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Embajada a Tamorlán

Ruy González de Clavijo



Vida y hazañas del gran Tamorlan con la descripción de las tierras de su imperio y señorío,
escrita por Ruy González de Clavijo, camarero del muy alto y poderoso señor Don Enrique Tercero de este nombre, rey de Castilla y de León, con un itinerario de lo sucedido en la embajada que por dicho señor rey hizo al dicho príncipe, llamado por otro nombre Tamurbec, año del nacimiento de mil y cuatrocientos y tres.



     El gran Señor Tamurbec, habiendo muerto el Emperador, de Samarcanda y tomádose el Imperio, donde comenzó su señoría, según adelante oiréis, y habiendo después conquistado toda la tierra de Mogalia, que se contiene con este dicho Imperio y con tierra de la India menor: otrosí habiendo conquistado toda tierra e Imperio de Orazania, que es un gran señorío, y habiendo conquistado y metido so su señorío tierra de Tagiguinia, con tierra y señorío de una tierra, que es llamada Rey: y habiendo otrosí conquistado y puesto so su señorío toda la Persia y Media con el Imperio de Tauris y de Soltania: y otrosí habiendo conquistado tierra y señorío de Guilan con tierra de Darbante, y conquistado otrosí tierra de Armenia la menor y tierra de Arsinga y de Aseron y de Aunique, y puesto so su señorío el Imperio de Merdi y tierra de Curchistán, que se contiene en la dicha Armenia: otrosí habiendo vencido en batalla al Señor de la India menor, y tomádole gran partida de sus tierras: y habiendo otrosí destruido la ciudad de Damasco, y tomadas y puestas so su señorío las ciudades de Alepe y Babilonia y Baldas, y habiendo destruido otras muchas tierras y señoríos, y vencido otras muchas batallas, y hechas muchas conquistas, vino sobre el Turco Ildrin Bayacit (que era uno de los grandes y potentes Señores que en el mundo se sabía) a la su tierra de Turquía, y diole batalla cerca de un castillo que es llamado Anguri, y venciólo y tomóle preso a él y a un su hijo, en la cual batalla se acaecieron Payo de Sotomayor, y Hernán Sánchez de Palazuelos, Embajadores que el alto y poderoso señor Don Enrique, por la gracia de Dios Rey de Castilla y de León, que Dios mantenga, enviara, por saber la pujanza que en el mundo había el dicho Tamurbec y Turco Ildrin, porque viesen las sus magnificencias y poderío de gentes que tenían ayuntadas el uno contra el otro, y se acaesciesen en la batalla que en uno querían haber, de los cuales dichos Payo y Hernán Sánchez tuvo noticia el gran Señor Tamurbec, y por amor del dicho alto señor Rey de Castilla hízoles mucha honra, túvolos consigo, e hízoles grandes convites, y dioles ciertas dádivas, y habida noticia del alto y famoso Rey de Castilla y de la su gran señoría y franqueza que sobre los Reyes Cristianos había, y por haber su amorío, de que la batalla fue vencida, ordenó de le enviar un Embajador y sus letras, y cierto presente por poner su amorío. Con el cual Embajador fue un Caballero Checatay, que había nombre Mahomat Alcagi, con el cual envió sus dones y presente y sus letras bien solemnes. El cual Embajador vino al dicho señor Rey de Castilla, y diole sus letras que el dicho señor Tamurbec le enviaba, y su presente y joyas y mujeres que le envió según su costumbre. Y el alto señor Rey, recibidas las dichas letras y presente, y oídas las buenas razones que el dicho Tamurbec le enviaba a decir por las sus letras y Embajador, y amorío que le mostraba, ordenó él otrosí cierto presente y Embajadores al dicho Tamurbec, por acrecentar en el amorío que le mostraba, y ordenó de enviar por sus Embajadores en la dicha embajada a Fray Alfonso Páez de Santa María, Maestro en Teología, y a Ruy González de Clavijo, y a Gómez de Salazar su guarda, con los cuales le envió sus letras y presente: y porque la dicha embajada es muy ardua, y a lueñes tierras, es necesario y cumplidero de poner en escrito todos los lugares y tierras por do los dichos Embajadores fueron, y cosas que les acaescieron, porque no caigan en olvido, y mejor y más cumplidamente se pueden contar y saber.

     Y por ende en el nombre de Dios, en cuyo poder son todas las cosas, y a honor de la Virgen Santa María su madre, comencé a escribir desde el día que los Embajadores llegaron al puerto de Santa María cerca de Cádiz, para entrar en una carraca en que habían de ir, y con ellos el dicho Embajador que el dicho Tamurbec envió al dicho señor Rey.

     Lunes, que fueron veinte y un días del mes de Mayo del año del Señor de mil y cuatrocientos y tres años llegaron los dichos Embajadores al puerto de Santa María, y este día hicieron llevar alguna vitualla que allí tenían a la carraca en que habían de ir, demás de otra que habían hecho llevar de Sevilla y de Jerez, y algunos de sus hombres con ella.

     Luego otro día martes siguiente, que fueron veinte y dos del dicho mes, partieron de aquí en una barca, y con ellos Micer Julián Centurio, patrón de la carraca en que habían de ir, y llegaron al puerto de las Muelas, que es en par de Cádiz, donde la dicha carraca estaba. Y miércoles siguiente partió de aquí la dicha carraca, y hacía buen tiempo, y en anocheciendo llegaron en par del cabo que se llama Despartel.

     Otro día jueves siguiente llegaron en par de Tanjar, y en par de la sierra de Bárbaros, y en par de Tarifa y de Ximena, y de Ceuta y de Algeciras, y de Gibraltar y de Marbella a tan cerca, que les podían bien ver estos dichos lugares estando bajo de la sierra del estrecho, y fueron este día a par de la sierra de la Fi.

     Viernes siguiente que fueron veinte y cinco días del dicho mes de Mayo, cuando amaneció el día claro, fueron a par de Málaga, y echaron ancla en el puerto, y estuvieron ahí el dicho día viernes que llegaron, y sábado y domingo y lunes y martes, por cuanto el patrón hubo de descargar ciertas jarras de aceite y otras mercaderías. Y la dicha Málaga tiene la villa llana, y de la una parte está junta con el mar, y dentro de ella al un cabo tiene un castillo alto en un otero con dos cercas, y de fuera de la villa está otro castillo más alto que le llaman el Alcazaba, y del un castillo al otro van dos cercas juntas unas con otras, y bajo en el otro cabo de la villa y en par del mar de fuera de la villa están unas atarazanas, y luego cerca de ellas comienza una cerca que va junta con el mar de torres y de muro. Y dentro de esta cerca están muchas huertas hermosas, y encima de estas huertas y de la villa están unas sierras altas en que hay casas, y viñas, y huertas, y entre el mar y la cerca de la villa están unas pocas de casas, que son lonjas de mercaderes, y la villa es muy poblada.

     Miércoles siguiente, que fueron veinte y nueve días del dicho mes de Mayo, partió de aquí la dicha carraca, y fueron a par de la sierra de Málaga, que es toda labrada de viñas y de panes y de huertas, y pasaron a par de Vélez Málaga, un castillo alto que está en esta sierra, y pasaron a par de Almuñecar, que está bajo hacia el mar, y fueron en anocheciendo a par de la Sierra Nevada.

     Otro día jueves fueron en par del cabo de Palos, que es en par de Cartagena, y otro día viernes fueron en par del cabo de Martín; que es una sierra alta que es ya de Cataluña.

     Y sábado, cuando amaneció, fueron en par de una isla que llaman Formentera, y es despoblada y a ojo de la isla de Ibiza, y estuvieron allí este dicho día sábado y domingo y lunes y martes, andando de una parte a otra, que no podían doblar el cabo para tomar el puerto de Ibiza, por cuanto habían el viento contrario, y el dicho martes en la tarde tomaron el puerto, que fue a cinco días del mes de Junio, y el patrón hizo descargar de las cargas que llevaba, y cargar cierta sal, y estuvieron en el dicho puerto el dicho día martes que llegaron, y miércoles y jueves y viernes no podían salir del puerto, por cuanto habían el viento contrario, y miércoles, que fueron trece días de Junio, partieron de aquí, e hizo calma el dicho jueves y viernes, tanto que anduvieron bien poco.

     Y esta dicha Ibiza es una isla pequeña, en que hay cinco leguas en luengo y tres en ancho. Y el día que llegaron los Embajadores, tomaron tierra, y el Gobernador que estaba por el Rey de Aragón, mandóles dar posada en que estuviesen, y envióles hombres y bestias en que viniesen a la villa, y la dicha isla es toda la más de ella montañas altas de montes bajos y piñares: y la villa es poblada en un otero alto que está junto con el mar, y tiene tres cercas, y entre cada cerca mora gente, y tiene un castillo en lo más alto de la villa hacia la mar, y tiene altas torres y cerca sobre sí, y la Iglesia de la villa está a par del castillo, y tiene una torre alta que se contiene con el dicho castillo, y cerca la villa y castillo de partes de fuera una cerca sola. Y en esta isla hay unas salinas en que hay mucha sal, que se hace en ella muy fina cada año del agua del mar que entra allí. Y estas salinas son de gran rendición, que cada año vienen allí muchas naos de Levante a cargar de sal. Y en la cerca de la villa hay una torre en que están hechas unas casas, que llaman la Torre de Avicena, y dicen que de esta isla fue natural Avicena, y en la cerca y torres de ella están pedradas de ingenios que el Rey Don Pedro hizo lanzar, cuando la tuvo cercada.

     Y sábado siguiente, que fueron diez y ocho días del dicho mes de Junio, a hora de nona fueron en par de la isla de Mallorca, a tanto que los pudieran bien divisar, y domingo siguiente fueron en par de una isla que es llamada la Cabrera, y tiene un castillo pequeño; y lunes y martes anduvieron su viaje, y no mucho, que habían viento escaso, y el miércoles en la tarde fueron en par de la isla de Menorca, y entraron en el Golfo de León, y jueves y viernes y sábado pasaron el Golfo de León, e hizo estos días buen tiempo, y domingo que fue día de San Juan, fueron en par de una isla que ha de nombre Linera, y es del señorío del Virrey de Aragón.

     Lunes cuando amaneció, fueron entre dos islas que han nombre la una Córcega, y tiene un castillo que ha nombre Bonifacio, y es de un Genovés, y la otra isla ha nombre Cerdeña, y tiene un castillo que ha nombre Luecigosardo, y es de Catalanes. Y estos dos castillos de estas dichas dos islas están hacia el mar el uno en derecho del otro como en guarda, y el paso de entre estas dos islas, que es estrecho y peligroso, es llamado allí en aquel paso las Bocas de Bonifacio.

     Martes siguiente en la tarde fueron en par de una isla que es llamada Ponza, y es deshabitada, pero otro tiempo fue poblada, y hubo en ella dos Monasterios, y hay en ella grandes edificios de muy grande obra que hizo Virgilio, y en derecho de esta isla a la mano izquierda aparecieron unas montañas altas, que eran en la tierra firme, que son llamadas Montecarzel, y tiene un castillo que es llamado San Felices, y es del señorío del Rey Lanzalago, y un poco adelante pasaron a par de otras montañas que eran así mismo en la tierra firme, y ayuso de ellas apareció una villa que es llamada Taracena, y es del señorío de Roma, y de allí a Roma había doce leguas, y entre el mar y la villa aparecieron unas huertas y árboles altos, y entre estas huertas y la villa estaba un Monasterio que había sido de Monjas, que las habían llevado de allí Moros de la Berberia.

     Y miércoles anduvieron su viaje; y jueves siguiente, que fueron veinte y siete del dicho mes de Junio, en anocheciendo fueron en el puerto de Gaeta, y echaron ancla a raíz de la villa a tan cerca, que pudieron poner plancha en el muro de la ciudad. Y los dichos Embajadores tomaron tierra, y fueron a posar en una posada que era cerca de San Francisco fuera de la ciudad, y estuvieron allí diez y seis días, por cuanto el patrón y algunos mercaderes de la carraca hubieron de descargar algunas mercaderías que traían, y cargaron aceite.

     Esta dicha ciudad de Gaeta, y el puerto de ella es bien hermoso, ca luego en la entrada del puerto es angosto, y de dentro más ancho, y es cerrado todo en derredor de altas sierras, en que hay castillos y casas bien hermosas, y muchas huertas, y a la mano izquierda como hombre entra en el puerto, está un cerro alto, y encima de él está una torre como atalaya muy grande, que dicen que hizo Roldán, y así la llaman la Torre de Roldán: y en par de este cerro está otro junto con él, y en éste está poblada la ciudad, y la puerta y casas de ella dicen en ladera hacia el mar a do está el puerto, a tanto que llega hasta cerca del agua, y luego está el muro en que bate el mar. Y del muro salen dos torres con su muro que entran en el agua, que puede haber de la una torre a la otra cuanto una ballesta podría echar un viratón, y de la una torre a la otra echan una cadena, cuando es necesario, y tras aquella cadena están las galeras y fustas en tiempo de guerra, y entre el otero en que está poblada la ciudad, y entre el otro otero en que está hecha la torre de Roldán, va hecha una torre con altas torres y pretil y almenas, que van hasta la dicha torre de Roldán, y cerca el otero en que está la ciudad, y el otero en que está la torre de Roldán, es para guarda de la ciudad. Y no hay recelo de partes de la mar, por cuanto lo cerca de las dos partes, y tiene muy altas peñas que no hay recelo en tiempo de guerra tomen allí puerto ningunos navíos, y luego de esta cerca de la ciudad comienza otra que va muy grande pieza junto con el mar, y dentro de esta cerca está un otero alto que es cercado de dos partes del mar, y es poblado de muchas viñas y huertas y olivares, y entre este otero y la cerca que va junto con el mar, va una calle poblada con muchas casas y tiendas. Y en esta calle está una Iglesia muy devota en que han las gentes muy gran devoción, que es llamada Santa María la Anunciada, y delante de ésta está otra Iglesia muy devota que es llamada San Antón, y encima de esta Iglesia de Santa María está un hermoso Monasterio de San Francisco, y como se acaba esta calle, sube la cerca la cuesta arriba de este otero, y va hasta el otro mar, así que esta cerca rodea todo en derredor este otero. Y esta cerca es hecha, porque en caso que algunas fustas lleguen allí, les sea defendido la salida, porque no venga daño a la ciudad. Y en cabo de esta cerca, do se junta el uno y el otro que cerca estos oteros, está una Iglesia que es llamada la Trinidad, y cerca de ella están unas torres y casas como alcázar, y cerca de esta Iglesia está una alberca hecha en una peña, y está tan propio como si fuera hecho a fuerza, partido lo uno de lo otro, y entra en fondo la dicha alberca por la peña ayuso bien diez brazas, y es en luengo bien cincuenta pasos, y es tan angosta que no puede entrar salvo un hombre ante otro, y dentro está hecha una ermita que es llamada Santa Cruz, y decían que está por escritura allí en la ciudad que aquella apertura se hiciera el día que Jesu-Cristo recibió pasión. Y dentro de esta cerca es poblada de muchas hermosas huertas y casas y azoteas, y de muchos naranjales y limonares y cidrales, y de viñas y olivares, y parece muy hermoso de ver. Y fuera de esta cerca a raíz del mar va una calle muy hermosa de casas y palacios y huertas, y mucha agua que va por ellas que cerca el puerto como en derredor, y va esta calle así poblada hasta el lugar que es llamado Mola, y de la ciudad allí hay dos leguas. Y esta calle es muy poblada y toda empedrada, y encima de esta calle están unas sierras así mismo pobladas de aldeas y casas, y todo esto parece de la ciudad, y es tan placentero de ver que es maravilla. Y todo fueron ver los dichos Embajadores mientras aquí estuvieron, y adelante del dicho lugar de Mola apareció una villa y un castillo alto, y otros lugares asaz en una montaña, y en cabo de esta sierra en que estaban estos lugares, a la entrada del puerto a la mano derecha estaba una torre muy alta como atalaya, que es llamada la torre del Carellano: y estos dichos lugares habían sido del Conde de Fondi, y ahora son del Rey Lanzalago, que se los había quitado por ocasión de la su guerra, y del Rey Luis: y las casas de la ciudad de Gaeta son muy hermosas de ver de partes de fuera, por cuanto dicen en ladera hasta el puerto, y son muy altas y con ventanas hasta el mar, y lo más hermoso de la ciudad es una calle llana que va a par del mar, y las otras calles son angostas y altas, malas de andar. Y en esta calle mayor es el meneo de esta ciudad, y en esta ciudad se tratan muchas mercaderías de cada año, y cuando el Rey Lanzalago había su guerra con el Rey Luis perdió todo el Reino, salvo esta ciudad, y de aquí salió y cobró todo su señorío.

     Estando el Rey Lanzalago en esta ciudad, y siendo casado con Madama Costanza, hija de Monfrey de Charamete, partióse de ella, y casóla él mismo por fuerza con un su vasallo hijo de Micer Luis de Capua, y decían que el Rey mismo estando en la dicha Iglesia de la Trinidad les tomó las manos, y los casó a ojo de muy gran gente que allí estaban, y les hizo sus bodas, y decían que el Rey mismo tomó por la mano este día de sus bodas a la dicha su mujer, y que danzó con ella. Y la dicha su mujer decía muchas cosas y feas por plaza y calles, y decían que esto hacía el Rey por consejo de Madama Margarita su madre. Y después el Rey casó con la hermana del Rey de Chipre, que llamaban Doña María, y el Rey no tuvo hijos en Madama Costanza su mujer, como quiera que la tuvo un año y medio: pero el que ahora casó con ella ha hijos de ella, y el Rey Lanzalago ha una hermana que llaman Madama Joanela, y casó con el Duque de Sterlic, que es el Duque de Babera, y alábanla por muy hermosa mujer.

     Y viernes, que fueron trece días del mes de Julio, a hora de medio día la dicha carraca hizo vela, y partió de aquí de Gaeta, y anduvieron este día su viaje.

     Y otro día sábado siguiente pasaron por cerca de una isla que es llamada Iscla, y a par de otra isla que es llamada Procheda, y son deshabitadas, y así mismo pasaron este dicho día a par de otra isla que es llamada Trape, y es habitada, y del señorío del Reino de Nápoles, y en ella hay una buena villa, y fueron este día en par del cabo de la Minerva, que es en tierra firme, y otrosí fueron en par de dos montes altos, y en medio de ellos está una ciudad que ha nombre de Malfa: en estos dos montes aparecieron sendos castillos, y en esta ciudad de Malfa dicen que está la cabeza de San Andrés.

     Y este mismo día sábado a hora de vísperas, vieron caer del cielo dos ramos como de humo, que llegaron hasta el mar, y el agua subió por ellos tan aína, y tan recio con gran ruido, que las nubes hinchó de agua, y oscureció y nubló el cielo, y arredráronse con la carraca cuanto pudieron, ca decían que si aquellos ramos acertaran a tomar a la carraca, que la podrían anegar.

     Domingo siguiente en amaneciendo pasaron por entre dos islas despobladas, rasas sin montes, que son llamadas la una Arcu, y la otra Firucu, y luego un poco adelante a la mano izquierda apareció otra isla de una sierra alta que es llamada Strangol, y tiene una boca por do salía el humo y fuego, y en la noche salió grandes llamas de fuego por la dicha boca con grandísimo ruido, y vieron otrosí a la mano derecha otra isla que es llamada Lipar, y es poblada, y está por el Rey Lanzalago: y en esta isla está el velo de la bienaventurada Santa Agueda, y aquí en esta isla solía arder, y por ruego de la bienaventurada Santa Agueda cesó de arder esta isla, y otras islas que son cerca de ella que solían arder; y cuando ven que arden las otras islas, porque no venga el fuego a ésta, que sacan aquel velo, y que luego cesa aquel fuego.

     Lunes siguiente en la mañana pasaron entre unas islas despobladas que son llamadas la una Salinas, y la otra Strangolin, y la otra Bolcani, y salía gran humo de ellas, y hacían gran ruido, y otrosí pasaron a par de otras dos islas que son despobladas, y llaman a la una Paranea, y a la otra Panarin.

     Y martes siguiente, que fueron diez y siete días del dicho mes de Julio, anduvieron entre estas dichas dos islas que no podían salir de ellas por calma que hacía. Y en la noche estando entre ellas, a tres horas de la noche hizo gran tormenta, y tuvieron un gran viento contrario que les duró hasta la mañana.

     Y miércoles todo el día a hora de medio día rompió las velas de la carraca, y anduvieron a árbol seco de una parte a otra, de manera que se vieron en gran peligro. Y duró la dicha tormenta martes y miércoles hasta dos horas de la noche, y las dichas bocas, señaladamente la de Strangol y Bolcante, con el gran viento lanzaba grandes llamas de fuego y humo con gran ruido, y durante la tormenta hizo el patrón cantar las letanías, y que todos pidiesen misericordia a Dios. Y acabada la oración andando en la tormenta apareció una lumbre de candela en la gavia encima del mástil de la carraca, y otra lumbre en el madero que llaman bauprés, que está en el castillo de avante: y otra lumbre como candela en una vara de espinelo que está en la popa, y estas lumbres vieron cuantos estaban en la carraca, que fueron llamados que las viniesen a ver, y duraron una pieza, de si desaparecieron, y no cesaba en todo esto la tormenta, y a poca de hora fueron dormir, salvo el nauchel (piloto) y ciertos marineros que habían de guardar. Y estando el nauchel y dos marineros que velaban despiertos, oyeron a par de la carraca un poco arredrado voces como de hombres, y el nauchel preguntó a los dos marineros, si oyeran aquel ruido, ellos dijeron que sí, y en todo esto la tormenta no cesaba. Y a esta hora vieron otra vez las dichas lumbres tornadas donde primero estaban, y entonces despertaron a la gente de la carraca, y vieron las lumbres, y contóles el nauchel lo que oyera, y duraron estas lumbres cuanto dura una Misa, y luego cesó la tormenta. Y estas lumbres que así vieron decían que era Fray Pero González de Tuy, que se habían encomendado a él, y otro día amanecieron cerca de estas dichas islas, y a ojo de la isla de Sicilia, con buen tiempo seguro.

     Y anduvieron entre estas dichas islas hasta el jueves siguiente, con grandes calmas que hacía.

     Y viernes en la tarde fueron en par de la isla de Sicilia, y a ojo de una torre que es llamada la torre del Faro, que está a la vuelta de la entrada de Mesina, a la entrada del puerto, y con la gran corriente que sale por aquella boca del Faro, y por poco viento que hacía, no pudieron este día entrar por aquella boca para ir a tomar el puerto de Mesina, y en la noche creció el viento, y un piloto que había venido de la ciudad de Mesina para meter por aquella boca la carraca, hizo hacer vela, y en llegando en par de aquella torre del Faro, tocó la carraca en tierra, y saltó el timón de caja, y hubieron de ser perdidos, salvo el viento que era poco, y el mar andaba bajo, e hicieron de manera como en un punto la carraca fuera cobrada, y metida al largo: y de que fueron a lo largo surgieron dos andas, y estuvieron así hasta el día, y de que fue el día vino la creciente, y creció el viento, e hicieron vela, y fueron en el puerto de Mesina: y en derecho de esta torre del Faro está la tierra de la Calabria, que es tierra firme, y entre la tierra de la Calabria y la isla de Sicilia, en aquel derecho de la torre es tan estrecho el mar cuanto una legua, y en esta torre del Faro está siempre un farol que arde de noche, porque los navíos que allí fueren acierten en aquella entrada. Y la tierra de la Calabria en aquel derecho apareció labrada y sembrada de panes, y muchas huertas y viñas. Y esta ciudad de Mesina es junta con el mar, y el su muro va junto con el mar, de muchas torres y bien hechas, y las casas de ella son bien hermosas y altas de cal y de canto, y de partes del mar parecen hermosas, por cuanto acatan las ventanas de las casas hacia el mar, y son altas, y las calles mayores de ella van luengo a raíz del mar, y tiene bien cinco o seis puertas que salen al mar, y en cabo de la ciudad están unas atarazanas, y el derecho fuera de la ciudad está un Monasterio de Monjes negros que es llamado San Salvador, y consagran y dicen sus horas así como los Griegos, y en la ciudad hay un castillo bien fuerte.

     Y lunes siguiente, que fueron veinte y dos días del dicho mes de Julio, hicieron vela y partieron de aquí, y tuvieron buen tiempo, y apareció a la mano derecha la isla en que está la boca de Mongible, y fueron a par de la tierra de la Calabria, y apareció una villa que ha nombre Regol, y entraron en el golfo de Venecia, y anduvieron en él martes y miércoles y jueves. Y viernes siguiente en la tarde fueron en par de Mondon, una tierra firme del señorío de Venecia, y así mismo fueron en par de una isla que ha nombre Sapiencia, y a par de otra isla que es llamada Benetico, y de otra que es llamada Cerne, y pasaron a par del cabo de Galo, y apareció así mismo una tierra firme que es llamada Coron. Y sábado siguiente fueron en par del cabo que es llamado de María Matapán, y del cabo de San Angelo, que son tierra firme del señorío de Venecia, y a hora de medio día fueron a raíz de una isla poblada que es llamada Cetul, y pasaron por entre esta isla y una roca alta que es llamada el Lobo, y en esta isla de Cetul apareció un castillo pequeño de torres altas, hecho en una alta peña hacia el mar, y ayuso junto con el mar estaba una torre en guarda de la subida del castillo, y un poco adelante a la vuelta de la dicha isla en un llano de hacia el mar apareció un gran pedazo de muro y torres derrocadas, y dijeron que allí fuera el templo que Paris derrocara cuando robara a Elena, y quebrantara el Ídolo al tiempo que el Rey Príamo su padre lo enviara hacer guerra en la Grecia, y en cabo de esta isla pasaron entre tres rocas, que son llamadas Tres, Dos y As.

     Domingo, que fueron veinte y nueve días de Julio, a hora de tercia fueron en par de una isla despoblada que es llamada Cequilo, y son unas altas sierras donde crían halcones, y la dicha carraca quiso pasar entre esta dicha isla y una roca alta que estaba a par de ella, y en aquel derecho había gran corriente, que los echaba a tierra, y cuando quisieron doblar, no pudieron tomar la vuelta tan rápida que la dicha carraca no pasó tan cerca de tierra, que unos halcones pequeños que criaban en una peña sonaban, y viéronse en peligro, de manera que el nauchel y algunos mercaderes y marineros se desnudaron en jubones, y cuando fueron longados entendieron que Dios les había hecho mucha merced.

     Y lunes siguiente fueron entre dos islas pobladas que son llamadas la una Nillo, y la otra Ante-nillo, y solían ser del Ducado de Arcipiélago, y ahora son de Venecianos, y estas islas son muy abastecidas de ganados. Y martes y miércoles estuvieron entre estas islas que no podían andar su viaje por calma que hacía, y jueves siguiente fueron en par de tres islas pobladas que son del Ducado del Arcipiélago, que son llamadas la una Mo, y la otra Centuriona, y la otra Christiana: y a hora de medio día fueron a par de otra isla que es llamada Nexja, y ésta es muy grande, y cabeza del Ducado.

     Viernes fueron tres días de Agosto, cuando amaneció fueron en par de una isla poblada que es llamada Calamo, y apareció en ella muchas labranzas de pan y fueron junto con ella una gran pieza, hasta que llegaron a una isla que es llamada Lango, y es poblada del señorío de la isla de Rodas, y tiénenla Caballeros de la Orden, y a la mano izquierda pasaron a raíz de una tierra firme de la Turquía que es llamada Nisari y Lucrio, y tan juntas son estas islas, y la tierra de la Turquía, que no osaron pasar con la dicha carraca entre ellas de noche, hasta que fue el día, por recelo de no tocar, y así mismo pasaron juntamente entre otras islas del señorío de la isla de Rodas, que son de frente de la Turquía, que les dicen Piscopia, y San Nicolao de Carquini, y Pimia. Y este dicho día en la tarde fueron en la ciudad de la isla de Rodas, y surgió la carraca en el puerto.

     Y de que en el dicho puerto fueron los dichos Embajadores, enviaron a la ciudad a saber, si el gran Maestre estaba allí, y viniéronles con nuevas que el Maestre con ciertas galeras y con gran pieza de su gente, y otrosí ciertas carracas y galeras de Genoveses, de que era Capitán Mosén Buchicate, eran idos en una conserva hacer guerra al Reino de Alejandría.

     Y sábado siguiente los dichos Señores Embajadores descendieron en tierra, y fueron al gran palacio de Rodas a ver el teniente que allí había dejado el gran Maestre, por hablar con él. Y el dicho teniente y los Frailes que allí estaban, de que supieron que los dichos Embajadores iban, saliéronlos a recibir, y dijéronles que como quiera que el gran Maestre su señor no era allí, que por honra del señor Rey de Castilla, que todas las cosas que les cumpliesen las harían de buena mente. Y por cuanto los dichos Embajadores dijeron, que habían voluntad de descender en tierra por saber algunas nuevas del Tamurbec, y de avisarse en lo que habían menester: mandáronles aposentar en una posada de un Caballero de la Orden, en que estaba una Iglesia de la bienaventurada Santa Catalina, y ellos vinieron allí el domingo, que fueron cinco días del mes de Agosto, y estuvieron hasta jueves a treinta días de Agosto, y en todo este tiempo no pudieron haber nuevas que ciertas fuesen, salvo tanto que contaban algunos que venían de la dicha armada, y de las partes de la Siria, y así mismo peregrinos que venían de Jerusalén, que el Tamurbec quería venir en la Siria para conquistar al Sultán de Babilonia, y que le había ya enviado sus Embajadores: con los cuales decían que le enviaba decir, que el que tratase en su tierra la su moneda, y tomase por divisa las sus armas, y le diese cierto tributo de cada año, y que si el Sultán de Babilonia no lo quisiese hacer, que el gran Tamurbec no aguardaba si no cuanto saliese el verano, y lloviese algún poco, por cuanto no hubiese mengua de agua, que luego sería allí en la Siria, y que con este recelo estaban todos los Moros de Jerusalén y de su tierra, y estas guerras contaban por oídas, por lo cual los dichos Embajadores no las tuvieron por ciertas. Y en este tiempo que allí estuvieron vinieron cuatro carracas grandes y dos naves de la misma armada, que eran de Genoveses, y contaban nuevas de la dicha armada. Y decían que la dicha armada y Señores de ella que habían ido luego derechamente al Candelor, un castillo de la Turquía, y que lo cercaran, y estuvieron sobre él doce días, hasta que lo socorrió el Señor del Candelor, y que pelearan con los de la armada, y que les tomara quince caballos, y que se perdiera cierta gente de Franceses y de Genoveses, y que partieran de allí, y fueron a Ripuli una villa que es en la Siria, y que la combatieran, y que los de la villa que les tenían cogido un río que pasa cerca de ella, y de que los vieron fuera de las fustas, que soltaran el río: e hizo mucho daño en ellos, que por fuerza les hiciera acoger a las fustas, y que después de esto los Señores de la dicha armada que tuvieron su consejo como habían de hacer, el cual consejo fue de esta manera: que por cuanto los de las carracas y naves que allí tenían eran más aprestados que las galeras, que fuesen adelante, e hiciesen la vía de Alejandría, y de que fuesen cerrar, que esperasen allí nueve días, y que las galeras y Señores de la dicha armada que irían en tanto a correr a Barute, una villa de la Siria que es puerto de Damasco a dos jornadas. Y las dichas carracas hicieron la vía de Alejandría, y las galeras y Señores del armada fueron a Barute, y entráronlo, y quemaron la villa. Y las dichas carracas de que fueron cerca de Alejandría, esperaron los dichos nueve días, y porque en estos días no pudieron saber nuevas de las galeras, y por cuanto se les perdían los caballos que en ellas traían por mengua de agua, y otrosí porque habían poca vitualla, volvieron a Rodas. Y antes que los dichos Embajadores de aquí partiesen, eran ya llegadas estas dichas carracas a Rodas, y por cuanto los dichos Embajadores en todo este tiempo no pudieron saber otras nuevas ciertas del gran Tamurbec salvo éstas, tuvieron su acuerdo de ir a Carabaqui, un lugar que es en la Persia, donde el Señor suele hibernar, y allí sabrían nuevas ciertas de él.

     Y esta dicha ciudad de Rodas no es muy grande, y está en un llano junta con el mar, y es isla, y tiene un castillo bien grande y es apartado sobre sí, y tiene su cerca y barrera así de partes de la ciudad, como de partes de fuera. Y dentro ha un apartado sobre sí, y cerrado de muro y torres, y allí es la fortaleza y el palacio del gran Maestre y de sus Frailes, y allí dentro está su Convento y una hermosa Iglesia, y un grande hospital do acogen los enfermos, y de aquí de esta fortaleza no osan salir los Frailes para ir a parte ninguna sin licencia de su mayor, y el puerto que esta ciudad tiene es bien grande, y bien guardado junto con el muro de la ciudad, y hay dos como cimientos muy grandes de recia obra, que llaman muelles que entran por el mar, entre medias de ambos a dos es puerto do están las fustas. Y en el uno de aquellos muelles están hechos catorce molinos de viento, y de fuera de la ciudad hay muchas casas y huertas muy hermosas, y muchas cidras y limas y limones, y otras muchas frutas; y la generación de la gente de esta ciudad y de esta isla son Griegos, y usan la iglesia Griega casi todos los más: y esta ciudad es una grande escala de mercaderías, que vienen allí de muy muchas partes, ca ningun navío no pueden ir en Alejandría, ni en Jerusalén, ni en la Siria, que no vayan a esta isla, o a lo menos pasen a ojo de ella. Y la tierra de la Turquía está tan cerca de esta isla, que se aparece muy bien, y en esta dicha isla de Rodas hay otras villas y castillos sin la ciudad de Rodas.

     Viernes, que fueron treinta y un días del mes de Agosto, los dichos Embajadores arrendaron una nave para ir hasta la isla de Xío, de que era patrón un Genovés que había nombre Micer Leonardo Gentil. Y partieron de aquí de la isla de Rodas, como quiera que hacía tiempo contrario, y este camino desde la isla de Rodas a Xío es peligroso, por cuanto la tierra de la Turquía está a la mano derecha, y han de ir junto con ella, de la otra parte hay muchas islas pobladas, y despobladas, y es peligrosa para andar por allí de noche, y más para con tiempo contrario.

     Y el dicho día viernes que partieron, y sábado y domingo y lunes y martes tuvieron viento contrario, y anduvieron volteando de una parte para otra, que no podían doblar un cabo de la tierra de la Turquía.

     Y miércoles siguiente, que fueron cinco días del mes de Setiembre, fueron a par de la isla de Lango, y por cuanto no podían pujar adelante por tiempo contrario, surgieron en el puerto de la villa de esta isla de Lango, y estuvieron allí todo este día, y tomaron agua y refresco de viandas. Y esta isla de Lango es del señorío de la isla de Rodas, y la villa está poblada en un llano junto al mar, y tiene un castillo pequeño, y entre el castillo y la villa está una grande laguna del agua de la mar, que entra dentro en una puente por do entran al castillo, y alrededor de la villa están muchas huertas y viñas y casas: en esta dicha isla están siempre cien Frailes de los de Rodas, y un teniente que tiene el castillo y la villa.

     Jueves siguiente seis días de Setiembre partieron de aquí y anduvieron todo el día muy poco, por el viento ser contrario, y otro día viernes anduvieron así mismo muy poco, por el viento ser contrario, y por no poder tomar vueltas salvo cortas por las muchas islas, y por la tierra de la Turquía ser cerca, y anduvieron todo este dicho día volteando, que no pudieron pujar salvo muy poco, y a hora de medio día siendo cerca de una isla que llaman la isla de las Bestias, creció el viento contrario, y lanzó la nave a la costa de la isla, de manera que hubieron de ser perdidos, y echaron ancla, y estuvieron todo el día allí, y esta isla es despoblada, y sin agua y sin montes.

     Y domingo siguiente a hora de medio día partieron de aquí, y anduvieron todo este día entre unas islas despobladas, y a par de una isla poblada del señorío de Rodas que es llamada Calamo.

     Lunes en la mañana amanecieron bien cerca de donde les anocheció, y a hora de medio día fueron a par de una ciudad que estaba en la tierra de la Turquía que ha nombre la Palacia nueva, y en aquella ciudad decía que estuviera el Tamurbec, cuando venció al Turco y robó la Turquía.

     Y martes en la mañana fueron juntos con una isla poblada del señorío de Rodas que es llamada el Berro, y por cuanto el viento era contrario, por no perder lo que habían andado, surgieron y echaron ancla en el puerto de esta isla y tomaron agua. Y esta dicha isla del Berro tenía una villa y castillo muy fuerte y alto, y de muy grandes edificios, pero estaba mal parado, y teníala un Fraile de Rodas: y la gente de esta isla eran Griegos, y decían que Turcos de la Palacia habían destruido y hecho mucho mal en aquella isla, y que aún aquel año había venido allí una galeota de Moros de la Palacia que les habían llevado mucho ganado, y los hombres que segaban los panes.

     Y jueves partieron de aquí, y viernes en la mañana amanecieron en par de una isla despoblada que es llamada Madrea, y en ella hay pastos para ganados y agua dulce. Y fueron este día a par de otra isla que es llamada el Forno, y a par de otra isla que es llamada Tatanis, que es poblada de Griegos, y fueron otro día par de una isla grande que es llamada Samos, y es poblada de Turcos, y fueron otrosí a ojo de otra isla que es llamada Micarea, y es poblada, y es de una Dueña, y arma en ella una galera, y aparecieron en ella muchas labranzas: y aparecieron este día otras muchas islas grandes y pequeñas.

     Y sábado siguiente, que fueron quince del dicho mes de Setiembre, y domingo siguiente anduvieron en estas dichas islas que no pudieron andar su viaje con calma que hizo, y en la tarde hizo un poco de buen viento que duró poco, y lunes en la mañana fueron en par de un cabo de la tierra de la Turquía, que es llamado Cabo Xanto, y apareció de allí la isla de Xío.

     Y martes en la mañana a hora de Misa tomaron el puerto de Xío, y este día tomaron tierra los dichos Embajadores, e hicieron sacar de la nao todas las cosas que llevaban.

     Y la dicha Xío es una villa pequeña, y la isla así mismo es pequeña, y es de Genoveses, y la villa está llana a raíz del mar, y tiene dos arrabales, uno de una parte y otro de otra, y en ella hay muchas huertas y viñas: y cerca de ella está la tierra de la Turquía, tanto que se aparece muy bien.

     Y en esta isla hay aldeas y castillos, boga en derredor ciento y veinte millas, y en esta isla nace el almástiga en unos árboles que parecen lentiscos, y la villa es bien fuerte de muro y de torres, pero que está llana. Estando aquí los dichos Embajadores tuvieron nuevas en como el hijo mayor del Turco, que venció el Tamorlan, era finado, el que había de heredar la Turquía, y que otros sus hermanos habían guerra en uno sobre el señorío de la tierra.

     Y los dichos Embajadores quisieran partir de aquí de Xío luego, pero no hallaron fusta presta, y estuvieron aquí en esta isla de Xío el dicho día martes que llegaron, y miércoles y jueves y viernes y sábado y domingo, hasta otro domingo siguiente, que fueron treinta días del dicho mes de Setiembre, que fletaron una nave pequeña Castellana, de que era patrón un Genovés, que había nombre Micer Boquira de Marta. Y este dicho día domingo salió la dicha nave del puerto a la media noche, e hicieron vela, y fueron de aquí, y tuvieron buen viento en popa, y cuando fue el día claro fueron en par de una isla poblada, que era a la mano derecha entre la tierra de la Turquía, que ha nombre Metella, y otrosí fueron a par de otras dos islas pobladas que aparecieron a la mano izquierda, que han nombre Pixara y Antipixara, y en la tarde fueron cerca de un cabo de la tierra de la Turquía, que ha nombre el cabo de Santa María, y en anocheciendo creció el viento tanto, que rompió las velas y las echó al mar. Y por cuanto la Boca que decían de Romania, era cerca, y el viento crecía, y la noche era entrada, y por recelo de no poder hallar la Boca para entrar, acordó el patrón de voltejar con la nave hasta que fuese el día: y a la media noche un poco antes levantóse una gran tormenta, y cuando fue el día, halláronse cerca de la isla de Merdi a la entrada de la tierra de la Turquía, y tuvieron su acuerdo de ir a la isla de Metellin por adobar allí sus velas, y tomar algún piloto, que no llevaban ninguno. Y antes que llegasen al puerto apareció en la dicha isla de Metellin un castillo que ha nombre Mollenos, y luego adelante apareció otro castillo que llaman Cuaraca, y a hora de medio día fueron en el puerto de la villa de Metellin, y estuvieron allí el dicho día martes que llegaron, y miércoles y jueves y viernes adobaron sus velas, y tomaron piloto.

     Y la villa de Metellin es poblada en un otero alto que es junto con el mar, y cércala de las dos partes, y a cada parte tiene un puerto, y la villa es cercada de buen muro alto, y de muchas torres, y de fuera tiene un gran arrabal: y esta isla tiene trescientas millas en derredor, y tiene aldeas y castillos en ella asaz, y al derredor de la villa tiene muchas huertas y viñas. En esta isla cerca de la villa había muy grandes edificios de casas y de Iglesias, y parece que otro tiempo fue muy poblada esta isla: y al un cabo de la ciudad en un llano cerca de las fuentes y huertas estaban unos grandes palacios caídos, y en medio de ellos estaban hasta cuarenta mármoles blancos enhiestos puestos como cuadra, y decían que encima de aquellos mármoles solía estar una cuadra en que hacían consejo los de la ciudad: y la gente de esta isla es Griega, y solían ser del Imperio de Constantinopla, y ahora es de un Genovés que ha nombre Micer Juan de Catalus, y su padre estuvo casado con una hija del Emperador de Constantinopla, y de que ahora es Señor de esta isla contaban una muy grande maravilla, y decían, que ahora puede hacer veinte años, que temblara aquella isla una noche, y que este Señor y su padre y su madre y otros dos sus hermanos, que dormían en un palacio del castillo, y que cayera aquella noche, y que murieran todos salvo éste que escapó en una cuna en que estaba, y halláronlo otro día en una viña que al pie del castillo estaba, ayuso de unas peñas muy altas, que fue una gran maravilla escapar.

     Y cuando los dichos Embajadores a esta isla llegaron, hallaron al Emperador de Constantinopla el mozo que andaba echado del Imperio, según adelante vos será contado, que había casado con una hija del Señor de Metellin, y que hacía con él su morada lo más del tiempo en aquella isla, y que ahora poco hacía, yerno y suegro habían partido de allí con dos galeras y cinco galeotas para tomar la ciudad de Salónica, que es del Emperador viejo de Constantinopla: y la razón que los moviera ir sobre aquella ciudad, era ésta: que este Emperador mozo vivía con el Turco Murat, y estando en una ciudad de la Turquía que ha nombre Solombria, llegara allí Mosén Buchicate, Gobernador de Génova, con diez galeras, y que tomara al dicho Emperador de allí por fuerza, y lo llevara a Constantinopla, y que lo hiciera amigo con el Emperador su tío con tal condición, que le diese esta dicha ciudad de Salónica, en que viviese, y la razón de la discordia que entre estos dichos dos Emperadores es, adelante en su lugar vos será contada. Y Mosén Buchicate de que los hubo avenido, tomó consigo al Emperador viejo, y trájolo en Francia a demandar ayuda al Rey, y quedó con el Imperio el Emperador mozo por Gobernador, hasta que él tornase de Francia. Estando el Emperador viejo en Francia, el Emperador mozo tenía acordado, cuando el Murat y el Tamurbec querían en uno haber su batalla, que si el Turco venciese al Tamurbec, de entregar al Turco la ciudad de Constantinopla, y se la atributar; por lo cual el Emperador viejo de que fue tornado en Constantinopla, y supo lo que su sobrino tenía acordado, tuvo grande saña de él, y mandóle que no apareciese más ante él, y que saliese de su tierra, y diole la isla de Estalimen, y quitóle esta dicha ciudad de Salónica, y por cuanto primeramente le había prometido la ciudad de Salónica, y ahora no se la daba, habíanse movido él y el dicho su suegro por la tomar, si pudiesen: y el dicho Micer Juan, Señor de la dicha isla, había enviado una galeota al dicho Mosén Buchicate, en que le enviara un Embajador, con el cual le enviara decir, que bien sabía como el Emperador viejo prometiera por ante él al Emperador su yerno la ciudad de Salónica, en que viviese, y que ahora que no la quería dar, salvo la isla de Escalines, porque le enviaba rogar, que de que de Alejandría partiese le quisiese venir a ayudar a tomar la dicha ciudad, con aquella armada que allí tenía, y que en la dicha Escalines lo esperaban: y estando los dichos Embajadores en esta isla de Metellin, llegó la dicha galeota que había ido en la dicha embajada, y no se pudo aprender con qué venía, salvo tanto que Buchicate era venido con la dicha armada a Rodas, y que partiera de allí y no sabían para dónde.

     Sábado, que fueron seis días de Octubre, al alba cuando amanecía, hicieron vela, y partieron de aquí, y tornaron por la vía que llevaron cuando allí a Metellin llegaron, y vinieron entre la tierra de la Turquía y la dicha isla de Metellin, hasta que llegaron al cabo de Santa María, que es en la tierra firme de la Turquía. Y domingo siguiente por la mañana halláronse allende del dicho cabo, que lo habían ya doblado, y apareció a la mano izquierda una isla que es ahora deshabitada que ha nombre Tenio, y apareció otra isla más allende poblada, que es del señorío de Constantinopla, que ha nombre Nembro. Este día hizo tiempo contrario, y viniendo escaso creció todavía hasta la noche, aunque anduvieron muy poco este día, y como quiera que la dicha isla del Tenio estuviese cerca, y habían voluntad de tomar allí puerto, no pudieron por el viento ser contrario, y la corriente que allí era, y a la noche surgieron las anclas entre la tierra firme de la Turquía, y entre esta dicha isla del Tenio, que es allí un estrecho para entrar a la Boca que dicen de Romania, y en derecho de donde fue poblada la grande ciudad de Troya, y de allí aparecían los edificios de la dicha Troya y pedazos del muro aportillados a lugares, y la señal por do iba el muro adelante, y pedazos de torres enhiestas, y otros edificios como de castillos, y los muros que aparecían por do fuera la ciudad, y comenzaba de un llano que estaba un poco arredrado de la mar, e iba adelante hasta unas sierras altas, y tomaba en sí aquello que parecía, por do fuera la cerca muchas millas, y en cabo de la ciudad aparecía una sierra alta y aguda, y allí decían que solía ser el castillo que llamaban Elion, y la dicha isla del Tenio que en derecho de esta ciudad estaba, donde la nave estaba surta, allí solía ser puerto de la ciudad donde estaban las fustas que a la ciudad venían. Y esta isla poblara el Rey Príamo, e hiciera en ella un gran castillo que es llamado Tenedon, para defendimiento de los navíos que a la ciudad viniesen, y esta dicha isla solía ser muy poblada, y ahora está deshabitada. Y de que la nave fue surta, la barca fue a la isla por agua y leña, que hacía menester para la nave, y algunos de los hombres de los Embajadores fueron a la dicha isla por verla, y anduvieron por ella, y en ella había muchas viñas y huertas y árboles, y muchas fuentes de aguas, y tierras de gran labranza de pan, y las viñas mucho buenas y muchas, y en ella había mucha caza de perdices y conejos, y en ella había un gran castillo derrocado, y la razón porque esta dicha isla es despoblada, es ésta: Decían que ahora podía hacer veinte y dos años que el Emperador de Constantinopla, cuya solía ser la dicha isla, y que la prometiera dar a Genoveses, porque le ayudasen con ciertas galeras en la guerra que él había con el Morate, y habiéndosela así prometido, que la vendió a Venecianos, y que les dio la posesión de ella, y que la habitaron, que estaba despoblada, y fortalecieron la villa y el castillo, y que los Genoveses, de que supieron que los Venecianos tenían la dicha isla, dijeron que era suya, y que a ellos les pertenecía, pues que el Emperador se lo prometiera, y ellos le hicieran el servicio que con él pusieran, y que no la pudiera vender, ni dar a persona alguna: y sobre esto tuvieron su discordia entre Venecianos y Genoveses, a tanto que los unos y los otros hubieron de hacer muy gran armada de galeras y de naos, y destruyeron lo más de la isla, y hubo grandes muertes entre los unos y los otros, y vinieron a Venecia, e hicieron paz con tal condición, que el castillo y la villa fuese derrocado, y despoblasen la dicha isla, y que los unos ni los otros no la tuviesen ni poblasen, y de esta manera fue despoblada. Y ésta fue una de las cosas porque hoy día hay desavenencia entre Venecianos y Genoveses.

     El miércoles siguiente quisieron partir de aquí, y no pudieron porque el viento era contrario, y estuvieron allí el jueves y viernes y sábado y domingo siguiente, que no pudieron partir. El domingo en la tarde llegó allí un gripo al puerto del Tenio, que venía de hacia Constantinopla, y enviaron saber de qué partida era, y tuvieron nuevas que era de Galipoli, un lugar del Turco que está en la tierra de la Grecia, y que iba cargado de trigo para Xío, y decían que en el dicho lugar de Galipoli andaba gran mortandad de pestilencia, y el viento fue contrario, y estuvieron aquí trece días y no pudieron partir, y desde esta dicha isla del Tenio donde estaban, a la mano izquierda apareció un monte muy alto que es en la tierra de la Grecia, que ha nombre Monteston, y dicen que hay en él un Monasterio de Monjes Griegos, y hacen buena vida, que no consienten allí estar mujeres, ni perros, ni gatos, ni otra cosa mansa que haga hijos, y no comen carne, y que este Monasterio es de gran renta, y decían que desde el pie de aquel monte hasta arriba, donde el dicho Monasterio está, que hay dos jornadas: y sin este Monasterio que hay en este monte, hay otros cincuenta o sesenta Monasterios, y que todos los Monjes de ellos visten cilicio negro, y que no comen carne, ni beben vino, ni comen aceite, ni pescado que tenga sangre; y esto contaban algunos Griegos que en la dicha nave estaban, que habían estado y vivido algún tiempo en aquel monte santo. Eso mismo lo contaba el patrón, y otros hombres que habían estado allí.

     Miércoles, que fueron veinte y dos días del dicho mes de Octubre, tuvieron buen viento, como quiera que fuese poco e hicieron vela, y partieron de aquí, así que estuvieron de aquí surtos entre la dicha isla del Tenio, y la tierra de la Turquía en la canal quince días. Y este día miércoles que de aquí partieron, a hora de medio día fueron en par de una isla despoblada que ha nombre Mambre, y jueves siguiente hizo calma, que no pudieron pujar de esta isla adelante, ni podían entrar por la Boca, como quiera que parecía: y viernes siguiente a hora de vísperas hizo buen viento. Y entraron por la dicha Boca de Romania, y a la entrada es tan angosta, que no ha en ancho más de ocho millas, y luego a la entrada a la mano derecha está la tierra de la Turquía, y apareció luego allí en ella a la entrada en un otero alto que está junto del mar, un castillo alto con grande pueblo alrededor, y la cerca estaba desmochada y aportillada, y decían que podía hacer un año y medio que llegaron allí ocho galeras de Genoveses, y que la tomaron y robaron, y este castillo ha nombre el Cabo de los Caminos, y cuando los Griegos pasaron de la Grecia para destruir a Troya, aquí en este castillo tuvieron su real, y delante este castillo estaban hechas unas grandes cavas que los Griegos hicieron entre sí, y la ciudad de Troya; porque en caso que los de la ciudad viniesen a hacer rebato en ellos, no pudiesen llegar a la hueste. Y estas cavas eran tres, una ante otra, y a la mano izquierda en la tierra firme de la Grecia en derecho de este castillo de los Armenios apareció otro castillo en un cerro cerca del mar que ha nombre Xetea, y aparecían aquestos dichos lugares según estaban hechos, que fueron por guardar la entrada de la dicha Boca de Romania: y luego un poco adelante en la tierra de Turquía aparecieron dos torres grandes, y al pie de ellas unas pocas de casas, que había nombre Dubeque. Y decían que desde el cabo de Santa María hasta allí duraba la ciudad de Troya, que son sesenta millas, y a la tarde cuando el sol se quería poner, fueron en par de una torre que estaba junta con el mar en tierra de la Grecia, que ha nombre la torre del Vituperio.

     Y otro día sábado siguiente fueron encima del lugar de Galipoli, un castillo y una villa que es en la Grecia, pero es de Muzalman Ahalali, hijo mayor que quedó del Turco. Y en este dicho Galipoli tiene el Turco toda su flota de galeras y de naos, y tiene unas atarazanas muy grandes, y tiene allí hasta cuarenta galeras, y tiene allí el dicho castillo muy abastecido, y con mucha gente y grande guarda. Y este Galipoli fue el primer lugar que los Turcos tuvieron en tierra de Grecia, y tuviéronlo por ocasión de Genoveses: y de este castillo a tierra de Turquía no hay más de hasta diez millas, que son tres leguas. Y por ocasión de este castillo ganaron los Turcos los lugares y tierra que han ganado de la Grecia, y si este lugar perdiesen, perderían cuanto en la Grecia han ganado, ca como tienen en este castillo sus fustas y la tierra de la Turquía cerca, luego les pasa socorro de gente. Y en este castillo tiene el Turco toda su fucia para apremiar a los Griegos, y desde la entrada de la Boca de Romania, hasta este dicho lugar de Galipoli es muy estrecho, ca el mar entra angosto allí entre la tierra de la Grecia, y la tierra de la Turquía, y de aquí adelante se hace el mar un poco más ancho: y encima del dicho lugar de Galipoli aparecieron dos castillos, que ha nombre el uno de ellos Satorado, y el otro Examille. Y en este derecho apareció la tierra de la Turquía, sierras y montañas altas, y la tierra de la Grecia llana y tierra de labranzas de pan. Y a la noche fueron a par de un cabo de la tierra de la Turquía que ha nombre Quinisico, y decían que cuando el Tamurbec venció al Turco, que cierta gente que huyó de la batalla, que se viniera allí a aquel cabo por escapar, y probaron de hacerlo isla y caváronlo. Y otro día domingo fueron en par de una isla poblada que ha nombre el Marmora. Y de esta isla fueron sacados los jaspes y mármoles y losas que en Constantinopla hay.

     Este día en la tarde fueron en par de un lugar del Emperador que ha nombre la Redea, y apareció una isla hacia tierra de la Turquía que ha nombre el Calonimo, y apareció el golfo de Trilla, y allí es una gran escala de los que van en Vursca, una gran ciudad de la Turquía. Y lunes siguiente amanecieron cerca de aquí, ca hizo calma y poco viento, y otro día martes hizo poco viento y tiempo contrario, y fueron hasta tierra de la Grecia, y surgieron y echaron ancla cuanto dos millas de la tierra. Y de allí a Constantinopla había quince millas, y de allí enviaron los dichos Embajadores tomar posadas a la ciudad de Pera, y hacer saber al Emperador en cómo iban.

     Y miércoles siguiente, que fueron veinte y cuatro del dicho mes de Octubre, hicieron poner todas sus cosas en una barca grande, y ellos entraron en ella, y fuéronse para Pera, donde tenían aparejado donde posasen, y esto hicieron ellos por cuanto el viento era contrario, y la nao no podía ir tomar el puerto, y por deliberar aína, y aderezar lo que les cumplía para ir su viaje, que el tiempo era breve.

     Y domingo siguiente, que fueron veinte y ocho días del mes de Octubre, el Emperador de Constantinopla envió por los dichos Embajadores, y pasaron de Pera en Constantinopla en una barca, y hallaron asaz de gente que les estaba esperando, y caballos en que fuesen, y fueron ver al Emperador, y halláronlo en su palacio que acababa de oír Misa, y con él estaba asaz de gente, y recibiólos muy bien, y apartóse con ellos en una cámara: y al Emperador hallaron en un estrado un poco alto con unos tapetes pequeños, y en el uno de ellos puesto un cuero de león pardo, y a las espaldas una almohada de tapete prieto con unas labores de oro. Y de que hubo estado con los dichos Embajadores una gran pieza, mandóles ir para sus posadas, y un gran ciervo que entonces trajeron al dicho Emperador unos sus monteros, mandólo traer a la posada de los dichos Embajadores, y el Emperador tenía allí consigo a la Emperatriz su mujer, y tres hijos pequeños machos, y el mayor de ellos podía haber hasta ocho años. Y lunes siguiente el Emperador envió unos Caballeros de su casa a los dichos Embajadores, con los cuales les envió responder a lo que habían hablado.

     Y martes siguiente, que fueron treinta días del dicho mes de Octubre, los dichos Embajadores enviaron decir al Emperador, en como ellos habían voluntad de ver y mirar aquella ciudad, y otrosí de ver las sus reliquias e Iglesias que en ella había, y que le pedían por merced que se lo mandase mostrar, y el Emperador mandó a su yerno que llamaban Micer Ilario Genovés, que era casado con una su hija que no era legítima, que anduviese con ellos, y otros ciertos hombres de su casa, y que les mostrasen lo que quisiesen ver.

     Y la primera cosa que les fueron mostrar fue una Iglesia de San Juan Bautista, que llaman San Juan de la Piedra, la cual Iglesia está cerca del palacio del Emperador. Y luego encima de la entrada de la primera puerta de esta Iglesia estaba una figura de San Juan muy rica y muy bien dibujada de obra de mosaico, y junto con esta puerta está un capitel alto armado sobre cuatro arcos, y so él pasan para entrar al cuerpo de la Iglesia, y el cielo de este capitel y las paredes es todo imaginado de imágenes y figuras muy hermosas de obra de mosaico, la cual obra de mosaico son de unos pedazuelos muy pequeños, que son dorados de fino oro, y de esmalte azul y blanco y verde y colorado, y de otras muchas colores cuantas pertenecen para departir las figuras e imágenes y lazos que allí están hechos: así que esta obra parece muy extraña de ver, y allende de este capitel está luego un gran corral cercado alrededor de casas sobradadas con sus portales, y en él muchos árboles y cipreses, y a par de la puerta de la entrada del cuerpo de la Iglesia está una hermosa fuente so un capitel que está armado sobre ocho mármoles blancos, y la pila de la fuente es de una losa blanca, y el cuerpo de la Iglesia es como una cuadra redonda, y encima un capitel, y es muy alta y armada sobre mármoles de jaspe verdes, y de frente como hombre entra están tres capillas pequeñas en que están tres altares, y el de en medio es el mayor, y las puertas de esta capilla son cubiertas de plata sobredorada. Y a esta puerta de esta capilla están cuatro mármoles de jaspe pequeños, y por ellos unas cintas de plata sobredoradas que les cruzan como en cruz, y en ellas engastonadas muchas piedras y de muchas maneras, y a las puertas de estas capillas están unos destajos de paños de seda que se corren a una parte y a otra, y estos destajos ponen, porque cuando el Preste entra a decir Misa, que no lo vean, y el cielo de esta cuadra es muy rico, obrado de obra de mosaico. Y en el cielo alto está una figura de Dios Padre, y las paredes de esta capilla son de esta obra misma hasta cerca del suelo, y dende ayuso de losas verdes de jaspe, y el suelo de losas de jaspe de muchas colores hechas a muchos lazos, y esta capilla estaba cerrada toda alrededor de sillas de madera entretalladas muy bien hechas, y entre cada silla estaba uno como brasero de latón con ceniza, en que escupe la gente porque no escupa en el suelo, y muchas lámparas de plata y de vidrio, y aquí en esta Iglesia había muchas reliquias, de las cuales tiene la llave el Emperador. Y fueles mostrando este día el brazo izquierdo de San Juan Bautista: el cual brazo era de so el hombro ayuso hasta en la mano. Y este brazo fue quemado, y no tenía salvo el cuero y el hueso, y a las coyunturas del codo y de la mano estaba guarnecida de oro con piedras. Y esta dicha iglesia había otras muchas reliquias de Jesu-Cristo, y no les fueron mostradas este día, por cuanto el Emperador era ido a cazar, y las llaves dejólas a la Emperatriz su mujer, y cuando ella las dio olvidóse de dar las do estaban las dichas reliquias; pero después otro día les fueron mostradas, según adelante vos diré y contaré: y esta dicha Iglesia es Monasterio de Monjes religiosos, y tienen un refitor en un sobrado muy grande, y en medio de él estaba una mesa de piedra mármol blanco, en que había treinta pasos, y ante ella muchas sillas de madera, y tenía veinte y un poyo otrosí de losas blancas, que eran así como platos para poner vajilla o vianda: y otrosí tenía otras tres mesas pequeñas otrosí de losas: dentro en este Monasterio hay muchas huertas y viñas y otras cosas asaz que no se podrían escribir en breve.

     Y luego este día fueron ver otra Iglesia de Santa María que ha nombre Peribelico, y en la entrada de esta Iglesia está un gran corral en que hay cipreses, nogales y olmos y otros muchos árboles, y el cuerpo de la Iglesia de partes de fuera es todo imaginada de imágenes y figuras de muchas maneras de obra rica de oro y de azul, y de otras muchas colores. Y luego a la entrada del cuerpo de la Iglesia a la mano izquierda estaban muchas imágenes figuradas, entre las cuales está una imagen de Santa María, y a par de ella de la una parte está una imagen de Emperador, y a la otra parte una imagen de Emperatriz, y a los pies de la imagen de Santa María están figurados treinta castillos y ciudades, y escritos los nombres de cada uno de ellos en Griego. Y estas dichas ciudades y castillos dijeron que solían ser del señorío de aquella Iglesia, y que se las hubiera dado un Emperador que la dotó que tuviera nombre Romano, que allí yace enterrado. Y a los pies de aquella imagen estaban colgados unos privilegios de escrito en acero, sellados con sellos de cera y de plomo, que decían que eran los privilegios que aquella Iglesia tuviera de las dichas ciudades y castillos. Y en el cuerpo de esta Iglesia había cinco altares. Y el cuerpo de esta Iglesia era una cuadra redonda muy grande y alta, y era armada sobre mármoles de jaspe de muchos colores, y el suelo y las paredes era así mismo de losas de jaspe: y esta cuadra era cercada alrededor de tres naves que se contenían en ella, y el cielo era todo uno, el de las naves, y el de la cuadra era todo labrado de obra mosaico muy rica, y en él un cabo de la Iglesia a la mano izquierda estaba una gran sepultura de piedra de jaspe colorado, y allí yacía el dicho Emperador Romano, y dijeron que aquella sepultura solía ser cubierta de oro, y en ella engastadas muchas piedras preciosas, y decían que cuando los Latinos ganaron aquella ciudad, podía hacer noventa años que robaran aquella sepultura. Y en esta Iglesia estaba otra gran sepultura de piedra de jaspe en que yacía otro Emperador: y aquí en esta Iglesia estaba el otro brazo del bienaventurado San Juan Bautista, el cual fue mostrado a los dichos Embajadores: el cual brazo era el derecho, y era desde el codo ayuso con su mano, y estaba bien fresco y sano, y como quiera que dicen que todo el cuerpo del bienaventurado San Juan fue quemado, salvo el un dedo de la mano derecha con que señaló cuando dijo: Ecce Agnus Dei: todo este dicho brazo estaba sano, según allí apareció: estaba engastonado con unas vergas de oro delgadas, y faltábale el dedo pulgar, y la razón que los Monjes decían porque faltaba aquel dedo de allí, era ésta: Decían que en la ciudad de Antioquía, al tiempo que en ella había idólatras, que andaba en él una figura de dragón y que habían por costumbre los de la ciudad de dar cada año a comer a aquel dragón una persona. Y que echaban suertes a cual caería, y que aquel a quien caía, que no pudiese excusar que no lo comiese aquel dragón: la cual suerte dicen que cayó en aquel tiempo a una hija de un hombre bueno, y que cuando vio que no podía excusar de dar su hija a aquel dragón, que tuvo gran cuita en su corazón, y que con dolor de la hija que se fuera a una Iglesia de Monjes Cristianos, que entonces en la dicha ciudad había, y dijo a los Monjes que él había oído algunas veces, que Dios había hecho muchos milagros por San Juan, por ende que él quería creer que era verdad, y adorar en aquel brazo suyo que allí tenían. Y demandóle merced que entre los otros milagros que Dios nuestro Señor había mostrado por él, que quisiese ahora hacerle merced de mostrar éste, e hiciese como su hija no muriese tan mala muerte, como era comida de aquella fiera, y la librase de aquel peligro; y que los Monjes habiendo compasión de él, que le mostraron el dicho brazo, y que él que hincara los hinojos por lo adorar, y que con dolor de la hija que travara con los dientes del dedo pulgar de la mano del Santo glorioso, y que se lo arrancara y llevara en su boca, que los Monjes no lo vieron, y que cuando quisieron dar la Doncella al dragón, que él que abrió la boca por la comer, y que él entonces que le lanzó el dedo del bienaventurado San Juan Bautista en la boca, y que reventó luego el dragón, que fue un gran milagro; y que aquel hombre que se convirtió a la Fe de nuestro Señor Jesu-Cristo.

     Y otrosí en esta misma Iglesia les fue mostrada una cruz pequeña cuanto un palmo, guarnida con un pie de oro, y con unas vergas de oro por los cabos, y con un crucifijo pequeño, y estaba engastonado en una talla que era cubierta de oro, que se podía quitar y poner en ella, la cual es que dijeron que fuera hecha del palo mismo de la vera-cruz en que nuestro Señor Jesu-Cristo fuera puesto, y era de color prieto, y fuera hecho cuando la bienaventurada Santa Elena, madre de Constantino que pobló aquella ciudad, trajo la vera-cruz allí a la ciudad de Constantinopla, que allí fue traída toda enteramente desde Jerusalén, donde la halló cuando la hizo buscar y desenterrar. Y otrosí les fue mostrado el cuerpo del bienaventurado San Gregorio, el cual estaba sano y entero: y fuera del cuerpo de la Iglesia estaba una claustra de obra bien hermosa de muchas historias, entre las cuales estaba figurado la virga de Iesse, del linaje donde vino la Virgen Santa María, y era de obra mosaico, y era tan maravillosa y tan rica, y tan bien dibujada, que tengo que el que esta vio que no vio otra tan maravillosa: y en esta Iglesia había muchos Monjes que mostraron a los dichos Embajadores las sobredichas cosas, y mostráronles un refitorio muy ancho y muy alto, y en medio de él estaba una mesa de mármol blanco muy bruñido y muy bien hecha, y había en luengo treinta y cinco palmos, y el suelo de losas llanas otrosí, y al cabo de este refitorio había otras dos mesas pequeñas de mármol blanco, y el cielo era todo de obra mosaico, y en las paredes estaba historiado de obra de mosaico, la cual era desde que el Ángel San Gabriel saludó a la Virgen Santa María, hasta que nació Jesu-Cristo nuestro Dios, y después que anduvo por el mundo con sus discípulos, y todo el discurso de su bendita vida hasta que fue crucificado. Y en este refitorio había muchos poyos de losa blanca apartados cada uno sobre sí, que eran hechos por poner en ellos la vajilla y vianda. Y además en este Monasterio había muchas casas en que moraban los Monjes, y había muchos cumplimientos en las dichas casas, porque había huertas y aguas y viñas, a tanto que parecía que podía en ella ser poblada una grande villa.

     Otrosí este dicho día les fue mostrado otra Iglesia que ha nombre San Juan, y es un Monasterio do viven muchos Monjes religiosos, y han un mayoral entre ellos. Y la primera parte de la Iglesia es muy alta y de obra rica, y delante de esta puerta está un grande corral y luego el cuerpo de la Iglesia, y el cual cuerpo es una cuadra redonda sin esquinas muy alta, y es cerrada alrededor de tres grandes naves, que son cubiertas de un cielo ellas y la cuadra. Y hay en ella siete altares, y el cielo de esta cuadra y naves y las paredes es de obra de mosaico muy ricamente labrada, y en ello muchas historias, y la cuadra está armada sobre veinte y cuatro mármoles de jaspe verde, y las dichas naves son sobradadas, y los sobrados de ellas salen al cuerpo de la Iglesia: y allí había otros veinte y cuatro mármoles de jaspe verde, y el cielo de la cuadra y las paredes es de obra mosaico, y los andamios de las naves salen sobre el cuerpo de la Iglesia, y allí do había de haber verjas había mármoles pequeños de jaspe, y fuera del cuerpo de la Iglesia estaba una hermosa capilla obrada de maravillosa labor de obra de mosaico rica, y en ella estaba muy ricamente figurada la imagen de Santa María, y bien parecía que a reverencia suya había sido hecha aquella capilla, y así mismo había en aquella Iglesia un grande refitorio de una gran mesa de mármol blanco, y en las paredes de este refitorio estaba historiado de mosaico el misterio del jueves de la cena, en como nuestro Señor Jesu-Cristo estaba sentado a la mesa con sus discípulos, y en este Monasterio había muchos cumplimientos de casas de huertas y aguas, y otras muchas cosas.

     Otro día les fueron mostrados un campo que es llamado el Hipódromo, donde solían justar y tornear, el cual es cerrado de mármoles blancos, a tan gruesos cuanto tres hombres podrían abarcar con los brazos, y tan altos como dos lanzas de armas, y más, los cuales mármoles eran puestos por compás uno con otro alrededor, y eran treinta y siete mármoles, y estaban asentados sobre unas basas blancas muy grandes, y encima eran todos cerrados de arcos que iban de uno al otro, de manera que se podían todos andar por encima alrededor, y encima había hechos andamios con su pretil y almenas cerrado de ambas partes, y aquellos arcos y cerramiento que encima era hecho, era tan alto, que daría a un hombre a los pechos: y era hecho de losas y mármoles blancos entretallados entre aquellos andamios que estaban hechos: todo lo cual era hecho a efecto de que sobre estos dichos mármoles acostumbraban estar las Dueñas y Doncellas, y gentiles mujeres, cuando miraban las justas y torneos que allí se hacían: y luego de estos mármoles adelante por un llano iba uno rengle de mármoles, derecho uno con otro; y cuanto veinte o treinta pasos de aquellos mármoles estaba entre ellos un asentamiento alto sobre cuatro pilares de mármoles, y encima de ellos estaba una silla de mármol blanco con otros asentamientos alrededor, y de los asentamientos salían hacia arriba cuatro imágenes de piedra blanca, tan grandes como un hombre cada una, y en aquella silla y asentamiento solían estar los Emperadores, cuando miraban las justas y torneos. Y un poco adelante entre estos dichos mármoles estaban dos basas de piedra mármol muy grandes, una encima de otra, que era cada una tan alta como una lanza de armas, y más: y encima de estas basas estaban cuatro tajos de cobre cuadrados, y encima de estos tajos estaba enhiesta una piedra alargada todavía más aguda hacia arriba, la cual piedra podía ser tan alta como seis lanzas de armas, y esta piedra estaba sobre los dichos tajos, que no estaba pegada ni se tenía con ninguna cosa, tanto que era una maravilla de ver una tan grande cosa de piedra tan aguda y delgada cómo pudo ser puesta allí, o cuál ingenio, o cuál fuerza de hombre la pudieron enhestar y poner allí, que tan alta es que por la mar se aparece antes aquella columna de muy grande pieza que no la ciudad, y esta piedra dícese que fue puesta allí por memoria de un gran hecho que acaeció en el tiempo que allí se puso, y en las basas debajo de ella estaba escrito, quien mandó allí poner aquella piedra, y por cuál hecho: y por cuanto la escritura era en latín Griego, y era ya tarde, por eso no se pudieron detener, a que fuesen por quien a leyese; pero decían que por un grande hecho que en aquel tiempo acaeciera fuera allí puesta, y de allí para adelante iba siempre el dicho rengle de mármoles, pero no eran tan altos como los primeros: y en ellos estaba entretallado y pintado los grandes hechos y cosas que en aquel tiempo hacían los Caballeros y Gentiles hombres, y entre estos mármoles estaban tres figuras de culebras de cobre y de otros metales, y eran torcidas en uno como soga, y encima tenía tres cabezas apartada la una de la otra, y las bocas abiertas, y decían que fueran puestas aquellas figuras de culebras allí por un encantamiento que fuera hecho, que decían que en la ciudad solía ser y haber muchas culebras, y otras alimañas malas que mataban los hombres, y los emponzoñaban: y que un Emperador que a la sazón era que las hizo encantar en aquellas figuras de culebras, y que en adelante nunca hicieron mal a ninguna persona en la ciudad. Y este dicho campo era muy grande, y era todo alrededor cercado de grandes gradas, unas que subían encima de las otras bien altas, y estas gradas eran hechas, para que estuviese y mirase la gente menuda del pueblo, y debajo de estas gradas estaban grandes casas con puertas que salían al campo donde se armaban y desarmaban los Caballeros que habían de justar y de tornear.

     Y otrosí fueron ver este dicho día la Iglesia que dicen Santa Sofía. Y Santa Sofía quiere decir en lenguaje Greciano, como vera sapiencia que es hijo de Dios. Y a esta significanza fue hecha esta Iglesia, y es la mayor y la más honrada, y más privilegiada de todas cuantas en la ciudad hay: y en esta Iglesia hay Canónigos que llaman Caloyeros, que la sirven así como Iglesia Catedral, y en ella está el Patriarca de los Griegos que ellos llaman Marpollit. Y en una plaza que está ante la Iglesia están nueve mármoles blancos, los mayores y más gruesos que creo que hombre viese, y encima tenían sus basas, y decían que allí solía estar edificado encima un grande palacio donde solían juntarse y hacer su cabildo el Patriarca y los Clérigos: y en esta misma plaza ante la Iglesia estaba una columna de piedra muy alta a maravilla, y encima de ella estaba puesto un caballo de cobre, a tan alto y tan grande como podrían ser cuatro caballos grandes, y encima de él estaba una figura de Caballero armado, así mismo de cobre, con un plumaje muy grande en la cabeza a semejanza de cola de pavo. Y el caballo tenía unas cadenas de hierro atravesadas por el cuerpo que estaban atadas a la columna, que lo tenían que no cayese ni le derrocase el viento; el cual caballo es muy bien hecho, y está figurado con la una mano y con el un pie alzado, como que quiere saltar ayuso, y el Caballero que está encima tiene el brazo derecho alto, y la mano abierta, y con la mano izquierda del otro brazo tiene la rienda del caballo, y una pella redonda dorada en la mano, el cual caballo y Caballero es tan grande, y la columna tan alta que es una maravillosa cosa de ver: y esta maravillosa figura de Caballero que encima de esta columna estaba, dícese, que era del Emperador Justiniano, que edificó esta figura y esta Iglesia, e hizo grandes y notables hechos con los Turcos en su tiempo. Y a la entrada de esta Iglesia debajo de un arco que está aquende de la puerta está él puesto armado sobre cuatro mármoles, y so él está una capilla pequeña muy rica y muy hermosa, y adelante de esta capilla está la puerta de la Iglesia, y es muy grande y alta y cubierta de latón, y adelante de ella está un corral pequeño, y en él unos andamios altos: y luego está otra puerta cubierta de latón según la primera, y delante de aquella puerta va una nave muy ancha y alta, que es cubierta de un cielo de madera, y a la mano izquierda está una claustra muy grande y muy bien hecha, con muchas losas y mármoles de jaspe de muchos colores, y a la mano derecha so esa dicha nave cubierta, que está ante la segunda puerta, está el cuerpo de la Iglesia: el cual tiene cinco puertas altas y grandes cubiertas de latón, y la de en medio es más alta y mayor, y por ellas entran al cuerpo de la Iglesia, el cual cuerpo de la Iglesia es una como cuadra redonda, la mayor y más alta y más rica y hermosa que creo que en el mundo pueda ser, la cual cuadra es en el cuerpo de la Iglesia, y es cercada alrededor de tres naves muy grandes y anchas, que se contienen con la dicha cuadra, que no hay departimiento entre ellas: y la dicha cuadra y estas naves son sobradadas, y los sobrados salen al cuerpo de la cuadra, de suerte que desde allí pueden oír la Misa y las horas, y de estos sobrados suben unos a otros, los cuales son armados sobre mármoles de jaspe verde, y después los cielos juntamente con la cuadra; pero el capitel de la cuadra sube muy más alto que no el cielo de las naves: el cual es un capitel redondo y muy alto, tanto que bien ha menester hombre que catar con los ojos desde ayuso: la cual cuadra ha en luengo ciento y cinco pasos, y en ancho noventa y tres, y es armada sobre cuatro pilares muy grandes y gruesos, que son cubiertos de losa de jaspe de muchas colores, y de pilar a pilar iban unos arcos que eran armados sobre doce mármoles de jaspe verde, y muy altos y grandes que sostienen la dicha cuadra. Y en ellos había cuatro mármoles muy grandes, los dos a la una parte derecha, y los otros dos a la siniestra, los cuales eran colorados de una cosa que es hecha de polvos artificialmente, y llámanle pórfido: y el cielo de esta cuadra era cubierto y dibujado de obra de mosaico muy rica, y en medio del cielo encima del altar mayor estaba figurada una imagen muy devota de Dios Padre muy grande y muy propia de aquella obra mosaico de muchas colores, y tan alta es esta cuadra donde este Dios Padre está hecho, que desde abajo no parecía salvo tan grande como un hombre, o poco más, y tan grande es que dicen que del un ojo al otro hay tres palmos, y al que lo mira no parece salvo que es como ni más ni menos un hombre, y esto es por la grandísima altura en que está. Y en el suelo en medio de esta cuadra estaba uno como predicatorio hecho sobre cuatro mármoles de jaspe, y las paredes de él cubiertas de muchas losas de jaspe de muchas colores, y este predicatorio era todo cubierto de un capitel, que estaba sobre ocho mármoles muy grandes de jaspe de muchas colores, y allí predicaban, y también decían en él el Evangelio el día de fiesta, y así las paredes como el suelo de la dicha cuadra y naves de la Iglesia eran de unas muy grandes losas de jaspe de muchas colores, y muy bruñidas: todo lo cual estaba labrado y hecho con muchos lazos y trenzamientos bien hermosos de ver, y una pieza de las paredes de los arcos que sostenían la dicha cuadra, era de losas blancas muy hermosas, en que estaban hechos muchos entallamientos de muchas y diferentes figuras propias, y lo que era así entretallado y cubierto de losas, era cuanto un estado de hombre en alto del suelo, y desde arriba era de obra de mosaico muy rica y muy bien hecha, y los sobrados de las naves de la sobredicha Iglesia cercaban arriba toda la cuadra en derredor, salvo allí do era el altar mayor, todo lo cual era cosa de ver. Y estos sobredichos sobrados habían en ancho hasta noventa pasos, poco más o menos, y alrededor tendría como hasta cuatrocientos y diez pasos, y estos andamios y sobrados,  y el cielo de ellos eran obrados de obra de mosaico, muy hermosamente artificiado: y en una pared de estos sobredichos sobrados de hacia la mano izquierda como hombre subía arriba, estaba una grandísima losa blanca puesta en la pared, entre otras muy muchas en que estaba de suyo dibujado muy naturalmente sin ningún artificio humano de esculpido ni pintado, la sacratísima y bienaventurada Virgen Santa María, con nuestro Señor Jesu-Cristo en sus santísimos brazos, y el gloriosísimo precursor suyo San Juan Bautista de la otra parte, y estas imágenes, como aquí digo, no eran dibujadas ni pintadas con ningún color, ni hecha de ningún entallamiento, más de suyo mismo, porque la propia piedra nació así y se crió con las propias venas y señales que en ella claramente se aparecían, y formábanse en ella aquellas imágenes, y decían que cuando aquella piedra fue labrada y sacada, para poner allí en aquel santísimo lugar, vieron aquellas maravillosísimas y bienaventuradas imágenes en ella, y visto aquel misterio tan grande y milagro, y por ser esta dicha Iglesia la mayor de la ciudad, fue traída y puesta allí aquella piedra, y estas dichas imágenes parecían como que estuviesen entre las nubes del cielo, cuando está claro, y como si tuviese un velo delgado ante sí. Y tanto parecían más maravillosas siendo como cosa espiritual que Dios quiso allí mostrar, y al pie de estas imágenes estaba un altar y una capilla pequeña en que decían Misa, y aquí en esta Iglesia les fue mostrado un cuerpo santo de un Patriarca, que estaba entero en carne y en hueso.

     Otrosí les fueron mostradas las parrillas en que el bienaventurado San Lorenzo fue asado, y en esta dicha Iglesia hay sótanos y cisternas, y casas debajo en que hay extraña cosa de obra maravillosa de ver, y muchas casas, y cumplimientos de todas cosas, pero que se va a perder lo más de ello: y otrosí junto con la Iglesia hay muchos edificios caídos, y puertas que entraban a la Iglesia cerradas y caídas, y decían que el circuito de esta Iglesia solía durar alrededor de esta iglesia diez millas, y en esta Iglesia había una cisterna muy grande que estaba so tierra que tenía mucha agua, y tan grande era que decían que podrían en ella estar cien galeras: todas estas dichas obras, y otras muchas fueron vistas en esta Iglesia, y tantas que no se podrían contar ni escribir tan en breve, ca tan grande es el edificio y obras maravillosas que en esta Iglesia hay, que no se acabara de ver en mucho tiempo, aunque el hombre no se ejercitara más de cuanto pudiese mirar de cada día, que siempre vería cosas nuevas, y los tejados de ella son todos cubiertos de plomo. Y esta dicha Iglesia es muy privilegiada, porque cualquier persona, así Griego como de otra cualquiera generación que sea, que haga cualquier maleficio, así de robo, como de hurto o de muerte, y se acoja a ella, no será de allí sacado.

     Y este dicho día fueron ver otra Iglesia que ha nombre San Jorge: en el cual templo luego ante la primera puerta está un grande corral en que hay muchas huertas y casas, y el cuerpo de la Iglesia está entre estas huertas, y ante la puerta de la Iglesia de partes de fuera está una pila de bautizar bien grande y hermosa, y sobre ella está un capitel armado sobre ocho mármoles blancos entretallados de muchas figuras, y el cuerpo de esta Iglesia está muy alto, y toda cubierta de obra de mosaico, y en él estaba figurado cuando nuestro Señor Jesu-Cristo subió a los cielos, y el suelo de esta Iglesia estaba maravillosamente obrado, ca era cubierto de losas de pórfido, y de jaspe de muchas colores, y en él hechos muchos lazos muy bien hechos, y de esta obra misma eran las paredes, y en medio del cielo de esta Iglesia está figurado un Dios Padre de obra de mosaico encima de la entrada de la puerta, y está figurada la vera-cruz, que la muestra un Ángel de entre las nubes del cielo a los Apóstoles, al tiempo que viene sobre ellos el Espíritu Santo en figura de fuego, de obra de mosaico muy maravillosamente obrado, y en esta Iglesia estaba una gran sepultura de jaspe, y cubierta con un paño de seda, y yacía allí una Emperatriz, y por cuanto era ya la noche cerca, quedó para otro día miércoles que los dichos Embajadores pasasen en Constantinopla a la puerta que es llamada Quinigo, y que allí hallaría al dicho Micer Ilario, y a los otros de casa del Emperador que con ellos andaban, y caballos en que cabalgasen, y que irían a ver lo más de la ciudad, y de las cosas de ella, y los dichos Embajadores se tornaron a Pera donde posaban, y los otros sobredichos se fueron a sus casas.

     Y otro día miércoles los dichos Embajadores no pudieron pasar en Constantinopla como tenían acordado, porque este día vinieron nuevas a la ciudad de Pera, en como ciertas galeras de Venecianos habían salido a la armada de galeras de Genoveses que iban de la guerra del Reino de Alejandría, de que era Capitán Mosén Buchicate, y que las había desbaratado cerca de Mondon, y habían muerto muy muchos de ellos en demasía, y había tomado ciertas galeras, y habían prendido a Chastel Morate sobrino de Buchicate.

     Y sobre esto hubo en la ciudad muy grande bullicio, y prendieron ciertos Venecianos que ahí estaban, y tomáronles ciertos navíos que allí tenían, y la potestad y gobierno de la ciudad hizo tomar una galeota en que los dichos Señores Embajadores habían de ir a Trapisonda, porque la querían para enviar en mensajería, y fue gran desmán a los dichos Embajadores, el hacerles tomar aquella galeota, por cuanto el tiempo era breve, y no podían hallar navío tan aína como querían, y hubieron de buscar otro navío para haber de avisarse en lo que cumplía a servicio del Rey, y enviaron decir al dicho Micer Ilario, que no podían aquel día pasar en Constantinopla como le habían prometido y tenían acordado, pero que otro día pasarían: y este día vino el Emperador de monte, y envió a los dichos Embajadores medio puerco de uno que había muerto.

     Y después otro día jueves primero día de Noviembre, los dichos Embajadores pasaron en Constantinopla y hallaron presto al dicho Micer Ilario, y otros de casa del Emperador a la puerta de Quinigo, que los estaban esperando, y cabalgaron, y fueron ver una Iglesia que ha nombre Santa María de la Cherne, la cual Iglesia estaba dentro en la ciudad a par de un castillo que estaba derrocado, que solía ser posada donde los Emperadores habitaban: el cual castillo derrocó un Emperador porque lo prendió en él un su hijo, según adelante vos será contado: la cual Iglesia de Santa María de la Cherne solía ser capilla de los Emperadores, y el cuerpo de ella eran tres naves, y la de en medio era la más grande y mayor y más alta, y las otras dos eran más bajas, y eran sobradadas, y los sobrados de ellas salían a la nave mayor: las cuales naves de la dicha Iglesia, así la mayor como las otras, eran armadas en esta manera: que se levantaban de unos grandes mármoles de jaspe verde, y los pies sobre que estaban, y las basas eran de mármol blanco entretallados de muchas labores y figuras, y el cielo de estas naves y las paredes de ellas, hasta la mitad eran de losas de jaspe de muchas colores, y artificiosamente estaban hechos muchos lazos y obras bien hermosas, y el cielo de la nave mayor era muy rico, y era hecho de madera a cubos y a travamientos, y era todo el cielo y cubos y travamientos dorado de muy fino oro, ca como quiera que la Iglesia estaba mal parada a muchas partes, empero la labor de aquel cielo y doradura de él estaba tan fresco y tan hermoso como si entonces se acabara de labrar, y en la nave mayor estaba un rico altar y un predicatorio, y así mismo muy rico: y esta obra de esta Iglesia era muy rica y costosa, y los tejados de ella eran todos cubiertos de plomo.

     Y este dicho día fueron ver las reliquias que estaban en la Iglesia de San Juan, las cuales no les fueron mostradas el día de antes por mengua de las llaves, y como llegaron a la Iglesia los Monjes revistiéronse, y encendieron muchas hachas y cirios, y tomaron las llaves, y cantando sus cantos subieron a una como torre, do estaban las dichas reliquias, y con ellos un Caballero del Emperador, y descendieron un arca colorada, y los Monjes venían trabados de ella diciendo sus cantos muy dolorosos, y las hachas encendidas, y muchos incensarios ante ella, y pusiéronla en el cuerpo de la Iglesia sobre una mesa alta que era cubierta de un paño de seda: la cual arca estaba sellada con dos sellos de cera blanca, que estaban echados a dos aldavillas de plata. Y así mismo estaba cerrada con dos cerraduras, y abriéronlas y sacaron de ellas dos plateles grandes de plata dorados, los cuales cuando sacaban las reliquias servían para ponerlas encima. Y sacaron luego de la dicha arca un talegón de dimito blanco, que estaba sellado con un sello de cera, y deselláronlo, y sacaron una arqueta de oro pequeña redonda, y dentro estaba el pan que el jueves de la cena dio nuestro Señor Jesu-Cristo a Judas, en señal de quién era el que lo traicionaría, el cual no lo pudo comer. Y estaba envuelto en un cendal colorado, y sellado con dos sellos de cera bermeja, y sería aquel pan cuanto tres dedos de la mano. Otrosí sacaron de aquel talegón una arqueta de oro más pequeña que la primera, y dentro en ella estaba una bujía engastonada en ella que no se podían de allí quitar: la cual bujía era de cristal, y dentro en ella estaba de la sangre de nuestro Señor Jesu-Cristo, de la que le salió por el costado, cuando Longinos le dio la lanzada. Y de este talegón sacaron otra arqueta pequeña de oro, y la tapa de encima era horadada así como un rayo, y dentro de ella estaba de la sangre que salió de un Cristo crucificado que una vez hirió un judío por hacer escarnio en la ciudad de Baruto: y sacaron otrosí una bujía de cristal, que tenía una tapadera, y una cadenilla de oro de que se tenía, en que estaba un cendal pequeño colorado, en que estaban de las barbas de nuestro señor Jesu-Cristo, de las que le mesaron los Judíos cuando lo crucificaron. Otrosí sacaron del dicho talegón un relicario en que estaba un pedazo de la piedra en que nuestro Señor Jesu-Cristo fue puesto, cuando lo descendieron de la cruz. Y otrosí de esta arca fue sacada una arca de plata sobredorada cuadrada, de hasta dos palmos y medio en luengo: y la cual estaba sellada con seis sellos que estaban echados a seis pares de aldavillas de plata redondas, y tenía una cerradura, y de ella colgada una llave de plata, y abrieron aquella arca, y sacaron de ella una tabla que era toda cubierta de oro, y estaba en ella el hierro de la lanza con que Longinos dio a nuestro Señor Jesu- Cristo, y era delgado como espiote o hierro de aljaba, y a donde estaba el hasta, estaba horadado, y podría ser tan luengo como un palmo y dos dedos, y en él a los cabos a lo agudo estaba la sangre tan fresca, como si entonces acaeciera lo que con él hicieron a Jesu-Cristo, y sería este hierro a tan ancho cuanto dos dedos, y estaba engastonado en aquella tabla, que era cubierta de oro, y el hierro no era claro, antes estaba oscuro como reniento. Y otrosí estaba engastonado en aquella tabla un pedazo de la caña con que dieron a Jesu-Cristo nuestro Señor en la cabeza, cuando estaba ante Pilatos, y era a tan luenga como un palmo y medio, y era como colorada, y ayuso del hierro de la lanza, y de esta caña estaba en esta tabla así mismo engastonado un pedazo de la esponja con que a Jesu-Cristo nuestro Dios fue dada la hiel y el vinagre en la cruz, y en la dicha arca de plata donde esta tabla fue sacada estaba la vestidura de Jesu-Cristo nuestro Dios, sobre que echaron suertes los Caballeros de Pilatos, y estaba doblada y sellada con sellos, porque no cortasen de ella los que la viniesen a ver, como habían ya hecho algunas otras veces, y la una manga estaba fuera de la dobladura y de los sellos, la cual vestidura era forrada de un dimite colorado, que es como cendal, y la manga era angostilla de las que se abrochan, y era hendida hasta el codo: tenía tres botoncillos hechos como de cordoncillo, así como nudo de piguelas, y los botoncillos y la manga, y lo que se pudo ver de la saya, apareció de color colorado oscuro como de color rosado, y pareció que más tiraba a este color que a otro, y no parecía que fuese tejida salvo como labrada de aguja, ca los filos parecían como torcidos en trisne, y muy juntos: y cuando los dichos Embajadores fueron ver estas reliquias, los hombres honrados y gente de la ciudad que lo supieron fueron llegados allí por verlos, y lloraban muy fuertemente, y hacían todos oración.

     Y este día fueron ver un Monasterio de Dueñas que es llamado Omnipotens, y en esta Iglesia les fue mostrada una talla de mármol de muchas colores, en que había nueve palmos en luengo, y en aquella piedra dijeron, que fue puesto Jesu-Cristo nuestro Dios, cuando lo descendieron de la cruz, y en ella estaban las lágrimas de las tres Marías y de San Juan, que lloraron cuando fue Jesu-Cristo nuestro Dios descrucificado: las cuales lágrimas parecían heladas propiamente, como si entonces acaeciera allí.

     Otrosí en esta ciudad de Constantinopla está una Iglesia muy devota que llaman Santa María de la Dessetria, y es una Iglesia pequeña, y en ella viven unos Canónigos religiosos que no comen carne, ni beben vino, ni comen aceite ni otra grosura alguna, ni pescado en que haya sangre, y el cuerpo de esta Iglesia es obrado de mosaico muy hermosamente, y en esta Iglesia está figurada una imagen de Santa María en una talla, la cual imagen, dicen que ha hecho y dibujó, e hizo con su propia mano el glorioso y bienaventurado San Lucas: la cual imagen, dicen, que ha hecho y hace muchos milagros cada día, y los Griegos han en ella gran devoción, y hácenla gran fiesta, la cual imagen está pintada en una tabla cuadrada tan ancha como seis palmos, y otros tantos en luengo, y está sobre dos pies, y la dicha tabla es cubierta de plata, y en ella engastonadas muchas esmeraldas y zafiros y turquesas y aljófar, y otras muchas piedras, y está metida en una caja de hierro, y cada martes le hacen una gran fiesta, y ayuntase allí una gran pieza de gente de religiosos y de beatos, y otras muchas gentes, y otrosí se ayuntan Clérigos de otras muchas Iglesias, y cuando dicen las horas, sacan aquella imagen fuera de la Iglesia a una plaza que allí está, y tan pesada es, que hay tres o cuatro hombres que la sacan afuera con unos como cintos de cuero que tienen con sus arpones, de que tiraban de aquella imagen, y de que la han sacado, pónenla en medio de la plaza, y hacen toda la gente oración a ella con gran lloro y gemidos que la gente da. Y estando así viene un hombre viejo y hace oración ante aquella imagen. Y de sí tómala en peso muy ligeramente, como si no pesara nada, y tiénenla en la procesión, y de sí métela en la Iglesia. Y maravilla es, un hombre solo alzar tan grande peso como aquella imagen pesa, y dicen, que otro hombre ninguno no la podría alzar, salvo aquel, porque viene de un linaje, que place a Dios que la alce. Y en ciertas fiestas del año llevan aquella imagen a la Iglesia de Santa Sofía con gran solemnidad, por la gran devoción que la gente tiene en ella.

     En esta Iglesia está enterrado un Emperador, padre del Emperador que anda fuera de Constantinopla en las razones, porque el Emperador que anda echado fuera de Constantinopla, dicen, que ha derecho al Imperio, y otrosí porque el castillo de Constantinopla fue derrocado, es esto. Este que ahora es Emperador en Constantinopla llámase Chirmanoli, que quiere decir Manuel, y su hermano fue Emperador antes de él, y tuvo un hijo, el cual fue desobediente a su padre tanto, que trataba ser contra él. Y el Turco Morato, padre de éste que el Tamurbec venció, hubo otrosí otro hijo en aquel tiempo, que le fue desobediente. Y el hijo del Turco y del Emperador hiciéronse a una, para deponer a sus padres, y tomarles el señorío. Y el Morato y el Emperador de Constantinopla hicieron eso mismo en uno contra los hijos, y vinieron sobre ellos, y halláronlos en el castillo de Galipoli, el que ahora es del Turco, y cercáronles allí y acordaron el Morato y el Emperador, que si a sus hijos tomasen, que les sacasen los ojos, y que aquel castillo que lo derrocasen, porque quedase por ejemplo para los que de ellos viniesen; e hiciéronlo así, que luego como los tomaron, derrocaron el castillo, y el Turco sacó los ojos al su hijo: y el Emperador tuvo duelo del su hijo, y no se los quiso sacar, mas mandólo poner en una cárcel muy honda oscura, y con bacines calientes hízole perder la vista de los ojos: y después que un tiempo estuvo así en la dicha prisión, consintió que la mujer de su hijo estuviese allí en la prisión con él, y ella le puso tales cosas en los ojos con que tornó a ver un poco: y un día estando aquella mujer con el hijo del Emperador vio una gran culebra salir de un gran agujero, y díjolo a su marido, y él luego dijo a la mujer, que le llevase do aquella culebra había entrado, y estuvo allí hasta que salió, y matóla con las manos, y dicen que era muy grande a maravilla, y mostráronla al Emperador su padre, y cuando la vio, tuvo grande compasión de su hijo, y mandólo sacar, y a cabo de tiempo tornó a su mal propósito, y prendió a su padre el Emperador, y túvolo preso un tiempo, hasta que tuvo mañas en como unos Caballeros suyos lo sacaron, y de que fue suelto, huyó el hijo, y él con despecho derrocó el castillo en que lo prendió su hijo, y desheredólo, y después de sus días dejó el Imperio a este Chirmanoli su hermano, que ahora lo tiene. Y él su hijo dejó un hijo que llaman Dimitie. Y éste ahora dicen que ha derecho al Imperio, y trae revuelta al Emperador, y son ahora avenidos en esta manera: que se llamen ambos a dos Emperadores, y que después de sus días de éste que ahora tiene el señorío del Imperio, que sea el otro Emperador, y después de sus días que lo torne a ser el hijo de éste que ahora es, y después el hijo del otro: y de esta manera son acordados, lo cual tengo que no lo cumplirán el uno ni el otro.

     Y en esta ciudad hay una cisterna bien hermosa de ver, que le llaman la cisterna de Mahomete: la cual cisterna es de bóvedas de argamasa, y debajo es armada sobre mármoles, hecha en ella diez y seis naves, y el cielo de ella está sobre cuatrocientos y noventa mármoles muy gruesos, y allí se solía coger mucha agua, que bastaba a gran gente.

     Y la ciudad de Constantinopla es cerrada muy bien de un alto muro y fuerte, y de fuertes torres y grandes, y han en ellas tres esquinas, de esquina a esquina hay seis millas, así que mide alrededor toda la ciudad diez y ocho millas, que son seis leguas, y las dos partes de ella cerca el mar, y la otra la tierra, y al un cabo al esquina que no cerca el mar, en uno alto están los palacios del Emperador, y como quiera que la ciudad sea grande y de gran cerca, no es toda bien poblada, ca en medio de ella hay muchos oteros y valles, en que hay labranzas de pan y huertas. Y a do están estas dichas huertas hay casas como a barrios, y esto es en medio de esta ciudad: y lo más poblado de ella es en lo bajo a raíz de la ciudad, cerca que va junta con el mar. Y el mayor meneo es de la ciudad a las puertas que salen al mar, señaladamente a las puertas que son en derecho de la ciudad de Pera, por las fustas y navíos que allí llegan a descargar. Y porque los de la una ciudad y de la otra pasan a hacer sus mercaderías, y hácenlas allí en derecho de la mar. Otrosí en esta ciudad de Constantinopla hay muy grandes edificios de casas y de Iglesias y de Monasterios, que es lo más de ello todo caído. Y bien parece, que en otro tiempo, cuando esta ciudad estaba en su juventud, que era de las notables ciudades del mundo. Y dícese, que hoy día hay en esta ciudad bien tres mil Iglesias entre grandes y pequeñas: y dentro en la ciudad hay fuentes y pozos de agua dulce: en la ciudad a la una parte bajo de la Iglesia que llaman Santo Apóstol hay una parte de puente que llegaba de un valle a otro por entre casas y huertas, y por esta dicha puente solía ir agua de que se regaban estas huertas, y una rúa que es a una de las puertas de la ciudad, de las que salen en derecho de Pera; en medio de la calle a do son los cambios, está un cepo en medio hincado en el suelo, y aquel cepo es para los hombres que caen en alguna pena de cárcel, o que pasan algún mandamiento y regla de las que ordena la ciudad, o vende la carne o pan con falsas pesas, y a estos tales échanlos allí, y déjanlos estar de día y de noche al agua y al viento, que ninguno no osa llegar a ellos. Y de partes de fuera de la ciudad entre el muro y la mar, en derecho de la ciudad de Pera, están muchas casas en que venden muchas cosas, y almacenes en que tienen las mercaderías que allí traen a vender sobre mar: y la ciudad de Constantinopla está junta con el mar, como os he dicho, y las dos partes de ella cerca el mar, y de frente de ella está la ciudad de Pera, y entre ambas ciudades es el puerto. Y Constantinopla está así como Sevilla, y la ciudad de Pera así como Triana, y el puerto y los navíos en medio, y los Griegos no llaman a Constantinopla como nos la llamamos, salvo Escomboli.

     Y la ciudad de Pera es una ciudad pequeña y bien poblada, y de buen muro, y de buenas casas y bien hermosas: es de Genoveses, y del señorío de Génova. Y está poblada de Genoveses y de Griegos, y está tan junta con el mar, que entre el muro y el mar no hay más anchura de cuanto una carraca podría ir, poco más, y la cerca va junta con el mar al luengo, y de sí sube un cerro arriba, y en lo más alto está una torre grande, donde se vela y guardan la ciudad, y este cerro en que está la torre no es tan alto, que de partes de fuera no está otro en su derecho, que es más alto que no el que está en la ciudad. Y en este cerro tuvo el Turco puesto su real, cuando tuvo cercadas estas dichas ciudades de Constantinopla y de Pera, y de allí combatían y hacían lanzar con ingenios, y él mismo vino dos veces sobre esta ciudad, y la tuvo cercada por mar y por tierra, y estuvo sobre ella una vez seis meses, y tenía por tierra bien cuatrocientos mil hombres, y por mar sesenta galeras y naos, y no la pudo entrar, ni solamente el arrabal de ella, ca para tan grande gente como los Turcos eran no era defendedera esta ciudad, y parece que los Turcos no son buenos combatientes, si no entráranla. Y esta mar que sube entre estas ciudades de Pera y de Constantinopla es angosta, que no hay de una ciudad a otra salvo hasta una milla, que es tercio de legua: y esta mar es puerto de estas ambas ciudades, y tengo que sea el mejor y más hermoso del mundo, y el más seguro, ca es seguro de tormenta de todos vientos; otrosí es seguro, que de que los navíos allí son, están seguros de navíos de enemigos, que no les pueden empescer, si ambas las ciudades son a uno. Y él es muy hondo y limpio, que la mejor nao o carraca del mundo puede llegar hasta cerca del muro, y poner plancha en tierra como si fuesen galeras, y de la tierra de la Turquía a estas ciudades hay muy poco, que desde el un cabo de Constantinopla, hasta la tierra de la Turquía, hay un campo que está junto con el mar que llaman el Escotari. Y para pasar de estas ciudades de una a otra, para ir a la tierra de la Turquía, cada día se hallan muchas barcas, y este mar que entra entre estas ciudades sube arriba cuanto media legua, y de si tornase, y esta ciudad de Pera tuvieron Genoveses en esta manera: Compraron de un Emperador aquel sitio y solar, cuanto un cuero de buey abarcase hecho todo correas, y de que hubieron hecho y edificado aquella ciudad, hicieron otros dos muros adelante, en que cercaron dos arrabales que tenían juntos con la ciudad, y esto más de fuerza que de grado: pero el primer cargo de esta ciudad es del Emperador, y tratan en ella su moneda por fuerza, y tiene en ella cierta jurisdicción, y como quiera que Genoveses llaman a esta ciudad Pera, los Griegos la llaman Galata, y este nombre le dicen ellos, por cuanto antes que aquella ciudad allí se edificase, era allí unos casares donde se ayuntaba el ganado cada día, y ordeñaban allí la leche de los que llevaban a vender a la ciudad, y por eso le decían Galata, que quiere decir, el corral de la leche en nuestra lengua, ca por leche dicen ellos gala: y esta ciudad ha noventa y seis años, poco más o menos, que fue edificada.

     En esta ciudad de Pera hay dos Monasterios bien hermosos de cosas y cumplimientos, y el uno de ellos es de San Pablo, y el otro de San Francisco, los cuales fueron ver los dichos Embajadores. Y el dicho Monasterio de San Francisco es cumplido de asaz ornamentos, y bien proveído, y aquí en este Monasterio les fueron mostradas asaz reliquias muy bien guarnidas, las cuales son éstas: Primeramente les fue mostrado un relicario de cristal que es muy ricamente guarnido, sobre un pie de plata sobredorado, en que estaban los huesos del bienaventurado San Andrés, y del glorioso San Nicolás, y del hábito del glorioso y bienaventurado San Francisco. Y otrosí les fue mostrado otro relicario de cristal guarnido en plata, en que estaba un hueso de la islalla de Santa Catalina. Otrosí les mostraron otro relicario de cristal, que estaba ricamente guarnido en plata sobredorada con piedras y aljófar, en que estaban huesos del bienaventurado San Luis de Francia, y de San Si de Génova. Otrosí les fue mostrada una arqueta muy bien obrada, en que estaban huesos de los Inocentes. Otrosí les fue mostrado una canilla del brazo de San Pantaleón. Otrosí les fue mostrado una canilla del brazo de Santa María Magdalena, y una canilla del brazo de San Lucas Evangelista, tres cabezas de las once mil Vírgenes, y un hueso de San Ignacio, un devoto de la Virgen Santa María. Otrosí les fue mostrado el brazo derecho sin mano de San Esteban el primer mártir, lo cual estaba muy bien guarnido en Plata con piedras y aljófar. Otrosí les fue mostrado el brazo derecho con su mano de Santa Ana: estaba muy guarnido, y faltábale el dedo pequeño, y decían que lo tajara de allí el Emperador de Constantinopla, para ponerlo en sus reliquias, y que anduvieron sobre ello a pleito. Otrosí les fue mostrada una cruz de plata dorada guarnida de piedras y de aljófar, y en medio de ella estaba engastonada una cruz pequeña del madero de la santísima vera-cruz; y fueles otrosí mostrado un rico relicario de cristal guarnido ricamente, en que estaba un hueso del glorioso San Basilio. Otrosí les fue mostrada una muy rica cruz de plata sobredorada, guarnida ricamente de mucho aljófar grueso y de muchas piedras, en que estaban engastonadas muchas reliquias de Santos. Otrosí les fue mostrado un relicario de cristal muy guarnido, y dentro en él estaba una mano de plata, que tenía con los dos dedos enhiesto hacia arriba un hueso del bienaventurado San Llorente, y mostráronles una talega cubierta de plata, en que estaban reliquias del bienaventurado San Juan y de San Dionisio, y de otros muy muchos Santos, y estas reliquias, decían, que tuvieran cuando Constantinopla entraron los Latinos, y que después se las demandara el patriarca de los Griegos, y que anduvieron en pleito sobre ello, y mostráronles muy ricos ornamentos que tenían de vestimentas y de cálices y de cruces. Y en este Monasterio yacía enterrado junto al coro ante el altar mayor el gran Mariscal de Francia, que prendió el Turco, cuando desbarató los Franceses que iban con el Rey de Hungría: y en el Monasterio de San Pablo yacía enterrado el Señor de Truxi, y otros muchos Caballeros que el Turco hizo matar con unas hierbas después que los hubieron rescatado, y recibido el precio de ellos.

     Y los dichos Embajadores estuvieron en esta dicha ciudad de Pera desde el dicho día miércoles que allí llegaron, hasta martes trece días del mes de Noviembre, que en todo este tiempo no pudieron hallar nao, ni otra fusta en que pasasen en Trapisonda, y por cuanto el invierno se llegaba, y el mar mayor es muy peligroso de navegar en invierno, por no se detener, tuvieron de fletar, y tomar sobre sí una galeota, de que era patrón un Genovés que se llamaba Micer Nicolo Socato, e hiciéronla adobar de marineros, y de las cosas que tuvieron menester, y este dicho día martes tiraron la galeota a fuera hacer vela y andar su viaje, y este día no pudieron partir por mengua de galeotes, y de otras muchas cosas que les faltaban.

     Y otro día miércoles, que fueron catorce días del dicho mes de Noviembre, a hora de Misa hicieron vela, que hacía buen tiempo, y fueron su vía, y entraron en el estrecho de la entrada de la boca del mar mayor, y a hora de tercia fueron a par de una torre que está en la tierra de la Grecia junta con el mar, que ha nombre la Trapea, y tomaron allí puerto, que se habían allí de abastecer de agua, y comieron, y después de comer partieron de allí y fueron su vía, y un poco adelante pasaron cerca de dos castillos que están en dos oteros que son juntos con el mar, y el un castillo ha por nombre el Guirol de la Grecia, y el otro el Guirol de la Turquía. Y el uno está en la Grecia, y el otro en la Turquía: y el de la Grecia está despoblado y destruido, y el de la Turquía está poblado. Y en la mar entre estos sobredichos castillos está una torre dentro en el agua, y al pie del castillo de la Turquía está una peña en que está una torre, y del castillo dice una cerca hasta esta torre, y de estas sobredichas torres solía ir una cadena de la una a la torre, y cuando aquella tierra de la Turquía y de la Grecia solía ser de los Griegos, entonces estos castillos y torres fueron hechos para en guarda de la entrada de aquella torre y boca, y que cuando algún navío o fusta venía del mar mayor para entrar en la ciudad de Pera, o en Constantinopla, o algún otro navío quisiere entrar al dicho mar mayor, que echaban aquella cadena de una torre a otra, y que no consentía que por allí pasasen hasta que pagaban sus derechos. Y a hora de vísperas fueron a la boca del mar mayor, y por cuanto era cerca de la noche, surgieron, y estuvieron allí hasta otro día: y esta boca es muy angosta, y a la mano derecha está la tierra de la Turquía, y a la mano izquierda está la tierra de la Grecia, y en la tierra de la Grecia y de la Turquía aparecieron cerca del mar muchas Iglesias, y hay edificios derribados.

     Y a hora de la media noche partieron de aquí, y entraron en el mar mayor, y el su camino fue junto con la tierra de la Turquía, y a hora de tercia, yendo a la vela con buen tiempo, quebró el antena y anduvieron un poco a remos, y llegáronse un poco a la tierra, y adobaron su antena, y partieron de aquí después de medio día un poco, y fueron en par de un castillo pequeño que estaba encima de una peña en la tierra de la Turquía, y cercábalo el mar todo alrededor, salvo una entrada pequeña, y había nombre este castillo Sequello. Y de que fue hora de Ave Marías, fueron en un puerto que es en una isla pequeña, la cual es llamada la Finogia de los Genoveses: y el común de la ciudad de Pera habían enviado a este mar mayor dos carracas armadas que estuviesen en guarda de las naos de Venecianos, que habían de venir del mar de la Tana, cargadas de mercaderías, y que en llegando seguras las tomasen, porque no sabían de la guerra que en uno había: de las cuales carracas de Genoveses estaba allí la una en aquella isla de la Finogia, y esta noche estuvieron allí.

     Y otro día viernes cuidaron partir de allí, e hizo tiempo contrario, y estuvieron quedos en conserva de la dicha carraca: y esta dicha isla de la Finogia es una isla pequeña, y está despoblada que no vive en ella ninguno, y tiene un castillo que es tan grande cuanto es la isla, y de allí a la tierra de la Turquía hay dos millas: y por cuanto este puerto de la Finogia no es seguro, acordaban de ir al puerto del Carpi, que era a seis millas de allí donde estaba la otra carraca de Genoveses que aguardaba a las naos de Venecianos. Y el cómitre les dijo, que mejor estaban allí, para ir su camino, que no en el Carpi, e hicieron levar el escala, y diéronse adentro un poco, y a hora de la media noche creció el viento contrario, y alzóse el mar, y el cómitre pensando estar mejor y más seguro tras la carraca que no allí, hizo levar el ancla, y a remos pensó llegar a la carraca, y no pudo, ca el mar creció mucho, y el viento era recio y la tormenta alta, y cuando pensaron tomar el puerto, do habían partido, no pudieron, y de que vieron que no pudieron llegar a la carraca, ni tornar al puerto, echaron dos anclas, y la tormenta creció todavía, y traía las anclas a tanto que echó la galeota entre unas rocas, y quiso nuestro Señor Dios que las anclas hallaron tanto, a que la galeota salvó las rocas sin tocar en ellas, ca si tocara luego fuera deshecha, y entonces tuvieron las anclas que no hallaron, y la tormenta creció en tanta manera que era espanto, y todos se encomendaban a nuestro Señor Dios, que pensaban nunca escapar: y las olas del mar hacían tan altas, que quebraban y entraban por él un borde, y salían por el otro, y la galeota trabajaba mucho y hacía mucha agua, y en poca de hora, tal como la gente, que los más no hacían ya de sí cuenta, salvo esperar la merced de nuestro benditísimo Señor Dios, y si claro hiciera, hicieran vela, y fueran a tierra, más hacía oscuro y no sabían dónde estaban: y estando en esta tormenta la carraca que ahí estaba, soltóseles el compaño, y vino derecho a herir en la galeota, empero quiso nuestro Señor Dios socorrerlos, que pasó sin tocar en ella, y a poca de hora fallescieron las anclas a la sobredicha carraca, y fue de través a la tierra de la isla, y antes que fuese el día, fue toda deshecha, que no quedó de ella nada, y en una barca que tenía fuera de la carraca, escapó toda la gente: pero todo lo suyo perdieron, y el cimo y el bauprés de la sobredicha carraca fue toda pasar junto con la galeota, y si en ella tocara, deshiciérase, y quiso nuestro Señor Dios y su bendita madre escapar a la galeota de toda la madera de la carraca, que no le hizo ningún daño: y la dicha galeota hacía mucha agua en demasía, tanto que, por esgotar que hacían, estaba ya en punto de se anegar; en esto duraron hasta el alba, y el viento se cambió, y fue muy bueno para ir fuera a la Turquía, y volvieron el antena, y al volver había muy pocos que ayudasen, que los más de ellos estaban ya más cerca de la muerte que de la vida, y que si la muerte viniera, que la sintieran muy poco: y de sí hicieron vela, y fueron salir en tierra de la Turquía sábado en amaneciendo, y la gente de la carraca que había escapado que estaban en la dicha isla, bien pensaban, que la galeota era anegada y perecida la gente de ella, y tuvieron a maravilla, cuando a la galeota vieron hacer vela, según después contaban, ca decían, que después que de cerca de la carraca se partió la galeota, que pensaban que luego fuera anegada, y que antes que ellos viesen su suceso que hicieron oración a Dios nuestro Señor, que quisiese escapar la dicha galeota y gente de ella, y como la galeota fue a tierra, todo hombre el que más podía se echaba a la mar, y escaparon todos y fueron a tierra, y de que los dichos Señores Embajadores se vinieron en tierra, pusieron su diligencia, en como las cosas que el dicho señor Rey enviaba, se sacasen de la dicha galeota, y se pusiesen en tierra, y fue todo sacado, que no se perdió ninguna cosa; pero que la sacaron con muy gran trabajo y peligro, ca como la galeota fue a tierra, el mar la tornaba adentro, y después venía la vaga de la tormenta y daba con ella a tierra, y cuando a tierra venía, los hombres que en ella estaban echaban lo que en ella venía a tierra, y tomábanlo otros, y así escapó todo lo que el señor Rey enviaba, y no tardó mucho, que la sobredicha galeota no fuese en breve espacio toda deshecha, y de que fue puesto todo lo que la dicha galeota traía en tierra, lleváronlo a un monte que ende estaba, y el cómitre de la galeota dijo a los dichos Señores Embajadores, que como quiera que todo aquello tenía puesto en tierra, que los Turcos vendrían y lo tomarían todo para el Señor. Y estando en esto vinieron unos Turcos y preguntaron, que qué gente era, y dijeron que eran Genoveses de Pera, y que venían en la carraca que se había perdido en esa noche en aquel puerto, y que aquellas cosas que allí tenían, que las querían llevar a la otra carraca que estaba en el Carpi, y que si caballos tuviesen para ello, que se los pagarían, y dijeron, que bien podría haber caballos para otro día, mas no luego: empero ellos dijeron, que irían a las aldeas, y porque otro día siguiente habría recado luego en la manera que fue: así que luego otro día domingo vinieron mucha gente con sus caballos, que llevaron a los dichos Señores Embajadores y a lo que allí tenían al Carpi, donde la dicha carraca estaba: y cuando allí llegaron, los dichos Señores Embajadores hallaron la dicha carraca en el puerto, y fueron hablar con Micer Ambrosio que era patrón de ella, y contáronle su suceso de lo que les había acaecido, y de cómo la otra carraca era perdida, y en el dicho patrón hallaron buen acogimiento, y díjoles que por servicio del señor Rey de Castilla, que ellos hiciesen de aquella carraca, como si fuese suya propia, y que pusiesen todas sus cosas en ella, que él pondría buen recaudo en ellas, y que él diría a los Turcos del lugar, que eran los de la otra carraca: y al Embajador del Tamurbec que allí estaba vistiéronle como Cristiano, y dijeron que era de la ciudad de Pera, ca si los Turcos le conocieran, matáranlo, y viéranse en peligro por ello: y de que fueron puestas todas las cosas en la sobredicha carraca, y ello en salvo, entendieron que Dios nuestro Señor había hecho por ellos muchos milagros en muchas maneras. Lo primero en los escapar de tormenta tan grande y tan deshecha como aquélla; ca decía el patrón y marineros que allí estaban, que hacía doce años, que navegaban en aquel mar, y que nunca tan gran tormenta vieran: y lo otro, tenía que mostraba Dios nuestro Señor milagro, en los poner en salvo a ellos y a las cosas del Rey su señor, y no ser robados de Turcos, ni de los marineros que lo hicieran más aína, salvo por estar en tierra de Turcos, y otrosí en hallar allí aquella carraca, la cual dijo el patrón que estuvo en tiempo de ser perdida: y estuvieron aquí en el puerto hasta el martes siguiente esperando buen tiempo, y este día llegó a los dichos Señores Embajadores un Turco, que era mayoral por el Señor en aquella aldea, y díjoles, que ellos habían venido y pasado por tierra del Señor paños y otras cosas, de que debían pagar derecho, y que se lo mandasen pagar, e hiciéronle dar alguna cosa, y esto fue, por cuanto los Turcos habían sabido, que ellos ni aquéllos no eran Genoveses, ni de la ciudad de Pera, y si en tierra los tuvieran, no los dejaran venir: y este dicho día en la tarde hicieron vela, y partieron de aquí para se tornar luego a la ciudad de Pera.

     Y jueves amaneciendo, que fueron veinte y dos días del dicho mes de Noviembre, fueron en la ciudad de Pera, y los dichos Señores Embajadores hicieron todas las cosas llevar a la ciudad, y cuantos los veían que los conocían, les decían que según la tormenta que hiciera, y el lugar en que quebrantó, que era maravilla, en como habían escapado. Y los dichos Señores Embajadores quisieran luego catar, en como partiesen de allí. Y no pudieron hallar navío que osase entrar a navegar en el mar mayor, por cuanto era entrado el invierno; por lo cual los navíos que estaban fletados para ir en Trapisonda, y cargados, no osaron partir, antes algunos que eran partidos, se tornaron a hibernar allí, y esperar hasta el mes de Marzo; y la razón porque este mar mayor es tan recelado y peligroso y tan grande, es, por cuanto él es un mar redondo, y mide en derredor hasta tres mil millas, y no hay otra entrada ni salida en él salvo esta boca, que es cerca de la ciudad de Pera, y es todo cercado de muy altas y grandes sierras en derredor, y no tiene playas, donde se extienda, y entran en él muy muchos nos y grandes, y el mar no hace todavía si no bullir y andar en derredor, y el agua que acierta a salir por aquella boca, va a salir fuera, y la otra anda en derredor, y cuando se levanta algún viento furioso luego bulle y se alza el mar, y es tormenta, y señaladamente es con el viento tramontana, y con gallego, que llaman maestro, por cuanto viene en través en aquel mar. Y es otrosí peligroso, por cuanto los navíos vienen cerca de la boca, y es muy mala de conocer, y si no la conocen, van a tierra y piérdense, como se han perdido ya muchas veces, y otrosí en caso que conozcan la boca, viniendo cerca de ella, si se levanta cualquier de los dichos vientos maestro o tramontana, son en peligro, por cuanto son través, que los echa a tierra: en este tiempo se perdió una nao que venía de Cafa. Y en este tiempo llegaron seis galeras de Venecianos a la gran ciudad de Constantinopla, que venían, por pasar todas las sus naos que venían de la Tana, y el Emperador mandóles recoger dentro en la ciudad, y dijo a los patrones, que el puerto era suyo, y él tenía su paz con ellos y con los Genoveses; que no se hiciesen mal los unos a los otros: y los Venecianos y Genoveses hicieron treguas por cierto tiempo, y pasaron sus naos los Venecianos. Y los dichos Señores Embajadores hubieron de estar en esta ciudad de Pera todo el invierno, y no pudieron hallar navío más presto que fue una galeota de hasta diez y nueve bancos, e hiciéronla armar, que les costó asaz de dinero, la cual sobredicha galeota fue armada y presta para en el mes de Marzo, y eran patrones de esta dicha galeota Micer Nicolao Pesano, y Micer Lorenzo Veneciano. Y los dichos Señores Embajadores fletaron esta dicha galeota por ir más aína, antes que el Tamurbec partiese de allí donde hibernara, y la primera fusta que este año entró en el mar mayor a navegar, fue esta sobredicha galeota.

     Y jueves veinte días de Marzo del año del Señor de mil y cuatrocientos y cuatro años, la sobredicha galeota fue presta, y los dichos Señores Embajadores partieron de aquí en la tarde a hora de vísperas. E iba juntamente con los Embajadores el dicho Embajador que el Tamurbec envió al dicho señor Rey, y este día no fueron más que hasta las columnas, que es cuanto una milla de la ciudad de Pera, por cuanto había allí de tomar agua. Y viernes siguiente partieron de aquí, y entraron en el mar mayor a hora de Misa, y tuvieron buen tiempo, y a hora de vísperas fueron en el castillo de Sequel, y estuvieron allí aquella noche: y después de media noche partieron de aquí, y fueron su vía, y a hora de vísperas fueron en la Finogia, donde perdieron la otra galeota, y no quisieron quedar allí y fueron de largo y a hora de vísperas fueron en par de un río que salía de la Turquía, y quisieran allí quedar esta noche salvo porque era baja, y fueron de largo, e hizo calma esta noche, y estuvieron fuera de puerto.

     Y domingo siguiente a hora de vísperas fueron en un puerto que es junto con una villa de la Turquía que ha nombre Pontoraquia, la cual villa es de Mizal Mathalabi, hijo mayor del Turco, y estuvieron allí.

     Y otro día lunes se estuvieron surtos allí aquel día, que no podían partir, por el viento ser contrario: y esta villa de Pontoraquia es poblada en unas peñas que son juntas con el mar, y en lo más alto tiene un castillo, el cual es muy fuerte, y está mal poblada, y los que viven en ella son todos los más Griegos, y salvo unos pocos de Turcos, y solían ser del Imperio de la gran ciudad de Constantinopla, y decían que podía hacer hasta treinta años, poco más o menos, que el Emperador de Constantinopla la vendiera al Turco, padre del dicho Mizal Mathalabi por tantos mil ducados. Y esta villa era en aquella tierra famosísima y rica en demasía, por el buen puerto que tiene, y aqueste nombre tomó ella de un Emperador que la edificó, el cual había nombre Ponto, y a la tierra decían Raquia.

     Y otro día martes, que fueron veinte y cinco días del dicho mes de Marzo, partieron de aquí y fueron su vía, y a hora de vísperas fueron en par de un castillo que estaba en la tierra de la Turquía junto con el mar que ha nombre Río, y está deshabitado, y al pie de él está un puerto, y no lo pudieron tomar, por cuanto estaban allí llegados muchas gentes de Turcos, que se habían llegado de la costa, de que la galeota vieron, pensando que era de gente que venía a hacer daño en la tierra, y surgieron de fuera en una playa, y a la media noche partieron de aquí, y a hora de Misa fueron en un río que salía de la Turquía, que ha nombre Parten. Y entraron en él a tomar aguas, y a la entrada estaban unas peñas muy altas, y encima de ellas estaba un edificio de torre, que fuera hecha para en guarda de la entrada de aquel río, porque galeras no pudiesen allí tomar puerto, y partieron luego de allí, y a hora de medio día fueron en una villa que es llamada Samastro.

     La cual dicha villa de Samastro es de Genoveses, y está en la tierra de la Turquía junta con el mar en un otero muy alto, y delante de este cerro más adentro en el mar está otro tan alto, que es junto con él, en que está la villa, y cércalos ambos a dos una cerca, y del un cerro, que es muy alto, al otro está un arco muy grande en demasía de puente, por do pasan, y hay dos puertos, uno de un cabo, y otro, de otro cabo: y la villa es pequeña, y las casas pequeñas así mismo, y de partes de fuera de la villa había grandes edificios caídos de Iglesias y de palacios y de casas, y pareció, que otro tiempo lo mejor de ello fue lo de fuera que ahora estaba caído: y estuvieron aquel día que llegaron, y jueves siguiente, y otro día viernes de la Cruz después de la pasión dicha partieron de aquí, y a hora de vísperas fueron en un puerto que es llamado Dos-Castellos, y otro día sábado partieron de aquí, e hizo grande niebla cerrada, y a hora de tercia metióse un viento bien esforzado, y el mar se levantó, y hacía grandes olas, y tuvieron recelo de tormenta, y no sabían si eran cerca de tierra, o lejos de ella, y por cuanto no habían puerto salvo a lejos, curaron de andar, y después de medio día fueron en par de un castillo que es llamado Ninopoli, y es de la Turquía, y quisieran allí quedar, salvo porque no había puerto, y partieronde allí y fueron su vía: y a hora de vísperas tornóse la niebla, que no podían ver tierra, como quiera que fuesen cerca de ella, y la noche vino, que no sabían do estaban, y el mar andaba alto, y unos decían, que habían pasado el puerto, otros decían que no, y estando así tomando consejo de lo que debían hacer, oyeron ladrar un perro, y dieron voces de la galeota, y oyéronlas los que velaban el castillo, y sacaron lumbres de encima del castillo, que era allí el puerto, y llegóse la galeota, y ante el puerto había unas rocas en que quebraba el agua, y no sabían la entrada para el puerto, y estaban en peligro, y un galeote se lanzó al agua y fue nadando a tierra, y tomó una linterna, y alumbró de manera, que la galeota fue al puerto en salvo.

     Y otro día domingo día de Pascua mayor estuvieron aquí en este puerto, y encima en unas peñas altas estaba un castillo muy fuerte y ha nombre Quinoli, y es de un Caballero Moro que llaman Espandiar, que es un grande Señor de mucha tierra, y era atributado al Tamurbec, y en su tierra trataba la moneda del Tamurbec. El Señor no estaba allí, pero un su Alcaide, de que supo, en como estaban allí los dichos Embajadores por honra del Tamurbec, vínoles a ver, e hízoles traer un carnero y gallinas y pan y vino: y aquí en las montañas de este castillo de Quinoli son las mejores fustes para ballestas que en toda Romania se hallan.

     Y otro día lunes, a treinta y un días del dicho mes de Marzo, partieron de aquí, y a hora de vísperas fueron en el puerto de una ciudad de la Turquía que es llamada Sinopoli, y surgieron allí: y esta dicha ciudad de Sinopoli es de Espandiar, y cuando los dichos Embajadores allí llegaron, supieron en como el dicho Espandiar, Señor de aquella tierra, no era allí, salvo en otra ciudad que era a tres jornadas de allí, que llamaban Castamea, y que tenía ayuntados hasta cuarenta mil hombres para pelear con el hijo del Turco, que lo quería mal, porque se había atributado al Tamurbec, y los dichos Embajadores lo quisieran mucho hallar allí, porque les dijera nuevas ciertas donde estaba el Señor, y los pusiera en consejo, para ir por tierra, y la razón porque este Caballero Señor de esta tierra se atributó al Tamurbec es, por cuanto el Turco Bayaceto, el que venció el Tamurbec, mató a su padre, y tiróle la tierra: y después que el Tamurbec lo venció, tornó toda la tierra a este Caballero Espandiar.

     Sábado en amaneciendo, que fueron cinco días del mes de Abril, partieron de aquí los dichos Embajadores, e hizo calma, y no pudieron alcanzar a puerto, y estuvieron esta noche en el mar, y otro día domingo a hora de Misa fueron en par de una villa que está en la Turquía junta con el mar, que ha nombre Simiso, y tiene dos castillos, y el uno es de Genoveses, y el otro y la villa es de Muzalman Chalabi, y no quisieron tomar allí puerto, y fueron de largo: y esta noche estuvieron en mar, ca hacía calma, y otro día lunes a hora de medio día fueron en un puerto de un castillo que ha nombre Hinio, y tomaron allí puerto, porque hablan el viento contrario, y junto con el puerto en unas peñas altas estaba la villa, y era bien pequeña y poblada de Griegos, y en una cabeza de sierra muy alta que cerca de la villa estaba había un castillo muy alto que era de la villa, en que decían, que vivían hasta trescientos Turcos: el cual castillo y villa es de un Señor Griego que ha nombre Melaseno, el cual hacía tributo al Tamurbec, y en el puerto junto con el mar había unas pocas de casas de herrerías, y en aquel derecho lanzaba el mar una arena negra menuda, y allegábanla y hacían de ella hierro: y otro día martes partieron de aquí, e hizo viento contrario, y fueron tomar un puerto que es en la tierra de la Turquía que ha nombre Leona, y en el cual puerto estaba un castillo junto con el mar encima de unas peñas, y estaba despoblado, y decían, que podría hacer cuatro años que Genoveses le robaran: y esta tierra es de un señor Turco que ha nombre Arzamir, y este día partieron de aquí, y desde a poco fueron en par de un castillo pequeño que está junto con el mar encima de una peña, que ha nombre Santo Nicio, y fueron un poco encima de este castillo, y surgieron por cuanto el viento era contrario, y estuvieron esta noche allí a una boca de un río, y esta tierra y otras aldeas que allí aparecieron, eran del dicho Arzamir: y este Señor de esta tierra, decían, que podía haber hasta diez mil o más a caballo, y hacían tributo al Tamurbec, y otro día miércoles partieron de aquí e hizo viento bueno para su viaje, pero que llovía, y a hora de tercia fueron en par de una villa que ha nombre Guirifonda, la cual era junto con el mar, y poblada encima de una peña alta, y había una grande cerca que cercaba toda la peña, y dentro había muchas huertas y árboles: y a hora de medio día fueron en par de una gran villa que era así mismo poblada al mar, que ha nombre Tripil, y esta tierra es del Emperador de Trapisonda, y a poca de hora fueron en un castillo que es junto con el mar, que ha nombre Corila, y no quisieron tomar puerto en estos lugares, por cuanto hacía buen tiempo: y ahora de vísperas fueron en un castillo que ha nombre Viopoli, y tomaron allí puerto, y estuvieron esta noche, y otro día jueves siguiente partieron de aquí, e hizo tiempo contrario y el mar muy grueso, y a hora de tercia fueron en par de un castillo que ha nombre Sanfoca, y surgieron allí, porque refrescase la gente, y partieron luego, y a hora de vísperas fueron en un puerto que ha nombre Platana, y por cuanto el viento era contrario, no se atrevieron ir esta noche a Trapisonda, como quiera que no había más de doce millas, y esta noche estuvieron allí, y el viento fue contrario, y tan recio, que araron las ondas, y hubiéronse esa noche de perder.

     Y otro día viernes siguiente, que fueron once días del mes de Abril, partieron de aquí, y como a hora de vísperas, y fueron a la ciudad de Trapisonda, y desde la ciudad de Pera, donde partieron con esta galeota, hasta esta dicha ciudad de Trapisonda hay novecientas y sesenta millas, y Genoveses hay en esta ciudad de partes de fuera de la cerca de ella en un buen castillo, y los dichos Embajadores fueron posar allí con ellos, e hiciéronles asaz honra.

     Y otro día sábado siguiente el Emperador envió por los dichos Embajadores, y envióles caballos en que fuesen, y cuando llegaron a su palacio, halláronlo en una sala que era en un sobrado, y recibiólos muy bien, y de que hubieron hablado con él, tornáronse para su posada, y con el dicho Emperador hallaron a un su hijo que estaba con él, y podía haber hasta veinte y cinco años, y el Emperador era de buen cuerpo y persona bien parecida, y estaban vestidos el Emperador y su hijo de paños imperiales, y tenían en las cabezas sendos sombreros altos con unas vergas de oro que subían arriba, y encima unos castillejos con unas plumas de grullas, y en los sombreros unos capirotes de cueros de martas, y al Emperador dicen Germanoli, y al hijo Quelex: y al hijo llaman Emperador así como al padre, ca es su costumbre, de llamar al hijo mayor legítimo que ha de heredar, Emperador, aunque su padre sea vivo, y por Emperador dicen los Griegos Basileo, y este Emperador daba tributo al Tamurbec, y a otros Turcos sus vecinos: y el Emperador era casado con una parienta del Emperador de Constantinopla, y su hijo casado con una hija de un Caballero de Constantinopla, y tiene dos hijas pequeñas.

     Y otro día domingo en la tarde, estando los dichos Embajadores en su posada, viniéronlos a ver dos Caballeros los más honrados de casa del Emperador, y los más privados, y el uno había nombre Horchi, que quiere decir como paje que lleva el arco ante el Emperador, y el otro había nombre Protevestati, que quiere decir tanto como Tesorero. Y éste otrosí era muy privado del Emperador, que no se hacía en el Imperio salvo cuanto él quería, y decían, que era de bajo linaje, y que era hijo de un herrero; pero había buen cuerpo, y decían, que el Emperador mozo, viendo que su padre fiaba tanto de este Caballero, y que no curaba de los Grandes de su Imperio, que tuvo saña, y que se levantó contra el padre, diciendo, que echase de sí aquel hombre, y que le hizo guerra, y que lo tuvo cercado en esta ciudad bien tres meses, y que le ayudaban a ello los mayores hombres del Imperio, y que vinieron después a tales tratos, que el dicho Horchi fue amigo del Emperador mozo, y de los otros que lo habían vuelto; pero después se siguió asaz deshonra, y trabajo y daño al dicho Emperador por tener consigo a este Caballero.

     Y esta ciudad de Trapisonda es poblada cerca del mar, y la su cerca de ella sube por unas peñas arriba, y en lo más alto de la peña estaba un castillo bien fuerte que tiene otra cerca sobre sí, y de la una parte de él pasa un río pequeño que va hondo entre unas peñas, y de esta parte es la ciudad muy fuerte, y de la otra parte es muy llano; pero buen muro tiene, y la ciudad es de parte de fuera cercada de arrabales, y muchas huertas: y lo más hermoso de la ciudad es una calle que va junta con el mar, que es en uno de estos arrabales, y en esta calle se venden todas las cosas de la ciudad: y juntos con el mar están dos castillos de buen muro y torres fuertes, y el uno de ellos es de Venecianos, y el otro de Genoveses, que los hicieron ellos a consentimiento del Emperador, y de fuera de la ciudad hay muchas Iglesias y Monasterios: en esta ciudad tienen los Armenios una Iglesia y un Obispo, como quiera que sea gente que se quiera mal, y estos Armenios tienen las Iglesias como los Católicos, y consagran el cuerpo de Dios así como los Católicos; pero el Preste, cuando se reviste, no se pone el estola cruzada por los pechos, y cuando dice el Evangelio, vuelven las espaldas al Abad, y la cara contra el pueblo, y cuando consagran, no echan agua en el cáliz, y confiésanse, y ayunan una Cuaresma cada año, y los sábados del año comen carne, y la víspera de Pascua mayor, y la Cuaresma ayunan bien, y no comen pescado en que haya sangre los más de ellos, ni comen aceite ni grosuras, pero en comunal ayunan todos de esta manera: comen pescado y no beben vino, y comen cuantas veces quieren al día; y otrosí desde Pascua Mayor hasta Pascua de Pentecostés comen carne todos los días, así el viernes como toda la semana: y dicen, que el día que Jesu-Cristo nació, fue bautizado, y otros algunas menguas tienen en la fe, pero son muy devotos, y oyen la Misa muy devotamente.

     Y los Griegos otrosí son gente muy devota, salvo que ha en ellos muchos errores en hecho de la fe. Lo primero consagran con pan en que hay levadura, y hácenlo de esta figura: toman un pan que es tan grande como la mano y más, y en medio le hacen un sello con unas letras, que es tan grande como una dobla, y aquel sello consagran, y el clérigo que dice la Misa no lo ven las gentes, que tiene un paramento ante sí, y de que ha consagrado, toma aquel pan puesto en la cabeza con un paño blanco, y cantando sale a do está la gente, y todos se echan de cara en tierra llorando, y dándose en los pechos, diciendo, que no son dignos de verlo: y de sí el Clérigo tornase al altar, y consume aquel sello que está en medio del pan, y de que la Misa es dicha, toma aquel pan que queda, y pártelo como pan bendito, y dalo él mismo con su mano a la gente: y cuando ofician la Misa, no tienen libro ni campanas en las Iglesias (salvo en Santa Sofía de Constantinopla) que con unas tablas tañen a Misa: y los clérigos son casados, y no casan más de una vez, y con mujer virgen: de que les finan, no casan más, y están todavía viudos, y muy doloridos con duelo toda su vida: y no dicen Misa salvo dos días en la semana, sábado y miércoles, y cuando han de decir Misa, toda aquella semana han de estar en la Iglesia que no salen de ella ni vienen a sus casas, y ayunan seis cuaresmas en el año. Y en ellas no comen pescado en que haya sangre, ni beben vino, ni comen aceite, y los Clérigos no van a sus casas en este tiempo; las cuales cuaresmas son éstas: la primera es desde primero de Agosto, hasta el día de Santa María mediado de Agosto, y la otra es desde Santa Catalina, hasta Navidad, y la otra es la cuaresma que nosotros ayunamos de los cuarenta días, y ayunan otra de veinte y cuatro días por honor de los doce Apóstoles, y ayunan quince días por un Santo que llaman San Dimitri, y en todo el año no comen carne los miércoles ni los viernes, y los sábados comen carne, y los miércoles guardan mucho, ca antes comían carne en viernes que no en miércoles, y así lo hacen, que miércoles en todo el año no comen carne, y cómenla cuatro viernes del año, los cuales son éstos: el viernes de la primera semana de antes de Pascua de Navidad, y el viernes de la semana de carnestolendas, y el viernes de antes de Pascua mayor, y el viernes de antes de Pascua de Pentecostés, y otro sí yerran en el bautismo, y en otras ciertas cosas, y dicen, que cuando algún hombre fina que usó mal en este mundo, y entienden que es muy pecador, que de que es finado vístenle paños de orden, y múdanle el nombre, porque el diablo no le conozca, y estas opiniones y otras tienen, pero son gente muy devota, y de gran oración: y otrosí los Griegos se arman de arcos y espadas, y armas como los Turcos, y cabalgan así mismo.

     Y los dichos Embajadores estuvieron en esta ciudad de Trapisonda desde el dicho día viernes que llegaron, y fueron once días de Abril, hasta sábado veinte y seis días del dicho mes, guarneciéndose de caballos, y de las cosas que les era menester, para andar su camino por tierra. Y domingo, que fueron veinte y siete días del dicho mes de Abril, los dichos Embajadores partieron de aquí, y con ellos una guarda que les mandó dar el Emperador, para que los guiase por su tierra: y este día fueron dormir cerca de un río que ha nombre Pexic, en una Iglesia yerma que ende estaba, y el camino que este día llevaron, fue por unas sierras altas pobladas, en que había asaz labranzas de pan, y muchas aguas que descendían de aquellas sierras.

     Y otro día lunes partieron de aquí, y la guarda que el Emperador les dio, tornóse de allí, y dijo, que no osaba ir adelante por recelo de enemigos del Emperador, y los dichos Embajadores fueron su vía: y a hora de vísperas fueron en par de un castillo del Emperador, que ha nombre Pilomazuca, el cual estaba en una roca muy alta, y la entrada de él es por una escalera, y ayuso de él en la peña estaban unas pocas de casas, y el camino de este día fue por unas montañas bien hermosas, y buen camino de andar, y este día hallaron, que se había caído un pedazo de una sierra, que cegó el camino y un río, de manera que los dichos Embajadores no pudieron pasar salvo con gran trabajo, y este día anduvieron bien poco por esta ocasión, y fueron dormir en el campo. Y otro día martes anduvieron un fuerte camino de montañas muy altas de muchas nieves y de aguas muchas, y en la noche fueron dormir en par de un castillo que ha nombre Sigana, el cual estaba encima de una alta peña, que no había combate ni entrada salvo por una puente de madera que estaba de una peña a la puerta del castillo: el cual era

de un Caballero Griego que llamaron Quirileo Arbosita. Y otro día miércoles a hora de tercia fueron en un castillo que era junto con el camino y una peña alta que ha nombre Cadaca, el cual castillo y peña cercaba de la una parte un río, y de la otra parte estaba una sierra muy alta rasa sin montes, que no hay hombre que por ella osase pasar, y así que el camino era entre el río y el pie del castillo, y el paso era muy angosto, que no podía ir salvo un hombre ante otro, o un caballo ante otro, y poca gente que en el castillo estuviese, podría defender aquella pasada a mucha gente, y en toda aquella tierra no hay otro paso salvo éste: y del dicho castillo salieron hombres que demandaron a los dichos Embajadores derecho de las cosas que llevaban, y este castillo es así mismo del dicho Cabasica, en el cual castillo acostumbraban siempre estar ladrones y malos hombres, y el Señor es otro tal, y este camino no se osa andar, salvo cuando van muchos mercaderes en uno, que dan gran presente al Señor de aquella tierra, y a sus hombres: y adelante de este castillo cuanto tres leguas estaba una torre, y encima de una peña alta que estaba en un paso angosto: y a hora de vísperas fueron cerca de un castillo que estaba encima de una alta peña, que había nombre Dorile, y el castillo pareció muy hermoso de fuera, y nuevo lo más de él, y el camino iba al pie de este castillo, y los dichos Embajadores habían sabido, en como en aquel castillo estaba el Señor de aquella tierra, y enviáronle un trujamán a hacerle saber, quién eran, aunque ya bien sabía él en cómo iban, que de sus castillos se lo habían hecho saber y de que fueron al pie del dicho castillo, salió un hombre a ellos a caballo que les dijo, que el Señor les mandaba, que estuviesen allí quedos, y descendieron en tierra, e hicieron poner las cosas que llevaban en una Iglesia que ende estaba: el cual hombre les dijo, que era costumbre de los que por allí pasaban, de pagar cierto derecho al Señor, y de hacerle alguna cortesía de lo suyo, y que así convenía a ellos de hacer, ca él vivía en aquellas montañas, y que tenía allí gente con que hacía guerra a los Turcos, y que no vivía salvo de lo que le daban los que por allí pasaban, o de lo que iban a ganar de sus enemigos, y como quiera que los dichos Embajadores quisieron ir al castillo a ver el Señor, y hacerle la cortesía que él quisiese, no se lo consintieron hombres suyos que allí estaban, que les dijeron, que no curasen de ir a él, que otro día en la mañana sería allí con ellos, y los vendría a visitar.

     Y otro día jueves, que fue primero día de Mayo, en la mañana el dicho Cabasica descendió de su castillo, y vino para do estaban los dichos Embajadores, y venían con él hasta treinta de caballo con sus arcos y flechas, y él venía en un buen caballo, y traía otrosí su arco y flechas, y de sí descendió él y todos los suyos, y sentóse, e hizo asentar a los dichos Embajadores cerca de sí, y díjoles: que él estaba en aquella tierra tan fragosa, como ellos velan, y era paso que se debía guardar de los Turcos, que eran sus vecinos, y que siempre vivía en guerra con ellos: y que no tenía que comer él ni los que con él estaban, salvo lo que le daban los que por allí pasaban, y robaban de tierra de sus vecinos; por ende que le quisiesen hacer alguna ayuda y cortesía de alguna ropa y de dineros: y los dichos Embajadores le dijeron, que ellos no eran mercaderes, salvo Embajadores, que su señor el Rey de España enviaba al señor Tamurbec, y que ellos no tenían otra cosa salvo aquello que llevaban al dicho Tamurbec; y otrosí el Embajador del Tamurbec que ahí estaba le dijo: que bien sabía, en como el Emperador de Trapisonda era Señor de aquella tierra, que era vasallo del Tamurbec, y que aquellas cosas que allí llevaban ellos, que eran del Tamurbec, y que debían ir seguros por aquella tierra, y ellos respondieron, que verdad era, mas que él no vivía salvo de lo que les había dicho, y aún que, cuando todo les faltaba, que a la tierra de su Señor iba robar que comiese; por ende que de todo en todo les convenía dar lo que les demandaba: y los dichos Embajadores, viendo su voluntad, tomaron un pedazo de escarlata que llevaban, y una taza de plata, y el Embajador del Tamurbec diole una ropa de escarlata forrada en Florencia, y una pieza de lienzo delgado: y no se contentó con todo ello, y demandóles, que le diesen más, y por cuantas buenas palabras les dijeron de cortesía, no les valió, ca todavía dijo, que les convenía de le dar lo que les demandaba, ca de valde despedían palabras: por lo cual hubieron de comprar de un mercante que iba una pieza de camelote, y diéronselo. Y entonces fue contento, y no bien; pero díjoles, que estaba presto de guardarlos de allí adelante, y de allí adelante hacerlos poner en salvo en tierra de Arsinga, que era ya del señor Tamurbec, y les daría caballos en que fuesen y llevasen lo suyo: y los dichos Embajadores quisieron luego de allí partir, mas no pudieron, y alquilaron allí caballos para llevar lo suyo hasta tierra de Arsinga, y hombres que les guardasen y llevasen; y otro día viernes en la mañana partieron de aquí, y fueron con ellos diez hombres a caballo, y a hora de Misa fueron al pie de un castillo que estaba encima de una alta peña, que era otrosí del dicho Cabasica, y hallaron hombres en el camino que les tomaron derecho de lo que llevaban, y hubiéronselo de dar, y a hora de medio día fueron en un valle donde decían que estaba cerca de allí un castillo de Turcos de un linaje que llaman Chapenies, que habían guerra con el dicho Cabasica, que allí en aquel valle era la guarda que ellos tenían, e hicieron esperar a la gente que estuviese queda, y los hombres de caballo atajaron primero la tierra, y de sí pasaron: y a hora de vísperas fueron en una aldea de Arsinga que ha nombre Alangogaza, y como los diez del dicho Cabasica allí llegaron, descargaron luego las cargas, y cabalgaron y tornáronse luego: y el camino de este día fue muy fragoso de montañas y sierras muy altas, y en esta aldea estaba un Caballero Turco que tenía aquel lugar por el Señor de Arsinga: el cual recibió muy bien a los dichos Embajadores, y les dio buenas posadas y viandas, y lo que hubieron menester; y que en esta aldea supieron de este Caballero, en como el Tamurbec era partido de Carabaqui donde hibernara, y se iba para tierra de Soltania.

     Otro día sábado, que fueron tres días del mes de Mayo, partieron de aquí, y a hora de tercia fueron en una aldea, y recibiéronlos ende bien, y dieron asaz vianda y caballos en que fuesen y llevasen lo suyo, y en la noche fueron dormir a otra aldea, donde les dieron mucha vianda y caballos, y lo que hubieron menester, y la costumbre de esta tierra es ésta: a cada aldea do llegaban, ahora hubiese de estar allí, o no, luego de cada casa sacaban tapetes en que se asentaban, y luego en ese punto les ponían delante un cuero por manteles, que era como de guadamacir redondo, que llaman cofra, y allí tienen el pan: el cual pan de esas aldeas era muy malo, y hecho de esta guisa: amasaban un poco de harina, y hacían unas tortas muy delgadas, y ponían una sartén sobre el fuego, y de que era caliente, echaban aquella torta dentro, y cuando era caliente sacábanla luego, y éste era el pan que traían en aquellos cueros, y de sí traían mucha carne, y escudillas de leche, y de natas ácidas, y huevos y miel, y esto era el mejor manjar con que luego de presente los servían, y esto traían de cada casa, y si allí habían de estar, dábanles mucha carne, y cuanto les era menester: y como llegaban a cualquier lugar, venía ante ellos el mayoral, y el Embajador del Tamurbec mandaba traer viandas y caballos y hombres que les sirviesen, y si tan aína no lo hacían dábanles de palos y de azotes, tantos que era maravilla, y así estaban escarmentados las gentes de estas aldeas, que viendo un Checatay, luego huían: y el Checatay dícese por los hombres de la hueste del Tamurbec, de un linaje que hay entre ellos, y partieron este día de esta aldea; en estas aldeas moraban algunos Cristianos Armenios.

     Domingo siguiente, que fueron cuatro días del dicho mes de Mayo, llegaron a la ciudad de Arsinga a hora de vísperas, y este día el camino que trajeron fue fragoso de montañas y sierras altas, y cerca de la ciudad hallaron mucha nieve en el camino, y de la ciudad salió asaz gente a recibir y a ver los dichos Embajadores, y fuéronse para sus posadas, que las tenían aparejadas, y esa noche les hizo el Señor de aquella ciudad enviar mucha vianda cocida y adobada y mucha fruta y pan y vino.

     Y otro día lunes el Señor de aquella ciudad les hizo dar cierta cuantía de dinero de cada día, de que se mantuviesen mientras allí estuviesen, que les bastaba para cosas diversas, y a hora de mediodía el Señor envió por ellos, que los quería ver, y envióles caballos en que fuesen, y hombres que les guardasen, y lleváronlos a un prado fuera de la ciudad, y hallaron que estaba el Señor sentado en un estrado llano, so una sombra de un paño de seda con dos mástiles, y con cuerdas que lo tiraban, y con él estaba mucha gente: y como los dichos Embajadores fueron llegados, vinieron unos Caballeros con pieza de gente y recibiéronlos, y de que llegaron a do estaba el Señor, él se levantó a ellos y les dio las manos, e hízoles asentar cerca de sí, y recibiólos buenamente: y el Señor tenía vestidos unos paños de sutimi azul con unas bordaduras de oro, y en la cabeza tenía un sombrero alto, y en él cosas de aljófar y piedras, y encima del sombrero tenía un castillejo de oro en el bubalax, y del castillejo descendían dos trenzas de cabellos bermejos hechos en trisne, que descendían hasta las espaldas, que llegaban hasta los hombros, y estos cabellos así hechos es la divisa del Tamurbec: y el Señor podía ser de edad de hasta cuarenta años, y era hombre bien hecho y bajo, y la barba negra: y de que hubo demandado a los dichos Embajadores por el estado del Rey nuestro señor, la primera honra que les hizo tomó una taza de plata con vino, y dio con su mano a beber a los dichos Embajadores, y después a todos los sus hombres, y al que él daba a beber habíase de levantar e hincar los hinojos ante él, y tomar la taza con dos manos, si con una la tomase, habíalo por desprecio, ca dice, que de su igual debe el hombre tomar la taza con una mano, y no del Señor; y de que la taza habían tomado de mano del Señor, levantábanse, y desviábanse un poco atrás, y no volvían las espaldas al Señor, y de que habían bebido, habían de alzar el hinojo derecho, y dar con él en tierra tres veces, y habían de beber todo el vino de la taza: y de que les hubo dado a beber con su mano, trajeron unas acémilas en que venían unas cocinas de madera encima de ellas, en que venía cociendo al fuego asaz ollas de cobre, y de sí tiráronlas de encima de las acémilas, y trajeron muchos tajadores de hierro estañado redondos, con un pie alto sobre que estaban: otrosí trajeron hasta cien escudillas de hierro, estaban todas redondas y hondas que querían parecer bacinetas jinetes, y de sí pusieron cosas de carne en aquellos tajadores, y en las escudillas carnero adobado y albóndigas, y arroz y otros manjares, que era cada uno de su color, y sobre cada escudilla y cada tajador pusieron una torta de pan delgada: y ante el Señor y ante los dichos Embajadores pusieron un paño de seda por el suelo como manteles, y de sí pusiéronles delante de aquellos tajadores, y escudillas de carne en el suelo, y comenzaron a comer, todos cuantos ahí estaban, y cada uno tenía su cañibete para cortar, y su cuchara de madero para comer; pero que ante el Señor cortaba un hombre, y el Señor hizo llegar ante sí dos Caballeros que comiesen con él, y cuando hubieron de comer el arroz y otros potajes que allí tenían, comían todos tres en una escudilla y con una cuchara, y así como el uno la dejaba, tomábala el otro, y así comieron: y estando en este comer, llegó un mozo Turco de hasta siete años, y venían con él hasta diez de caballo, y el Señor tomólo y sentólo cerca de sí. Y este mozo era sobrino de Espandiar el Señor de Sinopoli, de quien habéis oído que era grande Señor en la Turquía: el cual venía del Tamurbec, y decían, que el señor Tamurbec enviaba mandar al dicho Espandiar, que la mitad de su tierra que la diese a aquel mozo, pues que era hijo de su hermana: y otrosí llegaron allí entonces dos Caballeros que venían del Tamurbec, los cuales eran naturales de aquella ciudad de Arsinga, y decían que el Tamurbec los había tenido presos un tiempo, y que ahora los soltara, y la razón porque los prendió es ésta: Zaratan, un gran Caballero, fue Señor de esta ciudad de Arsinga, y de su tierra, que es un gran señorío, y al tiempo que murió, no dejó hijos de una mujer que tenía: la cual era hija del Emperador de Trapisonda, y un tiempo antes que muriese dijo, que era su hijo éste que ahora es Señor de Arsinga, y de que murió, no lo quisieron recibir por Señor: y alzóse con la tierra un Caballero hijo de una hermana de Zaratan, que había nombre Xevali, diciendo, que pues Zaratan muriera sin hijo, que él debía heredar por ser su sobrino, y a esto que le ayudaron aquellos dos Caballeros que entonces allí llegaron. Y dicen que, cuando el Tamurbec venció al Turco, que viniera a esta ciudad, y que prendiera al dicho Zevali y a estos dichos dos Caballeros, y que hizo Señor a éste que ahora lo es, el que dijo Zaratan que era su hijo: y que ahora que había soltado a estos dos Caballeros, que al dicho Xevali que lo hizo llevar preso a la ciudad de Samarcante. Y la razón por que el Tamurbec y el Turco se hubieron de desavenir el uno del otro, y hubieron de pelear, fue por causa y ocasión de este dicho Zaratan, Señor de esta tierra, según que adelante os será contado, que fue una hermosa razón: y de que hubieron comido los dichos Embajadores, se tornaron para sus posadas, y el Señor quedó allí con sus Caballeros, y de que fue noche, el Señor hizo enviar a los dichos Embajadores muchas cosas, y calderas de carne cocida, y con ellas sus cocineros que las escudillasen, y servidores que sirviesen aquella vianda. Y martes siguiente no les hizo fiesta ninguna; pero dioles dineros para su despensa cuantos tuviesen menester.

     Y otro día miércoles siguiente, después de comer envió por los dichos Embajadores, y fueron a él, y halláronlo en su posada, y estaba en un portal ante una fuente, y con él muchos Caballeros y gente y también juglares, que estaban ante él tañendo, y bien parecía casa de Señor según el meneo de ella: y cómo los dichos Embajadores entraron, inclinóse a ellos, e hízoles sentar cerca de sí, y trajeron luego muchos pedazos de azúcar, y dijo, que él y el Caballero que no bebía vino (que era Ruy González) quería que aquel día fuesen compañeros en el beber, y trajéronle una gran jarra de vidrio llena de agua con azúcar, y bebió él, y después dio a beber al dicho Ruy González él con su mano, y a los otros todos dieron del vino: y después de esto trajeron mucha carne, y muchos arroces y potajes de muchas maneras, y comieron según el día de antes, y de que la carne fue comida, trajeron escudillas de miel y duraznos curtidos en vinagre y uvas y alcaparras otrosí curtidas, y comían muy feo. Y en todo esto el vino no cesaba, y de que duró un rato esto, trajeron una taza que cabía cuanto tres cuartillos, y tomaba el Señor aquella taza, y daba él con su propia mano a beber a ciertos Caballeros suyos, y bebíanse todo el vino, ca no había de dejar nada, que sería gran fealdad, para su costumbre, y de que el Señor fue enojado de dar a beber, tomaban aquellos sus Caballeros aquella taza grande, y dábanse unos a otros a beber, hasta que los más de ellos fueron bien beodos. Y este día no bebió vino el Señor, por tener compañía al dicho Ruy González, y este Señor había nombre Pitalibet: y de que fue noche, los dichos Embajadores se tornaron a sus posadas.

     Y esta dicha ciudad de Arsinga está hecha en un llano cerca de un río que es llamado Eúfrates, y es uno de los ríos que salen del Paraíso: y este llano en que está la ciudad es todo cercado de en derredor de unas sierras muy altas, y encima de lo más alto de estas sierras había mucha nieve, y ayuso en las faldas no había ninguna, y había muchas aldeas, y viñas y huertas, y el llano así mismo era todo labrado de panes y viñas, y muchas huertas y vergeles bien hermosos: y la ciudad no era muy grande, y la cerca de ella era de piedra con sus torres: esta ciudad edificaron Armenios: en el muro había en muchos lugares hecha de piedra la señal de la cruz, y las casas de dentro eran todas con terrados, y así anda la gente por los terrados como por las calles, y era muy poblada, y dentro de ella había muchas rúas y calles bien hermosas y de muchos oficiales, y es ciudad muy rica y de muchas mercaderías: y había muchas hermosas mezquitas y muchas fuentes, y en ella había muchos Cristianos, Armenios y Griegos: y decían, que cuando el Tamurbec viniera sobre la ciudad de Sabastria, una ciudad del Turco, y la destruyó, que el Turco que vino sobre esta dicha ciudad de Arsinga, y que la entraron, y de que el Tamurbec venció al Turco, que tornó a esta ciudad, y que la tomó para sí, como la tenía de primero: y dicen que estando aquí, que los Moros de la ciudad que se le querellaron de los Cristianos que allí venían, diciendo, que Zaratan su Señor que les quitaba más honra que no a ellos, y que eran más recibidos, y que habían Iglesias que eran mejores que las sus mezquitas: por lo cual dicen, que el dicho Tamurbec hubo de enviar por el dicho Zaratan, y contóle lo que los Moros decían: y Zaratan respondía, que él tenía a los Cristianos en su tierra porque se aprovechaba de ellos en sus menesteres. Y el Tamurbec envió por un Clérigo Griego que allí estaba, que era mayor de los otros: de que fue delante de él, por la grande saña que tenía de los de Constantinopla, y de los Genoveses de la ciudad de Pera, díjole, que se renegase, y porque no lo quiso hacer, mandaba matar todos los Cristianos de la ciudad: y el dicho Zaratan demandó merced por ellos al Tamurbec, y redimióles por nueve mil esperas, lo cual es cada espera cuanto medio real de plata: las cuales esperas les prestó Zaratan su Señor; y el Tamurbec mandó derrocar todas las Iglesias de los Cristianos, y el Tamurbec tomó un castillo de esta ciudad, que ha nombre Camag, y diolo a un su Charatay que lo tuviese por él: y esto hizo él, por cuanto el dicho castillo es muy fuerte, y en lugar que rinde mucho, y es guarda de toda esta tierra, y por él pasan muchas mercaderías a muchas partes, así como en la Siria, y a la Turquía. Las razones porque el Turco y el Tamurbec hubieron de saber el uno del otro, y porque el Tamurbec hubo de venir en la Turquía a pelear con el Turco Baysit, es esto: este Caballero Zaratan, Señor de esta ciudad de Arsinga, comarcana está su tierra con el señorío del Turco: habiendo el Turco codicia de esta tierra de este Zaratan, señaladamente de este dicho castillo de Camag, envió decir, que se le tributase, y entregase el dicho castillo de Camag: y el dicho Zaratan dijo que le placía de conocerle Señorío, y de hacer tributo; más que no le entregaría el dicho castillo y el Turco envióle decir, que le convenía de dárselo, si no que por él había de perder toda la tierra: y el dicho Zaratan, habiendo oído del Tamurbec, y del su grande poder, y de cómo estaba entonces en la Persia haciendo guerra, y que había vencido al Sultán de la Persia, envióle sus Embajadores y su presente y letras, y envió demandar, que lo quisiese defender del Turco, y aquella su tierra, y él que era a su mandado, y que hiciese de él como de un su cautivo: por lo cual el Tamurbec hubo de enviar un su Embajador al Turco, y envióle sus letras, en que lo envió a rogar, que aquel Caballero Zaratan era suyo, y que por su honra no le quisiese hacer deshonor ninguno, y que él estaba presto de hacer otro tanto por él. Y el Turco nunca habiendo oído del Tamurbec, salvo en aquella hora, y teniendo, que no había hombre en el mundo mayor que él, tuvo tan grande saña que fue maravilla, y envió luego sus cartas para el dicho Tamurbec, en que le envió decir: que era maravillado, de ser hombre tan loco, y atreverse a enviarle decir tan gran locura, que él no hiciese lo que él quisiese contra Zaratan, y contra todos los hombres de todo el universo mundo. Mas porque no quedase sin pena de la su locura, que él juraba y prometía de irlo buscar do quiera que estuviese, y que no le podría escapar que no le tomase preso, y que ante él a su despecho, le juraba de echarse con la su mujer mayor. Y el dicho Tamurbec siendo de tan grande esfuerzo, quiso mostrar en esto su gran poderío, y partió con sus huestes de allí do estaba, que era en la Persia, en unos hermosos campos que llaman Catarabaque, donde había hibernado aquel año, y vínose derechamente a esta sobredicha ciudad de Arsinga, y de allí partió luego, y entró por tierra del Turco, y fue a una ciudad que llaman Sabastria, y cercóla, y combatióla muy de recio, y los de la ciudad de Sabastria enviaron por socorro al Turco su Señor, y cuando él supo que el Tamurbec era en su tierra, y le tenía muy cercada la ciudad de Sabastria, tuvo muy grande saña contra él, y mandó ayuntar gente, y luego con la primera que le vino envió a un su hijo el mayor que él había, el cual había nombre Muzulman Chalabi, con doscientos mil hombres a caballo para acorrer la ciudad, que luego sería con otra más gente en pos de él. Y no pudieron los Turcos tanto hacer, que antes que el socorro llegase, el Tamurbec no tenía entrada la ciudad: y entróla por esta manera. Combatiólos muy recio, tanto que vinieron a hablar los de la ciudad con él, y quedaron con él en esta manera: que saliese cierta gente de la ciudad a él, y que les aseguraba, de no hacer sangre en ellos, y que les diese cierta cuantía de oro y de plata. Y de que hubo recibido el Tamurbec el tributo que les hubiera pedido de ellos, dijo, que quería hablar con los de la ciudad algunas cosas que eran mucho para su provecho, y que para esto que los mayores y mejores de la ciudad que viniesen a él. Y ellos por el seguro que les tenía dado, otrosí porque le habían dado lo que les había demandado, salieron luego a él: y el Tamurbec, de que los tuvo fuera de la ciudad, hizo hacer muy grandes hoyos, y díjoles, que él les tenía prometido y asegurado de no hacer sangre en ellos, por ende que él los quería ahogar en aquellos hoyos, y mandar entrar la ciudad a su gente que la robasen, que lo habían menester que estaban pobres. E hízolo así, que mandó soterrar a cuantos habían salido de la ciudad, y mandó que entrasen la ciudad y la robasen: y de que la hubieron robado, mandóla aportellar, y destruyóla toda. Y como hubo esto hecho, movió él de allí: y el día que de allí partió, llegó el hijo del Turco con los doscientos mil hombres de a caballo que traía: y de que halló que toda la ciudad de Sabastria era destruida, y el Tamurbec partido, esperó allí al padre. Y el Tamurbec como partió de allí, fuese derechamente para tierra del Sultán de Babilonia. Y antes que allá llegase halló una generación de gente que llamaban Tártaros Blancos, que son una gente que se andaban todavía a los campos, y peleó y tuvo guerra con ellos: a los cuales venció, y los tomó, y tuvo preso al Señor de ellos, y podría haber bien hasta cincuenta mil hombres y mujeres, y llevólos consigo. Y de allí fue a la ciudad de Damasco: el cual tenía gran saña de ellos, por cuanto no se quisieron atributar, y le habían tenido presos los Embajadores que les había enviado, y entró la ciudad por fuerza, y destruyóla, y cuantos maestros allí halló de todas las artes, a tantos hizo llevar a la ciudad de Samarcante, y a los Tártaros Blancos, y a los que traía de Sabafria, entre los cuales llevó asaz Cristianos Armenios de Sabafria: y de sí tornóse a tierra de Persia, y fue a tener el verano a una tierra que llaman Alara, que es de Armenia la alta: y el Turco tornóse sobre la ciudad de Arsinga, y con gran enojo y saña que había de este Caballero Zaratan, porque por él había habido aquella deshonra, mandó combatir la ciudad, y entróla por fuerza, y tomó presa a la mujer de Zaratan, y de sí mandóla soltar, y mandó que no hiciesen mal ninguno en la sobredicha ciudad, partido de allí y tornóse para su tierra: y dicen, que aquí mostró este sobredicho Turco muy poco esfuerzo en no destruir él aquella ciudad, como el Tamurbec le había destruido la su ciudad de Sabastria: y después que cada uno de estos Señores fueron en sus tierras, enviáronse sus Embajadores el uno al otro, y no se pudieron avenir ninguno de ellos: y en este mismo tiempo el Emperador de la gran ciudad de Constantinopla y los Genoveses de Pera enviaron decir al Tamurbec, que si él batalla había de haber con el Turco, que ellos le podían muy bien servir, y ayudar con mucha gente y galeras, y sería en esta manera: que ellos armarían en breve tiempo ciertas galeras, para defender, que los Turcos que estaban en la Grecia, que no pasasen en la Turquía, porque él pudiese mejor con el Turco. Y otrosí, que le daría en servicio cierta cuantía de plata: y de que no se pudieron avenir el Turco de la ciudad de Constantinopla y el dicho Tamurbec, ayuntaron sus gentes de la una parte y de la otra, y el Tamurbec que la tenía mucho más presta, como hombre astuto y sagaz en la guerra, partió de la Persia a gran prisa, y vínose para la Turquía, y trajo el camino que primero había traído, y vínose para la tierra de Arsinga, y a la ciudad de Sabastria: y cuando el Turco supo en cómo el Tamurbec era en su tierra, el cual camino que traía dejó, y el fardaje de su hueste en un fuerte castillo que llaman Anguri, y tomó toda su gente, y fuese a gran prisa para el Tamurbec: y el Tamurbec, de que supo el ardid tan sagaz del Turco, dejó el Tamurbec aquel camino que llevaba, y tornó a la mano izquierda por una montaña muy alta, y cuando el Turco llegó, como el Tamurbec había dejado el camino que llevaba, y tomara otro, el Turco pensó que huía, y fue en pos de él a muy gran prisa cuanto más pudo: y el dicho Tamurbec de que fue por aquellas montañas unos ocho días, tornó al camino llano, y fue al castillo de Anguri, donde el Turco dejó todo su fardaje, y robóselo: y el Turco, de que supo que el Tamurbec estaba sobre Anguri, anduvo cuanto más pudo, y cuando llegó, traía la gente cansada, y el Tamurbec había hecho aquel rodeo por lo desordenar, y hubieron de allí de pelear, y fue vencido y preso el Turco, como habéis ya oído: y el Emperador de Constantinopla, y los Genoveses de la ciudad de Pera, en lugar de tener lo que con el Tamurbec habían puesto, dejaron pasar los Turcos de la Grecia en la Turquía, y de que fuera vencido aqueste Turco, pasaban ellos mismos a los Turcos con sus fustas de la Turquía en la Grecia, de los que venían huyendo, y por esta ocasión tenía mala voluntad el Tamurbec a los Cristianos, de que se hallaron mal los de su tierra: y este Turco que el Tamurbec venció que había nombre Aldayre Bayazet, que quiere decir, el relámpago: basit quealdayre, dicen ellos por el relámpago, y Basit era su nombre: y su padre de este tuvo nombre Amirate, que fue muy buen Caballero, y matóle un Conde Cristiano, que había nombre el Conde Lázaro, y matóle en una batalla campal que tuvo con él, de encuentro de un estoque que le dio por los pechos, y le pasó a las espaldas: y después este Aldayre Bayazet vengó a su muerto padre, y mató al dicho Conde Lázaro en una batalla él mismo con su propia mano: y ahora el hijo de este sobredicho Conde Lázaro andaba con el dicho Bayazet, y ahora así mismo vive con Muzalman Chalabi, hijo de este Turco Aldayre Bayazet: y esto he querido escribir, porque se entienda a quien llamaron Murate; porque todos los Señores de la Turquía no les sabemos acá otros nombres salvo el Murate, y cada un Señor ha habido su nombre apartado: y otrosí el Tamurbec es su nombre propio éste, y no Tamorlan, como nos lo llamamos, ca Tamurbec quiere decir en su propia lengua, tanto como Señor de hierro, ca por Señor dicen ellos Bec, y por hierro Tamur, y Tamorlan es bien contrario del su Señor, ca es nombre que le llaman en denuesto; porque Tamorlan quiere decir tullido, como lo cual él lo era tullido de la una anca derecha, y de los dos dedos pequeños de la mano derecha, de heridas que le fueron dadas robando carneros una noche, según adelante os será más largamente contado.

     Y los dichos Señores Embajadores estuvieron en esta ciudad de Arsinga hasta jueves, que fueron quince días del mes de Mayo, que partieron de allí: y el camino de este día fue por unas sierras altas sin montes, y este día nevó e hizo grande frío, y en la noche fueron dormir a una aldea que ha nombre Xabega, y tenía un, castillo pequeño, y cerca de él pasaba un río: y el camino de este día fue por unas sierras altas sin montes; pero que había muchas labranzas de pan, y aldeas y casas.

     Y otro día sábado fueron dormir a una aldea que ha nombre Pagarrix, y tenía un castillo alto encima de una peña, y en este dicho lugar había dos barrios, el uno de Armenios, y el otro de Turcos, y decían, que podía hacer un año que el Tamurbec pasara por allí, y que mandó que las Iglesias de los Armenios que las derrocasen: y que los Armenios, porque no se las derrocasen, que les dieron tres mil asperos, que es cada aspero como medio real. Y de que los hubo mandado tomar, mandó derrocar las dichas Iglesias.

     Y otro día domingo, día de Pascua de Pentecostés, partieron de aquí, y fueron a una aldea que había un castillo alto encima de una peña, que era de Arsinga.

     Y lunes siguiente fueron dormir en el campo, y el camino de este día fue entre unas sierras altas sin montes, de que descendían muchas aguas, y había muchas hierbas a maravilla, así en lo alto como en lo bajo: y esta tierra era de Turcomanes, que comarcan hasta allí, que es una nación de Moros que son allende de los Turcos, y otro día martes partieron de allí, y el camino de este día fue llano, y de muchos prados y aguas.

     Y a hora de medio día fueron en una ciudad que es llamada Aseron, la cual ciudad estaba por el Tamurbec: la cual ciudad estaba en un llano, y había muy fuerte muro de piedra y de torres, y muy ancho, y tenía un castillo, y no estaba muy poblada, y en ella había una hermosa Iglesia, ca solía ser esta ciudad de Cristianos de Armenia, y en ella vivían muchos Armenios, y solía ser esta ciudad la mejor y más rica que en toda esta comarca había, y al Señor de esta ciudad llaman Subail, y era Turcoman.

     Y otro día jueves veinte y dos días del dicho mes de Mayo partieron de aquí, y fueron dormir a una aldea que ha nombre Partir Iuan, y es del señorío de una ciudad que es llamada Auniqui, una ciudad muy fuerte, y tiene señorío sobre sí, como quiera sea de Armenios, y era de esta tierra Señor un Caballero Chacatay que ha nombre Toladaybeque.

     Y viernes siguiente llegaron a una aldea que ha nombre Ischu, y estuvieron en esta aldea este día que allí llegaron, y otro día sábado, y en esta aldea vivían muchos Armenios.

     Y domingo siguiente fueron dormir a una aldea que ha nombre Delularquente, que quiere decir, el aldea de los locos: y los que en esta aldea vivían eran Moros, como ermitaños que llaman Caxixes, y mucha gente de Moros venían allí a ellos como en romería, y muchos dolientes allí guarecen, y entre ellos había un mayoral que le cataban mucha honra, y decían, que era Santo, y cuando el Tamurbec por allí pasó, que fuera estar con este Caxic: y estos ermitaños eran gente que les hacían mucha limosna las gentes, y el su mayoral era Señor de esta aldea, y de los que de ellos quieren ser religiosos, y que las gentes los tengan por Santos, rápanse las barbas y las cabezas, y desnúdanse, y desnudos por las calles, y al sol y al frío, y andan comiendo por las calles, y vístense de los paños más rotos que hallan, y andan cantando de día y de noche con panderos, y encima de la puerta de esta ermita estaba un pendón de hilos negros de lana, y una luna figurada encima, y al pie del pendón hincados muchos cuernos de ciervos y de cabrones y de carneros, y ésta es su usanza de estos Caxixes, y de tener estos cuernos encima de sus casas, y tráelos en las manos cuando van por las calles.

     Lunes, veinte y seis días del dicho mes de Mayo partieron de aquí, y fueron dormir en el campo cerca de un grande río que ha nombre Corras, y éste es un grande río que atraviesa todo lo más de Armenia: y el camino de este día fue entre unas sierras nevadas, de que descienden muchas aguas.

     Y otro día martes fueron dormir en una aldea que ha nombre Naujua, y el camino de este día fue por ribera de este río, y el camino fue muy fragoso y de malos pasos: y en este lugar había un Caxic por Señor, e hizo mucha honra a los dichos Embajadores, y en este lugar había muchos Armenios; y otro día miércoles fueron dormir a una aldea que había un castillo alto encima de una peña: la cual peña era de sal, y esta sierra de esta sal dura bien media jornada, y todas las gentes que quieren sacar, sacan de esta sal, y se aprovechan de ella los que quieren, y no de otra.

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