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11

Usamos la edición de Henryk Ziomek, Athens, University of Georgia Press, 1973, (pp. 26-27).

 

12

Así en A. Domínguez Ortiz, La sociedad española en el siglo XVII, Madrid, Instituto «Balmes» de Sociología, 1963, I, p. 189, indicando con estos versos que la posición económica fue las más de las veces el criterio determinante de la jerarquía y distinción nobiliarias.

 

13

Soneto de La Circe, en Lope de Vega, Obras poéticas completas (cit.), I, p. 1297.

 

14

Charles D. Ley, El gracioso en el teatro de la península (siglos XVI-XVII), Madrid, Revista de Occidente, 1954, p. 76 y 79-80. Además, debido a su propia experiencia de vivir subordinado a sus mecenas, Lope muestra casi siempre una especial simpatía por la «figura del donaire» (p. 53).

 

15

Estos rasgos obedecen al «decoro» con que se describen ciertos tipos de «viejos» en la comedia, y que recoge Luis Alfonso de Carballo en su Cisne de Apolo, (Ed. de A. Porqueras Mayo), Madrid, C.S.I.C., 1958, II, p. 118: «Al viejo que ya pase de los cincuenta, pintaremos padeciendo muchas miserias, enfermedades y trabajos, avariento quexoso, malacondicionado».

 

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Estas palabras nos inclinan a pensar que el padre fue mercader, no obstante el calificativo de «noble» que Leonarda le da de pasada (144); y nos recuerdan, por su actitud ante la riqueza, otras de Lucindo, el mercader de El anzuelo de Fenisa (Madrid, Atlas -BAE, 257-, p. 315b): «Sí, pero habéis de saber / que en cualquiera mercader / es honra también la hacienda. / Tras el caudal, si se pierde, / va el crédito, pues, perdido».

 

17

Lope no ha cargado las tintas en la codicia de este viejo padre, a diferencia de otros tipos de ancianos en otras comedias: Tello de El galán de La Membrilla, obsesionado por su hacienda, o el avariento Galerio de El leal criado.

 

18

Ver al comienzo de este trabajo el soneto de Rimas, dirigido por Lope a su amigo Liñán, donde la dimensión exterior (corteza) aparece contrapuesta a la interior (bienes del alma, etc.).

 

19

Es la conclusión de Frida Weber de Kurlat en su estudio «El sembrar en buena tierra de Lope de Vega», en Homenaje al Instituto de Fil. y Lit. Hispánicas «Dr. Amado Alonso» en su Cincuentenario 1923-1973, Buenos Aires, 1975, p. 428, n. 10: «Pero Lope distingue muy claramente entre generosidad, magnanimidad, largueza unida a sentimientos nobles y sobre todo ejercida respecto a una persona amada, de prodigalidad absurda unida a sentimientos bajos e irrepresibles». Otra comedia en que se condena el despilfarro es Las flores de don Juan y pobre y rico trocados (Ac. N., XII, p. 169-205). En ella Don Alonso es el despilfarrador que acabará totalmente arruinado: «Ya sin criados, sin hacienda y honra / que es vínculo la honra de la hacienda». En cambio, su hermano, el despreciado y pobre don Juan, por el amor y el trabajo humilde, será rico y honrado.

 

20

En el primer encuentro de Feliciano con Dorotea, Galindo denuncia el fingimiento de Dorotea hasta cuatro veces (561, 588, 607, 624).