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1.       Apenas existen dos panoramas sobre el cuento. Uno, tentativo y lejano, de Pastor Cortés: Contribución al estudio del cuento moderno venezolano. Caracas, Cuadernos Literarios de la Asociación de Escritores Venezolanos, Nº 50, 1945. El otro, más reciente, con lagunas explicables, del joven crítico puertorriqueño José Rivera Silvestrini: El cuento moderno venezolano. Río Piedras, Puerto Rico, Colección Prometeo, 1967. Lo demás, son ensayos, como el de Arturo Uslar Pietri: «El cuento venezolano.» En: Letras y hombres de Venezuela. México. Fondo de Cultura Económica, 1948.

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2.       Aparte los capítulos dedicados en las historias literarias [entre los cuales destaca el de Gonzalo Picón Febres: La literatura venezolana en el siglo XIX (3ª ed. Caracas, Edics. de la Presidencia de la República, 1972)], hay ensayos reflexivos sobre el tema. Julio Planchart: Temas críticos (2ª ed. 1972); Uslar Pietri «La novela venezolana» (en op. cit., nota 1) y otros. Rafael Angarita Arvelo escribió una Historia y crítica de la novela en Venezuela (1929) y Rafael Di Prisco, es autor de Acerca de los orígenes de la novela venezolana (Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1969). Díaz Seijas ha reimpreso sus Orientaciones y tendencias de la novela venezolana, en: La novela y el ensayo en Venezuela. Caracas. Edics. Armitano, 1972. Finalmente, hay dos panoramas de narrativas: Dillwyn Ratcliff: La prosa de ficción en Venezuela (trad. castellana 1966) y el reciente de Orlando Araujo: Narrativa venezolana contemporánea (1972).

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3.       Cf. René L. F. Durand: «Orígenes del romanticismo venezolano.» En: Revista Nacional de Cultura, número 132 (1959), pp. 15-34. (El título de esta revista lo abreviaremos en otras citas: RNC.)

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4.       Inicialmente el idilio fue un género poético creado por Teócrito en la Magna Grecia. Trasciende a lo largo de la poesía hasta Salomón Gessner, Schiller, respaldado en Rousseau, lo define como una modalidad que invade el romanticismo sentimental. En Poesía ingenua y poesía sentimental (Buenos Aires, Nova, 1963), afirma: «El poeta, he dicho, o es naturaleza o la buscará; de lo uno resulta el poeta ingenuo; de lo otro el sentimental» (p. 80). El idilio es una de las tres especies que incluye en la poesía sentimental: «Idea de esta especie poética es la representación artística de la humanidad inocente y feliz. Como tal inocencia y felicidad parecían inconciliables con el artificio de una sociedad más numerosa y de cierto grado de desarrollo y refinamiento, los poetas trasladaron el escenario del idilio desde el tumulto de la ciudad a la simple vida pastoril, y lo situaron antes del comienzo de la cultura, en la infancia de la humanidad» (p. 112). Esta idea es trasladada por Chateaubriand al escenario americano, luego de su viaje a América. Estima que nuestras sociedades indígenas y nuestra geografía inhollada mantienen la pureza del [22] hombre en estado primigenio de sosiego. El idilio poético-pastoril, dice Schiller, «ofreciendo el máximo contenido para el corazón, ofrece demasiado poco para el espíritu, y muy pronto concluye su monótono ciclo» (p. 113). Pero entonces resurge como atmósfera de novela romántica, bajo forma de parejas de enamorados castos o idealistas que buscan para su amor, paisajes «idílicos», lo más apartado posible de la civilización. Así ocurre en Bernardin de Saint-Pierre y en Chateaubriand, como en Lamartine y Manzoni.

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5.       Cf. Pedro Grases: «La primera versión de Atala y el romanticismo en castellano.» En: Nuevos temas de bibliografía y cultura venezolanas (2ª ed.), Mérida, Universidad de Los Andes, 1967. Grases prueba que fue Simón Rodríguez el primer traductor de Atala, en 1801, el mismo año, en que aparece la edición francesa.

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6.       Este y otros datos pueden constatarse en el excelente Ensayo de un repertorio bibliográfico venezolano, de Ángel Raúl Villasana. Caracas, Ediciones del Banco Central de Venezuela, 1969-1970 (4 vols.). Es el más importante esfuerzo de ordenación bibliográfico realizado hasta ahora en Venezuela. Abarca, lamentablemente, hasta 1950 y sólo han aparecido los volúmenes~hasta la letra LL. - Bernardo Rivera, en El folletín y la novela popular. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1968, traza un lapso exitoso del relato folletinesco, de 1830 a 1914, «al mismo tiempo el momento durante el cual se desarrolla y termina de configurarse la gran novela realista». Considera a Dumas y Feval como los grandes impulsores de la novela folletinesca y señala que ella es «Un paso hacia la estructura».

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7.       Gustavo Luis Carrera, Estudio preliminar a Los mártires. Caracas, Edics. del Centro de Estudios Literarios de la Universidad Central de Venezuela, 1966.

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8.       Conclusión de Gustavo Carrera en el estudio citado.

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9.       Cf. Virgilio Tosta: Fermín Toro, político y sociólogo de la armonía. Caracas, 1958.

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