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Antigua. Historia y Arqueología de las civilizaciones

Conjunto arqueológico del arco romano de Medinaceli (Soria)

Presentación del conjunto arqueológico del arco romano de Medinaceli (Soria)

ABASCAL, Juan Manuel y ALFÖLDY, Géza (eds.), El arco romano de Medinaceli (Soria, Hispania Citerior), Madrid, 2002.

A 1.200 metros de altura, en el extremo meridional del casco urbano de Medinaceli, se encuentra el arco romano que tanto interés ha despertado a lo largo de la Historia en curiosos y anticuarios. Dominando el valle del Jalón desde hace casi dos mil años, a sus pies transitaron los habitantes de la antigua ciudad romana y más tarde lo harían mercaderes, soldados, poetas y viajeros de toda condición, a los que el monumento deslumbró por su majestuosidad como centinela en la entrada a la ciudad antigua situada bajo la actual Medinaceli.

Como objeto de estudio anticuario, el arco ya despertó el interés de los humanistas; su más antigua representación es el dibujo que realizó Mariangelo Accursio (1489-1546) en el año 1528, durante un viaje de Zaragoza a Madrid; de él se ocuparían después otros viajeros y aún hoy su imagen sigue siendo referencia en la señalización de las carreteras españolas para indicar la presencia de un «Monumento Histórico-Artístico».

La orientación de su eje mayor de oeste a este coincide con el trazado de la muralla, de lo que ya se puede deducir que formaba parte de la fortificación urbana. Esto explica también que los dos lados estrechos del arco, cuya altura debía ser algo más del doble que la de la muralla, sólo estuvieran decorados con pilastras y capiteles en su parte superior; la altura de la parte inferior no decorada debía coincidir con la de la muralla de la fortificación y carecía de decoración porque quedaba oculta en la obra.

En la Edad Media y a comienzos de la época moderna, el arco formó parte de la estructura defensiva de la ciudad de entonces, como se desprende de los relatos de viajes de los siglos XV a XVIII, fecha en que aún Antonio Ponz (1725-1792) confirma aún ese uso del monumento. Este extremo puso ser probado durante las excavaciones de septiembre de 1991, en las que quedó probado que la muralla estaba unida a un podio escalonado que sostenía el arco. En resumidas cuentas, el arco formó parte del perímetro defensivo de la ciudad romana y fue construido al mismo tiempo que aquél para constituir la puerta monumental de entrada a la ciudad romana.

El arco romano de Medinaceli mide 13,20 metros de longitud, 8,10 metros de altura y 2,10 metros de anchura. Posee tres arcos, de los que el mayor es de mayores dimensiones, y fue construido en su mayor parte con bloques de la característica arenisca color amarillento-rojizo de origen local, que abunda en las edificaciones de la comarca.

Expuesto al clima extremo de estas alturas castellanas, el continuo deterioro de su estructura ha obligado a continuos trabajos de restauración a lo largo del siglo XX y aún hoy se siguen realizando sobre él nuevas tareas de consolidación. El deterioro ha afectado también a los restos de la inscripción que lo coronaba, pese a lo cual ha sido posible dibujar un mapa de las huellas existentes y establecer una propuesta de lectura.

De los datos de las excavaciones se puede deducir que esta puerta monumental y la muralla a la que pertenecía fueron erigidas a lo largo del siglo I d. C. Su ático estaba ocupado por dos inscripciones formadas con letras de bronce, una en la fachada norte y otra en la sur, fijadas a la piedra con pernios metálicos. Este tipo de inscripciones se popularizó en el mundo romano desde la época de Augusto; el reflejo metálico de las letras metálicas hacía que el texto fuese visible a gran distancia y fueron adecuadas para grandes monumentos en los que el lector no podía ver el texto de cerca.

Las inscripciones formadas de esta manera perdieron progresivamente su forma original al caerse las letras en siglos posteriores o ser arrancadas a la fuerza; sin embargo, ambos fenómenos dejaron en los bloques las huellas de los anclajes que sujetaban las letras, de modo que aún hoy se puede reconstruir el texto original.

Para poder estudiar con detalle las dos inscripciones del arco de Medinaceli, Géza Alföldy y Juan Manuel Abascal con la colaboración de Armin U. Stylow llevamos a cabo una inspección pormenorizada desde una grúa los días 12 y 13 de octubre del año 2000. El resultado de tales trabajos, confirmado por las excavaciones en el zócalo del monumento y en la muralla, ha permitido establecer que el arco fue erigido en época del emperador Domiciano (84-96 d. C.) y llegar a las conclusiones que resumimos a continuación.

La inscripción del lado norte, el que mira a la ciudad, indicaba la dedicación del monumento al Numen Augustus. En el lado sur, el que mira al valle, aparecía una dedicación al Numen del emperador Domiciano con sus títulos de Augustus y Germanicus. Tras el asesinato de Domiciano el año 96 d. C. y la condena de su gestión política por el Senado, se ordenó que su nombre fuese borrado de todas las inscripciones como medio de erradicar oficialmente su recuerdo. Siguiendo estas instrucciones, probablemente el año 98 d. C. se desmontaron de la inscripción del lado sur las letras que mencionaban al emperador asesinado; en su sitio apareció el nombre de Trajano, que gobernaría el Imperio Romano durante dos décadas (98-117 d. C.). En esta operación se reaprovecharon algunos de los agujeros ya existentes para la fijación de las letras, se cegaron otros y aún hubo que realizar nuevas perforaciones en los bloques, produciendo la nebulosa de huellas de anclajes que hoy se ve en la fachada meridional. Hasta el año 96 d. C. en este lado se debía leer el texto Numini Imp(eratoris) Domitiani Aug(usti) Ger(manici); a partir del año 98 d. C. la inscripción debió decir Numini Imp(eratoris) Traiani Aug(usti) Ger(manici).

Según Pascual Madoz, el arco de Medinaceli era conocido a mediados del siglo XIX como «El Portillo»; según el testimonio inédito de Juan Cabré, en 1919 el arco se denominaba indistintamente «El Portillo», «Puerta del Baño» o «Puerta del Mallo», términos que, a buen seguro, aún recordaban el uso tradicional del antiguo monumento romano.

El arco fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional el 9 de agosto de 1930. La ciudad de Medinaceli fue declarada Conjunto Histórico-Artístico el 30 de octubre de 1963 tras el informe emitido por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Juan Manuel Abascal Palazón
(Universidad de Alicante)

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