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331

Esta primera «iluminación», desde las pp. 15-16. El propio autor indica que, si bien habla «particularmente» de Murcia, lo que allí dice «se debe entender generalmente de todos los Reynos y Provincias de la Monarquía española». Al lector, ss. pp.

 

332

Sueño, p. 111. Vid. también p. 33 y 67-68.

 

333

Sueño, pp. 67-68, donde el autor se refiere especialmente a la nobleza y el clero murciano. Sin embargo, al hablar de la Muralla de Madrid y de los proyectos de navegabilidad interior, también se refiere a la participación de otros obispados, como el de Cuenca. Sueño, p. 79.

 

334

«Ninguna nación posee en tanta abundancia el tesoro de las primeras materias, como España». Sueño, p. 9. Esta cita no es más que una muestra de las muchas que, en este sentido, podríamos extraer.

 

335

«No omitían los gabinetes émulos de la gloria española las diligencias más vivas y cuidadosas para saber a fondo de las ideas de la España, que en sí comparecían de poca monta, y los políticos sospechaban que eran de gravísimas consecuencias [...] empezaron a sospechar [los barcos -espía enviados a la costa española] de todo dieron parte a sus respectivas cortes Con todo, ni los ministros, ni sus respectivas Cortes se aquietaban». Sueño, pp. 34-36.

«Los ingleses, sabidores [...] llegarían los españoles a obscurecer la fama inglesa» Sueño, pp. 158-159.

«Avisaba el cuidado, y sobresalto que agitaba la Corte de París [...] inquietos sobre modo los franceses», Sueño, pp. 207-208.

«peligro de decadencia inminente a las dos Monarquías inglesa y francesa» Sueño, p.209.

«añadió el [ministro] francés: la España está a sus principios, y por tanto no será difícil desvanecer sus ideas. Respondió el ministro inglés: si reflexionamos un poco, conoceremos que nuestros fines no llegan a sus principios. En poco tiempo sus escuadras de mar no tienen por qué temer a las nuestras unidas y aliadas [...] No nos queda v, que complacerla y con oportunos servicios contentarla, para lograr que olvide los justos sentimientos que la han motivado nuestras naciones». De hecho, el ministro inglés llega a indicar que mandará «recojer con arte y diligencia [...] todo libro injurioso al decoro de la nación española, inmérita a la verdad de tan frecuente oprobio [...] en atención a que las naciones francesa e inglesa [...] jamás han recivido este agravio de los literatos españoles», Sueño, 213-215.

 

336

Sueño, p. 41 y ss.

 

337

Sueño, p. 189.

 

338

Sueño, pp. 92 y ss.

 

339

Sueño, p.159.

 

340

Las citas que se podrían alegar son numerosas. Pero en especial en las pp. 209 y ss., así como en la última parte, donde el argumento central consiste en defender tanto el pacifismo español, como la imposibilidad práctica de que sus oponentes directos (Francia e Inglaterra) pudieran llegar siquiera a pensar en luchar ventajosamente contra una España restablecida en todo su poderío y en la justa posesión de sus títulos: sería tanto como luchar contra la razón (económica) y el derecho (histórico).