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231

Valuación de Colqhoun.

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232

No sucede lo mismo cuando se valúan los bienes de una familia en el país y en el tiempo en que se vive. La familia que tiene cuarenta mil francos de renta en París es realmente doble más rica que la que tiene veinte mil en la misma ciudad y en la misma época, porque cuarenta mil francos al año puede tener una casa de doble extensión u otro tanto más hermosa, doble número de criados, recibir y agasajar a las gentes en la misma proporción, &c.

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La nación en que los productos no van a parar a los que producen, o no van a proporción de la parte que tienen en la producción, lleva en sí misma un germen de decadencia, un desaliento para la clase productiva, y un estímulo para pasar desde ésta a la que devora. Esto es lo que acaba tarde o temprano con los gobiernos que no cesan de cometer abusos. Todavía no se sabe qué duración podría tener una sociedad política, una nación, si estuviese bien dirigida.

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234

Los medios de producción se inclinarían siempre a la de las mercancías más caras, y por consiguiente abrirían a salidas a las que se hallan en un estado de desestimación, si la industria fuese siempre libre en sus movimientos. Esta es la causa principal de que las guerras, y las malas leyes (como la prohibición de los productos extranjeros, las trabas interiores &c) perjudiquen a las salidas, sin que las más veces lo echen de ver las partes interesadas.

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235

Ejemplo. La utilidad de un sombrero, combinada con el estado de comodidad de los consumidores de sombreros, hace subir su precio a treinta francos. La utilidad de un reloj de plata, en las mismas circunstancias, hace subir igualmente su precio a treinta francos. Pero si este último producto llega a exigir menos servicios productivos por consiguiente menos gastos de producción, parte de los servicios que creaban sombreros, va a parar a la fabricación o construcción de relojes. Se ofrece algo mayor cantidad de los servicios que se convierten en relojes, y algo menor de los que se convierten en sombreros.

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Es claro que el cambio, o la facultad de poder cambiarse, es indispensable para determinar el valor de una cosa; pues el que le diese el dueño de ella, siempre sería arbitrario, y es menester que sea contradictoria mente disputado por otra persona que tenga un interés opuesto, ya que es ella la que la necesita, y se ve obligada a dar otro valor en cambio para obtenerla.

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237

Nuevos principios de Economía política de Sismondi, tom. I, pág. 337 y sig.

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238

Principios de Economía política, de Malthus, Pag. 354, edición inglesa.

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239

Tratado de Economía política, o exposición sencilla del modo con que se forman, se distribuyen y se consumen las riquezas, cuarta edición, tom. II. pag. 5.

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240

Principios, &c. de Malthus, pag. 353.

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