Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


Abajo

Usos discursivos del adverbio «sí» en el español mexicano1

Domniţa Dumitrescu




ArribaAbajoIntroducción

Este trabajo se enfoca en los usos discursivos de una de las palabras más frecuentemente usadas, pero no por ello en igual medida estudiada, del castellano: el adverbio de afirmación .

Según Corominas (1954:302), se desarrolla en castellano a raíz de una antigua «perífrasis afirmativa» + V (sí fago = «hago así como tú dices»), documentada ya en el siglo XII y todavía usual en el Siglo de Oro. (Ej.: «¿Atreveraste a bajar por este balcón....? Sí atrevo»... Tirso de Molina), «...construcción a la cual permanece fiel el portugués mucho más tiempo que el castellano, en el cual pronto se desarrolló la construcción elíptica, que, partiendo de sí hago y análogos, empleó solamente , naciendo así el nuevo adverbio afirmativo ...» (Por esta razón, Bello 1984:141 afirmaba que « y así son una misma palabra.»)

El reciente Diccionario panhispánico de dudas (2005:601) explica que este adverbio de afirmación «se usa normalmente en respuestas a oraciones interrogativas, para contestar afirmativamente a lo preguntado o propuesto» y «[t]ambién es emplea con valor enfático para reforzar una afirmación, frecuentemente seguido de la conjunción que» (aparte de que, seguido de este mismo que, se puede emplear «irónicamente para reforzar una negación»). Una descripción similar se halla en el DRAE 2001 y también en el Diccionario del español usual en México (2002:821), que solo menciona dos usos: «respuesta afirmativa a una pregunta» y «énfasis a una afirmación».

Sin embargo, el diccionario de María Moliner, y sobre todo el Diccionario del español actual (1999:4015) enumeran una gama mucho más amplia de usos, agregando, a lo mencionado anteriormente, por ejemplo, «asentir a una afirmación que se acaba de oír», «manifestar sorpresa ante lo que se acaba de oír, como pidiendo confirmación o aclaración, o simplemente para acusar recibo de ello», «replicar a una negación oponiendo la afirmación de lo contrario», etc.

Sabiendo que la última obra lexicográfica citada refleja exclusivamente el español empleado en España hoy en día, la pregunta cuya respuesta me propongo explorar en lo que sigue es en qué medida se pueden encontrar todos esos usos de sí (y quizás otros más) en el español mexicano contemporáneo usual, pese a la escasez descriptiva del citado diccionario de dicha variedad.






ArribaAbajoLos datos analizados

Para llevar a cabo tal investigación, me valgo del corpus electrónico de lengua hablada recogido en el Macrocorpus de la norma lingüística culta de las principales ciudades del mundo hispánico (ALFAL, 1998), apoyándome asimismo, como refuerzo de las conclusiones que saque, en el tomo de entrevistas sobre El habla popular de la República Mexicana: Materiales para su estudio (UNAM, 1995), editado por Juan M. Lope Blanch.

La sección mexicana del Macrocorpus contiene 14 grabaciones de hablantes cultos: 7 informantes hombres entre 25 y 81 años y 7 informantes mujeres entre 25 y 80 años, con un total de 41.518.978 palabras (que incluyen los discursos tanto de los informantes como de los encuestadores, también mexicanos usuarios del registro culto de la lengua, por lo cual no vi la necesidad de descartarlos del recuento).

En estas 14 grabaciones (abreviadas como M1, 2, etc., en los ejemplos comentados) el adverbio afirmativo ocurre 270 veces: 148 en forma sintácticamente autónoma, y otras 119, como parte integrante de una construcción sintáctica de la que no se puede separar, o sea en forma no autónoma. También se han dado tres instancias -dentro de un mismo y único pasaje discursivo- en que el adverbio de afirmación ha sido sustantivado: «hay escenas, hay frases que... que sean anécdotas, ¿verdad?, de actores muy famosos, de estrellas famosas que por decir un sí han tenido que repetir hasta sesenta veces, ¡un sí! En el teatro no se puede dar uno esos lujos de repetir sesenta veces un sí, pues si no se te oyó, ni modo, no se te oyó y... y adelante, ¿no?» (M4).

Voy a analizar por separado las funciones discursivas del adverbio «autónomo» y, respectivamente, «no autónomo» en el corpus electrónico mencionado, sin preocuparme más por los usos sustantivados arriba ilustrados.

El que he llamado «autónomo» (de ahora en adelante SÍ A) -que representa casi 55% del total de ocurrencias del adverbio en este corpus- es el que aparece en uno de los contextos sintácticos siguientes: 1. adverbio «pro-oracional», o sea configurador de oración (en la terminología de Hernández Alonso 1986: 487) o proforma oracional (Brucart 1999: 2834); 2. adyacente oracional (en la terminología de Alarcos Llorach 1999: 166), separado por coma del resto del enunciado; 3. marcador conversacional (o conector pragmático) metadiscursivo (cf. Briz 1998, Martín Zorraquino y Portolés Lázaro 1999).

El que he llamado «no autónomo» (de ahora en adelante Sí NA) -que representa un poco más del 44% de las ocurrencias- es el que forma parte de un Sintagma Verbal 1. explícito o 2. elidido (lo que Hernanz y Brucart 1987:137 llaman «elisión de SV con partícula de polaridad»). Hay 14 ocurrencias de SV elididos con (un poco menos de 12%), versus 105 (casi 88%) sin elisión.

A su vez, el Sí NA que forma parte de un SV explícito puede conectarse al mismo mediante la conjunción que (uso mediato) o preceder inmediatamente al verbo (uso inmediato). Hay 102 ocurrencias de éste (85%) en contraste con solo 3 de aquél (2.5%). Por supuesto, como se verá más adelante, el Sí A y el Sí NA pueden ocupar, con frecuencia, posiciones contiguas en el discurso, o ir reforzados, a su vez, por otras unidades léxicas (como pues, claro, cómo no, etc.)




ArribaAbajoSí A

La proforma oracional tiene la función semántica de «reproducir el contenido proposicional de un enunciado presente en el contexto inmediatamente precedente, asignándole polaridad positiva...» (Brucart 1999:2834). Pragmáticamente, su uso más habitual es el de respuesta afirmativa a una pregunta, o señal de conformidad con lo manifestado por el interlocutor.

La primera función se puede ver en los ejemplos 1) y 2); la segunda, en los ejemplos 3) -aceptación de una propuesta-, 4) -permiso para actuar-, 5) -ratificación de una aserción- y 6) -conformidad con un mandato.

1) Enc.- Una pregunta. Perdón. Antes de esa época, ¿usted ya iba a bastantes congresos?

Inf.- . La primera vez que salí al extranjero fue en el cuarenta y cuatro (M11)

2) Enc.- ¿Hay una disposición para no cambiar la...?

Inf.- ¿El estilo de la arquitectura? . Las calles tienen que ser todas así, empedradas, y las casas también. (M3)

3) Enc.- Oye, ¿nos puedes contar algo de la Llorona?

Inf.- , ¡cómo no! (M3)

4) Enc.- ¿Me permite interrumpirlo?

Inf.- , cómo no. (M5)

5) Enc.- Pero esa materia está muy dentro de su rama.

Inf.- . (M11)

6) Y ya cuando se fue, se despidió de mí, y me dice: «Te espero mañana en Mascarones a las cinco de la tarde». «, padre». (M14)

Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos (al menos en el corpus que analizamos), la respuesta afirmativa o la ratificación de lo afirmado por el interlocutor no se realiza a través de la proforma usada en aislamiento («a secas»), como en los ejemplos de arriba, sino más bien convirtiéndola en un adyacente oracional, separado por coma del resto del enunciado -el cual, a su vez, a menudo repite o parafrasea el turno del interlocutor, intensificando de este modo el acuerdo entre ambos. Los ejemplos 7), 8) y 9), a continuación, ilustran esa idea:

7) Inf.- Bueno, no había especialización. Yo fui a... un... autodidacta. Además...

Enc.- ¿En la parte de especialización?

Inf.- , en la parte de especialización. No había... Había unas cuantas personas que trabajaban en la especialidad; no era muy... amplio y genera... y generoso el campo de la enseñanza. (M11)

8) Enc.- ¿Acá, en la universidad? ¿Aquí, en México?

Inf.- , en la Universidad de México. (M9)

9) Enc.- ...Pero... pues, de eso que se te va pasando el tiempo... no sé qué pasa...

Inf.- , no sé qué pasa, que dice uno: «Sí... Voy a verla, y voy a verla», y nunca va uno. (M14).

El adyacente oracional no ocupa necesariamente la primera posición en el turno de habla, aunque ésta sí es, por lo común, la más frecuente. El ejemplo 10) contiene, por ejemplo, un adyacente oracional en posición final y 11), uno en posición medial.

10) Inf.- Es muy bonito, muy agradable, y se puede esquiar y nadar y comer allí y todo.

Enc.- ¿Esquiar también?

Inf.- Esquiar también, . (M3)

11) Inf.- Bueno: el rebozo es una especie de... pues de... ¿cómo dicen ustedes?, ¿tapado, chal o...?

Enc.- Chal.

Inf.- Un chal, sí, de seda o de algodón. La gente humilde lo usaba de algodón, (M3)

Un tercer uso autónomo de presente en nuestro corpus es el de marcador discursivo. Efectivamente, como señala Brucart (1999:2837), «los adverbios de polaridad no funcionan como proformas oracionales en todos sus usos sintácticamente independientes. Con mucha frecuencia aparecen en el diálogo como marcadores que regulan la conversación o sirven para expresar las reacciones anímicas de los interlocutores.»

Entre las funciones reguladoras de la conversación, se pueden citar las de señalar la recepción del mensaje o el cambio de turno conversacional subsidiario, que permite que progrese el discurso (cf. Martín Zorraquino y Portolés Lázaro 1999:4193, quienes afirman que este sí marcador metadiscursivo representa una «desemantización» del adverbio afirmativo, que ni reproduce las palabras del hablante, ni las ratifica). El ejemplo 12) del corpus mexicano parece ilustrar esta función metadiscursiva de sí, usado después de la interrupción provocada por la risa, como para reanudar el hilo de la conversación:

12) Enc.- Y dime, en la oficina, ¿qué haces?

Inf.- Pues en la oficina, pues ya sabes, es una agencia de viajes; es muy divertido, es pura pachanga allí [Risas]. . Pues somos seis muchachas y el pobre del gerente [Risas] que todo el día nos peleamos con él y demás. (M3).

Asimismo, en el ejemplo 13) el informante parece intervenir durante el turno de habla del encuestador simplemente para mostrar que está prestando atención a lo que éste dice:

13) Enc.-... En alguna ocasión tú me mencionabas que... que no estabas de acuerdo con una práctica especial, o...

Inf.- .

Enc.-...y es que dentro de tu religión no se admiten ministros de color... (M7)

Finalmente, en el ejemplo 14) el del informante parece significar, simplemente, que ha recepcionado el pedido del interlocutor e intenciona darle curso.

14) Enc.- Bueno, ahora yo le quiero preguntar: usted ¿cómo empezó a meterse de lleno, digamos, en este nivel internacional de especialistas?

Inf.- Bueno, mire usted...

Enc.- No. Su vida a través de los congresos, y sus títulos.

Inf.- Sí. Bueno, mire usted: en el año cincuenta y cuatro tuve aquí, en México, la visita de... de unas gentes de Sudamérica que tenían el problema de una criatura sorda. (M11)

Por otra parte, en 15), el informante expresa, más bien (o al mismo tiempo) que conformidad con su interlocutor, la satisfacción de haber recordado algo que se le había olvidado, al menos momentáneamente.

15) Inf.- Bueno, pues no me acordaba.

Otra persona.- ¿Ya ves?

Inf.- Fue Arístides Monterior.

Otra persona.- Arístides Monterior. Por un trabajo en otorrinolaringología...

Inf.- ¡Ah, !

Otra persona.- ...la primera vez...

Inf.- Y muy temprano: fue en años de treinta y ocho; fíjese usted, hace treinta años...

Otra persona.- ...que se trataron las amígdalas en una forma especial.

Inf.- , . « (M11).

Por último, el ejemplo 16) -en que se repite cuatro veces seguidas, con tono exclamativo- parece sugerir que la frontera entre la proforma y el marcador discursivo es en este caso borrosa, o que las funciones se superponen, en el sentido de que el informante, en este ejemplo, claramente expresa no sólo acuerdo con las palabras del interlocutor, sino también entusiasmo por el don de éste ultimo de «leer su pensamiento», por así decir (o sea, una reacción de fuerte empatía, en última instancia).

16) Enc.- ¿Así que es más difícil en la televisión? Aparentemente, es fácil.

Inf.- No.

Enc.- Porque en el teatro es directamente...

Inf.- ¡, , , !

Enc.- Es decir, en el teatro cuando metes la pata... (M4)

En mi corpus, no ha habido instancias de sí usado en forma interrogativa, como marcador de sorpresa doblado, quizás, de un pedido de confirmación para asegurarse de la recepción correcta del mensaje (cf. Diccionario del español actual 1999), pero tales ejemplos abundan en el corpus impreso del habla mexicana popular (Lope Blanch 1995) del que transcribo el siguiente ejemplo, a manera de ilustración:

17) Inf.- Un marroquín que le decían; una tela que le llamaban aquí fla, ¿no?, y marroquín. Esa valía dos pesos. Unos zapatos muy bonitos, pero de esa piel bien regular, ¿no?, color... verde o así, seco, pues valía cinco pesos.

Enc.- ¿Cinco pesos?

Inf.- Una zapatilla que vale ahorita cien pesos.

Enc. - ¿Ah, ?

Inf.- .

Enc.- ¡Huy, pues era baratísima entonces! (516-17)




ArribaAbajoSí NA

Voy a empezar con el uso de en Sintagmas Verbales elidid, como en los ejemplos 18) y 19) a continuación:

18) Enc. -Bueno; pero fíjate que... una cosa: a uno muchas veces le gustan muchas cosas, pero desde secundaria no sabe qué es lo que va a estudiar, y tú . (M2)

19) Inf.- Sí, en la Universidad de México. (M9)

Enc.- ¿Y han estado ahí varias veces?

Inf.- Sí. No, yo no, ella sí, sí. Ella ya ha dado clases allí. ¿Cuántos años? Yo creo que han de ser cuatro con este. (M9)

Los ejemplos de arriba ilustran un caso de coordinación adversativa con partículas de polaridad, brevemente comentado en Flamenco García, cuyo ejemplo es: «Pepe no estudia informática, pero yo sí 0», donde el cero representa precisamente la elisión del SV «estudia informática» (1999: 3859). Este esquema adversativo no excluyente ha sido notado también por Hernández Alonso (1986:225), y estudiado por Barrenenchea 1977 y, especialmente, por Rojas Nieto 1977, quien se enfoca precisamente en su uso en la norma culta mexicana.

Mi corpus no contiene ninguna instancia del conector adversativo pero sí + elipsis, pero sí (sic!) se dan varios ejemplos del mismo en el corpus mexicano con que ha trabajado esta última investigadora. Entre otros, ella cita los siguientes dos ejemplos, incluidos aquí como 20) y 21):

20) No te puedo exigir cariño, pero sí consideración y respeto.

21) En el budismo no hay fanáticos, pero en el islam, .

En mi corpus sólo aparecen y sí (ejemplo 18) o la mera juxtaposición de las cláusulas en contraste (ejemplo 19), lo cual puede sugerir, quizás, una intención de evitar el contraste demasiado explícito por parte de los hablantes mexicanos. (Es de notar que Barrenechea 1977 comenta la sutil diferencia entre y sí y pero sí, indicando que en el último caso se enfatiza un rasgo de contraposición explícita, mientras que en el primero sólo se trata de una «confrontación simétrica» que carece del matiz de contraposición).

Un uso diferente de la elipsis verbal se da en los ejemplos de 22) a 24), donde la «modulación» contextual de la afirmación se realiza dentro del ámbito epistémico, variando en intensidad desde la duda hasta la certidumbre más absoluta y la afirmación enfática de la verdad de lo expresado.

22) Enc.- Pero entonces la televisión es problema, ¿verdad?

Inf.- No, pues yo pienso que , los chicos entonces se dedican a emplear mucho tiempo en ver televisión; no estudian, no se preparan. (M6)

23) Enc.- Entonces, este tipo de problemas emocionales ¿repercuten físicamente?

Inf.- Indudablemente que .

Enc.- ¿Orgánicamente?

Inf.- Indudablemente que . (M8).

24) Te va a gustar. Y por supuesto que hay cantidad de platerías, donde se pueden comprar prendedores y cositas y cantidad de adornos, y cubiertos también; de verdad que . (M3)

Mucho más numerosos, en cambio (un 38% del total de usos de en el corpus) son los usos de encabezando un Sintagma Verbal específico (no elidido), aunque el significado contextual básico de la afirmación no parece estar afectado por la presencia o ausencia de elipsis. También en el caso que presentaré a continuación, se pueden distinguir -como en el anteriormente comentado- dos usos pragma-discursivos de claramente diferenciados: una afirmación «adversativa», basada en contraste y contraposición, y una afirmación «ratificadora», basada en confirmación e intensificación. En ambos casos, la construcción resultante es enfática, ya que, como señalan Hernanz y Brucart (1987:138), «la polaridad afirmativa se toma en español (como en la mayoría de las lenguas naturales) como forma básica, por lo que resulta redundante el incluir una partícula que haga explícito tal valor».

En efecto, cualquier hablante de español se puede dar cuenta sin dificultad de la diferencia de intensidad entre las formulaciones A, B, C y D en el siguiente ejemplo, que construyo únicamente con propósito didáctico:

25) A. (Luis) habla inglés.

B. Sí, (Luis) habla inglés.

C. (Luis) sí habla inglés.

D. Sí, (Luis) sí habla inglés.

Mientras que 25) A y 25) B no implican énfasis (y solo difieren en que A puede ser un turno conversacional iniciativo, mientras que B ha de ser reactivo), tanto 25) C como 25) D se perciben como construcciones enfáticas, que solo pueden aparecer en turnos de habla reactivos, estableciendo algún contraste con una afirmación anterior de polaridad opuesta (por ejemplo D podría usarse como réplica a una afirmación del tipo «Me parece que Luis no habla inglés», en cuyo caso podría ir precedido de «No»), o recalcando («ratificando») una afirmación previa, propia o ajena, de polaridad idéntica, del tipo: «Me parece que Luis habla inglés», en cuyo caso el uso de un «No» precedente sería imposible).

Nótese también que entre el que encabeza el SV y el núcleo verbal del mismo, sería posible insertar la conjunción que, con el siguiente resultado:

26) A. (Luis) sí que habla inglés.

B. Sí, (Luis) sí que habla inglés.

Bello -quien, como en tantos otros casos, acierta en notar finos contrastes de la lengua que luego serían explorados más a fondo por la pragmática moderna- considera que este que es redundante, pero no deja de ser el primero, creo, en notar el reforzamiento de la afirmación y el contraste tácito que tales construcciones, con o sin que, conllevan (1984:142). (En cambio - y curiosamente- otro importante pionero de la pragmática del español, Beinhauer, no menciona esta construcción en su apartado dedicado a «Formas afectivas de afirmación»; en cambio, comenta la afirmación precedida de que, que representa un caso de intensificación totalmente distinto, basado en la elipsis del verbo principal, no subordinado: Cf. «Es preciso que me ayudes / Que sí, mujer» -significando: «Ya te dije que sí»).

Veamos ahora más de cerca la afirmación enfática a la que he llamado adversativa. Cabe distinguir dos situaciones: una, en la que el contraste se da entre dos enunciados del mismo hablante, el primero de los cuales ha de ser implícita o explícitamente negativo; y otra, en la que el contraste se da entre la pregunta negativa de un participante en el diálogo y la réplica afirmativa de su interlocutor, que contradice sus expectativas.

La primera situación se puede ilustrar con los ejemplos 27), 28) y 29) a continuación, que contienen todos, contrastes explícitos entre enunciados con verbos idénticos:

27) Enc.- ¿Qué, hubo niñitos lesionados?

Inf.- No, no hubo eso; pero hubo un... este, por ejemplo, lo que era emergencia, se abrió una grieta de un lado a otro. (M10)

28) México era desconocido para los mexicanos. No había turismo, porque ¿cómo se... cómo el turismo podía llegar a conocer el país? En cambio ahora tenemos sesenta mil kilómetros de carreteras, que permiten conocer el país en todos sus rincones. Y que se irá multiplicando, y cada vez habrá manera de conocerlo más íntegramente. Hoy se conoce el país. Hoy hay turismo, tanto nacional como extranjero. (M12)

29) Son muy pocas las personas que se interesan en la cosa arqueológica, desgraciadamente, como turistas, pues tú sabes que no todos son suficientemente preparados para comprender eso. Sin embargo, los que vienen, los turistas franceses que vienen, esos se interesan muchísimo por la cuestión arqueológica de todo, no importando que ellos sean o no sean, digamos... arqueólogos, especialmente arqueólogos, ¿no?, sino simplemente turistas (M3)

Otras veces, sin embargo, el contraste es sólo implícito, o sea que se deduce del contexto previo, sin que el hablante lo formule tal cual. Por ejemplo, en:

30) Inf.- ...Diferentes cosas que no se pudieron seguir haciendo y no fuimos jamás. Mi marido, él fue. Él estuvo ahí viviendo cuatro años en París (M9),

sólo se infiere que la esposa nunca llegó a viajar a Francia, porque la frase «él sí fue» evoca en la mente del oyente la contraparte «yo no fui», a pesar de que la hablante no la haya verbalizado. Mi corpus electrónico no contiene ningún ejemplo de afirmación enfática usada en réplica a una pregunta negativa, pero se pueden encontrar abundantes instancias de ella en el corpus del habla popular mexicana (Lope Blanch 1995), al cual pertenecen los ejemplos 31)-34).

31) Enc.- ¿Centros de Salud no hay aquí?

Inf.- hay Centros de Salud, pero también cuesta dos pesos la ficha na más porque vaya usted... a lo que vaya, ¿sí? Por curación. (48)

32) Enc.- ¿Y no hay camino?

Inf.- ¿Eh?

Enc.- ¿No hay camino?

Inf.- hay camino. ¡Cómo no! Pa'ir allí hay camino (147)

33) [hablando de los mormones]

Enc.- ¿Y no rezan?

Inf.- rezan. Sí rezan, pero de una manera... no como nosotros así: «Padre nuestro que estas en los cielos», no... (625)

34) Enc.- Diga, ¿aquí no usan cama?

Inf.- Pues... usan; usan.

Enc.- ¿Ustedes?

Inf.- No, nosotros no; pura hamaca. (664)

Como ha señalado en su tiempo Norwood Pope (1976:118), hay cuatro categorías básicas de respuestas a las preguntas totales en todas las lenguas: acuerdo positivo (AP), acuerdo negativo (AN), desacuerdo positivo (DA) y desacuerdo negativo (DN) (la autora citada considera que hay acuerdo cuando la polaridad de la pregunta y de la respuesta son idénticas, y desacuerdo, cuando son diferentes). Estas categorías se pueden ilustrar con el ejemplo 35), adaptado de Dumitrescu 1979:

35) ¿Se marchó? Sí, se marchó (reducible a Sí): AP

No, no se marchó (reducible a No): DN

¿No se marchó? No, no se marchó (reducible a No): AN

Sí se marchó: DP

Pues bien: los ejemplos 31)-34) del habla mexicana representan, precisamente, instancias de «desacuerdo positivo», el más marcado de todos, y, en castellano, el único irreducible a la simple proforma, sin riesgo de ambigüedad (porque si a la pregunta negativa se contestase simplemente con , no resultaría claro si el hablante quiere decir que está de acuerdo con la negación, o al contrario la está impugnando). Digo en castellano, porque vale la pena señalar que otras lenguas cuentan con procedimientos lingüísticos especializados para tales casos: por ejemplo, el francés usa «oui» para expresar AP, pero «si» para expresar AN, y el rumano, en las mismas circunstancias, usa «da» y «ba», respectivamente (Cf. Il est parti? Oui, il est parti vs. Il n'est pas parti? Si, il est parti, o: A plecat? Da, a plecat vs. N-a plecat? Ba a plecat/o: Ba da, a plecat). Por su parte, el inglés expresa el DP dando relieve fónico al auxiliar «do» e insertándolo delante del verbo principal (la diferencia entre Ana sells ticket/ Yes, she does «Sí, los vende» y Ana doesn't sell tickets/Yes, she dóes (sell them) «Sí, sí los vende» se discute en Whitley 2002:448-49, y se ilustra en las traducciones de ejemplos similares del español al inglés en Steel 1985).

La situación es diferente cuando se usa un no autónomo (que encabeza un SV no elidido) en la respuesta a una pregunta afirmativa, como en los ejemplos 36), 37) y 38 (los últimos dos proceden de Lope Blanch 1995).

36) Enc.- Por eso te decía. Oye, ¿y los gringos se interesan por esas regiones?

Inf.- ...Los gringos... hay de todo... sí se interesan; les gusta todo lo que sea pachanga, eso . (M3)

37) Enc.-

¿Y aquí hay mucho vicio?

Inf.- Pues hay vicio aquí, pero...

Enc.- ¿Qué tipo de vicios hay aquí?

Inf.- Pus hay... de todo. Píldoras, mariguanos... (18)

38) Enc.- ¿Y en Lagartos hay un río?

Inf.- hay, hay.

Enc.- La gente se puede meter a nadar allí?

Inf.- se puede; hay partes que . Pero tiene uno que cruzar un cayuco... un.... este... (653).

En estos casos, se trata no de desacuerdo, sino de acuerdo positivo (AP), pero un acuerdo positivo enfático, porque no sólo afirma que lo que pregunta el interlocutor es verdad, sino que también rechaza de plano la posibilidad de que no lo sea (o sea que implica la negación tajante alternativa).

Es muy común, por lo demás, que el acuerdo positivo simple (o sea, expresado únicamente a través del adyacente oracional) vaya seguido - y por ende intensificado - por un acuerdo positivo enfático, como en el 39), también del corpus de habla popular mexicana, o 40), del corpus electrónico.

39) Enc.- ¿Es muy aplicada entonces?

Inf.- Sí. Sí. Sí es muy aplicada. Es muy estudiosa. (58)

40) Enc.- ¿Qué, el hospital tiene restaurant?

Inf.- , tiene restaurant; ahí comemos. (M10)

El mismo tipo de afirmación enfática confirmadora (o «ratificadora», como la he llamado antes) se da -de hecho parece ser mucho más frecuente en mi corpus- no después de preguntas, sino de aserciones hechas por el interlocutor, con el cual el hablante expresa de este modo su acuerdo incondicional (demostrando de este modo la «cortesía positiva» que se considera tan típica del mundo hispano, y mediterráneo en general - cf. Hickey & Stewart 2005). Los ejemplos 41) y 42) ilustran esta situación:

41) Enc.- Entonces tú consideras que es necesario prepararse o ampliarse sus estudios fuera de fuera de México.

Inf.- Claro que sí es muy conveniente. (M2)

Inf.- Nuestro lema -también puede que te interese- es «amar, ayudar y consolar». «Amar, ayudar y consolar», ese es el lema que tenemos.

Enc.- Y que lo hacen. Porque -¡ay!- ¡es una ayuda para esos niños...!

Inf.- Pues ; , realmente lo hacemos; ayudamos mucho. (M10)

Nótese que en este último ejemplo, se da uno de los tres usos de sí que + SV que hay el corpus; las fuentes que he consultado afirman todas que se trata de una variante de la afirmación enfática, sin especificar si una es más fuerte que la otra, o si son totalmente intercambiable.

Dado el escaso número de ocurrencias de la construcción en mi corpus, no puedo ofrecer yo tampoco una respuesta más precisa al respecto. Pero lo que sí puedo comentar es que esta construcción parece ser de tan escasa frecuencia también en el corpus de español mexicano oral, que no se usa ni siquiera en su contexto más prototípico (y registrado en todos los trabajos que la mencionan): eso sí que no, para significar una negación rotunda. El ejemplo 43), de este último corpus citado, lo demuestra:

43) Inf. -No; yo no hice nada. Yo no les... no los... interrumpí para nada. Los dejé a... a su modelo de ellos; que... que se casaran. Pero yo no... lo que muchos acostumbramos, que dizque ver al juez, que ir a ver al presidente, y que estoy que el otro. No, yo no. No señor. Eso sí no. Eso no tendrán que echarme a mí en la cara... en cara a mí... mis mucachos. (216).

Por su parte, 44) -del mismo corpus- contiene un interesante juego de negaciones y afirmaciones enfáticas usadas en réplica por el informante para contrarrestar, en ambos casos, las expectativas de su interlocutor (quien, primero, piensa que el informante debe saber el número de curas que hay en la iglesia local, y luego, al recibir una respuesta negativa, sospecha que su informante no frecuenta la iglesia por pertenecer a una religión distinta):

44) Enc.- Oiga, ¿aquí hay iglesia?

Inf.- Sí. Ahí la tiene, a sus espaldas.

Enc.- ¿No más esta iglesia hay?

Inf.- Nada más.

Enc.- ¿Y cuántos padres hay?

Inf.- Ahí sí no sé.

Enc.- ¿No sabe? ¿Usted no es católico?

Inf.- soy católico. Pero no... no me entero yo. Casi... casi le digo que nosotros estamos en la vida privada. Porque nosotros ni muy para allá ni muy para acá. (225)

Por último, cabe señalar que también es muy frecuente el uso de la afirmación enfática «ratificadora» en el pasaje discursivo de un solo y mismo hablante (o sea no como réplica en un diálogo), con la intención, por lo visto, de despejar sus propias dudas al respecto y de infundirse a sí mismo confianza en lo que afirma, o también, de anticipar y contrarrestar de antemano posibles objeciones de su interlocutor con respecto a la probabilidad de realizarse lo que él mismo afirma.

En efecto, son sumamente numerosos los casos en que el SV encabezado por el enfático que nos ocupa va precedido de expresiones de duda y/o deseo, como: ojalá, quizás, tal vez, seguramente, probablemente, creo, me parece, espero, etc. Los ejemplos 45) y 46) ilustran este aspecto.

45) Hicimos un té canasta el... a principios del año. Y hacemos... ahorita tenemos un ofrecimiento de Cantinflas para su première. Que me imagino... -que ya nos la ofreció él- me imagino que nos la irá a cumplir. Y entonces, pues... ahí vamos a sacar un buen dinero. Y así hacemos, ¿ves? (M10)

46) Enc.- Se puede ir perfecto; entonces podremos conseguir un permiso de ir cualquier fin de semana.

Inf.- Sí, sí podemos perfectamente bien.

Enc.- Se podría hacer, pues sería lindísimo, de lo más interesante ver los frescos ahora que están en su lugar natural.

Inf.- , a ver si se puede conseguir el permiso. Ya ves que son chocantones, eh, para dar los permisos; pero, en fin, yo creo que se puede.

Enc.- Yo creo que puedo mover influencias más o menos como para conseguirlo.

Inf.- . (M3)

Se podría decir que tales ejemplos representan un puente entre la afirmación enfática adversativa y la afirmación enfática ratificadora, ya que simultáneamente rechazan una posible oposición o contrariedad y afianzan la fe de los interlocutores en la realización de lo esperado por ambos.






ArribaAbajoA guisa de conclusión

Del somero análisis del corpus electrónico mexicano arriba esbozado, así como de una lectura atenta del corpus de habla popular (para el cual, sin embargo, no dispongo por ahora de datos estadísticos como en el primer caso), creo no equivocarme al afirmar que el adverbio de afirmación aparece en proporciones relativamente iguales como elemento sintácticamente autónomo y como parte integrante de un SV (elidido o realizado fonéticamente).

En sus usos autónomos, se combina muy a menudo con marcadores discursivos antepuestos o pospuestos, como: pues, cómo no, claro, ah, ay, bueno, y, e incluso, no pocas veces, con no, como en el ejemplo 47) abajo:

47) Enc.- Pero ¿usted terminó primero medicina general, o -cómo se llama- o sea, seis años?

Inf.- No. Sí, sí.

Enc.- ¿Y después?

Inf.- Bueno, no había especialización. Yo fui a... un... autodidacta. Además...

Enc.- ¿En la parte de especialización?

Inf.- , en la parte de especialización. (M11)

También actúa como marcador conversacional metadiscursivo, regulador de turno, señal de recepción o simple manifestación afectiva (sorpresa, alegría, etc.)

En sus usos no autónomos, realiza una afirmación enfática ya sea adversativa (contrastiva), o ratificadora (confirmativa), e incluso participa en la realización de una negación tajante, al afirmar enfáticamente su misma negatividad, por así decirlo.

Por lo tanto, la pregunta que me hacía al comienzo del trabajo queda contestada: en el español mexicano, cumple todas y cada una de las funciones que los trabajos dedicados al español peninsular le atribuyen en dicha variedad de la lengua. Quizás lo que distinga el español mexicano (especialmente en su variante popular) del español peninsular sea la frecuencia aparentemente muy alta con que acude a la afirmación enfática ratificadora (la que expresa puro énfasis afirmativo e intensifica el acuerdo con el interlocutor), y la marcada escasez de usos de la variante sí que + Verbo, precisamente la que todos los diccionarios destacan como la más común en la expresión de la afirmación enfática. Pero esto, por cierto, queda por comprobar con datos estadísticos del español peninsular -probablemente en un trabajo futuro...




Arriba Referencias Bibliográficas

  • Alarcos Llorach, Emilio. 1994. Gramática de la lengua española. Madrid: Espasa.
  • Barrenechea, Ana María. 1977. «Problemas semánticos de la coordinación.» En Lope Blanch 505-518.
  • Beinhauer, Wernen [1929]/ 1985. El español coloquial. Tercera edición aumentada y actualizada. Madrid: Gredos.
  • Bello, Andrés. 1984. Gramática de la lengua castellana. Madrid: EDAF Universitaria.
  • Bosque, Ignacio y Violeta Demonte (eds.) 1999. Gramática descriptiva de la lengua española. 3 vols. Madrid: Espasa Calpe.
  • Briz, Antonio. 1998. El español coloquial en la conversación: Esbozo de pragmalingüística. Barcelona; Ariel.
  • Brucart, José María. 1999. «La elipsis». En Bosque y Demonte 2787-2863.
  • Corominas, Joan. 1954. Diccionario crítico-etimológico de la lengua castellana. vol. 1, Berna: Francke.
  • Dumitrescu, Domniţa. 1979. «El sistema de las respuestas minimales en castellano.» Revue Roumaine de Linguistique 24: 45-54.
  • Flamenco García, Luis. 1999. «Las construcciones concesivas y adversativas». En Bosque y Demonte 3805-3878.
  • Hernández Alonso, César. 1986. Gramática funcional del español. 2a ed. corregida y aumentada. Madrid: Gredos.
  • Hernanz, María Lluïsa y José Ma. Brucart. 1987. La sintaxis. 1. Principios teóricos. La oración simple. Barcelona: Editorial Crítica.
  • Hickey, Leo y Miranda Stewart. 2005. Politeness in Europe. Clevedon: Multilingual Matters.
  • Lara Ramos, Luis Fernando (dir.). 2002. Diccionario del español usual en México. México, D.F.: El Colegio de México.
  • Lope Blanch, Juan M. (ed.). 1977. Estudios sobre el español hablado en las principales ciudades de América. UNAM: México. 247-55.
  • Lope Blanch, Juan M. (coord.). 1995. El habla popular de la República Mexicana. Materiales para su estudio. UNAM/ El Colegio de México: México.
  • Martín Zorraquino, María Antonia y José Portolés Lázaro. 1999. «Los marcadores del discurso». En Bosque y Demonte 4051-4213.
  • Moliner, María. 1975. Diccionario de uso del español. 2 vols. Madrid: Gredos.
  • Norwood Pope, Emily. 1976. Questions and Answers in English. The Hague-Paris: Mouton.
  • Real Academia Española. 2001. Diccionario de la lengua española. 22-a ed., 2 vols. Madrid: Espasa Calpe.
  • Real Academia Española. 2005. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana Ediciones Generales.
  • Rojas Nieto, Cecilia. 1977. «Algunos aspectos de las construcciones coordinadas sindéticas en la norma culta del español hablado en México.» En Lope Blanch 247-255.
  • Samper Padilla, José Antonio, Clara Eugenia Hernández Cabrera y Magnolia Troya Déniz (eds). 1998. Macrocorpus de la norma lingüística culta de las principales ciudades del mundo hispánico. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria /ALFAL (CD-ROM)
  • Seco, Manuel, Olimpia Andrés & Gabino Ramos. 1999. Diccionario del español actual. 2 vols. Madrid: Aguilar.
  • Steel, Brian. 1985. A textbook of coloquial Spanish. Madrid: SGEL.
  • Whitely, Stanley. 2002. Spanish-English Contrasts: A Course in Spanish Linguistics. 2.ª ed. Washington, D.C.: Georgetown UP.


Indice