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560

R. Froldi, Lope de Vega..., p. 95, nota 9.



 

561

No puede excluirse, naturalmente, una intencionalidad política activa. Desde el momento en que se recurre al teatro, de lo que se trata es de intentar convencer de alguna manera a los espectadores de la bondad de lo allí expuesto. La desesperación y el pesimismo son recursos mediante los cuales se pretende influir en la forma de pensar de los «cultos».



 

562

A. Hermenegildo, La tragedia..., p. 402.



 

563

R. Froldi, Lope de Vega..., p. 115.



 

564

E. Juliá, ed. de Poetas..., t. I, p. LIII.



 

565

L. F. Moratín, Orígenes del teatro español (Madrid: 1830), pp. 248-53, 257-59 y 260-70, data en 1581 La infelice Marcela y Elisa Dido, mientras que La gran Semíramis la sitúa en 1579.



 

566

H. Mérimée, L’Art dramatique..., pp. 332-34.



 

567

H. Mérimée, L’Art dramatique..., pp. 337-38.



 

568

Desde el punto de vista cristiano, es obvio que el castigo tiene que ser el fruto del pecado y mantener con éste una relación de causa/efecto; la intervención del «azar» para castigar al malvado casa poco con el espíritu tridentino, máxime en unas obras donde las víctimas eran inocentes y en donde los culpables mueren por casualidad: Flaminia porque, deseosa de contemplar en detalle la agonía de Atila, no se oculta a tiempo; Casandra, porque, movida de idéntico deseo, se oculta tras unos cortinajes y recibe una estocada perdida. Nos queda la duda de qué hubiese sucedido si ambas hubiesen sido más circunspectas y se hubiesen retirado en su momento. Así pues, nada ni nadie, a la vista de estos finales, nos puede impedir que pensemos que lo que se ha castigado es la curiosidad desmedida y no la crueldad de ambas damas.



 

569

E. Juliá, ed. de Poetas..., t. I, p. 32 col. a.



 
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