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ArribaAbajoCoplas de Cielito y Pericón que concertó Lucero para el fandango que armó esa noche Sayago

[Coplas de Pericón, Cielito y Media Caña, que improvisó Paulino Lucero para el fandango que se armó en casa de Martín Sayago]


A LA SALÚ DEL EJÉRCITO ENTRERRIANO Y CORRENTINO.



   Vaya para Rosas solo
este cielo y pericón,
pues a los demás rosines
les toca de refilón.
    ¡Ay, cielo de la Victoria!,  5
cielito del Paraná...
¡Oído! que ya la corneta
tocó un punto alto en Cala163.
    ¡Atención!... En el campo
       tocan a montar.  10
       ¡A caballo, soldados
       de la libertad!
      ¡Guerra al tirano!
      Garabina a la espalda,
       sable a la mano.  15
Ya brillan los corvos y las tercerolas:
y lucen las lanzas... lindas banderolas
      de los valientes
—233→
      patriotas entrerrianos
      y de Corrientes.  20

    Vamos a ver en Palermo
si es garbosa la persona
de ese general Vejiga,
Juan Manuel Rosas Corona.

    ¡Cielito de la tristura!...  25
con que se dice al remate
que ese bruto es general
por las campañas de uñate.

    Cuando va al tranco esa maula,
la panza le hace: ¡cla!, ¡cla!  30
de aguachado, de bichoco164
y de barrigón que está.

    ¡Cielito!... y de precisión
tenemos que adelgazarlo,
para lo que vamos todos  35
dispuestos a galopiarlo.

    Él piensa de Tucumán,
Salta, Córdoba y la Rioja,
San Juan, Mendoza y San Luis,
seguir con la cincha floja.  40

    ¡Cielito!... y por desengaño,
pronto, tirano, has de ver,
que entre todos, de un tirón,
dos barrigas te han de hacer.
—234→

       Y si nos facilita  45
    un tal Badana
    para cruzar el río
    cualquier chalana:

       No hay necesidá
    de hacernos capiguaras165  50
    en el Paraná.

    Ya verás, ingrato, cuando la embestida,
dónde aparecemos de una zambullida.

       Y después de eso,
    ¿no te da comezón  55
    en el pescuezo?

    También quiero prevenirte
de que el general Garzón
va de un galope al Cerrito
a echarle un ¡truco! a Violón.  60

       ¡Ay, cielo mío!... y después,
    si no te parece mal,
    le piensa pasar la mano
    al titulado Legal.

    De balde te vas poniendo  65
tan cumplido y tan blandón,
tratando de hacer compadres
a los de la Entreinvención

    ¡Cielito de la sordera!
—235→
Salí, Supremo lagaña,  70
¿no ves que los Uropeos
ya te conocen la maña?

    Pues si el general Urquiza
no te hubiese abandonao,
atenido a él estarías  75
mordedor y endemoniao.

    ¡Cielito!... porque en lo guapo
sos enteramente igual
a un perro bayo que tiene
en la estancia el general.  80

      Dicen que en Buenos Aires,
    en la situación,
    se ha puesto redepente
    muy caro el jabón.

      ¡Qué calamidá!,  85
    ¡cuando el Jefe Supremo
    tan jediondo está!

Dormite, morrongo, dormite, mi amor;
dormítele Urquiza al Restaurador,
       y la pichona  90
   que pretende su parte
    en la corona.

    Si Rosas mata al botón,
le juega mi general
a cuál de los dos resulta  95
con más charque en el tendal.

    ¡Ay, cielo, y de la mashorca,
—236→
si endurece la pandilla,
lo que ha de tener de sobra
Juan Manuel... será morcilla!  100

    Y si Corona presume
de un ejército infinito,
el que de acá le larguemos
no ha de ser muy peticito.

    ¡Cielito!... y ya los rosines  105
deben saber que no es broma,
que el ejército entrerriano
como se las dan las toma.

    También saben que no usamos
echar de lejos balacas,  110
ni peliar con los matreros,
ni robar pingos y vacas.

    ¡Ay, cielo!... pero si alguno
medio a forcejear nos sale
por sostener al tirano,  115
¡a qué te cuento, más vale!

    El diablo es que anda sonando...
¡Cristo!, ¿si será verdá?,
que el ejército rosín
lo debe mandar Biguá166.  120

    ¡Ay, cielo!... de la barriga
cómo vendrá el pobrecito,
después que lo largue Rosas
soplao hasta lo infinito.
—237→

      ¡Jesús nos favorezca,  125
       si viene Biguá!,
       y nos larga la inflada,
       ¡qué barbaridá!

      ¡Cuando atropelle
    y que nos desenvaine  130
    tamaño fuelle!

Y traiga a los tientos las armas de Rosas
fuelles y jeringas, vergas y otras cosas,
    con que en Palermo
    se divierte el Ilustre  135
    cuando está enfermo.

    Velay, el sol aparece,
y al escurecer la luna,
¡miren cómo resplandece
de los libres la coluna!  140

    ¡Ay, cielo!... digan conmigo:
¡viva la Federación!,
¡viva Urquiza y Virasoro!,
¡y también viva Garzón!

Con que, ¡adiosito, paisanas!,  145
que aquí concluye el cielito;
y ya para mi escuadrón
también me largo lueguito.

    Cielito, y por conclusión,
la más linda moza diga,  150
si no me hace algún encargue
—238→
para el general Vejiga.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Esta versada cantaron
en el baile de Sayago,
y al cantor de trago en trago  155
esa noche lo apedaron;
y, como lo calentaron,
a lo mejor del bureo
ahí les largó un bordoneo
para llamar la atención,  160
y las mozas con razón
le hicieron un palmoteo.

    Luego, sacó a su aparcera
la Juana Rosa a bailar,
y entraron a menudiar  165
media caña y caña entera.
¡Ah, china!, ¡si la cadera
del cuerpo se le cortaba!,
pues tanto lo mezquinaba
en cada dengue que hacía,  170
que medio se le perdía
cuando Lucero le entraba.

    En fin, allá al aclarar
se tocó la despedida,
porque la gente rendida  175
ya se comenzó a raliar.

    ¡Qué divertirse esa gente!,
¡qué beber y qué bailar!,
eso fue hasta rematar
en el patio últimamente.  180
—239→

    Y fue un fandango de humor,
donde acudieron con ganas
lindas mozas entrerrianas,
que las hay ¡como una flor!

    Luego Paulino y Sayago  185
a la cocina surquiaron,
en donde cimarronearon
sin dejar de echar un trago,
y en ese mesmo momento
Martín le dijo a Lucero:  190

    -No se vaya a ir, aparcero,
sin hacerme otro argumento
como ese de la ramada167,
que fue cosa superior,
aun cuando el Restaurador  195
nos eche alguna putiada.

    -¿Qué me importa que se enoje?,
contestó el gaucho Paulino,
si él sabe que correntino
no hay ninguno que le afloje;  200
con que así, monte, cuñao,
vaya no más a campiar,
que al volver me ha de encontrar
pronto y listo a su mandao.



  —240→  

ArribaAbajoIsidora la federala y mashorquera

[Isidora, la gaucha arroyera, federala y mashorquera, despidiéndose del campamento de Oribe en el Cerrito, y llegando después a casa de Juan Manuel Rosas en Buenos Aires]


Relación, que del embarque, del viaje, y del fin trágico de la Arroyera, le fue remitida desde el campamento de Oribe al gacetero Jacinto Cielo, por su amigo Anastasio el Chileno, el cual andaba de bombero de los patriotas entre los sitiadores de Montevideo.




1.ª PARTE

    La Isidora regordeta
se va a embarcar al Buseo168:
¡vieran con qué zarandeo
va arrastrando una chancleta!

    Que lleva un pie desocao  5
de resultas de un fandango,
en que le rompió el changango169
en la cabeza a un soldao.
—241→

    Y en esa noche con Brun
bailando la refalosa,  10
anduvo poco mañosa
queriendo hacerle el betún170.

    Sabrán que esta moza al fin,
no es porteña, es arroyera,
pitadora y guitarrera  15
y cantora del Tin tin.

    Que vino de la otra banda
junto con los invasores,
y que sabe hacer primores
por todas partes donde anda.  20

    Y que hace mucho papel
como güena federala,
pues su refriega en su sala
con la hija de Juan Manuel.

    En fin, dicen que esta dama  25
del Miguelete se aleja,
y a mis paisanas les deja
los recuerdos de su fama.

    También dicen de que al borde
ha estado de perecer,  30
y se quiere reponer
porque ha perdido el engorde.

    Pues no le asientan los pastos,
y luego con la escasez
—242→
que hay por ajuera, esta vez  35
se ha fundido en hacer gastos.

    Así es que bien trasijada
se retira la infeliz,
echando por la nariz
como suero de cuajada.  40

    Un ojo le lagrimea,
del aire, dice Garvizo171;
que para él es un hechizo
otro que le centellea.

    El andaluz se hace almiba  45
por agradar a Isidora,
que es muchacha seguidora
y nunca se muestra esquiva.

    Así es que a la despedida
la acompaña una patrulla,  50
marchando sin hacer bulla
como gente dolorida.

    Pero la Isidora marcha
sin demostrar sentimiento,
con un semblante contento  55
y más fresca que la escarcha.

    Lleva el rebozo terciao,
airoso, a lo mashorquera172,
y en la frente de testera
luce un moño colorao.  60
—243→

    Marcha con aire jitano,
y una mano en la cadera,
que sacude sandunguera
con un garbo soberano.

    Para lucir los encajes,  65
viste a media pantorrilla
un vestido de lanilla
colorao y sin follages.

    Ella no gasta bolsita173
como gasta una pueblera;  70
pero carga una jueguera174
y también su barajita.

    Todo el cortejo se empeña
en complacerla al partir,
pero ella se quiere dir  75
y a todo vicho desdeña.

    Casi se cai de barriga
el cirujano, en mala hora
se le cayó a la Isidora.
el cuchillo de la liga...  80

    Que lo levanta el galán
trompezando, y cariñoso
se lo presenta gustoso
a la prenda de su afán.

    La Isidora lo recibe,  85
—244→
y exclama: -¡Cristo me valga!,
antes perdiera una nalga
que no esta prenda de Oribe.

    Con la cual he de volver
y a todas las unitarias,  90
de balde han de ser plegarias,
yo las he de componer.

    ¿Ha visto, dotor tuertero,
estas zonzas de orientalas,
que a todas las federalas  95
nos tratan como a carnero?

    Esas mesmas que ahí están
faroliando en el Cerrito,
y haciéndole asco al moñito,
no sé lo que pensarán.  100

    Pues mire, ¡a fe de Isidora,
me voy con sangre en el ojo!,
y he de volver por antojo
con mi comadre Melchora.

    Y a toda la que se piensa  105
que me ha de andar con diretes,
le he de cruzar los cachetes
y le he de cortar la trenza.

    ¡Moño grande! que se vea,
se han de poner a la juerza:  110
y a la que medio se tuerza
se lo he de pegar con brea.

    ¡Caray!, si me da una rabia
el ver que a mí, ¡a la Isidora!,
—245→
quieran ganarle a señora  115
porque tienen mejor labia.

    ¡Y porque gastan corsé,
y gorras a la francesa,
ni levantan la cabeza
a saludar! -Ya se ve...  120

    Aún no están acostumbradas
a la mashorca y tin tin,
pero de todas, al fin,
me he de reír a carcajadas.

    Deje no más que entre Oribe  125
y tome a Montevideo,
que hemos de tener bureo
como Rosas me lo escribe.

Con que ansina, dotorcito,
a todas digamelés,  130
que he de volver otra vez,
¡que me anden con cuidadito!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    En esta conversación
hasta la playa llegaron,
y en el momento mandaron  135
los rosines un lanchón.

    Era preciso llevarla
cargada para embarcarse,
por no dejarla mojarse,
que eso podía resfriarla.  140

    Entonces de la cadera
se la prendió el andaluz,
—246→
y ella le gritó: ¡Jesús!
¡No me ruempa la pollera!

    Con todo, se la echó al hombro,  145
y hasta el lanchón la llevó;
y al dejarla suspiró
el tal Garvizo, ¡qué asombro!

    Con que ansina desde ahora
es bueno que se prevengan,  150
y las orientalas tengan
¡cuidado con la Isidora!


2.ª PARTE

    Por un duende que ha venido
y que estuvo en lo de Rosas,
esta y otras muchas cosas  155
diz que Anastasio ha sabido.

    Porque me escribe el chileno,
con respeuto a la Isidora,
de que tuvo la señora
un viage pronto y muy güeno.  160

    Pues la tarde del embarque
alzó moño la Palmar175,
y a Güenos Aires fue a dar
con la Arroyera y su charque.

    Y con viento rigular  165
—247→
amaneció la Boleta,
frente de la Recoleta
aonde empezó a sujetar.

    Por supuesto, en la cruzada,
la muchacha se almareó,  170
y cuasi, cuasi largó
la panza y la riñonada.

    Pero le dieron giniebra,
que cura la indigestión;
y diz que sopló el porrón,  175
y se lo limpió de una hebra.

    Luego lo ofrecieron té;
pero ella dijo: -No quiero
ningún remedio extranjero,
como no sea el culé...  180

    ¡O mate de manzanilla
junto con flor de mosqueta,
que cuando estoy indijesta
me asienta a la maravilla!

    Quién sabe al fin si tomó  185
a bordo esa medicina;
pero luego en la cocina
de golpe se amejoró:

    Comiéndose allí una tripa
que le brindó el cocinero,  190
con más de medio carnero
y de galleta una tipa.

    Últimamente llegaron
hasta dentro con el barco,
—248→
y en lo más hondo del charco  195
a soga larga lo ataron.

    Y al echar un bote al río
le dijeron a Isidora:
Venga a embarcarse, señora,
con su petaca y su avío.  200

    Mesmamente la embarcaron
en la culata del bote,
y más ligero que al trote
hasta la orilla llegaron.

    De allí la montó a babucha  205
un marinero fornido,
que llegó a tierra rendido
y soltó a la camilucha.

    Cuando llegó un adecán
flauchoncito y muy viejazo,  210
que al soltarle ella un abrazo,
le dijo: ¡Che, Corbalán!

    ¿Cómo estás?, ¿y Juan Manuel?,
¿siempre con salú? Contamé,
o más bien acompañamé,  215
voy a platicar con él.

    ¡Isidora de mi vida!,
díjole el viejo moquiando;
¡pues no!, vamos disparando
y que seas bien venida.  220

    Y ya también la sacó
de bracete acollarada;
que salió medio trabada
desde el punto en que partió.
—249→

    ¡Qué de noticias traerás  225
(le dijo) de esos parajes!
Y ¿se aguantan los salvajes
Rivera y el manco Paz?

    Nada te puedo contar
ahora, dijo la Arroyera,  230
pues se me anda la vedera
y ya me voy por echar.

    Apurate por favor:
vamos ligero, viejito,
y lleguemos, hermanito,  235
a lo del Restaurador.

    Llegó la yunta, y adentro,
en la puerta de la sala
ya tuvo la Federala
su primer feliz encuentro.  240

    Pues salió la Manuelita,
y en cuanto la devisó,
luego vino y se abrazó
de firme con su amiguita.

    Queriéndosela comer  245
con los besos que le dio,
hasta que le preguntó:
-¿De dónde salís, mujer?

    ¡Mirá que sos una ingrata!,
pues ni de mí te acordás  250
queriéndote mucho más
que lo que me quiere tata.

    -Salí, porteña pintora,
—250→
federala zalamera;
que si yo no te quisiera,  255
velay, (dijo la Isidora)...

    No te trujera esta lonja
que le he sacao a un francés,
para vos, ahí la tenés:
esto es querer, no lisonja.  260

    Ansí es que me acuerdo yo,
tomá, y dejate de quejas;
júntala con las orejas
que Oribe te regaló.

    -Ya no las tengo, hermanita,  265
le respondió la pichona,
pues como eran cosa mona
se las regalé a tatita.

    Ahora mesmo las verás
en su cuarto, adonde tiene  270
todo lo que lo entretiene:
vení, mujer, te reirás.

    Entonces se despidió
Corbalán de Isidorita:
que a un tirón de Manuelita  275
para el cuarto cabrestió.

    Se colaron, ¡Virgen Santa!,
en ese cuarto que espanta
de pensar que vive en él
el tirano Juan Manuel,  280
restaurador de las leyes,
—251→
entre geringas y fuelles,
puñales, vergas, limetas;
armas, serruchos, gacetas,
bolas, lazos maniadores  285
y otra porción de primores;
pues lo primero que vio
Isidora en cuanto entró,
       fue un cartel,
con grandes letras sobre él,  290
y una manea colgada
de una lonja bien granada:
       y el letrero
decía así: «¡Ésta es del cuero
del traidor BERÓN DE ASTRADA176!,  295
¡lonja que le fue sacada
por unitario salvaje,
       en el paraje
del Pago Largo afamado,
donde fue descuartizado!  300
       -Con razón:
por malvao y salvajón,
dijo la recién venida.
       Y en seguida,
miró encima de una mesa,  305
y entre un nicho, una cabeza
       cortada,
y con la lengua apretada
       mordida,
y la vista ennegrecida  310
y con rastros de llorosa.

    Al pie tenía una losa
—252→
escrita, y decía así:
      «¡Zelarrayán!
Los salvajes temblarán  315
cuando se acuerden de ti».
       -¿Pues no?,
la Arroyera dijo, y vio
ahí no más, en seguidita,
colgada en una estaquita  320
una cola o cabellera,
y al preguntar de quién era
pudo ver sobre un papel
esta letra: «¡De Maciel177.
Ésta es la barba y bigote,  325
que con lonja del cogote
le manda al Restaurador:
Oribe, su servidor.
       -¡Qué bonito,
dijo Isidora, el versito!  330

       Y agarró
un puñal, que reparó
en diez o doce que había,
que sobre el cabo tenía
en la chapa este letrero:  335
—253→
       «Yo soy el verdadero
       recuerdo, en homenaje
       del infame salvaje
       Manuel Vicente Maza178.
       Si salgo de esta casa,  340
       ¡tiemble algún presidente
       que no sea obediente,
       y altanero se oponga
       cuando Rosas disponga!».
    -Qué receta para Oribe,  345
dijo Isidora, que vive
sirviéndole a Juan Manuel,
y queriendo hacer papel
de Presidente legal,
cuando en la Banda oriental  350
tan sólo el Restaurador
debe ser amo y señor,
aunque el diablo se sacuda
las OREJAS... ¡Ah, mujer!,
haceme al momento ver  355
las de Borda: ¿dónde están?,
¿qué sequitas no estarán?
    Entonces la Manuelita
—254→
las sacó de una cajita,
y cuando se las mostró,  360
la gaucha las escupió,
y pensó hacer otras cosas,
pero en esto dentró Rosas
en camisa y calzoncillos
golpiándose los tobillos,  365
con la cabeza amarrada,
una cara endemoniada,
y en la cintura una verga.
    Tendió en el suelo una jerga,
puso al lado una botella,  370
y se acostó cerca de ella
sin soltar una expresión...
y cuál fue la confusión
de Isidora y Manuelita
al sentir que su tatita  375
redepente dio un bramido
como tigre enfurecido,
y echando espuma se alzó,
y estas palabras soltó:
    ¡En la Horqueta del Rosario!  380
    ¡Flores... salvaje unitario!
    ¡Núñez, salvaje traidor...!
    Entonces le dio un temblor,
y rechinando los dientes,
y con gestos diferentes:  385
¡asesino!, le gritó
a Isidora; y la mandó
degollar con sus soldaos,
que acudieron asustaos.
    Cayó entonces desmayada  390
la Arroyera, y arrastrada
fue por dos indios; y al rato
—255→
degollada como un pato.
    Cuando la iban a matar,
Manuela se echó a llorar  395
a los pies de Juan Manuel,
suplicándole; pero él
dijo: «¡Muera la ovejona!,
    pues, si no, sale y pregona,
    que ya tengo convulsiones,  400
    de ver que los salvajones
    se lo limpian a Alderete;
    y después, que lo sujete
    el demonio al Pardejón,
    que viene, y en un cañón  405
    de taco me hace meter,
    y ahí no más lo hace prender;
    cosa que en cuanto reviente
    ¡a los infiernos me avente,
    donde con vergas y fuelles  410
    vaya a restaurar las leyes!...».
    Luego pidió una botella
de bebida, y se arrimó
a Isidora; la miró,
y de ahí se sentó sobre ella.  415
    ¡Fría estaba y desangrada!,
pero Rosas, con todo eso,
se agachó, le pegó un beso,
y largó una carcajada.
    Luego acabó de beber  420
muy ufano, y se paró,
y a los indios les gritó:
«Saquen de aquí esta mujer;
llévenla a la sepultura;
vamos, prontito, al istante,  425
y que venga y la levante
—256→
el carro de la basura».
    Ansí la triste Arroyera
un fin funesto ha tenido,
sin valerle el haber sido  430
FEDERALA Y MASHORQUERA.

Anastasio el Chileno.




ArribaAbajoAgachada a las garantías que ofreció el almirante Mackau en su tratado con Rosas

[Agachada o cuchufleta satírica de un gaucho salvaje, dirigida a un almirante que les ofreció garantías de completa seguridad a los argentinos que se sometieran a Rosas]



Estos versos a la paz,
los larga un gaucho voraz.



   A decir cuatro verdades
va un miliciano oriental:
que cuando es pura y cabal,
no tiene dificultades
ningún gaucho liberal.  5

    Es ruindá que en la contienda
de Rosas y el almirante,
pierda el francés el aguante,
pues sin tirarle la rienda
lo han sujetao al istante.  10
—257→

    A la cuenta don Macó
será mozo asustadizo;
pues Batata como quiso
la mashorca le atracó
cuando lo vio espantadizo.  15

    Pues mire... los orientales,
a pesar de sus trataos
no andamos muy asustaos;
aunque usté y los federales
se vengan acollaraos.  20

    Ya verá que sin vapores,
el Viejo Frutos Rivera
no deja ni polvadera
de los dos Restauradores179,
sin hacer tanta humadera.  25

    ¡Ah, hijo de... Dios!, ¡quién diría!
que el almirante Macó
de Uropa se nos apió
a poner carbonería180,
y Rosas se la fundió.  30

    Así es que la francesada
—258→
patriota y de calidá,
al ver tamaña ruindá,
está toda endemoniada,
y habla con temeridá.  35

    Y dicen que si Macó
tan fiero pudo ladiarse
y a Rosas arrecostarse,
los demás franceses no
son capaces de humillarse.  40

    Bien puede un ruin capataz
hacer cuerear la manada,
será de él la cochinada;
sin que deba ser jamás
descrédito a la pionada.  45

    En fin, el Restaurador
ahora andará más holgao,
pues dicen que ha retozao
a su gusto en un vapor
que el Barón le ha regalao181.  50

    ¡Qué Cristo!, de aquí a unos días,
por diciembre, cuando más,
le hemos de salir de atrás
—259→
cobrando las galantías
que nos promete en la paz.  55

    Pero el diablo es que LAVALLE
se ha de querer empacar:
a bien que lo va a buscar
Batata, y adonde lo halle;
diz que lo va a desarmar182.  60

    ¡Valientes americanos,
paisanos de toda laya!,
antes que Macó se vaya,
le haremos ver que un tirano
a ningún libre avasalla.  65

    ¡Vencedores de Cagancha!,
¡valerosos del Yeruá!
Rosas nos aguarda allá,
pues presume que en su cancha
medio nos aguantará.  70

    ¡A las armas, argentinos!,
vamos juntos a peliar,
que hasta morir o cueriar
al salteador asesino,
¡naides debe recular!  75
—260→

    Él piensa que en desunión
nos ha pillado la paz.
¡Ah, bruto, ya lo verás!,
¡si al primer atropellón
no te boleamos de atrás!...  80

    ¡Degollador afamao!
ni tu compradre Macote
te ha de valer; del cogote
el día menos pensao
te hemos de sacar cerote.  85

JACINTO EL GAUCHO.




ArribaAbajoA la tramoya de la Intervención conjunta representada por los ministros europeos, mister Gore y monsieur Gros

[El gaucho Callejas, burlándose de la intervención conjunta anglo-francesa, representada por los ministros mister Gore y monsieur Gros]


SEÑOR EDITOR DE LA GACETA DEL CONSERVADOR.

Trincheras de Montevideo, a 25 de julio de 1848.



    Ando ganoso, patrón,
y con la alma atravesada
—261→
por largar una ensilgada183
amarga hasta el corazón:
y cuando formo intención,  5
nunca, en la vida me encojo;
así, con sangre en el ojo
voy a llenar mi deseo,
porque soy gaucho y no creo
jamás morirme de antojo.  10

    Sólo espero, patroncito,
para ingertar mi versada,
que en su gaceta mentada
usté me haga un lugarcito:
y ya verá qué cielito  15
por prima alta y bordoneo
le canto a cada Uropeo
de Francia y de Ingalaterra,
de los que han caído a esta tierra
a embrollarnos, sigún veo.  20

    Eso sí, los invernaos
no entrarán en la voltiada,
a pesar que en la manada
hay bastantes desalmaos;
que ya los tengo marcaos,  25
para algún día si acaso
prenderles como de paso
a media espalda no más,
y cuando mucho de atrás
hacerles cimbrar el lazo.  30

    Luego, patroncito, intento
escrebir a lo paisano,
—262→
y en estilo americano
decir todo lo que siento:
y formarle un argumento  35
a la Entrivención cojunta,
y agachármele en la punta
a la misión Gore-Gros,
y probar entre los dos
cuál es el pior de la yunta.  40

    Con que así, voy a esperar
siempre ganoso, ya sabe;
y en cuanto usté me haga un cabe
le empezaré a menudiar,
hasta hacerle calentar  45
a la yunta las orejas,
y echando al aire mis quejas,
a esos maulas tratadores
les diré cuatro primores
y sabrán quién es...
¡CALLEJAS!
 50



  —263→  

ArribaAbajoPresentación gaucha que a fuer de letrado la escribió el gacetero Jacinto Cielo para un compañero suyo, el cual habiéndose presentado antes al Gobierno, solicitando el pago de algunos pesos que le debían, en la primer solicitud le recayó el decreto de Ocurra oportunamente. Por consecuencia, ocurrió segunda vez en circunstancia que en Montevideo circulaba con mucha validez la noticia de que ya estaba en camino para el Río de la Plata una fuerte expedición de tropas francesas de desembarco, y una poderosa escuadra naval al mando del almirante Debourdieu, quien además venía trayendo dos millones de pesos fuertes para auxiliar al Gobierno de Montevideo; noticia de la que se burló el abogado gaucho como se verá más abajo: advirtiéndose que la siguiente representación fue escrita y presentada el Lunes Santo de 1818 cuando el ejército de la plaza sitiada se mantenía a porotos, fariña y bagres barrigones

[Presentación gaucha, que a fuer de letrado elevó al Gobierno oriental Perucho el Zurdo en 1846]


Al excelentísimo señor Gobierno.

Montevideo. Marzo 26 de 1846.



    Señor, me le hago presente
en un grandísimo aprieto,
atenido a su decreto
de: OCURRA OPORTUNAMENTE.
Siento serle impertinente,  5
pero más siento el andar
—264→
sin tener ni qué pitar,
y flaco y aniquilao,
porque ya no me ha quedao
ni a donde ir a churrasquiar184.  10

    En ancas, mi muchachada
ya sin alivio ninguno
de tanto comer de ayuno
se encuentra como soplada,
y del todo resabiada  15
porque se aventan y se hinchan,
a pesar de que los cinchan,
al comer porotos viejos:
así al verlos desde lejos
todos mis hijos relinchan.  20

    ¡Vea, pues, mi situación
en esta Semana Santa!,
cosa que ya me quebranta
el alma y el corazón.
Así me afligen, patrón,  25
ansias y penas ¡morrudas!,
a que se agregan las dudas
que hasta el domingo tendré;
por las que me encerraré
hasta que cuelguen los Judas.  30

    Pues sería ¡la infinita!,
que me atrapasen, señor;
por lo que me hará el favor
de arreglarme mi cuentita:
pues todo lo facilita  35
—265→
una buena voluntá;
y en esta conformidá
espero que vuecelencia
se ablande por mi ocurrencia
tan en oportunidá.  40

    Y en saliendo de mi apuro,
le haré unas coplas después
al almirante francés
ese tal don Sepeduro:
al mesmo que de siguro  45
lo aplastará otro Musiú
don no sé qué LAMORDIÚ
que para pascua vendrá,
o para la Trinidá,
con la escuadra de Mambrú.  50

    Con que, si me quiere armar,
lárgueme cualquier papel185,
que, si yo puedo, con él
al diablo lo he de ensartar:
y al infierno irá a cobrar  55
si falla la Intervinción;
y si no falla, patrón,
los riales que ahora me dé
no le harán falta, porque
¡ahí le vendrá el BORBOLLÓN!  60

Excelentísimo señor.

PERUCHO EL ZURDO.



  —266→  

ArribaAbajoCarta particular que le dirigió el compañero de Jacinto al señor ministro de la guerra solicitando hablarle para recomendarle la presentación de la Semana Santa

[Carta confidencial del gaucho Jacinto al ministro de guerra]


SEÑOR MINISTRO Y PATRÓN



    Sudo en vano y lo rastreo
deseando acercarmelé,
y al fin ya me encuentro a pie
sin conseguir mi deseo:
pues de vuecelencia creo  5
que al ver mi traza infeliz,
y que como una lumbriz
encojo el cuerpo o me estiro,
por no ponérseme a tiro
juye y se me hace perdiz.  10

    Así, hay un refrán muy cierto,
y es cosa muy verdadera,
que en el Juerte y donde quiera
hombre pobre jiede a muerto:
por eso es que yo no acierto  15
a medio hablarle; y lo pior
es que, como hace calor,
el gaucho ni bien se allega
—267→
vuecelencia de una legua
juye al tomarle el olor.  20

PERUCHO EL ZURDO.