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Diálogo

Rasgos biográficos de D. J. M. Rosas

Explicación

Se supone que en una fría383 mañana del mes de julio del año de 1850384, en el campamento ejército de Oribe conversaban, como dicen, mano a mano, inspirados por el cansancio y aburrimiento consiguientes a sus prolongados trabajos, y por la influencia natural que en ánimos así dispuestos debieron producir los primeros rumores de la magnánima resolución de los pueblos Entrerriano y Correntino, llevados hasta allí por las brisas del Uruguay.

El protagonista, Ramón Contreras, viene de visita y platica con su amigo Salvador Barragán. Viejos soldados desde 1815, ambos han participado activamente de las diversas eventualidades que han agitado este largo periodo de nuestra   —339→   historia. Conocedores contemporáneos de los antecedentes de Rosas, hablan de la triste situación a que éste los tenía reducidos; narran diversos hechos de la vida de aquel Tirano, y concluyen manifestándose adictos a la causa de la Regeneración, proclamada entonces por el general Urquiza.

DIÁLOGO

Contreras llegando al fogón de su aparcero.



CONTRERAS

ArribaAbajo    Por un barrial que da miedo
y una helada de mi flor,
a pie vengo a visitarlo,
aparcero Salvador,
y apenas llego...

BARRAGÁN

Lo he visto
 5
renguiando, amigo Ramón.
—340→
A la cuenta andará manco
del encuentro...

CONTRERAS

No, señor.
Vengo sí medio despiao385,
porque en aquel callejón,  10
como el viento se encajona,
está el barro secarrón,
y al pisar sobre la escarcha
un clavo es cada terrón
¿Qué me dice del pampero?  15

BARRAGÁN

    Que de nuevo roncador
se está dejando sentir;
y anoche, cuando limpió
y empezaron las estrellas
a chispear, medio calmó:  20
pero, al dentrarse la luna,
vuelta el viento refrescó,
trayendo como acostumbra
un frío penetrador
que taladra hasta los güesos;  25
y tanto lo siento yo
que desde la madrugada
del todo me acoquinó.

CONTRERAS

    ¿De veras? ¿y cómo afloja,
—341→
aparcero Salvador,  30
con tan buen poncho que tiene?

BARRAGÁN

    ¿Poncho dijo, o cernidor?
porque éste no es otra cosa
de tan ralo, mireló.

CONTRERAS

    Ya lo veo: es de las prendas  35
que nos da el restaurador
a los federales viejos.
Mire, amigo, rifeló
y meta en ancas el mío.
    ¿Con que, hace fresco?

BARRAGÁN

¡Pues no!
 40
Por eso me dejo estar
morronguiando en el fogón,
y aguardo, mientras se quema
hasta el último tizón,
que la helada se levante  45
y medio caliente el sol.

CONTRERAS

    ¡Ah, hombre vil! y yo al contrario,
en un día frescachón,
no hay cosa que me sujete;
pues cuanto amanece Dios,  50
si no me ataja el servicio,
salgo meniando talón
—342→
a yerbatiar386 donde encuentre
buen agrado y proporción.

BARRAGÁN

    ¡Voto-alante! por desgracia,  55
ayer se me desfondó
la caldera, que allí está
arrumbada en el rincón:
y ayer también cabalmente
la yerba se me acabó.  60
Y como hacen tres semanas
a que no dan la ración,
hasta ahora estoy en ayunas,
sin tener, creameló,
a pesar de mis deseos  65
cómo darle un cimarrón.

CONTRERAS

    Hubiese excusao, amigo,
todita esa relación,
para decirme que está
sin tomar mate; pues yo,  70
cuanto le vide la cara,
le conocí...

BARRAGÁN

¡Cómo no!
Eso nunca se le oculta
a un gaucho conocedor.
En fin, pitará un cigarro;  75
—343→
velay tabaco, armeló
a su gusto: y digamé,
¿cómo le va?

CONTRERAS

¡Qué sé yo!
De abandonado que vivo
hasta eso inoro, en razón  80
que los ocho años y medio
de campaña, o de prisión,
que en este sitio funesto
hemos sufrido los dos,
las miserias, las fatigas,  85
y la triste privación
de mi mujer y mis hijos,
y además otra porción
de penas que me acongojan
y devoro en mi interior...  90
me han abatido tan fiero
y puesto en tal situación,
que he resuelto finalmente
entregármele al dolor387,
y de mi propia existencia  95
no acordarme, crealó.
    Sólo tengo una esperanza
fundada en cierto rumor,
y que pronto se realice
es cuanto le pido a Dios.  100
    Ansí, deseo explicarme
con usté en sastifación,
—344→
y bajo de una amistá
abrirle mi corazón.
    Para eso hablaré despacio,  105
no sea que algún soplón
escuche lo que platico
y nos cueste un sinsabor.

BARRAGÁN

   No hay cuidao: estamos solos;
y del ranchito al redor  110
por la quincha388 vicharemos
si se arrima algún mirón.
De mi parte, ya usté sabe
la completa estimación
que siempre le profesé;  115
así, puede sin temor
soltar sus quejas del pecho,
bien siguro de que yo
lo apreceo enteramente
y venero su razón.  120

CONTRERAS

    Pues en esa inteligencia,
con la franqueza mayor
me explicaré, y le suplico
me permita su atención,
y si llego a equivocarme  125
también perdonemeló,
porque puedo padecer
alguna equivocación.
—345→

BARRAGÁN

    Me parece razonable,
amigo, su prevención:  130
y alvierta que yo tampoco
presumo de acertador;
pero nunca en mis errores
procedo con intención,
mientras que algunos sabiendo  135
yerran más fiero que yo,
de puro diablos... Prosiga,
amigazo...

CONTRERAS

Pues, señor:
al paso que van las cosas
se aumenta mi desazón;  140
y por tanto padecer
de la desesperación
al borde estoy, le asiguro:
y deseo ¡como hay Dios!
el caírme muerto o trocar  145
de suerte...

BARRAGÁN

¡Amigo Ramón!
No diga barbaridades,
que le hacen poco favor:
ni ande queriendo aflojar
al concluirse el pericón389,  150
—346→
y cuando puede aguantar
a ver si el restaurador
algún día cumple...

CONTRERAS

¡Ahi-juna!
que lo aguante un redomón;
pues hacen veinte años largos  155
que encima del mancarrón,
cuesta arriba y cuesta abajo,
andamos por su ambición
matándonos los paisanos
unos a otros... al botón.  160
    Y Rosas, en Buenos Aires,
¿qué ha hecho, amigo Salvador,
en los veinte años terribles
que ha sido gobernador,
con facultá entreordinaria390  165
como naides gobernó?
¿y con las leyes mentadas
que dice él que restauró,
para darle a la Provincia
la paz que nos prometió?  170
¿Sabe lo que ha hecho? Velay:
en primer lugar, logró
calzarse de gobernante,
cargo que no mereció
de ningún modo, porque  175
todos saben como yo,
de que Rosas siempre fue
y hasta el día es un collón,
—347→
que de su bulto a diez cuadras
en la vida le chifló  180
una bala. ¿No es así?
Así es no más, y si no,
que lo diga, el año veinte391,
del modo que se portó,
cuando don Martín Rodríguez  185
a fuego y sangre avanzó
el día cinco de otubre
y a Buenos Aires entró.
Rosas ¿qué hizo cuando entonces
el general le ordenó  190
cargar con los coloraos392?
¡Y que cargaba! ¡pues no!
apenas le dieron la orden
y oyó tronar el cañón,
se le ablandó la barriga,  195
y pretextando un dolor
de muelas o de quijadas,
cerca de la Conceción393,
el héroe del Continente
en un güeco se empacó:  200
y de allí a la Recoleta394
rebenquiando disparó
a meterse entre los flaires,
donde escondido aguardó
a que el general RODRÍGUEZ  205
triunfara... como triunfó;
—348→
y Rosas al otro día
sano y bueno amaneció.
    ¡Velay la primer hazaña
del heroico defensor  210
de todito el Continente
y de la Federación!
    Luego, hasta el año veintiocho,
allá en el sur se llevó
apadrinando malevos  215
para ganarse opinión,
y sin hacer más campaña
que salir de valentón
hasta el Salao una vez:
y.. vea cómo salió.  220
    En el año veintisiete,
cuando la guerra que armó
con el Brasil Buenos Aires,
cierto día sucedió
que el comendante de allí  225
estando medio alegrón,
con la mañana ñublada,
en la descubierta vio
una punta de avestruces,
o yeguas, o qué sé yo;  230
y que se desembarcaban
los Imperiales395pensó,
porque al Salao unos barcos
estaban bocleándolo.
    El comendante asustao  235
—349→
pidiendo auxilio escribió
a Raucho396, y don Juan Manuel
se vino de valentón
a impedir el desembarco...
que, por cierto, no creyó.  240
    En fin: llegó balaquiando,
y, como nada encontró,
se fue esa noche a un fandango,
de albitrario se arrió
a todos los marineros  245
que en el camino topó,
y por su cuenta no más
en el cepo los metió,
porque andaban divertidos.
    De balde le reclamó  250
por los suyos un Francés,
capitán (presumo yo)
de una boleta grandota397.
El hombre allí le alegó
con razones; pero Rosas,  255
altanero y fanfarrón,
le hizo un desprecio al Francés
y en encas lo amenazó.
Éste era un Musiú Carrué398
que echando futris salió,  260
y al otro día en el río
a Rosas lo devisó,
cruzando en una canoa
a tomar un cimarrón.
—350→
al barco de don Gallino,  265
que allí estaba a la sazón
y con Rosas diariamente
cimarroniaban los dos.
    Ahora sí, dijo el Francés:
y ya también se largó  270
en su bote atrás de Rosas
y allí no más lo apretó,
en vano fueron clamores,
al bordo se lo llevó,
y al momento de subirlo  275
la velería399 soltó.
    Aquí fueron las angustias
de nuestro Restaurador;
¡eh, pu...nta! si del julepe
amarillo se quedó,  280
y viendo de que el Francés
demostraba la intención
de llevarlo a Portugal400...
a venderlo, le lloró,
y soltar los marineros  285
mansito le prometió.
Así fue: don Juan Manuel
de la boleta escribió,
y los presos al ratito
al capitán le largó.  290
    Entonces ¿qué hizo el Francés?
en cuanto los recibió,
al Presidente Supremo,
—351→
al heroico defensor
de todito el Continente  295
y de la Confederación,
el Francés Musiú Carrué
de la boleta lo echó
con un puntapié en la cola,
después que lo zamarrió!  300

BARRAGÁN

    ¡Qué vergüenza para un criollo?
¡Barajo! amigo Ramón:
si a mí tal me sucediera,
¡por ésta †! creameló,
que en la boleta al musiú  305
más tajos le prendo yo
que besos le dio su madre...

CONTRERAS

    La del Francés...

BARRAGÁN

Sí, señor
ni el diablo me sujetaba
en semejante ocasión.  310
¿Y que haiga hombre tan morao401
como Rosas se mostró
en el barco? ¡Voto a cristas!
se me hace conversación,
por ciertos antecedentes  315
que del hombre tengo yo.
—352→

CONTRERAS

    ¿Qué dice? pues, no se le haga,
así mesmo sucedió:
y por las dudas, si acaso,
puede preguntarseló  320
cuando entre en Montevideo...

BARRAGÁN

   ¡Ahora sí me trajinó402
con la entrada que me suelta
al cuhete y de refilón!

CONTRERAS

    Mire: no se haga el sarnoso403,  325

BARRAGÁN

    Es que me da comezón
el envite de la entrada.

CONTRERAS

    Pues haga resolución
de cabrestiarme, y verá
si dentra alguna ocasión...  330
a la fija.

BARRAGÁN

Maliceo
el rumbo, amigo Ramón,
—353→
de balde me hago el potrillo,
¿no ve que soy mancarrón?
Paisano, cuando usté va,  335
ya vengo de vuelta yo;
siendo así, también deseo
que se realice el rumor
en que funda su esperanza,
o la fundamos los dos...  340
alvirtiendo que de usté
sólo espero un ¡vamonós!
y también que soy de Urquiza
todo entero, sepaló.
¿Qué tal le parece el quiero?  345

CONTRERAS

    ¡Cosa linda, superior!
deme esos cinco, supuesto
que colige mi intención.

BARRAGÁN

    Velay, tome, y dele guasca404:
no corte la relación  350
de la vida primorosa
de nuestro Gobernador:
a ver si la sabe a fondo.

CONTRERAS

    La sé, aparcero, ¡pues no!
y a relatarla completa  355
lo desafío al mejor.
—354→

BARRAGÁN

    Entonces, puede afirmar
con fundamento y razón,
que tiene malas entrañas
y es diablo el Restaurador;  360
y hace una máquina de años
a que lo conozco yo,
y en algún tiempo confieso
que le tuve estimación:
y voy también a contarle  365
cómo le tomé afición
en cierta gauchada. -Escuche.

CONTRERAS

    Vamos a ver.

BARRAGÁN

Pues, señor:
en mil ochocientos trece,
(¿Qué le parece el tirón?)  370
en la plaza del Retiro,
me acuerdo que se jugó
una corrida de toros,
que toriaron de afición
don Lezica, don Somalo,  375
Dorrego y otra porción
de puebleros ricachones,
y todos de buen humor.
    Entre ellos don Juan Manuel
de gaucho se comidió  380
sin arrejar el pellejo
—355→
a salir de enlazador,
y como era vaquianazo
la oferta se le almitió.
    Para lucir en la plaza  385
a prepararse empezó,
y en el momento preciso
don Juan Manuel ensilló
un zaino como una niña,
y cinchero superior.  390
    A los toros esa tarde
el pueblo se descolgó,
pues como eran por la patria405
todo bicho se coló:
a extremos de que la plaza  395
por dentro era un borbollón
de tanta gente que hacía
crujir toda la armazón.
    A eso de las tres y media
la corrida principió,  400
con un toro yaguané406
que soltaron y salió
zapatiando cola-alzada,
y, así como cegatón,
del brete; pero al instante  405
que se desencadiló
y allí cerca del toril
vido gente, ya embistió...
¡la pu...janza! y de un bufido
al quinto infierno aventó  410
—356→
a todos los capiadores;
pero antes se revolcó,
ahí no más, junto a la valla
al pingo y al picador.
    ¡Ah, toro aquel! yo no he visto  415
animal más superior
en su laya, ni tampoco
más liviano y cargador.
    Escuche el lance siguiente,
a ver si tengo razón.  420
    Queriendo banderillarlo,
cuando el caso se ofreció,
creo que fue don Somalo
quien a la suerte salió:
pero asustao, a la cuenta,  425
antes de juir le prendió
la banderilla en las aujas407;
¡Cristo! y, apenas sintió
la punta del clavo el toro,
dando un bramido saltó  430
como un gato, y en el aire
todo el cuerpo culebrió,
arquiándose de manera,
que al caer vino y lo ganó
la vuelta al banderillero...  435
que en vez de correr voló.
Así fue que a la barrera
como balazo llegó;
pero, al entrar, justamente
en la puerta lo cazó  440
—357→
el toro, de la culata408,
y allí lo desfundilló;
y la plaza una algazara
de chiflidos409 se volvió.
    Don Juan Manuel, entretanto,  445
riyéndose y de mirón
asomaba la cabeza
por encima de un portón,
donde los enlazadores
estaban en reunión.  450
    En esto, dando dos golpes
sobre la caja el tambor,
sin duda hizo la señal
de salir el matador;
porque luego don Lezica  455
medio ladiado salió
a matar... con una espada
del largo de un maniador:
y aparentando coraje
para ocultar el jabón410,  460
y haciendo el hombre un esfuerzo
y de tripas corazón,
a gambetas y chuzazos
con el toro se agarró,
y sin poderlo matar  465
las paletas le charquió.
    Al ver eso, la pueblada
otra algazara formó,
¡y fuera, fuera! gritaban
—358→
cuando la caja tocó  470
a enlazar; y en el momento
entreabrieron el portón,
por donde Rosas puntiando411
el primerito salió...
me acuerdo, de poncho pampa,  475
bota-juerte y pantalón,
un clavel tras de la oreja
y un sombrerito gachón.
    Con esa facha a caballo
Rosas se nos presentó  480
en la plaza de los toros
por la primera ocasión:
y el pueblo de Buenos Aires
entonces lo conoció...
    Ahora, amigo, se me ocurre,  485
hacerle una reflexión,
para mostrarle que el mundo
es diablo y engañador.
    En aquel tiempo dichoso,
en sus glorias y esplendor  490
se ostentaba Buenos Aires;
y en aquella reunión
no vido en Rosas, tal vez,
más que un buen enlazador
y Rosas también quizás  495
no tuvo más pretensión,
esa tarde, que lucirse
de gaucho, como lució;
y hoy en día a Buenos Aires...
—359→
¡qué mudanza! vealó  500
a las plantas de ese gaucho
rindiéndole humillación!

CONTRERAS

    ¡Eso sí es una vergüenza,
aparcero Salvador!
y a ese sí le atracaría  505
de filo y de punta yo:
no al francés Musiú Carrué
que tuvo mucha razón
cuando a ese loco altanero
en el barco lo patió.  510

BARRAGÁN

    ¿Es decir, que la pelota
me vuelve usté en la ocasión,
por aquellas expresiones
que le solté calentón?
¡Si será diablo! No le hace:  515
seguiré con su perdón,
y oiga al fin, cómo en los toros
don Juan Manuel se portó.
    Al salir garboso, el lazo
de los tientos412 desprendió;  520
—360→
y, haciendo una armada grande,
las espuelas le atracó
al zaino, que de un balance
a media plaza salió,
en donde Rosas de golpe  525
de una rienda lo sentó,
y allí el pingo media luna
con los garrones rayó.
    Pero, al dar esa sentada,
don Juan Manuel calculó  530
dejar el toro a la zurda413,
y en cierta disposición
para asigurarlo al tiro
y así mismo sucedió,
pues, cuando el toro rompía  535
atrás de otro enlazador
y ya con las aspas iba
peinándole el mancarrón414,
Rosas alzando la armada
al revés la revolió,  540
y, cuando se le hizo bueno,
al toro se la soltó
por encima de las riendas;
¡ah, gaucho! y se la prendió
de las dos aspas limpitas,  545
y en cuanto el lazo cimbró...
al toro patas arriba
lo dio vuelta del tirón.
    Desde esa vez, le confieso,
—361→
don Juan Manuel me prendó,  550
y a muchísimos paisanos
lo mismo les sucedió;
pues al istante que el toro
del golpe se enderezó,
y que Rosas de galope  555
a la cincha lo arrastró,
en la plaza un palmoteo
estruendoso resonó
en prueba de que a los criollos
el lance nos agradó.  560

CONTRERAS

    Muy lindo: pero confiese,
aparcero Salvador,
que Rosas, así, a gauchadas
la trampa nos preparó,
pues, si en la plaza esa vez  565
a enlazar se presentó,
no fue por costiarle a naides
la risa o la diversión,
sino porque en sus adentros
llevaba hecha la intención  570
de engatusar a los gauchos,
como nos engatusó
al principio, para traernos
a esta triste situación
de abandono, de miseria,  575
y de completa opresión;
en la que, si yo me encuentro
no es por lerdo, no, señor;
que, a respeto de gauchadas,
le contaré la mejor  580
—362→
de todas las que yo sé
de ese mismo enlazador:
para que usté se convenza
de la ruin inclinación,
la perfidia y mala fe,  585
la codicia y la ambición
que desde tiempos de atrás
ese gaucho alimentó
en sus entrañas de tigre,
y su invariable tesón  590
hasta salir con la suya
en la iniquidá mayor.
    ¡Mire, no se queme el poncho!
y présteme su atención.
    Cuando el finado Dorrego  595
(que esté gozando de Dios)
era en el año veintiocho
supremo Gobernador,
se acordará usté, paisano,
de aquella revolución  600
que, el primero de diciembre,
del mando lo solivió
al finado, y que en Navarro415
el infeliz sucumbió.
    Se acordará usté también,  605
supuesto que allí se halló,
que Rosas desde Navarro,
aquel día de la aición,
como era su maña vieja,
—363→
fue el primero que surquió416  610
disparando a Santa Fe
en donde López lo armó417;
porque Rosas de asustao
hasta las botas perdió;
y finalmente, usté sabe  615
todo lo que sucedió
desde aquella disparada
hasta que Rosas volvió,
y en el mando al fin y al cabo
por desgracia se afirmó  620
    Después de eso, todos saben
que él mismo se tituló
Restaurador de las leyes,
y también que aparentó
por el difunto Dorrego  625
el sentimiento mayor;
pues hasta el día maldice
aquella revolución,
cómo asigura que siente
todavía un gran dolor  630
por la muerte de su tierna
y adorada Encarnación:
cuando sabe todo el mundo
que la vieja se murió
suplicando agonizante  635
que viniese un confesor,
a lo que Rosas furioso
totalmente se negó,
y en el cuarto de la enferma
se estuvo y no se movió  640
—364→
hasta que su amada prenda
sin confesarse expiró!418

BARRAGÁN

    ¡Ahi-juna-gran... pa el judío!
¡si tendrá perdón de Dios!

CONTRERAS

    Lo dudo: pero, dispense,  645
no me ataje a lo mejor.
    Pues, oiga: el año veintiocho,
en esa revolución,
los unitarios tan sólo
le ganaron el tirón419  650
a Rosas, quien a Dorrego
ya andaba rastriandoló
para apretarlo de firme
hasta arrancarle el bastón.
Y el finado lo sabía  655
conforme lo supe yo
que fue del modo siguiente.
Oiga, amigo Salvador.
    Un tal don Manuel Moreno,
viejo, ricacho y dotor,  660
y hombre de letra menuda,
era del Gobernador
ministro en aquel entonces,
—365→
hasta que al fin se largó,
en el mismo año o después,  665
con el cargo y comisión
de Plenocipotenciario
a la ciudá de London.
    Pues ese dotor Moreno
sin duda se descuidó,  670
una tarde que yo fui
a llevarle un mancarrón420
a su quinta, y le escuché
todo lo que platicó
con otro hombre de casaca  675
abajo de un corredor;
y todo con referencia
no más que al día anterior,
en el cual, diz que en el Fuerte421
había estado el dotor  680
en su propia escribanía
y con el Gobernador,
cuando Rosas redepente
allí también se coló;
y, como era Comendante  685
general, luego alegó
que, «por falta de armamento
lema mucho temor
de que cayese la Indiada
y arrasara de un malón422  690
a todita la Provincia:
pues, amenazandoló
—366→
andaban los Pampas ya
por tanto, que a precaución
se le dieran seis cañones  695
y al menos un batallón;
de ahí sables y garabinas,
pólvora y otra porción
de cachibaches de guerra,
y plata por conclusión».  700
    Sin levantar la cabeza
el finado423 lo escuchó
con bastante indiferencia:
y por fin se le negó
a cuanto solicitaba  705
Rosas, el cual no cejó;
al contrario, machacando
de nuevo le replicó,
diciéndole que «sentía
que el señor Gobernador  710
expusiera la campaña
a sufrir una invasión
de los Indios, por no darle
las cosas de precisión
en los apuros»... Entonces  715
le dijo el Gobernador:
«¡Sé muy bien, don Juan Manuel,
cuáles sus apuros son...!
y nada más me replique
habiéndole dicho no!».  720
    Y Rosas cerrando el pico
dio vuelta, y ya se salió
—367→
de allí, mordiendo el rebenque
y el poncho arrastrandoló.
    Tenga presente, aparcero,  725
para informarse mejor,
que todo aquel alegato
Moreno lo presenció:
así, al momento que Rosas
puerta afuera se largó,  730
en la misma escribanía
templando el pecho el dotor
después de tomar polvillo
le dijo al Gobernador,
que «encontraba razonable  735
de Rosas la pretensión,
por los riesgos» y... ahí no más,
el resuello le atajó
Dorrego, que redepente
como un tigre se enojó,  740
y al pararse, en el impulso,
cuarta y media se estiró;
y, como tenía un genio
como huracán, le afirmó
un puñetazo a la mesa  745
que toda entera crujió;
y abriendo tamaños ojos
al ministro le gritó:
«¡Barajo, señor Moreno!
¡qué riesgos, ni qué invasión:  750
todas esas son embrollas
de ese hipócrita bribón!
ahora mismo, sepa usté,
—368→
que tiene ese salteador
dispuesto contra el Gobierno  755
un plan de revolución;
el cual a un amigo nuestro,
que antes de anoche durmió
en el paso del Venao424,
incauto se lo confió  760
Pedro Burgos, a quien Rosas
le ha dado la comisión
de andar recogiendo firmas
para cierta petición
anárquica, mientras ÉL  765
ya tiene una reunión
o montonera en el Sur,
formada de una porción
de vagamundos que abriga,
y para esa chusma son  770
las armas que solicita.
Y, finalmente, señor,
sepa usté, que ese bandido,
por envidia o ambición,
detesta entrañablemente  775
a los hombres como yo
y como usté, y como todos
los que en la revolución
DEL 25 DE MAYO
con patriotismo y honor  780
combatieron y triunfaron
contra el poder español.
    «Sepa usté más: ese GAUCHO,
a no sofrenarlo yo,
—369→
en desprecio de los hombres  785
de bien y de educación,
y de todos los gobiernos
y la civilización,
¡ese Rosas! si pudiera,
aquí vendría, señor,  790
a carnear425 dentro del Fuerte
y en medio de este salón,
y sobre todas las leyes
¡clavaría el asador!».
    Pues, amigo Barragán,  795
Dorrego se pronunció
como un profeta ese día;
y el tiempo lo acreditó
a los doce años después,
cuando en el Fuerte se dio  800
un convite federal
y allí mismo se carnió426.
    Y para esa comilona
don Juan Manuel convidó
a los hombres más rumbosos,  805
poniendo por condición
asistir precisamente:
y también se le ocurrió
que todos se presentaran
con bigotes, y si no,  810
que allí se los pintarían;
y a su gusto se burló
Rosas de los generales,
y alcaldes y otra porción
—370→
de personas de copete,  815
a quienes enmascaró
tiznándoles los bigotes
él mismo, y de ahí los llevó
a bailar la Refalosa,
que esa noche se bailó  820
al gusto de la Mashorca427,
y en aquel mismo salón
donde Rosas y Dorrego
tuvieron la alegación.
    Y doña Manuela Rosas  825
también allí fandanguió;
y, en osequio de las damas,
por gusto el Restaurador
dispuso que revolcaran
a una moza en el salón,  830
para verle si las ligas
eran punzones428 o no:
y concluida esa jarana,
conforme pronosticó
Dorrego el año veintiocho,  835
así mismo sucedió.
    Después de esa trasnochada,
sintiéndose delgadón,
Rosas quiso churrasquiar
allí en medio del salón,  840
donde por hacerle el gusto
un ladrillo se arrancó
—371→
y allí con un costillar
plantaron el asador429!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  845

    En este punto Contreras
el diálogo suspendió,
porque tocaron llamada
en el cuartel de Violón,
y tenía que largarse  850
por ser de aquel batallón.

    Mesmamente, de su amigo
Barragán se despidió,
ofréciendole volver
a concluir la relación  855
de las mentas y ruindades
del liendre Restaurador.

    Así fue, al día siguiente,
antes de nacer el sol,
Contreras se vino al trote  860
al rancho de Salvador,
y atrás de los buenos días
le dijo de sopetón:
«Vaya, amigo, dese prisa,
y también deme un abrazo,  865
—372→
ahora que ha llegado el caso
de rumbiar aonde está Urquiza,
que anda de este lao, ¡ah, Cristo!,
¡con Virasoro y Garzón!...».

BARRAGÁN

    Pues, bien, amigo Ramón,  870
cuando guste, ya estoy listo.
    Vámonos, no hay más que hablar,
esta noche rumbiaremos:
y después que nos larguemos...
que nos vengan a rastriar.  875

CONTRERAS

    Con que, será hasta lueguito
entonces, dijo Ramón.

BARRAGÁN

    Después de dar la oración...
sin falta, compañerito.