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«Vía»: forma arcaica de «veía», de «ver». «Amor» (v. 5) lo escribimos aquí con mayúscula porque se presenta como personaje.

 

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Para las transcripciones de los sonetos de GARCILASO DE LA VEGA, utilizamos la ed. de Elías L. Rivers, de las Obras completas con comentario, The Ohio State University Press, Columbus. 1974, pp. 86-89 y 114-115.

 

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La nota de MP al verso 7 de este soneto (cf. p. 535) dice que en la edición antigua de Inundación Castálida, Madrid, 1689, MP introdujo la corrección de «huir», la cual adoptamos por parecernos justa su explicación sobre el contexto que «vaporiza», y que exige «hervir»; esto se acomoda al «fuego» que tiene el «corazón deshecho» del verso anterior.

 

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Para las definiciones de estas palabras, he consultado las que nos da el Diccionario de Autoridades y el Tesoro de la lengua castellana o española de COVARRUBIAS; escojo las que me parecen más apropiadas al texto de Sor Juana, modernizando la escritura. «Sombra» (de umbra), vale asimismo por espectro o fantasma, que se percibe como sombra: «imagen» (de imago) es «figura, representación, semejanza y apariencia de alguna cosa»; «ilusión» (de illusio), engaño, falsa imaginación, engañosa aparición: «ficción» o «fición» (de fictio) es «simulación con que se pretende encubrir la verdad o hacer creer lo que no es cierto». De «imaginación» (imaginatio) nos dicen: «potencia con que el alma representa en la fantasía algún objeto». Es lo que, más largamente y en latín, hallamos en Covarrubias, el cual menciona a Aristóteles e iguala esta palabra a «fantasía» (de la palabra latina Phantasia, de origen griego): vale también para «visio, imago rerum animo insidentium». En el Diccionario de Autoridades hallamos para «phantasia»: «La segunda de las potencias que se atribuyen al alma sensitiva o racional, que forma las imágenes de las cosas», y añade: «Cuando no hay sustento en el estómago, para que el calor natural se ocupe en él, se ocupa en representar, juntamente con el ánima, al sentido común o phantasia diversos simulacros de cosas». «Fantasía» o «sentido común» es el sentido interior que combina las sensaciones recibidas por los cinco sentidos físicos (la vista, el oído, el gusto, etc.). Todo ello nos remite al lenguaje sorjuanino escolástico que hallamos en el Sueño, términos de fisiología aristotélica que la monja había asimilado y convertido en poesía.

 

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En este soneto amoroso, parecería que la poeta nos presenta una visión más positiva de la mente humana, como capaz de poseerlo todo; en el Sueño, donde propone cuestiones relacionadas con el saber, llegó a la conclusión de que el poder de la mente tenía sus límites: una cosa es abarcar a una persona, y muy otra abarcar el universo. OCTAVIO PAZ, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, Seix Barral, Barcelona, 1982, en las pp. 380-382, relaciona este soneto a los «fantasmas» eróticos de la poesía occidental y a prácticas de orgasmo solitario. Véanse mis comentarios a estas 4 páginas en mi reseña de la traducción al inglés de este libro de Paz, «Sor Juana Inés de la Cruz or the Traps of Faith by Octavio Paz», Siglo XX/20th centhury, Boulder, 1990, pp. 153-164 en versión al inglés; o en versión española en «Sobre la versión inglesa de Las trampas de la fe de Octavio paz» en Estudios de literatura hispanoamericana. Sor Juana Inés de la Cruz y otros poetas barrocos de la Colonia, PPU, Barcelona, 1992, pp. 341-355: véanse las pp. 348-349. En resumen: creo que Paz se deja llevar por su buen conocimiento de la literatura francesa, más atrevida que la hispánica, dándole importancia extremada a lo erótico y descuidando la posibilidad cae la sublimación de los deseos carnales a causa de su pasión por lo intelectual, y la disciplina conventual que ensalzaba la práctica de la castidad. Pero, en todo caso, no veo en «bella ilusión» y «dulce ficción» sugerencias claras de tipo carnal; creo que lo que aquí se destaca es el elemento mental, rasgo típico en la poeta, y esto es lo que hace a este soneto sobresalir dentro de la lírica amorosa del tiempo. EMIL VOLEK en su artículo: «Un soneto de Sor Juana Inés de la Cruz, "Detente, sombra de mi bien esquivo"», Cuadernos Americanos, México, 38 (1979), 196-211, cree, por el contrario, que este soneto se inserta dentro de la literatura mística. No me parece que, durante la época, se refirieran a Jesucristo bajo las advocaciones de la «sombra», «imagen», e «ilusión» y «ficción» (además de «hechizo»), que son palabras que remiten a especulaciones de tipo mental utilizadas para el amor en este soneto.

 

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Los «cuatro humores» eran: sangre, flema, cólera y melancolía y eran los «vapores» que intervenían en el proceso mecánico de la psicología aristotélica. La «estimativa» parece tomarse aquí por la «fantasía» o el «sentido común», que combina los datos (o especies) que le proveen los cinco sentidos del cuerpo humano para formar «simulacros» en la «imaginativa» de donde priva a la «memoria», la cual los almacena y les da forma más «pura», como dice Sor Juana, es decir, más definida o clara; de la memoria los recoge la Fantasía -aspecto activo de la imaginación- y forma sus combinaciones variadas de imágenes. Véanse la nota de MP a los vs. 256 y 258-265 del Sueño, y mi libro El «Sueño» de Sor Juana Inés de la Cruz. Tradiciones literarias y originalidad, Tamesis, London, 1976, pp. 135-136, y, supra, nota 34.

 

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Véase el libro de IRVING A. LEONARD, Baroque Times in Old Mexico, The University of Michigan Press, Ann Arbor, 1959. El capítulo dedicado a Sor Juana se halla en las pp. 172-192: véanse especialmente las pp. 175-178.

 

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Dice el Diccionario de Autoridades: «Vale también reducir y recoger lo dicho por muchas palabras, a la determinación de pocas, en que se afirman y determinan» y «Vale asimismo desatar alguna dificultad».

 

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Véanse las traducciones al español: (XXIL) «A Marcos, amigo de discordia con respecto a las muchachas», «Amo a la que me odia, pena a la que me ama, odio / compón estas diferencias entre nosotros, dulce Venus, si puedes»; (LVI) «De la chica a quien amaba», «A esta yo quiero, que no me quiere: a aquella que me quiere, yo no: / vencer los ánimos quiere, no saciarlos, Venus». LEONARD, en su obra citada, ya menciona a Ausonio como inspiración para Lope de Vega y Calderón (p. 177) remitiendo a otros autores en una nota y, antes cae él, Menéndez y Pelayo en su Bibliografía Hispano Latina, tomo 1, lo había mencionado dando algún ejemplo, que apunta MP. En las notas del crítico mexicano a esta pequeña serie de sonetos, hallamos, para el número 168 (p. 531), las citas de Ausonio que, como dice, pueden aplicarse a los otros dos: hay, además, ejemplos de Calderón, Boscán y otros (cf. pp. 530-531). Antonio Alatorre desarrolló estas ideas en un artículo que nunca hemos podido conseguir; tomamos los ejemplos que siguen, de Lope, de una conferencia sobre el tema que presentó Alatorre en la Universidad de Maryland, College Park, hace muchos años: «Amo a quien me aborrece, aborreciendo / a quien me quiere: adoro a mi enemigo» y «Amaba Filis a quien no la amaba, / y a quien la amaba, ingrata aborrecía»: de El príncipe perfecto y El galán de la Membrilla.

 

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El verso 3 quiere decir: «por el ingrato a quien no le apetezco, lloro».

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