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341

«Doi un testimonio a mi patria Murcia, que mi fino affecto conserva siempre fresca su memoria». Sueño, prólogo Al lector, ss. pp.

 

342

Repetidamente insiste, como lo hizo en la correspondencia, en que el Sueño es un primer paso «para formar el estado del Reyno de Murcia, Histórico, Geográfico, natural, & como ejemplar para todos los reynos y Provincias», a cuyo efecto solicita que «se digne su Sociedad Patrio-Económica remitirme los documentos necesarios» Sueño, Al lector, ss. pp. De hecho, en otro punto de la obra indica que «como última perfección de las ideas anteriores», se formasen «unos comentarios o apuntamientos que miren a la Historia Natural y Geográfica» de todos los territorios de la Monarquía -a imitación del de Murcia- creándose una «Sociedad» en Madrid que trabajase a tal efecto. López Alarcón es aún más explícito, y no duda en barrer hacia su portal: dichos trabajos ya los inició en el año 1764 el entonces cosmógrafo del Colegio Imperial, Ch. Rieger. Sueño, 218-219 y nota a.

 

343

Evidentemente, la recuperación del Señorío del Mar se plantea frente a Inglaterra, del mismo modo que la del de la Tierra lo es frente a Francia. Serían innumerables las citas en este sentido. No obstante, vid. la página 91 y especialmente las dedicadas a la 4ª y última iluminación, sobre el Señorío de la Tierra, p. 159 y ss.

 

344

«Clama, Serenissimo Príncipe, clama sin voz el Trono, y sólo oye quien sin voz comprehende la máquina de una Monarquía vastissima».

 

345

Vid. Batllori, op. cit., pp. 38-41.

 

346

Vid. J. L. ABELLÁN, Historia crítica del pensamiento español, Madrid (1981), III, pp. 822-824.

 

347

Pese a sus declaraciones de principios, la obra de López Alarcón tiene en este aspecto un carácter bastante arcaico, inspirándose en modelos humanistas nada novedosos. Así lo ponen de manifiesto las fuentes que utiliza, escasas y de autores clásicos (Cicerón, Justino, Polibio, Pausanias..., o de algún moderno (especialmente vindicando a los jesuitas como Osorio o De la Cerda).

 

348

Vid. especialmente p. 132, y 256 y ss.

 

349

«Ultimamente, como todos anhelaban promover sus intereses particulares, crecían los comunes de la Patria», Sueño, 114.

«Para entablar un comercio fecundo [...] todo tenga dueño y señor, que como utiliza los fondos, tenga a su cargo el cultivo y adelantamiento para beneficio de todos; como utilíssimamente lo experimenta el dicho Reyno de Murcia, en el repartimiento de sus montes, cuia ruina y inutilidad universalmente en España es casi general, porque carecen de dueño: todos los utilizan, esto es, todos cortan para surtir sus casas, y nadie los fertiliza, esto es, nadie planta, por lo que todos con el tiempo quedan igualmente desprovistos [...] que todo tenga cultivo, y con la utilidad del propio dueño, se aumenten los intereses comunes de la Patria» Sueño, 232-233. López Alarcón justifica el argumento recurriendo de nuevo a las fuentes humanistas, y en concreto a las que tratan de la Ley Agraria en la Roma antigua.

 

350

Vid. BATLLORI, op. cit., pp. 575 y ss.