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ArribaAbajoActo Tercero

 

El teatro representa un locutorio. A la línea de la penúltima caja, una verja que cruza el ancho de la escena, dejando una puerta grande en el medio; en el fondo la de la portería, y una ventanilla para ver quién llama. El espacio comprendido entre la verja y el telón de foro, da paso por la derecha a la huerta o jardín del convento, y por la izquierda a las piezas de oficio. Otra puerta, colocada entre las primeras cajas de la izquierda, comunica con el claustro. Una mesa a la derecha. Sillas y cuadros devotos.

 

Escena I

 

CHACÓN y varios criados; LA TORNERA del convento y algunas hermanas legas, todos en la portería.

 
 

(Las legas transportan a las piezas los de oficio varios azafates, fuentes de dulces y garrafas que reciben de criados.)

 
CHACÓN

 A las legas. 

Tomen esos azafates,
¡Pese a su flema!
TORNERA
¡Qué humor!
CHACÓN
¡Por vida de mi señora!

 (Mirando hacia el portal.) 

TORNERA
No jure el escuderón.
CHACÓN

 Irritado. 

Madre tornera!
TORNERA
No debo...
CHACÓN
Hacer de predicador.
¿Qué le importa que yo jure
O cante el kyrieleisón?
Cuide de cobrar la sisa
De las confituras...
TORNERA
¡Yo!
CHACÓN
Ella y todas golosean.
TORNERA
Piense bien y hable mejor.
CHACÓN
¿Si sabremos lo que pasa
En día de profesión?
TORNERA
¿Fue monja?
CHACÓN
Fui monacillo.
Váyanse ellos.

 (A los criados, los cuales se retiran.) 

TORNERA
¿Se acabó?
CHACÓN
¿No tienen ya para hacer
Año y medio colación?
¿O quieren hoy engullirse
Toda la calle Mayor?
TORNERA
Quiero... que se marche ya.
 

(CHACÓN pasa por un momento al portal: cuando la tornera va a cerrar la puerta, vuelve aquél a la portería trayendo un cuadro de cinco cuartas de alto, cubierto con un lienzo.)

 
CHACÓN
Menos precipitación.
Cargue con esto.
TORNERA

 Tomando el cuadro. 

¡Jesús!
Si pesa...
CHACÓN
Sus ciento y dos
Inviernos son los pesados.
Traiga acá.

 (Quítale el cuadro.) 

TORNERA
Si es un tablón.
 

(CHACÓN pasa al locutorio y pone el retrato encima de una mesa, arrimándolo al muro.)

 
CHACÓN
Para la celda de Inés.
TORNERA
¿Algún santo?
CHACÓN
Padeció
Martirio al menos, y en casa
No faltó quien devoción
Le tuviera.
 

(La tornera descubre el retrato por un instante: CHACÓN al verle hace un ademán de cólera.)

 
TORNERA
Es un retrato
De mujer. ¿Quién?...
CHACÓN
¡Mala tos
Coja la dueña barbuda
Que en mis manos entregó
Tapado ese cuadro así,
Para no ver el error!
TORNERA
¿Cuál?
CHACÓN
Que no es esa la madre
De Inés.
TORNERA
La equivocación
Se remedia con un viaje.
CHACÓN
Falta que otro cometió,
Yo no la enmiendo. Y que puede
Ser ésta alguna aprensión
De las que tiene mi ama:
Tal vez ella lo mandó;
Porque su caletre, vamos...
Cada vez está peor.
TORNERA
Anda enferma.
CHACÓN
Y medio loca.
Si hoy mismo... Al diablo la doy.
TORNERA
¿Por qué?
CHACÓN
Porque desde casa
Aquí no se dirigió.
La busco, y... nada: me aguardo,
Y... Perdóneme el Señor.

 (Toma una silla.) 

TORNERA
¿Qué hace?
CHACÓN
¿No lo ve? Me siento.
TORNERA
No puede, hermano Chacón,
Quedarse en el locutorio.
CHACÓN
Eh, madre San Armengol,
Conceda por lo traído
Hospedaje al portador.
TORNERA
No es posible; salga fuera.
CHACÓN
Sin ver a Inesita, no.

 (Como quien busca un pretexto.) 

TORNERA
Vaya a la reja del coro,
Y la verá a su sabor
Al profesar.
CHACÓN
Para hablarla,
¡Pintiparada ocasión!
¿No entra don Gutierre aquí?
TORNERA
Es nuestro administrador.
Él solo y doña Mencía
Los exceptuados son
De la orden que esta mañana
La superiora me dio.
A nadie más quiere ver
La hermanita Encarnación,
Inés en el siglo.
CHACÓN
Tome

 (Dando a la tornera una taja de tabaco.) 

Un polvo, vaya.
TORNERA
¡Qué olor!
CHACÓN
Es rico.
TORNERA
Famoso.
CHACÓN
Guarde
La caja.
TORNERA
Sea por Dios.
CHACÓN
Y déjeme a la Inesita
Ver, así de refilón,
Cuando venga.
TORNERA
Espere ahora
En el jardín.
CHACÓN
Bien, ya estoy.
TORNERA
Después...

 (Llaman a la puerta.) 

Llaman.

 (Va a ver quién es, y señala a CHACÓN por dónde se va al jardín.) 

Por ahí.
¿Quién?  (A CHACÓN.) Marche sin dilación.
GUTIERRE

 Dentro. 

Soy yo, madre.
TORNERA
Es don Gutierre.
Ya van.  (A CHACÓN.) Salga: ¿no me oyó?
CHACÓN
¿Viene mi ama con él?
TORNERA
Sí tal.
CHACÓN

 Aparte al irse. 

¡Maldito moscón!
Aguardaré a que la deje
Sola.

 (Vase CHACÓN. Vuelven a llamar.) 

TORNERA
Señores, ya voy.

 (Abre.) 



Escena II

 

DOÑA MENCÍA, DON GUTIERRE, LA TORNERA

 
GUTIERRE
Sea Dios en esta casa.
TORNERA
Él les dé su bendición.
GUTIERRE
¿Trajeron.?...
TORNERA
Todo. El retrato
Es ese. Chacón dudó
Si acaso...
MENCÍA
¿Dónde está Inés?
TORNERA
A los pies del confesor.
Voy, voy a ver si despacha
Para que venga con vos.

 (Les da sillas.) 

Siéntense.  (Aparte al irse.)  (Doña Mencía
Parece un cadáver hoy.)

 (Vase.) 



Escena III

 

DOÑA MENCÍA, DON GUTIERRE

 
 

MENCÍA Sentándose.

 
¡Ay!
GUTIERRE
¡Qué abatida!: Os sentís
Con grave indisposición?
MENCÍA
¿No os acordáis? Mi ventura
Hoy ha un año que murió.
GUTIERRE
No tal, el martes pasado...
MENCÍA
Martes fue: tenéis razón.
Hasta la memoria ya
Me ha trastornado el dolor.
¡Un año sin verle, un año
Sin saber si pereció,
Sí!...
GUTIERRE
¡Qué! don Gonzalo vive.
MENCÍA
Vive en una reclusión,
Vive... ¿dónde? Me lo callan,
Nadie responde a mi voz,
Ninguno alivia las penas
De mi triste corazón.
GUTIERRE
Mencía, hija...
MENCÍA
Callad.
¡Hija! Palabra de horror.
¿Por qué a esa fatal mujer
Vida mi Gonzalo dio?
Y esa América que cría
Tanta serpiente feroz,
¿Por qué a la cuna de Inés
Una de ellas no envió?
GUTIERRE
¿Qué decís?
MENCÍA
¡Ah desgraciada!
Bien merece compasión.
Padre y amante ha perdido.
GUTIERRE
Confianza en el Señor
A la hija y a la esposa,
Católico ya de pro,
Quizá pronto don Gonzalo
Vendrá a dar un alegrón.
MENCÍA
¡Oiga mi ruego ferviente
La Madre del Salvador!
¿Cómo tornará a mis brazos
De aquella horrible mansión,
De aquel infierno de vivos
Donde mi celo me hundió?
¡Mi celo! mi ceguedad,
Mi insensatez.
GUTIERRE
El mejor
Partido, el único propio
De tan ardua situación
Como la vuestra, ese fue:
Con la prontitud mayor
Antes de veros citada,
Pedir reconciliación.
Enamorada de un hombre,
Que el santo oficio mandó
Prender como sospechoso
De vehementi, ¿erais vos
Muy sospechosa también.
MENCÍA
¡Qué escarmiento, qué lección!
Yo, fanática, impelida
De escrupuloso temor,
Al tribunal me presento,
¡Y una horrorosa prisión
Encuentro por recompensa
De la fe que me guió!
GUTIERRE
¡Eh! dejad...
MENCÍA
Me ven sencilla,

 (Arrebatándose por grados.)  

Y me acusan de traición.
Con preguntas que no entiendo,
Que Satanás inventó,
En laberinto enredoso
Pierden mi imaginación.
Hablando me contradigo,
Hágome rea si no.
De mi linaje me piden
Toda la historia interior;
Exigen la de mi vida,
Cada día que pasó;
Cuenta quieren que les dé
De cada palpitación
De mi pecho, sin piedad,
Sin respeto a mi pudor.
¡Monstruos!
GUTIERRE
Señora...
MENCÍA
Os detesto.
Recibid mi execración.
GUTIERRE

 Aparte. 

(Ya su delirio...)
MENCÍA
¡Impostores!
Queme un rayo abrasador
Vuestras entrañas de hiena,
Vuestra lengua de escorpión.
GUTIERRE
Mirad que estáis...
MENCÍA
No estoy loca:

 (Levantándose frenético.) 

Sé qué digo, sé quién sois.
¡Tan vil sospecha de mí!
Apartad, calumniador.
GUTIERRE

 Aparte. 

(¡Un mes en el santo oficio
Qué estrago en ella causó!)
Vaya, si...
MENCÍA
¡Misericordia!

 (Vagando por el proscenio.) 

Escuchadme sin pasión.
Compadecedme. ¡Qué frío!
Si aquí no penetra el sol.
Mirad que tiemblo, que lloro.
¿Cuándo Mencía lloró?
Ya no hay en mis nervios fuerza,
Ni hay en mi sangre calor.
Os lo juro, sacerdote.
Desconocidos me son.
Amo a Gonzalo, es verdad,
Pero por el Redentor
Que no sé de esos herejes.
¡Vos lo creéis! ¡Oh baldón!
Habré de mentir. La mano
Quieta, vil ejecutor.
¡Agarrotada, prensada
Con esos cordeles! ¡Oh!
¡Colgada de allí! Pero ¿es
Un tigre un inquisidor?
Soltadme. ¡Cielos, Valedme!
¡Ay, ay!
 

(Huye despavorida por el teatro, y se agarra convulsa a un sillón. DON GUTIERRE acude a sostenerla.)

 
GUTIERRE

 Después de una pausa. 

Ya se desfogó.
Querida Mencía...
MENCÍA
¿Quién?
¡Ay, qué diferente voz!
¿Dónde estamos, don Gutierre?
Ya lo comprendo. Perdón.
Habré dicho... Tal combate
Mi espíritu padeció.
GUTIERRE

 Aparte. 

(¡Que pueda aquel tribunal
Incurrir en un error!
En estos tiempos sucede
Lo que nunca sucedió.)
MENCÍA
¡Qué vergüenza! ¡Yo casada!
¡Casada en la Inquisición!
¡Yo, cielos, haber mentido
En ofensa de mi honor!
¡Ay! al ver el potro, dije
Más que se me preguntó.
«¿Me libro así de miraros?
¿Sí? Pues deshonrada estoy.»
GUTIERRE
¿Quién habrá que se figure
Que se mienta de terror?
Juicios son incomprensibles
Para el hombre los de Dios.
MENCÍA
Boda con auspicios tales
Es boda de maldición.
¡Ni aun para darle la mano
Vi a mi esposo!
GUTIERRE
Él me otorgó
Su poder, y el desposorio
Se celebró en comisión.
¿Cómo ver a don Gonzalo,
Cuando se le sentenció
A cárcel en un convento,
Sin más comunicación
Que la de algún religioso?
No era posible. Rigor
Es por cierto de mi estrella:
Querer casarme con vos,
Y hacerlo in caput alienum.
Dios me dé resignación.
Pero Mencía, que sabe
Con qué ternura la amó
Siempre este viejo, que fue
Su amigo, padre y tutor,
No le negará en su pecho
Algún pequeño rincón,
Premio de un tierno desvelo
Que nunca se desmintió.
Vendrá Gonzalo, hija mía;
Renovaréis vuestra unión;
Crecerán en torno vuestro
Los frutos de vuestro amor:
Permitidme ser testigo
De la dicha de los dos.
MENCÍA
¡Don Gutierre!
GUTIERRE
Ya lo veis:
De aquí desapareció
El escudo cuya vista
Os infundiera pavor.
Remordimientos confieso
Que el dejarlo me costó;
Pero si en mí el tribunal
Ha perdido un servidor,
Un conde ocupó mi puesto;
Y aunque es noble profesión
La de familiar, requiere
Temple de tanto vigor,
Tanta dureza de entrañas...
Y yo no soy un Nerón.
Basta para pesadumbres
La primera que me dio.
¿Cuándo pude sospechar
En mi cristiano fervor
Que lágrimas me costara
Cumplir con mi obligación?
Mas no recordemos esto.
¿Me juzgáis acreedor
A un lugar en vuestra casa
Y otro en vuestra estimación?
MENCÍA
¡Ah señor! ¡Ah padre mío!
Esa pregunta ofendió
La gratitud, que es en mí
Deuda de mi pundonor.
De hacienda y de vida debo
A vos la conservación.
Mil veces hubiera muerto
Devorada de dolor,
Sin esta mano que al alma
Con la esperanza alentó.

 (Bésasela.) 



Escena IV

 

DOÑA INÉS, vestida de blanco y coronada de flores; LA TORNERA, DOÑA MENCÍA, DON GUTIERRE

 
TORNERA
¡Mírenla qué hermosa! Miren
Del monasterio la flor,
La joya, la que de santa
Tiene predestinación.
INÉS
¡Mencía!
MENCÍA
Ven a mi lado,
Inés.

 (Se sienta DOÑA INÉS.) 

TORNERA

 A DON GUTIERRE

De orden superior,
Que paséis vos a la celda
De la abadesa.
GUTIERRE
Allá voy.

 (Vanse él y la tornera) 



Escena V

 

DOÑA MENCÍA, DOÑA INÉS

 
INÉS
Nada sabías ayer
Del padre por quien suspiro:
¿Qué males debo temer
Hoy que en tu semblante miro
Más marcado el padecer?
MENCÍA
No, ningún descubrimiento
Hice que mi llanto borre
Ni que le dé crecimiento;
Mas cada instante que corre
Pierdo de esperanza ciento.
INÉS
¡No tendré la bendición
De mi padre en este día
De eterna separación!
Darásmela tú, Mencía,
Y con ella tu perdón.
MENCÍA
¡Perdón me pides a mí,
Tú que mi víctima fuiste!
No me atormentes así.
INÉS
Tú más que yo padeciste;
Yo más delincuente fui.
¡Un padre a fieros sayones
Entregado por su hija!
MENCÍA
¡Inútiles reflexiones!
Esa acusación prolija
No limará sus prisiones.
INÉS
Cuando miro la violencia
De tu profundo pesar...
MENCÍA
Dios me dará resistencia:
Mi pena no ha de durar
Más que dure mi existencia.
Y ¿qué he perdido? Un esposo.
¿Por qué le vi? ¿Por qué amé?
¿Por qué al asilo piadoso
Que me llamaba, marché
Con paso tan perezoso?
Ya es mi amor obligación;
Sacro nudo ya me liga;
Pásmete la admiración:
No hay momento que no diga
La palabra, maldición.
Detesto la noche aciaga
Causa de mi amor funesto,
Que ánimo y cuerpo me llaga;
Mi triste enlace detesto
Que horrores sin fin me amaga.
Y ¿cómo no detestar
Un afecto que tal vez
Halló en mi seno lugar
Sólo porque castigar
Quiso el cielo mi altivez?
Usurpando principió;
Pero pronto su conquista
Con lágrimas la regó:
¡Bien el corazón pagó
Los deslices de la vista!
Fue mi suerte lastimera
La de amar para sufrir:
Para amar de tal manera,
Más me valiera morir
Antes que a Gonzalo viera,
INÉS
O tú delirando estás,
O no es tu lenguaje fiel
O negarme no podrás
Que tu alma henchida de hiel
No supo querer jamás.
De haber sentido el amor
¡Tener, por llanto que cueste,
Ni despecho ni rencor!
¿Qué extraño lenguaje es éste
Con más ira que dolor?
¿Me ves a mí revestida

 (Levántase.) 

De este cándido cendal
Que severo me intimida?
Pues aún mi pasión fatal
Vive debajo dormida.
Y no evito que despierte
Ni que turbe mi quietud,
Pues grita en acento fuerte
Que no ofendí a la virtud,
Y a mí me burló la suerte.
Allá en la nocturna sombra
Desvariando el deseo,
Voz escucho que me nombra,
Y vago fantasma veo
Que seduce más que asombra.
De arrayán y de azucenas
Le ciñe la noble frente
Corona resplandeciente,
Símbolo de amor sin penas,
Tan feliz como inocente.
De la nieve la blancura
Luce en su flotante ropa,
Y con ojos de ternura
Pone en mi mano la copa
Del placer y la ventura.
Mas cuando voy a templar
En ella mi ardiente sed,
Dentro me miro arrastrar
De una inquebrantable red
A las gradas de un altar;
Y allí en cáliz de aflicción
Trocado el de goce puro,
Bebo contra mi intención,
Y en él el tósigo apuro
De la desesperación.
Y al alzarme sobre el lecho,
Despierta por mi alarido,
Aun en el cóncavo techo
Resuena un nombre querido
Que repito a mi despecho.
La dicha de que gocé
Con mis fugaces amores,
Como relámpago fue:
Las espinas y las flores
Confundidas encontré.
Mas tengo recuerdo tal
De aquel tiempo delicioso,
Que diera por tiempo igual
Toda una vida glacial,
Todo un siglo de reposo
Y decirme necesito
Mil veces a cada instante
Que ese nombre que repito
Es de padre, y no de amante,
Y que es mi pasión delito.
Que si delito no fuera,
Si con el velo expiar
Otro crimen no quisiera,
¿Qué brazo tan fuerte hubiera
Que aquí me obligara a entrar?
Diome el retiro energía;
Ya en fuerza y valor abundo...

 (Suena dentro una campana llamando a coro.) 

¡Fuerza inútil y tardía!
Convulsión de la agonía
De quien muere para el mundo.
¿Escuchas esa campana?
Ella dobla por Inés,
Que ya, ni rival ni hermana,
Su loca afición mundana
Vencida pone a tus pies.

 (Póstrase.)  

MENCÍA
Alza.
INÉS
Esa pared me ofrece
De un nuevo mundo la orilla:
Si de las pasiones crece
Alrededor la semilla,
Dentro se agosta y perece.
Tú, en quien hoy la dignidad
Sagrada de madre acato,
Pide a la Suma Bondad,
Para esta frente que abato,
El don de conformidad.
MENCÍA
¡Inés mía!
INÉS
La aversión
Que nos separaba esquiva
Espire en esta mansión,
Y hoy en el cielo se escriba
Nuestra reconciliación.
MENCÍA
Sí, ven, y a gozar empieza,
Ya que antes sufriste el peso
De mi bárbara dureza,
Hoy en este dulce beso
La efusión de mi terneza.
INÉS
¡Madre amada!

 (Estréchanse cariñosamente.) 

MENCÍA
¡Qué rubor!
El primero que le he dado.
INÉS
Hoy es doble su valor.


Escena VI

 

LA TORNERA, varias RELIGIOSAS, DOÑA MENCÍA, DOÑA INÉS

 
UNA RELIGIOSA
Está todo preparado.
MENCÍA
Vuela al seno del Señor.
 

(Levántase DOÑA INÉS, da un paso hacia el claustro, y se detiene mirándole con terror.)

 
INÉS
Tiemblo... yo no sé de qué.
Ese claustro me da miedo.
Ven conmigo.
MENCÍA
Luego iré;
Ni moverme ahora puedo.
LAS RELIGIOSAS

 A DOÑA INÉS

Ánimo.
INÉS
Dios me le dé.

 (Vase con las monjas.) 



Escena VII

 

DOÑA MENCÍA, LA TORNERA

 
MENCÍA
De su flaqueza el asomo
Me da pesadumbre suma:
Por mal agüero le tomo,
Y un peso el alma me abruma
Como una losa de plomo.

 (Quiere levantarse y no puede.) 

Clavada estoy al asiento.
¡Qué congoja, qué temblor!
TORNERA
¡Señora!
MENCÍA
No sé qué siento.
¡Ah!
TORNERA
Le da un frío sudor.

 (Tomándole una mano.) 

MENCÍA
Faltándome va el aliento.
TORNERA
¡Favor! La comunidad
Está en el coro...


Escena VIII

 

CHACÓN, DOÑA MENCÍA, LA TORNERA

 
CHACÓN
¡Señora!
MENCÍA
No me dejéis.
 

(Trémula y casi sin conocimiento lleva la mano a la bolsa fue trae a la cintura para sacar de ella un pomo: CHACÓN abre la bolsa y da a su ama a oler el espíritu que ella izo acertaba a encontrar.)

 
CHACÓN
Respirad.
Vos, madre, traed ahora
Un vaso de agua: marchad.
TORNERA
Corriendo.

 (Vase.) 



Escena IX

 

DOÑA MENCÍA, CHACÓN

 
MENCÍA
Esta angustia mía...
CHACÓN
¡Voto a Juan de Marchamalo!
Valor.
MENCÍA
Siento mejoría.
CHACÓN
Si hallara así don Gonzalo
A vuesarced, ¿qué diría?
MENCÍA
¡Cuándo, cuándo le veré!
CHACÓN
Poco a poco el tiempo avanza,
Y no creo yo que esté
Tan lejos...
MENCÍA
¡Vana esperanza!
CHACÓN
Pues yo acá la fundo...
MENCÍA
¿En qué?
CHACÓN
Tiene un año muchos días,
Mucho un preso que sufrir;
Se hartará de resistir,
Y no aguardará al Mesías
Que le venga a redimir.
MENCÍA
¿Quién auxilio le ha de dar,
Si procura su evasión?
CHACÓN
Ahí entra el alambicar,
O tener una ocasión
Y saberla aprovechar.
MENCÍA
¿Tú crees?...
CHACÓN
Como él batalle
Probando trazas y modos
De fuga, tal vez los halle.
El mejor día en la calle
Me dice: acá estamos todos.
MENCÍA
Sueños.
CHACÓN
Usarced no atina
Cómo yo el caso comprendo.
Don Gonzalo está que trina:
Viene a darle un reverendo
Una lección de doctrina.
El capitán echa el taco
De muerte, bufa, patea;
El fraile sorbe tabaco,
Y en la exhortación emplea
Ya el grito, ya el arrumaco.
-Id noramala, Fray Blas.
-Hermano, por San Dionís.
-Callad, voto a Barrabás.
-Que tiene el alma en un tris.
-Que le derriengo de un tras.
Agárrale del gollete,
Preséntale un argumento
De lógica de Albacete...
-¡Hermano! clama el pobrete,
¡Guarde el quinto mandamiento!
-Desnúdese-¡San Benito!
-Acuéstese. -¡San Marcelo!
-Déjese atar.-¡Santo cielo!
-¿No quieres callar, maldito?
Pues trágate ese pañuelo.
Se viste, le abren la puerta,
Ladea el rostro y se tapa,
Sale, pasa por la huerta,
Ve un jaco, monta y escapa
Sin que ninguno lo advierta.
MENCÍA
¿Te burlas de mi aflicción?
CHACÓN
No me burlo.
MENCÍA
¿No? ¡Jesús!
Di: ¿se salvó? Di, Chacón.
CHACÓN
¿Y tendremos... patatús?
MENCÍA
Sácame de confusión.
¿Le has visto?
CHACÓN
Serenidad.


Escena X

 

LA TORNERA, trayendo un vaso de agua; los mismos.

 
TORNERA
Aquí está...
CHACÓN
Ya no hace falta.

 (Llaman a la portería; la tornera deja el vaso en una mesa y acude a lo puerta.) 

¿Sabéis quién llama?
MENCÍA

 Dando un grito. 

¡Él!
CHACÓN
Callad,
MENCÍA
El corazón se me salta,
Del pecho, Es él: ¿no es verdad?
CHACÓN
Él es: juicio,
TORNERA
un religioso
Quiere hablaros.
MENCÍA
Venga luego.
TORNERA
Sí, dice muy afanoso
Que es para asunto forzoso.
CHACÓN
Si es Fray Tomás Villadiego,
MENCÍA
Dejádmele ver y hablar.

 (La tornera va a abrir) 

CHACÓN
Dadme dinero o la llave:
Tengo un coche que ajustar.

 (Habla bajo con su ama, que le entrega una llave.) 

TORNERA
Allí está.

 (A DON GONZALO, que sale vestido de fraile.) 

MENCÍA

 Aparte. 

(¡Oh Dios! no me acabe
Mi gozo.)
CHACÓN

 A la tornera. 

Venidme a echar.

 (La tornera, después de haber despedido a CHACÓN, se retira por detrás de la verja.) 



Escena XI

 

DON GONZALO, DOÑA MENCÍA

 
 

(Permanecen ambos inmóviles y en silencio hasta que se retira la tornera: abrázanse luego tiernamente.)

 
GONZALO
¡Mencía!
MENCÍA
¡Dulce esposo!
GONZALO
¡A verte llego!
MENCÍA
Tomad mi vida ahora, Dios clemente.
Mira, Gonzalo, mi marchita frente,
Mira en lo que sufrí mi amante fuego.
GONZALO
Ya termina ese afán.
MENCÍA
Mi dicha dudo.
¿Es cierto, es cierto que a mi bien abrazo?
Habla, y habla de amor. ¡Tu labio mudo,
Cuando acabó de nuestra ausencia el plazo!
GONZALO
Si es menos halagüeño mi lenguaje,
Repara en la ocasión y en el paraje,
Repara en mi disfraz.
MENCÍA
¡Ah! te comprendo.
GONZALO
Quebranté mi prisión.
MENCÍA
Vienes huyendo.
GONZALO
Vengo por ti. ¿Vacilará Mencía
En seguirme esta vez?
MENCÍA
¿No soy tu esposa?
Tu voz espera la obediencia mía.
Salgamos de esta casa peligrosa.
GONZALO
Más peligro en la tuya me previenes:
Acechada estarás. Víctima has sido
Ya de la Inquisición, y pruebas tienes
De que no hay a sus ojos escondido
Secreto ni lugar. A éste he venido
Cuando supe que en él te detenía
Piadosa obligación por todo el día,
Y aquí trazar nuestra partida puedo.
MENCÍA
Sea pronto.
GONZALO
A la noche. Todavía
Se ignorará mi fuga de Toledo.
MENCÍA
¿Allí recluso en celda penitente?...
GONZALO
Allí me condenaba la sentencia,
Que mis jueces creyeron indulgente,
A maldecir diez años la existencia.
MENCÍA
¡Diez años!
GONZALO
Figurártelo pudiste
Recibiendo la equívoca licencia
De nuestro enlace vergonzoso y triste.
Esos diez años de prisión sin verte
Eran sentencia para mí de muerte.
Reo ya de la vida, despedido
Fui para el tribunal; mano de viuda
Fue la que no estreché cuando la diste,
MENCÍA
Dios, de nuestro penar compadecido,
Por fin el lazo desatado anuda
Que nuestra dicha hará. No te recuerdes
Dónde ni cómo se formó.
GONZALO
Bien era,
Bien era necesario que tuviera
Mayor cariño que en sus años verdes
Quien con alma de noble y española,
Con la altivez de la conciencia justa,
Con la arrogancia de soldado sola,
Todo el orgullo de su frente adusta
Rindió al querer de la mujer que amaba,
Y a muerte pronta, si de oprobio llena,
Prefirió agonizar en la cadena,
Prefirió un siglo de existencia esclava.
Yo vi una carta de pasión henchida
Que me brindaba con tu mano hermosa,
Solicitando en muestra cariñosa
Que implorase una gracia aborrecida...
MENCÍA
Tímida, delirante, seducida,
Tu libertad me figuré segura,
Crédula al prometer de la impostura.
GONZALO
Bien recelaba yo. «Será artificio
De la impiedad del tribunal notoria;
Pero sacie (exclamé) su vanagloria,
Y hagamos al amor el sacrificio.»
MENCÍA
Al sacrificio yo grata y sensible,
Bien que ni con mi vida te le pago,
Tú, Gonzalo, verás que satisfago
La parte toda de pagar posible.
Finos afectos que pedirme piensa,
Discurre caprichosas invenciones
Con que te dé mi amor la recompensa;
Pídeme rendimientos, sumisiones,
Delirios de abrasados corazones;
Más que codicie tu pasión avara,
Más mi agradecimiento te prepara.
Será mi afán adivinar tu gusto,
Cumplírtele será mi estudio y arte,
Será ofenderte mi continuo susto,
Mi gozo verte, mi delicia hablarte,
Mi único pensamiento idolatrarte.
Pendiente de tu amor la vida mía,
Si le perdiera yo... me mataría.
GONZALO
¡Esposa!
MENCÍA
De tus ojos la influencia
Ya en mí restaura mi vigor marchito:
Muerta me tuvo tu fatal ausencia;
Lozana con tu vista resucito.
Hasta los mismos hórridos agüeros,
Hijos de nuestra boda tenebrosa,
Que preludio de males verdaderos
Creía en mi pesar supersticiosa,
Ya de mi mente rápidos se alejan,
Y en el nublado cielo que veía,
Sol de placer y viento de alegría
Limpio el azul de la ventura dejan.
Ya otro cuidado el corazón no siente
Que el de la fuga, cuyo instante tarda.
¿Dónde, cómo ha de ser?
GONZALO
Oye: esta noche...
MENCÍA
Di, que nada contigo me acobarda.
GONZALO
A las diez...
MENCÍA
Sigue.
GONZALO
Detenido un coche
Junto la ermita habrá de San Vicente.
MENCÍA
Allí estaré a las diez.
GONZALO
Y ¿no podría
Llevarme allí también mi esposa cara?...
MENCÍA
¿Qué deseas?
GONZALO
La dulce compañía...
MENCÍA
¿De quién?
GONZALO
Mis juveniles extravíos
Pienso que sabes.
MENCÍA
Tu intención declara.
GONZALO
Produjeron aquellos amoríos...
MENCÍA
Pero....
GONZALO
Ya para siempre nos separa
Nuestro destino del hispano suelo.
No ver, no conocer a la hija mía
Me llena el corazón de desconsuelo.
Soy padre.
MENCÍA
Al punto la verás.

 (Mirándole con extrañeza.) 

GONZALO
¿Y dónde?
MENCÍA
Aquí.
GONZALO
¡Oh placer!
MENCÍA
Con ánimo devoto,
Quizá en este momento que lo digo,
Su frente humilde bajo el velo esconde,
Y a Dios se enlaza con estrecho voto.
GONZALO
¡Prenda del corazón! yo te bendigo.
Purifiquen tu cuna tus virtudes.
MENCÍA
Tu bendición merece y la del ciclo.
GONZALO
¿Ella recibe con Inés el velo?
MENCÍA
Es Inés.
GONZALO
Imposible.
MENCÍA
No lo dudes:
Hija tuya es Inés.-¿En quién pensabas
Encontrar esa hija que llorabas?
GONZALO
Sin luz alguna que mi norte fuera
Creí que tu apellido la encubriera,
Y que su origen a saber llegaste
Como deuda cercana y compañera.
Cuando el billete vi por mí trazado
De esa infeliz el nombre me ocultaste,
Y allá en la soledad del monasterio
Soltando riendas a la mente incierta,
Ya habitante del índico hemisferio,
Ya en tierna edad la imaginaba muerta.
MENCÍA
Vive; y un sentimiento equivocado
Confirma la verdad que has escuchado.
De Beatriz Coronel Inés nacida,
Fue la tierna afición que te inspiraba,
Impulso de la sangre conmovida.
GONZALO
No era Beatriz a la que yo adoraba.
MENCÍA
Tú me confundes. El papel que viste,
¿No fue para Beatriz? Tú lo dijiste.
GONZALO
Fue esa mujer de mi amorosa llama
Protectora solícita y prudente,
Amiga de Leonor, y no mi dama.
MENCÍA
¡Leonor! ( Aparte . Me da cuidado este accidente.)
GONZALO
Mal mi dolor acerbo pintaría
De esa carta el lenguaje indiferente,
Cuando yo de Leonor me despedía.
MENCÍA
El apellido de Leonor...
GONZALO
Lo ignoro.
El velo del misterio mis profundo
Su flaqueza encubrió, y a su decoro
No se atrevió ni con malicia leve
La lenguaraz murmuración del mundo.
MENCÍA
Su patria...
GONZALO
Lima.
MENCÍA
Lima...
GONZALO
Tiempo breve
Nuestro cariño fiel vivió tranquilo.
Busqué los brazos de mi amada bella
Una vez, y otra vez en el asilo
Que los suspiros de los dos oía,
Y una vez y otra vez allí sin ella
Me vio la noche, y el luciente día.
La perdí.
MENCÍA
¿Te olvidó?
GONZALO
Nos separaron.
MENCÍA
Lejos quizá de Lima...
GONZALO
La casaron.
MENCÍA
¿Dónde?
GONZALO
En Méjico.
MENCÍA
¡Oh Dios!
GONZALO
En ti suscito...
MENCÍA
Sólo curiosidad. Di.
GONZALO
Vez postrera
Fue que nos vimos cuando el rostro lleno
De lágrimas, tributo del delito,
Me reveló que ya su triste seno...
MENCÍA
Y de ese amor la prenda lastimera...
GONZALO
Sin sospecha en el mundo recibida,
Fue de un nombre usurpado la heredera.
MENCÍA
¿Qué nombre? ¿Descubrístelo?
GONZALO
En mi vida.
De Leonor estorbómelo el recato
Y el ruego de Beatriz y mi partida.
MENCÍA
¿Qué años debe contar la desgraciada
Que debió el ser al delincuente trato?
GONZALO
Veintiséis.
MENCÍA

 Aparte. 

(¡Es mi edad!)
GONZALO
Estás turbada.
MENCÍA

 Aparte. 

(Leonor, que ha sido su segundo nombre...
La carta con las suyas encontrada...)
GONZALO
¿Qué puede haber en esto que te asombre?
¿Qué puede haber que temas?
MENCÍA
Mal tan grave,
Que posible no más en mí lo creo,
Si es que en humana desventura cabe.

 (Sus inciertas miradas, que expresan su inquietud, se detienen en el retrato que está sobre la mesa.) 

Si en vez de ese retrato, aquí pudiera
Otro manifestarte que poseo,
Una mirada tuya destruyera
O colmara la angustia en que me pones.
GONZALO
¿Qué retrato importaba que yo viera?
¿De quién es ese?
MENCÍA
De Beatriz.
GONZALO
¡Qué dices!
Registrándolo empiece mi deseo
De penetrar tan hondas confusiones.

 (Lo descubre.) 

MENCÍA
¿Se truecan por hechizo sus facciones?
GONZALO
¡Cielo santo! Leonor es la que veo.
MENCÍA
¡Infelices nosotros, infelices!
GONZALO
Es Leonor, mi Leonor.
MENCÍA
Di que te engañas:
Miente, engáñame a mí.
GONZALO
¿Qué hay que te aflija?
MENCÍA
¿Con que fue esa mujer?...
GONZALO
Mi amor primero.
MENCÍA
Esa misma me tuvo en sus entrañas.
GONZALO
¡A ti!
MENCÍA
A mí sola.
GONZALO
¡Ser a quien imploro!
¡Tú, desdichada, tú!
MENCÍA
Yo soy tu hija.
GONZALO
Ten el labio. ¡Qué horror!
MENCÍA
Decirlo quiero.
Yo soy tu esposa.
GONZALO
Calla.
MENCÍA
Y yo te adoro,
Que en ti un amor inextinguible puse.
GONZALO
Deja que alumbre la razón tu mente.
MENCÍA
Deja que al cielo blasfemante acuse,
Que con mi corazón juega inclemente.
Sólo a un hombre hasta mí llegar consiente,
Sólo por él inflama mi tibieza,
Y hallando su placer en mi congoja,
En los brazos del único me arroja
Cuyo amor me vedó naturaleza.
Llena, cielo enemigo, tus furores,
Y acaba con un rayo mis amores.


Escena XII

 

DOÑA INÉS, ya con el hábito de profesa; varias RELIGIOSAS, LA TORNERA, DOÑA MENCÍA, DON GONZALO

 
GONZALO
¡Inés!
INÉS
El sacrificio he consumado.
MENCÍA
¿Dónde me oculto?
INÉS
¡Santo Dios! ¡qué miro!
No es ilusión, es él.-¡Padre adorado!
De gozo al veros y de pena espiro.
¡Padre!

 (Va a abrazarle.) 

MENCÍA

 Deteniéndola. 

Aparta.
INÉS
Tu acento delirante...
MENCÍA
Apártate, mujer, ese es tu amante,
De cuya fe leal te he despojado.
GONZALO
Cesa.
INÉS
¡Qué espanto el corazón me inunda!
MENCÍA
El infierno a mi amor ha presidido.
GONZALO
Ven.
MENCÍA
A mi padre encuentro en mi marido.
INÉS
La cólera del cielo te confunda.


Escena Última

 

UN COMISARIO y ALGUACILES de la inquisición; los mismos.

 
COMISARIO

 Dentro. 

Paso a la Inquisición: franca la puerta.
TODOS
¡La Inquisición!

 (Terror general: la tornera va a abrir.) 

MENCÍA
¡Jesús!
GONZALO
¡Ah! me han seguido.
INÉS

 A la tornera. 

No abráis.
GONZALO
Abrid.
INÉS
Su perdición es cierta.
GONZALO
Vengan esos verdugos: los espero.

 (Saca un puñal.) 

 

(La tornera abre el comisario y los alguaciles se precipitan en el locutorio.)

 
COMISARIO
Prended al fugitivo, desarmadle.
GONZALO
Solamente, canalla envilecida,
Mi cadáver tendréis.

 (Va a herirse: DOÑA MENCÍA le detiene.) 

MENCÍA
Suelta ese acero.
GONZALO
Quita.
 

(Mientras DON GONZALO y doña, Mencía forcejan asidos del puñal, los esbirros se apoderan de DON GONZALO. El puñal rueda en manos de DOÑA MENCÍA)

 
INÉS
Yo espiro.

 (Cae desmayada en brazos de las religiosas.) 

COMISARIO
A su prisión: llevadle.
GONZALO
¡Mi prisión!
COMISARIO
Durará lo que tu vida.
GONZALO

 A DOÑA MENCÍA.  

¿Lo ves? Ese puñal me libertaba.
MENCÍA
Su lugar es aquí, y aquí se clava.
 

(Atraviésase el pecho, y cae muerta. DON GONZALO y las religiosas lanzan un grito de horror.)

 






ArribaAbajoLa redoma encantada

Comedia de magia en cuatro actos en prosa y verso Estrenada en el teatro del Príncipe a 26 de octubre de 1839 Corregida por el autor en 1802


Personas
 

 
DON ENRIQUE
EL CONDE DE LA BIZNAGA
DOROTEA
PASCUALA
GARABITO
DON LAÍN
DON GASPAR
DON RAMÓN
EL SECRETARIO
UN POSADERO
UNA MAESTRA DE NIÑAS
Brujos y brujas, caballeros y damas, criados criadas, soldados, bailarines, encantados, niñas, músicos, etc.
 

La acción pasa en Madrid y sus inmediaciones, en una cueva de Barahona, y cerca de Villarino, a la raya de Portugal.

 


ArribaAbajo Acto Primero

 

Vista de tejados, torres y chimeneas. En el fondo, a la izquierda del espectador, dos guardillas practicables, y otra a la derecha, más cerca del proscenio, delante de la cual hay un terradillo, y en él una artesa. Es de noche con luna.

 

Escena I

GARABITO   (Dirígese por el caballero de un tejado a una guardilla de la izquierda.) ¿Si me estrellaré yo esta noche?  (Da un vaivén.)  ¡El Señor de las alturas me asista! Un pizarrero, que ha medido a muslo casi todos los chapiteles de Madrid, ¡resbalar de tal modo! Diabluras serán de la tía Marizápalos, esa bruja que vive, o que muere, ahí en la guardilla de la azotea. Dicen que está dando las boqueadas, y aún hace adobos para ir por los aires a Barahona... (Llama suavemente al postigo de la guardilla.) 

¡Pascualita!... ¡Pascuala!... ¿Está sorda esta chica?¡Pascuala!



Escena II

 

PASCUALA, GARABITO

 

PASCUALA   Dentro. ¿Quién llama ahí?

GARABITO  ¿Quién ha de ser? Yo.

PASCUALA  No conozco a nadie por ese nombre.

GARABITO  ¿No te hace cosquillas en el tímpano la voz de tu Garabito?

PASCUALA   Abriendo la ventana. ¡Jesús! ¡Tú por aquí!

GARABITO  Yo, Pascualita mía; yo, que después de una ausencia de catorce días en el Real Sitio de San Lorenzo, torno a verte, catorce veces más enamorado. Y tú, pichona, ¿te has acordado mucho de mí?

PASCUALA  Hace unos días que me he vuelto muy desmemoriada.

GARABITO  Ese es defecto de los que han subido muy alto desde muy hondo. A ti no te cuadra. Una bonetera a quien se le pasan los meses sin que le encarguen un solideo...

PASCUALA  Una bonetera puede elevar sus pensamientos más arriba de su labor.

GARABITO  Por eso los has fijado en mí, que piso el techo de los campanarios.

PASCUALA  Han variado mucho mis circunstancias desde tu partida.

GARABITO  Y ¡con qué tonillo me lo dice! Vamos, con la entrada de los tudescos en Madríd, los amores en pleito corren la misma suerte que el rey Felipe. Chica, esto no puede seguir así. Mañana declaro a tu padre que si no me franquea sus puertas y su consentimiento, voy a sacarte por el Vicario. Con el fin de matrimoniar, me he proporcionado ya unos dinerillos; prestados se supone, porque de la obra que hice para el Conde de la Biznaga, ni hay que esperar un maravedí.

PASCUALA  Ya se lo que te pasó con él antes que salieras al Sitio. ¡Fue lance gracioso!

GARABITO  Maldita la gracia que le encuentro yo a una paliza, cuando la recibo.

PASCUALA  ¿Supiste lo que hubo aquí la mañana siguiente?

GARABITO  Nada me has escrito, y desde el cimborrio del Escorial no alcanzaba yo a verlo.

PASCUALA  Pues mi padre y yo tuvimos una visita de nuestro casero...

GARABITO  ¿Ese don Laín?...

PASCUALA  Don Laín Cornejo. Y con el señor don Laín venía su amo, el señor Conde de la Biznaga.

GARABITO  ¿El que me mandó pagar en palos mi obra?

PASCUALA  El mismo. Cuando llamaron y vi al Conde por el ventanillo, me quedé atónita y...

GARABITO  Echarías mano al cerrojo...

PASCUALA  Desde luego, para...

GARABITO  Para cerrar mejor.

PASCUALA  Para abrir.

GARABITO  ¡Al don Juan Tenorio de nuestros tiempos! ¡A un secuaz del archiduque Carlos! ¡A un enemigo acérrimo de S. M. don Felipe V!

PASCUALA  Las solteras en esta guerra hacemos el papel de potencias neutrales.

GARABITO  Neutralidad con simpatías: en proponiéndoseos boda, entráis con gusto en la guerra de sucesión. Y ¿a quién buscaba el Conde?

PASCUALA  A mí.

GARABITO  ¡Cáigame una fundición de estaño en el colodrillo! ¿Y qué quería?

PASCUALA  Verás. Principió refiriéndome que se le había encajado en su casa, pidiéndole el pago de cierta cuenta, un bárbaro de un vidriero, un estúpido, un insolente...

GARABITO  Eso lo diría por mí.

PASCUALA  Las señas no permitían dudar. Parece que te aconsejó que aguardaras unos días... o meses... o años. Para los señores es lo mismo.

GARABITO  Para el pobre es muy diferente. Pero ¿qué tiene que ver el despolvoreo de mis lomos... con?...

PASCUALA  Si voy a eso. El Conde había sabido que tú me obsequiabas, y que yo era muy linda chica: tales fueron sus expresiones... Y dijo que por eso venía...

GARABITO  ¿A qué?

PASCUALA  A casarme.

GARABITO  ¿Conmigo?

PASCUALA  No, con mi casero.

GARABITO  Que es su mayordomo.

PASCUALA  Pues don Laín Cornejo.

GARABITO  ¡Un setentón! ¡Un pícaro que debía estar en la horca!

PASCUALA  Para ese pretendía el Conde mi mano; para ti tenía negociada una plaza...

GARABITO  ¿Dónde?

PASCUALA  En las galeras del Archiduque

GARABITO  Tú dirías que me repugna ser gravoso al Estado.

PASCUALA  Pero Su Señoría estaba decidido a emplearte. Su proyecto era, o que aceptara yo aquella boda, o que tú cargases con un grillete.

GARABITO  ¡Oh iniquidad! Tú rehusarías...

PASCUALA  Rehusé, lloré, me desmayé lo mejor que supe; mas al volver de mi soponcio me hallé con una joya al cuello, y mi padre me dijo que, en medio de mi turbación, había consentido en cuanto se me propuso.

GARABITO  ¡Virgen de Vallecas! Y no consideraste después...

PASCUALA  Considerando que si me casaba con don Laín te libraba de figurar enla galería marítima, el lunes pasado me dejé llevar a la iglesia; y de la noche a la mañana me encontré con marido, coche, diamantes, criados y seis mil ducados de renta.

GARABITO  ¿Es verdad lo que oigo? ¡Tú casada! ¿Y que es lo que hago yo ahora?

PASCUALA  Por lo pronto darme la enhorabuena.

GARABITO  Tú te burlas: no puede menos. ¡Una señorona de coche aposentada en una guardilla!

PASCUALA  He venido a visitar a mi padre... y de camino a otra cosa. El Conde, oculto con el nombre de don Juan de Cárdenas, enamora a la vecinita de al lado, la Dorotea. Su abuela solía traerla aquí algunas noches... y... por cierto que hace ya tres que no vienen; de modo que el supuesto don Juan, que está aquí esperándola, rabia desesperado.

GARABITO  El desesperado soy yo, que me arrojaría del tejado al suelo si no fuera más justo arrojará la pérfida que me ha vendido.

PASCUALA  Venderte por seis mil ducados anuales, me parece que es hacerte valer.

GARABITO  ¡Esta injuria a un maestro vidriero, pizarrero y plomero, natural de Móstoles!

PASCUALA  Ponte en razón. Tú me ofrecías un porvenir tan frágil, tan resbaladizo, tan pesado... Es menester hacerse el cargo de que una muchacha de mi palmito merecía suerte mejor. En fin, marido como el que tengo no ha de durar gran cosa: si cuando enviude yo, tus vidrios, tus plomos y tus pizarras te han hecho millonario; si puedes satisfacer los caprichos de una mujer bonita, y apalear a tus acreedores impunemente, entonces... hablaremos. Mientras tanto, paciencia y espera.

GARABITO  Oye, escucha.

PASCUALA  Buenas noches... y buena fortuna, Garabito. Vuélvete al obrador, y trata de evitar una costalada.  (Quítase de la ventanilla y la cierra.) 



Escena III

GARABITO  ¡Trata de evitar una costalada! ¿Cómo evitaría yo la tentación que siento de plantarle a esa pícara una docena de bofetones? Yo creo que aplicándole docena y media se me pasaba la tentación. Probemos.  (Trata de forzar la ventana de la guardilla; se abre, y GARABITO se queda parado.)  ¡Caramba! ¡El Conde!



Escena IV

 

EL CONDE, que sale de la guardilla al tejado; GARABITO.

 

CONDE  Si quieres conservar las costillas que te quedaron el otro día, vete de aquí.

GARABITO  Señor Conde...

CONDE  Lejos de aquí, repito.

GARABITO  ¿No le basta a V. S. lo que ha hecho conmigo?

CONDE  Soy Conde: pago cuando quiero.

GARABITO  ¿Y el dejarme sin novia?

CONDE  Lección para el pobre que se descomide con el poderoso. Un hijo de un zurrador y una molinera, nieto de un saltimbanqui, hermano de un ventero, atreverse a decir a un título: «¡De aquí no salgo sin lo que se me debe!»

GARABITO  Y si el que me manda trabajar no me paga, ¿cómo vivo yo?

CONDE  Y si no guardas consideraciones al que te sostiene, ¿querrá ocuparte en servicio suyo? ¿No te abandonará y te sepultará en la miseria? Con valor o con industria hemos adquirido nuestro puesto nosotros, envidiosa canalla: mientras no sepáis hacer lo que hicimos, humillaos ante el hombre que tiene más, que puede más, que vale, por consiguiente, más que vosotros.

GARABITO  Señor Conde, aquí no tiene V. S. la escolta de sus lacayos: todos somos iguales de tejas arriba.

CONDE  ¿Sí? Pues a ver si sacas un par de pistolas igual a éste...  (Las saca.) 

GARABITO  ¡Por vida!...

CONDE  Eres muy dueño de jurar, como sea en otra manzana.

GARABITO  Guárdese V. S. de mí desde hoy.  (Retirándose.) 

CONDE  Guárdate tú de una leva. Pillos de tu especie sobran en Madrid, y pueden hacer su papel con un remo en la mano.

GARABITO  Si agarro una teja... (Va a arrojar una teja al conde) 

CONDE  ¡Bribón!  (Dispara un pistoletazo al aire. GARABITO se entra en la guardilla del terradillo.) Se refugió en casa de la bruja: basta por hoy con haberle asustado. Mañana yo le recomendaré al gobernador tudesco, para que le envíe a empizarrar la parroquia de algún presidio.



Escena V

 

DON LAÍN, EL CONDE

 

LAÍN   Asomándose por la ventana de la guardilla. ¿Qué tiro ha sido ese?

CONDE  Un disparo al aire para ahuyentar a un murciélago.

LAÍN  Señor Conde, aproveche usted la ocasión. La abuela de Dorotea, alborotada con el tiro, ha pasado a preguntar a mi suegro qué sucedía. Dorotea. está sola en su habitación.

CONDE  ¿Por dónde entraré?

LAÍN  Por aquí, por la ventana de su guardilla.  (Señalándola.) 

CONDE  Pues entretened ahí un rato a la vieja.  (Éntrase por la guardilla de DOROTEA.) 

LAÍN  ¡Murciélago! Se me figuró que mi amo disputaba con alguien... Pero en no disputando conmigo sobre mis cuentas, diga lo que quiera, verdad o mentira.



Escena VI

 

GARABITO, saliendo de la guardilla del terradillo; DON LAÍN, asomado a la otra, de PASCUALA.

 

GARABITO  No puedo sufrir la vista de ese cadáver.

LAÍN   Aparte. (¡Calle! ¡El vidriero de la paliza! Este era el pájaro nocturno.)

GARABITO  Sola y abandonada se ha muerto la bruja.

LAÍN   Aparte. (¿Vendrá por Pascuala, que vivió aquí, o por Dorotea, que vive acá?)

GARABITO  No: si hubiese encontrado a la tía Marizápalos en disposición de oírme, no hubiera yo dejado de implorar su auxilio para hacer una jugarreta al conde. Ya estarán las doce al caer, hora en que los brujos emprenden sus caminatas aéreas: a la primera campanada me pondría de patitas en el barreño de los untos para volar; montaría en una escoba, y cruzando el aire...  (Dan las doce: GARABITO, tropieza en una artesa que hay en el terradillo, y cáese dentro de ella.) ¡Huy!

LAÍN  Hombre, ¿qué diablos ha hecho usted?

GARABITO  Tropezar y caerme.

LAÍN  Levántese usted.

GARABITO  Si pudiera, no aguardaría a que usted me lo aconsejara.

LAÍN  ¿Pues dónde se ha metido usted?

GARABITO  En un artesón, lleno de un líquido que por lo frío es agua de nieve, por lo espeso es azogue. ¡If!... No puedo conmigo. No sé qué me pasa... ¡Ay, que me hundo! ¡Ay, que me vuelo! ¡Que me llevan los diablos a Barahona!  (Vuela convertido en vieja.) 

LAÍN  ¡Buen viaje! Una aprensión de la tía Marizápalos. ¡Ah, ah, ah!-Voy a referírselo a mi mujer y demás tertulia.  (Abúltasele a DON LAÍN monstruosamente la cabeza, de modo que no le cabe por la ventana de la guardilla.)  ¡Demonio! ¿Qué me pasa también a mí? ¡Vecinos, vecinos! ¡Un albañil que ensanche este hueco! ¡Pascuala! ¡Señor suegro! ¡Vecinos! (Múdase la decoración.) 



Escena VII

 

Un desván.

 
 

DOROTEA, EL CONDE

 
DOROTEA
Márchese usted al momento.
CONDE
¡Qué inhumana tiranía!
DOROTEA
Mayor pena merecía
Usted por su atrevimiento.
CONDE

 Aparte. 

(¡Que han de ser tan montaraces
Las Lucrecias de trapillo!)
En fe de mi amor sencillo
Debemos hacer las paces.
DOROTEA
¿Cómo es que usted asaltó
Mi ventana sin reparo?
CONDE
Primero que ponga en claro
La causa que me obligó,
Tome usted esa señal
De que es amarla mi estudio.
DOROTEA
Aunque me choca el preludio,
Aparo en el delantal.
 

(EL CONDE echa a DOROTEA en la falda un estuche de alhajas que ella abre y examina)

 
CONDE

 Aparte. 

(Acepta.)
DOROTEA
¡Diamantes son!
Tal regalo corresponde
A un hombre rico.
CONDE
Es un Conde
Quien hace a usted ese don.
DOROTEA
¿Un Conde?
CONDE
El de la Biznaga.
DOROTEA
¿Usted? Si parece un sueño.

 (Sonriéndose.) 

CONDE
Ese semblante risueño
Mi dulce esperanza halaga.
DOROTEA
No hay que tomar a favor
Una equívoca sonrisa.
Me río, porque la risa
Dice a mi rostro mejor
Que el ceño: ¿quién la contiene,
Al ver en este desván
Al Conde más perillán
Que toda la corte tiene?
CONDE
Si no supieron las bellas,
A quienes rendí mi pecho,
Ligarle con nudo estrecho,
La culpa tuvieron ellas;
O quizá del Sumo Ser
Fue decreto soberano
Que yo suspirase en vano,
Entre mil, por la mujer
Que me pintaba la idea,
Para que el alma en despojos
Me llevase con sus ojos
La divina Dorotea.
DOROTEA
Y acaso fue suerte mía
Que yo a usted me aficionara,
Sólo mientras ignorara
Que un Conde me pretendía.
CONDE
Cuando ficciones renuncio,
¿Con tal desengaño toco?
DOROTEA
¿Aprecia usted en tan poco
La franqueza del anuncio?
CONDE
Diciendo mi calidad,
Mi fe sincera acredito.
DOROTEA
Esa ingenuidad imito,
Pues también digo verdad.
CONDE
¡Verdad cruel, que me lanza
Del cielo en que me creía!
DOROTEA
Creí yo también un día
Lícita en mí la esperanza
De que algún hombre de bien,
Que amor y honradez buscase,
Ofrecerme se dignase
Una mano por sostén.
Esperando con afán
Aquel protector soñado,
En la guardilla de al lado
Hallé mi primer galán.
CONDE
Que fui yo.
DOROTEA
Habló; le escuché;
Dijo que me idolatraba;
Por ver qué maña se daba,
Idolatrar me dejé.
Principió la inclinación:
Él tiene un pico de perlas;
Le di, pues, sin defenderlas,
Las llaves del corazón.
Decía para mi saya
Muchas veces yo: «Recelo
Que es don Juan un bribonzuelo;
Pero si me quiere, vaya:
Casémonos, y me obligo,
Consorte fina y sagaz,
A lograr que viva, en paz
Y en gracia de Dios, conmigo.»
CONDE
Discursos muy...
DOROTEA
¡Oh! muy buenos,
Mucho; pero ¡ay madre mía!
Si es el de la idolatría
Todo un Conde, por lo menos,
De amor célebre adalid,
Que por sus triunfos gallardos
El Conde de picos pardos
Le llama todo Madrid.
CONDE
Chismes.
DOROTEA
Aquí mi camino
Se acaba, y es menester
Parar: se habrá de volver
Usted por donde se vino.
Queden para otra beldad
Esas joyas que me ofrece:
Semilla son, que perece
Sembrada en mi voluntad;
Porque más que dones ricos
Vale el honor que atesora
Esta humilde servidora
Del Conde de pardos picos.

 (Quiere irse.) 

CONDE
Detente, esquiva hermosura;
Detén el paso veloz,
Que me encantas con la voz,
Aunque ofendes mi ternura.
Si viste amor en don Juan,
¿Cómo en el Conde no fías?
DOROTEA
¡Ay! aman ciertos usías
Muy de bolín, de bolán.
CONDE
Se iguala mi amante fe
Con lo noble de mi cuna.
DOROTEA
¿Cómo de mujer ninguna
Se contenta vuesarcé?
CONDE
¿Quién, Dorotea gentil,
Contigo quién se compara?
DOROTEA
Eso mismito apostara
Que lo ha dicho usted a mil.
Y en fin, si tanto embelesa
El mérito que en mí brilla...
Quien sube hasta mi guardilla,
Que me baje a ser Condesa.
CONDE

 Aparte. 

(¡Friolera es la ambición
De la niña!) Yo veré...
DOROTEA
Nada, nada: ¿para qué
Pensar la resolución?
Usted, que mi afecto anhela
Con amante frenesí,
Venga y declárelo así
En presencia de mi abuela.
Vamos.
CONDE
Ir tan de improviso
Fuera...
DOROTEA
Sorpresa muy grata.
CONDE
Un casamiento se trata
Más despacio.
DOROTEA
Esto es preciso.
CONDE
No perjudican retardos
Prudentes...
DOROTEA
Nos vemos hoy
La última vez, si no soy
Condesa de picos pardos.
CONDE
Los grandes que honran a chicos
Deben...
DOROTEA
Deben pretender
A quienes puedan hacer
Condesa de pardos picos.
CONDE
¡Dorotea!...
DOROTEA
No se paga
De dulzuras Dorotea,
Sino después que se vea
Condesa de la Biznaga.

 (Vase y síguela EL CONDE

 

Salón subterráneo de arquitectura antiquísima, debajo de los campos de Barahona. En el fondo se ve, en un nicho, la redoma encantada. En medio del tablado un pedestal. Se oye dentro grande algazara.

 


Escena VIII

 

GARABITO, de vieja y con el traje de archimaga, conducido por EL SECRETARIO; BRUJOS y BRUJAS.

 

BRUJOS  ¡La despedida, la despedida!

SECRETARIO  Pronunciad el discurso de despedida, ilustre archimaga.

GARABITO  Mi despedida es que vayan ustedes con mil Satanases. ¿Cómo he de decir que no soy la tía Marizápalos?

SECRETARIO  Y ¿cómo se lo queréis persuadir a vuestro secretario íntimo?

GARABITO  Me tenéis ya frito, señor secretario.

SECRETARIO  Esa es una metáfora; pero si persistís en tan ridículo empeño, se os freirá positivamente.

GARABITO  ¿Cómo?

SECRETARIO  En aceite o manteca, según sepa mejor a la sociedad. Esa pena imponemos a los dignatarios recalcitrantes.

GARABITO   Aparte. (Para el pícaro que haga dimisión por ahora.)

SECRETARIO  Mientras vienen los otros, podéis coger cuatro palabras de este apunte de arenga, mío: he procurado hacerle pactético, erucdito, excétera.

GARABITO  Patéctico, erudicto, y con excétera extará bueno: venga ese papele.  (Salen más BRUJOS, el coro y el cuerpo de baile. Cantan y bailan. GARABITO ocupa el asiento de preferencia.) 

CORO
Vivió en pobreza mísera
La tribu nigromántica;
La docta Marizápalos,
Con arte nueva mágica,
Nos hizo en breve término
Riquezas adquirir.
¡Marizápalos ínclita viva,
De la magia maestra sutil!

SECRETARIO   Después del baile. Vamos, es la hora.

PORTERO 1º   (Haciendo sonar una maza hueca con chinas dentro.)  ¡De orden de su archimagiquencia, silencio!

PORTERO 2º  ¡De orden de su protomagiquencia, atención!

GARABITO   Aparte. (¡Saque Dios con bien a mi archiprotomagiquería!) Brujos y brujas de todos los aquelarres de España, se da principio a la conclusión del conciliábulo.

UNA JOVEN  No hurgue.

UNA VIEJA  No se eche encima.

BRUJO 1º    A otro. Colóquese en el grupo de más abajo.

LOS PORTEROS  ¡Atención!  (Haciendo ruido con sus mazas.) 

GARABITO  Sabios compañeros... La hora en que el ejercicio de la hechicería se abandone para siempre en España, va a sonar al instante. Excrito estaba, como sabéis, en nuestros libros profécticos, que nuestra secta cesaría de existir en esta Pecnínsula 273 años después que desaparecciera del mundo el supereminente mágico de las Españas, el célebre don Enrique de Aragón, Marqués de Villena!

BRUJO 2º  Pido que se averigüe si don Enrique de Aragón fue verdaderamente Marqués de Villena.

GARABITO  Aquí no se viene a averiguar verdades.

BRUJO 1º  Fuera el que interrumpa.

TODOS  ¡Fuera!

LOS PORTEROS  ¡Orden! ¡Atención!

GARABITO  Yo, que vi bambolear en sus cicmientos el alcázar de la magia, quise evitar que perecciésemos entre sus escombros; quise más: quise que de la ruina del arte naciese la procsperidad de quienes lo procfesaban; quise, en fin, que, renunciando a ser brujos, nos dedicásemos a hacernos ricos, y en vez de chupar la sangre a nuestros contrarios, traslacdásemos a nuestros bolsillos el oro de sus gavectas.

BRUJO 1º   ¡Qué bien parla!

BRUJO 2º  ¡Qué bien rebuzna!

TODOS   A un tiempo. Silencio. Orden. Chito. Callen ellas; callen ellos.

GARABITO  Callen los que mandan callar.  (Dando gran voz: se restablece el silencio.) Mi proyecto fue acmitido con entusiasmo; y cuando, pasado el tiempo prescrito para darle felice cima, os reucno en estas catacumbas, sobre las cuales se extienden los memorables campos de Barahocna, descubro en vosotros enajenado... enajenada de júbilo, el orgullo, la petulancia, el sobrecejo insultante, que caracterizan al hombre que, valiendo muy poco más de cero., ha prosperado tanto que inspira cerote.

BRUJO 1º   Eso se podía suprimir.

BRUJO 2º   Aquí no se viene a averiguar verdades.

ALGUNOS  Que se 1lame al orden a su archimagiquencia.

SECRETARIO   Aparte a GARABITO(Usad del gran recurso.)

GARABITO  Y ¿cuál es? ¿Emprender a estacazos con ellos?

BRUJO1º   Propongo un voto de censura.

MUCHOS  Apoyado.

GARABITO   (Después de haber hablado en secreto con EL SECRETARIO.)  ¡Silencio! Yo empuño el bastón de archimaga todavía; y si me faltan al respeto... ¡voto a la redoma del Marqués de Villena!...  (Suena dentro un estruendo horroroso: los BRUJOS caen aterrados al suelo.) 

TODOS  ¡Perdón, perdón!

GARABITO  Alzad, y no rne obliguéis a repetir ese juramento terrible, que hace estremecer las bóvedas del Tártaro.-Y... acabemos.-En esa redoma yace, cual sabéis, encantado el reformador de la magia en Castilla, el nunca bastantemente redomado... digo, renombrado Marqués de Villena.  (Todos los BRUJOS hacen una profunda reverencia.) Traída esa ampolla desde Madrid a este sitio por los espíritus inf... por los espíritus nuestros auxiliares, dejando en su lugar otra, para que el insensato vulgo la hiciese añicos, ha permanecido largos años intacta. En el momento en que una mano atrevida quebrante ese vaso, volverá el Marqués de Villena a contarse en el número de los vivientes. Habiendo vosotros... habiéndonos nosotros servido de la magia para fines dicstintos de los que se procpuso aquel hombre singular, que empleó neciamente su saber en beneficio del mundo, de temer era que, si le libertábamos de esa estrecha cárcel, nos castigase por haber desnacturalizado la índole de su doctrina. Propongo, pues, que la redoma encantada quede inécdita en este paraje hasta la consumación de los siglos.

TODOS  Aprobado.

GARABITO  Secuaces de Merlín, hijos de Celestina, soltad ya de las manos el cetro con que mandabais a la nacturaleza. Gozad de los bienes que os procuró vuestra inducstria: ellos os harán respectar de los mismos a quienes habéis despojado; y al bajar a la tumba la necia pocsteridad, lisonjera siempre con el poderoso, estampará en vuestra losa, con el oro que usurpasteis, pomposos lectreros en alabanza de virtudes que jamás habréis conocido. Libres sois, compañeros; libres sois, genios, cuya cooperación coagradecemos coentusiasmados coindistinta y counánimemente.  (Unas figuras aladas vuelan.)  La secta de los brujos queda para siempre disuelta en España.  (Rompe el bastón, se baja del pedestal y deja las demás insignias archimágicas.) 

CORO
Caverna, donde incógnita
Reinaba Marizápalos,
A darnos vida espléndida
Por ese mundo vámonos.
Villena, el mago célebre,
Habite sólo en ti.
Para siempre, Marqués de Villena,
Para siempre te quedas aquí.

 

(Vanse todos, menos GARABITO.)

 


Escena IX

GARABITO  Ya salí del apuro. Pero ahora, ¿cómo voy a Madrid? Esa familiota ha renunciado solemnemente a la hechicería; pero su primer dignatario embrujado se queda. Derechos adquiridos, que sobreviven a las reformas. Sirvámonos de las noticias que se me han dado. Consultemos al protomaestro de la facultad. Aquélla es la redoma encantada, donde está en forma de álcali volátil el Marqués de Villena; restituyamos al mundo un hombre de bien: no abundan hoy tanto que uno más nos estorbe. (Coge del suelo un pedazo del bastón de la archimaga.) A la una, a las dos: ¡pum!  (Rompe la redoma: sale de ella una llama primero, y humo después, que se va aclarando y dejando ver la figura de DON ENRIQUE.)  ¡Calle! pues se ha disipado: se conoce que la tal combinación mágica se había desvirtuado con el tiempo. Pero no: allí distingo un bulto que tiene casi figura humana. Sí, cada vez le veo más claro. Él es... digo, él será, que yo no he alcanzado los tiempos de su señoría. (DON ENRIQUE baja del nicho al tablado.) 



Escena X

 

DON ENRIQUE, GARABITO

 
ENRIQUE
Deste paraje non guardo
Membranza... ¡Dios eternal!
¿Dó esto? ¿Qué ha sido de mí?
Melendo, Nuño, Ferrán...
Ningún servidor me acude.
Dormir he debido asaz.
Vos, ¿quién sodes?
GARABITO

 Aparte. 

(Yo no entiendo
Pizca de tal guirigay.)
Si usted pregunta quién soy,
Le diré en primer lugar
Que no soy lo que parezco.
ENRIQUE
¿En qué parla me fabláis?
De lueñe venís, la fembra
De arreo descomunal.
GARABITO
Arreo es cosa de bestias;
Y, bien que pobre pelgar,
Nombre de aguda cabeza
Por todo Madrid me dan.
ENRIQUE
Esto ¿es Madrid?
GARABITO
No, señor:
Es Barahona.
ENRIQUE
¿Do yaz
La caverna en que se ayuntan
Los nigromantes?
GARABITO
Cabal.
ENRIQUE

 Aparte. 

(A las mientes se me viene
La mi redoma, mi gran
Encantamento...) ¿Cuál año
Corre de la era vulgar?
GARABITO
Mil setecientos y diez,
Si no miente el almanac.
ENRIQUE
¡Oh triunfo del mi saber!
Sciencia fallada por Cam,
Yo a la perfición te aduje,
Yo fiz lo que nadie faz.
Yo mi vida interrompí
Con dota curiosidat
De la dulce patria mía,
Tras luengo plazo estodiar.
¡Bendígovos, Regidor
De la máquina mundial,
Por quien hoy tornan mis ojos
A ver la lumbre solar!
Docientos setenta e tres
Años he posado en paz
En mi escondredijo.
GARABITO
Ha sido
Una siesta regular.
¿Y despierta usted con toda
Su mágica habilidad?
ENRIQUE
¿Qué cosa es usted?
GARABITO
Usted...
Es... usted... cuando yo a hablar
Me pongo con él... soy yo,
Si me habla un pelafustán;
Y él y todos son ustedes...
Si se lo quieren llamar.
ENRIQUE
Dios me fine, buena vieja,
Si vos entiendo.
GARABITO
Alto allá:
Si soy vieja, es que me han hecho
Que me madure en agraz,
Envolviendo en esta cáscara
Un hombre como un varal.
ENRIQUE
Ruminad lo que fablardes.
¿Traen en aquesta edad
Los varones de Castilla
Ese aparejo?
GARABITO
No tal;
Pero hace poco me di
Bien contra mi voluntad
Un baño en cierto calducho,
Preparación infernal
Que una bruja en su tejado
Tenía puesto a enfriar;
Y míreme usted trocado
En ella, sin más ni más.
ENRIQUE

 Aparte. 

(El mi anillo prepotente
Ganoso estoy de probar.)
Criatura contrafecha,
Torna a tu ser natural.
 

(Desaparecen los vestidos mujeriles de GARABITO, quedando en su traje ordinario.)

 
GARABITO
¡Ajajá! Ya me conozco.
Sentía una frialdad
Antes en la sangre... ahora
No, hierve como un volcán.
Mil gracias, señor Marqués.
Bien hice yo en quebrantar
Su redoma.
ENRIQUE
Qué, ¿tú fuiste?
Gualardonarte me cal.
Garzón bien queriente mío,
Demándame a tu solaz,
Y en acudir al tal gusto
Mi prestedumbre verás.
GARABITO
A un Conde, que sin razón
Me ha mandado apalear,
Quisiera yo darle... así...
Una lección de moral,
Para que a la gente humilde
Tratase con caridad.
ENRIQUE
Justo es. Súbito quiero
La facienda averiguar
De esotro Conde, e si peca,
Punido de mi será.
¡Ah de los genios del aire,
Que obedescen mi mandar!
Sepades poner por obra
Mis disinios.

 VOZ, dentro. 

Ya lo están.
 

(Abrese en el muro del fondo un boquete y se ve al Conde en su casa, acompañado de DON GASPAR y DON RAMÓN.)

 
ENRIQUE
¿Cuál es tu inimigo?
GARABITO
Aquél.
ENRIQUE
Oigámosle en poridad.


Escena XI

 

EL CONDE, DON RAMÓN, DON GASPAR, sentados alrededor de una mesa, bebiendo; DON ENRIQUE, GARABITO

 
CONDE
Tal fue su resolución:
O bodas o calabazas.
GASPAR
¿Y de qué manera trazas
Humillar su presunción?
CONDE
Satisfaciendo su antojo.

 (Bebiendo.) 

RAMÓN
¿Casarte con ella quieres?
Vaya, mediando mujeres,
Harás tu cualquier arrojo.
CONDE
Bebed: la historia concluyo
Y el plan os diré que ordeno.
GASPAR
Bebamos: el vino es bueno,
Y el plan será como tuyo.
CONDE
Si yo no recuerdo mal

 (A Gaspar) 

Me has dicho en una ocasión
Que tienes un caserón
Allá junto a Portugal.
GASPAR
Sí, es un castillo roquero
Con muros de piedra enormes.
RAMÓN
Se ve desde ellos al Tormes
Desembocar en el Duero.
GASPAR
Trae su nombre asustada
La fe del pueblo sencillo.
CONDE
¿Qué nombre tiene?
GASPAR
Castillo
De la cabeza encantada.
Llevo por punto de honor,
Ya que todo lo vendí,
Salvar esta finca.
RAMÓN
Sí,
Hasta que halles comprador.
CONDE
Pues allí pienso llevar
A mi orgullosa hermosura,
Y allí, vestido de cura,
Me casarás tú, Gaspar.
RAMÓN
¡Bravo!
GASPAR
¡Bien!
GARABITO
¿Qué tal?
ENRIQUE
Judío
Será, que non fijodalgo,
Aquese home.
GASPAR
Un mundo valgo
Para el lance.
GARABITO
¡Vaya un tío!
CONDE
Ramón de padrino hará.
RAMÓN
De sacristán, si conviene.
GASPAR
¡Buen chasco se le previene
A esa necia! Rabiará
Cuando averigüe el misterio.
CONDE
Se la deja que alborote;
Luego se la arregla un dote,
Y a rezar a un monasterio.
Por el logro de mis fines.

 (Brindando.) 

GASPAR
Por la simple que se vende
A sí propia.
ENRIQUE
Yo por ende
La defiendo, malandrines,
Mengua del nombre español.
 

(Ciérrase la abertura.)

 


Escena XII

 

DON ENRIQUE, GARABITO

 
GARABITO
Y sepa, señor Marqués,
Que la Dorotea es
Una chica como un sol.
ENRIQUE
¿Fermosa?
GARABITO
Y noble y honrada.
ENRIQUE
¿Noble doncella otrosí?
GARABITO
Sabe más que un zahorí.
ENRIQUE
Será un tanto engorgollada.
GARABITO
Si es la dulzura en persona.
ENRIQUE
¡Cuerpo de tal! ¡Noble sciente,
Garrida, honesta e placiente!...
Meresciera una corona.
GARABITO
Pues nada pondero.
ENRIQUE
Aina
Faz el encomio que dud
Si con él similitud
Habrá la dama.
GARABITO
Es divina,
ENRIQUE
Saberlo he.

 (A una señal de DON ENRIQUE se hace en el foro una abertura pequeña, donde se ve el rostro de DOROTEA.) 

¡Por mi siglo
Que paresce una Diosesa!
GARABITO
¿La ve usted?

 (Mira al fondo, y en lugar del rostro de DOROTEA se le aparece un feo mascarón. GARABITO aparta la vista espantado.) 

¡Huy! Si no es esa.
Esa es un coco, un vestiglo.
 

(El busto de DOROTEA vuelve a aparecer.)

 
ENRIQUE
Frente há de fembra sesuda,
Rojo labro apetescible.
GARABITO
Si es una tarasca horrible,
Narigona y barbilluda.
ENRIQUE
Ya es forzado que me nombre
Captivo suyo.
GARABITO

 Aparte. 

(¿Habrá visto
Él lo que yo?)

 (Vuelve a mirar y aparece otra figura horrenda.) 

¡Jesucristo!
¿De qué se enamora este hombre?

 (Cúbrese la apariencia.) 

ENRIQUE
Ora, pues, al Conde trato
Befar; mas empeño es mío
Que non partas man-vacío
De mí, ca non soy ingrato,
Tres cosas en tu magín
Discurre, e dártelas he.
GARABITO
¿Tres? Pensaré, pediré,
Y no pecaré de ruin.
¡Tres deseos! Doy un susto
Mañana a Madrid, lo espanto.
¡Jesús! ¡Se me ocurre tanto!...
Loco me vuelvo de gusto.
Quiero, pues... ¡qué tontería!
Más. Jardín... coche de gala...
Más. Que el Conde... que Pascuala
Que Laín... Más todavía,
Más, más: de este covachón
Debo salir Preste Juan
De las Indias, o Sultán
De Jauja y San Borondón.
Tres cosas pedir intento,
Con las cuales ni al villano
Envidie su cuerpo sano,
Ni a la virtud su contento,
Ni los deleites al rico
Con que la suerte le adula.
Para contentar su gula
Sudan esteva y pellico,
Y el caudal de un pueblo entero
En un plato lo devora.

 (Bosteza.) 

Un hambre me da, que ahora
Me tragaría un carnero.
 

(Aparece en una mesa de aparador un plato enorme con un carnero asado o vivo.)

 
ENRIQUE
Primer deseo cumplido.
GARABITO
¡Mentecato de mí! ¡Bruto!
Por un antojo sin fruto
Mil ventajas he perdido.
¿A quién sino a mí le asalta
Ese bestial pensamiento?
La cola para jumento
Es sólo lo que me falta.
ENRIQUE
Dóitela, pues.
 

(Vuela el plato y sálele a GARABITO una cola de asno.)

 
GARABITO
¡San Millán!
Hacia el fin del espinazo
He sentido un embarazo...

 (Viendose la cola.) 

Pues ¡cierto que estoy galán!
¡Cielos! ¿A quién el destino
Con tanto rigor aqueja?
Ya me transfiguro en vieja,
Ya me injertan de pollino.
¿Qué he de hacer yo, Dios eterno,
Con esta superfluidad?
ENRIQUE
Quédate una voluntad.
GARABITO
Vaya la cola al infierno.
 

(Se abre un escotillón por el cual asoma un diablillo que arranca la cola a GARABITO)

 
ENRIQUE
Ya mi debda satisfiz.
GARABITO
Y a poca costa.
ENRIQUE
Magüer
Complí, faréte placer.
¿Qué cobdicias?
GARABITO
Ser feliz.
ENRIQUE
Aqueso sin mí lo has.
Agrádate de tu estado
E cátate afortunado.
GARABITO
Deseara yo además...
Hacerme...
ENRIQUE
¿Emperante? ¿Rey?
GARABITO
Rico, y tal que mi tesoro
Pudiera envolverme en oro.
ENRIQUE
Hombre de oro un rato sey.
 

(Conviértese GARABITO en estatua de oro.)

 
GARABITO
¡Por la torre de Mombuy!
Peor es esto que el rabo.
Ya no quiero ni un ochavo.
Quiero moverme. ¡Huy, huy, huy!

 (Quédase inmóvil y mudo.) 

ENRIQUE
Espritos del aire, cual el de sotiles,
Que al hombre enseñades, burlándole al par,
Viandante yo agora, por nuevos carriles
Atáñevos ende mi planta guiar.
Si el cuento a mis años me plugo alongar,
Cobdicia me priso de honesto placer;
Mi vida segunda comience a correr,
Veyendo mi pecho su afán alcanzado,
Su afán sempiterno de ser bien pagado
De amante, de bella, de honrada mujer.
 

(Se ha abierto foro: una porción de genios alados rodea a DON ENRIQUE; condúcenle a la abertura de donde salieron y le colocan en un carro aéreo que lo saca del subterráneo.)