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1

Utilizo la edición de Dorothy S. Severin, Madrid, Alianza Editorial, 1978. Una vez redactado este artículo, tuve ocasión de oír la contribución de la doctora Severin al congreso Edad de Oro de la Universidad Autónoma de Madrid, 1983, «La parodia del amor cortés en La Celestina», artículo que ha aparecido en el volumen III de dicho congreso. Madrid, 1984, pp. 275-279.

 

2

No es posible saber el sistema de partición que para las edades del hombre utiliza Rojas; al presentar la alegre juventud como tercera edad, no parece que acepte la cuatripartita, tan extendida en la época.

 

3

La desconfianza frente a las erradas interpretaciones de un texto por los lectores es frecuente, sobre todo en un texto impreso y en romance; unas veces se trata de una prevención cautelar en el plano doctrinal o moral, otras, una desconfianza literaria; creo que en La Celestina prevalece esta segunda posibilidad, sin anular la primera.

 

4

Dos obras maestras españolas, Buenos Aires, 1966, p. 11.

 

5

Antes ha distinguido Rojas: «Vi no sólo ser dulce en su principal historia o ficción toda junta, pero aun de algunas sus particularidades salían deleitables fontecicas de filosofía» (p. 36).

 

6

La Célestine selon Fernando de Rojas, Paris, Didier, 1961.

 

7

El Enquiridion, solamente, servirá de ejemplo en las morales; el Decamerón en las amorosas.

 

8

Vid. Bataillon, op. cit., p. 167 y ss.

 

9

Por ejemplo, María Jesús Lacarra, en su valioso libro Cuentística medieval en España. Los orígenes (Zaragoza, 1979), señala: «La antítesis del buen consejero será aquel que actúe sin ser llamado (como hace Dimna), nunca lleve la contraria al rey (también Dimna y los consejeros buhos) y se guíe más por sus intereses que por el bien del Estado. No es extraño que los consejos de los malos privados sean en sí mismos buenos y perjudiciales únicamente en el contexto que se dan. No hay nada de ejemplo de heroísmo en toda la obra y el engaño sólo se aprecia en el conjunto de la historia (J. Piccus, «Consejos y consejeros en el libro del cavallero Zifar», NRFH, XVI, 1962, 16-30, sostiene una tesis semejante). El lector, al dominar todas las perspectivas, es consciente de sus mentiras, no así cada personaje, que se deja engañar por sus sabios razonamientos. La verdad -como insistirán los textos didácticos- sólo depende de las circunstancias en que se sitúe» (p. 160), situación semejante a la que encontramos en La Celestina en lo que respecta a los temas y motivos sobre los consejeros y la argumentación. La preocupación por este problema da lugar a relatos como el Libro de los Estados, de D. Juan Manuel o a tratados, espejos, sumas, etc., como el De regimine principum, de Egidio Romano, el Doctrinal de príncipes, de Diego de Valera, etc. En la Glosa castellana al Regimiento de Príncipes leemos lo siguiente: «Así como los mozos no han consejo acabado, porque son menguados en el entendimiento e en la razón, bien así las mugeres no han consejo acabado porque son menguadas de los entendimientos» (Madrid, ed. Beneyto, 1946, p. 114), y en la Suma de la política, de Sánchez de Arévalo, se cuenta esta anécdota: «E sobre este passo dize Valerio quel grande Alexandre, aviendo dos veces vencido a Darío, fue por el rey requerido que le daría su fija en casamiento con gran suma de oro, e como Alexandro demandasse consejo a un cavallero llamado Parmenio, dixo le el dicho consello: "Si yo fuesse Alexandre recibiría el tal partido", al qual Alexandre respondió prompta e fermosamente diziendo le "aun yo usaría deste partido si fuesse Parmenio". E fue ciertamente sabia respuesta, en la qual mostro su gran magnificencia e animosidad» (ed. J. Beneyto, Madrid, 1944, p. 104), y en otro lugar leemos: «Onde San Gregorio, en el Registro, fablando con un rey de Francia dezía: "No te sería fiel consegero el que a tu fazienda ama más que a ti"» (p. 105), o bien: «Otrosi deve todo consegero ser verdadero, de guisa que siempre aconsege al príncipe o a la república lo que fuere verdad e no siga la voluntad e apetito real» (p. 101 y pássim). La observación resulta inevitable y se encuentra en todo tipo de obras, Enchiridion, Cortesano, Mercurio y Caron, Lazarillo... En la poesía de cancioneros, López de Haro escribe: «Do bienes y honores / no verás por lealtades / que tengan los servidores / por do mueren las bondades / a causa de los señores.»

 

10

Vid. Maravall: El mundo social de la Celestina, Madrid, Gredos.