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¡Viva Velázquez!

Ricardo Gullón





Bajo el título «Papeles sobre Velázquez y Goya», don José Ortega y Gasset reunió en volumen varios trabajos de distinta traza, que al plantear desde nuevos puntos de vista los temas tratados, ensanchan su ámbito. El problema Velázquez está vivo e hiriente en la historia de nuestra cultura. Testimonio de cuán torpemente viene siendo estudiado lo deparan esos vigilantes celtíberos que, esgrimiendo su Velázquez como un hisopo, gesticulan frenéticos frente a cualquier tentativa innovadora. Hecho grave que obliga a preguntar ¿Por qué extraño cúmulo de errores y malas interpretaciones la figura de Velázquez puede ser entendida como la de un artista regresivo y hostil a la invención? A deshacer algunos de esos arraigados errores, de esas inveteradas patrañas, llega, cuando más falta hacía, el libro de Ortega.

Cuando más falta hacía, sí; pues en estos años asistimos en España a un nuevo abril de las artes plásticas, primavera dulce de promesas que pasa inadvertida para muchos, pero que ahí vibra, presagiando horas de madurez y cosecha. Y como otras veces, contra ese renuevo se movilizan aguerridas huestes utilizando el nombre y la obra de Velázquez a modo de poderosa máquina de guerra. La oposición Velázquez-arte actual, tan de mala fe establecida, la rechazan vigorosamente los artistas actuales, que se piensan tanto más velazqueños cuanto mejor cumplen la lección inventora y descubridora patente en la obra del genial andaluz. Porque buscan y encuentran, porque no se limitan a fotografiar la realidad, porque intentan hacer de cada cuadro una creación, los novadores están en línea -en la misma línea- con el pintor de «Las Meninas», y el grito de ¡Viva Velázquez! bien pudiera ser el significado santo y seña de su compañía.

Importa, por lo tanto, poner en claro el sentido de la obra velazqueña y el espíritu con que fue realizada. Ambos extremos se benefician de reveladoras iluminaciones a través de los textos recién publicados. Ortega considera los cuadros como un conjunto de signos que oculta determinada intención y cree que la tarea del espectador consiste en averiguar la significación precisa de esos signos; cada pincelada es un acto encaminado a conseguir cierto efecto, e implica la anticipada existencia del cuadro en la mente del autor. Descontadas, naturalmente, las alteraciones que el proyecto experimenta al plasmar en la tela. Mas con descubrir su intención, no se logra la comprensión total del cuadro: existen supuestos tácitos, notorios o secretos, que es preciso desentrañar para alcanzarla, y entre ellos tienen suma importancia los referentes al modo de entender el oficio, modo que varía de un pintor a otro, y no sólo alude al estilo, sino a realidades más entrañables.

Tras la aparente displicencia velazqueña, Ortega encuentra energía tensa y decisión de no pactar. Por de pronto, el pintor de cámara en los palacios de Felipe IV se apoya con preferencia en el lado palatino de su empleo y no en el artístico. El volumen relativamente escaso de su obra no se debe a que otras ocupaciones le retuvieran demasiado tiempo, como la circunstancia de que sus cuadros parezcan «cuadros sin acabar» no es imputable a la prisa. La verdadera razón de ambos fenómenos es otra: Velázquez no quiso ser pintor, sino caballero: «es un servidor de su Rey -escribe Ortega-, al cual sirve con su pincel cuando recibe orden de hacerlo».

Ortega juzga el temprano encumbramiento de Velázquez como el acontecimiento decisivo que permitió a éste considerar su oficio como «pura ocupación de arte», situándole así en el mismo punto de vista de los artistas contemporáneos. Por eso ante sus lienzos, al preguntarnos por qué los pintó, «el por qué reclama casi siempre una respuesta de orden estético y no meramente de ocasión profesional». Viviendo entre los cuadros de la magnífica colección formada por Felipe IV, Velázquez se sustrajo a la presión de aquellas maravillas y halló soluciones propias a los problemas de la pintura. Esta tendencia inventora es ya característica del artista moderno, para quien la tradición existe, pero no es una ropavejería donde adquirir confeccionadas las soluciones. La pintura es para Velázquez «puro sistema de problemas estéticos que reclaman solución», según dice con sobria exactitud su claro exegeta. Y justamente ése es el punto de coincidencia del pintor de «Las lanzas» con Miró, Klee o Picasso.

La falta de acabado en los cuadros de Velázquez, la explica Ortega ingeniosamente por la tendencia a vivir distante, a mantenerse lejano de todo, incluso de la propia obra, a la que ahorra «la definitiva presión»... Y en ese distanciamiento se origina la calidad espectral de sus figuras, su fantasmal lirismo. Velázquez es un retratista que individualiza cuantos objetos toca, y la tendencia a la individualización le enfrenta con sus predecesores, atenidos en general a un clasicismo que subvierte las formas naturales para supeditarlas al «ideal» artístico de la «Belleza». «En arte -añade el filósofo en otra de sus certeras fórmulas- se trata siempre de escamotear la realidad que de sobra fatiga, oprime y aburre al hombre fuera del arte», y el trompeteado «realismo» velazqueño es una trasmutación de la realidad conseguida eliminando «la representación del volumen sólido, es decir, de cuanto en la imagen es alusión a datos táctiles». Su pintura se atiene a los objetos según son, pero al retenerlos en su natural fluidez e imprecisión, les imprime ese etéreo carácter cuya explicación se ha buscado partiendo de diferentes hipótesis.

Me falta sitio para subrayar todas las ideas hirvientes en los «Papeles» orteguianos. Mas, aun a la carrera y como en abreviatura, quiero recoger otras dos o tres, entre las que creo más fecundas. Así, el análisis de las mitologías velazqueñas, revelador de una inversión de los valores tradicionales: «en vez de dejarse arrebatar por él [por el mito] hacia un mundo imaginario, obligarlo a retroceder hacia la verosimilitud», humanizando los dioses y reduciendo su estatura. Ello explica, en opinión del crítico, por qué Velázquez apenas pintó cuadros de asunto religioso: si hubiera utilizado en ellos «la misma fórmula que aplicó a las mitologías, el resultado hubiera sido escandaloso».

Velázquez - Autorretrato (fragmento de «Las Meninas»)

Velázquez - Autorretrato
(fragmento de «Las Meninas»)

«La actitud profunda» de Velázquez frente a la pintura está transida de humanismo, y recuerda la de Descartes -dice Ortega- por su tendencia al raciocinio y su orientación hacia el futuro. El sosiego velazqueño es consecuencia de la aceptación de la realidad como material que no conviene violentar, sino aprehender según es. Velázquez pinta «instantáneas», momentos aislados dentro del movimiento; pinta «el tiempo mismo que es el instante, que es el ser en cuanto está condenado a dejar de ser, a transcurrir, a corromperse».

En la lección titulada «Formalismo» hallamos otras vistas sobre la situación de Velázquez en su tiempo y sobre el espíritu de la época, confirmatorias de lo expuesto, y en las páginas consagradas al análisis de la influencia de Caravaggio resume el autor sus opiniones acerca de la metamorfosis de la pintura post-renacentista; el distinto modo de iluminar el cuadro hizo de Caravaggio un innovador cuyas conquistas llegan a plena sazón en Velázquez.

Los «Papeles» todavía guardan más riquezas: una selección de noticias referentes a sucesos acaecidos en la España de Felipe IV, telón de fondo sobre el que destaca con relieve el perfil de Velázquez; notas sobre otros temas velazqueños, y tres capítulos en torno a Goya, ricos también en agudos esclarecimientos y juicios.

Sirve la nueva obra de don José Ortega y Gasset los designios de su autor, proponiendo a los interesados en la pintura un haz de problemas cuya discusión sería interesantísima. Es lectura estimulante, que incita a ventilar las ideas vigentes, remueve prejuicios, ahuyenta tópicos y obliga a tomar partido. ¡Cuán rico el tema Velázquez y cuán apasionante el esfuerzo de Ortega por situarlo en una dimensión inédita! Gracias a ese espléndido esfuerzo, el tema reververa y su destello levanta bandadas de ideas, de interrogantes...





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