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21

Seguimos a MP en el cambio de «nobleza» del v. 3 por «firmeza»; p. 538, notas al v. 2. Tenemos también el cambio de «la» por «lo», según explicamos en nuestra edición de IC, p. 248.

 

22

Cf. mi artículo sobre las «Heroínas de amor trágico...» citado supra, n.º 14.

 

23

Véase la edición de Pascual Buxó a las Obras de Sandoval y Zapata.

 

24

En la loa al auto El Mártir del Sacramento: San Hermenegildo, Sor Juana se opone a la ciencia antigua y propone nuevos términos; lo hace bajo la capa de un «maestro» que argumenta con dos estudiantes pero, al final, se identifica como la autora de la loa. Véase mi trabajo: «Loa del auto a San Hermenegildo: Sor Juana frente a la autoridad de la sabiduría antigua» que se publicará a finales de este año (1995) en un número especial de la Revista Iberoamericana.

 

25

«Fineza»: prueba o muestra de amor, es palabra que la monja utilizaba con frecuencia para cuestiones amorosas profanas y en relación con el amor de Dios; el ejemplo más significativo es la Carta Atenagórica. (Crisis sobre un sermón, según título que lleva desde la segunda edición, Sevilla, 1692, del tomo 2 de sus obras antiguas).

 

26

«Divertida»: tiene aquí el sentido antiguo de «abstraída», «concentrada», «distraída».

 

27

Véase el soneto enviado a Sor Juana: «Que escribió un curioso a la Madre Juana para que le respondiese»: «En pensar que me quieres, Clori, he dado, / por lo mismo que yo no te quisiera, / porque sólo quien no me conociera, / me pudiera a mí, Clori, haber amado. / En tú no conocerme, desdichado / por solo esta carencia de antes fuera, / mas como yo saberlo no pudiera, / tuviera menos mal en lo ignorado. / Me conoces o no me has conocido: / si me conoces, suplirás mis males, / si aquello, negaraste a lo entendido; / si aquesto, quedaremos desiguales. / Pues, ¿cómo me aseguras lo querido, / mi Clori, en dos de Amor carencias tales?». Repárese en que el consonante «forzado» del v. 2, «quisiera», difiere del «pudiera» que utilizó la poeta en su respuesta. Cotejados los textos de las ediciones antiguas (en la Biblioteca Nacional de Madrid, septiembre de 1995) del tomo 2 de Sor Juana (Sevilla, 1692; Barcelona, 1693; Madrid, 1715 y Madrid, 1725; las tres ediciones de Barcelona del mismo año presentan el mismo texto), efectivamente, así aparece. Constatamos, de este modo, que la monja no se avino a seguir del todo la petición del «curioso»: no utilizó «los mismos consonantes» en todos los versos. Méndez Plancarte no hace ningún comentario sobre el particular (t. 1, núms. 181 bis y 182, p. 537). A esta práctica poética se la llama rispondere per le rime utilizada desde Dante. Debo este comentario al hispanista alemán Wido Hempel.

 

28

Véanse las composiciones núm. 89 y 141 (MP, pp. 221-224 y 272-273) que se ocupan del «ver=amar». Todos los números que se mencionan en este párrafo para identificar a los sonetos remiten a MP, t. 1.

 

29

Aclaremos el v. 2 y los siguientes: «aquél», el ausente; «éste», el celoso. Aunque Sor Juana los invirtió en alguna composición, aquí mantuvo lo que indican las reglas de redacción.

 

30

FRANCISCO DE MEDRANO, Poesía, ed. de Dámaso Alonso, Cátedra, Madrid, 1988, p. 295, tiene un soneto en el que nos dice, en el primer cuarteto, que ni la ausencia ni la muerte, hacen olvidar el amor: «Quien te dice que ausencia causa olvido / mal supo amar, porque si amar supiera, / ¿qué, la ausencia? La muerte nunca hubiera / las mientes de su amor adormecido»: leemos en LOPE DE VEGA, Antología Lírica, Aguilar, Madrid, 1964, pp. 251-252, este último terceto («Ir y quedarse [...]»): «creer sospechas y negar verdades, / es lo que llaman en el mundo ausencia, / fuego en el alma, y en la vida infierno» (he modernizado la lengua en ambos casos). Sor Juana le dio un tratamiento diferente a este tema.

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