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Tal vez, en cuanto a fechas, no sean de rigurosa exactitud las de esa tradición; pero en lo que atañe a las reales cédulas, ellas deben existir en el archivo de la Municipalidad de Trujillo, si no han desaparecido. En 1868, hallándome de tránsito en Trujillo, me dio a leer el señor José Félix Ganoza la cédula relativa a las franquicias que otorgara Godoy al puerto de Huanchaco, asegurándome que era copia fiel de la archivada en el Cabildo.
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Reproducida esta tradición por la prensa de Venezuela, los descendientes del general Valero dirigieron al autor la siguiente carta en uno de los diarios de Caracas.
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Nos salió al encuentro (escribe don Florentino González, uno de los jefes de la conjuración) una hermosa señora, con una espada en la mano, y con admirable presencia de ánimo nos preguntó qué queríamos. Uno de los nuestros profirió algunas amenazas contra aquella señora, y yo me opuse a que las realizara.
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Histórico.
5
Ídem.
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Ídem.
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El señor Mendiburu murió en enero de 1885, en la clase de general, y entre otras obras, es autor de un Diccionario histórico del Perú, ocho volúmenes en cuarto, de quinientas páginas cada uno, obra que inmortaliza su nombre. La Real Academia Española consideró a Mendiburu entre sus miembros Correspondientes, en el Perú.
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El 5, después de llegado a su campamento el parlamentario, rompieron los chilenos el fuego de cañón por mar y tierra sobre la plaza de Arica. El domingo 6 funcionó por ambas partes, con mayor vigor que en la víspera, la artillería, consiguiendo los peruanos poner un buque fuera de combate. En la madrugada del 7 principió el asalto a la plaza, y con él la atroz hecatombe. De los 1600 defensores de Arica (según el historiador chileno Vicuña Mackenna), hubo más de 900 muertos, cerca de 200 heridos y poco más 500 prisioneros. Los vencedores tuvieron 144 muertos y 337 heridos, sobre una masa total de 6500 hombres.
9
Don Raimundo Valenzuela, jefe del ejército chileno, publicó en Santiago en 1885 un precioso librito sobre la campaña de Huamachuco, el cual nos ha servido de fuente para este episodio. La parte dialogada la copiamos al pie de la letra del opúsculo de Valenzuela, para que no se crea que, por espíritu de nacionalismo, realzamos el sereno valor de un compatriota. Esa justicia al mérito personal y al sentimiento patriótico de la noble víctima, hecha por pluma chilena, habla más alto de lo que nosotros pudiéramos hacerlo.