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Un año y un día

José Zorrilla






ArribaAbajoCaín, pirata

Introducción


PERSONAJES
 
ACTORES
 
CAÍN,   Capitán pirata. SR. LÓPEZ.
RODULFO. SR. LATORRE.
ELENA. SRA. LAMADRID.
PEDRO. SR. PIZARROSO.
TOMÁS. SR. LUMBRERAS.
UN MARINERO DE LA MARINA REAL. SR. ESPONTONI.
Dos marineros piratas.
Dos marineros de la Marina Real.
 

La escena es en la isla cabrera, una de las Baleares. Siglo XVII.

   

Playa desierta en la isla Cabrera. Mar en el fondo. Rocas a la derecha. La acción empieza al anochecer de un día de junio.

 

Escena I

 

El mar empieza a calmarse después de una tempestad, y la noche va cerrando. PEDRO aparece bajando por los peñascos a la playa, desde donde contempla el mar, sentándose en una piedra.

 
PEDRO
    ¡Esto va malo, Perico!
No es esta vida salvaje
para quien ha estado siempre
entre seres racionales.
Ello es verdad que no habiéndolos 5
aquí, tampoco hay percances
de escribanos ni alguaciles...,
y esto ¡qué diablo! algo vale.
Aquí nadie me pregunta
ni exige pruebas legales 10
que acrediten que soy Pedro,
Diego, Juan, Antonio o Jaime;
mi oficio, mi ocupación,
qué casa vivo y qué calle.
Todo eso es verdad, sin duda, 15
y una ventaja muy grande
para hombres que, como yo,
no gustan de que se hable
mucho de ellos: mis asuntos,
al cabo a nadie le atañen. 20
Pero ajustando las cuentas
en limpio, y por otra parte
viendo el negocio, es muy duro
que un hombre la vida pase
como un lobo entre las peñas, 25
los espinos y los árboles,
durmiendo en una caverna,
de peces alimentándose,
y esperando a que la mar
le arroje algo que le cuadre, 30
presa arrancada a otro pobre
por traidores temporales.
¡Oh, y el de hoy fue cosa horrenda,
hizo noche a media tarde!
Esto va malo, Perico...; 35
mas de la vista al alcance
flota en el agua un objeto,
dos, tres... ¡Bah! Dios te lo pague,
Levante amigo, que empujas
hacia tierra el oleaje, 40
Y es un barril... ¡Haga el diablo
que no sea de vinagre,
que a fe que no necesito
ácidos que abran el hambre!
¡Hola, hola, y cómo pesa! 45
y allí viene un cajón grande
y más allá veo un fardo
y otro barril: ¡oh, santo ángel
de mi guarda! y esto es vino,
y esto pólvora.
 

(VOZ en el mar.)

 
VOZ
¡Amparadme,
50
Santo Dios!
PEDRO
¡Cielos, qué acento!
VOZ
¡Ay de mí!
PEDRO

 (Mirando.) 

Del agua sale:
¡oh, sí, lo veo, es un náufrago!

  (Haciendo seña con las manos.) 

¡Eh, buen hombre, ánimo; nade
un poco más, y está en salvo! 55
No me escucha... ¡Oh! se desase
del palo a que se agarraba;
no puede más..., a salvarle
voy, si es que alcanza su vida
hasta que llegue a esperarme. 60
 

(Se arroja al mar, y queda un momento sola la escena.)

 


Escena II

 

PEDRO y ELENA.

 
 

(PEDRO trae a ELENA desmayada y la pone sobre las piedras.)

 
PEDRO
    Dios quiera que aun sea tiempo
de salvarla... ¡Oh! Hubo un instante
en que temí por los dos,
del agua con los embates.
¡Infeliz! Perdió el sentido 65
antes de que yo llegase,
y ya, a merced de las olas,
estaba próxima a ahogarse.
Si un sorbo de vino al menos
pudiera hacer que tragase... 70
¡Vamos a ver!
 

(Toma una concha, vierte en ella unas gotas del licor que contiene el barril, y se lo hace tragar.)

 
ELENA
¡Ay!
PEDRO
Respira.
ELENA
¿Dónde estoy?
PEDRO
En un paraje
seguro ya, aunque no ofrece
sobradas comodidades.
Ea, bebed, que ahora es fuerza 75
reponerse y calentarse,
porque el baño ha sido largo
y peliagudillo el lance.
ELENA
Y vos, hombre generoso,
que sin duda por salvarme, 80
vuestras ropas aun mojadas
muestran que al mar os echasteis,
¿quien sois? ¿Que país es éste?
PEDRO
Contestación no muy fácil
tienen esas dos preguntas, 85
señora..., mas escuchadme,
aunque no den mis palabras
gran consuelo a vuestros males.
La tierra en que estáis es una
de las islas Baleares. 90
ELENA
¡Oh! ¿Cuál de ellas?
PEDRO
La Cabrera.
Pero no hay más habitantes
que nosotros en su suelo,
y no siendo útil a nadie,
rara vez aporta un buque 95
a sus riberas salvajes.
Ha tiempo había una torre,
de la cual eran guardianes
diez soldados españoles;
mas dos o tres años hace 100
que un día los degollaron
unos piratas de Tánger.
Por lo que toca al país
os he dicho lo bastante;
y en cuanto a mí, de mi historia 105
no habrá mucho que relate.
Soy mallorquín: mis negocios
me hicieron al mar lanzarme
de un pescador en un bote,
y el mar me echó a estos lugares. 110
Un mes ha que estoy en ellos,
y puesto que a ellos llegasteis,
contándoos cómo vivo
no hay para que más os canse.
ELENA
¡Ay de mí! ¿Conque en tal caso 115
no hay medio de abandonarles?
PEDRO
Ninguno, como algún buque
no nos descubra, que pase,
o algún águila marina
de los pelos no nos saque; 120
lo cual, señora, ya veis
que sería extraño viaje.
ELENA
Y ¿qué hacer?
PEDRO
Nada; ponerse
en manos de Dios, estarse
noche y día en atalaya, 125
por si llegar vemos alguien
que nos socorra, y vivir
en soledad agradable,
como allá en el Paraíso
nuestros primitivos padres. 130
ELENA
¡Misericordia de Dios!
PEDRO
No está de más invocarle.
Mas decidme (esto, señora,
si es que se puede y os place)
cómo llegasteis aquí. 135
ELENA
Un barco de catalanes,
a cuyo bordo a Mallorca
pasaba desde Alicante,
naufragó, perdido el rumbo
con la borrasca, y salvarme 140
logré, asida a ese madero,
luchando toda la tarde
con la mar, desesperada
de lograrlo a cada instante.
Esta es mi historia, buen hombre, 145
PEDRO
Ea, pues Dios nos depare
buena suerte y buen auxilio.
Entre aquestos peñascales
tengo una mala barraca;
ocupadla, y que descanse 150
dejad al cuerpo unas horas,
mientras que pongo remate
a la colección de frutos
que la marea nos trae.
Y tiempo hay de discurrir 155
lo que conviene.
ELENA
Ayudadme,
que estoy entumida toda.
PEDRO
Dadme el brazo y animarse,
¡voto va el diablo!
 

(Éntranse por la derecha, y vuelve luego PEDRO solo.)

 


Escena III

 

PEDRO.

 
Ea, pues,
heme aquí ya, ¡vive Dios! 160
en medio de este desierto,
y a la tormenta deudor
de una nueva compañera
que en mi soledad me dio.
Vaya, veamos qué es esto. 165
¡Hola! Barrica de ron,
un baúl...

  (Le rompe con una piedra para abrirle.) 

Ropa... Pistolas...
Un collar, un libro, dos,
tres, cuatro... Esto era de un sabio.
Veamos qué libros son: 170
«Historia de Carlo Magno
y los doce Pares...» ¡Oh,
gran libro! Tomo tercero,
«Comedias de Calderón.»
Siempre que no hablen en ellas 175
más personajes que dos,
bien las podemos hacer
esa compañera y yo.

  (Sigue recogiendo cajones y demás objetos que el mar arroja a la playa.) 



Escena IV

 

PEDRO, y ELENA dentro.

 
ELENA
    ¡Eh! Mirad, mirad.
PEDRO
¿Qué es ello?
ELENA
Un barco.
PEDRO
¡Poder de Dios!
180
 

(Aparece a lo lejos un bergantín.)

 
Y es cierto; hagámosle seña;
ahí tenéis ese jirón
de mi manta... Mas ¿qué es esto?
O veo visiones yo,
o a las velas cogen rizos. 185
¡Sí, sí, viran a estribor,
dirigen aquí su rumbo!
ELENA

 (Desde las peñas.) 

¡Oh, mis ruegos escuchó
el cielo, y en ese barco
nos envía salvación! 190
PEDRO
Botan al agua una lancha;
pero ¡válgame el Señor,
buen amparo nos envía!
ELENA
¿Qué decís?
PEDRO
Pues ¡ellos son!
ELENA
¿Quiénes?
PEDRO
¿No veis los arreos?
195
Piratas.
ELENA
¿Cielos, hay hoy
más desdichas que apurar?
PEDRO
Pronto ocultaos, si no
queréis que seamos hechos
cautivos ambos a dos. 200
Meteos entre las peñas;
puede que su expedición
no sea más que hacer agua;
y con prudencia y valor
puede que salgamos bien 205
y que nos ayude Dios.
ELENA
Si él no lo hace...
PEDRO
Ea, venid,
y dejadme que obre yo,
que para perdernos ambos
siempre ha de ser ocasión. 210
 

(Vanse por la derecha.)

 
ELENA
¡Piratas! ¡Ay, esperanza
de sueño fascinador!


Escena V

 

CAÍN, RODULFO, TOMÁS y dos piratas en lancha y con trajes sicilianos, pistolas al cinto, etc., etc.

 
CAÍN
    Sacad a tierra esas pipas,
bajadlas a la caverna
en que el manantial se oculta, 215
y avisad cuando estén llenas.
 

(Los marineros sacan dos toneles y los llevan por detrás de las peñas a la derecha.)

 

  (A TOMÁS.)  

Preside tú esa maniobra
y cuida que te obedezcan;
y tú, Rodulfo, colócate
de atalaya entre las peñas. 220
Si algo repentino ocurre
que reclame mi presencia,
la tierra de la isla es poca
y oiré al punto la seña.
 

(Vanse, CAÍN por la izquierda, y RODULFO por la altura de la derecha.)

 


Escena VI

 

TOMÁS.

 
    Obscura cierra la noche, 225
hierve el mar y el viento arrecia.
Ya darnos caza no pueden,
nuestra nave es más velera,
y traen mucha gente inútil
y poca marina diestra. 230
¡ay de mí! ¡Quién otros días
suerte tal me predijera!
Así las cosas del mundo
se eslabonan y encadenan
las unas tras de las otras 235
y nos arrastran por fuerza
del obscuro porvenir
a la sima de tinieblas.


Escena VII

 

PEDRO aparece sacando la cabeza con precaución por los peñascos; TOMÁS le descubre al punto y le encañona una pistola.

 
PEDRO
    No siento nada; tal vez
se internaron por la tierra. 240
TOMÁS
¿Quién va?
PEDRO
¡Cielos! ¡Soy perdido!
TOMÁS
¡Eh! Buen hombre, sea quien sea,
échese al punto, o le meto
dos balas en la cabeza.
Entregaos.
PEDRO
Ya me entrego.
245
TOMÁS
¿Solo estáis?
PEDRO
Solo.
TOMÁS
Desierta
está hace tiempo esta isla:
¿cómo os encontráis en ella?
PEDRO
Huyendo de enemistades
y voluntades siniestras, 250
echéme al mar en Mallorca
y el mar me echó a esta ribera.
TOMÁS
¿Nadáis, pues, como un salmón?
PEDRO
No nadé, que vine a fuerza
de remos, en una barca 255
de un pescador.
TOMÁS
Cosa es esa
que se acerca a la verdad;
mas ¿y el bote?

  (Mirando al agua.) 

PEDRO
La marea
se lo tragó, y ya hace un mes
que habito aquí entre las peñas 260
como un animal salvaje.
TOMÁS
¿Y a Mallorca no quisierais
volver?
PEDRO
¿A Mallorca? ¡Oh, no!
TOMÁS
Tenéis en aquella tierra
muchos amigos, sin duda, 265
pues la hacéis tal preferencia.
PEDRO
¡Qué queréis! Cosas del mundo.
TOMÁS
Ya. (Si este hombre a mis ideas
contribuyese.)

  (Examinándole.) 

PEDRO
(¿Qué diablos
me examina con tal flema?) 270
TOMÁS
(Veamos.) Buen hombre, hablemos
ambos a dos con franqueza.
Yo necesito de vos,
y vos de quien os proteja.
Si me servís, yo os prometo 275
que sois libre, y las entenas
de aquel bergantín pirata
no han de saber lo que pesa
el cuerpo de un mallorquín
suspendido en una verga. 280
PEDRO
¡Oh! Sí; sea la que fuere,
acepto vuestra propuesta.
TOMÁS
Decidme, pues: para ser
hombre de bien en la tierra,
¿qué os hace falta?
PEDRO
Dos cosas.
285
TOMÁS
Bien; dinero es una de ellas.
PEDRO
Precisamente.
TOMÁS
¿Y la otra?
PEDRO
Otro nombre y otras señas
en mi individuo.
TOMÁS
¿Queréis
cambiar conmigo las vuestras? 290
PEDRO
¿Con vos?
TOMÁS
Nada os dé cuidado;
caí, volviendo de América,
en las manos de esa gente,
y aunque hay razones secretas
que abandonarla me impiden, 295
no hay hombre alguno que pueda
reconocerme en mi patria,
pues años ha salí de ella.
PEDRO
Si no hay peligro en mostraros...
TOMÁS
Ninguno.
PEDRO
Pues cosa hecha.
300
TOMÁS
Pues tomad. Todos los años
volveréis por esta época
a esta isla, y hallaréis
una cantidad como ésa
donde queráis enterrada. 305
PEDRO
Pero ¿qué hay que hacer por ella?
TOMÁS
Oíd. Con esos papeles
que contiene esa cartera
acreditaréis que sois
Tomás Ruiz de Villanueva. 310
PEDRO
Que sois vos.
TOMÁS
Seguramente.
Escrita en una hoja de esas
veréis mi historia, que es breve;
usadla como os convenga.
PEDRO
Bueno.
TOMÁS
Y siendo Tomás Ruiz
315
arribaréis a Marbella,
a Alicante, a cualquier punto
de España, donde os parezca.
Iréis luego a Andalucía,
y en el Valle de Purchena 320
hallaréis un lugarcillo
de seis casucas de tierra.
Preguntaréis por vos mismo,
tomaréis todas las señas
y noticias que allí os den 325
de vuestra mujer.
PEDRO
La vuestra.
TOMÁS
Por supuesto. Allí hallaréis,
si por ventura no es muerta,
una hija que Dios me dio:
amparadla, protegedla, 330
decidla que sois su padre:
no le digáis la manera
con que vivo, y sed vos bueno,
sed indulgente con ella.
Si yo no parezco más, 335
lo que es fácil que suceda,
os doy todos mis derechos:
persona fiel y secreta
os llevará la noticia
de mi muerte, y suma inmensa 340
os entregará en mi nombre;
mas si el mensaje no llega,
seguid haciendo mis veces
y esperad a que yo vuelva.
¿Aceptáis?
PEDRO
Acepto.
TOMÁS
Ahora,
345
tomo sobre mi conciencia
todo el mal que hayáis vos hecho.
A esta isla una galera
llegará que nos da caza,
y sabe que en estas peñas 350
hay una fuente, que usamos;
podéis acogeros a ella,
y pues sois ya Tomás Ruiz,
empezad vuestra comedia.
PEDRO
Está bien.
TOMÁS
Pues ocultaos;
355
y no os paséis en la cuenta,
que aunque me fío de vos
de tan extraña manera,
no faltará quien me vengue
si olvidáis vuestras promesas. 360
PEDRO
De todas mis fechorías,
sería esa la más necia,
cuando me reporta a mí
más que a nadie conveniencia.
TOMÁS
Contad, pues, con un amigo, 365
y andad, que alguno se acerca.


Escena VIII

 

TOMÁS y RODULFO.

 
TOMÁS
    ¡Quién sabe! Acaso el destino.
me depara un hombre fiel
para que encuentre por él
de mi ventura el camino. 370
¡Ah! Sin el fatal secreto
que a esos inicuos me ata
fuera yo por el pirata
antes muerto que sujeto.
Mas Rodulfo, ¡desdichado! 375
destino tal no merece,
y su destino, parece
en acosarle empeñado.
RODULFO
¡Tomás!
TOMÁS
Rodulfo. ¡Imprudente!
RODULFO
No pases, buen viejo, afán: 380
lejos está el capitán
y en tranquilidad la gente.
Y pues un momento aquí
nos hallamos en sosiego,
aconséjame te ruego. 385
TOMÁS
¡Aconsejarte!
RODULFO
Oye.
TOMÁS
Di.
RODULFO
Tomás, hasta aquí llegó.
aquí mi padre me mata
primero que del pirata
al barco me vuelva yo. 390
No volveré a ver izar
en combinación extraña,
de la Inglaterra y la España
las banderas a la par.
No quiero ver que en un viaje 395
si topamos tres bajeles,
entramos como de infieles
en los tres al abordaje.
Bajo un pabellón lidiar,
sea el que sea, eso es valor. 400
¿No lo es a todos traidor
correr con todos la mar?
Y en fin, es cosa segura,
pese al capitán o no,
en esta isla tendré yo 405
libertad o sepultura.
TOMÁS
¡Tan resuelto!
RODULFO
Sí, Tomás;
y pues tú mi solo amigo
fuiste siempre, tú conmigo
libre o muerto quedarás. 410
TOMÁS
¡Ah! El capitán, pobre niño,
tal vez te dé esa licencia,
porque, en Dios y en mi conciencia,
te tiene mucho cariño.
Pero a mí..., nunca lo esperes. 415
RODULFO
¿Y por qué? ¿No sabe acaso
que sin ti no ha dado un paso
desde que nací? ¿Que me quieres
como a un hijo? ¡Oh! Yo me atrevo
a asegurar que consiente 420
en que dejemos su gente.
TOMÁS
Y yo consentir no debo
que en mi nombre le supliques,
porque a la primer sospecha,
Rodulfo, a la mar nos echa... 425
RODULFO
Por Dios, Tomás, que te expliques.
TOMÁS
Mira, Rodulfo: yo fui
quien los primeros abrazos
te dio, y en mis propios brazos
al nacer te recogí. 430
Desde aquel día fatal
no me he separado un punto
de ti, y pensaba difunto
dejar compañía tal.
Tú, que no puedes memoria 435
conservar de tu niñez,
ni aun te imaginas tal vez
tu desventurada historia.
Mas yo, que la tengo escrita,
Rodulfo, en mi corazón, 440
medito tu salvación,
y hasta el descanso me quita.
No, no; con razón ninguna
podemos ni tú ni yo
vivir con quien nos juntó 445
nuestra maldita fortuna.
Pero sigue mi consejo:
si tú te quieres salvar,
a mí no me has de nombrar,
que los conozco y soy viejo. 450
RODULFO
No sé, Tomás, qué adivino
de siniestro en tus palabras.
TOMÁS
Sigue mi consejo, y labras
tu destino y mi destino.
RODULFO
Y ¿qué, me tengo de hacer 455
sin tus consejos en tierra,
si en el llano o en la sierra
no sé los peligros ver?
Los que en la mar nos pasamos
nuestra vida, ¿qué valemos 460
en tierra si no tenemos
uno tras de quien vayamos?
Seré... infeliz o dichoso;
pero ¿piensas que sin ti
pueda olvidar que hoy aquí 465
dejo un hombre generoso?
Ya me depare mi suerte
una opulenta fortuna,
ya obscura como mi cuna
ruede mi vida a mi muerte, 470
Tomás, tú en mi corazón
vivirás siempre conmigo,
en mis placeres amigo,
y consuelo en mi aflicción.
Sí; pediré al capitán 475
nuestra licencia; los dos
juntos, que juntos por Dios
nuestros destinos están.
TOMÁS
¡Hijo mío, así te quiero,
noble y generoso, así! 480

  (Con entusiasmo.) 

¡Bien veo, Rodulfo, en ti
tu valor de caballero!
RODULFO
¿Qué dices, Tomás? Mi padre...
TOMÁS
Calla, ¡por Cristo, imprudente!
RODULFO
Pero...
TOMÁS
A pesar de esa gente,
485
vive en ti tu noble madre.
RODULFO

 (Con tristeza.) 

¡Mi madre!
TOMÁS
¿Qué te entristece?
¿Te pesa de asemejarte
a tu madre?
RODULFO
A confesarte
la verdad, no me parece 490
bastante esa semejanza.
De mi padre la quisiera,
porque con ella creciera
más hidalga mi esperanza.
TOMÁS
Pues, en fin, al tiempo aguarda, 495
que quien tuvo buena madre,
bien puede tener buen padre.
RODULFO
O ella una pasión bastarda.
Porque mi padre, lo ves,
es ya de rapiña un ave 500
que sólo hacer presa sabe
con las alas y los pies.
Tomás, ¡Dios me lo perdone!
pero siento a mi pesar
que jamás le podré amar 505
aunque el ser padre le abone.
Y si no es por el amor
que tú siempre me has mostrado,
al mar me hubiera arrojado
mil veces en mi furor. 510
TOMÁS
¡Ay, Rodulfo, ya lo sé!
Yo, que a tu lado he dormido
tantos años, conocido
tu corazón tengo a fe.
¡Cuántas veces escuchándote 515
bajo pesadilla horrible
luchar, a la lid terrible
puse yo fin despertándote!
¡Cuántas veces al salir
ese fatal pensamiento 520
de tu boca, ahogué tu aliento
por si él lo podía oír!
Rodulfo, tienes razón:
ya acompañarnos no debes,
y si a dejarnos te atreves, 525
no pierdas esta ocasión.
RODULFO
Sin ti, imposible será.
TOMÁS
De rodillas te lo pido:
no me nombres, o perdido
tu porvenir todo está. 530
RODULFO
No alcanzo por qué misterio...
TOMÁS
No le intentes comprender,
porque es forzoso ceder
a su poderoso imperio;
y te lo digo otra vez, 535
aunque te canse mi afán...
Mas viene allí el capitán,
ten en cuenta su altivez.
RODULFO
Mi puesto voy a ocupar,
Tomás; y antes de partir 540
mi padre, aquí me ha de oír,
o aquí me habrá de matar.

  (Sube.) 

TOMÁS
¡Oh bizarro corazón,
cómo tu sangre conoces,
y cómo te dice a voces 545
tu origen, tu inclinación!


Escena IX

 

TOMÁS y CAÍN.

 
CAÍN
    ¿Qué hace esa gente? ¿Tenemos
acaso el tiempo de sobra,
cuando ingleses nos dan caza
y está cercana la aurora? 550
Baja a la gruta y aguíjalos.
TOMÁS
Capitán, ved que son hondas
las pipas.
CAÍN
¡Eh! Que las llenen
pronto, y si no, que las rompan.


Escena X

 

CAÍN. Después PEDRO.

 
CAÍN
    Nada penetran los ojos 555
por esas tinieblas lóbregas;
mas ¿quién sabe lo que ocultan
en su obscuridad recóndita?
¿Adónde está ese muchacho?

  (Al subir por las rocas, como buscando a RODULFO ve la entrada de la cueva donde se oculta PEDRO.) 

Pero ¿qué tenemos? ¡Hola! 560
No conozco esta abertura,
y allá arriba hay una choza
metida entre los peñascos:
¿quién este desierto mora?
Ese rumor... Aquí hay gente 565
guarecida... Una pistola
meto dentro... ¡Eh! En esa gruta
quienquiera que esté responda,
o muero como un gazapo.
PEDRO
¡Teneos, teneos!
CAÍN
¡Hola!
570
¿Quién eres tú?
PEDRO
¿Yo? Un perdido
a quien echaron las ondas
a estas riberas desiertas.
CAÍN
¿De dónde eres?
PEDRO
De Mallorca.
CAÍN
¿Quién está contigo?
PEDRO
Nadie.
575
CAÍN
Pues qué, ¿el mar se tragó toda
la tripulación del barco
que montabas?
PEDRO
Más persona
no había dentro que yo.
CAÍN
Explícate, y sea con pocas 580
palabras si amas tu vida
y conservarla te importa.
PEDRO
Pues bien; yo hice en, mi país
unas cuantas de esas cosas
en que, contra gusto de uno, 585
cartas la justicia toma,
y no gustándome mucho
que de cerca me conozca,
así un bote a un pescador
y echéme a la mar traidora. 590
CAÍN
Y poco, diestro, sin duda...
PEDRO
En eso acaba mi historia.
CAÍN
¡Oh! Parece que eres hombre
capaz...
PEDRO
De cualquiera cosa.
CAÍN
Y ahora, ¿qué piensas hacerte? 595
PEDRO
Aguardar la suerte loca:
nada tengo que perder;
cuanto logre, pues, me sobra.
CAÍN
¿Tienes afición al mar?
PEDRO
No mucha, que es veleidosa 600
el agua, y se muda inquieta
según el viento que sopla.
CAÍN
Y si te vieras en tierra,
¿fueras hombre cuya boca
guardar supiera un secreto 605
y mandar una maniobra?
PEDRO
Sin duda.
CAÍN
¿Serías hombre
para acudir a la costa
en un día convenido
con una respuesta pronta? 610
PEDRO
¿Qué inconveniente tendría?
Nadie me sujeta ahora,
y al servicio de cualquiera
puedo entrar, si me acomoda.
CAÍN
¿Tienes talento y constancia 615
para armar una tramoya
y enredar una novela?
PEDRO
No habrá juglar que se ponga
tanto disfraz como yo
si usar de muchos importa. 620
CAÍN
Y si te ponen a prueba,
¿cantarás la palinodia?
PEDRO
Lo que está en mi corazón,
allí se pudre y se ahoga.
CAÍN
¿Y si con arpones de oro 625
te lo pescan?
PEDRO
Si en mi bolsa
hay una sola moneda,
en vano han de echarlos.
CAÍN
Toma;
para dos meses hay harto:
al fin de ellos, a la costa 630
te acercarás de Marbella,
sabiendo cuántas personas,
cuántos bienes, cuántas rentas,
en fin, cuanto corresponda
a la familia de un conde 635
que a una expedición remota
salió de España.
PEDRO
¿Su nombre?
CAÍN
Cuanto a este negocio toca,
de mi bergantín a bordo
sabrás: te daré las notas 640
y documentos precisos
para cambiar tu persona
en la de otro hombre, que a bien
que no saldrá de las ondas
a desmentirte, y te haré 645
tomar tierra en cierta costa
adonde no ha de alcanzarte
la justicia de Mallorca.
¿Te acomoda?
PEDRO
Sí.
CAÍN
Está bien:
y si mis planes se logran, 650
tendrás tierras e hidalguía,
y aun puede que esclavos y honra.
 

(Hace CAÍN una señal con un pito que lleva colgado al cuello, y mientras aparece a esta señal TOMÁS, dice PEDRO:)

 
PEDRO
Fortuna te dé Dios, hijo,
dice el refrán, y te sobra
lo demás. Esta mañana 655
mi esperanza era tan corta,
que no ocupaba extendida
el espacio de una ostra;
me estorbaba hasta mi nombre;
y al cabo de pocas horas, 660
tierra y mar tengo por mío,
represento tres personas,
dirijo grandes negocios
y espero hidalguía y honra.
¡Bah! Tiene razón quien dice 665
que este mundo es una bola,
y que la empuja el demonio
del lado que se le antoja.


Escena XI

 

CAÍN, PEDRO y TOMÁS.

 
CAÍN
    Ve aquí un nuevo compañero
que ha de venir con nosotros; 670
mas la alianza es secreta.
Cuando volvamos a bordo,
con nosotros ha de ir;
llévale, pues.
TOMÁS

 (A PEDRO.) 

Si capcioso
lazo me tiendes, te juro 675
que ves de la mar el fondo.
PEDRO
Dime, ¿impiden tus asuntos
los que interesan a otro?
¿No puede un hombre de dos
ser agente de negocios? 680
TOMÁS
Pues bien, ni tú me conoces
desde hoy, ni yo te conozco:
no haya palabra ni seña
en el buque entre nosotros;
sirvámonos mutuamente, 685
mas en secreto.
PEDRO
En un pozo
echaste el tuyo.
TOMÁS
Él conserva
tu cabeza entre tus hombros.
PEDRO
Juguemos limpio y vivamos.
TOMÁS
Eso mismo te propongo. 690
PEDRO
Y eso admito.
TOMÁS
Vamos, pues.
Caín gusta de estar solo.


Escena XII

CAÍN
    Sí, si: fuera del mar se necesita
una morada incógnita y segura:
ya mi sed de vagar se debilita, 695
ya deseo quietud, calma y holgura.
Hoy un oculto espíritu me incita
otra vida anhelar y otra ventura.
Con el oro que tengo y con mi aliento,
¿a qué no puede osar mi pensamiento? 700
Buques tendré en el mar que me acarreen
espléndido botín; tendré en la tierra
viles esclavos que su vida empleen
mi reposo en velar; tendré en la sierra
monteros que a mi antojo me la ojeen, 705
y haré a los osos y a los ciervos guerra;
y en fin, con mi osadía y con mi plata,
más que cualquiera rey será el pirata.
 

(ELENA asoma.)

 
Sí; tomaré ese nombre y esa historia:
dentro de mí se encerrarán dos seres, 710
ambos con gran poder, ambos con gloria:
y si hay alguien que pueda mis placeres
turbar, guardando de quién fuí memoria,
antes que ose traidor decir: «Tú eres...»
aunque tenga por medio una alpujarra 715
le cortará la voz mi cimitarra.


Escena XIII

 

ELENA y CAÍN.

 
ELENA
    No tan pronto será, que no te lance
tu ingratitud al rostro.
CAÍN
¡Dios! ¿Qué veo?
ELENA
Ni tan pronto será, que no te alcance
su suplicante voz.
CAÍN
¡Que sueño creo!
720
¡Oh! ¿Y es en realidad la misma Elena,
o es ilusión que engaña mis sentidos?
ELENA
No, no; de amor y de esperanza llena,
Elena es la que habla a tus oídos.
CAÍN
¿Quién te trajo a esta playa?
ELENA
El aire incierto,
725
la tempestad, el mar, tu mala estrella.
CAÍN
La tuya sí que te ofreció mal puerto,
pues que te trajo a dar conmigo en ella.
ELENA
¡Oh! No tan malo si a encontrarte acierto,
que largo tiempo rastreé tu huella; 730
y navegué, segura de encontrarte,
sin más rumbo ni afán que el de buscarte.
CAÍN

 (Con frialdad.) 

Pues bien; heme aquí ya, di, ¿qué me quieres?
ELENA
¿Eso preguntas tú que me conoces?
¿No tienes corazón? ¿De mármol eres? 735
¿No te lo dice tu conciencia a voces?
Me amaste y te adoré; partí contigo
el placer y el dolor; en la montaña,
a los tuyos y a ti franqueé un abrigo...
¿Hallarme, si esto sabes, qué te extraña? 740
CAÍN
Y bien, ¿qué se te antoja? ¿Qué apeteces?
¿Oro? Rica serás. La tierra es tuya;
libre como las aves y los peces,
busca mansión, mas húyeme.
ELENA
¡Que huya,
hombre sin corazón! ¿Con tierra y oro 745
pagarás el amor que hay en el mío?
¡Quieres pagar con brezos un tesoro!
Mas tiembla.
CAÍN

 (Con desprecio.) 

¡Eh! De esa cólera me río.
ELENA
¿Te olvidas de que fuí tu compañera?
¿Que sé, desde el momento en que naciste, 750
tu historia toda entera?
¿Te olvidas que mi amor y mi esperanza
pueden tornarse en bárbara venganza,
tus crímenes contando por doquiera?
CAÍN
Cuéntalos en buen hora. ¿Qué hay en ellos 755
que no tenga su origen
en esas leyes que a los pueblos rigen,
y que dan a sus súbditos los reyes
sin preguntar si necesitan leyes?
Yo buscaba en Sicilia 760
mi pobre vida; en mi batel pasaba
una y otra vigilia,
y un pedazo de pan a mi familia
con mi sudor compraba.
Te amé, y viví feliz entre peligros 765
que siempre despreció; pero ¿qué hicieron
las leyes con nosotros? Remolcaron:
nuestro barquillo y en la mar lo hundieron
después, defraudadores nos llamaron,
por las peñas después nos persiguieron, 770
y al pobre que cogieron,
en los robles del monte la colgaron.
¿Qué pudimos hacer? Como nosotros,
nuestros padres también vivido habían;
no nos dejaron otros 775
oficios ni caudales, ni podían.
Cual fieras acosados,
de nuestro hogar lanzados,
sin amparo en la tierra,
la sociedad nos arrojó en su encono; 780
y salimos al mar a hacerla guerra,
y en él buscamos libertad y trono:
y desde entonces, sí, la tierra toda
nuestra enemiga fue, y la tierra ingrata
pagó tributo al vencedor pirata. 785
Tal es mi historia, y de lo que haya en ella
a la razón contrario,
no me culpen a mí, sino a mi estrella.
ELENA
Mas cuando al mar salías
por la primera vez, y a las bravías 790
olas del mar tu porvenir fiabas,
el solo ser de quien fiar podías,
en la ribera sin piedad dejabas.
CAÍN

 (Con amargura.) 

Y allí dejé también padres y hermanos;
cuanto pude querer quedó en Sicilia. 795
La sangre en que a teñir iba mis manos,
¿alcanzara a mi amor, a mi familia?
No: ¿cómo fuera el tigre carnicero
camarada del tímido cordero?
ELENA
La falta de poder, amor la abona: 800
sí, la mujer que osaba en la montaña
contra la ley abrirte su cabaña,
hubiera sido junto a ti leona.
CAÍN
Tú deliras, mujer. Sobre mi nave
sería tu presencia 805
de la muerte de entrambos la sentencia.
ELENA
Tu salvación, ¿quién sabe?
CAÍN
Ea, no hablemos más; he renunciado
a todo cuanto he sido,
ignoro mi pasado 810
y de mi porvenir tampoco cuido.
Mujer, no hablemos más, se me ha olvidado
si en tiempo más feliz te he conocido.
ELENA
¿Conque quiere decir que así inhumano...
CAÍN
Quiere decir que sé tu desventura, 815
mas no tendré la estúpida locura
de tenderte una mano.
Tu suerte en esta isla te dio puerto,
y no saldrás por mí de este desierto.
ELENA
Pues bien; sea en buen hora, 820
abandóname y huye, porque acaso
antes que raye la vecina aurora,
una nave velera
que a la tuya da caza,
en esa roca alcanzará una hoguera. 825
CAÍN
¡Ira de Dios! Y entonces...
ELENA
Entonces..., lo que en ella aun no se sabe,
se sabrá..., sí, las señas, patria, nombre,
y la historia, por último, del hombre
que va en aquella nave. 830
CAÍN
Pues tú también la montarás conmigo,
pero el mar te abrirá tumba escondida.
ELENA
Yo no temo la mar; es mi destino
que respete mi vida
para abrir contra ti siempre el camino: 835
dos veces me tragó y me dio salida.
CAÍN
No me tientes, mujer. Calla, y no cierres
la suya a tu existencia,
a prueba tal poniendo mi paciencia.
ELENA
No hay medio, no; o amigo, o enemigo: 840
si aceptas la amistad, pronto partamos;
si enemistad, veamos;
el cielo y la razón están conmigo.
CAÍN
Pues bien; tu cielo y tu razón, si pueden,
contra mi fiera voluntad te ayuden. 845
 

(Pone mano a una pistola del cinto. ELENA huye subiendo por los peñascos. El pirata espera a que llegue a lo alto, y apuntándola seguramente, hace fuego. ELENA da un grito y cae del otro lado de las peñas, fuera de la vista del público.)

 
CAÍN
Veremos el favor que te conceden,
y en tu favor los cielos cómo acuden.


Escena XIV

 

CAÍN, TOMÁS, RODULFO y PEDRO.

 
TOMÁS
    ¿Qué es esto?
CAÍN
Nada.
RODULFO
Padre, ¿y ese tiro?
CAÍN
Contad si de vosotros falta alguno.
RODULFO
Al revés; según veo, sobra uno. 850
CAÍN
Entonces, ¡vive Dios! sólo fue ruido.
Ya sabéis que aun en medio de las olas
no erró el plomo jamás de mis pistolas.
¿Y nuestra gente?
TOMÁS
Ya espera
en el bote con la carga. 855
CAÍN
Al agua, pues, que no es larga
la noche, como quisiera.
RODULFO
Antes, padre, de partir,
quisiera hablaros a solas.
CAÍN
Mi gente es sorda, y las olas 860
tus palabras no han de oír;
me lo dirás en el mar.
RODULFO
En el imposible toca;
lo que salga de mi boca,
en tierra se ha de quedar. 865
CAÍN
Rodulfo, el tiempo nos falta;
déjalo para después.
RODULFO
Capitán, imposible es.
CAÍN
Pues en la verga más alta
sobre una cuerda, y... ¡cuidado 870
con ocuparla!
RODULFO
Ese extremo
de vuestra crueldad no temo,
que estoy bien determinado.
Acordaos de una tarde
en que debisteis la vida 875
a que recibí esta herida,

  (La muestra.) 

que os destinaba un cobarde.
Entonces me concedisteis
lo primero que os pidiera,
y ésta es la ocasión primera; 880
cumplid lo que prometisteis.
En tierra os tengo de hablar,
o mirad lo que escogéis;
prefiero que me matéis
a volver con vos al mar. 885
CAÍN

 (A TOMÁS.) 

Tomás, si llego a entender
que fue tu lengua atrevida,
puedes rezar por tu vida.
TOMÁS
Lo haré así, si es menester.
CAÍN
Pues ve a esperar tu sentencia. 890


Escena XV

 

CAÍN y RODULFO.

 
CAÍN

 (A RODULFO.) 

    Empieza tú, que ya escucho,
pero no te alargues mucho,
que tengo poca paciencia.
RODULFO
Lo que tengo que deciros
no os causará largo afán; 895
se reduce, capitán,
a que no quiero seguiros.
CAÍN
Qué, ¿tienes miedo a los peces,
o es que la gente que tengo
no te acomoda? Convengo 900
en que algo ruda es a veces.
Mas ¿qué lo quieres hacer?
No se puede un bando echar
para que vengan al mar
piratas donde escoger. 905
Y a más, no encuentro motivo,
porque siendo mi hijo tú,
quien te ofenda ¡Belcebú
me lleve si queda vivo!
RODULFO
Padre, os lo dije, no quiero 910
vivir más en una nave
cuyo capitán no sabe
cuál bandera usar primero.
CAÍN
Y ¿no es fortuna, en verdad,
por entre el mundo enemigo 915
poder arrastrar consigo
su mundo y su libertad?
¿Qué califa te da leyes?
¿Quién puso a mi barco nombre?
¿Quién dijo: mandan a ese hombre 920
esos o los otros reyes?
Todos los mares visito,
y siempre por mi valor,
en todos, como señor,
tomo lo que necesito. 925
Y si hay razón para dar
a un hombre un reino en la tierra,
¿por qué no ha de hacerse guerra
por el imperio del mar?
RODULFO
Es otro mi pensamiento, 930
padre.
CAÍN
Y ¿adónde has de ir
que no tengas que decir
tu nombre y tu nacimiento?
¿Piensas que ha de darte plata
y fortuna tu conciencia? 935
RODULFO
Y qué, ¿no hay otra existencia
que valga la del pirata?
Vos, ceñidas las pistolas
para dormir y velar,
no hacéis más que cavilar 940
vuestros secretos a solas.
No lleváis jamás con vos
ni otro hermano, ni otro amigo;
el mar es vuestro testigo,
y la suerte vuestro Dios. 945
La fuerza es la única ley
que en el barco se respeta;
y si esa ley os sujeta,
¿de qué os vale ser el rey?
República del más fuerte, 950
porque otro no os avasalle,
no hay más medio que aplicalle
una sentencia de muerte.
Una queja suelta apenas
de los labios, basta a veces 955
para llamar a los peces
colgado de las entenas.
¿Eso es vida? ¿Eso es fortuna?
¿Qué vale tanto botín,
si para gastarlo al fin 960
no llega ocasión alguna?
Y por último, señor,
o en tierra me abandonáis,
o lo que de amor no hagáis,
yo lo he de hacer de furor. 965
A la mar me arrojaré.
CAÍN
Hola, y el mozo está lleno
de bríos, y de algo bueno
será capaz.
RODULFO
Sí seré,
y así, capitán, lo espero; 970
mas pues cada cual se fragua
su suerte, cual vos en agua,
en tierra la mía quiero.
CAÍN
Y desde hoy te quiero más,
que mozo con tanto brío, 975
que hacer dará al lado mío
aun al mismo Satanás.
Conque vaya, echa adelante,
que en la primera ocasión,
dónde gastar un doblón 980
no ha de faltar a un tunante.
RODULFO
Padre, un paso no daré,
ya os lo dije. Y que no ha habido
nadie que os haya pedido
lo que yo, también lo sé. 985
Pero en vano me acosáis;
con vuestra gente no puedo,
y en esta isla me quedo,
o en esta isla me matáis.
CAÍN
¡Ira de Dios! Cosas tales 990
están pasando por mí,
que estoy por saciar en ti
todo el furor de mis males.
RODULFO
Hacedlo si se os antoja,
y acabad los míos hoy, 995
porque vuestra sangre soy,
y os juro que me sonroja.
Tener padre, y padre tal
sin patria y sin religión,
está con mi corazón 1000
aviniéndose muy mal.
CAÍN
¡Víbora de sangre ingrata,
¿así pagas ¡pese a mí!
la existencia que te di?
RODULFO

 (Con desprecio.) 

¡Con el nombre de un pirata! 1005
CAÍN

 (Con brío.) 

Con su nombre y su poder,
con su oro y su libertad.
RODULFO
Y una horca en la ciudad
donde irlo todo a perder.
CAÍN
¡Voto a...! Mas dejemos eso, 1010
porque siento que si dura,
me va a faltar la cordura...,
y el amor que te profeso
no ha de poderme tener:
y pues tan claro me anuncias 1015
que a mis favores renuncias,
tú solo lo has de perder.
Acércate acá, rapaz,
y escucha lo que te digo,
que soy tu padre, y tu amigo 1020
aunque eres algo tenaz.
Lléveme el diablo si atino
qué afán tienes en largarte
a tierra, mas por mi parte,
busca en ella tu destino. 1025
Mas oye: si otro que tú
tal intento me propone,
hoy mismo en marcha se pone
a cenar con Belcebú.
Te haré parte en el botín: 1030
vive, y en ninguna parte
vuelvas, Rodulfo, a acordarte
de tu capitán Caín.
¡Aquí la gente...
RODULFO
Señor,
pues parto, y largo quizás... 1035
CAÍN
Muchacho, no hables ya más,
que no eres predicador.


Escena XVI

 

CAÍN, RODULFO y los piratas.

 
CAÍN
    Oid: habida atención
a lo bien que se ha batido,
la vida le he concedido 1040
a este mozo, a condición
de que aquí se ha de quedar,
en donde nadie reside;
y que si otro me lo pide,
le echo por respuesta al mar. 1045
¿Lo oís? ¡Ea pues, al bote!
 

(Dispérsanse todos.)

 

  (A RODULFO.) 

Toma ese oro que te toca.

  (A los suyos.) 

y el que descosa la boca,
está mal con su cogote.
¿Tomás?


Escena XVII

 

CAÍN, RODULFO y TOMÁS.

 
CAÍN

 (A TOMÁS.) 

Te has portado bien;
1050
y pues de todo ignorante
va, sea libre y que medre,
que hombre es, y la tierra grande.
TOMÁS
(Si un día me ayuda el cielo,
¡vive Dios que ha de pesarte!) 1055
CAÍN
(Ya no hay nadie que me venda,
que hablen los muertos no es fácil.)
Conque al agua. Adiós, muchacho.
TOMÁS
Rodulfo, que Dios te ampare.
RODULFO
¿Así se olvida de un hijo? 1060
Tomás, bien hago en dejarle.


Escena XVIII

 

Los piratas y PEDRO entran en el bote y desaparecen. A poco el bergantín pirata tiende velas y sigue su rumbo. RODULFO queda en la playa viéndolo partir.

 
RODULFO
    Heme aquí solo, ¡ay de mí!
pero estar solo más vale
que en la odiosa compañía
de esos corsarios infames. 1065
Mas no pensemos en ello;
Dios, que los secretos sabe
del corazón de los hombres,
no querrá desampararme.
Aquí hay pólvora, y un arma; 1070
en aquestos peñascales
voy a encender una hoguera
por si algún buque al alcance
pasa de esta isla, que entienda
que implora su auxilio alguien. 1075

 (Mete unas hojas en la cazoleta de una pistola, y al fogonazo las enciende, levantando a poco llama que alimenta con brezos, etc.) 

Y aquí me siento a espiar
la inmensidad de los mares,
y a esperar a que sus ondas
me den camino o me traguen.
Llama en que arde mi esperanza, 1080
dura, dura, y no te apagues,
y cual te doy yo alimento,
fuerza y esperanza dame.
ELENA

 (Dentro.) 

¡Ay!
RODULFO
¡Qué voz! De ese desierto,
¿quién puede ser habitante? 1085
Ilusión mía, sin duda:
no, entre aquellos matorrales
oigo rumor, algo veo
que se agita en su ramaje.
¿Quién va allá?
ELENA

 (Dentro.) 

Quienquier que seas,
1090
por el cielo santo ampárame.
RODULFO
¿Dónde estás?
ELENA
Estoy acaso
de la vida en los umbrales,
RODULFO
Aguarda a ese precipicio
que busque por dónde baje. 1095

  (Desaparece por detrás de las peñas, y vuelve con ELENA.) 



Escena XIX

 

RODULFO y ELENA.

 
ELENA
    No puedo ya más, detente,
déjame aquí que descanse.
RODULFO
Recóbrate y di qué puedo
hacer por ti. ¡Cielos! ¡Sangre!
¡Oh, sí, sí, comprendo ahora 1100
el pistoletazo de antes!
ELENA
¡Ay! Las fuerzas me abandonan.
¡Fallezco!
RODULFO
¡Ah, no, no; aun late
su corazón, late el pulso!
 

(Un buque pasa a lo lejos.)

 
¡Santos del cielo, una nave! 1105
¿Si distinguirán mi hoguera?
 

(El buque sigue cruzando.)

 
Pasa..., sí; ¡todo es en balde!
¡Ah! Probemos.

  (Tira un pistoletazo.) 

Pasa: ¡inútil!
El ruido sofoca el aire,
no hay esperanza ninguna. 1110
 

(El buque tira un cañonazo.)

 
¡Gracias, Dios mío, Dios grande!
Por aquí llega una lancha:
¡ea, corazón, ensánchate,
la suerte te da la mano,
y un nuevo mundo se te abre! 1115
 

(Llega el bote con marineros.)

 


Escena XX

 

RODULFO, ELENA y dos marineros.

 
MARINERO
    Es un pirata.
RODULFO
Ellos fueron
quien, en esta isla dejándome,
a morir me condenaron.
MARINERO
Sí, es de ellos.
RODULFO
Amigos, padre,
cuanto amé les abandono 1120
por no seguirles.
MARINERO
Y ¿qué hace
ahí esa mujer? ¿Quién es?
RODULFO
Víctima de sus maldades.
MARINERO
¿Vive?
RODULFO
Sí.
MARINERO
Venga a la lancha.
RODULFO
Gracias.
 

(Ponen en el bote a ELENA.)

 
MARINERO
Remar, y adelante.
1125
 

(Entra RODULFO en el bote y se alejan remando.)

 



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