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Manifiesto del gobernador de Cundinamarca a sus conciudadanos

Registro bibliográfico

  • Título: Manifiesto del gobernador de Cundinamarca a sus conciudadanos
  • Autor: Gutiérrez Vergara, Ignacio, 1806-1877
  • Publicación original: Bogotá: Imprenta del Estado, 1868
  • Descripción física: PDF
  • Notas de reproducción original: Digitalización realizada por la Biblioteca Virtual del Banco de la República (Colombia)
  • Notas:
    • Cundinamarca (Colombia)
    • Resumen: Hace mas de medio siglo que se ensaya en la América latina el sistema republicano, y mas por falta de lealtad en su práctica, que por ignorancia del mismo sistema, él lleva tras sí una huella de sangre. Nuestra historia da testimonio de ello, y ántes que la anarquía nos devore obstruyendo mas el camino de la civilizacion y de la prosperidad con nuevas víctimas, preciso es salirle al encuentro con valor y probidad. Si en esto hubiere un sacrificio, ni honrado ni republicano será quien deje de ofrecerlo en las aras del deber. Tal es hoy la dura situacion en que se encuentra el actual Gobernador del Estado de Cundinamarca, soberano en el nombre y verdadero esclavo en la realidad.
    • Resumen: ~SI15 51) M!l1IFI~STO DEL GOBERNADOR DE CUNDINAMARCA A SUS CONCIUDADANOS. Hace mas de medio siglo que se ensaya en la América latina el .i9toma repnblicano, y mas por falta de lealtad en su práctica, que por ignorancia del mismo sistema, él lleva tms sí una huella de sangre. Nuestm historia 'da testimonio de ello, y ántes que la anarquía nos devore obstruyendo mas el caIiáno de la civiliza­cion y de la prosperidad con nuevas víetimas, preciso es salirle al encuentro con valor y probidad. Si en esto hubiere un sacrificio, ni honmdo ni republicano será quien deje de ofrecerlo en las a1'as del deber. 'ral es hoy la dura situacion en que se encuentra el actual Gobel'llador del Estado de Cundinamarca, soberano en el nombre y vcrdadCL'o esclavo cn la realidad. De los dos partidos políticos militantes en el Estado, como lo son en la República, uno de ellos en ge­neral con parte del otro, me elevaron cspontáneamente á este puesto para que gobernase el Estado con las instituciones vigentes, y huhe de aceptat·, como acepté, prometiendo llenar el encargo con la misma fidelidad con que siempre he procurado hacerlo en los que he obtenido del pucblo, durante mi carrera pública. Sean cualcs fueren las causas y los medios que á su tUl'110 hayan elevado <lespues al partido que se denomina" liberal" á cuerpo legislativo del Estado, ello es que allí tiene mayoría; que esta mayoría se ha reconocido legítima desdc que el Gl'an Jurado electoral declaró quc lo era, y que, como tal, se la acata y res-peta, como lo he hceho yo en mi calidad dc Gobel'llador del Estado. . La razon legal y no la pasion política son, 'por otra partc, los principios fundamentales de órden y de gobierno, á que tiene qúe someterse la conducta del magistrado. Una vez aceptado I1n hecho como legítimo, tienen que reconoccrse sus consecuencias, y la conciencia del deber hace abstraecion de las pcrsonas, para fallar cn el juicio psicológico de las_ ideas y de las obligaciones. El tribunal que todo hombre tiene en el intCl'ior de sí mismo. cs el mas justo y terrible de cuantos hay cn el mundo, porque lo preside la razon, y ésta tiene un orÍgen superior. Quien no se somete á sus fallos, se aplica á sí mismo el castigo de la l'ehelion; quien .los cum­ple con fidelidad, en sí mismo tiene la recompensa. Esta es la conciellcia, y así es como yo entiendo el debcr y la probidad. Llamados, pues, á juicio ante ese tremendo tribunal la mayoría de la Asamblea legislativa y yo, ella sabrá por el fallo individual de sí misma, si es lícito en moral y en política haber llevado sus actos hasta el extremo que lo ha hecho y en que me ha colocado. Por mi parte he debido y debo reconocer legítima la Asamblea legislativa elegida conforme á las leyes vigentes <¡ue prometí ejecutar y cumplir, sca cual fuere el color político que predomine en esa corp0l'acion. Si clla en sus actos tienc en mira el p"edominio p'lrpetuo :i todo trane,? del bando que. favorece su mayoría emanada del pucblo, y si lo hace cont"aria ndo la Constitueion, quc es el título con que legisla, á mí lIle toca advertírselo y resistirlo, corno lo he hecho hasta donde lo puedo hacer conforme á la misma Constitucion que determina las atribuciones del Poder Ejecutivo. Pero si clla, no obstantc, desdeña mi voz é insiste en sus actos, apesar de la incol1stitucionalidad é inconveniencia que en mi concepto tienen, la Constitucion me obliga á ejccutados y promulgados, y qucda á mi juicio optar entre este imprescindible deber con todas las conse­cuencias pel'sonales de mi posicion y dc las grandes difictJltades en la ejecucion de leycs que me privan de los medios de gobel'lllll' libremente, ó de usar del derecho de dejar el puesto á que me elevaron los votos de mis conciudadanos. Adoptado cualquiera de los dos miembros de este di lema, surgen de eada uno de ellos los siguientes: si sanciono las leyes, cumplo con el precepto constitucional que así me lo ordena, despucs de haber hecho mis observaeiones sobre ellas; pero tengo que mandar con la conviccioll de su inconstitucionalidad, y con las trabas que se me ponen para gobernar, echando, ademas, sobre mí la animadversion dc un gran número de mis amigos, que esperan y confian en que tenga la firmeza dc oponer la violencia á la violencia que se hace á la supr'cma ley por uno de los podcres llamados á cumplirla, aunque de este choque brote un lago de sangre que puede inundar el Estado y toda la Rep·ública. Si me separo del Gobierno, satisfago como hombre sin aspiraciones, el vehemente deseo de tranquilidad cn el último tercio de mi vida; pero falto al voto de mis conciudadanos que han confiado :i mi cordura la solucioll de la terrible crÍsis que atravesamos. En suma, lucha mi concicncia de funcionario con la de ciudadano; mi deber con mi dcrecho; la ley escrita con mi convenien­cia personal. Esta cs mi situacion. Nuestra historia no rcfiere que la haya habido semejante en el ejercicio de la magis­tratura, en la combinacion de la política con la moral y con la conveniencia pública y privada; y yo que soy el árbitro de ella, qlle estoy en medio dc la lucha de las pasiones encontradas y de los intereses opuestos, pero que tengo que responder ante Dios, an!'e mi Patria y ante-mi conciencia, L qué partido he debido adoptar '1 .... Cumplir con mi deber. El deber me manda que me ofrezca al sacrificio por mis conciudadanos, y así lo hago, esperando de ellos sin distincion de bandos políticos, que cada lino aprecie mi conducta para ceder de SIlS respectivas aspi­raciones, y para que me ayuden á salvar de la anarquía el Estado y la República. Cumpla cada uno con su deber, practicando con fidelidad y decision el sistema político adoptado. De los cindadanos depende que haya gobierno, pa" y garantílts : la eleccion de los que deban dárselas correspondé á los mismos ciudadanos, y si ellos renuncian su derccho, no son imputables á los elegidos, sino á los electores, las emergencias que resulten de la abstencion ó poco celo en el ejercicio de los derechos políticos. Los que mc eligieron sabian que yo entiendo y practico del modo que lo he manifestado en este escrito, el sistema que nos rige, y que yo no traiciono jamas mis jUl'amentos. ¡'os quc eligieron á los representantes del Estado, sabian tambien sus opiniones y cualidades. En el choque de éstas con las mias, el sistema que nos rige no puede ser la víetima. Séalo yo, si ~ste servicio cont"ibuye á com<;>lidrtr sin san~re las i?stituciones, y .que?e á la conciencia dc los que deben cumphr las leyes que acabo de"sanClonolr por obhgarme a ello la ConstttuclOn del Estado, la apreciacion de los motivos de mi conducta y la de los que han dictado las mismas leyes. Ruego, sin embargo, á los que mc han confiado el timon de esta nave combatida por la borrasca de las pasiones políticas, que me ayuden á dirigirla al puerto á que todos deseamos que llegue: el de la civilizacion al abrigo de la paz y de la concordia. No pido mas que tatriolismo, y ella se salvará; no exijo mas que fideli­dad á la República, y ésta consagrará con la práctica de us dogmas, la fundada esperanza que todos tenemos ' en sus promesas. Basta para ello que cada ciudadano umpla su deher; <¡ue no omita ninguno de los que tienc en la sociedad; que use de su derecho principalmente para el bien comun, y que, si es necesario, lo re-nuncie aun á costa de su propio bien. I Pido á mis amigos órden, obediencia, abncgacion; y á mis enemigos, el reconocimiento de lo que puede y vale· la LIBERTAD EN EL ÓRDEN y EN LA JUSTICIA, que ha sido 1 principio de mi Gobiel'llo .. Bogotá, 8 de agosto de 1868 .. IGNACIO GUTIERREZ. UlPRENTA DEL ESTADO]"
    • Resumen: Administración pública; Discursos; Política y gobierno; Volantes
    • Dominio público
  • Forma/género: unidad documental
  • Idioma: español
  • Institución origen: Biblioteca Virtual del Banco de la República
  • Encabezamiento de materia:
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