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De nuevo, el paradigma natural resulta omnipresente: «Cosas que en sí no parecían de notable monta [...] porque es máxima del ánimo grande del Ministro contentarse con una disposición bien fundada en los principios, promovida con vigilancia y cuidado en lo succesivo, esperar los frutos y progresos sin ansiar los fines, que precipitar los asuntos grandes [...]; enseñado de la naturaleza que observa este orden en sus producciones: escasa en sus primeras materias, siempre empieza por poco; próvida y diligente en promoverlas; pausada y flemática para esperar sus efectos; y colma de gusto y complacencia al corazón quando después de grande tiempo recoje sus frutos». Sueño, pp. 39-41.

 

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Pasando adelante [Ganímedes y Ornabile en el palacio donde se hallaban las Cortes europeas], encontraron una dama más hermosa, sin tanto fausto más rica, sin tanta apariencia con mayor grandeza, que desde luego, conociendo en su gracia lo grande de su espíritu, lo admite en su Corte, insinuando que ya tiempos que anhelaba un Héroe de aquella idea, para el manejo de las empresas que cada día le presentaba lo vasto de su Monarquía». Sueño, p. 12.

«Divertida la soberana con la vista tan graciosa [de la Muralla del Reino] que formaba la Carta Geográfica, como cosa que anhelaba en extremo, todo era preguntar a Ornabile menudamente de todo; y cada vez que fijaba la vista se acaloraba más su curiosidad, y suspiraba a conseguir el noble empeño de quien depende sobresalir con preferencia a aquellas naciones que el mundo, prevenido de un espíritu de partido, reconoce por superiores a España». Sueño, p. 16-17.

 

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Así, cuando se le presenta (p. 11) se dice de él que iba «vestido ricamente, pero a la antigua francesa»; y más adelante (p. 129), con motivo de unas reflexiones de Ganímedes, leemos que «todos en el ministerio español, en particular desde Alberoni, han tratado con calor elevar la Corte de Madrid al mérito de París, Londres y otras».

 

364

Sueño, p. 33

 

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Sobre el recurso a los párrocos como instrumento de las reformas en el mundo rural baste recordar, entre otras muchas, iniciativas como las de incluirles como miembros natos en las R. S. E. de Amigos del País; o el inicio de publicaciones como el Semanario de Agricultura y Artes, dirigido a los párrocos, de Juan Antonio Melón, posterior al Sueño (1797), pero significativo de este contexto.

Sobre el papel de los curas en la labranza vid. especialmente las pp. 145 y ss. del Sueño, donde también se plantea la conversión de los conventos rurales en parroquias.

En cuanto a los regimientos de milicias, vid. pp. 63, 81, 89 y 133. Aunque los curas tienen un primer papel organizador, se estima que en el futuro el mando de los regimientos deberá corresponder a la nobleza.

 

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Podríamos incluir también el papel dinamizador que en lo económico se concede en repetidas ocasiones al Banco Nacional de San Carlos. Sueño, pp. 53 y 85 (arrendamiento de los diezmos del territorio de Madrid; préstamos de yuntas de vacas a los necesitados...).

 

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Una rápida visión sobre el orden social adecuado en Sueño, p. 53 y ss.

 

368

Así, v. gr. en Sueño, 79.

 

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Sobre las críticas a la no utilidad de la nobleza y sus empleos adecuados, Sueño pp. 166 y ss., donde despliega cómodamente su visión ideal porque está hablando de cómo habrá de ser la sociedad en los nuevos establecimientos ultramarinos. Sobre los Seminarios de Nobles, Ibid., pp. 82 y 111

Sobre su desempeño como jefes de los Regimientos de Milicias, Ibid., p. 89 y 133.

La ingenuidad mostrada por López Alarcón a la hora de efectuar guiños cómplices con Floridablanca raya a veces en el más tierno candor. Así, en las pp. 169-170, refiriéndose a las grandes ocasiones para honrarse útilmente en destinos adecuados, civiles, militares o eclesiásticos, que esperaban a los nobles con las nuevas colonizaciones ultramarinas, decía: «Vea, Señora, dixo Ganímedes, el cuerpo ilustre de la nobleza utilizado, empleado, honrrado...», y colocaba en este punto la llamada de nota a pie de página en la que se lee: «De los puntos usa Ganymedes para instruir a la Soberana en aquellos asuntos particulares del Gobierno, que importa no lo sepan todos, pero fácil de entender los políticos. Vg. honrrado, y sujeto» [el subrayado es mío].