venido. | |
|
|
|
DON MIGUEL. |
Sin
duda, Alberto. | | Yo he visto ya personas que ha traído. | |
|
|
DON ALBERTO. | El portón me parece que han abierto. | |
|
|
DON MIGUEL. | Lo mismo a mí también me ha
parecido. | | Será tal vez... | (Mirando a la puerta de
la escalera.) | Mas
no, que es el criado. | |
|
|
DON ALBERTO. | ¡Hola, Pascual! ¿El
huésped ha llegado? | |
|
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Escena XVII
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Los mismos y DON BLAS, vestido de camino pobre y estrafalariamente
|
DON BLAS. |
Sí; no hay duda... ¿Sois vosotros...? | | Vosotros sois
mis hermanos. | | Alberto, amada Rufina, | | llegad, llegad a mis
brazos. | |
|
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|
DOÑA RUFINA. |
Blas
es, no hay duda. | | (Abrázanse.) | ¡Jesús!...
¡Qué alegría! |
|
|
|
DON BLAS. |
¡Rufina!... ¡Alberto!... ¿Qué gozo! | |
|
|
|
|
|
(Mientras el diálogo siguiente, ANA habla
con PERICO y FACO, los cuales salen por la puerta que da
a lo exterior; por la misma vuelve uno con una maletilla
y otro con una capa parda, lo entran todo por la puerta del
fondo y vuelven a salir, quedándose a un lado de la
escena.)
|
DON BLAS. | ¡Ah!... Mentira me parece. | | Aunque
muy viejos os hallo, | | os hubiera conocido | | entre un millón.
Otro abrazo | | dadme, otro, por vuestra vida, | | porque sólo
así descanso. | | (Abrázanse otra vez.) |
|
|
DOÑA RUFINA. |
Y nosotros solamente | | en abrazarte ciframos | | nuestras dichas
y contentos. | |
|
|
DON ALBERTO. | Blas, por ti no pasan años. | |
|
|
DOÑA RUFINA. | Como el día que partiste, | | la mismo estás; no han mudado | | nada tu fisonomía. | |
|
|
|
DON BLAS. | Pues
muchos trabajos | | he sufrido, hermanos míos, | | muchos,
muchos. |
|
|
DOÑA RUFINA. | Ya
acabaron, | | pues estás entre nosotros | | y será
nuestro cuidado | | el servirte y el mimarte. | |
|
|
DON BLAS. |
Queridos, así lo aguardo. | |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Presentándole a DON MIGUEL.) | Y de Miguel, ¿no te
acuerdas? | |
|
|
|
DON BLAS. | (Recapacitando.) | El
muchacho | | hijo de la tía Catana; | | aquel tan travieso
y malo, | | que allá en la plaza del Pan | | andaba roscas
hurtando | | descalcillo y... |
|
|
|
DOÑA RUFINA. | (Con gravedad.) | De éste
que está aquí te hablo, | | que es militar muy
valiente | | y capitán de caballos. | |
|
|
DON BLAS. | (Con
cariño.) | ¡Voto a Sanes!... ¡Miguelillo!... | | Ven a
abrazarme. | (Abrázale.) | ¡Qué
guapo! | | De verte hombre de provecho | | me alegro en el alma.
¡Cuánto | | has crecido...! ¿Conque eres | | un señor
capitanazo? | | Sea enhorabuena. Rufina, | | ¿y la muchacha? |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Arrimándose a los bastidores.) | Volando. | | Ven, Paquita, a ver al tío. | |
|
|
DON BLAS. | Hanme
dicho que es un pasmo | | de hermosura. |
|
|
|
Escena XVIII
|
|
Los mismos y DOÑA PAQUITA, vestida
sencillamente y con un collar de perlas gordas
|
|
DON BLAS. | (Corriendo a abrazarla.) | ¡Sobrina
del alma! | | Por cierto, no han ponderado. | | Es muy linda, mucho,
mucho. | | ¡Qué ojillos tan vivarachos! | |
|
|
DOÑA RUFINA. |
Que sea buena es menester. | |
|
|
DON BLAS. | Que es buena está
publicando | | su semblante. Eres muy mona. | |
|
|
DOÑA PAQUITA. | (Con mucha modestia.) | Gracias, tío. |
|
|
DON BLAS. | (Reparando en el collar.) | Con
mi encargo | | veo que cumpliste, hermosa. | | Di: ¿las perlas
te han gustado? | |
|
|
DOÑA PAQUITA. | Y yo doy a usted
las gracias | | por tan soberbio regalo. | |
|
|
|
|
DON BLAS. | Es tan sólo una friolera | | que en tiempos afortunados, | | por ciertas cuentas y embrollos, | | vino a parar a mis manos. | |
|
|
DOÑA RUFINA. | Pero,
Blas, con la alegría | | de verte aquí no pensamos | | en lo que importa. ¡Al momento | | querrás comer!... |
|
|
DON BLAS. | He
tomado | | en la venta de Eritaña | | unas chuletas y un
trago, | | y ahora ya gana no tengo, | | más necesito descanso. | |
|
|
DOÑA RUFINA. | Bien. Pues la cama está hecha. | |
|
|
|
DOÑA RUFINA. |
Pero quítate las botas. | | Ponte una bata. | (A los lacayos.) | Muchachos, | | traed la bata y las chinelas. | |
|
|
|
(ANA hace señas a PERICO
y FACO, y se los lleva por la puerta del fondo.)
|
Escena XXI
|
|
Los mismos,
menos PERICO y FACO
|
DON BLAS. | Dime, Rufina: ¿y por
qué | | este par de mamarrachos, | | que al verlos dirá
cualquiera | | que en el Carvanal estamos, | | me dan tales señorías?... | |
|
|
DOÑA RUFINA. | Lo exige así nuestro rango. | |
|
|
DON BLAS. | Será el tuyo; pero el mío... | | ¿O es que en esta tierra acaso | | andan ya los tratamientos | | como en la calle los cantos? | |
|
|
|
|
DOÑA RUFINA. | Tiene mucho chiste.
Hermano, | | es el uso recibido. | | Si tú... |
|
|
DON BLAS. |
No
me da cuidado, | | aunque me den eminencia, | | como no me den
de palos. | | Mas lo que ahora yo deseo | | es sólo dormir
un rato. | |
|
|
DOÑA RUFINA. | Sí, hijo mío,
en el instante. | | Tú eres el dueño, tú
el amo, | | tú eres el rey de esta casa. | | Todos somos
tus esclavos. | | Dispón, manda, determina, | | pide, ordena.
Destinados | | todos, todos a servirte | | con mil amores estamos. | | (Levantándole de la silla con mucho cuidado y cariño
y encaminándose con él del brazo a la puerta
del fondo.) | Vente conmigo, Blasito; | | ven, te llevaré
a tu cuarto. | | (A los que quedan en escena.) | Que nadie meta
ruido; | | que haya silencio, ¡cuidado!, | | mientras que duerme
el señor. | | A ti, Alberto, te lo encargo. | | (Desde la
puerta.) | Paca, enciéndeme un cerillo, | | que en casa
hay mosquitos hartos, | | y porque a Blas no incomoden | | quiero
yo misma matarlos. | | Ana, ven para ayudarme | | a echar las cortinas. |
|
|
|
|
(Vanse DOÑA
RUFINA, DON BLAS y ANA por
la puerta del fondo, y DOÑA PAQUITA, por la izquierda.)
|
Escena XXII
|
|
DON ALBERTO y DON MIGUEL
|
DON ALBERTO. |
¿Qué te ha parecido Blas? | |
|
|
|
|
|
DON ALBERTO. | ¿Dudas de su buena fe | | y de sus ofertas? |
|
|
DON MIGUEL. | No, | | no dudo; mas... ¿qué sé yo? | | Encuentro en
él no sé qué. | |
|
|
DON ALBERTO. | Encuentras
cierta franqueza | | que no se usa por acá; | | un hombre
a quien se le da | | poco del fausto y grandeza. | | Siempre son
así estos tales, | | que a otros usos amoldados | | y a
la ganancia entregados, | | olvidan nuestros modales. | | Ven las
cosas de otro modo, | | juzgan que Lima es Sevilla, | | y que café,
y cochinilla, | | y azúcar, y añil, es todo; | |
y con sus muchos dineros | | lo entienden todo al revés, | | y si hacen figura es | | la de grandes majaderos. | |
|
|
|
(Sale DOÑA
RUFINA por la izquierda con un cerillo encendido y entra
por la puerta del fondo.)
|
DON MIGUEL. | Tal me pareció
a mí Blas | | desde que supe que trata | | de con vosotros
su plata | | repartir sin más ni más; | | porque,
o gran filosofía | | o grande necedad tiene | | quien con
tal proyecto viene, | | y mucho más en el día. | |
|
|
DON ALBERTO. | Filosofía en mi hermano | | no encuentro
ni necedad; | | sí una extremada bondad, | | y un corazón
puro y sano. | | No tiene hijos ni mujer, | | y puede que ningún
vicio, | | y no hace gran sacrificio | | en esto que piensa hacer. | | Ha ganado su tesoro | | sin saber cómo ni cuándo, | | y está el pobrete ignorando | | lo mucho que vale el
oro. | | Tanta riqueza le aflige | | por no saber disfrutarla, | | y el repartirla y el darla | | para desahogarse elige. | |
|
|
Escena XXIV
|
|
DON ALBERTO, DON MIGUEL y DOÑA
RUFINA
|
DOÑA RUFINA. |
¡Jesús!... ¡Jesús!... Nuestro Blas, | | ¡qué
hombre tan extraordinario!... | | ¿Qué era tan estrafalario | | imaginarais jamás? | | ¡Qué necio, qué
impertinente, | | qué grosero y descortés! | | En
verdad, vergüenza es | | llamarle nuestro pariente. | |
|
|
DON ALBERTO. |
Es un hombre natural | | que en pelillos no repara. | |
|
|
DON MIGUEL. |
Es una cosa muy rara; | | es un solemne animal. | |
|
|
DOÑA RUFINA. |
En tanto que se durmió, | | ¡qué preguntas que
me ha hecho! | |
|
|
DON MIGUEL. | ¿Por personas de provecho, | | sin duda, te preguntó? | |
|
|
DOÑA RUFINA. | Por
lo peor de Triana: | | por un lisiado barquero, | | por un cierto
tabernero, | | por una vieja gitana... | | ¿Quién sabe?...
Pero yo, Alberto, | | le he dicho, por evitar | | que los quiera
visitar, | | que todos ellos han muerto. | |
|
|
DON MIGUEL. | Blas
es raro personaje. | | Ninguna vergüenza tiene. | | Repara
cómo se viene. | |
|
|
|
DON MIGUEL. | ¡Por la marisma a galope | |
en un caballo alquilado! | |
|
|
DOÑA RUFINA. | ¡Solito,
sin un criado, | | como un miserable drope! | |
|
|
DON ALBERTO. |
Rufina, tanto mejor: | | mientras menos gaste Blas, | | a entrambos
nos toca más; | | conque aplaudamos su humor. | |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Con gran desprecio.) | Aplaudámosle, por cierto, | |
si por su vergüenza poca | | mayor cantidad nos toca. | |
|
|
DON MIGUEL. |
Soy de tu opinión, Alberto. | |
|
|
DOÑA RUFINA. |
Es preciso, en despertando, | | de sus proyectos hablarle | | y
los tesoros pillarle, | | que se va el tiempo pasando. | |
|
|
DON MIGUEL. |
Y bueno será, pues que | | en su carta nos decía | | que el testamento traía, | | sacárselo. |
|
|
DON ALBERTO. |
Ya
se ve. | | Eso es muy preciso. |
|
|
|
DON MIGUEL. | Y que haga la donación | | con
la justa precaución | | de que sea ante escribano. | |
|
|
DOÑA RUFINA. |
Y al punto le buscaremos | | una casa en una aldea; | | donde sea,
como sea, | | lejos de aquí lo tendremos. | | (Se oye ruido.) | Mas ¿qué alboroto?... ¿Es Pascual? | | ¡Pues está
la casa buena! | |
|
|
DON MIGUEL. | Anda la marimorena | | allá
abajo en el portal. | |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Acercándose
a la puerta de la derecha.) | ¿Qué es esto?... ¿Tal
zalagarda | | se ha de sufrir?... ¡Hola!... ¡Chito! | |
|
|
Escena XXVI
|
|
DON ALBERTO,
DOÑA
RUFINA y ANA
|
DON ALBERTO. | ¿Y
por fin, | | se sabe cuál es su intento? | |
|
|
ANA. | Yo no lo
sé. Voces dan, | | y amenazan que vendrán | | con
la Justicia al momento | | si no se les oye. |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Con impaciencia.) | ¿Y
qué | | podrá ocurrirles? |
|
|
DON ALBERTO. | Rufina, | | ¿quién demonios lo adivina? | | Lo que puede ser no
sé. | |
|
|
DOÑA RUFINA. | Pero ellos... ¿Qué
dicen, Ana? | |
|
|
ANA. | El vejete Satanás | | me pregunta por
don Blas, | | y dice que esta mañana | | aquí engañado
quedó; | | y el tosco del ebanista | | que es usté...
una petardista, | | y que ha de hacer... ¿Qué sé
yo? | |
|
|
DOÑA RUFINA. | ¡Canalla sin miramiento! | | ¿Conmigo
se han de atrever...? | | Los haré al punto prender, | | y aun ahorcarlos al momento. | | Sí; que con mis seis
millones | | todo lo puedo. Hoy haré | | que tiemble Sevilla,
y que | | aprendan esos bribones | | a respetarnos. |
|
|
|
DON SIMEÓN. | (Dentro.) | Sí,
señor; | | muy justo es nuestro furor. | |
|
|
EBANISTA. | (Dentro.) | Nuestra necedad fue mucha. | |
|
|
|
DON SIMEÓN. | (Dentro.) | Robar
es esto, | | y con engaños muy viles. | |
|
|
EBANISTA. | (Dentro.) | Venir con los alguaciles | | será mejor y más
presto. | |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Desesperada.) | ¡Pícaros!...
¿Qué dicen, pues? | |
|
|
DON MIGUEL. | (Dentro.) | Señores,
vamos con modo | | y lo arreglaremos todo. | |
|
|
|
Escena XXVII
|
|
Los mismos y
DOÑA
RUFINA, DON SIMEÓN y un EBANISTA, que
salen por la derecha
|
DOÑA RUFINA. | (Con gran altanería.) | ¡Qué grande atrevimiento! | |
|
|
DON MIGUEL. | Cálmate,
prima; escúchame un momento. | |
|
|
|
EBANISTA. | ¿Aún se
atreve a insultarnos? |
|
|
DON MIGUEL. | Prima,
calla. | | Se trata de materia | | que puede ser harto pesada y
seria. | |
|
|
|
DON MIGUEL. |
Que estos señores dicen que han oído | | que se
llevó el demonio la fortuna | | de nuestro Blas. |
|
|
|
DON MIGUEL. | Que
han robado | | a Blas cuanto dinero había juntado, | | sin
que salvar pudiera cosa alguna. | |
|
|
|
DON ALBERTO. | ¿Quién
ha dado | | noticia tal?... |
|
|
DON SIMEÓN. | No
se habla de otra cosa, | | señores, en Sevilla, | | y es
que usías lo ignoren maravilla. | |
|
|
ANA. | (Aparte.) | Siempre
por pajarraco | | de mal agüero tuve a este bellaco. | |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Indecisa.) | Yo estoy helada, Alberto. | |
|
|
DON SIMEÓN. |
Semejante noticia no es sabrosa. | |
|
|
DON ALBERTO. | (A DOÑA
RUFINA.) | De escucharla he quedado como muerto. | |
|
|
|
DON MIGUEL. | (A DON SIMEÓN.) | Pero
¿cómo se ha sabido...? | |
|
|
DON ALBERTO. | Que es equivocación,
sin duda, creo. | |
|
|
DON SIMEÓN. | La noticia ha venido, | | señor, esta mañana en el correo, | | y ya el
aviso tienen | | algunos comerciantes... | |
|
|
EBANISTA. | Y los ociosos,
que a mi tienda vienen | | a requebrar las mozas paseantes, | | a murmurar, fumar y hablar de toros, | | de otra cosa hoy no
hablaron | | sino de que al indiano le robaron | | cerca de Cádiz
los piratas moros. | | ¿Y sabe usted también quién
me lo dijo? | | Pérez el corredor; Pérez, el hijo | | del que enfrente de gradas tiene lonja; | | el que ha metido
a su sobrina monja | | hace dos o tres días. | | Y, a la
verdad, si usías | | (como dicen y creo) | estaban ya
informados, | | tomar muebles fiados | | es una acción... |
|
|
DON SIMEÓN. | Y
quien con buen deseo, | | sin prenda ni interés, seis
mil reales, | | ganados con fatigas y sudores, | | de buena fe
ha prestado a estos señores | | en momentos tan críticos
y tales, | | ¿qué deberá decir? |
|
|
EBANISTA. | Mis
muebles luego | | quiero llevarme. No es cosa de juego | | perder
sin más ni más... |
|
|
DON SIMEÓN. | (Saca
el recibo.) | Este
recibo, | | que es en verdad legal y ejecutivo, | | por sí
o por no... |
|
|
DON MIGUEL. | Esperad,
que no es creíble | | la tal noticia. |
|
|
DON ALBERTO. | (Con entereza.) | ¿Cómo,
si el indiano | | ha media hora llegó tranquilo y sano | | y en su alcoba durmiendo...? |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Recobrando
su altanería.) | Es
imposible. | | Esto es sólo una hablilla | | de muchos
envidiosos | | en que abunda Sevilla, | | que de que así
ocurriese deseosos | | por dañarme lo inventan. ¡Picarones! | | Pues yo les aseguro a los bribones | | que les ha de pesar.
Mi buen hermano | | ya, a Dios gracias, llegó, y aquí
al instante | | mentira semejante | | vendrá a contradecir. |
|
|
DON ALBERTO. | (Con seguridad.) | Al
punto; es llano. | |
|
|
DOÑA RUFINA. | Ya, señores,
infiero | | de quien es la invención: del majadero | | don
Juan, que, resentido | | porque darle mi hija no he querido, | | con tal embrollo ahora... | |
|
|
EBANISTA. | Pues sea como fuere,
yo, señora, | | mis muebles sólo quiero, | | o si
no al asistente... | |
|
|
DON SIMEÓN. | Y yo, si no es
demanda impertinente, | | y aún existe, señora,
aquel dinero... | |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Encolerizada.) | ¡Jesús, Jesús! ¡Qué gente! | | ¿Lo ves,
Miguel...? Alberto, ¿tú lo notas? | |
|
|
DON MIGUEL. |
¿Por qué así te alborotas? | |
|
|
DOÑA RUFINA. |
¿Y quién tendrá paciencia suficiente? | |
|
|
Escena XXIX
|
|
Los mismos y DON BLAS, que sale por la puerta del fondo restregándose
los ojos y bostezando como quien despierta de un profundo
sueño
|
DON BLAS. | ¿Conque ni dormir se puede | | en
esta maldita tierra?... | | ¡Jesús y qué gritería! | | ¿Qué voces, decid, son éstas? | | Me pareció
que en el mar | | corriendo estaba tormenta. | | ¿Qué ha
ocurrido?... ¿Qué acontece? | | Estos hombres, ¿qué
desean? | |
|
|
DON SIMEÓN. | (A ANA.) | ¿Es éste
el señor indiano? | |
|
|
|
|
DON SIMEÓN. | (Acercándose
a DON BLAS.) | Yo, señor, soy... |
|
|
EBANISTA. | (Adelantándose.) | Yo,
ebanista... | |
|
|
|
DOÑA RUFINA. | (Con resolución.) | No
es tiempo de reserva: | | estos dos son acreedores | | de quien,
estando en urgencia, | | nos fue preciso valernos... | |
|
|
EBANISTA. |
Yo, un sofá, cómoda y mesa | | por los respetos
de usted, | | vendí... |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Interrumpiéndole.) | Fue
de esta manera: | | necesitando unos muebles | | para poner con
decencia | | tu cuarto... |
|
|
DON SIMEÓN. | Y
yo, señor mío, | | a la señora marquesa | | y a este señor, vuestro hermano, | | y al capitán,
viendo que era | | justo que con aparato | | tal persona recibieran, | | por servirlos les presté | | seis mil reales en moneda, | | sin tener más garantía | | que una carta... |
|
|
DON BLAS. |
Estos
chochean. | | ¿Qué tengo con eso yo? | |
|
|
DON SIMEÓN. |
Ya descampa, y llueven piedras... | | ¿Qué tenéis
con eso vos...? | |
|
|
|
DOÑA RUFINA. |
En
dos paletas | | yo te aclararé el enigma. | | Estos hombres
con quien deuda | | es verdad que contrajimos, | | y todo es una
friolera, | | se vienen con la embajada | | de que tu fortuna inmensa | | se la ha llevado el demonio; | | y tal disparate piensan | | que
es verdad, porque unos necios, | | con intención nada
buena, | | andan por toda Sevilla | | divulgando... |
|
|
DON SIMEÓN. |
Por
muy cierta | | la noticia nos han dado. | |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Con gran seguridad.) | Ya ves qué cosa tan necia. | |
|
|
DON BLAS. | (Con mucha calma.) | Rufina, no es necedad. | | La noticia es verdadera. | | Es un evangelio, sí. | | Estando
de Cádiz cerca, | | dos jabeques berberiscos, | | en una
noche de niebla, | | abordaron mi fragata; | | fue imposible hacer
defensa, | | y todo me lo robaron; | | todo, todo. |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Suspensa.) | ¿Hablas
de veras? | |
|
|
DON ALBERTO. | (Dudoso.) | Pero... Blas... |
|
|
DON BLAS. |
Una
desgracia | | imprevista... |
|
|
DON MIGUEL. | ¿Y
resistencia | | hacer no te fue posible...? | |
|
|
DON BLAS. | ¿No
veis que fue una sorpresa? | | Veinte cajas se llevaron, | | todas
de dinero llenas; | | gran cantidad de oro y plata | | en barras,
una completa | | vajilla, varios productos | | preciosos de aquellas
tierras, | | y... hasta mi equipaje. |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Dando muestras de desmayarse.) | ¡Ay
Dios! | |
|
|
DOÑA PAQUITA. | (Sosteniendo a su madre.) | ¡Ay mamá! |
|
|
|
DON ALBERTO. | (A ANA.) | Acerca | | una silla. Pronto. |
|
|
|
DOÑA RUFINA. | (Sentándose en una silla
que le trae ANA.) | ¡Válgame Dios!... ¿Quién
dijera | | aún no hace un cuarto de hora | | tal desgracia? |
|
|
EBANISTA. | Si
era cierta | | la noticia ahora se ve. | |
|
|
DON SIMEÓN. | (Acercándose a DOÑA
RUFINA.) | Gracias infinitas
sean | | dadas al Señor de todo. | | Él da y Él
quita la hacienda; | | y pues la salud, señora, | | benigno,
a usía la deja, | | dénsele gracias. Tal vez | |
su condenación eterna, | | su absoluta perdición, | | iban a ser las riquezas; | | y más vale en todo caso... | |
|
|
DOÑA RUFINA. | (Con enfado.) | Ésas son
cosas muy buenas, | | mas no para este momento. | |
|
|
DON BLAS. |
Pero, Rufina, contempla... | |
|
|
DOÑA RUFINA. | ¡Pues
buenos hemos quedado! | |
|
|
EBANISTA. | (Aparte, enternecido.) | Lástima
me da de verla. | | Claro es que de buena fe | | me hizo la compra.
¡Paciencia! | |
|
|
DON SIMEÓN. | Yo, mis señores,
no puedo | | (Dios sabe lo que me pesa) | menos de que este recibo | | se me asegure, o con prenda | | suficiente, o aprontando | | la
corta suma que reza, | | pues que ya no hay esperanzas | | y es
notorio... |
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DON MIGUEL. | (Con enfado.) | Tanta
priesa | | no es justa, don Simeón. | | ¿Aún no ha
pasado hora y media | | y ya exige usted...? |
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DON SIMEÓN. |
Amigo, | | yo he de mirar por mi hacienda. | | Si seguridad bastante | |
no me dan, me será fuerza | | acudir a la Justicia, | |
y a mi pesar... |
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EBANISTA. | Por
mi cuenta | | no se aflijan sus mercedes. | | Es sólo una
friolera. | | Yo esperaré... |
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DON BLAS. | (Con resolución, a DON SIMEÓN
y al EBANISTA.) | Conque... ustedes, ¿qué desean? | |
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DON SIMEÓN. |
Yo, el pago de este recibo. | |
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DON BLAS. | (Al EBANISTA.) | Pues usted, señor
maestro, | | por sus muebles nada tema, | | que son míos.
¿Cuánto importa? | |
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DON BLAS. |
Pues
queda | | pagárselos a mi cargo. | | Si usted quiere como
prenda | | este reloj que salvé, | | (Saca el reloj.) | Yo
no sé de qué manera... | |
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EBANISTA. | ¡Qué...!
No, señor... Por mi parte. | | a nadie se hará
molestia. | |
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DON SIMEÓN. | (Mostrando el recibo.) | Yo presento este recibo | | Y exijo que al punto sea | | pagado.
Si no, en el día | | acudiré a quien convenga. | |
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DON BLAS. | (Con gran frialdad, a DON SIMEÓN.) | Pues haga usted lo que quiera, | | porque yo, amigo, no puedo | | encargarme de tal deuda; | | ni yo le he pedido nada, | | ni usted
nada a mí me presta. | |
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DON SIMEÓN. | Mas,
señor, por su respeto | | tal cantidad sin cautela... | |
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DON BLAS. | ¿Y mandé yo a usted, acaso, | | que por
mi respeto diera...? | |
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DON SIMEÓN. | ¿Conque no se
me asegura? | |
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DON BLAS. | Lo que es yo..., «requien aeternam». | |
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DON SIMEÓN. | (Sofocado.) | Pues yo sabré
de esta estafa | | vengarme, y con las setenas | | hacerme pagar. |
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DON ALBERTO. | Amigo, | | buena caridad es ésa. | |
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DON SIMEÓN. | No
entiendo de caridades | | cuando al dinero me llegan. | | Yo haré
que todos ustedes | | de la burla se arrepientan. | | (Vase.) |
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EBANISTA. | Por mí, señores,
no hay priesa. | |
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Escena XXX
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Los mismos, menos DON SIMEÓN
y el EBANISTA
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DOÑA RUFINA. | ¡Válgame Dios!...
Pero, Blas, | | yo no acabo de creer | | que esto verdad pueda
ser; | | sin duda embromando estás. | | Si acaso por aburrir | | a estos tacaños dijiste | | que tus riquezas perdiste, | | dinos ya... |
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DON BLAS. | ¿Qué
he de decir? | | ¡Ojalá mentira fuera! | | Y, aunque harto
afligirte siento, | | no lo dudes ni un momento: | | la noticia
es verdadera. | | Los piratas me han robado | | hasta el último
alfiler. | | Si no, ¿me habías de ver | | tan sucio y tan
desastrado? | |
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DON BLAS. |
¿Hay
tal tema? | | Sí, sin duda. |
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DOÑA PAQUITA. | (Con ternura.) | ¡Pobrecito! | |
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DOÑA RUFINA. | (Con repentino furor.) | Y qué,
¡pícaro maldito!, | | ¿lo dices con tanta flema? | |
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DOÑA RUFINA. | (Levantándose
de la silla.) | ¡Gran
majadero!... | | ¿Se habrá visto necio tal? | | ¿Conque
así, enorme animal, | | perdiste nuestro dinero? | |
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DON BLAS. |
¡Rufina...! ¿Te has vuelto loca? | |
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DON ALBERTO. | No dice
locura alguna. | | Perder así la fortuna | | es necedad,
y no poca. | | ¿Por qué precauciones, Blas, | | no tomaste?...
¿No es demencia | | a la luna de Valencia | | dejarnos sin más
ni más? | | ¿Por qué un barco no fletaste | | armado?
¿Por qué un convoy, | | viendo lo que pasa hoy, | | mentecato,
no esperaste? | |
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DON MIGUEL. | Fue muy grande necedad | | el
peligro no advertir... | |
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DON BLAS. | (Con chunga.) | ¿Conque
debí de venir | | en el navío «Trinidad»? | |
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DOÑA RUFINA. |
¿Ahora te vienes con chistes? | | ¡Pues como eres tan gracioso... | |
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DON BLAS. | Que era en extremo chistoso | | no hace mucho
que dijiste. | |
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MIGUEL. | (Con desprecio.) | Todo ha sido cobardía, | | y vileza todo ha sido. | | ¿Por qué no se han defendido? | | ¡Collones! |
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DON BLAS. | (Con entereza.) | Tu
valentía, | | primo, alabo. Si tú hubieras | | estado
allí, en la sentina, | | como un cuitado gallina | | no
dudo que te escondieras. | | De tales bravos reniego, | | que no
es gran bravura estar | | hecho sólo a blasfemar | | allá,
en la casa de juego. | |
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DON MIGUEL. | Soy un militar de honor, | | y tengo al lado una espada | | con que daré una estocada | | al mismo Cid Campeador. | |
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DON BLAS. | ¿Honor..., siendo
un petardista? | | ¿Espada...? Suele, quizás, | | traerla
de adorno y no más | | quien tiene lengua tan lista. | |
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DON BLAS. | (Con resolución.) | Me
atrevo, sí; | | a mis hermanos aguanto; | | pero, ¡por el
Cielo santo!, | | que no he de sufrirte a ti. | |
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DON ALBERTO. | (Metiéndose en medio.) | ¡Señores, por Dios!... |
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DOÑA RUFINA. | (A DON BLAS, con gran cólera.) | ¡Gran
necio! | |
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DON BLAS. | (Con tranquilidad.) | Rufina, no te
sofoques. | |
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DOÑA RUFINA. | Vete, y más no
nos provoques. | |
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DON MIGUEL. | (Retirándose.) | Sólo
merece desprecio. | |
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DOÑA RUFINA. | Por tu venida
maldita, | | la más buena proporción | | de tener
colocación | | ha perdido mi Paquita. | |
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DOÑA PAQUITA. |
Mamá, por Dios... ¡Pobre tío! | |
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DOÑA RUFINA. | Sólo un perdido,
un mantés. | |
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DOÑA PAQUITA. | (Afligida.) |
Lástima me da... ¡Dios mío! | |
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DOÑA RUFINA. | (Llorando.) | Y a mí también me has quitado | | mi felicidad colmada. | | (A DON MIGUEL.) | Pero no te importe
nada, | | no, Miguel... Aún me ha quedado... | |
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DON MIGUEL. | (Interrumpiéndola con desdén y en voz baja.) | Calla. Después hablaremos... | | No lo eches todo a
perder. | |
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DOÑA RUFINA. | Yo resuelta estoy a hacer... | |
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DON MIGUEL. | (Con enfado.) | ¡Calla, por Dios! Ya veremos. | |
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DOÑA RUFINA. | (A DON BLAS, con despecho.) | Y tú,
márchate de aquí. | |
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DON BLAS. | Rufina, ¿y
aquel amor | | que con tan grande calor | | ha un rato mostraste?
Di. | |
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DON ALBERTO. | ¡Con buen recuerdo te vienes! | |
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DON BLAS. |
Conozco de esta manera | | que aquel cariñazo era, | | no
a vuestro hermano, a sus bienes. | |
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Escena XXXI
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Los mismos y PASCUAL, por la
derecha
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PASCUAL. | Aquí
está ya todo. | | Pero ¡vaya una comida! | | ¡Qué
capón! ¡Qué pastelillos! | | ¡Qué temblonas
gelatinas! | | Viene la cosa completa. | | Hay dulce seco, y de
almíbar | | hay... ¿Qué sé yo?... Dos gallegos | | lo traen en las angarillas. | |
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DOÑA RUFINA. | ¡Bestia!
Puedes a la calle | | tirar todo. |
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DON BLAS. | No
en mis días, | | no; porque yo he de comerlo. | |
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PASCUAL. | (Aparte, a ANA.) | ¿Qué es, Ana, esta tremolina? | |
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ANA. |
¿Qué ha de ser?... Que los demonios | | nos han hecho
una visita. | |
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DOÑA RUFINA. | (Desesperada.) | Tiradlo
todo a la calle. | | Ya no es menester comida. | | Veneno, sólo
veneno | | es lo que quiero. |
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DOÑA RUFINA. | (A DON BLAS.) | Te detesto... Vete
al punto. | |
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DOÑA PAQUITA. | Vamos adentro, mamá... | | Será mejor... |
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DOÑA RUFINA. | Vamos,
hija. | | Por no ver a ese mostrenco | | a los infiernos me iría. | |
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DON ALBERTO. | (A DON MIGUEL.) | Dejemos a ese perdido. | | Vente, vente con Rufina. | |
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DOÑA RUFINA. | (Andando hacia la puerta de la izquierda.) | ¡Qué,
Miguel! | | ¿En tal conflicto...? |
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DON MIGUEL. | No,
prima. | | Voy a ver si de este chasco | | la baraja me desquita. | |
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PASCUAL. | Pues yo, en todo caso, iré | | a custodiar mis
marmitas. | |
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(Vanse DOÑA
RUFINA, DON ALBERTO y DOÑA PAQUITA por la izquierda, y DON MIGUEL y PASCUAL por la derecha.)
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