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Raquel


Jornada I1

 

(Salen ALFONSO, MANRIQUE, ÁLVAR FÁÑEZ y acompañamiento.)

 
ALFONSO
Aplíquese al desorden el remedio, 265
Álvar Fáñez, si da lugar la ira
al discurso.
RAQUEL

 (De rodillas.) 

Admitid, amado Alfonso,
un alma...
ALFONSO

 (Apartándola.) 

Raquel, calla; no prosigas;
no cuando el corazón en iras arde
ahogues las venganzas que fulmina. 270
Segunda Troya al fuego de mi enojo
ha de ser hoy Toledo. ¿Quién creería
tan audaz desacato? ¿Se ha olvidado
Castilla de que Alfonso la domina?
¿Sabe que aquesta espada, aqueste brazo 275
es seguir de la Parca contra vidas
de traidores? y que... Pero, ¿qué dudo?
Lugar no quede, puesto no se omita
sin examen: procúrese el aleve
autor de aquella voz tan atrevida, 280
tan indigna de pechos Castellanos;
los cómplices se busquen que la animan:
que a mi poder protesto, y a los Cielos,
que el grave desacato escandaliza,
que ha de ser mi venganza y su castigo 285
asombro de Toledo y de Castilla.
Parte tú, Garcerán; los sediciosos
asegura si puedes o averigua,
que ha de ver hoy España y todo el orbe
si Alfonso Octavo de quién es se olvida. 290
MANRIQUE
No quedará lugar que no se inquiera
en busca del traidor.

 (Vase.) 

ÁLVAR FÁÑEZ
Tan conmovida
está Toledo, que será difícil
poderla sosegar.
ALFONSO
Pues mientras rija
este brazo el acero victorioso, 295
rayo que intentos bárbaros derriba,
tiemble Castilla. España, Europa, el Orbe
de Alfonso la venganza.
RAQUEL
Sumergida
estoy en confusiones.
ALFONSO
Tú. Álvar Fáñez,
sígueme.
RAQUEL

 (Deteniéndole.) 

¿Así, Alfonso, de mi vista
300
sin oírme te apartas? ¿En qué culpa
ha incurrido mi amor? ¿Tú te retiras
de mí, grave y severo? ¿Qué mudanzas
son aquestas, Señor?
ALFONSO
Nada me digas:
aquesto es ser Alfonso desdichado. 305
y Raquel la ocasión de sus desdichas.
 

(Vase con el acompañamiento.)

 
RAQUEL
¡Ay de mí!, ¿qué he escuchado? Tú, Álvar Fáñez,
explícame este arcano.
ÁLVAR FÁÑEZ
Pues te avisan
que eres tú la ocasión de tantos males,
la respuesta te puedes dar tú misma. 310
RAQUEL

 (A RUBÉN.) 

    ¿Estoy despierta, o sueño por ventura?
RUBÉN
   No sé, Raquel: la misma duda agita
mi discurso y razón, imaginando
que es cuanto he visto sueño o fantasía.
RAQUEL
   ¿Qué especie de dolor tan inhumano 315
es éste, oh corazón, que por primicias
de los males y sustos que me aguardan,
me ofrece la tirana suerte mía?
¿Quién de tanto favor se prometiera
tan no esperada, tan mortal caída? 320
¿Y quién hecha, fortuna, a tus halagos
pudiera recelarse tal desdicha?
Alfonso me aborrece; sus desvíos
de mis temores la verdad confirman;
¿pues cómo podrá ser ya venturosa 325
la que se ve de Alfonso aborrecida?
¡Qué necio quien se fía de la suerte,
sin advertir que el tiempo y que los días,
que Ciudades destruyen y edificios,
favores y privanzas aniquilan! 330
¿Qué causa puede haber, amado Alfonso,
para tanto desvío? ¿Mis caricias
en qué te han ofendido, que por premio
sólo odio y desagrado se concilian?
Mas ¡ay de mí!, que en vano me desvelo 335
en buscar la ocasión de mis fatigas;
pues la suerte que empieza a perseguirme,
por doblarme el dolor, querrá encubrirla.
RUBÉN
   ¿Así, Raquel, tu corazón desmaya
en tan fuerte ocasión, donde es precisa 340
la constancia mayor? En los principios
si un mal, aunque sea leve, se descuida,
fuerzas del abandono va cobrando,
que el remedio después inutilizan.
Reciente es este mal; aún se está en tiempo 345
de poderle acudir; quien averigua
la causa de un dolor, con más acierto
aplicarle podrá la medicina.
Inquiérase, Raquel, de esta desgracia
la ocasión; que después de conocida, 350
si no cede a remedios ordinarios,
buscará los extremos mi malicia.
RAQUEL
   Bien, Rubén, me aconsejas: ¿en qué dudas?
al yugo vuelva la cerviz altiva
segunda vez Alfonso: el fin se logre, 355
y el medio sea cualquiera, que tú elijas.
Lícito es cuanto sea conveniente;
propia moral de la venganza mía.
 

(Ruido dentro.)

 
Mas ¡ay de mí! ¿Qué estrépito confuso
oírse deja? Al alma pronostica 360
el corazón, latiendo apresurado,
algún cercano mal.
RUBÉN
Ya más distintas
se perciben las voces: nunca pruebas
mayores dio de sí la cobardía,
que al escuchar rumor tan temeroso. 365
 

(Voz dentro.)

 
¡Muera Raquel, para que Alfonso viva!
RAQUEL
No es delirio: verdad es la que toco;
¿y esto sufre mi enojo?, ¿esto mis iras?
Espera, vulgo bárbaro, atrevido,
que si mi sangre a derramar conspiras, 370
verás que a costa de la tuya sabe
defender y guardar Raquel su vida,
Mas ¡ay de mí infeliz!, ¿a dónde corro
sin consejo, oh Rubén? ¿Ya se averiguan
las causas del enojo y del desvío 375
de Alfonso? ¿Quién lo duda? Hernán García
el pueblo ha sublevado. ¿Qué consejo
me das, Rubén?
RUBÉN
Ceder a la desdicha.

 (Vase.) 

RAQUEL
¿Tú también me abandonas?
 

(Sale MANRIQUE.)

 
MANRIQUE
Si procuras
la vida conservar, que aquí peligra, 380
huye, Raquel; en la vecina torre
de este Alcázar te salva; conmovida
está toda Toledo en daño tuyo;
huye del riesgo, el mal presente evita...
RAQUEL
   ¡Ay de mil, ¿que es posible lo que escucho? 385
¿Que hicieses mutación tan repentina,
engañosa deidad, que la que un tiempo
tanto elevaste, así la precipitas?
Mas si es fuerza ceder a la fortuna,
huyamos ya, Raquel: de asilo sirvan 390
hoy a tus desventuras esas torres
que fueron el teatro de tus dichas.

 (Vase.)2 

 

(Sale RAQUEL.)

 
RAQUEL
En tu presencia
a Raquel tienes ya; del vulgo airado 650
entrégala al furor y la venganza;
redime tu peligro con su daño.
¿No me llamas para esto? ¿Esta fineza
no es el premio que tienes preparado
a mi amor? ¿En qué dudas? Raquel muera; 655
muera, pues en amarte te hace agravio.
ALFONSO
   ¡Cuanto, hermosa Raquel, mi amor ofendas!
No añadas al dolor que sufro y paso,
de tu insulto el rigor y tiranía.
¡Yo darte a ti la muerte!, ¡yo que te amo!, 660
¡que sólo a influjo de tus ojos vivo!,
¡que apetezco la vida sólo en cuanto
ofrenda puede ser de tu belleza!
¿Tal presumes de mí? ¡O cuán contrario
es mi intento, Raquel! Salvar tu vida 665
a costa de la mía, es lo que trato.
El pueblo (ya lo ves) que Raquel muera
o salga de Toledo está clamando.
¡Oh qué extremos, Raquel, tan rigurosos!
¿Quién el medio hallará de conciliarios? 670
Mi valor y poder no son bastantes
a refrenar su orgullo. Si retardo
cumplir su gusto, a su furor te expongo;
si de mi Alcázar, oh Raquel, te aparto,
cierta es mi muerte. Pues Alfonso muera; 675
muera yo si a Raquel la vida salvo.
Esto ha de ser, Raquel.
RAQUEL
¿Que, en fin dispones
apartarme de ti?
ALFONSO
El rigor del hado,
mi desgracia pronuncia esta sentencia;
el Pueblo te condena, no mi labio. 680
RAQUEL
   Tropas son de traidores sediciosos.
ALFONSO
   Sí; pero prevenidos y arrestados.
RAQUEL
   Pues castiga su loco atrevimiento.
ALFONSO
   Cuando fuera posible ejecutarlo,
temiera que la mina reventara, 685
y causase en tu vida mil estragos.
RAQUEL
   Desecha ese temor: arma tu diestra;
y si acaso el horror te oprime tanto,
que tu antiguo valor inhabilita,
por ti este empeño tomará mi brazo. 690
Pues si enciendo la cólera en mi pecho,
si el hierro empuño, si el arnés embrazo,
Semíramis segunda hoy en Toledo
a tus pies postraré cuantos osados,
cuantos rebeldes, cuantos alevosos, 695
aliento dan al sedicioso bando.
ALFONSO
   Detén, Raquel, la planta: no al peligro
así te precipites sin reparo.
Que te ausentes es fuerza.
RAQUEL
¿Tú lo mandas?
ALFONSO
   Yo que te adoro, yo, Raquel, lo mando. 700
RAQUEL
   ¿Tú, en fin, para que muera, me destierras?
ALFONSO
   Yo, porque pienso que tu vida guardo,
a morir de esta ausencia me condeno.
RAQUEL
¿Que no hay remedio?
ALFONSO
Yo ninguno alcanzo.
RAQUEL
¿Y cuándo he de partirme?
ALFONSO
Luego al punto:
705
pues cuanto más, Raquel, se alargue el plazo,
corres mayor peligro. ¡Cuántas ansias
siente mi corazón al pronunciarlo!
Adiós, Raquel.
RAQUEL

 (Deteniéndole.) 

¿Que, en fin, así me dejas?
¿El cariño, Señor, de tantos años, 710
de tanto amor las prendas no te mueven?
¿Mi desconsuelo, mi dolor, mi llanto
desatiendes así?
ALFONSO
¡Suerte enemiga,
a qué ocasión tan fuerte me has guiado!
RAQUEL
¿Qué resuelves en fin?
ALFONSO
Que partas luego.
715
Mas ¡ay de mí! que aqueste duro fallo
contiene la sentencia de mi muerte.
¿Pero en qué me detengo?, ¿en qué reparo?
Huya Raquel a conservar su vida,
mientras queda a morir Alfonso Octavo. 720

 (Vase.) 

RAQUEL
   Pues ya, Alfonso, que ingrato me abandonas,
desatento, cruel y temerario,
si me has amado, si en tu aleve pecho
de aquel volcán amante queda rastro,
permita el Cielo que estas cosas mira, 725
y está tu ingratitud considerando,
pases por el dolor de verme muerta
al acero cruel de tus vasallos;
que queriendo vengar estas ofensas,
no logre tu rigor ejecutarlo; 730
que mi sombra interrumpa tu reposo,
y que en pesar continuo y largo llanto
llores la desventura, ingrato Alfonso,
que Raquel, por amarte, está esperando.


Jornada II3

 

(Sale un GUARDIA.)

 
GUARDIA
      Para hablaros,
espera que la deis, Señor, licencia
Raquel.
ALFONSO
¿Qué es lo que escucho? Fuerte lance
415
me preparas, fortuna; cruda guerra
vas a moverme, amor, en este encuentro.
¿Pero qué riesgo hay ya, cuando no queda
a la revocación arbitrio alguno?
¿Y no será crueldad que cuando llega 420
Raquel a suplicar a Alfonso Octavo,
ni aun admitirla a su presencia quiera?
¿Qué dudo, pues? Decid que Raquel llegue.
 

(Vase la GUARDIA.)

 
MANRIQUE
   Ya con Rubén, Señor, aquí se acerca.

 (Vase.) 

 

(Salen RAQUEL, RUBÉN y acompañamiento de Judías.)

 
RAQUEL

 (De rodillas.) 

Si presumís, Señor, que a vuestras plantas 425
segunda vez me trae aquel designio
de que anuléis el rígido decreto
de mi ausencia, o mi muerte, que es lo mismo...
ALFONSO

 (Alzando a RAQUEL.) 

   ¡Ay de mí! Alzad del suelo (¡Raquel llora!
Mucho de ti recelo, valor mío). 430
Proseguid, pues, ¿Qué es esto, duros astros?
¿Qué os detenéis?
RAQUEL
Oíd, que ya prosigo.
Si presumís, Alfonso, que este llanto,
si pensáis que estos débiles suspiros,
prendas en otro tiempo inestimables, 435
cuando suerte mejor y el cielo quiso,
vienen acaso a ser intercesores
entre vuestro rigor y mi delito
(si haber correspondido a vuestro afecto
merecer puede nombre tan indigno), 440
no lo temáis. Mi llanto y mis sollozos
sólo son expresión de mi martirio,
vapores que a los ojos ha exhalado
la amante llama que en mi pecho abrigo.
Con muy contrario intento a vuestra vista 445
vuelvo, Señor; pues si antes he pedido
suspendierais el orden de mi ausencia
llevada de mi amante desvarío,
ya con mejor acuerdo sólo trato
de cumplir vuestro gusto, y sólo aspiro 450
a dar la última prueba en mi obediencia
del amor con que siempre os he servido.
Bien sé que obedecer vuestro mandato
la vida ha de costarme, cuando miro
que no pueden cortarse a menos riesgo 455
lazos que tanto amor y tiempo ha unido.
Mas si en esto, Señor, de mi fineza
los subidos quilates acredito,
dulces serán los últimos tormentos,
si han de manifestar cuánto os estimo. 460
Males no habrá de cuantos me propone
la triste idea del destierro mío,
que no les dé accidentes de deleite
al ser por vuestra causa padecidos.
La dura soledad que me amenaza 465
en la mortal ausencia que medito,
serán recreación del pensamiento
al contemplar sois vos quien la ha querido.
El cansancio, Señor, la grave angustia
de mi espíritu vago y peregrino, 470
trocará las congojas en descanso
y hará de la fatiga misma alivio;
y los insultos a que quedo expuesta
del feroz vulgo, adularán mi oído,
viendo que aborrecerme así les mueve 475
de su Rey el afecto y el cariño.
Esto supuesto, y que es inexcusable
ausentarme de vos, pues mi peligro,
la voz del pueblo, su quietud, los cielos
lo tienen decretado y convenido; 480
si algún mérito tiene, amado Alfonso,
tan constante pasión, amor tan fino,
de tantos años la correspondencia,
la noble emulación con que habéis visto
mi ternura y la vuestra competirse, 485
votos con tal desgracia repetidos,
tantas promesas por mi mal frustradas,
con que no pienso ya reconveniros,
pues me tiene tomados mi desdicha
de cualquiera esperanza los caminos; 490
en recompensa sólo una fineza
me atrevo a suplicaros y pediros.
cuyo derecho no podrá usurparme
el rigor de esta ausencia o exterminio.
Ésta es, Alfonso, que, pues no es posible 495
apagar esta llama que respiro,
de mi pecho arrancar vuestro retrato,
ni de mi pensamiento este delirio,
os deba esta infeliz, que así os adora,
un recuerdo tal vez, que fuisteis mío, 500
que en los años dichosos que me amasteis
y yo fui vuestra, pudo el amor mismo
ternezas aprender de mis afectos,
que siempre el mío fue vuestro albedrío,
y finalmente que por adoraros, 505
ausente, triste y desterrada vivo.
Esto, Señor, mis lágrimas pretenden:
éste el intento es que me ha traído
a causaros molestias con mi vista,
y esto lo que por último os suplico. 510
Esto hará mis tormentos menos graves,
mis males menos duros y prolijos,
y aborrecible menos ese aliento,
mientras la Parca tuerza el vital hilo.
Y pues instan, Señor, inconvenientes, 515
temores, sobresaltos y peligros
a que me ausente, ¡ay, Dios, cuántos ahogos
el espíritu siente al proferirlo!,
dadme, Señor, licencia: y este llanto,

 (Arrodíllase.) 

última ofrenda que a mi amor dedico, 520
os quede por seguro que ni el tiempo,
destierro, ausencia, penas ni martirios,
recelos, amenazas ni desastres,
ni de la muerte el riguroso filo,
serán bastantes a borrar del pecho, 525
de tanta fe depósito y archivo,
la imagen vuestra que por tantos años
labró el amor, el trato y el destino.
ALFONSO
   ¿Qué es esto, sacros cielos? ¿Qué centella,
qué extraordinario ardor no conocido 530
a mi pecho ha inspirado, Raquel mía,
tu llanto y tu dolor? ¿Cuándo se ha visto
sino en mi daño tan extraño exemplo?,
¿fenómeno tan raro y peregrino?
Alza, Raquel, del suelo; de tu llanto 535
suspende los raudales: no abatido
tengas el cielo, de quien eres copia.
No desperdicies los tesoros ricos
de tus preciosas lágrimas; recoge
al lastimado pecho los suspiros. 540
Deja el llanto y dolor, deja la pena
a este infeliz, a quien el hado impío
maltrata con rigor tan importuno.
A mí, a quien el perderte es ya preciso,
y muriendo vivir en esta ausencia, 545
corresponde, Raquel, este ejercicio.
Segura partir puedes de que en cuanto
este espíritu rija el condolido
cuerpo, que tantos males debilitan,
su alimento será y manjar continuo 550
llanto y dolor, pesar y sentimiento.
¡Mas ay de mí, infeliz! ¿Qué he proferido?
¿Yo, que Raquel se ausente pensar puedo?
¿Yo puedo proponerlo y consentirlo?
¿Yo, que aliento al influjo de su vista? 555
¿Yo, que en fe de que me ama sólo animo?
No es posible, ni el cielo lo consienta.
Raquel, no has de partir; antes el hilo
se corte de mi vida.
RAQUEL
¿Qué he escuchado?
¿Qué pronunciáis, Señor? ¿No sois vos mismo 560
quien ha determinado mi destierro?
ALFONSO
   Fue atentado, fue error, fue desvarío.
RAQUEL
   ¿Pues vos no me intimasteis la sentencia?
ALFONSO
   No lo puedo negar; temor lo hizo.
RAQUEL
   ¿No os mostrasteis de piedra a mis razones? 565
ALFONSO
   O no era yo, o estaba sin sentido.
RAQUEL
   ¿No sois vos mismo quien me aconsejaba?
¿No sois aquel que astutamente fino
me pintaba los riesgos?
ALFONSO
Verdad dices:
tenlo por sueño, tenlo por delirio. 570
RAQUEL
   ¿No despreciasteis mis reconvenciones?
¿No os vi sordo a mis llantos y gemidos?
¿Por fin de mí no huisteis?
ALFONSO
¿Qué más quieres,
Raquel, si te confieso mi delito?
Sírvame este rubor, esta vergüenza 575
que paso al confesarlo, de castigo.
Errores son que debes disculparlos,
pues tuvieron de amarte su principio,
Yo te amaba, Raquel; yo te apartaba
de mis ojos; contempla mi martirio. 580
RAQUEL
   ¡Con qué facilidad un pecho amante,
si está tan empeñado como el mío,
admite las disculpas que desea,
y aun tal vez disimula su artificio!
Mas cuando yo os conceda que forzado 585
obrasteis, y que sólo mi peligro
os turbó la razón, ¿es por ventura
menor el riesgo ya?, ¿los conmovidos
corazones están más aquietados?,
¿se han disipado ya mis enemigos? 590
¿clama menos el pueblo?, ¿la nobleza
pondrá a sus quejas término? ¿Vos mismo,
a quien ya los temores vencer saben,
me dais seguridad de reprimirlos?
¿Queréis que expuesta quede a una violencia?, 595
¿del vulgo fiero al bárbaro capricho?,
¿de un soberbio al insulto? Quien me ama
¿podrá esto tolerar? ¿Qué poderío,
qué autoridad, qué auxilio me asegura
de tantos riesgos? Si es que os he debido 600
algún amor, Alfonso, no mi vida
expongáis de esta suerte; y pues preciso
es que me ausente, adiós, amado Alfonso,

 (Llorando y en ademán de irse.) 

adiós, y el cielo...
ALFONSO

 (Deteniéndola.) 

El cielo que ha querido
a tan graves desdichas conducirme, 605
y es de mi puro amor y fe testigo,
no permita que Alfonso sin ti viva.
Raquel amada, hermoso dueño mío,
¿así a Alfonso abandonas?
RAQUEL
Las estrellas,
el cielo así lo manda, y mi destino. 610
ALFONSO
   ¿Que en fin estás resuelta a abandonarme?
RAQUEL
   Cuánto me pesa en este llanto explico.
ALFONSO
   Pues si mi desventura es tan notoria,
esta vida, este espíritu mezquino
como inútiles prendas considero; 615

 (Sacando la espada.) 

acero noble, rayo que esgrimo
de mi diestra, blasones duplicasteis
a Marte poderoso, ya os dedico
a mejor ministerio: sed piadoso
instrumento de amantes sacrificios. 620
Y tú, Raquel, si quieres testimonios
de mi constante amor ciertos y fijos,
pues no oyes mi razón, estas alfombras
te los ofrezcan con mi sangre escritos.

 (En ademán de echarse sobre la espada.) 

RAQUEL

 (Conteniéndole.) 

   Deteneos; ¿qué hacéis? ¿Qué furia es ésta? 625
Mirad que de la espada el duro filo,
cuando amenaza estragos a ese pecho,
los obra y ejecuta ya en el mío.
¿No advertís que ese golpe riguroso
será fin de mi vida? ¿Quién ha dicho 630
que muerto Alfonso Octavo Raquel
puede vivir un solo punto? ¿Habéis creído
que a vuestra costa pueden redimirse
mis desdichas? Vivid, Alfonso mío,
vivid, que Raquel sólo para amaros 635
la vida quiere. Ya, Señor, me rindo
a cuanto dispusiereis; ya Toledo
será otra vez mi centro; no hay peligro
que a trueque de agradaros me dé asombro,
que me dé susto a trueque de serviros. 640
ALFONSO
   ¡O portento de amor! Sea la eterna
gratitud que te ofrezco y sacrifico,
paga a tanto favor.
RAQUEL
¿Y los Hebreos
que no tienen, Señor, otro delito
que depender de mí?...
ALFONSO
Ya los indulto.
645
y porque tu temor desvanecido
del todo quede; porque no receles
de un vulgo osado los infieles tiros,
desde hoy de mi Cetro y mi Corona
serás dueño absoluto. Mis dominios 650
a tu arbitrio se rijan y gobiernen;
de todos mis vasallos los destinos
de ti dependerán públicamente,
porque todos así te estén sumisos.
¡Ah de mi guardia!
 

(Ocupando el solio.)

 
 

(Salen MANRIQUE, la GUARDIA y acompañamiento de CASTELLANOS.)

 
MANRIQUE y los demás.
¿Qué ordenáis?
ALFONSO
Atentos
655
escuchad lo que mando y determino.
¿Soy vuestro Rey?
MANRIQUE
Por tal os veneramos.
ALFONSO
¿Sois mis Vasallos?
MANRIQUE
Este distintivo
nos honra.
ALFONSO
Y lo que yo sobre mi Trono
mandare y dispusiere, ¿no es preciso 660
que todos lo obedezcan?
MANRIQUE
¿Quién lo duda?,
nadie debe excusarse de serviros.
ALFONSO
   Está bien; y el vasallo que se opone
al gusto de su Rey, ¿no es, decid, digno
de la pena mayor, y por rebelde 665
no se hace reo del mayor delito?
MANRIQUE
No hay duda.
ALFONSO
Pues supuesto que no hay duda,
y supuesto también que es gusto mío,
sabed que hoy en mi Trono substituyo
a Raquel; mi poder y mi dominio 670
la transfiero, y yo mismo la coloco
en mi Solio Real; esto entendido,
pues confesáis debéis obedecerme,

 (Colocándola en el Trono.) 

sabed que ya Raquel reina conmigo.
CASTELLANOS
¡Terrible ceguedad!
MANRIQUE
Si es vuestro gusto,
675
ya os obedezco y el primero rindo
a Raquel mi respeto.
 

(Van los demás besando la mano a RAQUEL como MANRIQUE.)

 
RUBÉN
Bien se logra
el fin de mis astucias y designios.
Ya de nuevo respiro.
RAQUEL
¡Qué gustoso
es el mando aun en medio de peligros! 680
ALFONSO
   Ya estás. Raquel, en el lugar sagrado,
donde nunca alcanzar podrán los tiros
de tus contrarios; ya mi imperio todo
está en tu mano: ya de tu albedrío
dependen los que quieran ofenderte. 685
Los doce mil Soldados que destino
para asediar a Cuenca, ya en Toledo
entrando van; fiada en tal presidio,
tu gusto ley de mis Vasallos sea.
RAQUEL
   Por testimonio de tu amor lo estimo. 690
ALFONSO
Y porque mi presencia no embarace
que obres con libertad, yo me retiro.
Adiós, bella Raquel.
 

(Vase con la GUARDIA.)4

 


Jornada III5

RAQUEL
      El cielo os guarde.
¡Cuánto, ay de mí, que os ausentéis me pesa!
¿Qué es esto, congojado pecho mío?
¿Corazón, qué temor te desalienta?
¿Qué sustos te atribulan? ¿Ya Castilla 290
a mi arbitrio no rinde la obediencia?
Pues, corazón, ¿qué graves sobresaltos
son los que te combaten y te aquejan?
Sin duda debe ser que como el cielo
no te crió para tan alta esfera, 295
como es el Solio regio, mal se halla
tu natural humilde en su grandeza.
Tomen ejemplo en mí los ambiciosos,
y en mis temores el soberbio advierta
que quien se eleva sobre su fortuna, 300
por su desdicha y por su mal se eleva.
¿Mas cómo así me agravio neciamente?
¿Mi valor, mi hermosura, las estrellas,
el cielo mismo, que dotó mi alma
de tan noble ambición, y la fomenta, 305
no confirman mi mérito? ¿Pues cómo
me puedo persuadir que exceso sea
de la suerte el supremo, el alto grado.
en que está colocada mi belleza?
El frívolo accidente del origen, 310
que tan injustamente diferencia
al noble del plebeyo, ¿no es un vano
pretexto, que la mísera caterva
de espíritus mezquinos valer hace
contra las almas grandes, que en las prendas 315
con que las ilustró pródigamente
el cielo, las distingue y privilegia?
No hay calidad sino el merecimiento:
la virtud solamente es la nobleza.

 (Sentándose.) 

Esto supuesto, ¿habéis, Rubén, mandado 320
disponer mis Decretos?
RUBÉN
Ya la Hebrea
Nación por mí las gracias te tributa
por lo mucho, Raquel, que te interesas
en su alivio. Los pechos que pagaba,
los servicios, las cargas y gabelas 325
están ya suspendidas, y dispuesto
el reintegro también de todas ellas
a costa del Erario, como mandas;
y porque éste tampoco así padezca,
al Pueblo Castellano se duplican 330
los impuestos.
RAQUEL
¿Razón acaso fuera
que cuando de este Reino los Vasallos
en riquezas abundan y en haciendas,
repartiesen con pobres extranjeros,
cuya industria y trabajo son sus rentas, 335
las cargas del Estado? Fuera injusta
política.
RUBÉN
También, según ordenas,
el bando se ha dispuesto que prohíbe
que dentro de Toledo nadie pueda
armas traer sin el real permiso; 340
y aunque con la noticia descontenta
está la gente ardiente y belicosa
el mandato a su tiempo, no lo dudes.
RAQUEL
   Así se humillará tanta soberbia.
RUBÉN
   Las cabezas del público alboroto 345
se buscan, pues se sabe con certeza
que no le fomentó Fernán García,
para que se haga un escarmiento en ellas.
RAQUEL
   Está bien; mas de Hernando las audacias
se deben castigar.
RUBÉN
Ya le destierras
350
MANRIQUE
   Y yo, Raquel, que le he notificado
el orden, soy testigo de la fiera
altivez con que a ti y a tus decretos
vilipendió.
RAQUEL

 (Levantándose.) 

   Pues luego se le prenda; 355
como a reo de Estado se le trate,
y probada su torpe inobediencia,
hoy le vea Toledo en un cadalso,
donde a un verdugo rinda la cabeza.
RUBÉN
   Corto castigo a tanta demasía. 360
Apuesto si, Raquel: todo perezca
cuanto a tu elevación contradijere,
cuanto pueda oponerse a tu grandeza.
Haz que Castilla sienta tus rigores;
de sangre criminal las calles riega; 365
no quede Castellano sospechoso
que no adore tu planta o que no muera.
RAQUEL
¡Cómo adulan mi oído esas palabras!
¡Cómo, Rubén...!
CASTELLANOS

 (Dentro.) 

Sin nota de vileza
ya sufrir más la lealtad no puede. 370
RAQUEL
   Rubén, ¿qué nueva confusión es ésta?
GARCÍA

 (Dentro.) 

   Reportaos, Castellanos: no desdore
vuestra fama y renombre acción tan fea.
CASTELLANOS

 (Dentro.) 

   Es tiranía, ya sufrir no puede
la lealtad sin nota de vileza. 375
MANRIQUE
   Voces del Pueblo son alborotado.
RAQUEL
¿Del Pueblo? ¿Qué pretende?
RUBÉN
Acaso intenta
demostrar con su pública alegría
que en tus elevaciones se interesa.
(¡Cuánta fuerza me hago al pronunciarlo! 380
Mucho temes, Rubén, mucho recelas).
RAQUEL
   ¡Ah de la Guardia! ¿Pero qué es aquesto?
¿Nadie me oye? ¡Ay de mí! ¿Todos me dejan?
Examina la causa de este exceso, Manrique.
MANRIQUE
   Al Rey con la mayor presteza 385
buscaré; que sabiendo tanto insulto
volará a remediarle.

 (Vase.) 

RAQUEL
Ya más cerca
el rumor se oye.
CASTELLANOS

 (Dentro.) 

Ya sufrir no puede
la lealtad sin nota de vileza.
RUBÉN
   ¡Ay de mí!, ¿qué es aquesto? El pueblo todo 390
segunda vez se arma en nuestra ofensa.
¿Dónde me esconderé que el riesgo evite?
RAQUEL
   ¡Ay de mí triste! ¿qué desdicha es ésta?
¿Qué es aquesto, Rubén? ¿No has escuchado?
RUBÉN
   Éstas son las funestas consecuencias, 395
que por más que esforzaba el artificio,
temí de mi ambición y tu soberbia.
Del extremo peligro en que nos vemos,
ella ha sido la causa; considera
el triste fin que las maldades tienen, 400
y huye de tanto riesgo como puedas.
No pongas más en mí la confianza;
que no valen ya astucias ni cautelas.

 (Vase.) 

RAQUEL
   ¡Oh caduco traidor! ¡Qué tarde llego
a conocerte! Tus inicuas reglas, 405
tus consejos mi mal han producido.
¿Y ahora de mí huyes y me dejas?
Mas ¡ay de mil ¡Oh Alfonso descuidado,
con cuan justa razón lloré tu ausencia!
¿Qué haré? Dame remedio, ingenio mío. 410
Mas ¡ay! que la atrevida voz sangrienta
entre quejas me intima mi desgracia,
diciendo que el sufrir es ya vileza.
Ya el tirano cuchillo, que el airado
brazo contra mí esgrime, me amedrenta; 415
y ya parece que en copiosas fuentes
el humor se desata de mis venas.
¡Que horrorosa es la imagen de la Parca
a un alma enamorada! ¡Oh, quién pudiera
revocar con el aire de un suspiro 420
a Alfonso! Pero ya que se decreta
mi muerte, el contemplar que es por amarle,
menor hace el dolor, menor la pena.
Y vosotros, ministros injuriosos
de la ferocidad y la inclemencia, 425
llegad apresurados. ¿Qué os detiene?
Dad la muerte a Raquel, que ya la espera.
 

(Sale GARCÍA.)

 
GARCÍA
   La vida vengo a darte, no la muerte;
aunque no fuera extraño lo temieras,
cuando ofendes mi honor con tanto ultraje. 430
El Pueblo (ya lo escuchas) la sentencia
fulmina contra ti, y en mil espadas
te amenaza la muerte; su fiereza
ni atiende mi valor ni mi respeto.
La misma guarnición, que en tu defensa 435
ha llegado, común hace la causa.
Tomadas están ya todas las puertas
para lograr su intento. Yo que a Alfonso
venero con la fe más verdadera,
que cuido del honor de su corona 440
y sólo su servicio me desvela,
cuando todos tu muerte solicitan,
guardo tu vida; mi lealtad atenta,
al salir a la caza, le esperaba
para avisarle de la torpe y fiera 445
resolución del pueblo; mas él, ciego,
por adular tu indignación proterva,
no sólo no me oyó, pero ni quiso
admitirme siquiera a su presencia.
Y aunque pudo el desaire retraerme 450
de mi designio válgate el ser prenda
de mi Rey y Señor, el ser yo noble,
el ser leal Vasallo: mis querellas
personales pospongo a su decoro;
que esto manda el honor y la nobleza. 455
RAQUEL
¿Cómo, aleve traidor...?
GARCÍA
Raquel, no es tiempo
ni de satisfacciones ni de quejas.
Yo soy leal; jamás tu muerte quise,
y si lo quieres ver, tienes la prueba.
Resuélvete. Raquel: a esos jardines 460
de la Torre vecina da una puerta
que el no uso tiene ya casi olvidada.
Criados y caballos que me esperan,
prevenidos están; el inminente
riesgo salvemos; demos así treguas 465
a que volviendo Alfonso, se remedie
tan grave mal.
RAQUEL
Ya alcanzo tus cautelas.
¿Quieres valerte tú de ese artificio
para hacer tu venganza más secreta?
GARCÍA
    Mira, Raquel, que el tiempo se malogra. 470
RAQUEL
   Muera yo, como nada a ti te deba.
GARCÍA
   Advierte que tu muerte es ya precisa.
RAQUEL
   Si te creyese, más precisa fuera.
GARCÍA
¿Que, en fin, quieres perderte?
RAQUEL
No te escucho.
GARCÍA
¿No me quieres seguir?
RAQUEL
Estoy resuelta.
475
GARCÍA
Así mueres sin duda.
RAQUEL
¿Y si te sigo,
será acaso mi muerte menos cierta?
GARCÍA
   Pues si hubiera artificio en mis palabras,
y aspirara a vengarme, no lo hiciera
impunemente por ajena mano 480
en tanta confusión?
RAQUEL
En vano empleas
razones que no pueden persuadirme;
si falsas, porque es bien guardarme de ellas;
y si son verdaderas, porque el hecho
me llena de rubor y de vergüenza. 485

 (Vase.) 

GARCÍA
   ¡Válgame Dios, cómo permite el cielo
que los malos se cieguen, cuando intenta
castigar sus delitos y maldades!
¿Pero qué podré hacer? Ya la violencia
penetra hasta este sitio. 490

 

(Salen ÁLVAR FÁÑEZ y CASTELLANOS, con las espadas desnudas.)6

 
CASTELLANOS
      Muera, muera,
RAQUEL
Traidores... Mas ¿qué digo? Castellanos, 580
Nobleza de este Reino, ¿asila diestra
armáis con tanto oprobio de la fama
contra mi vida? ¿Tan cobarde empresa
no os da rubor y empacho? ¿Los ardores
a domar enseñados la soberbia 585
de bárbaras escuadras de Africanos,
contra un aliento femenil se emplean?
¿Presumís hallar gloria en un delito,
y delito de tal naturaleza
que complica las torpes circunstancias 590
de audacia, de impiedad y de infidencia?
¿A una mujer acometéis armados?
¿El hecho, la ocasión, no os avergüenza?
¿Será blasón, cuando el Alarbe ocupa
con descrédito vuestro las fronteras, 595
convertir los aceros a la muerte
de una flaca mujer, que vive apenas?
¿Qué causa a tal maldad os precipita?
¿Qué crueldad, qué rigor, qué furia es ésta?
ÁLVAR FÁÑEZ
   El hábito, Raquel, de hacer tu gusto, 600
y tu misma maldad hacen no veas
las causas, los principios de este enojo;
bien lo sabes, Raquel; bien lo penetras,
y bien tu disimulo nos confirma
la justicia y razón que nos alienta. 605
RAQUEL
   ¿Pues mi delito es más que ser amada
de Alfonso?, ¿que pagar yo su fineza?
¿En cuál de estas dos cosas os ofendo?
¿Está en mi arbitrio hacer que no me quiera?
Si el cielo, si la fuerza de los astros 610
le inclinan a mi amor, ¿en su influencia
debo culpada ser? ¿Puede el humano
albedrío mandar en las estrellas?
Mas ya sé que diréis que mi delito
es el corresponderle. Cuando intenta 615
la malicia triunfar, ¡oh, cómo abulta
frívolas causas, vanas apariencias!
¿Pude dejar de amarle siendo amada?
Si un Rey con sólo su precepto fuerza,
a su imperio juntando las caricias, 620
su amor, su halago, las heroicas prendas
que le hacen adorable, ¿bastará
algún esfuerzo a hacerle resistencia?
Juzgad con más acuerdo, oh, Castellanos;
ved que el enojo la razón os ciega; 625
remitid esta causa a más examen;
atended...
ÁLVAR FÁÑEZ
Ya está dada la sentencia.
RAQUEL
   Mirad que es la pasión quien la fulmina.
ÁLVAR FÁÑEZ
    No, tirana: tu culpa te condena.
RAQUEL
¿Qué en fin he de morir? Aqueste llanto... 630
ÁLVAR FÁÑEZ
    No nos mueve, Raquel; no tiene fuerza.
RAQUEL
   ¿Lo negro de la acción no os horroriza?
ÁLVAR FÁÑEZ
    Si de la Patria el bien se cifra en ella,
timbre la juzgarán, y si de Alfonso
el honor restauramos, es proeza. 635
RAQUEL
¿Y su honor restauráis, cuando atrevidos
muerte le dais? ¿Sabéis que se aposenta
su alma con la mía?, ¿que es mi pecho
de su imagen altar?, ¿que de las fieras
puntas que penetraren mis entrañas, 640
es fuerza que el dolor las suyas sientan?
¿No veis que él morirá si yo muriere?
ÁLVAR FÁÑEZ
   El rayo del furor la torpe hiedra
abrasará, sin que padezca el tronco
que ella aprisiona con lascivas vueltas. 645
RAQUEL
¿El amarle llamáis...?
ÁLVAR FÁÑEZ
Amor te mata;
si él te ofende, Raquel, de amor te queja.
RAQUEL
   No, traidores; no, aleves; no, cobardes;
y si porque amo a Alfonso me sentencia
vuestra barbaridad, no me arrepiento; 650
nada vuestros rigores me amedrentan.
Yo amo a Alfonso, y primero que le olvide,
primero que en mi pecho descaezca
aquel intenso amor con que le quise,
no digo yo una vida, mil quisiera 655
tener, para poder sacrificarlas
a mi amor. ¿Qué dudáis? Mi sangre vierta
vuestro rigor. Al pecho, que os ofrezco
tan voluntariamente, abrid mil puertas;
que no cabrá por menos tanta llama, 660
tanto ardor, tanto fuego, tanta hoguera.
RUBÉN

 (Sacando el puñal.) 

A lo menos Rubén sin defenderse
no ha de morir.
ÁLVAR FÁÑEZ
Matadlos. Mas no sea
nuestro acero infamado con su sangre.
Este Hebreo que el cielo aquí presenta, 665
ha de ser, Castellanos, su verdugo.
Tú, Rubén, si salvar la vida intentas,
pues consejero fuiste de sus culpas,
ahora ejecutor sé de su pena.
RAQUEL
¡Oh, cielos, qué linaje de tormento 670
tan atroz!
RUBÉN
¡Yo...!
ÁLVAR FÁÑEZ
Rubén, no te detengas,

 (Poniéndole la espada al pecho.) 

si pretendes vivir.
RUBÉN
Pues si no hay medio,
conserve yo mi vida, y Raquel muera.

 (Hiérela.) 

RAQUEL
¡Ay se mí!
ÁLVAR FÁÑEZ
Pues está ya herida, huyamos
 

(Vanse ÁLVAR FÁÑEZ y CASTELLANOS.)

 
RAQUEL
   ¿Tú me hieres, Rubén? ¿Tú? ¿Satisfecha 675
no estaba tu maldad con haber sido
la causa de perderme -¡dura pena!-
sino que eres, infame, el instrumento
de mi muerte también? Mas no es tu diestra,
Hebreo vil, la que da la herida: 680
amor me da la muerte. ¡Qué torpeza
mis miembros liga! ¿Amado Alfonso mío,
dónde estás? ¿Qué descuido así te aleja?
¿Así morir conscientes a quien amas?
¿En tanto mal a quien te adora dejas? 685
Vuela, Alfonso, ¡ay de mí! ¡Oh amor! ¡Oh muerte!

 (Apoyándose en la silla.) 

Y tú, oh Trono, que causas mi tragedia,
ayuda a sostener el cuerpo débil,
que el alma desampara; Alfonso, vuela,
y recibe este aliento, que el postrero 690
es de mi vida. ¡Ay Dios! ¡Qué mal se esfuerza
el corazón! Alfonso... amado Alfonso...
¿Qué te detiene? ¿Cómo a ver no llegas...?

 (Cayendo al pie de la silla.) 

 

(Salen ALFONSO y MANRIQUE, escuchando.)

 
ALFONSO
   Cierta es ya mi desdicha. Mas ¿qué veo?

 (Precipitado hacia RAQUEL.) 

¡Raquel! ¡Ay infeliz! ¡Raquel! ¿Tú muerta? 695
RAQUEL
   Sí; yo muero; tu amor es mi delito;
la plebe, quien le juzga y le condena.
Sólo Hernando es leal; Rubén, ¡qué ansia!,
me mata. Y yo por ti muero contenta.
ALFONSO
   ¡Ay infeliz de mí! ¡Oh amor! ¡Oh golpe 700
duro y mortal! ¡Oh mano infame y fiera!
Raquel mía, mi bien, ¿quién de esta suerte
de púrpura tiñó las azucenas?
¿Cuál fue el aleve, cuál el fiero brazo
que la flor arrancó de tu belleza? 705
¿Qué tempestad furiosa descompuso
tu lozanía? ¿Qué envidiosa niebla
abrasó los verdores de tu vida?
¿Qué venenoso aliento, qué grosera
planta infame ultrajó tus perfecciones? 710
¿Quién el cobarde fue que en tu inocencia
ensangrentó el acero? Dueño amado,
mi Raquel, ¿no me oyes? ¿Tú te niegas
a Alfonso? Dadme muerte, penas mías,
Contigo glorias los pesares eran, 715
y sin ti ya, ¿qué puedo prometerme
que no sea dolor, pesar no sea?
¿Mas muerta tú yo vivo y no te vengo?
¿Qué es aquesto, dolor? ¿Qué es esto, ofensas?
¿Pero no dices tú: Rubén me mata? 720
¿Cuál el motivo fue? Pero qué necias
mis dudas son, Raquel. ¿Tú no le acusas?
Pues muera este traidor y con él mueran
cuantos... Mas, ¡cielos... Oh cruel! ¿Alarde

 (Reparando en RUBÉN.) 

haciendo estás de tu delito?
RUBÉN
Templa
725
el furor un momento, mientras digo,
Alfonso, mi disculpa.
ALFONSO
¿Puede haberla,
traidor, para una acción tan horrorosa?
RUBÉN
   De tus mismos Vasallos la violencia,
el temor de la muerte y su amenaza 730
me han obligado a hacerlo.
ALFONSO
¡Oh vil empresa!

 (Tómale el puñal.) 

¿Y ésa es disculpa? Amado dueño mío,
en venganza recibe de tu ofensa

 (Hiérele.) 

La vida de este aleve por primicias
de otras muchas. Las lóbregas tinieblas 735
del infierno sepultan sus maldades.
RUBÉN

 (Cayendo.)  

   Quien con ellas vivió, muera por ellas.
 

(Sale GARCÍA.)

 
GARCÍA
   Alfonso... ¿Pero qué es lo que estoy viendo?
ALFONSO
   La más infame hazaña, la más fea,
la maldad más obscura y detestable. 740
Muerta ves a Raquel a la violenta
furia de mis vasallos.
GARCÍA
¡Qué desdicha!
Yo, Alfonso...
ALFONSO
Tu lealtad y tu nobleza
sé ya, Hernando: Raquel la ha publicado.
MANRIQUE
   Sí, García: muriendo la confiesa. 745
ALFONSO
   Mas al cielo protesto, que es testigo
de acción tan inhumana y tan sangrienta,
a los hombres, que el hecho escandaliza,
al mundo, que le culpa y le detesta,
a la fidelidad de los leales, 750
a mí mismo, a este Trono, cuyas regias
prerrogativas se hallan ultrajadas,
y a ti, oh Raquel, que con tu sangre riegas
de este lugar el trágico distrito,
la más atroz venganza, porque vean 755
los que tengan noticia de la injuria,
que si hubo quien osase cometerla,
también hubo quien supo castigarla.
Venganza, amor: quien te ha ofendido muera.
 

(Salen ÁLVAR FÁÑEZ y CASTELLANOS.)

 
ÁLVAR FÁÑEZ

 (De rodillas.) 

   Dices, Alfonso, bien; y si pretendes 760
satisfacción tomar de esta que ofensa
acaso juzgarás y por servicio
reputamos nosotros, las cabezas
a tus pies ofrecemos, que no importa
morir cuando tu honor vengado queda. 765
ALFONSO

 (Poniendo mano a la espada.) 

   ¿Cómo, traidores? ¿Cómo, desleales...?
GARCÍA

 (Deteniéndole.) 

   Señor, si con vos tiene alguna fuerza
mi ruego, reprimid vuestros enojos;
a la justicia remitid la queja.
Mirad. Señor, que el celo los disculpa. 770
ALFONSO
   Tienes razón, que el santo cielo ordena,
por más atroz que sea su delito,
que quien le cometió, disculpa tenga,
Yo tu muerte he causado, Raquel mía;
mi ceguedad te mata; y pues es ella 775
la culpada, con lágrimas de sangre
lloraré yo mi culpa y tu tragedia.
Yo os perdono, Vasallos, el agravio:
alzad del suelo, alzad. Sírvaos de pena
contemplar lo horroroso de la hazaña 780
que emprendisteis en esta beldad muerta.
TODOS
    Confusión y dolor causa su vista.
GARCÍA
Escarmiente en su ejemplo la soberbia:
pues cuando el cielo quiere castigarla,
no hay fueros, no hay poder que la defiendan. 785






Bibliografía

  • Andioc, René: Teatro y sociedad en el Madrid del siglo XVIII. Valencia, Fundación Juan March y Editorial Castalia, 1976.
  • ——, «Introducción biográfica y crítica» a su edición de Vicente García de la Huerta, Raquel. Madrid, Castalia, 1976, pp. 7-51.
  • Cañas Murillo, Jesús: «El Endimión de García de la Huerta, poema olvidado», en Alminar, suplemento cultural del diario Hoy, Badajoz, núm. 16, junio 1980, pp. 8-9 (Reimpresión en Residencia. Cuadernos de Cultura, núm. 14, en prensa).
  • Cotarelo y Mori, Emilio: Marte y su época. Madrid, Establecimiento tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra», 1897.
  • Deacon, Philip: «García de la Huerta, Raquel y el motín de Madrid en 1766», en Boletín de la Real Academia Española, tomo LVI, cuaderno CCVIII, mayo-agosto 1976, pp. 369-387.
  • Lama, Miguel Ángel: La obra poética de Vicente García de la Huerta. Primera aproximación. Memoria de licenciatura inédita. Universidad de Extremadura, 1986.
  • Mesonero Romanos, Ramón: «Don Vicente García de la Huerta. Noticia biográfica y juicio crítico», en Poetas líricos del siglo XVIII, I, Madrid, Rivadeneyra (Biblioteca de Autores Españoles, t. LXI), 1869, pp. 204-207.
  • Poetas líricos del siglo XVIII: Edición de Leopoldo Augusto de Cueto. 3 vols. Madrid, Rivadeneyra (Biblioteca de Autores Españoles, tomos LXI, LXIII y LXVII), 1869-1875.
  • Ríos Carratalá, Juan A.: Vicente García de la Huerta (1734-1787). En prensa en la Diputación Provincia de Badajoz.
  • ——, «Juan Pablo Forner y Vicente García de la Huerta: causas de una polémica», en Cuadernos de Investigación Filológica, t. X, fascículos 1 y 2, mayo-diciembre 1984, pp. 105-110.
  • ——, «Nuevos datos sobre el proceso de Vicente García de la Huerta», en Anales de Literatura Española. Universidad de Alicante, núm. 3, 1984, pp. 413-427.
  • ——, «Lisi desdeñosa, comedia pastoril de García de la Huerta», en Revista de Estudios Extremeños, t. XLI, núm. II, 1985, pp. 387-392.
  • Segura Covarsí, Enrique: «La Raquel de García de la Huerta», en Revista de Estudios Extremeños, VII, 1951, pp. 197-234.


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