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11

La referencia obligada, en materia de cronología de las comedias de Guillén, es al trabajo de C. Bruerton, «The chronology of the comedias of Guillén de Castro», Hispanic Review, 12: 2, 1944, pp. 89-151, que analiza la métrica de las obras del valenciano; la ausencia de autógrafos, sin embargo, hace que en este caso haya un margen de duda mayor en los resultados obtenidos, con respecto a los aciertos del estudio parecido llevado a cabo por el mismo Bruerton y por Morley para las comedias de Lope de Vega.

 

12

Un intento de aplicar la nomenclatura semiológica actual a los distintos fenómenos de préstamo, reelaboración y refundición del teatro áureo es el de M. G. Profeti, «Intertextualidad, paratextualidad, collage, interdiscursividad en el texto literario para el teatro del Siglo de Oro», en Id., La vil quimera de este monstruo cómico, Kassel, Università di Verona-Edition Reichenberger, 1992, pp. 107-118. Para una definición del término refundición, véase C. Bingham Kirby, «Hacia una definición precisa del término 'refundición' en el teatro clásico español», Actas del X congreso de la AIH (Barcelona, 21-26 de agosto de 1989), ed. A. Vilanova, Barcelona, PPU, 1992, pp. 1005-1011.

 

13

José Pellicer de Tovar, Idea de la comedia de Castilla, precepto 16; Francisco Antonio de Bances Candamo, Teatro de los teatros, F. Sánchez Escribano-A. Porqueras Mayo (eds.), Preceptiva dramática española del Renacimiento y el Barroco, Madrid, Gredos, 2 ed. 1971, pp. 271 y 347 respectivamente.

 

14

Para el tipo de práctica escénica al que apunta la obra, véanse las acertadas observaciones de P. Pintacuda, en la introducción a su edición citada, pp. xix-xxi. Para la fortuna de la comedia hasta bien entrado el siglo XVIII, véanse las numerosas sueltas examinadas en la edición de Pintacuda, y las noticias de representaciones citadas en la nota 45, p. xiv.

 

15

Cito del texto editado por G. Di Stefano en su Romancero, Madrid, Taurus, 1993, pp. 177-178.

 

16

Cito de: Guillén de Castro y Bellvis, Obras, edición de E. Julia Martínez, tomo III, Madrid, Tipografía de la «Revista de Archivos», 1927, p. 74a. El eco intertextual nos confirma una vez más la afición de Guillén de Castro por dramatizar textos romanceriles. Un recuento de las obras inspiradas en el Romancero en L. García Lorenzo, El teatro de Guillén de Castro, Barcelona, Planeta, 1976, cap. V, donde estudia más detenidamente El Conde Alarcos y Las mocedades del Cid.

 

17

No hay más que recorrer el listado de obras analizadas por M. McKendrick en su ya citado Women and society. Hechas las debidas diferencias (que son muchas) Hipólita recuerda en parte al personaje de doña María en La moza de cántaro de Lope de Vega, también mujer varonil y arrestada que protagoniza una comedia de capa y espada con algunos rasgos transgenéricos, según trato de mostrar en «El perro del hortelano y La moza de cántaro: un caso de auto-reescritura lopiana», «Estaba el jardín en flor [...]». Homenaje a Stefano Arata, en prensa.

 

18

Tirso de Molina, Obras dramáticas completas, ed. B. de los Ríos, tomo II, Madrid, Aguilar, 1989, p. 772 y passim.

 

19

El tejido de citas intertextuales en esta secuencia es todavía más denso si se considera que los vv. 339-340 pronunciados por Lobón («que no porque sea el gracioso / es fuerza que sea gallina») repiten casi al pie de la letra dos versos pronunciados por el gracioso Gonzalo de El engañarse engañando (1620-1624) de Guillén de Castro: «Iré furioso / que no es siempre en el gracioso / calidad el ser gallina» (Guillén de Castro y Bellvis, Obras, tomo III, p. 177b).

 

20

Véase también su reacción al ver a Hipólita peleando con don Luis al final del I acto: «¿No riñe gallardamente / nuestra hija?», le pregunta complacido, más que enfadado, don Pedro a su mujer (p. 49a).