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1

Life of Napoleon Bonaparte, tomo II, cap. I. (N. del E. en la 1.ª edición.)

 

2

No es fuera de propósito recordar aquí las semejanzas notables que representan los argentinos con los árabes. En Argel, en Oorán, en Mascara y en los aduares del desierto vi siempre a los árabes reunidos en cafés, por estarles completamente prohibido el uso de los licores, apiñados en derredor del cantor, generalmente dos, que se acompañan de la vihuela a dúo, recitando canciones nacionales, plañideras como nuestros tristes. La rienda de los árabes es tejida de cuero y con azotera, como las nuestras; el freno de que usamos es el freno árabe, y muchas de nuestras costumbres revelan el contacto de nuestros padres con los moros de la Andalucía. De las fisonomías, no se hable: algunos árabes he conocido que jurara haberlos visto en mi país. (N. del A.)

 

3

1845. (N. del A.)

 

4

Detalles sobre el sistema y organización de este establecimiento de educación pública se encuentran en Educación Popular, trabajo especial consagrado a la materia y fruto del viaje a Europa y Estados Unidos hecho por encargo del Gobierno de Chile. (N. del A.)

 

5

Después de escrito lo que precede, he recibido, de persona fidedigna, la aseveración de haber el mismo desaparece ante deposiciones de este género. Más tarde he obtenido la narración circunstanciada de un testigo presencial y compañero de infancia de Facundo Quiroga, que le vio dar a su padre una bofetada y huirse; pero estos detalles contristan, sin aleccionar, y es deber impuesto por el decoro apartarlos de la vista. (N. del E. en la 1.ª edición, completada en la 2.ª)

 

6

El señor Alberdi me suministra este dato, tomado en su viaje a Italia. (N. del A.)

 

7

Estos sacerdotes fueron el cura Villafañe, de la provincia de Tucumán, de setenta y seis años de edad.

Dos curas Frías, perseguidos, de Santiago de Estero, establecidos en la campaña de Tucumán, el uno de sesenta y cuatro años, y el otro, de sesenta y seis.

El canónigo Cabrera, de la catedral de Córdoba, de sesenta años. Los cuatro fueron conducidos a Buenos Aires y degollados en Santos Lugares, previas las profanaciones referidas. (N. del E. en la 1.ª edición.)

 

8

Tengo estos hechos de don Domingo de Oro, quien estaba por entonces al lado de López, y servía de padrino a Rosas, muy desvalido para con aquél en aquellos momentos. (N. del E. en la 2.ª edición.)

 

9

El éxito final no ha justificado tan halagüeñas esperanzas; la industria de la seda languidece hoy en Mendoza, y desaparecerá por falta de fomento. (N. del E. en la 2.ª edición.)

 

10

Frase vulgar tomada del modo de lavar de la plebe golpeando la ropa; quiere decir que todavía faltan muchas dificultades que vencer. (N. del E. en la 1.ª edición.)