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11

Ibidem, I, pág. 134.

 

12

Ibidem, I, pág. 222.

 

13

En JOSÉ DE ESPRONCEDA, El estudiante de Salamanca. El diablo mundo, ed. de Robert Marrast (Clásicos Castalia, 81), Madrid, Editorial Castalia, 1978, pág. 238.

 

14

En el capítulo I hemos visto que este supuesto soñador sabía moverse como elegante dandi en la alta sociedad madrileña. Tales caballeros no suelen ser nada pudibundos, y el autor de la aludida rima 55 escasamente pudo serlo. Mas, si hubiera alguna duda, es interesante tomar en cuenta la colección de ciento siete acuarelas de intención político-satírica realizadas por Valeriano y Gustavo Adolfo, descubiertas recientemente en la Biblioteca Nacional, pues el arma más notable de estas sátiras gráficas es la obscenidad. Por ejemplo, se muestra en una acuarela a Isabel II recibiendo a sus ministros desnuda y en la cama, en otra fornicando con su amante Marfiori, y las hay en que se sodomiza al rey y a conocidos ministros como González Bravo. Sobre esto, véase Valeriano Bécquer, Gustavo Adolfo Bécquer, SEM, Los Borbones en pelota, con estudios de Robert Pageard, Lee Fontanella y María Dolores Cabra Loredo, Madrid, Ediciones El Museo Universal, 1991, donde se reproducen las 107 acuarelas en color.

 

15

RAFAEL MONTESINOS, «Julia Espín», en el ya citado libro Bécquer. Biografía e imagen, págs. 21-34.

 

16

ESTEBAN DE ARTEAGA, La belleza ideal, ed. del padre Miguel Batllori, S. I. (Clásicos Castellanos, 122), Madrid, Espasa-Calpe, 1943, págs. 53, 59, 148.

 

17

JULIO NOMBELA, Impresiones y recuerdos, Madrid, La última Moda, 1909-1911, II, pág. 429.

 

18

Al escribir esto tengo delante una curiosa edición del Canto a Teresa, impresa en La Habana en 1939, en la colección «El Ciervo Herido», en la que se reúnen algunas de las características de la edición que proyectaba Bécquer. Se edita el «canto solo», es decir, aparte del conjunto de El diablo mundo. La impresión, en formato muy pequeño, es relativamente lujosa, y aparece solamente una de las octavas reales en cada página, en lo más alto de ésta, dejando en blanco las tres cuartas partes de cada hoja como si fuera para recoger las lágrimas del lector suscitadas por la estancia estampada en ella. Los demás adornos que visualizaba Bécquer no están presentes, ni hay prólogo.

 

19

ESPRONCEDA, El estudiante de Salamanca. El diablo mundo, ed. de Marrast, págs. 226-227.

 

20

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, Ensayo sobre lo cursi. Suprarrealismo. Ensayo sobre las mariposas, Madrid, Moreno-Ávila Editores, 1988, pág. 46.

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