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Violeta

Comedia infantil en un acto y en verso para niñas


Pedro Jesús Solas



Portada



  -2-  
PERSONAJES
 

 
IRENE.
DOÑA PAZ,   madre de IRENE.
LUCILA,   amiga de IRENE.
VIOLETA.
ROSALÍA,   doncella de DOÑA PAZ.
 

Época contemporánea.

   

Por derecha e izquierda entiéndase la del espectador.

 



  -3-  
Acto único

 

Jardín de un hotel. En el centro una fuente. A derecha e izquierda, en primer término, bancos rústicos. Al fondo árboles y tiestos. A la izquierda, en segundo término, una escalinata que da acceso al hotel. A la derecha, en segundo término, una senda que se supone conduce a la puerta de la calle. La acción, de día.

 

Escena I

 

ROSALÍA y VIOLETA.

 
 

(La primera sentada haciendo costura en el banco de la izquierda; la segunda a su lado, en pie, y teniendo en la mano una jícara con una pluma dentro, y un trapo blanco sostenido bajo del brazo.)

 
ROSALÍA
¿Y qué sucedió? Prosigue.
VIOLETA
Que un día llegó doña Ana
y unos cuantos caballeros,
el uno era el juez de guardia,
y acercándose a mí, dijo 5
la buena señora: «Basta
de martirio, pobre ángel;
ya tu esclavitud acaba.»
-4-
otro de los caballeros,
un médico, habla en voz baja 10
con el juez, y éste, indignado,
exclamó: «¡Qué horrible infamia!...»
Uno escribió... no sé qué;...
y por último, acostada
según me hallaba en el lecho,... 15
un jergón con una manta...
Me llevaron poco a poco
a una lindísima casa
a la vez que a la mendiga,
mi verdugo, la encerraban 20
en la cárcel, según supe
tiempos después por doña Ana.
ROSALÍA
Pero ¿por qué aquella infame
mendiga te maltrataba?
VIOLETA
Porque el sueño me rendía, 25
y el hambre y sed me mataban,
tras horas y horas sin cuento
de pedir casa por casa
limosnas para ella, en tanto
que yo, hambrienta y destrozada, 30
a comer no me atrevía.
Ni un mendrugo. Porque, esclava,
sin voluntad y sin ánimos,
comía lo que me daban
sus antojos, sin quejarme, 35
y ella me creía harta
de golosinas. A veces
porque bebía sin tasa
y se ponía frenética.
Otras, porque no quedaba 40
contenta de las limosnas
que recogía... Mis lágrimas
la irritaban; mis lamentos
la enfurecían; cegaba;
y a fuerza de golpes siempre 45
sucumbía yo...
ROSALÍA
¡Malvada
mujer!
VIOLETA
Hasta que Dios quiso
poner término a mis ansias.
Doña Ana, por las vecinas
supo lo que me pasaba; 50
-5-
enterose, y acudió
a la autoridad.
ROSALÍA
¡Sí, gracias
a las recomendaciones
del señor!
VIOLETA
Y allí, en tu casa,
rodeada de cuidados 55
y de amor; limpia y aseada;
recibiendo sus lecciones
y su ejemplo, vime salva
de la atroz esclavitud
en que estuve en cuerpo y alma. 60
Hasta que el cielo dispuso
que otra vez sola quedara,
y se llevó, en hora triste
para mí, a la que me daba
besos, ternuras y amparo... 65
ROSALÍA
Y entonces viniste a casa;
porque como los señores
querían mucho a doña Ana,
aya de Irene y persona
respetable y respetada, 70
prometiéronla ampararte...
VIOLETA
Y cumplen bien su palabra
pues de bondades me colman
y como a hija me tratan.
¡Dios les dé dichas sin cuento 75
como ambiciona mi alma!
ROSALÍA
Y di, María, ¿por qué
Violeta todos te llaman?
VIOLETA
¡No lo sé!... Acaso mi humilde
origen...
ROSALÍA
De flor que entraña
80
con la humildad lo excelente
de su aroma; flor preciada
que con su bondad anuncia
su existencia, publicándola
más con su amable modestia 85
que con sus nativas galas.
El nombre, que es muy bonito,
perfectamente te cuadra.
VIOLETA

 (Reconocida.) 

¡No merezco tanto!
ROSALÍA
Eso
es una cosa que escapa 90
-6-
a tu juicio y a tu modo
de ser. Pero, el tiempo pasa,
y volverá la señora...
VIOLETA
Antes voy a ver a Mañas,
que el pobrecito, aún cojea 95
mucho, y la hinchazón no baja.
¡Pobre perro!... ¡Cómo lame
agradecido, con ansia
mi mano cuando le curo!...
ROSALÍA
¡Bueno, mujer; vete, anda! 100
 

(Vase VIOLETA por el segundo término de la derecha.)

 


Escena II

ROSALÍA
¡Ángel de Dios!... No sabemos
el bien que al cielo debemos
los que con padres contamos
y en sus caricias tenemos
la dicha que ambicionamos. 105
 

(Pausa.)

 
Pero ¿qué harán esas dos
que la una de la otra en pos
han dejado sus labores?...
Voy a verlo... y sabe Dios
que temo encontrarme horrores. 110
 

(Deja su labor sobre el banco y dirígese al hotel, sin notar que IRENE y LUCILA, que salen de él a tal punto, dan la vuelta en torno a la fuente para no ser vistas por ROSALÍA.)

 


Escena III

 

IRENE y LUCILA.

 
IRENE
¡No temas; no nos ha visto!
LUCILA
Pero verá...
IRENE
¡Buena es ésa!
¿Y qué importa? Con negarlo
-7-
las dos, a ver cómo prueba
que lo hemos hecho nosotras 115
y no ha sido Violeta.
LUCILA
¡Si la echásemos la culpa!...
IRENE
¡Me parece buena idea!
LUCILA
Pero, ella...
IRENE
Como es tan tonta,
hará todo lo que quiera 120
yo. ¡Si siempre estoy colgándola
mis milagros!... Deja, deja,
que ya verás de qué modo
huimos de la tormenta.
LUCILA
Cuando tu mamá se entere... 125
¡Buena la va a haber!
IRENE
¡Si fuera
ella sola!... Lo más grave
es papá, que en cuanto venga
y sepa lo que ha pasado...
LUCILA
¡Ay, Irene!... ¡Qué ocurrencia 130
la mía!...
IRENE
¡Bah! No te apenes.
Busquemos a la chica esa,
y ya verás cómo carga
con el mochuelo.
LUCILA
¡Pero a ella
la reñirán!
IRENE
¡Oh, quién sabe!
135
Acaso el asunto tenga
una solución más fuerte
y de mayor trascendencia.
Tal vez la echen a la calle.
LUCILA

 (Con hipocresía.) 

¡Pobrecilla!...
IRENE
No me alegra
140
el mal de nadie, soy franca;
pero, de perder... que pierda
cualquiera, no siendo yo.
LUCILA
¡Es natural!
IRENE
Si supieran
que habías sido la causa, 145
cree, Lucila, que nos cuesta
el no vernos nunca más.
LUCILA
Me daría mucha pena.
IRENE
¡Ea! Manos a la obra;
busquemos a Violeta, 150
-8-
y verás cómo la engaño
y nos escapamos de ésta.
 

(Vanse por el segundo término de la derecha.)

 


Escena IV

 

ROSALÍA, que sale del hotel.

 
ROSALÍA
¡Dios eterno lo que han hecho
esas chicuelas del diablo!...
El busto de la señora, 155
que apreciaba el señor tanto,
por ser de no sé qué artista,
lo han roto en dos mil pedazos.
¡Ya temía yo que hicieran
esas locas algo malo!... 160
Ni pensar quiero el disgusto
que todos a tener vamos.

 (Toma la labor y se sienta en el banco de la izquierda.)  

Jesús, Jesús de mi vida
lo que va a pasar!... Y el caso
es que yo, pobre de mí, 165
voy a pagar los cacharros
rotos, sin tener la culpa,
tan sólo por no evitarlo.
Pero ¿quién sabe lo que hace
ese par de marimachos, 170
que tienen juegos de chico?...
Quién puede seguir sus pasos?
¡Ay de mí! Lo que es de esta hecha
me parece que no escapo
de ser despedida... Siempre 175
suele por lo más delgado
romperse la cuerda, y yo
voy a ser quien pague el pato.


Escena V

 

Dicha y DOÑA PAZ, que entra por la derecha, segundo término.

 
ROSALÍA

 (Deja la labor y se pone en pie.) 

¡La señora!...
  -9-  
DOÑA PAZ
¡Hola! ¿Ha venido
el señor?
ROSALÍA
Aun no...
DOÑA PAZ
¿Y la niña?
180
ROSALÍA
¡Tan contenta! Está jugando
con su amiga.
DOÑA PAZ
¿Con Lucila?
ROSALÍA
¡Sí, señora!
DOÑA PAZ

  (Aparte.) 

No me gusta
esa amistad de mi hija.

  (Alto.) 

Bien; acompáñeme usted. 185

 (Dirígese al hotel; quitándose los guantes.)  

ROSALÍA

 (Aparte.) 

¡Protegedme Santa Rita!...
Ahora encuentra el busto roto
y... me cae la lotería.

 (Recoge su labor y sigue a DOÑA PAZ.)  



Escena VI

 

IRENE, LUCILA y VIOLETA.

 
IRENE

  (A VIOLETA.) 

Pues figúrate que el gato,
cuando nos vio, desde lejos, 190
dio en maullar de modo horrible
y en bufar de modo horrendo
y en saltar como a la comba...
¿Es verdad, Lucila?
LUCILA
¡Es cierto!
IRENE
Tenía el pelo erizado... 195
LUCILA
¡Oh, cómo tenía el pelo!
IRENE
Y nos miraba iracundo...
LUCILA
¡A mí me dio mucho miedo!
IRENE
Y de pronto... ¡Buf! De un salto
llegó casi, casi al techo; 200
y al caer, como un cohete
salió del cuarto corriendo
tropezando en todas partes,
tirándolo todo al suelo,
y dando cada maullido, 205
que asustaba. Sólo viéndolo
es creíble.
VIOLETA
¡Estará loco!
  -10-  
LUCILA
¡Fácil es que sea eso!
IRENE
Nos dio lástima y tras de él
salimos en seguimiento 210
llamándole: «¡Ven, monino!»...
LUCILA
«¡Ven, pobrecito Lucero!»...
IRENE
Pero, sí. ¡Estábamos frescas!
El michito, loco, ciego,
como alma que lleva el diablo 215
rehuía nuestro encuentro
tirándose a las paredes
y dando saltos tremendos.
Del comedor fue al pasillo,
desde allí al recibimiento, 220
desde éste escapó al despacho,
del despacho fuese luego
al cuarto de Rosalía,
después al cuarto de Diego,
y desde éste a la despensa, 225
y a la cocina...
LUCILA
¡A todo esto,
sin dejar de dar bufidos
como un toro!
IRENE
¡Bien! El hecho
es que se metió en la sala
no sé quién habría abierto, 230
y salta acá, salta allí,
hasta que cayó de lleno
sobre el busto de mamá
lanzándole contra el suelo
y haciéndole más pedazos 235
que estrellas hay en los cielos.
VIOLETA
¡Qué lástima!
IRENE
Y lo más grave
¡ay, Violeta! no es eso.
Lo más grave es que nos echen
la culpa, que no tenemos 240
y me castiguen.
LUCILA
¡Es claro!
A menos que tu...
VIOLETA
Si puedo
evitar algo...
IRENE
¡Si quieres,
Todo!...
VIOLETA
¿Cómo?
  -11-  
IRENE
Pues, diciendo
que has sido tú quien lo ha visto 245
mientras curaba yo el perro.
VIOLETA
Me repugna la mentira.
IRENE
¡Y te alegra mi tormento!...
VIOLETA
¡Eso, no!
LUCILA
Cuando se miente
sin daño para tercero, 250
antes bien para evitarle
un disgusto... hija, yo creo
que es una acción meritoria.
IRENE
¡Y tanto!... Pero yo tengo
la culpa, haciendo confianzas 255
a quien como a hermana quiero

 (Quejándose.) 

y así me paga.
LUCILA
¡No haría
lo mismo a estar yo en su puesto!
VIOLETA
Mentir, no miento por nada.
Lo que haré es guardar silencio 260
si me inculpan.
LUCILA

 (Con decisión.) 

¡Es bastante!
IRENE
Pues ha llegado el momento,
porque ya mamá se acerca
¡tan sólo de oírla, tiemblo!


Escena VII

 

Dichas. DOÑA PAZ y ROSALÍA.

 
DOÑA PAZ

 (Muy enojada.) 

¡Esto ya es intolerable 265
y acaba con la paciencia!
¿Quién ha jugado en la sala?
¿Quién mientras he estado fuera,
ha abierto la puerta?... ¡Irene,
contesta pronto; contesta! 270
IRENE
¡No sé, mamá! Yo no he sido.
LUCILA
Y yo he pasado con ella
el tiempo que ha estoy aquí.
DOÑA PAZ
Rosalía, mi indulgencia
tiene sus límites. Puesto 275
que usted ha debido verlas,
-12-
sabrá quién ha roto el busto
de la sala.
ROSALÍA
Bien quisiera,
señora, cumplir sus órdenes,
mas no es posible. En su ausencia, 280
la señorita Lucila
llegó y, como siempre, apenas
con la señorita Irene
reuniose, ambas contentas
y alborozadas se fueron 285
al hotel. Seguirlas, fuera
imposible, pues no paran,
ni de entrar y salir cesan.
Por esto decir no puedo
si han sido o no han sido ellas. 290
DOÑA PAZ

  (A VIOLETA)  

¿Has sido tú?
 

(VIOLETA no contesta. Pausa.)

 
ROSALÍA
¡No, señora!
¿Por qué, mujer, no contestas?
¡Habla!
DOÑA PAZ
¿Has sido tú? Responde.
Di la verdad.
ROSALÍA

 (A VIOLETA.) 

¡Te condenas
tu misma con tu silencio! 295
 

(Pausa.)

 
DOÑA PAZ
¿Te obstinas en callar? Esa
determinación te acusa,
que también hay elocuencia
en el silencio.
ROSALÍA

 (Protestando.) 

¡Señora!...
DOÑA PAZ
¡Basta, que no es muda ella! 300
Cuando tú no te defiendes
y en tal silencio te encierras,
es prueba de que tú has sido
quien de la sala la puerta
ha abierto. Y pues que mis órdenes 305
crees que para ti no rezan,
hoy dejarás esta casa;
a menos que yo no sepa
quién ha roto el busto.
 

(VIOLETA llora en silencio.)

 
ROSALÍA

 (Indignada.)  

 (Aparte.) 

¡Vamos!
¡Su mutismo me exaspera!... 310
DOÑA PAZ

 (A ROSALÍA.) 

Y usted puede ir disponiendo
cuanto esa muchacha tenga,
-13-
para que se lleve todo
y otra vez aquí no vuelva
para nada.

 (VIOLETA gime pero sin hablar.) 

Ya es preciso
315
que se acabe la indulgencia
para con quien tan mal paga
el bien que se le dispensa.
VIOLETA

 (Con violencia y protestando.)  

¡Oh; eso, no! ¡Jamás olvido
cuánto debo! Ingrata fuera, 320
y yo no sé ser ingrata.
ROSALÍA

 (Con viveza, animándola.) 

¡Sigue, sigue! ¡Habla; no temas!
DOÑA PAZ
¿Confiesas que has delinquido?
ROSALÍA
¡No, señora! No confiesa
lo que no es verdad!
DOÑA PAZ

 (Muy grave.) 

¡Silencio!
325
ROSALÍA
¡No tal! Antes que padezca
lo que no es justo, yo hablo
y defiendo su inocencia.
Ella ha estado al lado mío
y no ha podido ser ella 330
quien ha pisado la sala.

 (Abrazándola.) 

¡Lo afirmo! ¡Pobre Violeta!
VIOLETA

 (Conmovida.) 

¡Muchas gracias, Rosalía!
DOÑA PAZ
Entonces...
ROSALÍA

 (Acusando.) 

¡Han sido ésas!

  (Indica a IRENE y LUCILA.)  

DOÑA PAZ
¡Increíble me parece!... 335
IRENE
¡Oh, no, mamá, no la creas!
ROSALÍA
¿No? ¿Quién ha quemado el gato?

  (IRENE y LUCILA bajan la cabeza.)  

¡Hola! ¡Bajan la cabeza,
y no sienten los perjuicios
que causan a la inocencia! 340
IRENE

 (A VIOLETA.) 

¿Se lo has dicho? ¡Qué habladora!
VIOLETA

 (A IRENE.) 

¡Yo no he hablado!
ROSALÍA
¡Prueba plena!
Ya ha confesado el delito.
IRENE

 (Disculpándose.) 

¡Fue Lucila!
DOÑA PAZ

 (A IRENE.) 

¡Cuenta, cuenta!
  -14-  
IRENE
Mira, mamá, no ha pasado 345
más que esto: traía ésta

 (Por LUCILA.) 

unos pasteles muy ricos,
y el gato hizo de uno presa;
y entonces dijo Lucila:
«Irene, si tu quisieras, 350
le quemábamos el rabo
por goloso.» En la despensa
hallé una caja de fósforos;
encendí uno... Entonces ella
prendió un papel y arrimósele 355
a Lucero. Hecho una fiera
saltó bufando, y el pobre,
como halló la sala abierta,
allí se entró y lo primero
que hizo fue a la rinconera 360
dar un brinco... tiró el busto...
Y ¡claro! al caer a tierra
rompiose...
DOÑA PAZ
¡Bien, basta, basta!
Resulta tu inobediencia
unida a un fondo dañado, 365
puesto que al mirar la pena
de una inocente, sus lágrimas
no lograron hacer mella
en tu corazón. Me duele
tener por hija una fiera, 370
pero vas a ser domada,
y pronto. Hoy irás de interna
a un colegio, de mí lejos,
donde verme más no puedas
hasta que estés corregida. 375
Por completo.

 (A LUCILA, con severidad.) 

En mi presencia
no están bien los seres malos
que van a casas ajenas
para lastimar, crueles,
a animales sin defensa. 380
De modo que, de hoy en más,
será mejor que no vuelva
usted por aquí. Y tú, hija,

  (Dirigiéndose a VIOLETA.)  

Nunca ser cómplice quieras
de quien en el daño goza 385
-15-
y nunca piedad demuestra
al mal de los inocentes.
Usted, Rosalía, tenga
cuidado en lo sucesivo,
y ahora llévese a esa pécora. 390

  (Por LUCILA.)  

LUCILA
¡No me importa el no volver!
DOÑA PAZ
Quien dijo tal insolencia
no merece que se tome
un criado la molestia
de acompañarle. ¡A su casa! 395
VIOLETA
¿Y no han de hallar indulgencia
en quien tan buena alma tiene?
DOÑA PAZ
¡No todos son Violetas!
En todo caso consulta
a esta amable concurrencia. 400

 (Por el público.)  





 
 
TELÓN
 
 





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