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La palabra aparece en redonda, pero la imprimo en cursiva porque, evidentemente, parece italiana. No sé interpretarla.

 

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Las gestiones de Coetanfao en nombre de la Academia Médica Matritense, a la que pertenecía como miembro asociado extranjero, debieron de dar resultado, pues, en efecto, el rey aprobó unos nuevos estatutos para esa corporación en octubre de 1791, aunque la cédula en que se publicaron está fechada mucho después, en Aranjuez a 23 de mayo de 1796 (vid. Memorias de la Real Academia Médica de Madrid, I, Madrid, 1797, pp. XIII y XVIII-XXXVIII, y Academia Nacional de Medicina. Catálogo de las obras y documentos raros y curiosos de su librería que figuran en la exposición abierta para conmemorar el II centenario de su fundación, 1734-1934, Madrid, 1934, p. 75). Según las pesquisas de Cano (Heterodoxos y prerrománticos, p. 295), la primera sesión de la Academia a la que asistió Coetanfao, de las que reseña el «Libro de acuerdos» correspondiente al período 1791-1816, fue la del 14 de julio de 1791, es decir, poco posterior a su regreso de Aranjuez. Pero sin duda asistió a otras antes de su viaje al Real Sitio, pues no de otro modo se explica que hubiera sido comisionado por la Academia, y para asunto de tanta importancia. Lo que ocurre es que se ha perdido el tomo del «Libro de acuerdos» de la corporación correspondiente al período 1752-1791 (según veo en un trabajo de Paula de Demerson, «El vagabundeo por la corte de la Real Academia Médica Matritense», en El siglo que llaman ilustrado. Homenaje a Francisco Aguilar Piñal, Madrid, CSIC, 1996, p. 253; Valentín Matilla, por su parte, escribe: «Los eruditos e investigadores que quieren bucear en la historia de la Regia Academia entre el 16 de marzo y el 5 de octubre de 1791 se encuentran con un grave problema: la desaparición de las actas y otra documentación correspondientes a dicho período», «Real Academia Nacional de Medicina», en Las Reales Academias del Instituto de España, Madrid, Instituto de España - Alianza Ed., 1992, p. 348); y es lástima, porque esa documentación nos daría pistas sobre el tiempo que llevaba Coetanfao residiendo en la Corte.

 

93

Véase infra, carta 12, nota 10.

 

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Coetanfao se refiere, sin duda, a D.ª Mariana Waldstein (1763-1808), IX.ª marquesa de Santa Cruz desde su matrimonio con don José Bazán de Silva (1735-1802), marqués del mismo título. D.ª Mariana -retratada por Goya hacia 1797-98, en cuadro que se conserva en el Louvre- sería años después amante de Luciano Bonaparte, cuando este fue nombrado embajador en Madrid (1800).

 

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Es más que probable que Coetanfao juegue con los sentidos de la preposición sobre.

 

96

Véase supra, carta 1, nota 11.

 

97

«El puñalito me cuelga más lánguido que una acelga tierna»; adaptación de un verso de Catulo, 67, 21, en que se dice eso mismo del miembro viril de un marido: languidior tenera cui pendens sicula beta.

 

98

Coetanfao continúa firmando sus cartas con nombres jocosos de extracción cervantina. Se alude aquí a Quijote I, 18: Alifanfarón, «señor de la grande isla Trapobana», es el nombre del emperador que, según la febril imaginación del hidalgo, conduce uno de los «ejércitos» (que son rebaños de ovejas y carneros) con que don Quijote y Sancho se topan.

 

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En el texto, «Bara»; supongo que es el Barra que se menciona otras veces.

 

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En efecto, la Gazeta de Madrid del martes 24 de mayo de 1791 anuncia entre otras obras (p. 356), y por este orden, el Alimento espiritual; quotidiano exercicio de meditaciones, del V. P. Mtro. Fr. Luis de Granada y del Beato Henrique de Susón (que se había editado en dos vols. en Madrid, 1788; cf. J. Simón Díaz, Bibliografía de la literatura hispánica, t. XIII, Madrid, CSIC, 1984, n.º 4669), los Discursos filosóficos sobre el hombre de Forner (Madrid, 1787) y El hombre práctico, o discursos varios sobre su conocimiento y enseñanza, de D. Francisco Gutiérrez de los Ríos, tercer conde de Fernán-Núñez. A juzgar por la fecha del anuncio, es lógico pensar que la edición que se ofrecía de esta última obra (interesantísimo tratadito escrito hacia 1680 y exponente de una mentalidad claramente pre-ilustrada) fuera la 3.ª, de 1787 (la 1.ª es de 1686; la 2.ª, de 1764); cf. L. M. García Barrio, «Sobre la fecha de publicación de El hombre práctico de Francisco Gutiérrez de los Ríos», Dieciocho, 3 (1980), pp. 40-50.

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