Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Anterior Indice Siguiente




ArribaAbajoEntrevistas


ArribaAbajo Entrevista a Miguel Méndez M.

Lupe Cárdenas  ¿Dónde y cuándo nació?

Miguel Méndez M.  Nací en Bisbee, Arizona, un 15 de junio de 1930, sobre los que han pasado ya 58 veranos de hervor batiente. Cincuenta y ocho años que ya no tengo, pues los que tengo en perspectiva no se enumeran a priori. Ya ve, si el cerebro no da para consideraciones filosóficas, el tiempo, sí. Por favor, no me mencione la palabra vejez.

LC ¿El ambiente de su familia tuvo algo que ver en su decisión e inclinación como futuro escritor?

MMM Sí, en parte influyó mi familia en ésta mi vocación que traigo o me trae a rastras. En mucho también cuenta lo «circunstancial», esto para que vea que he leído a Ortega y Gasset.

LC ¿Qué libros de ficción leía en su infancia y en sus años de formación?

MMM Alguna vez le platiqué que cuando se repatriaron mis padres nos asentamos en el ejido de El Claro, Sonora, mis papás desempacaron cajas llenas de libros y un fonógrafo RCA Victor. Vivíamos en una casa muy pobre, de veras, pero rica en letras. Allí leí a Julio Verne, Salgari, Amicis y muchísimos más. Mi madre me enseñó a leer cuando yo tenía cinco años de edad. Mi afición prendió de inmediato y allí me tienen engullendo libros por los ojos, por eso ahora que soy «relativamente joven» los tengo como portamonedas.

LC ¿Cuándo comenzó a escribir?

MMM Después de los diez años empecé a escribir por mera diversión. Jugar con las palabras y fabricar imágenes me entretenía como un deporte. Luego pretendí incursionar en el ámbito de las ideas. Lo de narrar no sé ni cuándo llegó. Creo que a los tres años.

LC ¿Cuál fue la causa principal y el motivo decisivo en su vocación de escritor?

MMM La causa principal que despertó en mí la afición a escribir fue la de construirme un mundo interior, vasto y siempre en expansión. Algo así como un niño que se construye una casa en la cima de un árbol frondoso, para desde allí ver y meditar aislado del mundo exterior. Tiene que haber otras causas variadas y complejas que no me da gana de averiguar por perezoso que soy.

LC ¿Qué estudios hizo?

MMM Bueno, eso de «hizo» suena muy concluyente. Siempre estoy atareado en esto que atañe a la literatura. Pero sí, como punto de partida, base y despegue de éste mi empeño en borrronear letras, obtuve de la escuela primaria de El Claro, los seis años correspondientes. El quinto año lo estudié en Arizpe, Sonora, pueblo antiquísimo, por tal de interés.

LC Estos estudios, ¿tuvieron influencia en su vocación de escritor y cómo?

MMM Naturalmente que sí. De allí derivé la habilidad para leer y escribir. Cada libro es un maestro y la escritura la clave para expresar lo que generalmente no se platica a viva voz.

LC ¿En qué lengua comenzó a escribir y en cuál escribe ahora?

MMM Yo navego espacialmente en mi universo interior, pasajero en la nave «lengua española» y, claro, conozco los diversos niveles lingüísticos que a modo de satélite se dan en torno y al margen de ésta.

LC ¿Hay alguna lengua «oficial» en la ficción chicana que sea distinta a cualquier otra cultura y literatura?

MMM En el caso nuestro, mosaico de lenguas oficiales, dables en regiones o expresión de grupos, cada autor responde a la que le es idóneo, ni más ni menos. Lo que nos identifica en común es un tanto la coincidencia en la temática que deriva del acontecer propio del microcosmos chicano. Bien puede enfatizarse el que mi español está coloreado con los matices correspondientes a la zona fronteriza Arizona-Sonora.

LC ¿Cree que la lengua en que escribe uno es importante como símbolo de la cultura del pueblo chicano sobre el que escribe?

MMM Primero, como hemos dicho, el escritor debe necesariamente de escribir en la lengua que mejor domine, de otro modo la cosa no resulta muy auténtica. Nos importa de manera vital a los chicanos, mexicanoamericanos, mexicanos preservar nuestra cultura ancestral. Esto significa tener carácter e identidad de consistencia sólida. Con carácter, es decir, sin ambigüedades y confusiones de ninguna índole, podemos trazar metas elevadas y alcanzarlas, porque el combustible es ése: carácter o, en otras palabras, fortaleza del espíritu.

LC En general, ¿ por qué escribe?

MMM Cuando me siento agotado de tanto escribir me hago esa misma pregunta. Quizá escribo más que todo por gusto, pasión humanista, sensualidad, vanidad, soberbia, ambición, y vaya usted a saber, por qué otros motivos, de ésos un tanto sombreados en las tenebrosidades recónditas del inconsciente. A lo mejor hay también en mí un señor feudal o algún desgraciado esclavo, o los dos a la vez. Total, que si no heredamos traumas o conflictos desde otras generaciones, pues con leer a psicólogos o psiquiatras los adoptamos.

LC ¿Hay algún motivo externo que le obliga a escribir? (como, por ejemplo, otros escritores, familia, ganancia, «publish or perish», etc.).

MMM Esos motivos que enumera, en el fondo no me perturban para nada. Como le he platicado, publiqué a los 38 años de edad. Para entonces tenía acumuladas centenares de páginas inéditas. Ahora con mis 18 años de profesor universitario quizá me influyan esos motivos que señalas. De proletario a burgués tienen que darse cambios, ¿no cree?

LC ¿Encuentra usted que el ambiente social, como la vida del chicano o el mainstream, le motivan a escribir?

MMM Para dar vuelo a mi escritura derivo de un acontecer vastísimo antecedentes literarios desde la época medieval, tradición oral de tipo universal también localista y, claro, lo que respecta particularmente a mi mundo inmediato, suroeste de los Estados Unidos y noroeste de México. Enfocó, pues, mi fantasía desde muchas perspectivas, incluidas las que usted mencionaba.

LC ¿Hay algún motivo político que le invita a escribir?

MMM En mis obras hay, en efecto, una dosis cargada de significados políticos. Sin embargo, motivos políticos para competir por algún puesto en el gobierno no, no y no. No anda por ahí mi vocación. Con muy honrosas excepciones, los políticos de carrera no actúan de manera justa e inteligente.

LC El movimiento chicano de los '60 y '70, ¿tuvieron alguna influencia en sus obras?

MMM En esos años que menciona yo no había leído a autores chicanos, ni me enteraba cabalmente de los acontecimientos políticos que afectaban a la comunidad chicana. Influyó en mis obras la misma circunstancia que propició el surgimiento del movimiento chicano. Alguna vez un joven, de ésos que jamás han tocado una pala y que tienen manos finas de señoritas, me preguntó reclamante que si dónde había estado cuando el movimiento chicano; le contesté la verdad: fabricando casas de ladrillos. He conocido el mundo del obrero en vivo. Con todo respeto para los teóricos, me quedo con mi experiencia de 24 años de proletario para dictaminar sobre la entraña de la vida del trabajador. Lo demás me viene como pantalón de pachuquito.

LC ¿De otra parte, hubo algún motivo fuerte interno que le empujó a que escribiera? ¿Cuál fue?

MMM Entre otros motivos le indiqué en la pregunta 1 lo de la pasión humanista y otras cosas. No me haga trabajar de más; ya es mucha la juventud que he acumulado.

LC ¿Cree que tenía y todavía tiene algo que decir a los lectores?

MMM Tengo todo un mundo que comunicar a los lectores, apenas voy empezando; ahora que si ellos no quieren leer lo que escribo, pues están muy en su derecho. Tanto mejor si leen mis escritos.

LC Si no hubiera encontrado el vehículo literario que encontró para expresarse ¿de qué otra forma podría haber comunicado sus mensajes?

MMM Quizá haciendo ademanes y gestos; de otro modo no sé cómo. Como cantante, dibujante, danzante, escultor, etc., nomás no podría. Ya lo intenté, ¡qué desastre!

LC ¿Se arrepiente de haber escrito lo que escribió o cómo lo escribió, o hubiera querido cambiar de orientación?

MMM No tengo nada de qué arrepentirme. Escribo como me da mi real gana, sin oídos a consignas o pareceres gratuitos. Lo que pudo haber sido es más válido para una canción llorona.

LC Entre las dos razones que le motivaron a escribir, ¿cuál fue la más fuerte, la interna o la externa?

MMM Las dos razones son correlativas: las de lo externo motivan las interiores y viceversa. De modo que las dos se reducen a una. No en vano estoy plateado (del cabello). Le doy permiso para que se reía de mi filosofía.

LC Dejando la humildad de lado, ¿quiere que se te recuerde como escritor? o, dicho de otra manera, ¿le ha contagiado la «fiebre de la inmortalidad» como les ha pasado a otros escritores?

MMM La inmortalidad aquí entre mis congéneres me importa un soberano bledo; me importa la otra. Orgullosamente le digo: creo en Dios, soy cristiano, católico por herencia y no me mueve de manera enfermiza el quedar santón laico en la memoria de la humanidad, ni por milenios, centurias o décadas. Por el tiempo que me recuerden me da igual que sea como minero, campesino, obrero de la construcción, maestro o escritor. A escoger. Yo desde el Más Allá les sonreiré o, en su defecto, les pelaré los dientes (los míos).

LC En general, ¿para quién escribe?

MMM En mis primeros años de escritor aficionado almacené muchas páginas con muy diversos contenidos. Publicar entonces era más difícil que ahora para nosotros. A mí me parecía algo imposible. No escribía para ningún tipo de lector en particular. Ahora escribo sencillamente, para el que desee disfrutar o sufrir de mis obras.

LC Cuando está escribiendo, ¿tiene en mente al lector?, ¿qué clase de lector?

MMM El lector que tengo en mente es el aficionado a la lectura que quiere saber de estos parajes, enterarse un tanto de la trayectoria que delineamos a través de nuestra experiencia de fronterizos. La historia y fenómenos inherentes pueden rastrearse en nuestros libros embarcados en anécdotas graciosas o dramáticas. Me gustaría que nos leyeran los humildes, los explotados, para que se vean en un espejo; pero éstos generalmente no leen por falta de costumbre, energías, dinero para comprar libros, tiempo o conocimiento de las letras.

LC ¿Le preocupa el crítico durante el proceso creativo, o después de haber escrito, o nunca le preocupa?

MMM Suele darse esporádicamente el crítico que todo lo juzga negativamente, que agrede a ciegas; a éste hay que compadecerlo, porque sufre algún tipo de frustración aguda. El crítico a lo cirujano es divertido, emplea la obra literaria como conejillo de indias para experimentar, escribe entonces análisis muy sabios. Gracias a su magistral manejo del bisturí, como resultado la obra en cuestión pasa a un segundo o tercer término en importancia y el escrito del crítico se convierte en teoría de primer orden, muy brillante, sabia y valiosísima para la posteridad. Entreveo a otro crítico: el de la erudición por la erudición. De éste he obtenido las bibliografías más variadas y extensas en cuanto a autores y teóricos literarios. En otra ocasión le diré del crítico geométrico, el pitagórico que dibuja líneas, cuadros, conos, etc. para decir de estructuras literarias. No sé por qué no hay críticos de críticos, sería divertido y necesario además. La verdad, fuera de broma, la labor del crítico es creativa y determinante. Sin el crítico, el escritor permanece en las tinieblas, como dicen por ahí. Es como una carreta sin ruedas. No obstante, la verdad íntegra es que mientras escribo no tomo en cuenta al crítico para nada, pero lo respeto; lo que pasa es que me gusta hacer chistes de las gentes así muy rígidas, circunspectas y casi perfectas. Otro detalle es que los críticos que se ocupan de mis escritos son mis amigos. Cómodo, ¿verdad?

LC ¿Cómo catalogaría su obra: como documento, como objeto de placer, como producto artístico o simplemente como una obra literaria total?

MMM Mi obra es modesta. Como toda obra creo que contiene los elementos que menciona. ¿Qué obra literaria es total? Ni lo mande Dios que me ande con esas presunciones. Para mí la total sería la que concierne a todo el acervo literario habido y por haber desde el principio de los siglos hasta el mero cabo (si no escribo bien, por lo menos dramatizo).

LC Hipotéticamente hablando, ¿escribiría si supiera que no iba a tener un público lector adecuado o apropiado?

MMM Como le he dicho, entre cigarro y cigarro y sorbos de café, ¿o de cerveza? Escribí por muchos años sin público lector; igual seguiría escribiendo dado el caso. El lector es variadísimo, para mí tan importante el que disiente de lo que escribo como el que lo aplaude.

LC En general, ¿sobre qué temas escribe?

MMM Digamos que escribo sobre la vida. Esto en sí implica todos los temas dables en la mezcolanza de realidades y ficciones. Ciertamente, el fondo y marco de mis modestos escritos han sido mayormente los panoramas fronterizos del campo y citadinos. Para ser más específico, hasta hoy he escrito enfáticamente del dolor del hombre pequeño, del humillado que subsiste en la frontera (de ambos lados) y paradójicamente de la picaresca natural a estos lares.

LC ¿Hay algún tema sobre el que quisiera escribir y sobre el que no ha podido escribir? ¿Por qué?

MMM Sobre muchos temas y géneros quiero incursionar: teatro, poesía, ensayo, además de novela y cuentos. Planeo ahora una futura novela desarrollada en varios planos: mi vida de obrero y de maestro universitario, etc. Bueno, esto es alternando episodios con respecto a una y otra experiencia. Ahora escribo la novela El circo que se perdió en el Desierto de Sonora.

LC ¿Cree que hay temas prohibidos o delicados sobre los que le parece que no debe escribir?

MMM Como todo escritor, selecciono los temas que son congruentes con mi credo, sensibilidad, vocación, etc. No concibo vedas, prohibiciones, límites en cuanto a temas, siempre y cuando lo escrito sea bien elaborado, literariamente hablando.

LC ¿Qué temas importantes no ha tocado todavía la literatura chicana? ¿Por qué no?

MMM Creo que un tema que no hemos tocado decididamente es el del cuestionamiento o sentido crítico de nuestra actitud en común, movimientos sociales, liderazgos, filosofías, etc. Una novela por ejemplo sobre «El movimiento chicano» visto desde su interioridad, sería interesantísima, nos daría conocimiento íntimo de nuestras pasiones y actitudes prejuiciosas para con nuestra misma gente y postulados, pondría de relieve a los falsos mesías de mucho ruido y «caíta» nueces («caíta»: nada, del dialecto yaqui). No me alargaré más, en favor de la brevedad.

LC ¿Cree que el escritor en general, y el chicano en particular, es libre de escribir sobre lo que quiera? O, dicho de otro modo, ¿cree que el público lector o la sociedad le impone al autor chicano límites?

MMM No tengo potestad para opinar sobre lo que creen otros escritores. En cuanto a mí, como reza el decir de nuestra gente: me viene guango escribir de lo que me dé la gana. No veo ni la penumbra al público lector, ni a ninguna sociedad que nos lea. Sólo nos leen a nivel estudiantil, gracias a la recomendación de profesores que juzgan importante lo nuestro. Independientemente de los estudiantes, nos leen muy contados lectores. No hombre, qué límites ni qué ojo de hacha. ¿Quién los pondría?

LC ¿Necesita una atmósfera o ambiente adecuado o ideal para poder escribir?

MMM Para escribir prefiero, naturalmente, algún lugar aislado. Sin embargo, cuando estoy determinado, empeñoso en algún proyecto literario escribo donde sea, a cualquier hora, solo, en silencio o bien rodeado de gentes ruidosas. A la novela El sueño de Santa María de las piedras la escribí durante dos veranos, a todas horas, entre gritos, risas, ruido de esté reos, televisor, rezongas de adultos, carreras y chillidos de mocosos, sobrinos, vecinos, y párale de contar. Pero yo, peregrino por esos mundos de Santa María, ignoré el exterior cubierto y aislado por las soledades desérticas presentes al conjuro de mi desnutrida fantasía.

LC ¿Cuáles fueron los primeros pasos o etapas en la gestación de su obra? ¿Controla usted esta primera etapa del proceso? ¿Cómo diseña o planea la obra en gestación?

MMM Si una novela es obra de ingeniería, como suponen por ahí, entonces los trazos o delineamientos previos se elaboran necesariamente de modo subjetivo. Yo diría que una vez designado el tema y puestos en movimiento los primeros personajes, ambos, ellos y yo marchamos de común acuerdo descubriendo un mundo altamente revelador por su contenido insólito. Si surge alguna desavenencia, la superamos fácilmente. Ahora que si algún personaje se me rebela y rehúsa disciplinarse, pese a toda sugerencia, pues yo, arbitrariamente, como supremo, lo mando a chiflar a su mami.

LC Una vez comenzada la obra, ¿controla usted la obra/personajes o ella/ellos le controlan a usted?

MMM Esta pregunta quedó aclarada en la anterior respuesta. Para que no pase en vano le diré: escribir una obra literaria es esculpir una estatua, todo consiste en que le quite al mármol lo que le sobra.

LC Se dice que una obra de arte es una «creación». ¿En qué consiste esa función de creador?

MMM A esta pregunta se le pueden dar varias definiciones, válidas todas. Se me ocurre que la función del creador consiste no sólo en reflejar la vida y el ambiente que lo rodea, fotográficamente; sino, además, en entrever y dar alma a la interioridad de lo que describe. Para dar cuenta de la esencialidad humana, el artista toma de la realidad un mínimo y un mucho de la ficción, porque es por medio de la fantasía, el espíritu creador, la intuición, que se logran síntesis no dables en la rutina cotidiana.

LC ¿Cuánto de «pura ficción», cuánto de «realidad o experiencia personal» y cuánto de «pueblo» hay en sus obras y en qué proporción?

MMM Soy malo para los números, y lo de los porcentajes me pierde. Hay mucho de todo eso en mis escritos. La mezcolanza que menciona se da en un todo ya integrado, y definir la dosis sería tarea de laboratorio.

LC Cuando escribe, ¿qué relación ve usted y qué porcentaje le da a sus obras entre forma artística y contenido temático?

MMM Cuando escribo no me preocupan en nada absolutamente tales consideraciones. Una vez que termino algo, trato de entender cada ingrediente y generalmente no lo logro. Esa labor se la dejo a personas inteligentes y laboriosas como usted y demás.

LC ¿Cuánto de consciente y cuánto de inconsciente hay en su obra?

MMM A lo mejor en mi obra llegan a darse en igual proporción lo consciente y lo inconsciente, aunque también creo que esto varía de un escrito a otro. En general, se dan los dos elementos en mi obra, como en la de otros escritores. Otra vez le dejo a usted las matemáticas.

LC Después de terminada la obra, ¿se ve reflejado en ella? ¿La reconoce como criatura suya o la ve como algo ajeno a usted?

MMM No me anarciso en mis obras. Las termino, y ya. Luego emprendo otras. He opinado que los libros son como hijos de un autor; que nacen de la edad que tiene el escritor cuando las echa al mundo. Por lo demás, quedan a su suerte para ser honradas, ignoradas, vilipendiadas, celebradas y todo lo que termine en «adas», sin que el pobre autor pueda hacer mejor cosa por ellas.

LC Una vez que la obra «se desprendió» de usted, ¿se siente que ha perdido algo integral tuyo o parte de tu persona, o, al contrario, que ha acumulado o ganado algo en su vida?

MMM El escribir es también cultivar la fase más elevada en cuanto al ejercicio del lenguaje y constituye un instrumento valiosísimo para el desarrollo intelectual. Amén de otras muchas razones, creo que resulta ganancioso el crear obras para lo espiritual, porque en tratándose de regalías se imponen los puntos suspensivos...

LC ¿Quisiera añadir algún otro comentario más sobre usted mismo, sobre su obra, sobre los críticos o sobre el público lector? ¿Algo que no se haya incluido en esta entrevista?

MMM Lo que importa en todo caso es la obra, el autor es secundario. Si ésta es merecedora, pues bien, y si no, pues a mí en lo particular no se me quita lo bromista. Me da tranquilidad el saber que escribo siempre con intención noble para con mis congéneres.



ArribaAbajo Entrevista a Estela Portillo-Trambley

Lupe Cárdenas  ¿Cuándo y en dónde nació usted?

Estela Portillo-Trambley  Nací en El Paso, Texas. Exactamente, en «El Segundo Barrio». Pero no nos quedamos allí por mucho tiempo. Yo me crie con mis abuelos. Mi abuelo tenía una tienda o mercadito al que le puso el nombre de «El amigo de los pobres». Él murió cuando yo tenía seis años. A partir de entonces, mi abuela y yo fuimos a vivir a una parte del pueblo en donde la mayor parte de la gente era «gringa». Eramos algo así como extranjeros en aquella colonia, pero nos gustaba, y muy pronto nos acostumbramos.

LC Su ambiente familiar, ¿le influyó a que usted se hiciera escritora?

EPT De un modo explícito, no. Pero me rodeó un ambiente de fantasía. Tenía entonces una abuela, la que me crio, a quien llamaba «Mamachita», que me narraba cuentos cuando yo me sentaba en sus rodillas o junto a ella. Era como una magia, porque ella comenzaba un cuento y, poco a poco, le iba añadiendo nuevos elementos. A mí me encantaba esta experiencia y, tengo que confesar, que fue una de las experiencias más maravillosas que tuve en mi niñez. Por otro lado, mi madre era una lectora insaciable, y ella me leía poesía. Ella leía autores franceses, como Beaudelaire. También tocaba el piano y componía música. De modo que esta atmósfera me dio y desarrolló un gusto por todo lo artístico, y me di cuenta de que me encantaba. Estas experiencias se convirtieron en parte esencial mía y, de algún modo, descubrí que, en el futuro, me involucraría en la tarea artística.

LC ¿Qué clase de libros leía usted en su niñez y en sus años de formación?

EPT No hay que perder de vista el hecho de que yo era una «mexicanita» que iba a una escuela «americana». Ya sabía leer bien, porque mi abuela y mi madre se dedicaban mucho a la lectura y me enseñaron a leer antes de que yo fuera a la escuela. En este ambiente de lectura hallé seguridad, porque el mundo que me rodeaba estaba repleto de prejuicios contra todo lo mexicano. Considerando la actitud de los americanos, nosotros no debíamos ser inteligentes. Al contrario, debíamos ser perezosos. En una ocasión, yo estaba sacando las mejores calificaciones de mi clase y fui a ver a mi maestra y le dije que yo también quería ser maestra. Era mi profesora de inglés. Todavía me acuerdo de su nombre. Se llamaba Mrs. Simms, y yo la veneraba porque, cuando leía, lo hacía divinamente. Le dije: «Me gustaría ser maestra como usted». También yo sabía que ella me quería, porque yo era buena estudiante, pero ella me miró fijamente y me dijo: «Oh, querida mía, ustedes no van al colegio. Ustedes no pueden llegar a ser maestros». Y, para decir la verdad, en ese tiempo no había maestros hispanos en las escuelas. Todos eran «americanos». Y entonces me di cuenta de que, aunque había maestros y maestras buenos y que nos alagaban, en realidad también tenían una actitud de condescendencia con nosotros. Y, precisamente y a causa de esto, yo encontraba refugio en la lectura. Algo me ocurría psicológicamente porque, en mis lecturas, yo misma me convertía en parte del cuento. El verme como una pobre mexicanita, que vivía en una colonia de blancos, no era tan real para mí como los libros que yo leía, como Anne of Green Gables, The Wizzard of Oz, y todos los libros de Frank Baum. Yo leía todo lo que un niño de la clase media «americana» debía leer. Y, de hecho, fue mi madre la que me llevó a la biblioteca y me dijo: «Lee estos libritos y, cuando termines, lee este otro grupo de libros». Y me acuerdo perfectamente que volvíamos a casa, y que ella llevaba un montón de libros para ella, entre los cuales había cuatro para mí. Los leíamos todos en una semana y, después, volvíamos a la biblioteca. De este modo ella hizo de mí una ávida lectora. De algún modo ella me creó un mundo en el cual yo no aceptaba prejuicios. Eso era algo que quedaba fuera de mi mundo de magia. Me protegía, creo, y quizás, por eso mismo, yo no me daba cuenta del racismo que me rodeaba. De este modo, cuando mi madre y yo íbamos a la biblioteca a buscar libros, la mayor parte de los libros que escogía y traía eran los de Conan Doyle y Agatha Christy, la escritora del misterio. Mi madre era una mujer que había sido educada en Santa Fe y Loreto, escuelas bilingües, situadas en El Paso. Mi abuela envió a mi mamá allí para que aprendiera a leer bien en inglés y en español, lo cual fue otra gran influencia en mí. A pesar de que no aprendí de ella el español que debiera, ella, sin embargo, nos hablaba y leía en español. Yo tuve muy pronto mis primeros contactos con libros, y de ahí brotó mi interés por la escritura. Creo que hay un viejo adagio árabe que dice: «Si tú miras a una higuera que da higos, también tú darás frutos». Como resultado de mis muchas lecturas, también yo comencé a escribir.

LC ¿Cuándo comenzó usted a escribir?

EPT Yo comencé a escribir cuando fui a la universidad. A pesar de lo que las maestras nos decían, de que las muchachitas mexicanas no iban al colegio, yo me las arreglé para hacer estudios superiores. Fui a la universidad, y me especialicé en inglés. Me acuerdo que cuando fui a ver a mi consejera o asesora, ocurrió lo mismo. Me dijo: «Vamos a ver, tú te llamas Estela Portillo y, por tanto, vas a especializarte en español, ¿verdad?». Yo le contesté: «No, señora, yo quiero especializarme en inglés». En ese tiempo no había tal cosa como que una mexicana se especializara en inglés. Ella repitió: «¿Estás segura?». Y yo contesté: «Sí, estoy muy segura». Y durante los tres próximos años todos mis consejeros trataron de persuadirme de que cursara estudios en el departamento de español, porque yo era «mexicana». Pero yo me rehusé siempre a hacerlo. Esto no quería decir que no fuera una idea maravillosa [estudiar español], sino que la realidad era que yo había leído ya muchas obras de las literaturas americana e inglesa, y esto me ayudó a ser lo que soy.

LC ¿Cuál fue la razón principal o motivo decisivo por el cual usted se hizo escritora?

EPT Yo creo que todo ser humano necesita de alguna válvula-de-escape o salida, especialmente cuando uno se encuentra sumergido en los problemas de la vida, a los que uno tiene que hacer frente. Si todo lo que uno tiene que ofrecer es ser ama-de-casa, o ser maestra para poder ganarse la vida, alimentar a los niños, limpiar la casa y barrer el piso, esto produce un tremendo vacío dentro de uno mismo, como si uno no tuviera esencia propia. En realidad es como si uno aceptara una especie de esclavitud. Yo sabía que había leído mucho y que había comenzado a escribir poesía, de seguro muy mala, sin embargo, y a pesar de ello, me presenté a un certamen en la universidad. Gané varios premios, aunque se trataba de una revista de estudiantes universitarios, y continué escribiendo más. Pero el verdadero esfuerzo y dedicación a la escritura vino más tarde, después de la muerte de mi hijo. Me creí entonces que me volvía loca. Durante todos mis embarazos, yo cerraba las puertas y leí a mucho sobre una disciplina u otra [...]. Obtuve mi diploma de M. A. en Aldous Huxley, muerto después de haber escrito un libro intitulado Island [...]. Leí ese libro, y él murió muy pronto después, y mi hijo después de él. Lo volví a leer, porque yo no quería pensar en mi hijo muerto, tener que guardar su ropita y soñar acerca de su sepelio, y cosas semejantes, lo cual me causaba mucho dolor. O sea, que pensaba en Aldous y, súbitamente, se me ocurrió pensar que él verdaderamente no había escrito una utopía, sino que la había tratado solamente por la superficie. Lo que yo tenía que hacer era estudiar la historia, y tratar de combinar lo bueno del Oriente con lo bueno del Occidente. Se sabe o dice que el Occidente tiene un fundamento político, mientras que el Oriente tiene una base filosófica. El Este no posee un avance tecnológico como el nuestro, pero, en cambio, tiene más humanismo y, al contrario, el Oeste es más rico, la gente vive más años y registra menos mortandad entre los niños. Hay aquí muchas ventajas materiales, pero creo que el mundo del Oeste está mucho más deshumanizado, a causa de las estructuras políticas. Las estructuras filosóficas del Este nunca deshumanizan, al contrario, añaden humanismo al hombre. Por eso comencé a estudiar todo lo que podía sobre el mundo del Este: sus filosofías, sus historias, y sus religiones. Después hice lo mismo con las culturas del Oeste. Más tarde me atrevía hacer lo que Aldous no hizo: escribir una utopía verdadera y no sobre una isla ficticia en medio del Océano Pacífico en donde él coloca esta sociedad perfecta. En lugar de eso, yo podía crear la realidad de la historia, modificando los dos mundos. Sabía que me volvía loca, o algo parecido, porque realmente no podía llevar a cabo el proyecto. Era imposible [...]. En fin, lo que hice fue estudiar estas dos concepciones cósmicas del mundo y, como resultado, la gente no quiere [discutir conmigo], porque yo les puedo vencer con mis argumentos sobre cualquier tema. También estudié estos mundos, porque me sentí obligada a hacerlo, y también porque creo que, de algún modo, el arte es el medio por el cual el hombre se puede escapar de toda jerarquía y puede limpiar sus heridas en un bosque o en cualquier otro lugar y, después, puede redefinirse como ser humano. Por esto estudié todo lo perteneciente al arte, a la música, a la literatura, y seguí el mismo modelo de lo que hice con el estudio de la historia: sinteticé todo. Así puedo saber por qué tal escritor escribió de la manera que escribió durante su vida, basándome en la historia y en su psicología [...]. Hasta hoy día quizás todavía esté pasando por esta especie de locura, pero como resultado me siento muy feliz por tener un sentido preciso de quién soy, de qué estoy hecha y cuál es mi actitud ante la vida y la muerte. Esta forma de pensar me otorga una enorme confianza en mí misma. Después de haber escrito esta maravillosa utopía, que resultó ser una mezcolanza increíble, puedo decir que ya no descubrí más, pero de todo ello saqué esta maravillosa manera mía de ver al mundo y su funcionamiento. De pronto descubrí que, desde Platón, se habían escrito muchas utopías, todas ellas tratando de alcanzar una sociedad perfecta y, de pronto, me asaltan las palabras de Toynbe: «El hombre es una fibra de luz, si estudia desde el día que nace hasta el día que se muere. Cuanto más aprende, más se dé cuenta de lo poco que sabe». De modo que, al final de su vida, él es como una fibra y un rayo de luz en un mar de oscuridad, y la magia maravillosa del misterio, y el milagro de la creación, le será siempre desconocido, porque el hombre es un ser diminuto a quien no le es dado comprender todo. Vive rodeado de una lucecita, y todo el conocimiento que acumula, aunque él sea muy inteligente, aunque sea un Einstein, su conocimiento es como una gota en el océano. Y así debe de ser. El hombre no puede saber los misterios de la creación, porque es un ser insignificante y, aunque sepa mucho, al fin de cuentas, no sabe gran cosa.

LC ¿Cómo pudiera usted caracterizar su trasfondo pedagógico?

EPT Permítame comenzar por la siguiente premisa. Yo nunca fui una persona educada hasta que terminé mis estudios universitarios. Después estudié por mi propia cuenta. No asistí a una universidad de primera categoría. Lo que pudiera decir es que la universidad me otorgó los diplomas de bachillerato y de magisterio y cómo hacer investigación. Creo que esto fue lo más grande que la universidad me proporcionó. En cuanto a que la universidad me ofreciera un amplio conocimiento, de ningún modo. Terminé mis estudios universitarios y comencé la enseñanza y el aprendizaje de muchas más cosas de las que la universidad hubiera querido enseñarme. De este modo, volví a mi antiguo hábito de la lectura.

LC Sus estudios, ¿ejercieron alguna influencia en su vocación de escritora? Y si así fue, ¿podría explicarnos cómo ocurrió eso?

EPT Creo que el acto de vivir, ciertamente, y la educación universitaria también tuvieron influencias en mi vocación de escritora. En especial porque, como dije, mi especialización en inglés me llevó a leer todo lo que había que leer en literatura inglesa y en la literatura mundial, excepto la literatura hispánica. Creo que pude terminar de leer Don Quijote para una clase de español que tomé, pero fue todo. Para reformular la pregunta un poco, diré que la educación no le enseña a uno que debe ser escritor, o que debe desarrollar el arte de escribir, o que practicar cualquier otro arte, porque yo creo que el escribir no es un talento, sino un artificio por parte del individuo. Yo creo que la catálisis ocurre cuando uno reúne un cierto número de experiencias o intuiciones, como dicen los orientales, y de pronto le llega a uno una ráfaga de comprensión, de concientización, de la cual uno no tenía noticia. De pronto, estas intuiciones o ráfagas fuerzan a uno a escribir, porque cree uno que eso es algo nuevo que tiene que compartir con alguien. En cuanto a mí, yo no recibí ninguna inspiración por parte de los maestros o profesores, ni de mis compañeros de estudios. Alguna vez leo un libro, por ejemplo, del escritor Emerson, que era un predicador, y de pronto me viene una intuición sobre este autor que cree que el hombre debe ser independiente para poder realizarse completamente, etc., y después me doy cuenta de que Emerson, al profesar el trascendentalismo, deja fuera algo muy importante, como la realidad de la vida, porque él se dedicó solamente a la pura abstracción. De este modo me di cuenta de que Emerson patinaba sobre ideas, y me recordaba a una bala vacía, a un casquillo, a una bala sin sangre, y llegué a la conclusión de que uno puede patinar sobre todas las ideas que quiera, pero éstas están descarnadas, y no contienen la realidad. Para aquel entonces ya yo había tomado clases sobre Emerson, Thoreau y otras tantas personalidades. Siendo especialista en inglés, uno tiene que sufrir todas esas lecturas y, sin embargo, yo aprendí algo de ellos, porque, de pronto, pude separar el trigo de la cizaña, como cuando uno separa el arroz de los frijoles, la diferencia entre abstracción y realidad, y qué es lo que más importa. Después de todo esto, dejé de ser creyente en Emerson y en Thoreau. Sí, Thoreau, el pobre hombre que trató de vivir lo que Emerson predicó y que, a causa de ello, murió de tuberculosis, porque él quería una independencia completa, la que obtuvo, aunque parcialmente. También hice propósito de escaparme de las abstracciones, porque, cuando uno lee, tiene la tendencia de recoger materiales aislados y construir edificios sobre abstracciones, que vienen a ser castillos de arena en el aire y que no van a ninguna parte. Es un hábito del cual fue difícil deshacerme, y del cual estoy muy consciente. Creo que mis escritos han cambiado, porque, hasta cierto punto, logré poner de lado estas abstracciones, aunque todavía continúan siendo las bases de mis creencias, de mi filosofía y de todo lo demás, pero que, de todos modos, no explican la vida. Estos momentos de concientización, de intuiciones galvánicas, experimentando las cosas u objetos, como dicen los orientales, fuerzan a uno a escribirlas. Así que me ocurrió, de esta manera, y como ya dije, de que los estímulos que me indujeron a escribir fueron la vida y el aprendizaje.

LC ¿En qué lengua comenzó usted a escribir? ¿En qué lengua escribe ahora?

EPT Siempre he escrito en inglés. Nunca creí que dominaba la lengua española. La puedo hablar adecuadamente, y alguna gente dice que la hablo muy bien. La mayor parte de las veces traduzco adjetivos del inglés al español para poder hablar de una manera inteligente. La verdad es que mi padre siempre insistió que aprendiéramos inglés. Él era un de esos inmigrantes que quería subir la escala social y hacerse «americano» inmediatamente. De este modo, pudo obtener más dinero, mudarse a una casa mejor, etc., e insistía en hablarnos siempre inglés. A esto habría que añadir la gran afición que yo tenía por la lectura, lo que me motivó a aprender inglés de tal modo que me fue fácil. Uno tiene que dominar la lengua para poder ser escritor. Quizás haya alguien que no esté de acuerdo conmigo, porque escriben en un estilo simple y hermoso, pero, en mi experiencia de escritura contorsionada, yo tengo que dominar la lengua y dar saltos mortales con ella. Tengo que emplear la palabra precisa en el preciso momento. De este modo, me siento segura en inglés, porque ahora es mi lengua. Me gusta el español y me encanta hablarlo, pero nunca lo llegué a dominar y, por tanto, no lo empleo en mis escritos.

LC ¿Cree usted que hay una lengua «oficial» en la literatura y para la literatura chicana, que la diferencia de otras literaturas y culturas?

EPT Ante todo me gustaría dar mi propia definición de lo que es «lengua». Creo que cualquier tipo de lengua, si funciona para un grupo dado, es lengua. Es una lengua legítima, adecuada y puede tener toda la hermosa y el poder de aquélla que se llama «lengua dominante». Creo que en la literatura chicana se usa mucho el caló, la lengua callejera, la mezcla de inglés y español, y este tipo de lengua tiene su propia hermosura. Me gustaría poder usar este tipo de lengua, pero sería un artificio por mi parte si la usara. Uso la lengua literaria, porque esa lengua soy yo. Por ejemplo, cuando escribí mi drama Black Light, me acuerdo que estaba en Albuquerque con Jorge Huerta y un grupo de jóvenes actores que iban a desempeñar el papel de pandilleros. Cuando les leí las partes que les correspondían a ellos se echaron a reír hasta rodar por el suelo. Súbitamente me di cuenta de que la lengua literaria no se prestaba para aquella situación específica. Tuvieron que emplear a una persona a que me ayudara a escribir el diálogo para esos «batos», que requería ese tipo de lengua callejera. Creo, por tanto, que esa lengua particular tiene gran validez. Sin embargo, también creo que el abuso de ciertos términos, especialmente de términos explosivos, es una crítica que yo tengo contra esta clase de lengua, porque me parece que el uso exagerado de este tipo de léxico se debe a una falta de conocimiento más amplio de otros términos, o sea, que no tienen un vocabulario amplio. El hecho de que esta lengua de la calle tiene vida y es orgánica, no quita que sea limitada como lengua.

LC ¿Cree usted que la lengua que un escritor o escritora emplea es importante como símbolo de la cultura sobre la que él/ella escribe?

EPT Para comenzar, la reacción que despertó en mí esa pregunta fue: «repítala, por favor». Creo que lo que usted está preguntando es si el inglés es una lengua «simbólica» para mí. Yo sé que los símbolos es algo que existe y también sé que se usan mucho. Proceden del subconsciente y se emplean en la lengua y en la escritura. Pero no creo que el escritor piense en símbolos y sobre símbolos. Por lo menos, yo no. Yo no puedo decir que esto simboliza eso o aquello. Al menos yo no quiero aceptar que lo que escribo es un símbolo o es simbólico. Quiero convencerme de que lo que trato de escribir está basado en experiencias. Así que no me percato de que sean símbolos, al menos no soy lo suficientemente inteligente para contestar adecuadamente sobre si los símbolos son o no importantes. Creo que la lengua ciertamente está hilvanada y entrelazada con la cultura y, tal cual, es auténtica y suficiente para representar una experiencia dada. Cuando los chicanos escriben en caló, en inglés o en español, o en la lengua del barrio, todas estas lenguas tienen cierta autenticidad. ¿Por qué yo escribo en inglés? Como dije antes, yo no me percataba muy bien de la vida del barrio ni de su lengua, porque yo, desde la edad de siete años, me escondí detrás de los libros. Mi mundo era el inglés y mis experiencias eran en inglés, aún cuando mis padres me hablaban en español. El inglés fue la lengua dominante en mí, aún en aquello que ellos decían en español. Me encanta la cultura chicana, me encanta su música, sus expresiones idiomáticas, sus canciones y el ritmo mismo de la lengua. Todo respira alegría, pero, en esencia, yo no soy eso. Yo soy una criatura rara que vivió metida en un libro y salió con la lengua de ese libro. Esta última fue una cultura alterna para mí, aunque mis experiencias fueron las del pueblo mexicano. Así que no pude vocalizar esas experiencias mexicanas o chicanas, porque las tendría que expresar en inglés en cada momento. Sí, creo que la literatura chicana debe tener en cuenta la lengua de los chicanos. Esto es lo que les da una belleza verdadera, la vida de una historia o cuento, de un personaje, de la comunicación espiritual entre los individuos involucrados. Pero no creo que alguien que escriba en inglés y tenga un sentimiento y amor por esa cultura, asimile la cultura simplemente porque escribe en inglés. Yo creo que capto la experiencia chicana, aunque escribo en inglés.

LC ¿Por qué escribe usted?

EPT Yo escribo para mantenerme cuerda, para escaparme de la trivialidad diaria y para madurar a través de las experiencias de mis personajes. También incluyo muchas ilusiones y deseos que no se pueden realizar en la vida, pero que se pueden representar en la ficción. Así que, desde el punto de vista de la salud mental, el escribir me ha servido de terapéutica, que es lo que me mantiene con un espíritu positivo ante la vida. Soy una persona positiva. Escribir me ha convertido en un ser positivo, y una de las razones por las cuales soy una persona positiva hacia otros es porque tengo que amar a mis propios personajes, sean protagonistas o antagonistas. Tengo que quererlos, tengo que ver su humanidad, y esto es un poder que lleva a uno a todas partes. Es como si yo manipulara las vidas reales de la gente, no que yo las manipule en la vida real, sino que, en el mundo de la ficción, ellos tiene que tomar una dirección. Yo soy la que los sigo. Tomo una protagonista, una mujer naturalmente, le doy ánimo, el atrevimiento, la vida al filo de la vida que yo misma no pudiera vivir, simplemente porque yo vivo en un espacio y costumbres que me di a mí misma y quizás porque soy una cobarde, pero de todos modos, y de pronto, me convierto en esa criatura que puede hacer todo, que puede trascender cualquiera cosa y que puede meterse en lo más profundo de los sentimientos. Esta experiencia añade algo en mi vida como persona. Yo soy todas las protagonistas en mis escritos, aún esas que matan, esas que aman y esas que temen, y, sobre todo, esas que sufren. Un día mi sobrina había acabado de leer el manuscrito de unos cuentos míos y dijo que le habían gustado, pero que eran muy tristes. No me había dado cuenta de que estos cuentos de mujeres triunfadoras eran tristes. Pero, después de todo, todas las situaciones van marcadas por un estrato socavado en la lucha por la vida, pero la tristeza ni es pesada ni es negativa. Es una verdad universal que, a pesar de las luchas inherentes que definen la vida, la vida vale la pena vivirla y a la gente vale la pena amarla. Y esto, para mí, vale más que el dinero, porque tengo un sentido de lo que yo puedo ser.

LC ¿Hay alguna fuerza o motivo externo que le impele a usted a escribir (por ejemplo: otros escritores, la familia, los beneficios monetarios, el «publicar o perecer», etc.?

EPT Cuando comenzaba a escribir, tenía yo una falsa impresión creyéndome que los escritores hacían mucho dinero. Pero la clase de obras que yo escribo no producen dinero. Mis novelas no son del tipo sensual que se venden en los supermercados. A mí me interesa la obra literaria, porque eso es lo que yo soy. Soy producto de la obra literaria, por eso me encanta el buen lenguaje y el buen gusto. Mis libros no son best sellers, ni se convierten en shows de la televisión. Por tanto, tuve que aceptar el hecho de que siempre sería pobre. Al principio quería obtener algún beneficio monetario, pero nunca lo logré. Hoy me doy cuenta de que el escribir literatura tiene en sí un valor intrínseco y de que desarrollar ideas que acompañan a los personajes vivos y colocar a éstos en situaciones conflictivas, en donde se encuentra una solución y desarrollo, es un medio terapéutico para mí. Me otorga mucha paz y alegría esta experiencia y relación con los personajes. Todos los escritores de ficción tienen esta experiencia. Los escritores son sus personajes, y poder hacer estas cosas, que no puedo hacer por pertenecer a la clase media de ama-de-casa, es como escaparse en un vuelo.

LC ¿Cree usted que el ambiente social, como la experiencia chicana o la cultura dominante, le incita a escribir?

EPT Me criaron en la clase media, soy de la clase media y la cultura dominante me ha influido, sobre todo a través de las lecturas que hice. Nunca me consideré una chicana per se, porque estuve aislada de la cultura chicana. Estuve muy involucrada, especialmente como especialista en literatura inglesa, en la cultura dominante, y en realidad fui una de las primeras hispanas en especializarse en inglés, como compañera de clase de un grupo de «gringos». Allí estaba yo, la única chicana, creyéndome americana. Una de las razones es que yo no experimenté el racismo horrible que me rodeaba. Era yo demasiado ingenua para darme cuenta de este fenómeno racial, porque estaba totalmente involucrada en la experiencia de la literatura americana. Creía que era solamente americana, cuando, de pronto, me di cuenta que realmente no lo era, que era una ciudadana de segunda clase. Yo era muy idealista, y no muy espabilada. De manera que, cuando pienso en cómo me sentía yo en aquel tiempo, diré que me sentía distante de la experiencia chicana. Me encanta la experiencia que tuve de niña, como miembro de una familia hispana, de las bodas y de las quinceañeras. Las experiencias con mi mamá y mi abuela. Especialmente cuando mi mamá hacía tortillas para el desayuno. Servía jugo de naranja, huevos y tocino, pero también había frijolitos y tortillas. La mezcla era evidente, porque incluso mis padres se habían americanizado. De alguna manera, entonces, y a causa de la influencia que los libros que leía tuvieron en mí, yo misma me iba aislando. Y, para decir la verdad, cuando yo comencé a escribir, no escribía para chicanos. Desarrollé el tema hispano simplemente porque yo era hispana. Me convencí a mí misma de que esto es lo que conozco y esta es mi experiencia. [...]. En realidad, nunca me creí chicana, pero una vez que Quinto Sol comenzó a publicar mis obras, y a llamarme «chicana», me creí en la obligación de cargar con ese apelativo. Traté de recordar todas mis experiencias pasadas del barrio. De hecho, cuando por primera vez se publicó mi The Day of the Swallows me fui al barrio para oler el adobe, porque me traía memorias de ese olor delicioso del adobe húmedo cuando le daba el sol, y de mi abuela cuando regaba las plantas de su jardín al mediodía. Me sentaba en el zacate y percibía ese maravilloso olor que se haría parte de mí para el resto de mi vida. Las voces de las abuelitas y de los muchachitos jugando y hablando en español. Todo esto era música que yo había olvidado. Quería recobrar todo esto, por mucho tiempo quise volver a ser chicana, pero me di cuenta de que no podía ser, porque no viví la experiencia chicana, por haberme aislado yo misma. Y fue, naturalmente, lo libresco en mi naturaleza que, durante la mayor parte de mi vida, creó otra experiencia nueva para mí y en mí. Yo siempre fui la heroína, y nunca me creí inferior a una heroína. Esto ha sido uno de mis pecadillos más grandes. Me es difícil no creerme una heroína, porque ésta fue una de las cosas que mi abuela me metió en la cabeza. Nunca me creí una pequeña y pobre mexicanita que no tenía oportunidades. Me creí una heroína, porque mi abuela me hizo creer que lo era. Siempre me llamaba «Estrellita» y me decía que yo era maravillosa, y esto me dio tanta confianza que funcionó como un puente. Me imaginé como un río caudaloso y que necesitaba un puente para agarrarme de él en la vida con toda su pobreza, sufrimientos y racismo. Cautelosamente caminaba yo sobre este puente, que mi abuela y mis libros me habían construido, porque ante mis propios ojos yo no era una «mexicanita», sino una heroína sacada de un libro. Quizás todo esto no indique exactamente de donde provengo yo, pero trato de ser honrada. Esto y ésta es Estela Portillo.

LC ¿Tiene usted alguna causa política que la motiva a escribir?

EPT Yo defino la política muy claramente y, naturalmente, mi política involucra a la gente que ha sido explotada, esclavizada y abusada como víctima de la sociedad que ejecuta su poder de una manera errónea. Yo incorporo la política en un sentido global, y no de la manera en que los gringos han tratado a los chicanos. [En mi política] indico el contraste entre pobres y ricos. Mi punto de vista no ha sido la política del chicano explotado. Nunca la concebí de esa manera. Estudié bastante bien la historia, y, para mí, la explotación existió desde el tiempo de los egipcios. En lugar de las diez «maravillas» del mundo, yo les llamo los diez «horrores» del mundo, porque estos horrores fueron construidos a costa de las vidas de millones de gente humilde y pobre para satisfacer la ambición y orgullo de un rey. Yo no considero esto como grandeza ni como historia la que define lo mejor del ser humano. Podría decirse que, de alguna manera, todos somos animales políticos, pero tengo una conciencia clara de todo esto, porque estoy políticamente informada. Yo puedo sentir con exactitud lo que los políticos o grupos hacen para manipular a las masas. En un sentido paradójico, aunque soy una persona política, creo que la política no tiene nada que ver con el arte. Creo que todo arte es una forma de expresión que el ser humano posee para escaparse de aquello que es política, porque todo lo que es política, y que implica poder, lleva consigo la deshumanización. Y si el hombre se considera como debe considerarse, tiene que hacerlo a través de la expresión artística. El arte expresa nuestra humanidad para pelear contra la deshumanización que implica el proceso político. De manera que, en mi definición personal del arte, yo no incluyo la política, en el sentido de usar el arte como una expresión de un punto de vista político. Cuando se emplea el arte para politizar, se degrada y se viola. El arte no se creó ni practicó para eso. De acuerdo a mi definición, el arte es una forma de expresar la pequeñez del hombre, su vulnerabilidad, de crear la belleza para poder luchar por la sobrevivencia. Y esto es lo más grandioso del hombre. De modo que no es algo político, pues el arte expresa lo más elevado del ser humano, su progreso y su hermosura. Por eso, el arte no se puede definir en términos políticos. Cuando yo escribo, no quiero ni pretendo ofrecer una aseveración política, aunque parezca lo contrario. En mi Black Light hablo de cómo el mundo «gringo» aisló al mundo chicano en una isla de pobreza, de la cual no puede escapar. La razón por la cual el chicano no puede alzarse sobre este nivel de pobreza se debe a que todos los días de su vida se encuentra ante la derrota, y el gringo no comprende esto, porque su propia vida no es una derrota. Él posee todos los beneficios de las experiencias positivas y el apoyo de la cultura dominante y es aceptado como miembro de la mayoría. Pero cuando la mayoría priva a la minoría de su cultura, destruye su sentido de dignidad. ¿Cómo puede esperarse que la mayoría llegue a realizar algo? Una de las cosas que me encorajinan es el sello que le dan a los mexicanos de perezosos, de que no sirven para nada y de que no quieren trabajar, siendo, en realidad, lo opuesto. La verdad es que el hombre blanco es quien lo estranguló, quitándole lo mejor que tenía: la dignidad y la autoestima. Así que, en el fondo de mi alma, tengo esta impresión de quién es el verdugo y de quién es la víctima, pero, al fin de cuentas, mi obra no se ocupa directamente de lo político. Hay una afirmación política, pero no es intencional. En breve, yo trato de no mezclar la política con el arte.

LC El movimiento chicano de los 60 y 70 ¿ha tenido alguna influencia en su obra literaria?

EPT Me hallé atrapada en el flujo literario de esos tiempos, y me pusieron en el contexto de ser una escritora chicana. Yo podía comprender su movimiento como una forma de protesta y de coraje contra el gringo, aunque yo, como indiqué antes, me había aislado y resguardado desde mi niñez de ese prejuicio o racismo. Más tarde me di cuenta de lo estúpida que había sido y de que siempre hubo prejuicio. Me encontré varias veces ante la pared de la derrota, es decir, de no poder ser miembro de una fraternidad o sororidad, ni de poder obtener una carrera que me hubiera gustado, simplemente por haber gente cruel, y por el hecho de ser mexicana y pobre. En aquel entonces yo no estaba consciente de estas formas de rechazo. De los libros extraje imágenes de quién yo me creí que era, y eso me dio valor y confianza para no sufrir una destrucción y derrota total. Así era yo, y sentía orgullo. Pero eso no quiere decir de que el racismo no existiera. Éste pesaba mucho sobre el chicano, porque le tocó directamente y fue muy destructivo. Tenían razón los chicanos para estar encorajinados y presentar sus quejas contra el hombre blanco, que tiende a ser avaro, poderoso y manipulador. Fundamentalmente yo acepté el movimiento chicano y lo que los chicanos estaban haciendo, pero, con todo, me encontraba desprendida. La razón principal era que, dentro de mi simplismo de persona de clase media, había ignorado estúpidamente los rechazos que existían en ese tiempo, por tener una enorme confianza en mí misma. No consideraba yo esto como algo hiriente por parte del gringo. Siempre pensé que, estando en la escuela o en cualquier otra situación, yo podía hacer lo que hacía el gringo, y todavía mejor. Y, aunque parezca un poco jactancioso, esta fue la realidad, porque siempre pude pensar un poco mejor que ellos. Una de las razones por qué yo escribo en inglés, no es tanto por ser la lengua dominante, sino por el horrible sello que, históricamente, nos dieron e impusieron. Algunas veces, cuando doy alguna presentación como ponente invitada, siempre hay alguien que me alaba algo de lo que digo en alguno de mis libros. Quizás haya sido en Wisconsin, o en algún otro lugar por allá, cuando me encontré entre un grupo de maestros de inglés. Una maestra se lamentaba que ella no podía leer un libro mío, porque estaba en español. Yo, naturalmente, le respondí diciendo: «De ninguna manera, porque yo escribo en inglés». A todos le sorprendió de que yo escribiera en inglés. Es una especie de ceguera que ellos tienen en cuanto a nuestras capacidades y talentos. Este incidente me explica el enojo de algunos escritorios chicanos y del movimiento mismo. Y la mayor parte del movimiento, al principio al menos, era la voz de los hombres, de los varones, en literatura y en todo lo demás. De esta manera tomó la apariencia de oposiciones, entre el chicano y el hombre blanco, aunque no siempre había sido éste el caso. Esta división se creó para poder protestar. Una vez que me encontré en el torbellino del movimiento, yo clamaba de que era [una mujer] chicana, y no encontraba dentro de mí misma las razones suficientes para manifestar el mismo rencor de los hombres. Yo aplaudía todo, no me gustaba necesariamente el tipo de literatura que se escribía al principio, que era mayormente de tono político, en donde se sacrificaba el arte en aras de un mensaje político, pero ellos tenían el derecho de hacerlo. Yo me involucré, ciertamente, porque fui la primera chicana a quien le publicaron sus obras durante ese período del movimiento. Me convirtieron en el modelo de las mujeres en las universidades, que, por aquel tiempo, no tenían modelos. De esta manera, pues, me convertí en el primer peldaño o apoyo para que ellas pudieran crear y escribir. Y ésta es la cosa más cercana a mi participación en el movimiento chicano.

LC ¿Hubo algún motivo interno que le empujó a escribir? Si así es, ¿cuál fue?

EPT A mí me confirmaron como una «escritora chicana», porque los mismos chicanos publicaron mis obras durante el período del movimiento. Pero yo hubiera escrito aún cuando no hubiera habido ese movimiento, porque yo no escribía temas políticos. Mi libro Rain of Scorpions no tiene nada de política. En aquel entonces yo escribía sobre tristezas, como indiqué antes que había notado mi sobrina. Era debido a unas épocas de enajenación y de soledad en mi vida, que se reflejan en mis personajes, aunque yo no creía que el libro fuera así de triste.

LC Después de escribir los libros que escribió, ¿todavía tiene usted alguna cosa que transmitir a sus lectores?

EPT Espero que sí, porque, en tanto que escritores, transmitimos siempre aquello que nosotros somos, hasta el punto y momento en que nos encontramos. Espero que siempre que tomo la pluma y comienzo a escribir algo nuevo, yo me he hecho y convertido en una persona más humana y más completa, y que esto se refleje en mis escritos. También espero que yo pueda y logre aceptar más y más a la gente, a pesar de sus idiosincrasias y diferencias. Ciertamente espero que lo que escribo hoy sea mejor que lo que escribí ayer, por la simple razón de que sé más, he aprendido más, tengo más experiencia y, quizás por esto mismo, yo sea una escritora más gentil, más comprensiva con mis personajes. Espero que cada vez que escribimos seamos personas diferentes. Ciertamente, yo no me considero la misma persona hoy de la que era cuando escribí Rain of Scorpions.

LC Si usted no hubiera encontrado el vehículo literario para expresarse, ¿en qué otra forma hubiera comunicado sus ideas y mensajes?

EPT Hubiera sido una bailarina. Siempre quise ser una bailarina o una actriz. Actué mucho a un nivel local, pero más que nada me gusta la música y el baile. De todos modos, creo firmemente que yo hubiera sido parte de otra forma artística. Mi madre se enojaba conmigo, porque era maestra de música, y quería que yo aprendiera a leer las notas, y yo me rehusaba. Algunas veces ella tocaba en recitales, y cada uno de los estudiantes aprendía una pieza. Ella me pedía que ejecutara una pieza difícil de Liszt o Mozart. Entonces ella se sentaba y me la tocaba, y yo la aprendía de oído. Mi comportamiento le frustraba, porque ella sabía que yo tenía un oído muy bueno para la música. Ahora me doy cuenta exacta de lo que ella intentaba, porque cuando yo escribí tres de mis dramas, compuse ocho canciones para uno de ellos. Admito sin ambages que soy una bárbara. Puedo escribir versos, música y más, y puedo escribir en la llave de C, pero muy limitadamente, porque no sé las doce notas de la escala o lo que se necesita para poder componer variedades musicales. Esto me frustra en gran manera, por no haberle hecho caso a mi madre en ese tiempo. Creo que en aquel tiempo tenía más talentos para la música y el baile que para escritora. En mi juventud, el baile, la música y el canto eran más espontáneos, intuitivos e instintivos en mí. Me encantaba. Y, para contestar a la pregunta, sí, definitivamente sí, habría otra forma de arte para poder expresarme.

LC ¿Se arrepiente usted de haber escrito lo que escribió y cómo lo escribió? ¿Quiso alguna vez cambiar la dirección de sus escritos?

EPT Descontando otro libro que nunca se publicó, después de Hirarchy, aunque no me he arrepentido de ello por haber aprendido mucho, estoy convencida de que el arte de escribir consiste en re-escribir. Uno aprende al no escribir bien, pues tiene que volver a empezar, hasta que le salga bien. Si usted me conoce, como aquellos que me conocen bien, sabrá que Estela se esconde en una esquina y que nunca saldrá de allí hasta que pinte todo el piso. Por tanto, yo creo en la re-escritura. No me arrepiento de nada de lo que yo he escrito, porque, mientras lo hacía, creía en ello. De lo que sí me arrepiento es de la falta de artificio, de técnica y de no saber cómo separar la ficción de las ideas. Mis primeras obras fueron un montón de ideas descabelladas, que intentaba de forzarlas en los lectores a través de los personajes ficticios, y esto es un suicidio para el artista. Tardé muchos años para poder liberarme de este defecto. Pero usted podrá ver la diferencia en la nueva versión de Rain of Scorpions, en donde no aparece la retórica acostumbrada. Y esto es algo bueno, porque la ficción, en su forma esencial, no debe ocuparse de las ideas, sino de las personas, de su caracterización y de sus problemas. Esto no quiere decir que no me sienta orgullosa de algunas cosas que he producido. Pero, a causa de que comencé a escribir como una persona de ideas, como una autora libresca, tengo que admitir que la honradez conmigo misma brillaba por su ausencia en mi ficción literaria. Eran ideas, creación de personajes basados en ideas, en lugar de crear seres humanos sacados de la realidad y transformarlos en personajes ficticios. Creo que no me ajustaba lo suficiente a la tierra y a la gente del pueblo. Creo que yo no había acumulado bastantes experiencias sobre la gente y sus problemas. Era más bien una protegida ama-de-casa de la clase media, que creaba personajes salidos de la cabeza. Ésta no es la forma de hacerlo. Tardé unos quince años en darme cuenta de ello, pero ya mejoré mucho en mis escritos. Creo que ahora sé bien mi oficio. Fue una lástima que esto ocurriera tan tarde, aunque todavía tengo que vigilarme. Uno de mis objetivos y propósitos es escribir un libro que sea tan real y tan verdadero que pueda tocar las cuerdas de la sensibilidad de todos, sin prejuicios de cultura, de lengua y de experiencias. Finalmente, espero continuar en este proceso de cambio y de mejoramiento. Posiblemente caiga de bruces más veces, pero me levantaré y volveré a empezar. Esto es lo que me gusta hacer.

LC De las dos razones principales que le motivaron a escribir, ¿cuál cree usted que fue la más poderosa, la interna o la externa?

EPT Uno se encuentra entre la acción y la reacción. La experiencia externa es la acción, y la interna es la acción, aún cuando la reacción sea algo físico. La acción se internalizó antes de hacerse física. El individuo tiene mucha vida interna en él/ella y una gran capacidad de comprender sentimientos y sensaciones. Hay muchos escritores que se alimentan de las experiencias internas, porque de aquí brotan los mejores sentimientos e ideas o, dicho con más precisión, los conceptos y la espiritualidad. He leído a muchos hombres escritores muy buenos, motivados por fuerzas externas, obteniendo así buenos resultados. La mujer, sin embargo, tiende más a dejarse influir por las experiencias internas. El hombre, a causa de que es «más físico», logra mejores obras basándose en las experiencias externas. Como mujer, la interna ligazón me caracteriza a mí, aún en el momento que estaba escribiendo la escena de la violación en mi novela Trini. En aquella ocasión, hablé con un amigo que enseñaba literatura creativa en la universidad de Texas, en El Paso, y que me aconsejó: «Estela, debes comprender que esa escena de la violación requiere mucho trabajo, como una cámara cinematográfica que toma diferentes ángulos, aspectos y acciones, y que se requiere movimientos rápidos. ¿Por qué no tratas de usar solamente verbos, porque el verbo es el elemento de acción más importante? Emplea verbos únicamente para describir cada una de las acciones externas, como un marco que lleva a otra acción externa». Practiqué el consejo y, me llevó mucho tiempo, pero creo que produje uno de los mejores personajes que salieron de mi pluma, por haber seguido este consejo. Lo conseguí al ocuparme de lo externo, describiendo así la violación en sus aspectos crudos de terror y de crueldad. Las experiencias internas y externas son necesarias en la escritura literaria. No importa realmente si la motivación es externa o interna, porque creo que el escritor, en diferentes ocasiones y situaciones, se deja llevar por una u otra motivación, y él o ella internaliza lo externo o externaliza lo interno. En definitiva, ambas está entrelazadas.

LC Dejando de lado la humildad, ¿quisiera usted que se la recuerde como escritora, o, dicho de otra manera, le ha contagiado la fiebre de la inmortalidad, como le ocurrió a muchos otros escritores?

EPT ¿La inmortalidad basada en las obras literarias? ¡Qué quiere que le diga! No, no creo que yo pueda vivir eternamente porque haya escrito varios libros. No creo que sean tan importantes ni que lleguen a crear temblores sísmicos. Son sencillamente experiencias narradas y escritas. Para mí, la palabra «inmortalidad» quiere decir mucho más de lo que le puedan otorgar a uno sus libros. Es, esencialmente, la comprensión entre la mismidad y la diferencia que existen entre la vida y la muerte. Ésta es mi teoría, pero no sé si usted la quiere escuchar o no. A través de mis estudios sobre la teoría psicológica y filosófica de Jung -él es tanto filósofo como psicólogo- creo en la conciencia colectiva y, por tanto, no creo en la muerte. Creo que nuestro aspecto físico es una mera construcción del Ego, de nuestras identidades y de lo que somos. Yo soy esto y aquello, y esto es sencillamente una fachada necesaria que tiene que inutilizarse mientras el cuerpo se halla en esta tierra. Pero el ser humano es mucho más que esta apariencia física. Y no estoy hablando de Dios, del cielo o del infierno. El mismo término de «espiritualidad» está muy ajada y desgastada, porque en realidad no sabemos exactamente lo que es. Creo que vivimos una vida dentro de otra, y que siempre crecemos y nos desarrollamos en esta vida, y cuanto más conocemos y comprendemos este mundo, la vida y la muerte, más cuenta nos damos de que no hay tal cosa como la muerte. La conciencia que tengo ahora, de acuerdo a la teoría junguiana, una vez que el cuerpo muere, el nombre y los logros no tienen importancia. Pero el cuerpo que muere es un conglomerado de experiencias, sentimientos y conocimientos que, fundamentalmente, se liberan al morir el cuerpo. Se convierten en una conciencia humana mucho más grande. En otros términos, es como una enorme nube de experiencias humanas que estuvo acumulándose por miles de años, que permitió que nosotros nos desarrolláramos, que nos espiritualizáramos y que, gracias a ello, llegáramos a obtener un conocimiento de nosotros mismos y de Dios mucho más amplio. Entonces, para que el ser humano haga frente a esto, y como hombre que es, necesita de las experiencias colectivas de toda la humanidad que se encuentran en esta nube de conocimiento, de sentimientos y de sensaciones [...]. Lo que él [el ser humano] hace es desgajar una parte de esa conciencia colectiva. En esto consiste nuestra inmortalidad. No se trata de un nombre, de un ser humano solamente, o de sus experiencias individuales, sino de la totalidad de todos los seres humanos, de toda la conciencia colectiva de la humanidad [...]. Y en esto consiste la vida: el entusiasmo de vivir y de alcanzar esa conciencia cumulativa de todos los seres humanos. Por tanto, yo no moriré, sino que viviré eternamente, seré inmortal.

LC ¿Para quién escribe usted?

EPT Para mí, por razones terapéuticas. Pero, sobre todo, porque puedo crear personajes y experiencias que amplían y desarrollan mi ser como persona. También escribo para otros, porque creo que la gente joven que lee mis cuentos puede aprender o, por lo menos, puede tener alimento para la imaginación sobre sus vidas y experiencias. Recuerde de que la ficción llega hasta las regiones más profundas de la experiencia humana, hasta esos ríos de sentimientos, sensaciones y pensamientos, sean negativos o positivos, que requieren una cantidad enorme de comprensión. Una vez que estos elementos se conjuran en un cuento o en un personaje, se le entrega al lector una píldora de vida que él/ella digerirá. Y este hecho vale la pena, estas pastillitas pueden ayudar al crecimiento de otros seres humanos. ¿Cómo podría negarse, por ejemplo, que estas experiencias vitales, incluyendo las encerradas en los libros, nos convierten en lo que somos? Me atrevería, incluso, a decir que los individuos más corteses y gentiles son los que han sido buenos lectores. Yo, por ejemplo, he aprendido mucho sobre la vida interna y los pensamientos sacados de los libros. Entrégame una persona que no lee y te devolveré una persona que será inflexible, desatisfecha e intransigente, porque no se puede aprovechar de las cosas más bellas que ofrece la vida y el arte. Así, cuando se escribe una pieza literaria, o un personaje se desarrolla y se convierte en un ser humano o en él se encarnan estos sentimientos humanos, uno adquiere una sensibilidad más pronunciada y, por consiguiente, respetará más a sus congéneres. La lectura, como experiencia, se hará un hábito. La vida nos otorga experiencias con las cuales nos desarrollamos, pero la literatura las refina y las enriquece. A través de los libros adquirimos esas semillas de prudencia y de sabiduría que crecerán junto a las experiencias que la vida nos otorga.

LC Cuando usted escribe, ¿tiene en mente al lector? En particular, ¿qué clase de lector?

EPT Cuando yo comencé a escribir, no había tomado ninguna clase de literatura creativa. Escribía como cualquier salvaje y, claro, todo me salía mal. Después de haberme disculpado continuamente por mi Rain of Scorpions siempre que iba a congresos o tenía que hacer alguna presentación, antes de la segunda versión -de la cual me siento orgullosa- decidí tomar alguna clase de literatura creativa. Así que me inscribí en la universidad aquí, en El Paso. Lo primero que el profesor dijo a la clase fue que eligiéramos una «audiencia» antes de comenzar a escribir el proyecto. Yo me metí de lleno a ello y me preguntaba, «¿quién va a ser mi audiencia?». Me dije que era escritora chicana, y, por tanto, que mis lectores serían chicanos. En aquel entonces, fui sincera conmigo misma. Pero ahora no, ahora escribo para todos. Pero insistieron en que no podía escribir para todos, que tenía que seleccionar una audiencia. Lo que el profesor quería decir, se me reveló pronto. Lo que el profesor debiera haber dicho es: «¿Escriben ustedes para una audiencia que les compre los libros? O sea, ¿escriben ustedes para un mercado?». Esto es lo que significaba buscar una audiencia. Pero yo creo que el escritor que labora honradamente con las experiencias humanas, o que quiere compartir algo que él/ella aprendió, o que lo que escribe añadirá algo a las personas que lo leen, ya tienen una audiencia per se. Esos escritores están escribiendo para otros seres humanos. Así que su audiencia es aquélla que ella misma selecciona el libro y lo lee. No es aquel libro que un ama-de-casa compra en el supermercado, ni aquel otro que escoge la televisión para hacer de él una mini-serie. Esto no debe motivar a un escritor comprometido con el arte. Cuando la cuestión o pregunta de «buscar una audiencia» se propone en una clase de literatura creativa, lo que, entonces, realmente significa esto es: «¿Para qué mercado escribe usted?». El mundo es la audiencia del escritor, y cualquiera persona que lea el libro, esa es la audiencia que el escritor debe querer.

LC ¿Se preocupa usted del crítico antes, durante y después del proceso creativo? ¿O no piensa en él para nada?

EPT Para decir la verdad, yo nunca pienso ni pensé en los críticos. Y cuando algunos estudios críticos escriben algo, como por ejemplo algún escrito de María Sobek, que, según dicen, es una experta en mis obras, porque escribió sobre Black Light, después de leerlo me dije: «¡Qué hermoso, toda esta lengua tan hermosa! Pero, ¡qué pena que no haya entendido el drama». Los críticos son unas personas magníficas, pero, de algún modo, me producen terror, porque intelectualizan y proyectan de sí mismos en la obra algo que no existe ni existió en la obra misma. Quizás puedan ver algo más de lo que yo vi cuando la escribí, o quizás yo sea miope y ellos no, o quizás ellos interpreten la obra basados en otras experiencias. Sea lo que fuere, los críticos ven las cosas de diferente manera, y ésa será una prerrogativa que ellos tienen. Sin embargo, ellos son necesarios, porque nos proporcionan la oportunidad de vernos a nosotros mismos, aunque no los entendamos.

LC ¿Cómo categoraría usted su obra literaria: como documental, como un objeto de placer estético, como un producto artístico o, simplemente, como una obra de arte?

EPT Definitivamente, no como «obra de arte», porque la obra de arte exige mucho más de lo que yo hago. Un Van Gogh es una verdadera obra de arte, es el arte mismo. Pero cuando usted es un ama-de-casa de la clase media con hijos y esposo y, al mismo tiempo, tiene que trabajar en la sociedad, una no puede sacrificar todo esto por el arte. Dudo, entonces, que un escritor que está involucrado por completo en la vida rutinaria llegue a producir una verdadera obra de arte. Por otra parte, mi obra tampoco es un «documental». No podría calificar de documental a un producto artístico, porque «artístico» es un término muy vago, en el sentido de «el valor que se le da o que tiene el producto mismo». En cuanto a lo de «placer estético» diría que sí, que mi obra es ante todo un placer estético. Escribo porque recibo un gran placer al escribirla, y porque me saca de mi propio mundo y me transporta a otro, fuera de mí mismo.

LC ¿Continuaría usted escribiendo si supiera que nadie leería sus obras?

EPT Sí. Yo escribo para comprenderme a mí misma, y para construir una base sobre la cual ser lo que quiero ser y para llegar a ser lo que no soy y quiero ser. Creo que siempre me encuentro en un estado de llegar-a-ser, en lugar de haber-llegado. Como me digo a mí mismo: si hay una audiencia, magnífico, y si no hay lectores, es triste. Pero continuaré escribiendo.

LC ¿Sobre qué temas escribe usted?

EPT Sobre mujeres, sobre los pobres que sufren, sobre la humanidad que sufre, porque creo que esta gente humilde tiene más humanidad que los que no sufren, con una capacidad de espíritu que transciende cualquier situación que pueda destruirlos. Escribo sobre la derrota de los pobres y sobre las razones por las cuales no pueden escaparse de esa derrota, del poder que encuentran en sus vidas derrotadas y sobre la destreza que tienen para buscarse unos a otros y amarse. Escribo sobre viajes espirituales, como en Trini, una joven humilde. Ella no era una persona intelectual, ni tenía una mente desarrollada, pero ella emprendió un viaje, el de su vida, buscando algo más que un pedacito de tierra en la cual poder plantar semillas. Quiero que el lector descubra en esta joven simple la belleza y el valor para enfrentarse y resolver sus conflictos, el aprecio por las cosas más sencillas en la vida y su profunda capacidad para criar a sus hijos. Ella fue una mujer verdaderamente de la tierra. De hecho, el primer título que le di a esta novela fue el de La mujer de la tierra. También escribo acerca de dioses y de mitología. Con frecuencia echo mano de la mitología. Ciertamente me valgo del «realismo mágico», pero esto no es una cosa que yo hago consciente y deliberadamente. Esto es algo que me viene inconscientemente, por ser hispana, porque la psique mexicana o hispana acepta el milagro y la magia de lo desconocido. Ésta es una de las cualidades maravillosas de los hispanos. También escribo sobre figuras históricas y feministas, como Sor Juana. Escribo sobre el barrio, sobre las mujeres y cómo ellas se enfrentan a sus conflictos y los transcienden. No escribo nada autobiográfico, pero, de algún modo, creo que escribo sobre mí misma, o sobre la mismidad que yo quisiera haber sido.

LC ¿Hay algún tema especial sobre el cual usted quisiera haber escrito, pero que no escribió?

EPT No escribo autobiografías, solamente sobre personajes ficticios que normalmente están basados en otros individuos. Me gustaría poder escribir algo sobre el tema propio, sobre mí misma, pero soy una cobarde. No creo que tenga el valor para hacerlo. No sé si porque mis propias experiencias son muy triviales y monótonas, o porque soy tímida. Quizás sea debido a que cometí muchos errores en la vida, y no pude vivir con elegancia frente a esos errores. Quizás llegue el día en que saque todas mis experiencias personales y diga: «Ésta es Estela Portillo-Trambley». No tengo la menor idea si la gente pudiera aguantar un libro así, o no.

LC ¿Cree usted que hay temas prohibidos o demasiado delicados sobre los que usted o cualquier autor no debe escribir?

EPT No, el arte debe ser libre para expresarlo todo. Sin embargo, espero que esto no incluya el material «desviado». Yo no creo que pudiera tratar lo referente a lo desviado, aunque ya lo traté en el drama The Day of the Swallows. Tengo que confesar de que no sabía qué es lo que traía entre manos y, por consiguiente, me salió todo mal. En lugar de eso, traté de buscar la belleza en el ser humano, pero tiene que ser una belleza natural. Quizás sea yo un poco hipócrita, porque creo que el verdadero ser humano puede tratar sobre todo tema, incluyendo lo desviado. Para decir la verdad, yo no sabría cómo tratarlo, porque no tengo ninguna experiencia y comprensión de ello. Por otra parte, existen todos esos prejuicios socavados que uno puede reconocer como parte de uno mismo. Así que la razón principal por la cual yo no trato ese tema de la desviación es porque yo no entiendo nada de eso.

LC ¿Qué temas importantes no ha tratado la literatura chicana, y por qué no?

EPT No he leído toda la literatura chicana, pero he visto muy poco escrito sobre la clase media. Me he enterado, por medio de otros escritores, que no se puede escribir sobre ella, porque los chicanos que viven en la clase media se encuentran muy cómodos y, por tanto, su vida resulta descolorida y aburrida. Esto puede ser verdadero hasta cierto punto, pero no es cierto que haya tal cosa como completamente «cómodo». Los problemas de la clase media tienden a ser más sutiles y, en contraste, el sufrimiento de la clase pobre puede ser un sujeto de belleza para el escritor, porque hay mucho de generalización al decir que todos los pobres sufren de la misma manera. De nuevo, la palabra «desviado» me viene a la mente. Creo que hay mucho de «desviación» en la experiencia de la clase media que nunca se discute, porque la esconden muy bien. No tengo conocimiento de que exista literatura chicana sobre la clase media, pero, ciertamente, me gustaría ver más literatura sobre este tema y asunto.

LC ¿Cree usted que el escritor, en particular el escritor chicano, se encuentra libre para escribir sobre lo que quiera? Expresado de otra manera, ¿cree usted que el público o la sociedad le impone límites al escritor chicano?

EPT Parte del público general impone límites al esperar que salga algo malo de la pluma del escritor chicano. El público, en general, está a la expectativa que el escritor chicano emplee lenguaje grosero, violencia y crítica contra el gringo. De hecho, la literatura chicana comenzó así. Tengo la impresión, sin embargo, que el público en general no lee mucho la literatura chicana. Una de las razones, como excusa, es porque esperan que el chicano emplee mucho español, o que no entienden lo que contiene la obra, o que no pueden relacionarse a la experiencia chicana. No creo que el escritor chicano deba engañarse ante esta opinión. Uno escribe sobre lo que sabe, y el lector saca sus conclusiones. Ni el escritor debe preocuparse si lo que escribe va o no va a desagradar al lector por ésta o aquélla razón. Todo lo que debe hacer el escritor es qué clase de escritor es, cómo manejar el lenguaje y si tiene o no intuiciones y valores que se desarrollan en la obra, desembocando en un resultado positivo. No, yo no creo en poner límites. El escritor no debe permitirlos, ni permitírselos.

LC ¿Siente usted necesidad de escribir?

EPT Sí, necesito escribir, tengo que escribir. Termino un proyecto y, después, me meto en otro. Acabo de re-escribir Rain of Scorpions, cuando estaba ya metida en mi novela Massiani. Tan pronto como la sometí al editor me sentía mal, y tuve que meterme en otro proyecto. Entonces comencé a re-escribir mi drama Sor Juana, que resulta ser el «show» de una sola mujer, y la razón es porque ya había re-escrito los otros dramas. Los dramas Black Light y El Puente Negro/Black Bridge los re-escribí, por lo menos, siete veces cada uno. Siempre estoy ocupada, escribiendo un nuevo proyecto o re-escribiendo uno viejo. Cuando termino una pieza, no necesariamente comienzo otra. En mi organización personal, a veces saco material nuevo del viejo. Primero lo pienso, lo aporreo y hablo sobre ese material. Después dejo que los personajes hablen y que hagan cambios que, a lo mejor, no entran dentro del plan que me tracé desde el principio, y que no es necesariamente el mejor. De este modo, cambio ciertas circunstancias, trabajándolas mentalmente. Es algo semejante a los nueve meses de embarazo. Vuelvo a manosear o digerir el trabajo, sueño con él y lo cambio muchas veces en mi mente antes de ponerlo por escrito. Sin embargo, y al mismo tiempo, estoy escribiendo otro proyecto [...]. Siempre estoy involucrada en algún proyecto y siempre lo estaré, porque es parte mía, soy yo fuera de mí misma. En este momento soy Sor Juana, y lo encuentro como algo maravilloso, porque, en el momento presente, me siento una mujer anciana con nietos. Los alimento, los regaño, los baño mientras me enfrento con mi hija de once años, que tiene la tendencia a ser mandona. En medio de todo esto, tengo que ocuparme de todos los problemas de la vida, que son un tanto mundanos. De pronto, puedo apartarme de todo este ajetreo diario y me convierto en una heroína histórica. Esto me parece necesario en la vida, porque me hace sentir que soy una persona especial, y necesito sentirme así.

LC ¿Necesita usted algún lugar especial para poder escribir?

EPT ¡Ésta sí que es una pregunta buena e interesante! Algunas veces la gente universitaria me invita, y me veo rodeada de hermosas casas y bellos jardines. Generalmente la anfitriona no escribe como yo. Es sencillamente una persona bien acomodada, y yo siento envidia. Y, de pronto, me doy cuenta que yo no podría escribir en un lugar así. Tengo que estar entre ollas, entre nietos, y entre ruidos y gente que me grita. Además de esto, tengo un trabajo a tiempo completo fuera de casa, de manera que tengo que buscar tiempo para escribir, por ejemplo, los domingos por la mañana. En fin, me doy cuenta de que escribo mejor bajo presión que si tuviera mucho tiempo libre y tranquilo. Y aún suponiendo que tuviera todo el tiempo libre que quisiera para escribir, y un lugar perfecto, como una lago con cisnes y un bello escenario, no creo que pudiera escribir. Creo que me volvería perezosa, y me entregaría únicamente al gozo. Pero trabajar bajo presión es la forma a que me acostumbré desde el principio. O sea, que trabajo y produzco más y mejor bajo presión. El único momento en que no escribo es cuando repaso, pienso, medito y creo yo misma mis personajes. Esto lo hago mientras manejo el carro o cuando estoy sentada en mi oficina, y no hay nadie. Es una oficina hermosa y pacífica, y me gusta estar allí. En esos momentos es cuando permito que mis personajes se formen y se desarrollen, y mis argumentos se vayan formando adecuadamente. Por tanto, yo no necesito esos lugares especiales que tienen otras personas. Puedo escribir rodeada de bullicio y de vida.

LC ¿Cuáles son los pasos preliminares en la gestación de su trabajo? ¿Controla usted esos pasos iniciales del proceso creativo? ¿Cómo diseña usted una obra nueva?

EPT Acabo de describir cómo moldeo yo a los personajes, sobre qué clase de personas son o van a ser. He oído decir de algunos escritores que tienen tan bien desarrollado y creado un personaje que éste salta solo ante el autor y le dice a éste qué es lo que hay que hacer. Yo nunca tuve esa experiencia. Mis personajes se enfrentan a un conflicto de una manera dada, y después tienen que decidir y escoger entre varias opciones. Ellos tiene cierto control, pero porque yo los conozco muy bien, i. e., quiénes son, qué son, etc., y yo sé qué es lo que van a elegir. O sea, no son ellos los que me guían a mí ante lo que yo debo escribir, sino que se trata de una elección que ya está prefijada por mí, de acuerdo a sus propias vidas. Antes de escribir, ya tengo yo bien pensados a mis personajes. Como ejercicio, siempre uso bloques de papel amarillo y pluma. La primera vez que escribo, no puedo hacerlo en una máquina de escribir. Tengo que escribir a mano tres veces cada capítulo o acto, antes de decidir pasarlo a la máquina o la computadora. Una secretaria y tipógrafa me hace esto último. En ese momento preciso, el personaje más importante es el protagonista. Tengo que conocer completamente su personalidad integral, y que sus reacciones sean verdaderas y honradas. Sin esto, no podría yo escribir nada. Así que tengo un período de encubación antes de transcribirlo por escrito. Pero, después de ponerlo por escrito, entonces lo dejo de lado por algún tiempo, porque en el momento de escribirlo creo que es un personaje perfecto o una situación maravillosa. Así que lo meto en un cajón, y lo dejo descansar mientras hago otras cosas. Después de unas dos semanas, vuelvo a repasarlo cuidadosamente, y siento repugnancia. Me pregunto, ¿cómo pude yo haber escrito esto? Y la repugnancia me fuerza a retocar y refinar el capítulo escrito. Lo vuelvo a repetir dos o tres veces más. Éste es, en pocas palabras, mi proceso creativo. No es un proceso simple y sencillo. Sin embargo, aún cuando reboso de alegría, a veces es un puro dolor. Mucho dolor.

LC Cuando una obra está comenzada, ¿tiene usted el control completo?

EPT Uno tiene que tener el control de los personajes. No puede dejar que se les desvíe o resbalen. Uno cree que el personaje lo controla, pero no, no puede ser. Se trata de un control consciente por parte del autor. El personaje hará ciertas cosas y, luego, el autor tiene que retroceder y pensar, ¿por qué ella, el personaje, hace esto o aquello, y cuáles serán las consecuencias de estas acciones? Y una tendrá que dejarle dos o tres alternativas. Pero es una cosa deliberada, una tiene que controlarla deliberadamente. Es como una carrera, uno controla el carro, el caballo, cualquier juego. Tiene que controlarlo para que tenga éxito. Me gustaría pensar, en fin, que mis personajes me controlan a mí y que escribieran mis obras, pero se trataría de un deseo irreal de mi parte.

LC La obra de arte es una «creación». ¿Cuál es la función del creador o de la creadora?

EPT Producir. De nuevo no me siento cómoda con la expresión «obra de arte». Pero, en fin, su función sería la de producir una obra de arte que añada algo a nuestra sensibilidad y a nuestra humanidad. Debe ser algo que eleve y transcienda nuestras exigencias y nuestros deseos mundanos. Me gustaría decir que la obra de arte prueba que los seres humanos están hechos de un material refinado y que podemos hacer cosas que, como seres humanos ordinarios, no hacemos. Sé que usted estará pensando que algunos de mis personajes son asesinos, pero matan con fineza y calidad, y por causas humanas y nobles. Sus disculpas o justificaciones son legítimas y, en algunos casos, hasta sinfónicas.

LC ¿Cuánto de «pura ficción», cuánto de «realidad o experiencia personal» y cuánto de «experiencia colectiva chicana» hay en sus obras, y en qué proporciones?

EPT Todas estas cualidades o elementos se encuentran en mis obras. La experiencia personal es algo que se crea. Yo no saco estas experiencias de mi vida real. Pensándolo bien, sí, son experiencias personales, por ejemplo, cuando una mujer sufre soledad, pobreza, ama a los niños, la importancia de la crianza, el amor a la tierra y el aprecio de las cosas más simples y pequeñas. Todo esto forma parte de las experiencias de mis personajes. Todos los elementos mencionados en la pregunta son necesarios para escribir una historia, excepto en lo tocante a «la experiencia chicana», por el simple hecho de que no todos los cuentos y escritos míos tocan el tema y experiencia chicanas. La ficción pura implicaría argumentos e historias que fueron totalmente inventadas. Por ejemplo, Peter Pan o «en tierras que nunca existieron», en donde todos los aspectos del cuento no tienen nada que ver con los seres humanos. Ficción pura también quiere decir crear algo que no es autobiográfico. Tiene que ver con la creación de un reino o un mundo que puede ser ficticio de tal manera que, aunque real, es ficticio en las relaciones interpersonales de los personajes y en sus circunstancias particulares. Tomemos, por ejemplo, el uso del realismo mágico. ¿Por qué sale o emerge de nosotros sin esfuerzo alguno? La cualidad mística del milagro que se encuentra en todas mis novelas, en todas mis obras, especialmente en Trini, eso sería pura ficción. Es pura ficción, porque no sabemos lo suficiente acerca de este realismo mágico. Es parte de lo desconocido, es el oscuro lado de lo desconocido que no comprendemos, por eso se le llama milagro o mística. Por eso lo conocemos intuitiva e instintivamente. Por lo menos, las mujeres lo sentimos y lo conocemos. Y por esta razón es pura ficción, porque es algo que no podemos decir que ocurra en la vida ordinaria. Y la experiencia real, la experiencia vital puede ser ficción pura en el sentido de que la experiencia vital es la que amplía al personaje o que le otorga dimensiones más amplias. En pocas palabras, todos esos elementos son necesarios y son parte de la historia en la obra. La ficción, a veces, se yuxtapone a la realidad, y los escritores que dicen que están escribiendo ficción, porque sus personajes son ficticios, lo que están haciendo en realidad es escribirse a sí mismos dentro de los personajes. Pasan por una experiencia profunda, como una experiencia vital interna, y después se la pasan a la protagonista, si la protagonista es una mujer, y si una mujer está escribiendo. No creo que una mujer pueda meterse dentro del pellejo de un protagonista masculino, por ser mujer. Lo contrario también es cierto en el caso de los hombres. Trataron de meterse dentro del pellejo de las mujeres, pero no creo que lo hicieran bien.

LC En sus obras, ¿qué relación ve usted y qué porcentaje le da en términos de forma artística y de contenido temático?

EPT Si por «forma artística» quiere decirse el conocimiento del «oficio» de escritor, tendría que contestar yo que no hay «una forma única». Estando consciente de su oficio, y ejecutando bien y técnicamente la obra -como seguir fielmente la regla que dice que ésta es la manera correcta de crear a un personaje- en esto consiste el conflicto, estas son las acciones que se presentan, estas son las acciones concluyentes, esta es la estructura, todos estos elementos son muy necesarios cuando se escribe en un formato tradicional. La estructura, por ejemplo, es esencial a una novela que describe la historia de un ser humano que se enfrenta a un antagonista que es capaz, a su vez, de enfrentarse, destruir o trascender a ese antagonista. Virginia Wolf, por otro lado, a veces emplea «el fluir de la conciencia» en sus obras. Y parece como si ella tomara varias direcciones con esta técnica. Así que uno tiene que preguntarse, ¿en dónde están los hilos que dan unidad a su obra? Usted no podrá verlos fácilmente, pero llega a la conclusión de que ésta es la naturaleza artística de Virginia Wolf, la de tomar varios caminos. Ella se encuentra, de esta manera, en su medio ambiente. Yo, no. Yo empleo mi oficio para construir una forma artística que vaya a un lugar previsto, en particular, buscando alguna conclusión. Yo no estoy consciente de esto mientras lo estoy haciendo. Más tarde, escrutino mi obra con ojos críticos y yo, como yo misma, me pregunto, ¿me he desviado, es vaga, es verídica, es honrada? Y, algunas veces tengo que contestarme: no, no es. Entonces, vuelvo sobre el trabajo, y lo rehago. De manera que, en medio de todo, me detengo y, con ojos críticos, determino si voy bien o no. Estoy muy consciente del tema, de la forma y de la estructura, pero no soy terca e intransigente sobre la forma que la obra debe tener. Dicho de un modo simple, escribo una obra o un cuento sin cambiarlo demasiado. Después, más tarde, me distancio de ella y la examino para ver si tiene todos esos elementos.

LC Cuando usted escribe, ¿qué le influye más, lo consciente o lo inconsciente?

EPT Si uno está influido por el consciente, tiene que tener una sensibilidad enorme, y el uso completo de los sentidos. Tiene que extraer los sentimientos de la gente con mucha perspicacia. Y esto es una cosa muy difícil de hacer. Creo que es mucho más fácil dejar que las ideas broten del subconsciente. Y realmente fluyen con facilidad. El subconsciente se presta muy bien a los problemas que se presentan al protagonista. También enriquecen al consciente, pero, si uno escribe sobre la vida, tiene que tener mucho cuidado para indicar que ése es el mundo del consciente, la realidad misma y las reacciones de esa realidad que pasan del trasfondo a la superficie o primer plano. Yo empleo ambos, pero me gusta usar más el consciente. Una de las razones por las cuales no fui muy buena dramaturga es porque usaba mucho el consciente. Es muy cómodo dejarse caer en el subconsciente, simplemente porque hay mucho material en esa fuente.

LC Después de que una obra está terminada, ¿se ve usted reflejada en ella? ¿Puede verla como su propia «creación» o como algo fuera de usted?

EPT Lo que yo escribo, soy yo, una versión diferente de mí misma. Uno de mis otros «yoes». De nuevo tengo que decir que es una forma terapéutica, en el sentido de que puedo sentir algo muy diferente de lo que experimentamos en la vida diaria. Yo no veo ni considero mis obras como algo fuera de mí, o como algo que Dios regaló al mundo. Yo no soy ninguna artista mesiánica. Yo solamente sé que acabo de escribir una obra sobre una protagonista que es mejor que yo, más seductora que yo y más sobresaliente que yo. En otros términos, ella puede hacer todo mejor que yo. Esto me otorga un gran placer, especialmente cuando una sabe que no puede, como persona, alcanzar ese nivel alto. Pero el escritor puede alcanzar esto y más a través de sus personajes. Y esto es exactamente lo que yo hago. Y una vez que la obra se terminó, yo digo: «Esto soy yo».

LC Una vez que la obra se ha «desprendido» de usted, ¿siente como si una parte integral de usted se ha perdido o, por el contrario, que usted ha acumulado o ganado algo en el proceso?

EPT Definitivamente, sí. He ganado algo en el proceso. El desarrollo de la protagonista fue mi propio desarrollo, y sus experiencias son mis experiencias, añadidas a las dimensiones que existían ya. No he perdido nada. Lo gané todo.

LC ¿Le gustaría añadir algún otro comentario sobre usted misma, sobre sus obras, sobre los críticos, sobre los lectores?

EPT Espero que mi libro Rain of Scorpions, es decir, la nueva versión, sea leída por muchos. Es una novela que fue ignorada por casi todos, allá por los años '70. Leyeron otros cuentos cortos míos, pero Rain of Scorpions nunca fue analizada ni criticada. Por una parte, me alegro de ello, porque estaba muy mal escrita. Pero espero que alguien la lea ahora. Ya se han hecho algunas reseñas sobre esta nueva versión, bastante buenas, de manera que espero que el público la lea, porque trata de la sabiduría y de la prudencia.


Anterior Indice Siguiente