Yo, Pedro Zapata de Mármol, escribano de cámara
de su Majestad, doy fee que los señores del Consejo,
de pedimiento y suplicación de la parte de doña
Juana de Zúñiga, viuda, mujer que fue de don
Hernando de Acuña, difunto, tasaron un libro, que
con licencia de su Majestad se imprimió, intitulado
Varias Poesías, a cuatro maravedís cada pliego
en papel; y al dicho precio, y no más, mandaron que
se venda; y que, primero que se venda ningún libro,
se imprima esta tasa en la primera hoja de cada volumen.
Y parte que dello conste de pedimiento de la dicha doña
Juana de Zúñiga, y mandamiento de los señores
del Consejo, di la presente firmada en mi nombre, en la villa
de Madrid, a 15 días del mes de hebrero de 1591.
Por cuanto por parte de vos, doña Juana de Zúñiga,
viuda, mujer que fuistes de don Hernando de Acuña,
difunto, nos fue hecha relación que el dicho vuestro
marido hizo y compuso un libro, de que ante nos hicistes
presentación, que trata de Varias cosas de Poesía,
y nos suplicastes que, atento que era obra de mucho gusto
e ingenio, os mandásemos dar licencia para le imprimir
y privilegio por veinte años, o como la nuestra merced
fuese. Lo cual visto por los del nuestro Consejo, y como
por su mandado se hicieron las diligencias que la premática
por nos fecha sobre la impresión de los libros dispone,
fue acordado que debíamos de mandar dar esta cédula
para vos en la dicha razón, y nos tuvímoslo
por bien; y por la presente, por vos hacer bien y merced,
os damos licencia y facultad para que por tiempo de diez
primeros años siguientes, que corren y se cuentan
desde el día de la fecha desta nuestra cédula,
vos o la persona que vuestro poder hubiere podáis
hacer imprimir y vender el dicho libro, que de suso se hace
mención; y damos licencia y facultad a cualquier impresor
destos nuestros Reinos, que vos nombraredes, para que por
esta vez lo pueda imprimir, con que después de impreso,
antes que se venda, lo traigáis ante los del nuestro
Consejo, juntamente con el original que en él se vio,
que va rubricado y firmado al cabo de Pedro Zapata de Mármol,
nuestro escribano de cámara de los que en el nuestro
Consejo residen, para que se vea si la dicha impresión
está conforme al original, o traigáis fee en
pública forma en cómo por corrector nombrado
por nuestro mandado se vio y corrigió la dicha impresión
por el original, y se imprimió conforme a él,
y que quedan asimismo impresas las erratas por él
apuntadas para cada un libro de los que así fueren
impresos, y se os tase el precio que por cada volumen hubiéredes
de haber. Y mandamos que durante el dicho tiempo persona
alguna sin vuestra licencia no lo pueda imprimir ni vender,
so pena que el que lo imprimiere haya perdido y pierda todos
y cualesquier libros, moldes y aparejos que de los dichos
libros tuviere, y más incurra en pena de cincuenta
mil maravedís, cada vez que lo contrario hiciere;
la cual dicha pena mandamos sea la tercia parte para el juez
que lo sentenciare, y la otra tercia parte para la persona
que lo denunciare, y la otra tercia parte para la nuestra
cámara. Y mandamos a los del nuestro Consejo, Presidente
y Oidores de las nuestras audiencias, Alcaldes, alguaciles
de la nuestra Casa y Corte y Chancillerías, y a todos
los Corregidores, Asistente, Gobernadores, Alcaldes mayores
y ordinarios, y otros jueces y justicias cualesquier de todas
las ciudades, villas y lugares de los nuestros Reinos y señoríos,
así a los que agora son como a los que serán
de aquí adelante, que vos guarden y cumplan esta nuestra
cédula y merced que así vos hacemos; y contra
el tenor y forma della ni de lo en ella contenido no vayan,
ni pasen, ni consientan ir ni pasar por manera alguna, so
pena de la nuestra merced y de diez mil maravedís
para la nuestra cámara. Fecha en San Lorenzo, a cuatro
días del mes de otubre de mil y quinientos y ochenta
y nueve años.
Por cuanto vos, doña Juana de Zúñiga,
viuda, mujer que fuistes de don Hernando de Acuña,
me habéis hecho relación que el dicho vuestro
marido al tiempo de su muerte dejó dos cuerpos de
libros hechos de su mano, el uno intitulado El Caballero
Determinado, con algunas adiciones al fin dél, y el
otro de Poesías y cosas de buen ingenio, y por cédulas
mías os he hecho merced en concederos licencia y privilegio
para que solamente vos y quien tuviere vuestro poder podáis
imprimir y vender los dichos libros en estos Reinos por tiempo
de diez años, suplicándome os manadase dar
otro tal para las mis Indias, y para que pudiésedes
llevar a ellas los que de los dichos libros imprimiésedes
en estos Reinos. Y visto por los de mi Consejo de las Indias,
y los dichos libros y privilegio, lo he habido por bien;
y por la presente doy licencia a vos, la dicha doña
Juana de Zúñiga, para que por tiempo de diez
años siguientes que corran y se cuenten desde el día
de la data desta mi cédula en adelante, vos y quien
tuviere vuestro poder podáis hacer imprimir en las
dichas Indias, Islas y Tierra firme del mar Océano,
y cualesquier partes dellas donde hubiere impresión,
los dos dichos libros, y para que vos o quien el dicho vuestro
poder hubiere podáis enviar a las dichas Indias la
cantidad de los dichos libros que imprimiéredes en
estos mis Reinos; y mando que durante el dicho tiempo ninguna
ni algunas personas de cualquier calidad y condición
que sean, mas de solamente vos y quien el dicho vuestro poder
hubiere, no sean osados de imprimir, ni hacer imprimir ni
vender los dichos libros en las dichas Indias y cualesquier
partes dellas, so pena que el que hiciere lo contrario pierda
todo lo que se imprimiere, y los moldes y aparejos con que
se hiciere; y demás desto pague por cada vez cincuenta
mil maravedís. Lo cual todo se reparta en esta manera:
la mitad para mi cámara y la otra mitad para el denunciador
y juez que lo sentenciare, por iguales partes. Y mando a
los del dicho mi Consejo, Presidentes y Oidores de las mis
audiencias Reales de las dichas Indias, Islas y Tierra Firme
del mar Océano, y a los mis Gobernadores, Corregidores
y cualesquier otros mis jueces y justicias de todas las ciudades,
villas y lugares dellas, así a los que agora son como
a los que adelante fueren, que guarden y cumplan esta mi
cédula y lo en ella contenido; y contra ella no vayan,
ni pasen, ni consientan ir ni pasar en manera alguna. Fecha
en Madrid, a ocho de hebrero de mil y quinientos y noventa
años.
Don Felipe, por la gracia de Dios Rey de Castilla, de Aragón,
de León, de las dos Sicilias, de Jerusalem, de Portugal,
de Hungría, de Dalmacia, de Croacia, de Navarra, de
Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas,
de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega,
de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras,
de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias Orientales
y Occidentales, Islas y Tierra Firme del mar Océano;
Archiduque de Austria; Duque de Borgoña, de Brabante,
de Milán, de Atenas y Neopatria; Conde de Abspurg,
de Flandes, de Tirol, de Barcelona, de Rosellón y
Cerdeña; Marqués de Oristán y Conde
de Goziano. Por cuanto por parte de vos, la noble doña
Juana de Zúñiga, viuda, mujer de don Hernando
de Acuña, difunto, nos ha sido hecha relación
que el dicho don Hernando compuso un libro que trata de Varias
cosas de Poesía, y que, por ser de mucho ingenio y
trabajo, a suplicación vuestra os habemos dado licencia
por estos nuestros Reinos de Castilla de imprimir el dicho
libro, del cual y de la dicha licencia originalmente habéis
hecho presentación en este nuestro S.S.R. Consejo
de Aragón que cabe nos reside, y porque deseáis
hacelle imprimir en los Reinos de la Corona de Aragón
nos habéis suplicado que os mandásemos dar
licencia para ello en la misma conformidad. Y nos, por lo
que os desamos complacer, lo habemos tenido en bien. Por
ende, con tenor de las presentes de nuestra cierta ciencia
y real autoridad, deliberadamente y consulta, damos licencia,
permiso y facultad a vos, la dicha doña Juana de Zúñiga,
y a la persona o personas que vuestro poder tuvieren, que
podáis imprimir en los dichos nuestros Reinos y señoríos
de la Corona de Aragón, y en cualquier parte dellos
al impresor o impresores que quisiéredes el dicho
libro de Varias cosas de Poesía, y vender aquél
y los que de otras partes lleváredes impresos a vender
en los dichos Reinos, prohibiendo según que con las
presentes prohibimos y vedamos que ninguna otra persona los
pueda imprimir, ni hacer imprimir ni vender en los dichos
nuestros Reinos y señoríos de la Corona de
Aragón, sino vos o quien vuestro poder tuviere, como
dicho es. Y esto por tiempo de diez años contaderos
del día de la data de las presentes en adelante, so
pena de doscientos florines de oro de Aragón, y perdimiento
de moldes y libros, divididera en la forma acostumbrada.
Con esto, empero, que los libros que nuevamente imprimiéredes
o lleváredes impresos a la dicha Corona no los podáis
vender hasta que hayáis traído a este nuestro
S. S. R. C. un libro para que se vea y compruebe con el original
que habéis presentado, que queda en poder del noble,
manífico y amado Consejero don Miguel Clemente, nuestro
Protonotario; mandando con el mismo tenor de las presentes
a cualesquier Lugartenientes y Capitanes, Generales, Regentes
de Cancillería, Regente de oficio y Portants veces
de nuestro General Gobernador, Alguaciles, porteros, vergueres
y otros cualesquier oficiales y ministros nuestros en los
dichos nuestros Reinos y señoríos de la Corona
de Aragón, constituidos y constituideros, y a sus
Lugartenientes o Regentes los dichos oficios, so incorrimiento
de nuestra ira y indignación y pena de mil florines
de oro de Aragón de bienes del que lo contrario hiciere,
exigideros y a nuestros reales cofres aplicaderos, que la
presente nuestra licencia y prohibición, y todo lo
en ella contenido, os tengan, guarden y cumplan, tener, guardar
y cumplir hagan, sin dar lugar a contradición ni permitir
que sea hecho lo contrario en manera alguna, si nuestra gracia
les es cara y en nuetra ira e indignación y en la
pena sobredicha desean no incurrir. Dat. en San Lorenzo,
a veinte y nueve días del mes de otubre, año
del Nacimiento de nuestro Señor, de mil y quinientos
y ochenta y nueve.
Eu el Rei faço saber aos que este alvara virem que
eu hei por bem e me praz de fazer merce a donna Joanna da
Çuñiga, molher que foi de dom Fernando da Cunha,
que Deu perdoe, de lhe dar licença pera que ella possa
fazer imprimir e vender nos meus Reinos e senhorios de Portugal
um livro que o dito seu marido traduzio em sua vida, de lingoa
frances em lingoa castelhana, chamado Cavaleiro Determinado, com humaos addiciôes que mais fez pera o dito livro.
E outrosi me praz de lhe dar licença pera fazer imprimir
e vender outro livro que o dito seu marido compos, que trata
de Varias Poesias; as quaes licenças ei por bem de
lhe conceder por tempo de dez annos, quem començarâo
da feitura deste em diante, durante o qual tempo nenhum imprimidor,
ne livreiro ne outra pessoa alguma de qualquer qualidade
que seja nâo poderâo imprimir nem vender nos
ditos meus Reinos e senhorios, nem trazer de fora delles
os livros acima no meados, salvo aquelles livreinos e pessoas
que pera isso tiveren poder e licença da dita donna
Joanna, e qualquer pessoa que, durando o dito tempo, imprimir
ou vender os ditos livros, ou os trouxer de fora sem. lincença
sua, perderâo pera ellas todos os volumes que lhe forem
achados. E allem disso encorrera em pena de cincoenta cruzados,
a metade pera minha camara e outra metade pera quem o accusar.
E mando a todos minhas justiças a que o conhocimento
disto pertenecer que lhe cumpram e guardem este meu alvara
como nelle se contem, o qual hei por bem que valha, tenha
força e vigor, como se fosse carta por min assinada
e passada pella Chancellaria, sem embargo da ordenaçâo
do segundo livro, titulo vinte, que diz que as cousas cujo
effecto houver de durar mais ahum anno passem per cartas,
e passando per alvaraâs nâo, valha. E valhera
outrosi posto quem nâo seja passado pella Chancellaria
sem embargo da ordenaçao em contrairo. Marcos da Mesquita
o fez em Madrid, a nove de dezembro, de M.D.LXXXIX. Estevan
da Gama o fez escrever.
| Si un bajo estilo y torpe entendimiento | | | | merecieran llegar a aquella altura | | | | do, señora, llegó
mi pensamiento, | | | | y tuviera en esto igual ventura, | | | | pudiera
yo contar lo que es sin cuento, |
5 | | | dando a vuestro valor y
hermosura | | | | seguridad, cual nadie la ha tenido, | | | | de la ofensa
del tiempo y del olvido. | | |
|
| Mas si
mi ingenio lo procura y quiere, | | | | razón lo contradice
y le castiga, |
10 | | | pues manda que primero considere | | | | a qué
puede bastar y a qué se obliga. | | | | Porque de vuestro
ser ninguno espere | | | | llegar a decir tanto, que no diga | | | | mucho
más el silencio, con la falta |
15 | | | de quien ose emprender
cosa tan alta. | | |
|
| Y pues de tanto bien
como en vos veo | | | | aun no puede lo menos celebrarse, | | | | lo más,
que yo no entiendo, aquello creo, | | | | que aquí tiene mi
fe donde fundarse. |
20 | | | Y ofreciendo por obra el buen deseo, | | | | podrá con justa causa disculparse | | | | el flaco, que no
emprende gran conquista, | | | | y el que mirando al sol pierde la
vista. | | |
|
| Así, por ser en esto
tan notoria |
25 | | | la poca fuerza del ingenio humano, | | | | en vuestro
nombre trataré una historia | | | | cuyo sujeto no se finge
en vano. | | | | Y vos, que sola estáis en mi memoria, | | | | desde
ella alumbraréis mi ingenio y mano |
30 | | | con aquel resplandor
y luz que distes | | | | al siglo venturoso en que nacistes. | | |
|
| Y aunque el camino, y el juicio vuestro, | | | | va de lo general tan apartado, | | | | yo sé que contra Amor,
y en daño nuestro, |
35 | | | seguís lo que es de muchas
aprobado: | | | | ésta es la ingratitud, que es un siniestro | | | | y error por mil ejemplos reprobado, | | | | como dello nos da más
claro aviso | | | | la vida con la muerte de Narciso. |
40 | |
|
| Amor
rige su imperio sin espada, | | | | mas con todo castiga, y no consiente | | | | que sea en su desprecio tan usada | | | | la fiera ingratitud entre
la gente; | | | | la cual, siendo mil veces condenada |
45 | | | a destierro
por él, tan justamente, | | | | se admite, y hay mil damas
tan exentas, | | | | que con ella le hacen mil afrentas. | | |
|
| Y
conviene entender que no se debe | | | | menospreciar jamás
virtud divina, |
50 | | | y menos la de Amor, que al bien nos mueve | | | | y de bien en mejor nos encamina. | | | | Y la que contra Amor yerra
o se atreve | | | | entienda que a pasar se determina | | | | lo terrible
del mundo y lo más fuerte, |
55 | | | que es triste vida y
miserable muerte. | | |
|
| Si Amor muda en
fortuna la bonanza | | | | de quien contradecille espera, o piensa, | | | | juzgad, señora, si hará venganza | | | | de quien por
obra le hiciere ofensa. |
60 | | | Que como es la soberbia, y confianza, | | | | pecado inmenso, así es la pena inmensa, | | | | cual a muchas
la dio, cuya memoria | | | | vive en la antigua y la moderna historia. | | |
|
| Y los ejemplos que en el mundo ha
habido, |
65 | | | ni los basta a contar verso ni prosa, | | | | de las que,
a Amor habiendo resistido, | | | | con muerte lo pagaron dolorosa. | | | | Testigos serán Fedra, File y Dido, | | | | y serálo
también Enón hermosa, |
70 | | | con Ariadna, Hipsífile
y Medea, | | | | cuya verdad es justo que se crea. | | |
|
| Cualquiera
déstas fue soberbia y cruda, | | | | hasta que Amor, a la
venganza vuelta | | | | su blanda voluntad, que así se muda,
|
75 | | | la dellas castigó que andaba suelta. | | | | Tanto, que
a cada cual negó su ayuda, | | | | cuando la vio en pasiones
más envuelta, | | | | y al fin, como se escribe, fenecieron | | | | entre penas diversas que sufrieron. |
80 | |
|
| Mas
¿qué testigo habrá más verdadero | | | | para
probar esta opinión tan cierta? | | | | ¿Qué ejemplo
deste tiempo, o del primero, | | | | nos muestra la verdad más
descubierta, | | | | y declara mejor al venidero, |
85 | | | si quien resiste
a Amor yerta o acierta, | | | | que el caso lamentable de Narciso, | | | | hermosísimo hijo de Cefiso? | | |
|
| De
Cefiso y Leríope engendrado, | | | | fue, por su mal, Narciso
tan hermoso |
90 | | | que, en mostrándose al mundo, fue estimado | | | | por un don celestial maravilloso. | | | | Esto puso a sus padres
en cuidado, | | | | que un bien tan excesivo y milagroso, | | | | como exceder
parece a la natura, |
95 | | | es común opinión que
poco dura. | | |
|
| Y con este temor su madre
vino | | | | donde a los pueblos su respuesta daba | | | | el hado Tiresias,
adivino | | | | que a todos la verdad pronosticaba. |
100 | | | Pídele
si a Narciso su destino | | | | breves o largos días le otorgaba, | | | | que tan nueva belleza en mortal vida | | | | cuanto más es
amada es más temida. | | |
|
| Como
acabó la madre su pregunta |
105 | | | sobre tan importante
y cara cosa, | | | | aunque está la esperanza al temor junta, | | | | quedó de la respuesta temerosa. | | | | Ésta le da
Tiresias, en que apunta | | | | el mal futuro en condición
dudosa: |
110 | | | que el niño cuya vida saber quiere | | | | gran
tiempo vivirá si no se viere. | | |
|
| A
los padres fue escura esta respuesta, | | | | o al menos se pasó
sin ser creída, | | | | hasta que en fin se hizo manifiesta
|
115 | | | con el triste suceso, y fue entendida | | | | tan nueva forma
de morir como ésta, | | | | y fin tan miserable de una vida, | | | | que se viese o se oyese no se alcanza, | | | | y, permitiólo
Amor en su venganza. |
120 | |
|
| Jamás
se vio en humana criatura, | | | | primero ni después, mayor
belleza | | | | que la que dio a Narciso la natura, | | | | de gracia acompañada
y gentileza: | | | | el aire, el ademán v la postura |
125 | | | tal
novedad mostraban y extrañeza, | | | | que igual no solamente
no tenía, | | | | mas poderlo tener no parecía. | | |
|
| Las felices estrellas se juntaron | | | | y en
hacelle hermoso concurrieron, |
130 | | | las gracias todas juntas
le dotaron | | | | de todo lo mejor que en sí tuvieron: | | | | la
pintura fue tal que nunca osaron | | | | retratalla en color, ni
la esculpieron, | | | | Apele, Zeusi, Praxitele o Fidia, |
135 | | | ni lo
supo emendar la mesma envidia. | | |
|
| Iba
creciendo el mozo, y mil querellas | | | | con sospiros y lágrimas
crecían, | | | | por donde andaba, en dueñas y doncellas, | | | | sin poderse valer cuantas le vían, |
140 | | | no sin admiración
en todas ellas | | | | de la nueva mudanza que sentían, | | | | que
la más libre, en viéndole presente, | | | | prueba
lo que es amar fundadamente. | | |
|
| Mas
él, que es contra Amor endurecido |
145 | | | y de seguille
está tan apartado, | | | | que, como a otro el ser aborrecido | | | | tanto y más le aborrece el ser amado, | | | | de ninguna entre
tantas fue movido | | | | ni de ajeno dolor toma cuidado, |
150 | | | que,
si hay cosa que iguale a su belleza, | | | | es sólo su desdén
y su aspereza. | | |
|
| En ningún
ejercicio se embaraza | | | | que se conforme con sus verdes años, | | | | ni toma gusto sino sólo en caza |
155 | | | y en hacer a las
fieras mil engaños. | | | | Déstas sin descansar sigue
la traza, | | | | que en seguir los provechos o los daños | | | | de Amor no piensa ni se acuerda dello, | | | | o, si se acuerda,
es para aborrecello. |
160 | |
|
| Mas en
los montes, valles y espesura | | | | de las selvas ya dél
acostumbradas, | | | | aún vino a ser dañosa su figura, | | | | y a causar más de un llanto sus pisadas: | | | | que en verle
no quedó ninfa segura, |
165 | | | ni pudieron estarlo en
sus moradas, | | | | antes con las demás a un mismo punto | | | | el verle y el arder fue todo junto. | | |
|
| Y
con mostralle claro que le amaban, | | | | no solamente a amar no
le movían, |
170 | | | pero con la blandura que mostraban | | | | en extremo mayor le endurecían. | | | | Así más
lejos siempre se hallaban | | | | cuanto más deseosas le seguían, | | | | dando deste dolor y sentimiento |
175 | | | sus quejas y sus lágrimas
al viento. | | |
|
| Y por montes y selvas
maldiciendo | | | | van las tristes amantes de una en una | | | | el punto
en que le vieron, pues muriendo, | | | | la muerte no le mueve de
ninguna. |
180 | | | Y como va el dolor siempre creciendo, | | | | maldicen
su deseo y su fortuna, | | | | y al cielo que juntó beldad
tamaña | | | | con rigor y aspereza tan extraña. | | |
|
| Al amor cada una reprehende |
185 | | | como digno
de ser reprehendido, | | | | que no siente su daño y que no
entiende | | | | lo que dél suele ser tan entendido: | | | | que su
reino y sus leyes no defiende | | | | de un mozo de quien es tan
ofendido, |
190 | | | y siendo despreciado, se consiente | | | | despreciar
y ofender tan claramente. | | |
|
| ¿Dónde
está, Amor, tu brazo poderoso, | | | | le dicen, y tan fuerte
en toda parte, | | | | que a Plutón en el reino tenebroso
|
195 | | | sojuzgó, y en el cielo a Apolo y Marte? | | | | ¿Cómo
el temido es ya tan temeroso, | | | | y sufres que un soberbio no
se harte | | | | de ver contino llanto en nuestros ojos, | | | | llevándonos
las almas por despojos? |
200 | |
|
| ¿Dónde
está el arco, Amor, que te hacía | | | | tan temido
en el mundo v acatado, | | | | y las saetas, que cualquier valía | | | | contra el más duro pecho y más armado? | | | | ¿Dó
está la ardiente hacha que encendía |
205 | | | el
corazón más frío y más helado? | | | | ¿Dó está el cuidado y el mortal recelo, | | | | la
esperanza, el temor, la llama, el yelo? | | |
|
| ¿Cómo
del arco se aflojó la cuerda? | | | | ¿Cómo se despuntaron
tus saetas? |
210 | | | ¿Cómo permites que el temor se pierda | | | | a tus públicas armas y secretas, | | | | sufriendo al que
no cura ni se acuerda | | | | que amenaces con mal, o bien prometas? | | | | Pues tu reino y tu ser debe moverte, |
215 | | | si perdello no quieres
y perderte. | | |
|
| Narciso libre y suelto
anda cazando | | | | por montes, valles, selvas y riberas, | | | | hiriendo
crudamente, y aun matando, | | | | más número de ninfas
que de fieras; |
220 | | | y de tu imperio, Amor, siempre burlando, | | | | y de nuestras congojas lastimeras. | | | | Pues mira, de quien tanto
se atreve, | | | | si un divino poder vengarse debe. | | |
|
| Estas
y otras mil cuitas semejantes |
225 | | | dicen las tristes sospirando
al cielo, | | | | en amar a Narciso tan constantes | | | | cuan llenas de
dolor y desconsuelo. | | | | Y, aunque de ser amadas tan distantes | | | | cuanto está el fuego de la nieve o yelo, |
230 | | | todas
van a buscar y amando siguen | | | | a aquél que con seguille
se persiguen. | | |
|
| Tal hubo entre ellas
que, a seguirle intenta, | | | | de venir a hallarle se temía, | | | | que el fuego en que Amor lejos la sustenta |
235 | | | temor de cerca
en yelo le volvía. | | | | Así nueva pasión
cumple que sienta | | | | do quier que el pie o el ánimo movía, | | | | y así del bien y mal por prueba siente | | | | que vienen
a dañar casi igualmente. |
240 | |
|
| Hubo
otra allí que, cuando más quejosa, | | | | la desesperación
le dio esperanza | | | | de contarle su pena dolorosa, | | | | de suerte
que hiciese en él mudanza. | | | | Ya está de comenzarlo
deseosa |
245 | | | y esfuérzase en su débil confianza, | | | | tanto que entre sí mesma ya decía: | | | | «Pues callo
mi dolor, la culpa es mía. | | |
|
| Mía
es toda la culpa, pues no entiendo | | | | ni procuro a mi mal remedio
o cura. |
250 | | | No me ofende Narciso, yo me ofendo, | | | | y él
no sabe mis ansias por ventura: | | | | él no puede saber
que estoy muriendo, | | | | si nunca le conté mi desventura, | | | | que al viento y a los montes la descubro, |
255 | | | y a quien puede
valerme se la encubro». | | |
|
| Así
diciendo y sospirando, parte | | | | a buscar y seguir el crudo amante, | | | | pensando de qué forma y con cuál arte | | | | le mostrase
su pena y fe constante. |
260 | | | Ya junta la razón, ya
la reparte: | | | | «Esto diré después, esto delante»; | | | | ora a este dicho, ora a aquél se allega | | | | y, junto éste
y aquél, afirma y niega. | | |
|
| Pero
en el punto que a mirar llegaba |
265 | | | al que a paso tan duro
le ha traído, | | | | de sólo contemplalle se acordaba, | | | | poniendo lo demás todo en olvido. | | | | Toda junta en miralle
se empleaba, | | | | para sólo mirar tiene sentido, |
270 | | | y
éste mil veces aun quería perdelle | | | | viendo tan
claro que le enoja en velle. | | |
|
| Así,
lo que a otro descubrir quería, | | | | así misma decirlo
osaba apena | | | | y queda del temor helada y fría, |
275 | | | el
alma de dolor y angustia llena. | | | | Sólo sabe seguir la
usada vía | | | | de estar toda en Narciso y de sí
ajena, | | | | hacer concetos y quedarse muda, | | | | y, temiendo, esperar
en vano ayuda |
280 | |
|
| Entre las otras
ninfas Eco andaba, | | | | más graciosa que todas y más
bella, | | | | a quien su habla natural faltaba | | | | por causa que ella
dio para perdella, | | | | tal que a hablar en vano se esforzaba.
|
285 | | | Así lo permitió su fiera estrella, | | | | juntando
este trabajo y desventura | | | | con su extremada gracia y hermosura. | | |
|
| Y de todo su mal causa había
sido | | | | Juno, del alto Júpiter esposa, |
290 | | | que buscando
en un valle a su marido, | | | | del cual andaba, con razón,
celosa, | | | | Eco delante se le había ofrecido | | | | y, con manera
de hablar graciosa, | | | | tanto la tuvo en un sabroso cuento, |
295 | | | que la diosa tardó y erró su intento. | | |
|
| Porque tal lugar dio el entretenella | | | | a
Júpiter, que cerca la sentía, | | | | que se pudo apartar
y esconder della | | | | la ninfa que consigo allí tenía.
|
300 | | | Y sin que viese Juno a él ni a ella, | | | | se escaparon
los dos por otra vía. | | | | Advertida la diosa deste engaño, | | | | sobre Eco quiso que cayese el daño. | | |
|
| Y
dijo: « ¡Oh ninfa!, porque el mundo aprenda |
305 | | | a temer a
los dioses, mando y quiero | | | | que tu engañosa habla a
nadie ofenda | | | | de hoy más, y que este engaño
sea el postrero, | | | | y que no hables ni tu voz se entienda, | | | | sino
oyendo hablar a otro primero, |
310 | | | y replicando de la voz
ajena | | | | las últimas palabras con gran pena». | | |
|
| Hecho, pues, un castigo tan notable, | | | | la
diosa se partió de allí enojada, | | | | quedando la
triste Eco miserable |
315 | | | con dolor en el alma y lastimada: | | | | mueve la lengua con pensar que hable | | | | palabras con que fuese
perdonada, | | | | mas sólo, cuando Juno hablaba, | | | | sus últimos
acentos replicaba. |
320 | |
|
| Extraña
es la pasión que prueba y siente | | | | de verse así
la triste enmudecida, | | | | y aunque del yerro tarde se arrepiente, | | | | con señales se muestra arrepentida. | | | | Tiene su primer
voz siempre en la mente, |
325 | | | esto hace su pena muy crecida, | | | | y acreciéntase mas con que no espera | | | | volver ya al
uso de la voz primera. | | |
|
| Ésta,
pues, vio a Narciso que, cazando | | | | como solía, por la
selva andaba; |
330 | | | mírale atenta y, yéndole
mirando, | | | | por sí mesma la triste no miraba: | | | | que por
la vista Amor va penetrando | | | | hasta que al alma y corazón
pasaba, | | | | do apenas ha pasado, apenas llega, |
335 | | | cuando la
fuerza de ambos se le entrega. | | |
|
| Al
Amor sin sentido se ha entregado | | | | y a su poder del todo está
rendida, | | | | tanto que es otra y que del mal pasado | | | | con el dolor
presente se le olvida: |
340 | | | ya lo que suele no le da cuidado, | | | | ya no se acuerda de su voz perdida, | | | | que a la pasión
humana que más puede | | | | la que nace de Amor pasa y precede. | | |
|
| Estando de seguille o no dudosa,
|
345 | | | en fin Amor la fuerza a que le siga. | | | | Jamás fue
de hablar tan deseosa | | | | ni el ser muda le dio tanta fatiga; | | | | mas, viendo ya ser imposible cosa | | | | que el todo de su mal,
ni parte, diga, |
350 | | | sólo que él hable es lo
que pide y quiere | | | | por poder replicar lo que dijere. | | |
|
| Vale siguiendo atenta y escuchando | | | | por
ver si acaso a su Narciso oyese | | | | cualquier palabra con que,
replicando, |
355 | | | a lo menos con él hablar pudiese. | | | | Y de lo que desea va esperando | | | | si en fin de su razón
algo dijese | | | | con que ella, respondiendo como suele, | | | | manifieste
un dolor que tanto duele. |
360 | |
|
| Así
le sigue, y cuanto más se allega | | | | siente mayor y más
cercano el fuego; | | | | entre sí ya le habla y ya le ruega, | | | | sin acordarse que no se oye el ruego; | | | | ya aprueba lo que hace,
ya lo niega, |
365 | | | y desta confusión se culpa luego, | | | | y nácenle en el alma mil concetos | | | | que por falta de
voz son imperfetos. | | |
|
| Pero los ojos
muestran, y el semblante, | | | | lo que mostrar no pueden sus razones,
|
370 | | | do cualquiera señal es tan bastante, | | | | que en una
se declaran mil pasiones. | | | | Muévese, espera y vuelve
en un instante, | | | | según le pinta Amor las ocasiones, | | | | que tal es en la triste la mudanza |
375 | | | cual el temor la hace,
o la esperanza. | | |
|
| Perdióse
tras un corzo acaso un día | | | | Narciso por la selva donde
andaba, | | | | y el verse lejos de su compañía, | | | | en
tanta soledad, temor le daba. |
380 | | | Eco sola escondida le seguía, | | | | Eco era sola quien por él miraba | | | | para ser al peligro
la primera, | | | | si a desdicha saliese alguna fiera. | | |
|
| Que
la muerte le viene a la memoria |
385 | | | de aquel hermoso Adonis,
desastrada, | | | | y Venus, que con él pierde su gloria, | | | | sobre el sangriento cuerpo abandonada. | | | | Teme que aquella lamentable
historia | | | | venga a ser en su daño renovada, |
390 | | | y el
de Narciso tiene por su daño, | | | | que el suyo ni le teme
ni es tamaño. | | |
|
| Pues de seguir
el corzo ya dejando, | | | | quedó cansado el mozo y afligido | | | | de ver venir la noche, recelando |
395 | | | que allí la ha
de pasar solo y perdido. | | | | A toda parte mira y, esperando | | | | de
alguno de los suyos ser oído, | | | | en altas voces «Aquí
estoy» decía, | | | | y Eco sola «Aquí estoy» le respondía.
|
400 | |
|
| Oye la voz y está maravillado | | | | de quién será el que habla y se le esconde; | | | | vuelve a llamar y siente ser llamado | | | | con sus palabras sin
saber de dónde. | | | | «Pues venid y allegad», dice espantado,
|
405 | | | y escucha de qué parte o quién responde; | | | | mas Eco, oyendo lo que pide y quiere, | | | | «Venid, llegad», en
alta voz refiere. | | |
|
| Aquí la
esforzó Amor a que, saliendo, | | | | al amado Narciso se
allegase |
410 | | | y, decille sus ansias no pudiendo, | | | | mostrallas
con señales procurase. | | | | Con llanto, con suspiros, y
gimiendo, | | | | ninguna hubo en amor que no mostrase, | | | | y juntamente,
aunque era todo en vano, |
415 | | | se llega por tomarle de la mano. | | |
|
| Pero Narciso, a cuya gran dureza | | | | no puede la de un mármol compararse, | | | | no sólo
la apartó con extrañeza, | | | | mas luego, por no
vella y apartarse, |
420 | | | huye por do mayor es la aspereza, | | | | diciendo, sin dejar de apresurarse: | | | | «Antes yo muera de rabiosa
muerte | | | | que sufra que me quieras, o quererte». | | |
|
| No
pudo aquí sufrir ya el corrimiento, |
425 | | | mas, gimiendo
la triste y sospirando, | | | | por la espesura se arrojó
sin tiento, | | | | «Me quieras, o quererte» replicando. | | | | De sí
le viene ya aborrecimiento, | | | | de la gente y la luz se va apartando,
|
430 | | | mas dentro de su pecho oye y entiende | | | | quién de
todo la culpa y reprehende. | | |
|
| Metida
al fin en una cueva escura, | | | | entre sí mesma habla y
dice al cielo: | | | | «Eterno movedor que de la altura |
435 | | | miras
cuanto se hace en este suelo, | | | | tú, que tan nueva gracia
y hermosura | | | | formaste por mi daño y desconsuelo, | | | | no
permitas que quede sin castigo | | | | tanta fiereza y desamor conmigo.
|
440 | |
|
| Mas el que hizo en mí tan gran mudanza | | | | sienta en el alma y corazón mudarse, | | | | y pruebe qué
es amar sin esperanza | | | | quien a tantas movió a desesperarse; | | | | y porque al daño iguale mi venganza, |
445 | | | él
venga de sí mesmo a enamorarse, | | | | pues ni puede probar
mayor dureza, | | | | ni vencerle podrá menor belleza. | | |
|
| Y en mí, que sólo para llanto
y pena | | | | y males nunca vistos fui nacida, |
450 | | | cúmplase
presto lo que el hado ordena, | | | | que es ser luego deshecha y
consumida: | | | | nunca será sino agradable y buena | | | | muerte
que me privare de tal vida, | | | | pues que viene a librar mis tiernos
años |
455 | | | de mil presentes y futuros daños». | | |
|
| Mientras esto consigo está
diciendo, | | | | dio el cielo de piedad señal muy clara: | | | | vase el humor vital ya consumiendo | | | | por el hermoso cuerpo
y por la cara; |
460 | | | ya el frío por los miembros va
corriendo, | | | | ya el calor natural los desampara, | | | | ya está
en la mayor parte endurecida, | | | | ya queda en dura piedra convertida. | | |
|
| La voz le quedó viva solamente,
|
465 | | | mas limitada y no como solía; | | | | vive invisible,
y a lo que oye y siente | | | | responde sin tristeza ni alegría. | | | | Mas cuando tal ofensa Amor consiente, | | | | para vengarse no le
falta vía, |
470 | | | que luego tiempo y ocasión ordena | | | | de dar a tanta culpa mayor pena. | | |
|
| Los
montes y los llanos calentaba | | | | con sus rayos el sol de mediodía, | | | | cuando con su ganado reposaba |
475 | | | a la sombra el pastor donde
solía; | | | | de su trabajo el labrador cesaba, | | | | para volver
de nuevo a su porfía; | | | | daba la hora reposo a los mortales | | | | y sosiego a las aves y animales. |
480 | |
|
| Narciso,
que con sed y caluroso, | | | | no menos que cansado, se hallaba, | | | | sombra para tomar algún reposo | | | | y agua do se refresque
deseaba; | | | | y en fin llegando a un valle deleitoso, |
485 | | | a una
fuente su suerte le guiaba | | | | cual nunca la halló persona
humana, | | | | ni cazando jamás Febo o Diana. | | |
|
| En
piedra natural está cavado | | | | el vaso de la fuente, tan
guardada, |
490 | | | que de ninfa o pastor, ni de ganado, | | | | ni de
ave o fiera fue jamás tocada. | | | | Defiéndela del
sol porcada lado | | | | una espesura de árboles cerrada, | | | | y el verde suelo pintan tiernas flores |
495 | | | de mil diversidades
de colores. | | |
|
| En la fuente y el valle,
la natura | | | | no dejó ningún obra para el arte, | | | | que son sombra agradable y con frescura | | | | parece que convida
a cada parte. |
500 | | | Y sale la corriente a la verdura, | | | | do con
dulce sonido se reparte | | | | en chicos arroyuelos, de manera | | | | que
hacen inmortal la primavera. | | |
|
| No
tan presto Narciso ve delante |
505 | | | la dulce sombra del lugar
presente, | | | | que se alegra en el alma y al instante | | | | a refrescarse
va junto a la fuente; | | | | donde el que, siempre amado y nunca
amante, | | | | al Amor despreció tan libremente |
510 | | | a pena
nunca vista es condenado | | | | de Amor, que no perdona este pecado. | | |
|
| ¡Oh cuánto para el triste
mejor fuera, | | | | sin reposar en el ardiente estío, | | | | seguir
como era usado alguna fiera, |
515 | | | y aun seguilla en invierno
al mayor frío, | | | | que haber llegado a verse en lo que
espera! | | | | Mas contrastar al hado es desvarío, | | | | que no
hay mudanza en lo que cielo ordena, | | | | o placer o pesar, descanso
o pena. |
520 | |
|
| Así, ya cuando
de su desventura | | | | el término y el punto era venido, | | | | bajándose a beber vio su figura, | | | | que vista por él
antes no había sido; | | | | pero tan desusada hermosura |
525 | | | como la que en el agua ha aparecido, | | | | ni conoce que es suya,
ni imagina | | | | que humana pueda ser, sino divina. | | |
|
| Como
a tal la saluda, y juntamente | | | | la ve claro moverse a saludalle,
|
530 | | | y que, lo mesmo que él, hace y consiente | | | | en cualquier
ademán y en el hablalle. | | | | Vuelve y escucha en torno
de la fuente | | | | si el son de aquella voz entienda o halle, | | | | mas
ve que calla si él está callando, |
535 | | | y que
cuando él escucha está escuchando. | | |
|
| Parécele,
si él habla, que responde, | | | | y que de verle triste se
entristece; | | | | que si él algo se aparta, se le esconde, | | | | si vuelve a aparecer luego parece. |
540 | | | En fin quiere su suerte,
que allí adonde | | | | vino por refrescarse le acaece | | | | que,
por quitar la sed y ardor que tiene, | | | | más sed y más
ardor le sobreviene. | | |
|
| Ya no sabe
qué diga ni qué haga, |
545 | | | ni en lo que está,
ni a sí sabe entenderse; | | | | ya recibe de Amor aquella
paga | | | | que a tal ingratitud podía deberse: | | | | no halla
cosa en qué se satisfaga, | | | | el estarse le cansa, y el
moverse, |
550 | | | deshácese entre sí como quien
prueba | | | | con libre corazón cosa tan nueva. | | |
|
| Con
extraña atención al agua mira, | | | | ni descansa
en miralla ni en no vella, | | | | ya deja de mirar y se retira,
|
555 | | | ya vuelve sin saber partirse della. | | | | Por quien mil sospiraron
ya sospira, | | | | quien querellas causó ya se querella, | | | | y ya tiene los ojos de agua llenos | | | | quien tanta derramó
de los ajenos. |
560 | |
|
| Mas tanta de
los suyos ya llovía, | | | | que remueve y enturbia el agua
clara, | | | | y esto la amada vista le impedía, | | | | que siendo
suya le costó tan cara. | | | | Recélase que al valle
se saldría, |
565 | | | parte a seguilla, y en partiendo para, | | | | y en parando se vuelve a mirar luego | | | | y a encender en el agua
el mesmo fuego. | | |
|
| De nuevo se está
atónito, admirado | | | | de todo aquello en que él
es admirable, |
570 | | | y ya el mirar le tiene en un estado | | | | que
es sobre la miseria miserable. | | | | Y el que padece es mal tan
desusado, | | | | que por la novedad es incurable, | | | | pues mira en sí
lo mesmo por que muere |
575 | | | y, viéndose morir, mirarlo
quiere. | | |
|
| Mas su mirar no entiende
que es mirarse, | | | | ni que este su querer era quererse, | | | | ni que
su desear es desearse, | | | | ni su no conocer desconocerse: |
580 | | | extraño mal que a sí le dañe amarse, | | | | que venga a ser provecho aborrecerse, | | | | y convenga ser dél
su propia vida, | | | | antes que tan amada, aborrecida. | | |
|
| Ya
va creciendo el agua que corría |
585 | | | con la que de sus
ojos él derrama, | | | | ni de comer se acuerda en todo el
día, | | | | ni hay para él noche, ni reposo o cama. | | | | No cesa un punto su mortal porfía, | | | | habla, gime, sospira,
llora y llama, |
590 | | | turba la fuente con su llanto crudo, | | | | no
ve su sombra, y queda ciego y mudo. | | |
|
| No
hay remedio ni cosa que sea parte | | | | para consuelo de pasión
tan nueva, | | | | ni hambre o sueño que de allí le
aparte, |
595 | | | ni otra razón o fuerza que le mueva. | | | | Busca,
tienta, procura, usando de arte, | | | | y, en fin, ya la experiencia
y larga prueba | | | | le descubren y muestran el engaño, | | | | que así lo quiere Amor para más daño.
|
600 | |
|
| Descúbrese el engaño,
y él entiende | | | | lo que hasta aquel punto no ha entendido: | | | | que él solo es el que daña y el que ofende, | | | | y solo es el dañado y ofendido; | | | | que él es el
que arde y el que el fuego enciende, |
605 | | | el movedor de todo
y el movido; | | | | que el que desea es él, y el deseado; | | | | y, en fin, que es el amante y el amado. | | |
|
| ¡Oh,
cuál fue su dolor y, cuál su llanto, | | | | luego
que entiende lo que no entendía, |
610 | | | que se aumentan
en él y crecen cuanto | | | | más imposible su esperanza
vía! | | | | A las aves del aire pone espanto | | | | y las fieras
del bosque enternecía, | | | | los árboles que cerca
de allí estaban |
615 | | | los ramos a sus quejas inclinaban. | | |
|
| Eco, la triste ninfa, aunque corrida | | | | y con tan justas causas enojada, | | | | puesto que de su queja no
se olvida | | | | ni della ya podrá ser olvidada, |
620 | | | condoliéndose
dél en ver su vida | | | | de tanto bien a tanto mal mudada, | | | | todas las veces que quejar le oía | | | | a su clamor y quejas
respondía. | | |
|
| «¡Oh valle, oh
selva, oh montes y llanura!» |
625 | | | dice en voz dolorosa el
desdichado, | | | | «pues tan durable vida os dio natura, | | | | decí,
en mil siglos que ya habéis pasado, | | | | si vistes de tan
nueva desventura | | | | un corazón humano rodeado, |
630 | | | o
fingirse un dolor cual es el mío, | | | | con imaginación
o desvarío. | | |
|
| Triste, que está
conmigo el bien que quiero, | | | | y dejarme, aunque quiera, no
podría, | | | | y por el mesmo bien que tengo muero, |
635 | | | que
si no lo tuviese viviría. | | | | Por sólo poseello
desespero | | | | de lo que, estando en otro, esperaría. | | | | ¡Oh
crudo y fiero Amor, oh caso extraño, | | | | que en tener
lo que quiero esté mi daño! |
640 | |
|
| Si
no cesa el deseo ni es cumplido, | | | | aunque se goce el bien que
se desea, | | | | no siendo el amante poseído | | | | de suerte que
en sí mesmo lo posea, | | | | injustísimo Amor, ¿por
qué has querido |
645 | | | que sólo en mí tan
al contrario sea, | | | | que en mí tenga mi bien, y con tenelle | | | | muera entre el desealle y poseelle? | | |
|
| Contra
toda razón a mí me hace | | | | más pobre y
miserable mi riqueza, |
650 | | | lo que el cielo en mí hizo
me deshace, | | | | pues sola me ha vencido mi belleza. | | | | Aquel que,
amando, en la que más le aplace | | | | se queja de rigor
y de aspereza, | | | | ¡oh cómo sé que se satisficiese,
|
655 | | | si un hora de mi mal probar pudiese! | | |
|
| Procura
el amador verse presente | | | | y estar, si puede, de su bien cercano; | | | | yo, teniéndole en mí, soy tan ausente, | | | | que
desde cien mil leguas lloro en vano. |
660 | | | ¡Oh si del fiero
mal que esta alma siente | | | | estuviera el remedio en otra mano, | | | | que en mano de la fiera más terrible | | | | fuera dificultoso
y no imposible! | | |
|
| ¿A quién
iré que pueda consolarme |
665 | | | si el consuelo y la queja
está conmigo? | | | | ¿O quién diré que venga
a remediarme | | | | si yo soy mi remedio y me persigo? | | | | Acabe mi
dolor ya de acabarme, | | | | satisfágase Amor en mi castigo,
|
670 | | | pues tiene, para estar bien satisfecho, | | | | tan poco por
hacer y tanto hecho. | | |
|
| Tenga ya fin,
pues otro bien no espera, | | | | vida tan miserable y desdichada, | | | | y muerte su venida no difiera |
675 | | | donde es tan convenible
y deseada. | | | | La causa de mi muerte no quisiera | | | | que agora, como
yo, fuera acabada, | | | | mas si vivir conformes no podemos, | | | | conformes
a lomenos moriremos». |
680 | |
|
| En este
punto el amoroso fuego, | | | | sobre la yerba donde echado estaba, | | | | de arder y consumir acabó luego | | | | el poco humor vital
que le quedaba. | | | | Muriendo dijo: «¡Oh miserable y ciego, |
685 | | | amado y amador!» Y replicaba | | | | Eco con doloroso sentimiento: | | | | «¡Oh amado y amador!», en triste acento. | | |
|
| Y
luego aquellos ojos se cerraron, | | | | que para verse por su mal
se abrieron, |
690 | | | en pago de que a tantos no miraron, | | | | ni aun
sólo ser mirados consintieron. | | | | Si lágrimas
de muchos derramaron, | | | | en lágrimas también se
consumieron, | | | | y con morir su pena aún no cesaba, |
695 | | | que allá en el agua Estigia se miraba. | | |
|
| De
toda la comarca los pastores, | | | | luego que el caso lamentable
oyeron, | | | | lloran la novedad de los amores | | | | y del triste suceso
que tuvieron. |
700 | | | Cruel llaman al cielo en mil clamores, | | | | y a la natura, porque al mundo dieron | | | | tan sobrenatural gracia
y belleza, | | | | para llevarla dél con tal presteza. | | |
|
| Todas las ninfas de aquel valle umbroso
|
705 | | | a las tristes obsequias se juntaron, | | | | que juntas quieren
dar sepulcro honroso | | | | al cuerpo muerto que ya vivo amaron. | | | | Buscáronle, y fue caso milagroso | | | | que allí no
pareció ni le hallaron, |
710 | | | y a do murió una
flor no vista vieron, | | | | que todas por Narciso la tuvieron. | | |
|
| Por Narciso de todas fue tenida, | | | | y Narciso de todas fue llamada, | | | | la cual de blancas hojas
es ceñida |
715 | | | al derredor y, en medio, colorada. | | | | La
dolorosa muerte fue plañida | | | | y con tristes endechas
lamentada. | | |
|
| Eco, desde la cueva a do se esconde, | | | | al
triste llanto, no sin él, responde. |
720 | |
|
| Así
acabó el soberbio y desdeñoso, | | | | el rebelde de
Amor, ingrato y fiero, | | | | cuyo suceso, aunque es tan espantoso, | | | | ya pudo, y aún podrá, ser verdadero: | | | | porque
al Amor lo más dificultoso, |
725 | | | y lo más increíble,
es muy ligero; | | | | y así, toda cruel o ingrata espere | | | | sentirlo cuando menos lo creyere. | | |
|
| Y
si nunca a mujer jamás fue dada, | | | | por gran ingratitud,
pena tan fuerte, |
730 | | | ¿quién sabe para cuál
tiene guardada | | | | por ventura el Amor la mesma suerte? | | | | Viva
la que es discreta recatada, | | | | que pues hubo en el agua fuego
y muerte, | | | | más cercano peligro, y más presente,
|
735 | | | hay siempre en el espejo que en la fuente. | | |
|