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«Tres golpes de timbal». Reportaje a Daniel Moyano

Carlos Hugo Mamonde

Alejandro Schmidt





Daniel Moyano, cuentista y novelista, nació en la ciudad de Buenos Aires en 1928 y residió en Córdoba y La Rioja. Desde 1975 vive en España.

Entre sus títulos se cuentan: Artista de variedades, Córdoba, Assandri, 1960. El rescate, Buenos Aires, Burnichón Editor, 1963. La lombriz, Buenos Aires, Nueve 64 Editora, 1964. El fuego interrumpido, Buenos Aires, Sudamericana, 1967. Una luz muy lejana, Buenos Aires Sudamericana, 1967. El monstruo y otros cuentos, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1967. El oscuro, Buenos Aires, Sudamericana, 1968. Mi música es para esta gente, Caracas, Monte Ávila, 1970. El trino del diablo, Buenos Aires, Sudamericana, 1974. El estuche del cocodrilo, Buenos Aires, Ediciones del Sol, 1974. El vuelo del tigre, Madrid, Legasa Literaria, 1981.

El tres de noviembre de 1989 y en exclusividad para esta revista los autores argentinos residentes en Madrid, Carlos Mamonde y Alejandro Schmidt, grabaron un reportaje a este narrador esencial de la literatura argentina contemporánea, el cual transcribimos a continuación.

Carlos Mamonde: ¿Qué significa esta novela nueva, Tres golpes de timbal?

Daniel Moyano: Esta novela nueva en realidad es una de las más viejas, porque la novela ahora aparece en forma de palabras escritas pero, a mí me viene sonando desde hace más de veinte años. Esta novela reúne ese Facundo que yo amenacé tantas veces escribir en Argentina, en muchos reportajes y que nunca escribí. Bueno, la mitad es ese Facundo frustrado, lo que pasa es que no está Facundo aquí. Hace unos veinte años yo fui a Jagüe -es el último pueblo riojano yendo a Chile-, cuando fui no había caminos para ir, había que hacerlo a lomo de mula y yo empecé a pedir la historia del pueblo y me dicen: «Mire el que sabe la historia de este pueblo es un titiritero pero está pa' Chile y él tiene en los muñecos la historia del pueblo». Yo no lo pude ver y le digo «¿y, qué más?». «Ah -dice-, hay un piano», y «¿de dónde lo trajeron?», «y... de Chile», «¿y, cómo?», «y... a lomo de mula»; entonces con los muñecos y el piano que son los dos temas, digamos, principales de mi novela, empecé a hacer anotaciones por los finales de la década del 60, escribí algunos artículos en Clarín y estuve hasta el año pasado anotando y anotando cosas y no encontraba el tono, no me sonaba. Porque como yo he sido músico descubrí, cuando dejé la música y me dediqué totalmente a las palabras, que la música es verdad y la literatura no, es decir, los sonidos son naturaleza, la música está en la naturaleza porque obedece a leyes físicas y las palabras son invenciones nuestras, entonces, hasta que una cosa a mí no me suena como una melodía, con sus acompañamientos y con sus variaciones, no la puedo escribir.

Esta novela estuvo veinte años para sonar, un día mi hijo Ricardo me dijo -yo había hecho algunas anotaciones ya- «¿sabes lo que estás haciendo con eso? las Variaciones de Goldberg, si estás escribiendo solamente sobre el piano, un cometa y los muñecos», y, al final, yo no me animaba a escribirla, le tenía un poco de miedo. Un día me encuentro con un gran poeta de Salta que vive aquí en Madrid y hace títeres en «El Retiro», se llama Teuco Castilla, le cuento la novela y me dice: «pero hermanito, ¿cómo, pero, cómo no has escrito eso? Ándate ya a tu casa...». Cómo sería que tenía una botella de anís y renuncié al anís para mandarme a casa a escribir. Limpié el trastero no sé si con mi hija Mana Inés o Ricardo y empecé a escribirla en manuscrito y la terminé, y un poco, esa novela es la más vieja de las novelas.

Mamonde: Sin embargo, el hecho de que la hayas escrito, en Europa, y en el sentido no del espacio físico sino de la experiencia, la ha cambiado porque la crítica dice que te pareces, por ejemplo, en cierta concepción de la historia y de lo místico a un escritor alemán que mencionábamos, Jünger, eso significa que ese mismo tema, con el paso del tiempo, tu experiencia europea lo ha matizado, ¿lo hubieras escrito igual en La Rioja, o no?

Moyano: No lo sé porque en cuanto a la concepción y a la cosmogonía que dicen coincidiría con la de Ernst Jünger, ahí hay una cosmogonía en mi novela, hay una visión del mundo por parte de astrónomos, músicos y muleros, y ellos tienen una visión del mundo que yo ya la tenía entonces y la tenía Jünger pero, fíjate, yo pienso que las mismas visiones que tuvo él las ha tenido el personaje de mi novela Fábulo Vega, que es la síntesis que hice en la novela de las muchas personas con las que hablé en Jagüe entre las que yo también me incluyo; yo también soy de algún modo de Jagüe cuando me meto en sus entrañas para verlo y esa cosmovisión extraída de ahí, que coincide con la de Jünger, es la misma analogía existente entre la Carta del vidente de Arthur Rimbaud y la obra de unos poetas mejicanos que vivieron 1500 años antes de la llegada de Hernán Cortés. Los clamantinimes eran maestros de música, porque música, poesía y danza eran el mismo arte entre estos indios ¿no? y hay un poema que habla de la palabra verdadera que es exactamente, la Carta del vidente de Rimbaud. ¿Cómo en 2000 años de diferencia un europeo y un indio de Méjico tienen la misma visión del mundo? Porque la estructura de la mente es la misma y porque el hombre es el mismo.

Mamonde: ¿Estás queriendo decir que las culturas son más superficiales que la percepción?

Moyano: Exactamente, la percepción está antes que las culturas sin ella no habría culturas.

Mamonde: Parece que se imponen las percepciones desnudas con respecto a la cultura, que ésta no es tan fuerte, como casi todo lo que se está pensando últimamente lleva a una revalorización de los nacionalismos, etc. ¿Pensás que un escritor de cualquier punto del planeta puede enfrentarse a los mismos temas? Yo sé que sí pero, ¿por qué?

Moyano: Y... porque físicamente es así.

Mamonde: Quiero decir que no hay temas nacionales que hay temas que se dan por la relación estrecha entre el escritor y la realidad.

Moyano: Stephen Hawking dice que lo más maravilloso del universo es su simplicidad, es simplísimo, le faltan (a Hawking) un par de numeritos para terminar la ecuación que explica todo y, esas visiones de esa gente que vive ahí, en Jagüe que son personajes de mis novelas y que creen que los girasoles son relojes cósmicos, que captan el tiempo con el sol y lo convierten en semillas y lo tiran para ir creando la eternidad, esas son visiones de los personajes de mi novela ¿no? es decir, coinciden un poco con Hawking, «todo es lo mismo» como decía Mozart con respecto a la música. Para poner otro ejemplo, el Himno Nacional Argentino, ustedes saben bien que es de Haydn y la letra es de Jovellanos, en una cinta que me mandó Ricardo de París mezcla una chacarera con Bach, bueno, a mí me ha divertido mucho la cosa. En Oviedo me invita la Universidad a dar una conferencia sobre Lugones, entonces voy a la biblioteca y me busco todos los libros de Lugones y, había uno que yo no había leído se llama, El payador, un estudio sobre la música argentina y -este cabrón también era un erudito en música- te pone chacareras, música de Bach, Haydn y te hace ver las coincidencias entre el folclore argentino y esos músicos y dice él como dice Mozart en la película Amadeus, «todo lo mismo». Todo es lo mismo, todo es sustancia cósmica, depende de cómo lo miremos, son distintas actitudes de la misma sustancia, la música, o sea los sonidos, y las palabras que, yo trato de que suenen para que sean más verdad es decir, si se aproximan a la música, van a ser más verdad, van a ir más allá de ellas mismas en cuanto a verdad.

Mamonde: Che, Daniel, ahora estás escribiendo cuentos.

Moyano: Y una novela que empecé hace una semana.

Mamonde: Sí, bueno, pero estabas escribiendo cuentos; hay algunos lectores tuyos que somos injustos con vos, nos gustan más los cuentos, no que la novela en particular, sino más tus cuentos. ¿Seguís con la novela o volvés al cuento?

Moyano: Todo es lo mismo, cuento y novela. Todo es lo mismo. Los críticos hacen diferencia en que un cuento es esto o... siempre dicen huevadas ¿no? Hay la narrativa, los géneros poéticos, estos son géneros poéticos que inventan, el cuento, la novela, la poesía, son géneros poéticos que inventan una realidad a partir de la realidad misma, y crean otra realidad y está el género histórico que cuenta los hechos tal cual son, o sea, aburridos. Así como hay músicos que tocan la partitura tal como es, aburrida, y músicos que la tocan a su aire, lo que es menos aburrido.

Alejandro Schmidt: De todos modos por lo que vos estás diciendo parece haber una concepción irracional o un olvido de la historia ¿no?, o una falta de importancia de la historia en cuanto a instrumento para aprehender el mundo ¿no? Vos priorizás una visión mítica que no varía demasiado a lo largo del tiempo.

Moyano: La historia de nosotros, que no somos el objetivo de la naturaleza y mucho menos del universo que, somos unos monitos que nos hemos erguido y andamos aquí y no hay nada que nos asegure que vamos a ser los habitantes definitivos de este planeta, pueden erguirse y desarrollarse otras especies, podemos autoaniquilarnos como hay indicios entonces, eso es producto de la historia no me voy a meter con el tema del azar, es un poco difícil para mí, no lo tengo bien claro todavía. La historia en términos de géneros (Herodoto) no es la verdadera historia del hombre, es la historia de los acontecimientos, la historia de las batallas, de las dictaduras, de las luchas, la verdadera historia del hombre es la historia interna, la que está reflejada en el arte y no la otra. La historia nos cuenta la batalla de Waterloo pero no nos puede contar la mente de Raskolnicov, es decir, la verdadera historia, la más rica, está en el arte. La historia es una huevadita que narra las cositas que hace este animalito, narra estos hechos tal como son. Dentro de lo que cabe, está regida más por el azar (la cuota de azar que hay en la vida cotidiana es espantosa, ergo, también la cuota de azar que pasa a la historia es espantosa) pero no es un azar como el azar del que habla Balzac cuando escribe La comedia humana, que dice que el azar debe tener mucha importancia cuando se narra. El azar de la historia parte de la violencia, y el arte parte de la meditación del sino, de la especulación sobre el mundo, de una contemplación. Por eso creo que es más historia el arte y, lo dijo Karl Mark «aprendí mucho más de la burguesía en La Comedia humana que en la historia del capitalismo moderno europeo», entonces sí, en ese sentido, yo creo que paso de la historia y prefiero las cosmovisiones de estos astrónomos muleros que hay en Jagüe que, curiosamente, coinciden bastante con Hawking que algo sabe de física.

Mamonde: José María Castiñeira de Dios, como funcionario del gobierno, está haciendo una antología monumental de la prosa y la poesía en Argentina en la cual estás incluido, esto me sugiere preguntarte en tus últimas lecturas de lo que se está escribiendo en Argentina ¿qué es lo que te interesa, que no te interesa y que te atrae?

Moyano: Lo poco que me ha llegado de amigos míos que escriben muy bien... están como desesperados buscando plata, entonces. Ana María Schúa por ejemplo, que escribe tan bien, mandó un libro que creo se llama Cuentos con sexo o El sexo en el cuento, ella escribe muy bien, en ese libro hace concesiones a la editorial. He visto la película Sur de Pino Solanas (mezcla libros con películas) donde parece que el único problema que tiene un hombre que sale de la cárcel y vuelve a su hogar es el problema sexual y eso ¿es para vender la película?, porque si le quitáramos eso la película sería estupenda, pero, parece un obseso sexual el personaje, o sea, creo que está totalmente desvirtuada la problemática del personaje que él intenta..., lo mismo sucede con mucha literatura, sucede aquí en España también. Vargas Llosa acaba de publicar un libro de cuentos para vírgenes, cosas así, las editoriales van condicionando y te dicen lo que tenés que escribir, entonces si ponés el SIDA (María Inés dice que yo tengo que escribir un libro que se llame, El amor en tiempos del SIDA) entonces me lleno de guita. Bueno, eso obedece a una industria de la cultura en la que Argentina ha caído, todos lo hacen, no sé si «caer» o no, no quiero menospreciar a nadie con esto, pero quiero decir que tocan cosas tópicas y creo que la problemática de la Argentina no es la obsesión sexual, tiene muchos problemas más serios que ésos para que los escritores se ocupen. En un congreso de escritores que hubo en Alemania hace un par de años, donde nos invitaron a un grupo de escritores argentinos, la mayoría venidos de Buenos Aires y algunos otros que estábamos aquí, noté que los escritores que vinieron de Argentina negaban, un poco traumáticamente, todo lo que ellos creen que es literatura testimonial: no hay que hablar de lo que sucede hay que hablar de bueyes perdidos; a Borges lo ponen sobre todas las cosas porque nunca se ocupó de la realidad que lo rodeaba y ellos dicen que ese es el camino a seguir, a pesar de El Matadero, a pesar de Facundo, a pesar del Martín Fierro, etc., etc. ¿no? He visto en ellos como un mea culpa, o un querer olvidar lo que sucedió. Yo no te digo que tenemos que vivir escribiendo de la tortura, en Tres golpes de timbal yo cuento una tortura, pero a mí manera, es un viejo que sabe una canción prohibida, y se la quieren sacar de adentro entonces le meten la mano por el esófago y llegan hasta el estómago y tratan de sacarle la canción, pero el viejo la ha mezclado con otras cosas para que no se la puedan sacar por la garganta ¿no? y bueno yo he intentado contar la tortura a través de una canción.

Mamonde: Sin entrar en la obscenidad de los detalles.

Moyano: Sin entrar en la obscenidad de los detalles, el realismo mata las cosas y esto lo sabemos desde los poetas surrealistas nombrar una cosa es quitarle ya, las tres cuartas partes de su valor, hay que sugerirlo o lo que decía Cortázar, «No nombres la gaviota, que vuele en tu cuento».

Schmidt: Daniel, a mí lo que me llama la atención de Argentina visto desde acá es los escritores a los que le dan importancia o los que más suenan, Piglia, Saer, Bianciotti, tres que a mí me parece visto desde acá, que no tienen la importancia que se les da, creo que esto va con lo que vos decís de la industria cultural, porque al mismo tiempo, otros escritores como Wernicke, Verbitsky, Kordon, Manauta, el mismo Vanasco están sin reeditar, están olvidados ¿no?

Moyano: Yo pienso que esto forma parte de un tinglado de la industria de la cultura.

Schmidt: Y hablando de la industria de la cultura, de alguna manera tu narrativa se ha vendido con la del boom.

Moyano: No.

Schmidt: ¿No son contemporáneos?

Moyano: No, no, mirá hay una diferencia muy grande entre el boom y nosotros, los post-boom, aunque el boom ya sabemos que es una invención de empresarios europeos, españoles, catalanes concretamente que, coincidió con los grandes escritores de ese momento, pero, antes había grandes escritores también que no teman boom. El boom coincide con unas palabras que dijo el Che Guevara «echaron a rodar las ruedas de la historia», se refiere a la gente que luchó en Cuba. Cuba, o sea, América Latina entra en la historia contemporánea con la revolución cubana, si no hubiera sucedido la Revolución Cubana, América Latina no habría entrado tan bien en la historia como entró. Entonces, los escritores del boom vienen respaldados por este hecho histórico importantísimo, en cambio nosotros, los escritores del post-boom, somos los escritores -ellos son los escritores del triunfo- nosotros somos los escritores de las dictaduras, los escritores de la derrota, hablo de Juan José Hernández, Haroldo Conti, Antonio Di Benedetto, de Vanasco, Verbitsky, Rodolfo Walsh. América Latina se viene abajo en la visión europea con estas dictaduras, entonces no le interesa esos escritores de esas repúblicas bananeras ¿y... sigue el boom? Sí sigue... el boom de ellos ¿no?

Schmidt: Ahora teniendo en cuenta lo que estás diciendo cómo ves tu lugar o tu capacidad de aceptación, por ejemplo, dentro de España.

Moyano: Mirá yo llevo catorce años en España y ha publicado dos libros en Inglaterra tres en Francia y «ahora», últimamente, he publicado en España, pero he estado diez años inédito en España, pero sí traducido al polaco ruso, inglés, francés y aquí no conseguí ni lo busqué; pero si consiguieron lugares seudoescritores como ese cubano Valladares que se hacía el paralítico y después salió corriendo, jugando al fútbol. Él tuvo más eco en esta Europa que un montón de escritores que pasaron por aquí como Héctor Tizón, Di Benedetto, un poeta como Mario Trejo a quien se le editó un libro como de lástima digamos ¿no? Es decir, a nosotros, como no éramos del boom, no nos pusieron las cosas en bandeja. A mí fundamentalmente me interesa hacer una obra, ésa ha sido siempre mi conducta, no he buscado editores ahora me han salido en España porque gané el Premio Internacional Rulfo en París. Gracias a eso Carmen Balcells me llamó, se convirtió en mi representante y empezó a hacerme firmar contratos con editoriales españolas. Ahora parece que tendría yo la posibilidad de tener, cómo te diré, alguna compensación externa con respecto a lo que uno es cotidianamente todos los días de su vida, en este vicio maldito de la literatura.

Schmidt: ¿Y tus próximos proyectos cuáles son? ¿en qué estas trabajando ahora?

Moyano: Bueno, yo había escrito Libro de navíos y borrascas que se tradujo al francés y ahora es lectura obligatoria en todas las universidades francesas. Yo a ese libro no lo veía bien, la crítica no lo entendió, todo lo que escribieron los periodistas a mí no me enseñó nada hasta que apareció Sara Bonnardel, una mendocina que entiende a fondo mi novela. Ha escrito un libro de quinientas páginas que yo acabo de leer y donde me di cuenta todo lo que hay en Navíos y borrascas y me di cuenta -yo lo sabía pero creía que eran invenciones mías pero no, está en el texto- entonces ahora, yo siempre había pensado escribir una continuación de esa novela y la paré porque me desalentó bastante el hecho de que nadie escribiera en serio sobre ella.

Schmidt: Que no tuviera eco real digamos.

Moyano: Fue muy elogiada en la Argentina, esos elogios que hacen los periódicos, pero nadie ahondó y entonces ahora sí estoy escribiendo la segunda parte de esa novela que por ahora, se llama Libro de caminos y de reinos. En Navíos hay un personaje que decía que quedó colgado, pero no lo está, es Nieves la sobrina del cocinero del barco donde viene el personaje y entonces esta novela es la búsqueda de Nieves en España, pero, claro, Nieves es un montón de cosas según me demostró Sara, entonces es la búsqueda de una patria metafísica, de un paraíso perdido, ya no la búsqueda de la identidad porque ese capítulo lo he cerrado con Tres golpes de timbal, ahí finalmente mi personaje encuentra a su padre, como Marco cuando va a la Argentina en busca de su madre y stop con este problema de la identidad. Yo ahora asumo que soy mi abuelo que ha vuelto, y entonces como soy mi abuelo pues, soy de aquí, y entonces voy a intentar escribir, como decía Carlos Mamonde, una novela de amor (pero para eso como decía Carlos debería pertenecer a las juventudes doradas del imperio), yo ahora soy de las senectudes doradas del imperio, y me siento de ahí y me voy a poner a escribir una novela europea.

Schmidt: Y lo que dice Carlos del cuento ¿de momento no pensás retomarlo?

Moyano: Sí, escribí veinte cuentos estos últimos días, estoy escribiendo muchísimos cuentos, lo que pasa es que estoy en otra etapa del cuento. Estoy tomando viejas anécdotas musicales y convirtiéndolas en cuentos porque Francis, un amigo que tradujo mis cuentos al inglés, me decía que yo tenía que escribir mis memorias musicales. Yo fui músico quince años en La Rioja y no, yo no puedo escribir mis memorias musicales porque no soy un músico, pero, sí puedo tomar todos esos elementos y escribir historias. Justamente acabé de escribir uno el otro día «El viejito del acordeón», que es una polca, ésa la tocaba mi abuelo en el acordeón, pero había una polca que hablaba de un viejito del acordeón, y el tema de mi cuento es que cuando mi abuelo llega de Italia con el acordeón se da con que una polca, cuenta su historia, pero a la vez el personaje de la polca cuando sale a la luz en la edición de Julio Korn se da con que un viejo italiano cuenta la historia de la partitura. En eso estoy yo ahora, elaborando recuerdos para convertirlos en ficción, digamos, ni cuento ni novela, en contar cosas, ficción. Estoy trabajando simultáneamente en la novela y en esos cuentos, lo que pasa es que el cuento te da más placer porque se puede escribir en un par de sesiones y la novela es un rollazo de un año o de dos o de veinte como Tres golpes de timbal, yo estuve veinte años con esos personajes y ya estaba harto de ellos.





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