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Abajo

Versión parafrástica del «Arte poética» de Horacio

Félix María de Samaniego


Edición de Emilio Palacios Fernández


Nota introductoria: Era texto inédito hasta su inclusión en Obras completas. El manuscrito procede de la Fundación Sancho el Sabio (Vitoria), Mss. MAN-871, R. 45586 37 ff. Una parte del mismo se recoge en otra copia intitulada "Las artes liberales", Fundación Sancho el Sabio (Vitoria) signatura: MAN 871, R. 45585, 10 ff.






ArribaAbajo- I -


Crítica universal para conocer el mérito de cualquier obra y escribir con perfección, materia y partes del poema y su necesaria. Conexión con el resto de la obra

Abajo   Si a una cabeza humana,
muy peinada a la moda y muy galana,
le añadiera un pintor plumas de gallo
y un pescuezo de burro o de caballo;
si juntando las piezas desiguales  5
de varios animales
por último en el lienzo retratara
una mujer de lindo talle y cara
con alas de avestruz o de gallina
y cola de merluza o de sardina,  10
¿quién, amigos Pisones,
dejara de reírse a borbotones?
Pues a este lienzo semejante fuera,
el poema o quimera,
cuyas partes sin tino colocadas,  15
no fuesen a una forma conspiradas,
cual especie fantástica o locura
de quien sueña teniendo calentura.
No hay duda que poetas y pintores
siempre han sido legítimos señores  20
de fingir y mentir, más que otra gente,
lo sé muy bien y todos mutuamente
nos pedimos y damos
este gran privilegio que gozamos.
Mas no por eso se nos da licencia  25
de escribir y pintar sin congruencia,
de suerte que se junten como amigos
dos animales entre sí enemigos,
o se tengan cariño verdadero
el tigre y el cordero,  30
las aves y serpientes.
Suelen ser graves, altos y excelentes
muchos exordios, pero ¿en qué consiste?
En que cualquier autor su exordio viste
con un bello remiendo o porción buena  35
de alguna tela ajena.
Empieza a hurtar de gana:
ya pinta el bosque y templo de Diana,
ya el inquieto arroyuelo
que corre por el suelo,  40
ya el Ródano, ya el Rhin, ya el arco hermoso
a quien llamaron iris o lluvioso.
Todo eso ahora no venía al caso,
como si por pintar el cruel fracaso
de un naufragante triste y afligido,  45
un ciprés me pintaras muy erguido.
Formar quiso primero
un cántaro de barro el alfarero,
y en lugar de esta alhaja,
torcido el molde, sale una tinaja.  50
Tenga, pues, el poema
ordenadas sus partes solo a un tema.
También nos engañamos
muchos poetas creyendo que acertamos:
la brevedad procuro,  55
y entonces el poema sale oscuro;
quiere otro hablar pulido y elegante,
pero le falta el nervio y no es constante;
habla el otro pomposo,
pero le hace su pompa fastidioso.  60
El que escribe atendiendo a los temores
de rígidos censores,
que reparan el ápice y la tilde,
nunca se eleva y siempre queda humilde.
El que quiere agradar con novedades  65
forja mil falsedades,
y pintará a un delfín, si se le apura,
de un bosque en la espesura;
y si más le apurares
a un jabalí lo pintará en los mares.  70
Si al deseo de no errar falta artificio,
eso mismo es errar, es culpa y vicio.
Junto al fuego emiliano
veréis un escultor de insigne mano
en imitar las uñas o cabellos,  75
las barbas o los cuellos,
pero después le falta igual destreza
para formar el resto de la pieza.
Tan fea, pues, sería esta figura,
como aquel que perdiese su hermosura  80
por tener en su cara
una nariz de avara.
Vosotros, seáis quien fuereis,
si libros o poemas escribiereis,
con reflexión muy seria  85
escoged solamente la materia
propia de vuestras fuerzas y talentos.
Quien trata sus asuntos o argumentos,
después de haberlos antes escogido,
meditado muy bien y prevenido,  90
ése escribirá luego dignamente:
metódico, juicioso y elocuente.
Y yo tengo por cierto
que todo orden, método y concierto
de poemas y de obras primorosas  95
se reduce a decir aquellas cosas
que al presente parezcan oportunas,
a dejar varias, dilatar algunas.
La musa, que no es necia
un pensamiento elige, otro desprecia.  100




ArribaAbajo- II -


En qué consiste la elegancia y propiedad de las palabras y de los versos

ArribaAbajo   Has de ser parco, cauto y aun severo
en traer a tu idioma el extranjero:
si quieres que un común vocablo sea
de grande hermosa idea,
dale una trabazón artificiosa;  5
si hablares en materia misteriosa
y que aún no han sido los Cétegos,
bebe en la inmensa fuente de los griegos,
porque entonces tendrás justa licencia
para inventar palabras con prudencia.  10
¿Qué autoridad mayor tener pudieron
para aplicar las voces que quisieron
a su nativo idioma
los escritores de la antigua Roma?
Si así lo pudo hacer Plauto y Cecilio,  15
¿por qué no lo han de hacer Vario y Virgilio?
Si Ennio, si Catón u otros romanos
tuvieron francas manos
para aumentar su lengua,
¿cómo podrá ser mengua  20
que yo y cualesquiera hombres
añadan a su idioma nuevos nombres?
Con tal que alguna voz venga ajustada
al cuño de tu lengua, dale entrada.
Cuando el invierno crudo  25
deja a un árbol desnudo
de aquel hermoso traje
que le daba su pompa y su follaje,
las hojas que primero se cayeron
suelen ser las primeras que nacieron.  30
Así pueden tener iguales quejas
las palabras más rancias y más viejas,
que de puro sabidas
son ya olvidadas, muertas o abolidas,
entrando en lugar de ellas  35
otras de moda, más o menos bellas,
mientras que sus verdores juveniles
pasen a ser diciembres desde abriles.
Todo es caduco, y todo de esta suerte
perece con la muerte.  40
Lo que antes era tierra,
hoy en su seno un puerto hermoso encierra;
lo que antes fue laguna dilatada,
hoy es una campiña cultivada:
unas cosas reviven, otra nacen,  45
unas se truecan, otra se deshacen.
Así, también las voces
se van mudando a pasos muy veloces.
Serán de moda un día
las voces que nos causan armonía;  50
y las que hoy son de moda,
verán perdida su armonía toda,
pues el lenguaje humano
sobre el uso es el dueño soberano.
El heroico Homero  55
fue el poeta primero
que cantó en alto estilo las hazañas
de reyes, héroes, guerras y campañas.
Los sucesos fatales
se lloraron en versos desiguales,  60
mas también la elegía
sirve ya al regocijo y alegría.
De este metro elegíaco hasta ahora,
quién haya sido el inventor se ignora,
Arquíloco, inventor del verso jambo,  65
usó de su invención contra Licambo.
Usaron después de él en las comedias,
en dramas y tragedias,
por ser sus pies o sílabas vulgares,
propios para coloquios familiares.  70
Las musas, con el dios que las inspira,
destinaron la lira
a celebrar deidades,
triunfos, heroicidades,
un convite opulento,  75
un caballo más rápido que el viento,
un atleta aplaudido,
un juego divertido,
los campos, los jardines, los pensiles,
y los varios afectos juveniles.  80
Mas, si acaso no entiendes,
cuando un poema emprendes,
su propiedad, carácter y artificio;
si, aunque ingenioso, te faltare el juicio,
si tu verbosa musa no es discreta,  85
no mereces el nombre de poeta.
Ocultas tu ignorancia, cauteloso,
en fuerza de un pudor ignominioso,
porque quieres vivir siempre ignorando,
más que saber oyendo y preguntando.  90
La que es comedia no se adorna o viste
con trágica expresión e idea triste,
con azares funestos,
con muertes, con desgracias, con arrestos.
Al contrario también, si en verso llano  95
el convite me cuentas inhumano
de Tiestes, sería
la tragedia más fría,
cuando la historia dice
que aquel padre infelice,  100
sin saberlo comió a sus propios hijos.
Tengan los poemas sus asuntos fijos,
su proporción e innata diferencia.
Tal vez, no obstante, con mayor vehemencia
la comedia su estilo y voz levanta,  105
se irrita Cremes, riñe, asombra, espanta;
y el trágico, afligido,
habla en estilo humilde y abatido.
Si Télefo o Peleo te agradaren
y el drama o acción trágica formaren  110
errantes fugitivos,
víctimas de los hados vengativos,
no has de dar expresiones elevadas
a sus personas pobres y humilladas.
Ni basta que el poema sea hermoso,  115
debe así mismo ser suave y gustoso
para que los afectos
hagan en los oyentes sus efectos.
La humanidad por cierta simpatía
baña nuestros semblantes de alegría,  120
cuando, a no ser ruines y envidiosos,
vemos a otros contentos y gozosos;
mas si llorar miramos
también nos condolemos o lloramos.
¿Quieres que yo me duela y llore al verte?,  125
pues tú mismo primero has de dolerte.
Si a Télefo y Peleo
lástimas oigo hablar y tristes veo,
entonces su aflicción y su quebranto
a mis ojos también sacará el llanto.  130
Pero si su papel cada uno hiciera
contra su condición y propia esfera,
yo con mucha razón me dormiría
o si no a carcajadas me reiría.
Han de ser las palabras semejantes  135
a los gestos, acciones y semblantes:
si el semblante es risueño,
sea el hablar alegre y halagüeño;
si triste el gesto y rostro me pusiste,
debes hablarme triste;  140
si te irritas sin término y sin freno,
sea cada palabra un rayo o trueno;
si el semblante tuvieres serio o grave,
has de hablar ni violento ni suave,
sino con gravedad, con entereza.  145
Sabia naturaleza,
a Témpera oportuna,
nuestro genio y pasión a la fortuna
y sus efectos propios nos inspira:
nos mueve a gusto, a pena, dolor, ira,  150
y en instantes veloces
hacia fuera se explica con las voces.
Si no fuere el hablar proporcionado
a la persona que habla y a su estado,
la gente congregada  155
de risa soltará la carcajada.
Importa reparar en todo el drama
quién es el que habla, si es el amo o ama,
o si es acaso Davo,
paje o criado, cocinera, esclavo;  160
si es por ventura un viejo setentón
o si es algún mozo ardiente o fanfarrón;
si es dueña, si es matrona respetable;
si es asirio, si es Colco formidable;
si es acaso un tebano perezoso  165
o un griego culto, vano y ambicioso.




ArribaAbajo - III -


Trata de las personas que componen el drama; éstas o son conocidas o nuevas o ignoradas; qué se debe observar con unas y otras

ArribaAbajo   En describir personas ten memoria
de seguir su carácter o la historia.
Sea Aquiles terrible,
violento, audaz, intrépido, inflexible,
diga que las repúblicas y reyes,  5
que las humanas y divinas leyes
son poco personaje
para que él les ofrezca su homenaje;
diga que no hay justicia declarada,
mas que sólo el antojo de su espada.  10
Medea debe ser impía y rabiosa,
Ino triste y llorosa,
Ixión alevoso,
Ixis errante, Orestes querelloso.
Si tu numen blasona  15
de sacar al teatro una persona
antes desconocida,
sea siempre a sí misma parecida;
en su carácter guarde congruencia
desde el principio al fin sin decadencia.  20
Es difícil intento
tratar con propiedad un argumento
que antes nadie trató; no es imposible,
pero es más asequible
adornar lo que hizo otro primero.  25
Si de la grande Ilíada de Homero
formamos algún drama, en mi dictamen
sin otro algún examen,
más gloria merecieras
que si un caso inaudito refirieras.  30
Un asunto [ta...nal]
lo harás muy [pro...] y especial,
si no sigues el orden y contexto
del prototipo original, o texto,
si añades, quitas, truecas, como autor  35
y no como si fueras traductor
evitando lugares
de donde recelares
que no podrás salir sin sonrojarte
o sin faltar al arte.  40




ArribaAbajo- IV -


Trata separadamente de las partes del poema: principio, medio y fin

ArribaAbajo   Ni tu exordio ha de ser tan retumbante
como el de cierto autor necio y pedante:
"De Príamo en su propia infausta tierra
la suerte cantó y una noble guerra".
Ilustre exordio si el autor no cesa  5
de dar el lleno todo a su promesa.
Mas ¿qué sucede? Atiende. Dan bramidos
con dolores de parto conmovidos
los montes elevados,
las cumbres, los peñascos, los collados,  10
y, al cabo de su grande emoción,
parieron un ratón.
¡Cuánto más sabiamente
aquel poeta prudente
(que os ruego siempre vuestro ejemplar sea)  15
comenzó así su heroica Odisea!:
"Cuéntame aquel varón, Musa divina,
que después de la trágica ruina
de Troya, conoció muchas naciones
y anduvo muchos pueblos y regiones".  20
No levanta al principio un alto fuego
que en humo fatuo se disipe luego.
Mas de un exordio al parecer oscuro,
a modo de cimiento el más seguro,
va sacando a la luz tantos portentos  25
como páginas tiene y [...].
Pinta al voraz Antífanes campano,
al Cíclope inhumano,
a Escila y a Caribdis; ni el camino
del griego Diomedes peregrino  30
lo empieza a referir desde la muerte
de Meleagro, el Calidonis fuerte;
ni la guerra de Troya
comienza con la fábula o tramoya
de que Lucina diestra  35
sacó de un huevo a Helena y Clitemnestra.
Omite el grande Homero
cualquier superfluidad con tanto esmero
que toda su atención
la lleva el desenlace de la acción.  40
Tal vez también su habilidad suprema,
en medio del poema,
al lector entretiene
con bellos episodios que previene;
ni otros enlaza que enlazar pudiera,  45
sólo porque adornarlos bien no espera.
Finge mezclar verdades con ficciones,
pero en sus invenciones
la verdad y ficción van consiguientes:
sus medios siempre son correspondientes  50
al principio o exordio que propone,
luego a medios y exordio el fin depone.




ArribaAbajo- V -


Trata más directamente de las diversas costumbres que corresponden a diversas edades y personas

ArribaAbajo   Si al teatro tener quieres propicio,
cuando se ocupa en el [...] oficio
de ver representar las obras tuyas
y que de alegres vítores arguyas,
el gusto con que ha sido  5
has de estar advertido
en pintar bien el genio y propiedades
de todas las edades,
dando al tiempo que corre sucesivo
el natural adorno y distintivo.  10
Es cosa competente
a un niño balbuciente
que empieza a hacer pinitos
hablar en lloros, explicarse a gritos,
enredar con cuanto halla por delante,  15
reírse y enojarse a cada instante.
El joven desbarbado,
en viéndose sin [...], mal domado,
echa por esos cerros
dado a caballos y más dado a perros;  20
para el vicio es de cera
y de acero al aviso se espera,
pródigo a un tiempo mismo y codicioso
en mirar por si tardo y perezoso,
soberbio, y si algo ha amado  25
no bien lo amó, cuando lo ha dejado.
Cuando asoman los años varoniles,
muertas las aficiones juveniles,
busca la edad riquezas y amistades,
honor y dignidades;  30
su advertida cautela
engolfarse recela
en asunto escabroso
donde sea el salir dificultoso.
La vejez para todos los mortales  35
es un continuo manantial de males:
el viejo codicioso,
cuanto dinero guarda tiene ocioso;
suda, si sudar puede, por ganarlo;
va con su mano trémula a encerrarlo  40
en la triste naveta
que con dos, tres o más llaves aprieta
y lejos de gastar
nunca la vuelve a abrir sin embolsar.
Por lo demás es tímido y cobarde,  45
a todo llega tarde
en negocio que pida algún desvelo,
es un tronco, un carámbano o un hielo.
Responde dando largas a cualquiera,
y de muy buena gana se añadiera,  50
al montón de los años que ha vivido,
otro centenar más, si uno ha cumplido.
Siempre está, ya se ve, de mal humor,
ya le aflige el dolor
de la gota, del vientre, de la vista;  55
quejumbroso sin fin, panegirista
de mil proezas, mil habilidades
que se estilaban en sus mocedades.
Aristarco feroz, censor cruel
de cuantos no son viejos como él.  60
Murmura y muerde todo lo presente
y, si no puede hincarle. muestra el diente.
Cuanto bueno nos trae y solicita
la edad perfecta, la vejez nos quita.
En edades tan varias  65
advierte cuán opuestas y contrarias
son las inclinaciones
para que proporciones
las que de suyo a cada edad convienen
o más propia alusión con ellas tienen.  70
Unas cosas el teatro representa,
otras algún actor, como echas, cuenta.
Las que se ven representar al vivo
tienen más atractivo,
que las que se perciben de palabra .  75
Nadie la función abra
de la escena o teatro remedando
lo que debiera declararse hablando,
o suponer que adentro ha sucedido.
Ni el pasaje a de ser tan atrevido  80
que en las tablas se vea
a la cruel Medea
despedazar sus hijos, ni de Atreo
el caso horrible y feo
de guisar y comer miembros humanos,  85
ni los celos tiranos
de Progne se remeden con su ruina
haciendo se convierta en golondrina,
ni en sierpe Cadmo, el fundador de Tebas,
es imposible que mi afecto muevas.  90
Con estos espectáculos atroces,
ni yo a tus maravillas y a tus voces
daré crédito alguno. La tragedia,
como también cualquier drama o comedia,
si ha de gustar a gentes cultivadas,  95
tenga cinco actos cortos o jornadas.




ArribaAbajo- VI -


De la tragedia y comedia: del número de sus actos, del oficio del coro y de la música, de las fábulas satíricas, del verso yambo, de los inventores de la tragedia y comedia antigua, y de los que posteriormente versaron en uno y otro drama

ArribaAbajo   No hagan papel alguno las deidades,
a no haber una o más dificultades
de tan arduo remate y desenlace
que haya de ser un dios quien las deshace.
La acción en tres personas se reparta,  5
ni sin causa pondrás persona cuarta.
El coro, mientras se habla, nada cante
que no venga al asunto. Un comediante
o actor ha de tener interesado
el coro a su favor, como asociado.  10
Es muy de su incumbencia
defender la justicia y la inocencia,
ser benévolo y grato a los amigos,
reconciliar discordes enemigos.
Debe también su elogio y alabanza  15
a la frugalidad y a la templanza,
a un pueblo, reino o imperio venturoso
donde florece el público reposo.
Si a su juicio discreto
confiaron acaso algún secreto,  20
debe observarlo religiosamente;
y con afecto ardiente
suplicar a los dioses inmortales
que, pródiga en bondad y parca en males,
constante y oportuna,  25
favorezca y aspire la fortuna
a los buenos que fueron desdichados
y abandone por siempre a los malvados.
No fue la antigua flauta
hecha según la misma traza y pauta  30
que tiene la moderna, fabricada
con mayor predicamento y adornada
de marfil o metal, que ya ha podido
disputar a la trompa su sonido.
La antigua era sencilla  35
y se hizo de una grulla en la canilla
con pocos agujeros.
A los teatros primeros
y a sus concursos poco numerosos
bastaban ecos menos armoniosos.  40
A estas funciones sólo concurría
la más honesta, moderada y pía
porción del pueblo. Mas, después que el mando
con sus armas fue Roma dilatando,
después que sus murallas se extendieron  45
y a su abrigo se vieron
concurrencias festivas,
grandes banquetes, bullas excesivas,
y todo impunemente
en la noble, mediana, ínfima gente,  50
la música también y poesía
crecieron a porfía.
Y el rústico colono,
no viviendo a este tono,
¿qué sabría de estilos tan profanos  55
a no mezclarse entre hombres más urbanos?
Aumentado, pues, ya el músico oficio,
añadió nuevo gusto y artificio
a la música antigua.
El baile lo atestigua  60
y la gran muchedumbre de tonadas
que en el teatro vemos frecuentadas,
donde el cómico tieso, airoso, erguido,
mueve a compás la cola del vestido.
Tuvo también la cítara sus veces:  65
antes fue humilde, hoy cuenta muchas creces.
Cuatro sus cuerdas al principio fueron,
siete después le dieron,
después aqueste número aumentaron.
Asimismo los cómicos mudaron  70
su estilo antiguo, llano y ponderoso,
en otro más sublime y compendioso
que, cuando lo superfluo en hablar quita,
los délficos oráculos imita.
Aun los mismos autores  75
de tragedias, de muertes y de horrores
ya en su trágico asunto
insertan tal cual punto
dulce, alegre y jocoso,
como a Sileno, aquel viejo famoso,  80
capataz de la turba borrachona,
de sátiros que sigue a su persona.
Es muy propio este medio
para no causar tedio
a un inmenso concurso detenido,  85
después de bien comido y bien bebido,
y que sin religión en aquel lance
pretende divertirse a todo trance.
Pero el gracejo o chiste,
después de función grave, seria o triste,  90
no ha de salir, aunque con otro traje
del que hizo antes papel de personaje.
Si te vieren conforme a tu decoro,
lleno de galas y cubierto de oro,
no has de abatirte luego.  95
A una chocará [...], burla o juego
de tiendas, de mesones,
de tabernas, zahúrdas, bodegones;
ni al contrario, por huir de aqueste vicio,
has de perder por otro lado el juicio,  100
levantando el estilo hasta las nubes,
pues más tropiezos das cuanto más subes.
Mi opinión será y es
que no se mezclen chanza o entremés
con la tragedia, cuya majestad  105
desdice de la burla y liviandad
de Silenos, de sátiros, sainetes,
de parpiés, contradanzas, minuetes.
Como si a una matrona grave, honesta,
en los días de fiesta,  110
la mandaran bailar hecha un andrajo
con los [...] abajo.
Si acaso hiciera [...] hermosas y los vieseis,
no rimará, Pisones, que más dijereis
entre [...] jocosas  115
usar tal vez palabras más hermosas,
ni aunque puras comedias escribiera
tan [...] o tan supersticioso fuera
en declinar la trágica expresión
que no pusiera alguna distinción  120
en las lenguas del amo o del esclavo,
entre Pitias y Davo,
entre Hércules y Aquiles
y unas personas viles,
entre Sileno, el gran cantor de Baco,  125
y el lenguaje bellaco
de Pitias, la taimada,
que con maña y malicia refinada
al buen viejo Simón
se pilló su talento o su doblón.  130
Si compongo algún drama fabuloso,
andaré vigilante y cuidadoso
que la [...] o sea parecida [...]
y que a lo [...]:
la obra parecerá muy normal,  135
y, al que no entiende, poco artificial.
Mas si a hacer otra igual quiere aplicarse,
no lo hará sin sudar o fatigarse.
Tanto trabajo tiene
la buena trabazón, tanto conviene  140
la seria y armoniosa compostura,
tanto adorno reciben y hermosura
con aquestos desvelos singulares
los asuntos mas obvios y vulgares.
Si los faunos silvestres  145
salen a hablar sus voces sean campestres;
ni hablen de guerras, tratos, novedades
propias de las ciudades,
ni palabras obscenas ni estribillos
que se aprenden en plazas y corrillos.  150
La gente distinguida
del auditorio quedará ofendida
si el autor, contra todo lo que debe,
habla no más que al gusto de la plebe.
Suele usarse en el drama  155
cierto verso que yámbico se llama
del pie con que veloz se forma y mueve.
Cuando una larga sílaba a una breve
se sigue y, aunque seis de estos pies cuenta,
hay quien por dimensión más corta intenta  160
que en lugar de senario
debe llamarse trímetro o ternario.
Bajo apellidos ambos
constaba antes de solos seis pies yambos;
hoy, en lugar de algunos de éstos, veo  165
que le insertan también el pie espondeo
para darle más peso y solidez
cuando se debe hablar sin rapidez.
Mas nunca el pie espondeo llegó a ocupar
el segundo lugar,  170
ni el cuarto de este verso: estos lugares
tienen siempre pie yambo. Es bien repares
que en los yámbicos de Accio, tan famosos,
son muy raros los espondeos morosos,
En los yámbicos de Ennio tan frecuentes  175
y poco conducentes
para hablar en la escena,
prueba eficaz y conjetura buena
que a su autor faltó el tiempo o el talento.
No habrá cuatro entre ciento  180
que, oyendo el metro, adviertan con cuidado
cuántos acentos el poeta ha errado.
Según lo que yo leo, veo y escucho,
se disimula mucho
con los poetas romanos  185
y sus lectores demasiado humanos,
o ya por ignorancia o por clemencia
les han dado en errar amplia licencia.
¿Y yo seré tan vil que por lo mismo
me atreveré a seguir tal pedantismo?  190
¿Sería tan insensato
que, con seguridad y sin recato,
al teatro a luz pública presente
un poema indecente,
confiado en que a todos gustará  195
o que nadie mis culpas notará?
Aunque el vulgo de culpa me absolviera,
entre los sabios gloria no adquiriera.
Vosotros, si aspiráis a alguna ciencia,
limpia, pura, castiza y sin falencia,  200
seguid mi parecer, oíd mis ruegos,
manejad noche y día autores griegos.
Nuestros mayores, con elogio incauto,
tuvieron por un gran poeta a Plauto:
sus versos, gracias, sales,  205
les parecieron tales
que a cualquiera otro autor lo anteponen,
¡cuánto condescendían!
................................................
Que consagro a las Artes Liberales  210
cuyos nombres serían inmortales,
si las nimias zozobras
de ofrecer a la crítica sus obras,
después de muy correctas y limadas,
no las dejaran siempre sepultadas  215
en un profundo olvido.
Vosotros, ¡oh linaje esclarecido
del excelso rey Numa!,
tened Pisones por injuria suma,
por culpa literaria enorme y fea  220
excusarse un autor de la tarea
que se imponen los sabios y eruditos,
de limar sus escritos,
cuyas imperfecciones
corrigen muchos días, y borrones.  225
Demócrito, a feliz naturaleza
o al ingenio atribuye la destreza.
En formar al poeta, si a la parte
entra tal vez el arte,
dice que servirá, pero de poco,  230
que el buen poeta ha de picar en loco;
que si uno y otro falta a su persona
no catará los tragos de Helicona.
Por eso, y por tomar la investidura
de su vena y locura,  235
hay muchos que no quieren afeitarse,
ni las uñas cortarse,
andan por los rincones todo el año
y, aunque llenos de polvo, no usan baño:
¡eficaces recetas  240
para alcanzar el lauro de poetas!
Yo apuesto que Licino, aquel barbero
tan célebre en su arte por su esmero,
aun después que le honró y sublimó Augusto,
no lograría el gusto  245
de rapar a un poeta la mollera.
¡Qué insensatez tan fiera!
Fanática mentira,
incurable aun con yerba de anticira.
Yo, que para estar sano  250
tomo siempre una purga en el verano,
si de esta justa precaución no usara,
fuera poeta, y nadie me ganara
en hacer versos; pero a tanto precio
ser poeta desprecio.  255
Me contentara, pues, en imitar
la piedra de amolar
que, aunque cortar no puede ni las pajas,
afila las navajas.
Así, aunque en ser poeta no me empeño,  260
su heroica arte enseño;
descubro los copiosos minerales,
donde se hallan poéticos caudales:
digo lo que en su oficio
es, a mi parecer, virtud o vicio.  265




Arriba- VII -


Propone ciertos preceptos generales: que la ciencia o filosofía, especialmente moral, es principio y fuente de escribir bien; que se debe aprender desde la niñez, cómo los poetas pueden deleitar y enseñar; que la poesía es semejante a la pintura, que sólo la perfecta debe ser estimada; que, no obstante, se deben disimular las imperfecciones ligeras; que la naturaleza, el arte, el trabajo y el exacto juicio de un censor prudente, forman y cultivan al poeta

Arriba   Es el sólido juicio y la prudencia
origen de escribir con eminencia.
Sócrates te confía,
en su ilustre moral filosofía,
materiales copiosos  5
para escritos preciosos.
Si la materia está bien prevenida,
logrará tu expresión feliz salida:
será pura, elegante,
propia del caso, fluida y brillante.  10
Quien enseña y escribe
qué se debe a la patria en que se vive,
cuánto amor al amigo,
qué urbana cortesía al enemigo,
cuánto afecto y ternura  15
a los padres y hermanos, qué cordura
debe ser la de un juez o senador,
qué militar pericia, qué valor
el de un buen general; ese autor diestro
merece ser de autores el maestro,  20
a personas y objetos conocidos
retrata con sus propios coloridos.
Éste es el gran consejo
que de inculcar no dejo:
los exactos poetas y escritores  25
han de ser con empeño imitadores
de cualquier propiedad y acción humana,
del trato de la vida cotidiana
de los hombres; y aquesta imitación
trasladará a su pluma la expresión  30
más enérgica y más acomodada
a la materia que ha de ser tratada.
En varias ocasiones
representan los cómicos acciones
sin color, sin belleza artificial,  35
sin otro adorno más que el natural;
y el concurso por eso
recibe mayor gusto y embeleso
que al oír en la escena y en sus coros
muchos versos tan altos y sonoros  40
como aéreos, sin fuego y sin sustancia.
Dieron las Musas toda su elegancia,
ingenio portentoso,
verso noble e idioma numeroso
a los griegos, nación bien celebrada,  45
y sólo en el honor interesada.
A nosotros nos van haciendo objetos
otros viles respetos.
Los muchachos de Roma,
desde que el uso de razón asoma,  50
no aprenden más Retórica o Poética
que aquella sola parte de Aritmética
conducente al manejo del dinero:
el partir por entero,
medio partir, sumar,  55
restar, multiplicar,
los grados de unidad, las reducciones,
pruebas, gastos, recibos a millones,
y nunca se ven hartos
de hacer de un cuarto diez, treinta, o cien cuartos.  60
Si yo acaso examino
al niño, hijo de Albino,
y le hago esta pregunta:
de un quincunce que junta
cinco onzas, quito una; ahora pregunto  65
¿cuántas quedaron? Cuatro, dice al punto.
Ahora añadir quiero
una onza más al número primero,
¿qué número me resta?
Seis, me responde. ¡Heroica respuesta!  70
Ya ese niño, con tal sabiduría,
su casa y patria ilustrará algún día.
Si a esta infame bajeza,
si a esta codicia el ánimo se aveza,
qué esperanza tendremos  75
de que con nuestro estudio a la luz demos
sabias obras que puedan estimarse,
libro, poema digno de grabarse
con la tinta de cedro incorruptible.
La idea y el objeto más visible  80
a que suelen los poetas aspirar
es instruir a un tiempo y deleitar:
si quieres instruir,
debes tener cuidado de ceñir
a términos muy breves tu instrucción;  85
porque así hará impresión
y dará golpe a los que leen o atienden;
si es larga, o no hacen caso o no la entienden.
Cualquier superfluidad entretejida
al momento se olvida,  90
y hace olvidar lo que era de importancia;
como el manjar, si es nimia su abundancia,
apenas al estómago nos toca,
todo vuelve a salirse por la boca.
Para causar deleite o diversión,  95
la fábula que finges o la acción,
por más que lleve admirabilidad,
debe siempre frisar con la verdad.
Mas no tienes derecho
para que los oyentes den por hecho  100
y crean cuanto quieras,
si finges que las lamias carniceras,
cocos nocturnos, vanos espantajos,
a un niño hicieron tajos,
y cocido muy bien se lo comieron;  105
cuantos niños lo oyeron
sin tropezar en barras
piensan estar del coco entre las garras.
Los demás concurrentes entretanto
hacen burla de tan pueril espanto:  110
a los viejos, que buscan cosas útiles,
inquietan mucho aquestos dramas fútiles;
los mozos, divertidos,
no están bien avenidos
con función de tragedia o seriedad,  115
y sólo gustan de jocosidad.
Será muy grato a todos
el que de varios modos
haga un poema tan cabal y justo,
que enlace en él la utilidad y el gusto.  120
Este libro o poema tendrá venta,
y a los libreros sabios mucha cuenta;
pasarán sus renglones
a extranjeras regiones,
sus letras, hojas, pliegos y cuadernos,  125
elogios de su autor serán eternos.
En poetas, tal vez suelen hallarse
ciertas faltas que deben perdonarse;
porque suele la trompa, el plectro o lira,
aun cuando el numen más feliz aspira,  130
dar alguna repulsa
al gran poeta que sus cuerdas pulsa,
y el sonido, que darle grave pudo,
lo despide discorde o muy agudo;
al modo que la flecha disparada  135
no siempre llega a donde fue asestada.
Pues, cuando a maravilla
en un poema la elegancia brilla,
la utilidad, ingenio y proporción
no han de ser de tan mala condición  140
que, por aborrecer licencias anchas,
igualmente me ofenden pocas manchas.
Son las imperfecciones
necesarias pensiones
del humano linaje,  145
por mucho que adelante y aventaje.
Pero al modo que fuera reprensible
por necio e incorregible
el impresor, que en un pasaje mismo
siempre estampara un yerro o barbarismo,  150
después de muchas veces avisado
por quien los borradores le ha enmendado;
al modo que es forzoso a un violinista,
o a cualquier guitarrista,
que toda su ganancia y fama pierda  155
si en una misma cuerda
tropieza siempre y yerra su tañido;
así el poeta siempre inadvertido
en un mismo desliz es despreciable,
y sólo comparable  160
con Cirilo, el versista tan baldío,
de quien me admiro y río
si encuentro por descuido entre sus heces
que algo bueno escribió dos o tres veces.
Al contrario, me lleno de impaciencia  165
cuando hallo algún descuido o negligencia
en el insigne Homero.
Conozco que ya es mucho lo que quiero,
y fuera rigor grande
que en obras largas al autor se mande  170
con imperio y con ceño
o tomar tal cual vez un leve sueño.
La poética hermosura
es toda semejante a la pintura:
una a lo lejos vista en una pieza  175
descubre su belleza,
otra, de cerca, a los observadores
muestra con menudencia sus primores;
una se ha de mirar a la luz clara,
otra esconde su cara  180
a los rayos del sol, y entre celajes
se deja ver con exquisitos trajes;
ésta es para mirada
sólo una vez, aquélla siempre agrada.
Tú, ilustre primogénito, honra y basa  185
de los Pisones y su augusta casa,
aunque de sabio el título te cuadre,
como heredado de tu sabio padre,
aunque [por] este título heredado
con tu propia instrucción has aumentado,  190
recibe esta advertencia,
que es la mayor de toda nuestra ciencia:
en otras cualesquiera facultades,
artes, habilidades,
pueden sus profesores y artesanos  195
lícitamente ser sólo medianos.
Cualquier jurisconsulto,
aunque de menor bulto
que Cascelio y Mesala,
puede ganarte el pleito en una sala,  200
pero la poesía
no sufre en sus alumnos medianía.
De un poeta que sólo
llega a mediano no hace caso Apolo,
ni las Musas, ni Baco o las deidades,  205
en cuyas fiestas o solemnidades,
con alusivos temas,
recitan los poetas sus poemas;
ni las obras de autores semejantes
en las tiendas verás o en los estantes  210
de los libreros, pues para su cuenta,
cuenta no tiene autor que no es de venta.
Hará muy bien cualquiera que desprecie
al poeta que no es grande en su especie.
Un banquete opulento,  215
antes que gusto me dará tormento
si a mi oído molesta
alguna mala música u orquesta,
si aunque mi pobre estómago no arrostre
con la miel sarda, me la dan de postre,  220
si demás de esto está llena la pieza
de perfumes, que turban la cabeza:
sin estos adherentes,
o dañosos tal vez o impertinentes,
cualquiera una gran cena dar podía.  225
Así la poesía,
si en todo no es perfecta e inculpable,
no tiene medio, y se hace detestable.
El que de armas está destituido
o no se halla instruido  230
en aquel fuego y arte,
que en el campo de Marte
ejercitan los diestros luchadores
como ensayo de bélicos furores
no se expone arrestado  235
a ser vencido y a quedar burlado.
Quien siempre falta y peca
jugando a la pelota y a la chueca,
a la argolla, peonza u otros juegos,
ni por convite alguno, ni por ruegos  240
quiere entrar en un público partido
donde conoce quedará perdido
a vista de quien es más diestro y pronto.
Pues ¿por qué cualquier tonto
sin un adarme de talento o veta  245
se nos mete a poeta?
¡Abuso intolerable!
Es sujeto, dirán, recomendable
por tener a las letras afición,
pingüe renta o pensión,  250
libertad y nobleza,
virtud, juicio, entereza.
Digan lo que dijeren
los que no lo entendieren,
yo te pido que no hagas ni una copla,  255
si la Musa o Minerva no te sopla.
Juzgo, Pisón amigo,
que eres de mi opinión en cuanto digo;
y que si algo escribieres,
consultarás discretos pareceres,  260
juez decisivo Mecio Tarpa sea,
después que tu obra lea.
También íntegros jueces ser podemos
tu padre y yo, aunque tanto te queremos.
Dada ya la censura,  265
han de estar tus cuadernos en clausura
y dentro del atril o papelera
sin que salgan afuera
en ocho o nueve años; entretanto,
no sin admiración y sin espanto,  270
podrás acaso corregir errores
que tú o tus revisores
antes no conocisteis,
o ya no sois de la opinión que fuisteis.
A lo menos podrás con más cuidado  275
retocar lo que aún no hayas publicado;
lo que llegó una vez a publicarse
no puede ya enmendarse,
sin confesar la culpa cometida.
A esfuerzos de nuestra arte esclarecida,  280
y honrados con las nobles cualidades
de ministros del cielo y sus deidades
llegó a domar Orfeo la bravura
de una gente sin ley y sin cultura,
en quien reinó la práctica tirana  285
de mantenerse con la carne humana.
Dicen también que dio la poesía
a la lira de Anfión tal valentía,
tan suave aliciente,
espíritu tan grande y elocuente,  290
que al exigir de Tebas las murallas,
las almenas, alcázares y vallas,
le seguían las peñas
sensibles de su música a las señas.
El mundo antiguo y su sabiduría  295
al bien particular anteponía
el bien común de un pueblo o de un estado;
de todo lo sagrado,
lo civil y profano separaba,
la liviandad vedaba,  300
con rigor castigaba el adulterio
y su absoluto imperio
aseguró con la mayor prudencia
al tálamo nupcial su consistencia.
Fomentó las humanas sociedades  305
y formó el plan de edificar ciudades,
dando a sus habitantes y colonias,
lenguas, leyes, costumbres, ceremonias.
Aquestos documentos e instrucciones
fueron sabias felices producciones  310
de los poetas que las franquearon;
así se acreditaron
de heroicos, divinos, inmortales
y padres de la patria universales.
Igual gloria adquirieron  315
Tirteo y Homero cuando florecieron,
cuyos versos briosos
encendieron los pechos belicosos
de sus patricios a una ilustre guerra,
que extendió su dominio a mucha tierra.  320
Los oráculos santos y sagrados
daban también en verso sus dictados:
en verso se escribía
la más culta y moral filosofía;
si el favor de un monarca se buscaba,  325
en verso se le hablaba;
el estilo más grato, puro y terso
de los juegos escénicos fue en verso,
en versos o canciones
finalizaban todas las funciones.  330
Profesión tan ilustre e importante
sólo algún mentecato o ignorante
podrá tener valor de desdeñarla.
Tú, atento a cultivarla,
si es que tamaña gloria no rehúsas,  335
conságrate a las Musas,
a Apolo y a su lira.
Hasta el día de hoy vive y respira
aquella gran cuestión:
si los poetas y poemas son  340
de tanta jerarquía y tal nobleza,
o por el arte o por naturaleza.
Yo, en vez de decidir, hago un convenio
entre las dos sentencias: sin ingenio
nada sirve la industria y artificio;  345
ni el ingenio más fácil y propicio,
destituido del arte,
podrá de buen poeta acreditarte.
Cuando el ingenio y arte a un tiempo aspiran,
mutuamente conspiran  350
en formar a un poeta soberano.
Si en el circo aventino o vaticano
al coto has de llegar de la carrera,
desde la edad primera
conviene ejercitarte  355
en los trabajos que requiere el arte,
sufriendo el sol ardiente del estío,
tolerando hambre, sed, cansancio, frío,
negándote del vino a los estragos
y de Venus traidora a los halagos.  360
Cuantos forman las músicas y orquestas
de Apolo Pitio en las solemnes fiestas,
antes de verse con el pulso diestro,
sufrieron los castigos del maestro.
Sólo en la poesía se desdeña  365
aprenderla u oír a quien la enseña.
Hay hombres de tal casta,
que discurren les basta
para ser ya poetas memorables
hacer cuatro o seis coplas despreciables,  370
y decir con grandísima frescura:
mis poemas, hablando con lisura,
son una idea llena de heroísmo,
muy ajeno de ese otro pedantismo.
Pues ¿por qué he de tener empacho alguno  375
en contarme por uno
de los grandes poetas?
Los que así piensan usan varias tretas
en llevar adelante su arrogancia,
aun cuando les remuerde su ignorancia.  380
Si al escribir o hablar de algún asunto,
se ofrece y viene al caso tal cual punto
de que ignorantes se hallan,
huyen, lo disimulan y lo callan.
Hoy, cualquiera que tiene buena renta  385
y compra un par de libros, luego intenta
hacer un gran papel entre los sabios,
entre críticos, poetas, astrolabios:
se muestra placentero
con los que hacen la corte a su dinero,  390
y a costa de doblones
oye con gusto mil adulaciones;
de los que amigos suyos ser blasonan
y por un gran poeta le pregonan.
Otro, igualmente tonto y más galante,  395
les da mesa diaria y abundante,
ofrece protegerlos
y en el pleito o la deuda socorrerlos,
da por ellos fianzas,
toma censos, los llena de esperanzas.  400
Se interrumpe el asunto y sobremesa,
un papel suyo lee, los embelesa,
dicen de su talento maravillas,
dan palmada en la mesa, bancos, sillas,
los brindis se repiten  405
y, aunque de oír al crítico se harten,
vuelven luego a callar y el gran simplón
vuelve también a leer su papelón.
Fuera el mayor portento
si en este tribunal tan turbulento,  410
tan mentecato y tan adulador,
se hallare un juez amigo y de valor
que al necio y presumido cara a cara
le corrigiese o le desengañara.
Tú, al socorrer o desengañar a alguno,  415
acuérdate que no es tiempo oportuno,
antes bien ocasión nada segura,
de dar a su censura
una obra tuya, o buena o defectuosa.
Si te la ve, dirá: «¡Qué bella cosa!,  420
¡qué propiedad!, ¡qué estilo tan castizo!,
hablo de veras, esto es un hechizo.»
Dará una gran patada,
fingirá su razón arrebatada
de puro asombro y pasmo  425
y acaso, con un práctico sarcasmo,
llegará entre alabanzas infinitas
a derramar gozosas lagrimitas.
Siempre las plañideras
más expresivas son y vocingleras  430
que los interesados
en sus propias desgracias y cuidados.
Lo mismo hace también la adulación
de un censor alquilón
que, con todo su cuerpo y coyunturas,  435
alaba necedades y locuras
con más empeño, más tenacidad,
que el que alaba fundado en la verdad.
Dícese que los reyes, sin tardanza,
conocen quién merece su confianza  440
haciendo que mucho vino beba,
como auténtica prueba
de que si queda dueño de su juicio
no se le quitará otro maleficio.
Advierte tú también de quién te fías  445
en dar a corregir tus poesías,
no sea que censores lisonjeros
pasen luego a ser lobos carniceros.
Si fuera tu censor Quintilio Varo,
con mucho acierto y sin algún reparo  450
te diría: «Anda ve, corrige presto
ese verso, esas frases, esto y esto.»
Si acaso replicases
que tales pensamientos, tales frases,
tal verso no acertabas a mudar,  455
lo mandaba borrar
o repetir de nuevo la experiencia,
volviendo al yunque la mayor paciencia.
Si alguno se obstinaba
en defender su error, luego callaba,  460
nada más corregía
ni caso alguno hacía
de que aquel atronado
se quedara con su obra muy casado.
Cualquier censor prudente,  465
de buena fe y amigo diligente,
no se muestra contento
con los versos sin alma y sin aliento:
tacha los escabrosos,
borra los arrogantes y pomposos,  470
los oscuros reprende,
corrige la palabra que se entiende
en sentidos opuestos,
quita hipérboles locos e inmodestos,
en fin es un justísimo Aristarco,  475
que consigo habla así: «Si yo soy parco
en corregir las faltas de mi amigo,
estoy lejos de amarle y le persigo,
aunque ahora sus faltas sean leves,
culpas escritas tornarán aleves;  480
y si al público van con corrección,
sólo sirven de burla y de irrisión».
De un mal poeta todos se recatan
y con mayor o igual desdén le tratan,
que a quien tiene ictericia,  485
sarna u otra inmundicia,
o a quien es un fanático,
un voltario o lunático,
siguiéndole por toda la ciudad
un tropel de muchachos sin piedad  490
que entre el silbo, la ruina y el apodo,
le tiran piedras, huesos, tronchos, lodo.
El otro, por las calles va rondando
versos mal digeridos, regoldando;
y si estático, absorto,  495
por haber dado un paso largo o corto,
o se cae o tropieza,
o se rompe una pierna o la cabeza,
como quien anda a pájaros al verle,
no hay uno que se mueva a socorrerle  500
por más que grite y clame ¡por favor!
Si alguno lo tuviese por rigor
y a socorrerle fuera,
yo se lo prohibiera
diciéndole ¿qué sabes tú, ni yo  505
si este hombre por su gusto se metió
en ese precipicio?
Como estaba a los ojos, yo hago juicio
que él mismo pretendió hacerse famoso,
pereciendo en un lance tan ruidoso.  510
Empédocles, el sabio agrigentino,
por alcanzar honores de divino,
a pesar de su ciencia y de sus luces
en el Etna voraz se echó de bruces.
Pues ¿por qué esta licencia ha de negarse  515
al poeta que así quiere matarse?
Si al que matarse quiere
otro cualquiera se lo prohibiere,
el que iba a ser de sí propio homicida
por no poderlo ser, pierde la vida:  520
y así, deja a ese tonto que se mate.
El mismo disparate
intentó hacer en otras ocasiones,
ni aunque ahora le perdones
se hará mas razonable.  525
Esa furia y prurito abominable
de hacer coplas sin orden ni concierto
o es plaga que sobre él echó algún muerto
por haber sus cenizas violado,
contra el fuero sagrado;  530
o acaso es maldición
por haber profanado el Panteón;
o pena de haber puesto alguna huella
en lugar que tocó rayo o centella;
o yo no sé lo que es, pero es constante  535
que él siempre está furioso y delirante.
Y al modo que un concurso numeroso
huyendo va de un oso
que rompió sus prisiones,
así verás huir a pelotones  540
la gente noble, baja, ruda y sabia,
de aquel poeta y su molesta labia.
Pero, si acaso con alguno topa,
le coge por la ropa
o como amigo por los cabezones,  545
desenvaina folletos, papelones;
lee, recita, aunque el otro huir intente;
muele, revienta al fin, mata al paciente,
y con su consuelo se consuela,
pertinaz, insufrible sanguijuela,  550
que la cutis le saja,
hasta que ya de gorda se desgaja.





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