Teoría literaria. Oratoria y Retórica como experiencia vital (apuntes sobre la trayectoria académica de José Antonio Hernández Guerrero)
María del Carmen García Tejera
Universidad de Cádiz
La amplia y diversificada producción bibliográfica de José Antonio Hernández Guerrero es fruto de una dilatada e intensa preparación humanística. En efecto, no es posible entender el sentido de su obra sin tener en cuenta ese largo recorrido que se apoya, de un lado, en sus estudios universitarios (que lo orientaron hacia la Lingüística, la Lengua Española y la Literatura), y de otro, en una sólida cimentación previa en Filosofía, Teología y Sagradas Escrituras, Psicología y Pedagogía. Esta etapa de formación explica y justifica que toda su trayectoria profesional -tanto en la docencia como en la investigación o en la gestión- haya tenido como punto de partida y de llegada, como principio y fin, una decidida voluntad de servicio al ser humano.
Su vida académica está íntimamente ligada a la Universidad de Cádiz, en cuya creación y puesta en marcha participó activamente. Es importante tener en cuenta esta circunstancia puesto que explica, en gran medida, la variedad y diversidad de sus tareas docentes1, investigadoras y gestoras. Entre 1980 y 1982 fue el primer Secretario de la Facultad de Filosofía y Letras; en 1981 se encargó del Secretariado de Actividades Culturales de Extensión Universitaria; entre 1984 y 1986 desempeñó el cargo de Vicerrector de Extensión Universitaria y Alumnado. Durante esos seis años desplegó una intensa actividad en la gestión cultural de la naciente Universidad que repercutió de manera decisiva en la sociedad gaditana2.
La precariedad de una Universidad recién creada le llevó a hacerse cargo de numerosas y diversas asignaturas: impartió Lingüística General, Lengua Española, Fonética, Fonología, Morfología, Sintaxis, Lexicología, Semántica, Historia de las Gramáticas Españolas, Crítica Literaria, Teoría de la Literatura, Géneros Literarios y Retórica. Lejos de ser un inconveniente y de suponer una dispersión para su labor investigadora, esta variedad de materias se constituyó en acicate que desembocó en las distintas líneas de investigación que, como veremos, ha venido desarrollando en sucesivas etapas.
Animado por sus maestros (especialmente por los Doctores López Estrada, Catedrático de Literatura Española, y Lamíquiz Ibáñez, Catedrático de Lengua Española, ambos de la Universidad Hispalense), José Antonio Hernández Guerrero asumió el compromiso de estudiar diversos aspectos de la actividad lingüística y literaria gaditana (autores, períodos histórico-literarios, obras de especial relevancia...). Esta dedicación a su ámbito geográfico y vital más inmediato -Cádiz, capital y provincia- no supone en modo alguno una actitud localista que, a todas luces, hubiera supuesto una visión reduccionista y empobrecedora, en franca contradicción con los y con sus ideales universitarios; por el contrario, los trabajos y los análisis que ha llevado a cabo en este ámbito han contribuido a valorar adecuadamente la importancia de escritores y pensadores (como Pedro Pérez Clotet, Vicente Carrasco, José María Pemán, Eduardo Benot, José Joaquín de Mora, Emilio Castelar o Juan José Arbolí, entre otros) cuya vida, obra y aportaciones más relevantes -a menudo poco o mal conocidas- estaban necesitadas de una revisión.
No podemos soslayar en su trayectoria profesional el ejercicio del periodismo, tanto en medios impresos (especialmente en el Diario de Cádiz y en La Voz de Cádiz), como articulista, crítico literario y entrevistador, como en medios radiofónicos (Punto Radio), en su condición de conductor de tertulias. Y, aunque menos conocida, debemos mencionar su faceta creativa, especialmente en narrativa: es autor de novelas y de libros de relatos.
A tenor de las consideraciones anteriores, encontramos en su actividad investigadora tres grandes ámbitos de trabajo que se van orientando paulatinamente hacia líneas más precisas, aunque casi siempre guardan entre sí alguna conexión. A modo de esquema, podemos señalar los siguientes:
- LITERATURA: Historia, Teoría, Crítica y Didáctica; edición de textos poéticos;
- LENGUA ESPAÑOLA Y LINGÜÍSTICA: Teoría, práctica y didáctica de la Lengua Española; Historiografía lingüística;
- POÉTICA, RETÓRICA Y ORATORIA: Poética y Retórica; Historia de la Retórica; Teoría y práctica de la Oratoria y de la Retórica.
Ya hemos señalado que José Antonio Hernández Guerrero se ha ocupado de la Literatura como creador y como estudioso3. Dentro de este último ámbito, destacamos las siguientes facetas:
- Historiador, sobre todo de la literatura gaditana a lo largo del siglo XX, en el que presta singular atención al fenómeno de dos revistas literarias: Isla y Platero4;
- Crítico de poesía (Antonio García Gutiérrez, Vicente Carrasco, José María Pemán, Rafael Alberti, Fernando Quiñones), pero también de narrativa y de teatro5;
- Pedagogo: es autor de manuales destinados a la enseñanza, tanto de la técnica del comentario de texto como de la Teoría de la Literatura6;
- Editor de textos poéticos, concretamente de Vicente Carrasco, Pedro Pérez Clotet y de poetas andaluces de los años cincuenta7;
- Teórico de la Literatura. Dentro de
este último apartado podemos destacar las siguientes
líneas:
- Estudios en torno a la noción de Literatura y a su relación con otras disciplinas humanísticas (corrientes filosóficas, Poética y Retórica, Arte, Humor, Medicina...)8;
- Análisis del significado poético y de la expresividad literaria (con especial hincapié en la dimensión simbólica) en la obra de diversos autores: Antonio Machado, Vicente Carrasco, Pedro Pérez Clotet, Fernando Quiñones, Dámaso Alonso, José Manuel Caballero Bonald, Enrique Montiel, José María Pemán, Rafael Alberti9...;
- Aplicación de diversas propuestas metodológicas (Crítica referencial, Hermenéutica literaria, Temática, Semiología...) y creación de la Teoría de la Experiencia Vital10;
- Poéticas de autor: Pérez Clotet, Manuel Machado, Antonio Machado, Francisco Ayala11...
Hernández
Guerrero defiende un concepto plural y abarcador de la Literatura,
a la que define como «un lenguaje
artístico elaborado con los medios y procedimientos de una
lengua»
. Integra, pues, tres dimensiones fundamentales:
la estética, la lingüística y la
semiótica. La interacción de la Literatura con cada
una de estas disciplinas aparece de manera variable a lo largo de
la Historia. Así pues, en su consideración conjuga,
de un lado, el carácter cambiante de la Literatura a
través del tiempo y, de otro, los elementos constantes que
le sirven de base.
Caracteriza al
texto literario como «resultado
de un proceso complejo de elaboración personal del autor y
de recreación del lector, determinados y explicables por
múltiples factores de índole psicológica y
sociológica, insertos todos ellos en un espacio
histórico y cultural»
(1992 a: 19).
Como hemos señalado, Hernández Guerrero conecta la Literatura con otras disciplinas humanísticas, pero entre todas ellas, le interesa especialmente su dimensión estética. Aunque es consciente de las relaciones que, a lo largo de la Historia, se han establecido entre los diferentes movimientos artísticos y literarios, la ha abordado en numerosas ocasiones desde un planteamiento esencialmente teórico (1990 b, c; 1991-92; 1996 a, d; 2002 j; 2005 b). Las relaciones entre Arte y Literatura son, a su juicio, inevitables y decisivas: tanto las manifestaciones artísticas como las literarias cobran sentido en cuanto que son esencialmente humanas. Su estudio, pues, nos ofrece una peculiar explicación de los comportamientos del ser humano a lo largo de la historia:
(1996 a) |
Define el Arte
como «lenguaje dotado de singular fuerza
significativa, expresiva, comunicativa y persuasiva, gracias a su
variada riqueza connotativa, a su amplia apertura y a su pluralidad
sinestésica»
(2002 j: 99). Desde esta perspectiva,
el concepto de Arte opera como «fundamento, criterio y pauta para establecer las
analogías y las diferencias entre las distintas
manifestaciones artísticas y, de manera peculiar, con la
Literatura»
(ibidem).
Si el hecho literario posee una dimensión integradora de factores diversos, también la Teoría de la Literatura se halla plenamente insertada en el amplio campo de las Ciencias sociales y humanas; de ahí que deba aprovechar los métodos y los conocimientos que le proporcionan -además de la Filología- otras disciplinas como la Estética, la Hermenéutica, la Filosofía, la Psicología, la Sociología y la Antropología, tanto en la situación actual como en su desarrollo histórico. Así pues, la Teoría de la Literatura desempeña una función primordial:
(1992 a: 19) |
Fiel a estos supuestos, José Antonio Hernández ha prestado especial atención, en el análisis de numerosos textos poéticos, a los distintos niveles significativos que poseen. En sucesivos trabajos establece el significado poético y el valor simbólico que adquieren algunos términos concretos: el agua en Antonio Machado (1975), el paisaje, la luz y las sombras en Pedro Pérez Clotet (1981 a; 1982 a; 1983 e; 1984 c, d; 1987 c), o la ambivalencia del muro en Vicente Carrasco (1980 a; 1986 c). En su estudio de la obra poética de Pedro Pérez Clotet formula el planteamiento siguiente:
Hernández Guerrero no se muestra partidario ni defensor a ultranza de la aplicación de una teoría específica ni del empleo de un método concreto para analizar las obras literarias. A su juicio, el método dependerá siempre tanto de la finalidad que se proponga el crítico en cada caso como de los destinatarios a los que se dirija el comentario (1996 a: 115; 2005 b:).
Sin embargo, tanto
sus reflexiones sobre la Literatura como sus propios
análisis de diferentes textos literarios le han llevado a
plantear una propuesta teórica - la «Teoría de la Literatura como Experiencia
Vital»
- que parte de su convicción de que vida y
literatura se hallan en interrelación continua:
Al mismo tiempo que la realidad es modelo de la obra artística, los personajes y sus comportamientos, los objetos literarios y sus cualidades sirven de paradigma de la vida social [...]. No podemos oponer, por lo tanto, literatura y vida social ya que constituyen ámbitos interdependientes y mutuamente implicados: cada uno de los dos determina y explica la naturaleza y el significado del otro. |
(1992 b: 17) |
La Teoría de la literatura como experiencia vital aparece formulada y explicitada en Teoría, Historia y Práctica del comentario literario (2005 b: 253260), aunque ya la había aplicado en uno de sus primeros libros: La expresividad poética (1987). En él pone de manifiesto que la elección de un determinado tema por parte de un autor está condicionada, de un lado, por la visión que de dicho tema nos proporcionan las diversas coordenadas (filosóficas, psicológicas, religiosas...) en las que se inserta dicho autor. Pero no debemos perder de vista que la Literatura también proporciona una visión peculiar del mismo tema; de ahí que la percepción de las coordenadas espacio-temporales (básicas en cualquier ser humano) dependan no sólo de sus personales actitudes intelectuales y emotivas, o de su temperamento y su educación: se configuran también a partir de las diferentes propuestas artístico-literarias:
La Literatura y el Arte nos han enseñado a ver y a amar los paisajes. En general, las obras de poetas y pintores han ido configurando nuestra visión y educando nuestra sensibilidad para gozar artísticamente de la vida; han influido, incluso, en nuestra manera de comportarnos con la naturaleza y relacionarnos con los demás seres. |
(op. cit.: 197) |
A partir de esta
compleja percepción de la realidad vital, el poeta lleva a
cabo una elección entre los elementos que, a su juicio, sean
los más adecuados para su creación: «Evidentemente el poeta, lo mismo que el pintor,
no copia fielmente la naturaleza que le rodea, sino que
efectúa una selección original e
interesada»
(op. cit.:
9).
Si la creación surge -como acabamos de indicar a partir de sus reflexiones- de un proceso complejo de selección, el método de análisis también habrá de ser complejo y deberá estar basado en una interpretación semiótica:
Partimos de un doble supuesto: primero que ningún camino descriptivo es por sí solo suficiente, ya que únicamente nos descubre y explica una parte de la realidad estudiada, y segundo que, en la práctica, es inviable contemplar un hecho literario desde todos los enfoques teóricamente posibles. Por eso, nos hemos decidido por caminos concurrentes y empleamos un método mixto en el que nos valemos de algunas técnicas propias del comentario literario y de otros procedimientos más indicados para el análisis lingüístico. Sobre esta base apoyamos una interpretación semiótica. Se trata, por lo tanto, de una fórmula plural y convergente exigida por la naturaleza compleja del fenómeno literario. |
(ibidem) |
Dentro del ámbito de la Lengua Española y la Lingüística, José Antonio Hernández Guerrero ha trabajado en las líneas siguientes:
- Teoría y práctica de la Lengua Española: estudios de Morfología y Sintaxis, Lexicología y Semántica;
- Didáctica de la Lengua Española;
- Historiografía lingüística: examen de diferentes teorías lingüísticas del siglo XIX e influencias recibidas a partir de diversas corrientes filosóficas.
Si buscamos la razón profunda de los estudios lingüísticos de Hernández Guerrero la hallamos, una vez más, en su interés por todo aquello que constituya una manifestación genuina del ser humano. Entre todas ellas, el lenguaje es su facultad más caracterizadora, por lo que -a su juicio- debe constituirse en el eje, no sólo de los estudios lingüísticos, sino también de los psicológicos, sociológicos, filosóficos y antropológicos:
El hombre cuando dice algo, se dice, también, a sí mismo [...]. Si el comportamiento humano es la proyección de la constitución mental -psíquica y moral-, la palabra representa una definición ajustada y transparente de la personalidad. El lenguaje humano es la facultad más específica del hombre, es el reflejo más directo de su naturaleza psicofísica [...]. Pero el lenguaje humano es, además, institución social [...]. La lengua es el resultado de todos los sucesos que explican a un pueblo [...]. El análisis del lenguaje -capítulo fundamental de los tratados antropológicos- pone de manifiesto la actitud de los diferentes grupos frente a la vida, los tipos de relaciones humanas de sus miembros, las categorías de valores que determinan sus comportamientos. |
(1983 a: 7-8) |
Pero estos estudios de Lengua y de Lingüística (publicados casi todos entre 1980 y 1991) también están estrechamente vinculados a una serie de circunstancias profesionales. De un lado, al ejercicio de su docencia universitaria12, del que nacen numerosas reflexiones, pautas y criterios destinados a la enseñanza -teórica y práctica- de la lengua española (1983 f; 1984 b) y que culminarían, años más tarde, en la edición de un manual, fruto de su labor como Coordinador de las Pruebas de Comentario de Texto para el acceso a la Universidad (entre 1989 y 1998), que -destinado fundamentalmente a los alumnos del Curso de Orientación Universitaria- contiene, como indica su título, una serie de Orientaciones prácticas para el comentario crítico de textos (1995 a). El libro incluye propuestas de comentarios de diversas modalidades de textos (periodísticos, publicitarios, jurídicos, administrativos, científicos y literarios).
De otro lado, estos estudios nacen también gracias a su hallazgo de un considerable número de tratados filosóficos y de manuales destinados a la enseñanza de la Gramática (tanto General como Española), del siglo XVIII y, especialmente, del XIX, en los que se ponía de manifiesto la dependencia de una serie de definiciones y de conceptos gramaticales con respecto a diversas corrientes filosóficas e, incluso, a concepciones religiosas. Tal dependencia llegó a provocar en muchos casos verdaderas polémicas en torno a una simple definición gramatical.
A partir de la constatación de estos hechos, Hernández Guerrero señala la importancia que tienen estos manuales -y las opciones ideológico-religiosas que representan- para la configuración de las actuales teorías gramaticales. Así lo puso de manifiesto en su estudio sobre la Teoría Gramatical de Arbolí (1980 b):
El periodo que discurre entre 1830 y 1880 es singularmente fecundo en publicaciones lingüísticas españolas. Dadas sus implicaciones filosóficas e ideológicas, es menester destacar el número elevado de gramáticas lógicas o generales que aparecieron durante estos cincuenta años. |
(1980 b: 111) |
En concreto, en
este estudio analiza los temas fundamentales -Gramática,
Lengua y Verbo- sobre los que giran las polémicas entre Juan
José Arbolí y José Gómez Hermosilla,
«que son los más importantes por
sus implicaciones ideológicas y porque ponen de manifiesto
las profundas conexiones intelectuales que existen entre los
estudios del lenguaje, por una parte, y la psicología y la
teoría del conocimiento, por otra»
(art. cit.:
114). En esta misma línea podemos situar una serie de
estudios que abordan diversas polémicas gramaticales,
definiciones de diversas partes de la oración o
análisis de una serie de Gramáticas13.
Con estos trabajos, Hernández Guerrero revitalizaba los estudios de Historiografía Lingüística, tan olvidados e incluso menospreciados durante gran parte del siglo XX. Con ellos no se proponía ejercer una labor de arqueología estéril, sino poner de manifiesto la vigencia de algunas definiciones gramaticales y su condición precursora de algunas propuestas más recientes14.
Aunque no directamente vinculadas a su actividad académica ni al periodo al que nos hemos referido, debemos mencionar también, dentro de este apartado, otra publicación más reciente de José Antonio Hernández Guerrero: Las palabras de moda15.
Se trata de la
recopilación de una serie de artículos
periodísticos (publicados semanalmente en el Diario de
Cádiz entre los años 2000 y 2004), en los que
reflexiona sobre el significado de una serie de palabras cuya
elección está motivada por su actualidad. Como
declara inicialmente, a Hernández Guerrero no le mueve en
esta ocasión una «preocupación lingüística,
sino un interés sociológico, ideológico y
cultural»
. Se trata, sin embargo, de un completo estudio
léxico semántico de más de ciento cincuenta
términos en el que señala «el significado actual de aquellas palabras que,
de pronto y de manera sorprendente, irrumpen en nuestro
vocabulario»
. Por ello se propone «identificar las razones por las que, a nuestro
juicio, se ponen o pasan de moda unos términos modernos o
antiguos»
(2001 i: 17; 2006 a: 23). En definitiva, es un
estudio centrado en la vitalidad de las palabras que muestra los
«cambios de mentalidad, de
transformación de actitudes y de comportamientos»
(ibidem) de
los seres humanos.
Los estudios de Historiografía Lingüística que desarrolló José Antonio Hernández Guerrero lo llevaron a profundizar también en las relaciones de las diferentes manifestaciones lingüísticas con la Poética y con la Retórica. El trabajo de recuperación de numerosos tratados de Gramática (general y de la lengua española) publicados en España durante los siglos XVIII y XIX lo extendió al ámbito de las Retóricas y las Poéticas (o manuales de Literatura Preceptiva), de los que consiguió localizar más de ciento cuarenta tratados. Entre otros logros, esta labor de recopilación ponía fin a la creencia -tan generalizada como falsa- de la decadencia de la Retórica durante el siglo XIX. De esta forma, inicia una nueva línea de investigación que se bifurcará en dos vías, convergentes y complementarias: de un lado, insiste en la necesidad de recuperar el legado histórico; de otro -como ya había realizado con los tratados de Gramática- se propone descubrir los supuestos filosóficos que subyacen en estos manuales de Retórica y Poética.
a) Recuperación del legado histórico
José Antonio Hernández Guerrero se suma a la línea de recuperación del legado histórico que -convencidos de la validez de muchos planteamientos tradicionales para la constitución de una Ciencia General de los Lenguajes- reclamaban algunos teóricos de la literatura a finales de la década de los ochenta (García Berrio, Albaladejo Mayordomo, Chico Rico...). Al mismo tiempo, aboga por una reformulación de nociones tradicionales -tanto de la Poética como de la Retórica- en la que intervendrían disciplinas como la Semiótica, la Psicología y la Antropología, y señala que, desde el ámbito del conocimiento, es posible establecer nuevas y fructíferas relaciones entre la Retórica y la Poética. Se trata, pues, de una invitación a emprender nuevos caminos de investigación a partir de unas disciplinas olvidadas durante muchos años:
Creemos que los investigadores deben asumir el reto y el compromiso de proseguir los trabajos de recuperación y de rehabilitación de estas dos disciplinas, y así completar una tarea en la que la aportación española [...] no suficientemente reconocida, es sólida, rigurosa y extensa. |
(1991 d: 35) |
Además de
otros trabajos, quizás el fruto más conocido de esta
preocupación es la Historia breve de la
Retórica (1994), manual en el que se ofrece una amplia
visión de conjunto de la trayectoria desigual que sigue esta
disciplina a lo largo de la historia y que está concebido
como «invitación a un estudio
más amplio y más profundo»
, y que intenta
«plasmar una visión general que
sea lo más clara y completa que permitan sus estrechos
límites: pretende liberar a las obras del aislamiento e
integrar las nociones fundamentales en su contexto
teórico»
(1994 c: 11).
b) Supuestos filosóficos en los manuales de Retórica y Poética
Igual que en una etapa anterior había establecido las bases filosóficas de muchos tratados y conceptos gramaticales, a finales de los años ochenta se dedica a descubrir las diferentes corrientes de pensamiento que subyacen tanto en los diversos manuales de Retórica y Poética como en nociones integradas en ellos, tales como Belleza, Arte, Literatura e incluso en las definiciones de Retórica y Poética. Frente a la idea generalizada de que estas nociones responden a una misma línea de pensamiento, Hernández Guerrero llega a la conclusión -tras un minucioso e intenso rastreo- de que son deudores de concepciones ideológicas muy diversas (por citar algunas, Sensualismo, Sentimentalismo, Espiritualismo ecléctico, Tradicionalismo, Neoescolasticismo, Krausismo, Utilitarismo, etc.) (1990 d: 537-544).
Dentro de esta línea podemos señalar la realización de numerosos trabajos y actividades que, desde finales de la década de los ochenta hasta la actualidad, han producido interesantes frutos y, sobre todo, han concienciado a muchos estudiosos sobre la necesidad de investigar las bases epistemológicas de estos conceptos16.
Ya hemos comentado
que José Antonio Hernández Guerrero afirma en
repetidas ocasiones que «el hombre es
lenguaje»
. Pero, más allá de la componente
lingüística que podría suponerse a este
concepto, la dimensión comunicativa y expresiva del ser
humano es, para Hernández Guerrero, compleja e integradora:
aunque es cierto -dice- que el hombre se comunica con palabras,
también lo hace con sus silencios, con su cuerpo -con sus
gestos y sus movimientos-; es una comunicación que transmite
nociones, pero también emociones. De la complejidad de la
comunicación del ser humano se deriva la complejidad de los
estudios de Retórica que plantea Hernández Guerrero,
en los que contempla una relación inevitable con otras
disciplinas humanísticas: además de su
dimensión lingüística, la Retórica se
apoya en la Filosofía y en la Pedagogía, aunque a su
juicio, prevalezcan en ella tanto la dimensión ética
como la psicológica (2002 b, 2007 a). Por eso, su
concepción de una Retórica actual -aunque basada en
los presupuestos de la Retórica y de la Dialéctica
tradicionales- alcanza una mayor amplitud, en cuanto que la
considera como...
... la disciplina descriptiva e interpretativa de las diferentes actividades culturales, económicas y políticas. La Retórica, analizando las palabras y los gestos, los discursos y las normas, descubre el modelo de hombre y el proyecto de sociedad que orientan y estimulan los comportamientos. En la actualidad, además, la Retórica científica desborda los límites de las letras y se ocupa del cine, de la publicidad, de la imagen, etc. |
(1999 b: 67; 2004 a: 15) |
Este interés por la teoría retórica17 no soslaya, en modo alguno, la importancia de la práctica oratoria, sobre la que Hernández Guerrero ha impartido numerosos cursos a diversos profesionales de la palabra18; entre todos ellos destacamos su labor al frente de la «Escuela de Escritores» y la «Escuela de Comunicadores» desarrolladas en Cádiz, Jerez y San Fernando de manera ininterrumpida desde el año 2000.
Fruto de sus propias reflexiones sobre la comunicación del ser humano, de la experiencia acumulada en estos Cursos y de su propia actividad como docente, como conferenciante y como escritor han nacido dos publicaciones: El Arte de Hablar (Manual de Retórica Práctica y de Oratoria Moderna) (2004) y El Arte de Escribir (2005).
El primero,
concebido como «un método
práctico para aprender y para perfeccionar el arte
de hablar en público»
o como un «manual de oratoria
moderna»
(2004 a: 13), ofrece una serie de
orientaciones para que cualquier profesional de la palabra o
interesado en su cultivo, pueda detectar sus carencias, corregir
sus errores y, sobre todo, construir su propio estilo. Más
que un conjunto de recetas para aprender a hablar en
público, contiene una serie de reflexiones acerca de la
verdadera dimensión del «arte de
hablar»
:
Estas reflexiones nos llevan a la conclusión de que aprender el arte de la elocuencia es aprender a reconocerse a sí mismo en el espejo de los demás, adquiriendo la habilidad de devolver a los oyentes su propia versión de un ser vivo y libre en acción, que es a la vez una automanifestación y una autoactuación. |
(2004 a: 19) |
Pero la misión del orador no tiene sentido sin un destinatario; de ahí su conclusión de que el destinatario es el factor determinante de todo discurso:
El que habla ha de reconocer explícitamente al destinatario del discurso como un interlocutor de un diálogo, que puede aceptarlo o contradecirlo. Reconocer a los oyentes como distintos y, al mismo tiempo, como iguales al orador es el punto de partida, la norma y, sobre todo, la meta y la pauta de la crítica de los discursos. |
(ibidem) |
El arte de escribir se propone, entre otros fines, estimular los impulsos creativos, definir principios y criterios para la lectura y la escritura, orientar la crítica y suministrar métodos y recursos para facilitar la escritura. Porque, a juicio de Hernández Guerrero, la escritura puede suponer un enriquecimiento tanto para la persona que lo practica como para el mundo que la rodea:
Defendemos que escribir puede ser un motor de nuevas experiencias y una manera diferente de interpretar la vida, una forma crítica y profunda de ver y de recrear el mundo. Estamos convencidos de que, sólo en este contexto, tiene sentido la preocupación por cuidar el matiz, la inquietud por la búsqueda del adjetivo oportuno y la voluntad de lograr el procedimiento más original y expresivo en cada uno de los escritos. |
(2005 a: 14) |
Muy ligado a su
interés por la Antropología, debemos recordar la
especial dedicación de Hernández Guerrero al mundo
del flamenco, patente en numerosas conferencias, cursos,
organización de actos y publicaciones19.
Rechazando imágenes y valoraciones estereotipadas (que tanto
han contribuido a tergiversar este peculiar «lenguaje»
, tan vinculado y
entrañado en Andalucía), lo considera «rasgo distintivo de nuestro pueblo andaluz y
legado histórico de considerable valor social, cultural y
estético»
, y lo define como «una manera peculiar de pensar, valorar, amar,
actuar y vivir»
(1997 a: 85-86).
Por último, creemos oportuno reseñar su actividad periodística como articulista en prensa: pese a que sus colaboraciones poseen un carácter divulgativo (no ligado directamente a la vida académica) pensamos que son fundamentales para conocer su propia actitud vital y las bases de su pensamiento: sus presupuestos éticos y también sus propuestas estéticas.
Aunque ya a comienzos de la década de los noventa había ejercido como crítico de libros en el suplemento cultural del Diario de Cádiz (como señalábamos más arriba), sus artículos de opinión comienzan a aparecer en el año 2000 en este mismo medio y desde 2004 en La Voz de Cádiz.
Dada su variedad y
diversidad, renunciamos de antemano a enunciar los temas que trata
Hernández Guerrero en sus colaboraciones: en líneas
generales, podríamos afirmar que en ellas desarrolla -con
especial originalidad y lucidez- una serie de reflexiones sobre
todo tipo de temas. En sus artículos hay -son sus propias
palabras- «asuntos que a todos nos
conciernen y [a] episodios de los que hemos sido protagonistas o
testigos»
; en ellos propone «cuestiones de reciente actualidad»
y
sugiere «temas de permanente
interés»
. Pero muchos, además, ofrecen un
valor añadido al constituirse en «un instrumento útil para explicar de
manera práctica las nociones, los principios, los criterios,
las pautas y los recursos de la composición, de la lectura y
de la crítica de los diferentes géneros y tipos de
textos escritos»
(2002 a: 13).
Superado ya el
millar de artículos publicados (muchos recogidos en
libros)20
quizás merezcan mención especial los dedicados a las
«palabras de moda»
(a los que
hacíamos referencia más arriba) y a los «perfiles humanos»
en los que
José Antonio Hernández -cualificado pintor y
dibujante experto- traza con sus palabras los rasgos más
humanamente caracterizadores de diferentes personas que, por
razones muy diversas y con independencia de su profesión o
condición social, han producido en él un impacto
especial.
Comentábamos al inicio cómo toda la trayectoria -humana y académica- de José Antonio Hernández Guerrero tiene como principio y como fin una decidida voluntad de servicio al ser humano. Este breve recorrido a través de los hitos fundamentales de su vida profesional nos muestra cómo toda su carrera docente, todas sus líneas de investigación, toda su labor de gestión y todo su afán de divulgación convergen en la búsqueda, el conocimiento y la dedicación a cada persona. Lo pone claramente de manifiesto en este artículo que condensa en gran medida su actitud vital:
Escribir, más que plasmar pensamientos o ideas, más que expresar sensaciones o sentimientos, y más que formular juicios o deseos, es transmitir vivencias a alguien. Este alguien, este destinatario, confidente, acompañante y amigo es el factor determinante en el proceso de búsqueda, de selección y de formulación de mis mensajes. Antes de elegir el tema, por lo tanto, determino la persona concreta -«el lector explícito»- con quien pretendo comunicarme [...] Escribir es contactar, conectar y comunicar con alguien [...]. Para escribir, más que temas interesantes, normas lingüísticas o procedimientos literarios, necesitamos lectores atentos, interesados, comprensivos y críticos que reciban nuestros escritos como gestos de confianza y de amistad [...]. El «lector explícito» es el estímulo que despierta la imaginación, la clave que da sentido a las palabras y la única razón que justifica la escritura. |
(2002 a: 86) |