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UNAS “MARZAS” EN LAS LEONESAS TIERRAS DE RUEDA.

PUERTO, José Luis

Al hablar del ciclo festivo de Navidad, también conocido como ciclo de los Doce Días (los que van de Navidad a Reyes), que coincide con la celebración del solsticio de invierno, cristianizada en la fiesta de la Natividad de Jesús y en las fiestas posteriores con ellas relacionadas, nos vamos a centrar en los ritos que se celebran en el pueblo de Gradefes, cabeza del Ayuntamiento de muchos de los pueblos de la comarca leonesa de las Tierras de Rueda; unos ritos festivos que ya se han perdido y caído en desuso y que sólo quedan en la memoria de las gentes que los vivieron y que aún los recuerdan.

En estos ritos festivos tenía un especial protagonismo el grupo de los mozos, grupo cerrado y bien definido, en el que se entraba mediante iniciación y del que se salía al dar el paso del matrimonio.

Este grupo elegía durante estas fechas festivas un presidente; esta elección reafirmaba al grupo y a sus miembros y contribuía a la vez a darle una fisonomía muy definida y diferenciada dentro de la comunidad rural. Estas elecciones de "presidente" (término que se utiliza en Gradefes), "alcalde" o "rey de mozos" están (o estaban) muy arraigadas en tierras leonesas; sobre ellas, nos dice Julio Caro Baroja:

"En tierra leonesa, donde en cada pueblo hay o había una sociedad de mozos perfectamente organizada, y en la que entraba todo varón a los quince años mediante el pago de vino para los miembros anteriores, al mozo que por sus condiciones especiales elegían por jefe le llamaban "rey"; en Sahagún, "Rey de mozos" (por alusión acostumbres especiales de determinada época del año); en Oseja de Sajambre, Riaño y Rodiezno le llaman "alcalde de mozos", y en Mansilla de la Mulas, "mozo mayor"(1 ).

AÑO NUEVO

El día de San Silvestre (31 de diciembre) se reunían los mozos en el café; en esa reunión veían cuántas mozas había en el pueblo y las sorteaban, entre ellos ("a ti, fulana; a ti, la otra..."), estableciendo parejas según el azar de la suerte. Una de las manifestaciones más primitivas de estos emparejamientos de mozas y mozos, que convivían en promiscuidad fuera del matrimonio desde mayo hasta San Miguel, eran las ceibas de la comarca leonesa de La Cabrera, tanto la Alta como la Baja; de ellas dice Elías López Morán: "Ceiba es emparejamiento. Indudablemente, el origen de esta costumbre es antiquísimo, acaso pastoril, y se trata de una supervivencia, un residuo, una piltrafa de la primitiva promiscuidad de sexos..." (2). Y, en Gradefes, una vez hechos los emparejamientos de mozas y mozos por sorteo, estos últimos salían a rondarlas por el pueblo, con el tamboril y la gaita; a esta ronda nocturna se la conocía con la expresión de "salir a dar las novias"; cada mozo tenía que mostrar especial protagonismo, acompañado por los demás, cuando la ronda llegaba ante la casa de la moza que le había tocado en suerte como pareja. Y cuando, en ronda, "salían a dar las novias", los mozos solían entonar este característico cantar, en el que se cambiaban los nombres de la moza y el mozo según la ocasión:

A María le daríamos,
le daríamos,
por esposo le daríamos,
le daríamos,

a Juan le daríamos,
le daríamos.
Si no lo queréis creer
el domingo lo veréis,
en el sombrero una rosa

por su querida esposa
y en el sombrero un clavel
por su querida mujer(3).

Tras pasarse toda la noche de ronda, por la mañana de madrugada, ya en fecha de Año Nuevo, iban a misa primera, la de las seis, al convento de las monjas cistercienses, situado en el pueblo. Por la tarde, cada moza tenía que llevar a su casa a merendar al mozo que la había tocado en el sorteo de emparejamiento celebrado en San Silvestre y tenía que procurar ser complaciente con él; merendaban chorizo, jamón queso... ("de lo de casa" nos dicen), además de la bebida.

Esta costumbre de emparejamientos por sorteo de mozas y mozos también se realiza en Asturias por estas mismas fechas festivas: "El día de San Silvestre, en una amena reunión, a la que concurren todos los jóvenes del lugar, se sortean sus nombres alegremente y quedan agrupados por parejas, tras preliminar fijación del límite máximo y mínimo en la edad de los aspirantes; es normativo que el día de Año Nuevo y el de Reyes el galán se muestre afectivo con la moza haciéndole pequeños regalos, llamados perdones, que encontrarán su justa correspondencia, como en Ponga, por San Juan cuando ésta le invite a merendar o a cenar. No debe de extrañar que en sociedades endogámicas las relaciones previas al noviazgo se regulen de semejante manera"(4).

Según lo expuesto, este rito del emparejamiento de la mocedad por sorteo presenta las siguientes secuencias:

-Reunión de los mozos.
-Sorteo de emparejamientos de mozas y mozos.
-Ronda del grupo de los varones por las casas de las mozas, con protagonismo especial de cada mozo ante la residencia de la moza que le ha tocado en el sorteo.
-Regalo de los mozos a las mozas que les han tocado como parejas; estos regalos, tanto en León como en Asturias, reciben el mismo nombre: los perdones.
-Correspondencia de las mozas a los mozos que les han correspondido como pareja, invitándolos a sus casas a una merienda o una cena.

Dos son las explicaciones que hemos expuesto sobre esta costumbre: para Elías López Morán tiene un origen acaso pastoril (aunque él habla más bien de las ceibas de La Cabrera); para Eloy Gómez Pellón y Gema Coma González se trata de una regulación de las relaciones de pareja previas al noviazgo, características de sociedades endogámicas.

REYES MAGOS

Durante la víspera de la fiesta de Reyes, los mozos celebraban una reunión en la casa del pueblo (el edificio del Ayuntamiento) o en la particular de alguno de ellos y elegían por sorteo a su “presidente", cargo que duraba un año completo, hasta los reyes siguientes.

El calendario lunar romano hacía comenzar el año en el mes de marzo, con la primera luna nueva posterior al deshielo; tiempo después, Julio César, al implantar el calendario solar, en el año 45 a. de J.C., lo hizo comenzar a primeros de enero. Al iniciarse el año, en las "Kalendae Martiae", los jóvenes romanos entonaban unos cánticos, las "martiae", que anunciaban la llegada del primer mes dedicado a un dios de la agricultura. Estos cantos del inicio del año, las marzas, los han seguido repitiendo los mozos de Cantabria, del norte de Palencia y de Burgos, y también, como enseguida veremos, los cantaban los mozos de este pueblo leonés de Gradefes. Julio Caro Baroja indica que las marzas se cantan en distintos momentos, unas en el inicio del calendario solar (la última noche del año) y otras en el comienzo del antiguo calendario lunar (la última noche de febrero o la del primer viernes de marzo)(5).

En Gradefes, el canto de las marzas se realizaba (y parece que ha vuelto a resurgir la costumbre) en la fiesta de los Reyes Magos por parte de los mozos; en una fecha, por tanto, próxima a la del inicio del calendario solar por el que nuestra sociedad se rige; y era un canto ligado con la petición de un aguinaldo que recibían los mozos del vecindario a cambio de un servicio prestado al pueblo.

El grupo de los mozos pedía este aguinaldo porque el domingo anterior a la fiesta habían limpiado las pozas donde las mujeres lavaban la ropa; pozas situadas en el lugar conocido como El Ferial. El grupo iba capitaneado por el “presidente de los mozos", elegido el día de la víspera, como hemos visto, y que llevaba, como símbolo de su "autoridad", un ramo, es decir: una vara adornada con cintas de colores, con una rama de flores colocada en su extremo superior. Iban recorriendo las calles para pedir el aguinaldo y nada más que el "presidente" golpeaba el suelo con la vara (señal de autoridad) no se movía nadie, se detenían todos; y, en ese momento, un mozo decía al "presidente":

-Multa, señor alcalde.

-¿Contra quién? -contestaba el "presidente".

-Contra la señora que no viene con el mandil limpio -volvía a replicar el mozo.

Y estas fórmulas no eran más que un pretexto para que, al ponerlas alguna falta a las personas con las que se iban encontrando por la calle en su recorrido de petición, éstas les fueran dando dinero que ellos, de ese modo, recaudaban para la posterior reunión con ágape incluido; la multa -nos dicen- solía ser de un real (veinticinco céntimos). Y así iban recaudando dinero. Quizás esta manera jocosa de poner multas a todo el que se encuentran tenga que ver con los ayuntamientos y alcaldes burlescos ("rey de Inocentes"; "Alcalde inocente") de que habla Julio Caro Baroja(6).

Los mozos, con su "presidente" al frente (al que en la fórmula de imposición de multas se le llama "alcalde"), iban de casa en casa y, al entrar en cada una de ellas, no solían pedir permiso, lo hacían sin más, aunque formalmente lo pidieran cuando ya estaban dentro, mediante unos versos que recitaban con tono monótono de salmodia:

Poca cortesía,
menos obediencia
entrar en casa noble
sin pedir licencia.

Ea, señora,
denos de por casa
con su cara alegre
y sus manos lavadas.

Los vecinos solían darles trozos de chorizo, torresnos (trozos de tocino), huevos, manzanas, nueces... si en una casa, además de darles el aguinaldo, los convidaban a dulces y licores, entonces entonaban el cantar de las "martas", término con el que en Gradefes se designan las marzas, y que tiene una gran similitud, sin apenas evolución lingüística, con el término latino "martiae".

Este es el cantar de la martas que cantaban los mozos de Gradefes cuando pedían el aguinaldo:

Las martas, las martas,
las martastolendas
no vinon de Francia
ni de Inglalaterra,
que las bajó Cristo
del cielo a la tierra.

De la casa santa
las doce hijas hembras,
las seis eran monjas,
prioras y abadesas,
y las otras seis
serían tan buenas
que duques y condes
casaran con ellas,
que turcos y moros
limpiaran la tierra.

Levántate, dueño,
que bien has dormido,
que tu maridito
de la guerra vino,
trae caballo blanco
y un puñal dorido,
para mayor gala
trae un rey cautivo.
Damas a la mesa
sirven veinticinco.

Y ahora de aguinaldo
danos un tocino,
veinticinco huevos
y un real para vino.

Y éste es el texto recogido de las martas de Gradefes; obsérvese la utilización de una palabra como "martastolendas", formada del mismo modo que "carnestolendas", nombre del Carnaval. Los mozos, mientras cantaban recorriendo las calles en su cuestación, acompañaban su música con coberteras (tapaderas de lata, con las que se tapaban las cazuelas zamoranas de “perigüela” = Pereruela), panderetas y almireces, además del tamboril y la gaita. Otra muestra de sus cantares, además de las mallas, es este villancico de aguinaldo:

La Virgen lava pañales
y les tiende en el romero
y el Niño recoge astillas
para cocer el puchero.

ESTRIBILLO:

Los Reyes vienen,
vamos a ver
cómo le adoran
allí en Belén.

Y los pastores
llevan un don
al rey nacido,
el Hijo de Dios.
La Virgen es panadera,
quién comiera de su pan;
los hornillos son de oro
y la tapa de cristal.

NUEVO ESTRIBILLO

Vamos a ver
con mucha alegría,
vamos a ver
al Niño María.

Vamos a ver
con mucho placer
cómo le adoran
allí en Belén.

A los amos de esta casa
Dios les dé salud y vida,
salud y muchas pesetas;
ésta sí que es despedida.

Los Reyes vienen,
vamos a ver...

Esta cuestación de aguinaldo era realizada por los mozos después de la misa festiva. Con lo recogido en ella (dinero, embutidos y diversos frutos), se reunían esa misma noche o el domingo siguiente, según cuadrara, y hacían una comilona. Un hombre mayor del pueblo (recordando su mocedad) nos dijo que el domingo siguiente pedían el aguinaldo en el convento y en el molino y hacían otra comida, que era bendecida por el cura, al que llamaban (7).

Este rito festivo de cuestación del aguinaldo, según lo que llevamos dicho, presenta la siguiente "morfología":

-El sujeto de la petición es el grupo de los mozos, encabezados por su "presidente", que lleva un signo bien visible (la vara, adornada y floreada) de su elección y de su cargo.

-La petición queda legitimada ante la comunidad por un servicio prestado a la misma por los mozos: la limpieza de las pozas donde lavan las mujeres.

-La fecha y el momento de la cuestación es la fiesta de los Reyes, tras la salida de la misa de fiesta.

-El itinerario de la cuestación consiste en recorrer todo el pueblo (calles, plazas y rincones}, con entrada en cada casa recitando salmódicamente, para avisar, una fórmula ritual.

-El recorrido se realiza entonando cantares, acompañados por la gaita y el tamboril, además de otros "instrumentos" ("coberteras", panderetas, almireces...); en las casas en que son convidados, como agradecimiento al obsequio, cantan dentro de las mismas.

-Existe un componente cómico o burlesco: la imposición de multas a todo aquel que se interpone en el itinerario del grupo; multas impuestas por los más peregrinos motivos (llevar mal una prenda de vestir, hacer un gesto determinado, hablar mientras ellos cantan, etc.).

-La finalidad de la cuestación es la celebración de un comilona conjunta del grupo de mozos en una posterior reunión.

(Todas las transcripciones musicales han sido realizadas por: María Dolores Rojo López)

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NOTAS

(1) Julio CARO BAROJA, El carnaval (Análisis histórico-cultural), 2.ª ed., Madrid, 1979, pág. 339.

(2) Citado por: Santiago ALONSO GARROTE, El dialecto vulgar leonés hablado en Maragatería y tierra de Astorga, 2.ª ed. revisada y considerablemente aumentada, Madrid, 1947, pág. 175.

El trabajo de Elías LÓPEZ MORÁN, "Derecho consuetudinario leonés”; está reeditado por la Diputación Provincial, Col. "Breviarios de la Calle del Pez" n.º 2, León, 1984.

(3) Cantado por María González Valdubieco, de 63 años.

(4) Eloy GÓMEZ PELLÓN y Gema COMA GONZÁLEZ;, Fiestas de Asturias, Oviedo, 1985, pág. 18.

(5) Julio CARO BAROJA, op. cit., pp. 162-164.

(6) Julio CARO BAROJA, op. cit., pp. 326-329.

(7) El cantar de "La Virgen lava pañales" fue cantado por Joaquina Fernández Soto, de 87 años, que fue a la vez nuestra principal informante; y el de la martas por ella y por su hija, Visitación Díez Fernández, de 63 años. Agradecemos a Joaquina, María y Visitación sus cantares y sus informaciones. Y a Lola sus transcripciones musicales.