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Las milicias de Rosas

Y episodio de Camila Ogorman


Montevideo, octubre de 1843.

Donato Jurao, gaucho hacendado de Buenos Aires, y enrolado en los regimientos de milicias de la campaña, escribe a su mujer que se halla en Montevideo, acompañando a una tía suya, la carta que va a continuación de la siguiente Dedicatoria a Rosas. Si hay algunos lectores tan escrupulosos que duden de la autenticidad de la carta, no habrá empeño en convencerlos; porque los sentimientos expresados en ella son tan verdaderos, y tan fiel la pintura de las vejaciones, crueldades y engaños que allí se sufren, que la mayor parte de los que han sido arrastrados a los campos militares, en que el gobernador Rosas tiene sujeta a la población de la campaña, expresarían los mismos lamentos que Donato Jurao, si tuviesen libertad para hacerlo.

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Dedicatoria

Señor don Juan Manuel Rosas



ArribaAbajo   Aunque parece repecho
muy cuesta arriba en el día,
largarle esta versería,
será la última que le echo;
y quedaré sastisfecho  5
desde hoy para eternamente
si me aguanta la presente,
en desquite de ¡veinte años!
que me hace en pagos extraños
rodar miserablemente.  10

    Esos son los que he rodao,
juera de dos de un tirón
que me tuvo sin razón
con grillos y encarcelao;
y ocho meses que apretao  15
en el PONTÓN430 me sumió:
a más, lo que le escribió
usté al difunto Anchorena...
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que me matara, y de pena
ese hombre no me mató.  20

    Luego en la Banda Oriental
por fortuna me anidé,
y de atrás me salió usté
persiguiendo a lo animal;
y allí me tuvo a corral  25
atrasao y delgadón;
pero así mesmo, patrón,
ya no volveré a escrebirle
para darle ni pedirle
ninguna sastifaición:  30

    Porque con esta versada
en que voy a maltratarlo,
sin volver a molestarlo,
mi cuenta está chancelada.
Pienso no deberle nada,  35
y en caso que usté me deba,
la media arroba me lleva:
pues, como anda bien montao,
me daré por trajinao
sin pedirle cuenta nueva.  40

    Tan solo, si yo pudiera
del gobierno recularlo,
y de su tierra aventarlo,
le asiguro que lo hiciera;
desiándole que se viera  45
pobre y fundido algún día;
aunque usté se llevaría
todo lo que ha manotiao431,
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después de haber difuntiao
tanta infeliz gauchería.  50

    También, ojalá mudara
con el pellejo su maña,
pero usté es víbora extraña
y eso juera cosa rara.
Ansí no le veo cara  55
de que se amanse jamás,
cosa que lo hace incapaz
para buen gobernador:
siendo ansí tan matador,
y con lo ajeno voraz.  60

    Si quiere mudar, de cierto,
un consejo le daré:
no mate, ni... pero ¡qué!
si es predicar en disierto,
y como tirarse a muerto,  65
presumir que usté, paisano,
mientras viva lomo sano...
pueda componerse y mude
de... pero, en fin, ¡Dios lo ayude!
Y ansí, quedamos a mano.  70

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Donato Jurao a su mujer Andrea Silva

Parte primera432

Buenos Aires, agosto 20 de 1848.

Mi más apreciada esposa



ArribaAbajo    Tan infortunao he sido
ausente de ti, mi cielo,
que no he gozao el consuelo
hasta hoy de haberte escrebido,
a causa de que en tu ausiencia.  5
enfermo y por desventura
al pie de la sepultura
me he visto con evidencia.

    Ahora por felicidá
me siento medio alentao,  10
favor que me ha dispensao
su Divina Majestá;
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y al colmo de mi deseo
he sabido, dueña mía,
que acompañando a mi tía  15
seguís en Montevideo.

    Siguro de esto, ya ves,
tomo la pluma y te escribo,
anhelando que al recibo
de esta carta disfrutés  20
cabal salú, sin que sea
por desdicha interrumpida:
cosa que con alma y vida
mi fino amor te desea.

    Luego con todo mi afeto  25
me es placentero decirte,
que también al escribirte
tengo el amoroso ojeto
de anunciarte mi partida,
y cuando menos pensés  30
a tu lado me tendrés,
si Dios me presta la vida.

    En esta confoirmidá,
si acaso andás por venirte,
paso también a decirte  35
que te aguantés por allá,
de cualquier modo que sea:
no te meniés, ya te digo;
y si no es junto conmigo,
no te me vengás, Andrea.  40

    Porque esto se va poniendo
otra vez endemoniao,
y asigún he olfatiao
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la cosa se va frunciendo433.
Pero, china... ¡por la Virgen!  45
con naides me platiqués
de esta carta, si querés
no ser vos mesma el origen,
para que don Juan Manuel
me enderece al matadero:  50
mirá, mi bien, que no quiero
tener más cuentas con él...

    Porque cuando está alunao434
es diablo y escarbador,
y más atropellador  55
que toro recién capao:
y hoy más que nunca le tomo
olor a tigre; por esto
más de cuatro, por supuesto,
andamos hinchando el lomo.  60

    Yo al menos he de cabriar,
y creo cosa sigura
que si viene una apretura
a mí no me ha de apretar;
porque apreceo mi vida,  65
y viendo el lance venir,
no he de aguantar a salir
como a la gala parida.

    En fin, me voy alargando...
que ni sé cómo me voy;  70
mesmamente, porque estoy
atolondrao y cismando,
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con la última atrocidá
que hemos visto ante de ayer:
¡cosa que ha hecho estremecer  75
la campaña y la ciudá!

    Ya sabés, china, que yo
tengo una alma de reyuno435,
y que suceso ninguno
en la vida me espantó;  80
pero ha pegao un bramido
don Juan Manuel, tan feroz,
y es tan sangriento y atroz
el horror que ha cometido...

    Que ha de ser más que insensible  85
el hombre que no se ensañe,
y luego se desengañe
con este golpe terrible,
¡que solo un don Juan Manuel,
pensando el caso, ha podido  90
matar a quien no ha nacido
de un modo feroz y cruel!

    Y por tener aterrada,
y en costante humillación
a toda la población  95
de esta tierra desgraciada,
brama Rosas, y «¡aquí estoy!
(le dice a esta gente vil),
¡como en octubre y abril
siempre el mesmo TIGRE soy!»...  100

    ¡Ahi-juna!... y se presumía
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de que ya estaba blandón;
pero con tal manotón,
como el que ha dao en el día,
han ido a dar al infierno  105
las creencias de la criollada,
que hoy anda más achuchada
que pelaos436 en el invierno.

    Pues, con un par de alharidos
que suelta cuando se enoja,  110
se limpia a quien se le antoja;
y de ahí todos encogidos
los paisanos se amedrentan
pero ¡cómo!... que los ata
un hombre solo, y los mata  115
a unos, ¡y a otros los ahuyenta!

    ¡Cristo! si el diablo me lleva,
cuando veo en casos tales
a porteños federales
temblando ganar la cueva,  120
sin saberse defender,
ni hacer más que acoquinarse
y en el peligro asustarse,
como animales al ver...

    Cuando en el campo voltean  125
a una res entre el ganao,
que apenas la han degollao
los novillos la olfatean;
y ahi se empacan tiritando,
de la sangre alrededor,  130
—382→
y allí un ruin enlazador
solito los va voltiando.

    Y... ¿qué hacen en tales casos
los torunos que igual suerte
deben sufrir, y la muerte  135
ven con tamaños ojazos?
Se asusta la novillada,
y el gaucho así la degüella,
porque un toro no atropella
y le atraca una cornada.  140

    Y olvidando, de terror,
su fortaleza en los cuernos
para echar a los infiernos
de un bote al degollador...
toro que logra escapar  145
con vida en esa voltiada,
muere en la otra, sin que nada
le importe, a fin de engordar.

    Velay la comparación
mas perfeta y aparente,  150
que yo le aplico a esa gente
cuando oigo en la situación
que el porcentaje se queja,
y no hace más que entregarse
al cuchillo y agacharse,  155
sin mezquinar ni la oreja.

    Y mientras no los asusta
don Juan Manuel y los mata,
si les deja ganar plata
y comer, ¡todo les gusta!...  160

    ¡Qué vergüenza! En esta tierra,
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donde nacieron famosos
argentinos valerosos,
que han vencido en tanta guerra...
ver que hoy a los federales,  165
desde el dieciocho de agosto,
se les hace el campo angosto
de asustaos a lo baguales.

    ¿Y las hembras?... ¡Virgen mía!
toditas, las más picudas,  170
hoy las tenés como mudas
suspirando noche y día.

    Luego, los curas y beatas,
en particular los flaires,
hoy andan en Buenos Aires  175
más espantaos que las ratas,
cuando acuden al olfato
de la carne en la ramada,
y ahi mesmo de una emboscada
se les deja caer un gato.  180

    Ahora, entre la soldadesca
y el gauchaje, ¡Cristo mío!
si querés dejarlo frío
al que más terne parezca,
largale estas espantosas  185
palabras que hacen temblar,
y verás si al pronunciar
¡SANTOS LUGARES437 DE ROSAS,
hay hombres que a esta expresión
endurezca y no te afloje,  190
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sintiendo que se le encoge
el alma y el corazón!

    ¡Ay, Andrea!... ¡qué te cuento!
por Dios... no te me asustés
al decirte... que podés,  195
desde este triste momento,
ir encomendando a Dios
al pobre... ¡Anima bendita!
nuestro padrino el curita,
el que me casó con vos...  200

    No hay mas alivio, llorá,
mi vida, y no le dejés
de rezar, ya que sabés
que pasó a la eternidá,
después que le desollaron  205
las manos y la cabeza,
¡barbaridá! y atrás de esa
el viernes lo afusilaron,
de orden del Gobernador,
sin-más alcalde ni nada  210
que el mandato y la humorada
del tigre Restaurador...

    Yo me encontré por desgracia
en ese amargo momento
cerquita del campamento  215
con mi cuñada Damasia,
mujer de ánimo fortacho:
pero se hallaba preñada,
y ese día de asustada
como muchas largó el guacho438.  220
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    Velay el fin tan funesto
que el pobre cura ha tenido;
y ojalá hubiera querido
Dios que no fuera más que esto;
pero hubieron todavía  225
una máquina de horrores,
y... escuchá los pormenores
de ese clamoroso día.

    Esto es lo que me han contao
y he oído generalmente,  230
a una voz, entre la gente
con la cual he platicao.

    Diz que el curita ¡infeliz!
como hombre, la vez pasada,
en una calaverada  235
salió haciéndose perdiz439,
junto con una mocita
donosa que engatusó;
y que también se largó
en las ancas440 del curita.  240

    Es de alvertir que la moza
no era una mujer cualquiera:
al contrario, dicen que era
de una familia rumbosa...
muy cantora, muy ladina,  245
musiquista441 y vivaracha,
alhajita la muchacha,
y por desgracia argentina...
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    Sí fue robo o sedución,
sobre eso no hay que dudar:  250
pues creo, sin vacilar,
que hubo en la niña pasión;
porque a una china cualquiera
no es cosa fácil arriarla,
y mucho menos robarla  255
lo mesmo que a una ternera.

    ¿Cuál es la hembra que da treguas
no queriendo cabrestiar,
ni se deja galopiar
más de cuatrocientas leguas,  260
sin hallar en la cruzada
algún medio de escaparse,
o alguno a quien lamentarse
cuando la llevan forzada!

    Pues bien: doña CAMILITA  265
(velay como se llamaba)
por todas partes cruzaba
a la par con el curita:
cosa que hace presumir
que desde que se largaron  270
ambos-dos se encamotaron442
sin poderlo resistir.

    Y juyendo de las gentes,
dejando sus amistades,
ganaron las soledades  275
de las selvas de Corrientes;
y por allá, de escueleros
pobres, en esa campaña
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vivían dándose maña
como esposos verdaderos.  280

    No hay duda, se apasionaron;
y, como es cosa terrible
y pasión cuasi invencible
la del amor, se arronjaron
a esa vida tan penosa,  285
disfrazada, montaraz,
pobre, maldita...y ¿qué más
castigo para la moza?...

    ¡Infeliz!... en mi concencia
discurro sin ser letrao,  290
que esa niña en el pecao
llevaba la penitencia,
con solo el remordimiento
que en sus adentros tendría
a cada istante del día,  295
sin cesar, desde el momento
en que se vio separada
de su familia querida,
y que salió maldecida,
fugitiva y deshonrada.  300

    Por fin, el Poder divino,
que a todo bicho viviente
le señala justamente
su buen o su mal destino,
quiso que un clérigo inglés443  305
que andaba en alguna embrolla
por esos pagos de Goya444
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(sigún dicen) hace un mes,
se topó con la mocita
por una casualidá,  310
aonde por fatalidá
se hallaba con el curita.

    Y en cuanto los conoció...
¡ahi-juna, el hombre soplón!
de puro mal corazón  315
a un alcalde se lo apió
con el chisme: y ahi no más
dio el soplo, y tuvo el placer
de hacerlos atar y ver
que de allí a San Nicolás445...  320
a la niña la mandaron
atada brazo con brazo,
y al cura en cepo de lazo
también me lo enderezaron.

    ¡Pobrecita!... ¡hacete cargo,  325
qué angustias no pasaría
en tan larga atravesía,
y en un lance tan amargo,
viendo que la conducían
enteramente preñada446,  330
y que iba a ser despreciada
de los que la conocían!

    Yo creo que en ese istante,
muerta se habría quedao
si le hubiesen presentao  335
su familia por delante;
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pero ese triste consuelo,
o tormento, o qué sé yo,
la infeliz no mereció
sigún lo dispuso el cielo...  340

    Porque la desembarcaron
con su amante, y al momento
a los dos al campamento
en carretas los mandaron;
y al ratito de llegar,  345
de sopetón, sin clemencia,
le leyeron por sentencia
que la iban a fusilar.

    ¡Barbaridá! los soldaos
cuasi todos se espantaron,  350
y a tirarle se negaron
algunos muy aterraos:
viendo a la moza preñada,
y en tal lance... ¡Virgen mía,
matarla así!... ¿Quién podría?  355
solo gente desalmada...

    Así, la infeliz les dijo
llorando... «yo moriré:
pero, paisanos, ¿por qué
me quieren matar a mi hijo?  360
¡Válgame Dios!... ¿es posible
que por causas del amor
me imponga el Gobernador
un castigo tan terrible?,
que será el más inhumano,  365
porque en mi estado presente
este angelito inocente
ni siquiera está cristiano».
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    ¡Clamor y quejas al viento!
porque Rosas lo quería,  370
y ángel y todo debía
morir en aquel momento.

    Solamente concedió
el que, antes que la mataran,
al hijo lo bautizaran;  375
y para esto se riyó,
mandando que a la mocita
le hiciese algún oficial
UN BAUTISMO FEDERAL,
echándole agua bendita.  380

    Y por la boca ¡zas-tras!...
un hisopo le embocaron;
y en cuanto se lo vaciaron,
cuasi ahogada, así no mas,
la sacaron al istante  385
medio muerta de fatiga,
defendiendo su barriga
con las manos por delante.

    Y, ni sé si la sentaron;
pero antes que se ladiase,  390
para que no se golpiase
¡ocho balas le atracaron!

    En situación tan amarga,
fue su triste compañía
el curita que sufría  395
a su lado otra descarga...
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    ¡Y... humeando y ensangrentaos
la CAMILA y el amante,
—391→
cayeron a un mesmo istante
con los sesos destapaos.  400

    Ni una boquiada dio el cura
pero la niña penó,
y en el vientre le saltó
tan fiero la criatura,
que los soldaos dispararon  405
de aquel lugar aterraos,
y dos o tres desmayaos
sobre los muertos quedaron.

   Al rato a los dos difuntos
en un cajón los metieron,  410
y... ¡quién sabe lo que hicieron,
antes de enterrarlos juntos!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    ¡Mi Dios! en este momento
me da una corazonada
de furia desesperada...  415
y... yo no sé lo que siento,
déjame pues respirar,
que luego continuaré
y a informarte pasaré
sobre mi particular.  420