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José Sellier, pionero cineasta gallego

José Luis Castro de Paz

José María Folgar





Hasta la publicación, a mediados de este mismo año, de La Coruña y el cine, de J. L. Castro1, era más bien reducido el conocimiento de datos científicos sobre las actividades cinematográficas de este fotógrafo de origen francés, pero residente en La Coruña, desde finales de la penúltima década del pasado siglo, y en esa ciudad fallecido a comienzos de los años 20.

Las noticias previas presentadas por Quiroga, García Fernández, Folgar2 provenían, en lo esencial, del vaciado de la prensa coruñesa, santiaguesa y ferrolana y de pesquisas en diversos archivos públicos coruñeses. La situación de esos archivos es hoy muy diferente de la que ofrecían quince, diez, años atrás. Fruto de ese cambio (una mejora sustancial en la disposición y uso de los fondos para su consulta) son las aportaciones que aquí ofrecemos, junto con una complementación de origen periodístico, hasta ahora tampoco recuperada y divulgada.

Es obligado citar, asimismo, un trabajo desgraciadamente inédito sobre la historia de la fotografía en la ciudad de La Coruña, de Xulio Franco del Amo, en donde aparece J. Sellier3.

Joseph Sellier Loup nace en Givors el 13 de agosto de 1850. Su población natal pertenece al departamento de Rhône, y dista de Lyon unos 20 kilómetros, estando situada al sur de esa ciudad, y como ella se halla a orillas del río Ródano. La ciudad pertenece a la zona de influencia directa de Lyon, y tenía y tiene industrias de vidrio y químicas, entre otras. Ambas ocupaciones serán determinantes, en uno y en otro caso, en los avances de la fotografía y de la cinematografía.

J. Sellier se casa con Marie Farge, que era siete años más joven, y también natural de Givors. El 27 de junio de 1883 nace su hijo Esteban, que habría de ser único. Nace en Lyon, en donde residían de casados.

Louis, hermano mayor de José, vivía en La Coruña. No hemos podido confirmar las razones exactas de su llegada a Galicia (a principios de la segunda mitad del pasado siglo, en 1852), pero podría aventurarse que pudiera haber seguido la corriente que había llevado a esa población a diversos franceses relacionados con la fabricación de vidrio, una de las actividades industriales en las que los lioneses eran destacados en Europa, en aquellos años. Dejando de lado la causa primera de su residencia en La Coruña, Luis ejerció el oficio de pintor retratista para, a continuación, desempeñar el de retratista, es decir, fotógrafo, como en aquellos años se decía en castellano, sin abandonar su primera actividad artística4.

En lo que a nuestro personaje atañe, según los datos del Padrón de habitantes José Sellier llegó a Galicia en noviembre de 1886, junto con su esposa y su hijo. Aparecen como domiciliados en la calle Real 86, 2.º5. En el último padrón en el que figura José, la familia sigue constituida por los mismos tres miembros. Además del fotógrafo, María Farge Michelat, su esposa, y Esteban Sellier Farge. De este último se especifica que su profesión es «empleado»6.

Entre Real 86, la calle comercial más notable de la ciudad en aquellos años, y Juan Flórez 138, casa en donde habría de morir José Sellier en 1922, pasando por San Andrés, 9, transcurre la actividad profesional de José Sellier Loup, de la que mencionaremos la parte fotográfica y destacaremos la parte cinematográfica.

En La Coruña en la mano. Guía para 18877 aparece un anuncio de «Fotografía de París de Sellier hermanos», en la calle Real 86. El establecimiento se autoproclama como «antiguo y acreditado», siguiendo expresiones propias de aquellos años, y se dice que se han incorporado las últimas novedades en fotografía. Sin embargo, y a pesar del encabezamiento, sólo un Sellier (¿Luis?, ¿José?) «está personalmente al frente de su establecimiento, de once á tres, todos los días y con cualquier tiempo». En cuanto a la calificación de «antiguo y acreditado» tenemos que suponer que se refiere a la labor fotográfica realizada, desde su asentamiento en La Coruña, por Luis Sellier. Por otra parte, aunque las horas de trabajo coinciden con las de mayor luminosidad solar, la aclaración «con cualquier tiempo» es indicio de que disponía de alumbrado eléctrico supletorio.

En mayo de 1889, se inaugura en París una exposición universal que, en el siglo que camina a su fin, se presenta como algo sin precedentes. La prensa, diaria y periódica, reflejó y destacó el acontecimiento, sobre todo la segunda. En la crónica que de la inauguración envía, desde Madrid, el corresponsal de El telegrama (ET), el periodista ilustra a los lectores coruñeses con una comparación que pueden fácilmente constatar para que así perciban la amplitud de la muestra:

«Sin la menor vacilación puede asegurarse que es el Certamen más grandioso que se ha conocido. Con pocos datos patentiza su grandeza. En su perímetro cabe holgadamente la Coruña con su ciudad vieja, su pescadería, Garás y ensanche inclusive»8.

En aquellos años, lo francés estaba de moda, y en La Coruña, como en otras partes de España, se anunciaban productos industriales franceses, por supuesto, la moda de París, el aprendizaje del francés, la literatura francesa, etc. Y como respuesta a esa relativa popularidad, era de buen gusto el retratarse en la «Fotografía de París».

Por su origen francés, y por esos condicionantes sociales, no podía dejar de lado semejante acontecimiento, por lo que viajó a París «con el objeto de traer a sus talleres los últimos adelantos», con lo que su establecimiento estaría cerrado «desde fin de Mayo hasta fin de Junio»9. Debemos aceptar, si tomamos como fuente la publicidad de los reversos de sus fotografías, que tuvo premio en el certamen correspondiente que se celebraría coincidiendo con la Exposición universal parisina.

Como buen comerciante, J. Sellier se mostraba interesado, y receptivo, para con todas aquellas posibilidades que pudieran mejorar el servicio a sus clientes.

En 1890, en la Guía-indicador de R. Faginas, el anuncio de «Fotografía de París» solamente menciona a José Sellier. Su hermano, por tanto, ya no trabaja en la ciudad. Por otra parte, el texto dice que el fotógrafo se especializa «en retratos de niños. Basta ver las numerosas muestras para quedar convencido de la superioridad del trabajo». Su actividad debe ser económicamente importante porque figura en el anuncio el número del teléfono del estudio10.

Es bastante probable que al quedarse solo Sellier, por la marcha de su hermano (cfr. nota 5) tratara de acercarse, habitacionalmente, a su pariente, José Avrillon Bofill, hijo de Juan Bautista. Avrillon Bofill residía en la calle de San Andrés, n.º 11. La vivienda de José Sellier en San Andrés marca un deseo de situarse en una zona en expansión, y que competía, desde un punto de vista comercial, con la tradicional calle Real, lugar de su primer asentamiento en la ciudad11.

La marcha hacia la consecución del cinematógrafo Lumière entraba en la década definitiva. Un logro determinante, desde el punto de vista de la comercialización, fue el kinetoscopio de Edison, cuyo centenario ha pasado casi desapercibido hace dos años, en 1894. El aparato, cuyo funcionamiento no hemos podido registrar en La Coruña, llegaba a Madrid en mayo de 1895, un año antes del animatógrafo de Rousby y del cinematógrafo de Lumière. En la reseña del «nuevo espectáculo» se decían cualidades que se aplicarían, asimismo, al cinematógrafo. El «kinetóscopo», como se le denomina en ET 18-mayo-1895, 1(4) se expone en un bajo de la Carrera de San Jerónimo, y es una «especie de hetereóscopo notablemente mejorado, pues a través de sus cristales no solo se ven las figuras y los objetos con todos los caracteres de la verdad, de bulto, como se dice en términos vulgares, sino que también de movimiento». El corresponsal describe con prolijidad una de las vistas en la que aparece:

«la Otero, que tanto furor causa en París y con tanto primor despluma a sus numerosos admiradores de allende el Pirineo. (...) Se ve a la Otero mover graciosamente brazos y piernas a compás de un aire andaluz, sonriente, provocativa; y es lo más admirable observar cómo cambia a cada giro, a cada vuelta, la expresión de su rostro, cómo se acentúa la sonrisa de sus labios, ó se desvanece a tiempo que da a su cuerpo blandas inflexiones; como recoje (sic) su falda para dar una vuelta inclinando el cuerpo graciosamente, y como, en fin, sin que se borre un instante, la figura se muestra a los ojos con todos los caracteres del ser viviente».

Hemos recogido este texto, porque nuevamente el periódico lo sirve a sus lectores más próximos, habida cuenta del origen gallego de la citada bailarina12. Del aparato, continuaba el corresponsal, «puede decirse que es el invento más original y de aplicaciones más prácticas de cuantos a la humanidad está dando el genio creador de Edisson (sic)».

Esta relación pormenorizada del contenido del baile de la Otero en una cinta del kinetoscopio ofrece una descripción tan amplia como la que se haría de algunas de las cintas del «cinématographe», al año siguiente.

No hemos encontrado (lo que no quiere decir que no existan) referencias, en la prensa gallega, de las primeras sesiones de cinematógrafo en París, ni tampoco de las de Madrid. Pero José Sellier no necesitaría de esos reclamos para estar al tanto de los avances hacia la fotografía animada, vista su preocupación por dotarse de todo cuanto novedoso sobre fotografía llegara a su conocimiento, para lo que viajaba a su país de origen con cierta frecuencia, como hemos señalado (cfr. nota 9). Los productos fotográficos Lumière eran habituales entre los profesionales de la fotografía a finales del pasado siglo, tanto o más que los de Eastman.

En septiembre de 1896 tienen lugar las primeras proyecciones de imágenes animadas en Galicia, en La Coruña13. Si bien no tenemos constancia estricta del hecho, no erramos si suponemos que entre los espectadores se había de encontrar José Sellier. Más problemática se presenta otra hipótesis, la de pensar en que existiera alguna relación entre el fotógrafo y los primeros exhibidores del cinematógrafo en La Coruña14.

Decidido a probar la fotografía en movimiento, Sellier aprovechó la primera ocasión que se le presentó, que suponemos fue la liberalización en la venta de sus aparatos que los Lumière efectuaron a partir de enero de 189715. La facilidad que Sellier tenía para sus contactos comerciales con Francia le permitieron disponer en poco tiempo, esta vez sí, con casi total seguridad, de un cinematógrafo. Y así, a finales de mayo, inicia sus primeros ensayos como exhibidor, según los recoge la prensa local que, ahora, pasada la novedad no menciona título alguno de las cintas de las proyecciones16.

Pensamos que Sellier se acostumbró al funcionamiento del cinematógrafo en su aspecto reproductor, para, a continuación ensayar y llevar a efecto tomas de vistas con el mismo. Y una ocasión con fecha fue el 20 de junio de 1897, día en que se efectúa la conducción del cadáver del militar coruñés Sánchez Bregua. Fruto de su labor fue la cinta Entierro del general Sánchez Bregua, que junto con Fábrica de gas, Plaza de Mina y Orzán, oleaje se ofrecen al público coruñés un domingo de octubre de 1897 [LVG 17-10-1897, 3(5)]. De esta manera pensaría Sellier sustraerse a reproches como los enunciados en mayo pasado, y al mismo tiempo hacer que los espectadores se pudieran ver, directa o indirectamente (imágenes conocidas de la ciudad) en la pantalla.

Sellier hace ahora sus proyecciones en el bajo en donde tiene su estudio fotográfico, en la calle de San Andrés, n.º 9. Es bastante probable que se decidiera por su propio local fotográfico como salón de cine, puesto que el ayuntamiento de la ciudad denegó el permiso solicitado por Sellier para «colocar un pabellón en el paseo de Méndez Núñez, con el fin de dar funciones durante el verano con un aparato denominado cinematógrafo»17. El escrito denegatorio indicaba al peticionario que podía instalarlo en otro lugar, para lo que debía hacer otra solicitud.

Sellier comienza una actividad exhibidora comparativamente importante, puesto que -aunque no diariamente- va a proseguir con sus proyecciones hasta comienzos de diciembre, es decir, durante casi dos meses. En octubre, a las cintas coruñesas mencionadas añade San Jorge, salida de misa [LVG 10-11-1897, 3(5)].

Por desgracia, ninguna de las cintas rodadas por Sellier se ha conservado, lo que, como es de suponer, limita básicamente nuestro estudio a fuentes archivísticas y hemerográficas, como hemos señalado al comienzo (cfr., supra y n. 2). Pero los títulos, y su concepción, permiten ver una adaptación a las circunstancias locales del modelo Lumière y por lo tanto -conociendo además las posibilidades técnicas de los primeros aparatos- definir a grandes rasgos el tipo de películas fotografiadas y exhibidas por el pionero franco-coruñés.

Sin duda sólo un detenido análisis de las imágenes concretas de cada filme nos permitiría calibrar la capacidad del operador para la elección del encuadre y la captación (dada la cortísima duración de cada cinta y la ausencia de visor) de lo esencial del evento o del fragmento de realidad que hubiese decidido impresionar18). Deberemos conformarnos, entonces, con afirmar que los modos de rodaje hubieron de corresponderse con los de las inmediatamente anteriores películas de Lumière, que, utilizando la terminología burchiana, configuran algunos de los rasgos definitorios del Modo de Representación Primitivo: plano único y determinada frontalidad rigurosa, encuadre escogido de tal forma que los personajes ocupen aproximadamente la mitad de la altura de la pantalla cuando salen de campo (el llamado plano de conjunto primitivo), fuerte sensación de profundidad. Tan obvia suposición se ve corroborada, y enriquecida, en este caso a través del estudio de la ingente y destacada obra fotográfica de Sellier, parte de la cual ha sido conservada en archivos públicos19, colecciones privadas y, de sumo interés para nosotros, publicaciones como Nuevo Mundo, de Madrid, en la que, desde los últimos años del XIX, colaboró como reportero gráfico de su corresponsal en La Coruña, Lino Pérez Lastres20.

Es precisamente en el n.º 184 de Nuevo Mundo, de 14 de julio de 1897, donde aparece la crónica sobre el fallecimiento, y multitudinario entierro, del que fuera ministro de la Guerra, diputado a Cortes y periodista, general Sánchez Bregua, nacido en la ciudad herculina. Dos fotografías de Sellier del paso del carro fúnebre y de la comitiva por la céntrica calle Real ilustran el reportaje de un acontecimiento, que constituye también el motivo de una de sus primeras películas, Entierro del general Sánchez Bregua. Diversos factores nos inducen a pensar que, si no idéntico, poco pudo variar el emplazamiento del cinematógrafo Lumière accionado por Sellier del de su cámara fotográfica, lo que nos sitúa, en el peor de los casos, ante una suerte de fotografía de rodaje, del mismo autor que el film, y con un punto de vista muy similar sobre el referente en cuestión21.

Sellier opta por colocar su cámara fuertemente picada sobre el cortejo fúnebre y en decidida oblicuidad con respecto a la calle, de manera que aquel atraviesa el encuadre en diagonal descendente de izquierda a derecha, hasta salir de campo por la parte inferior de este último lado. De esta forma no sólo queda constancia de la ceremoniosidad solemne del desfile (con la presencia de altos representantes militares, políticos y religiosos) sino (gracias a la profundidad de campo) de la imbricación del mismo en la vida ciudadana -«el profundo respeto y el acendrado cariño» que se le profesaba, como indica la crónica- con numerosos coruñeses asistiendo al acto, bien directamente, bien desde portales o balcones.

Nada discordante, en definitiva, con los criterios fotográficos imperantes en la época, popularizados por los paisajes urbanos de la tarjeta postal ilustrada, ahora animada por el movimiento, que sigue pautas previsibles en sus líneas generales pero absolutamente aleatorias en los detalles. Una dispersión sígnica que dificulta la lectura y aproxima la imagen a la observación microscópica de un biólogo. Como señala Burch, «todos los (...) cuadros-documento que participan en la constitución del modelo Lumière me parece que en última instancia revelan una idéntica dirección: escoger un encuadre tan apto como sea posible para atrapar un instante de realidad, y filmarlo luego sin ninguna preocupación ni de controlar, ni de centrar la acción».22

Como ya indicamos, cada operador trataba de adaptar dicho modelo a las circunstancias concretas del lugar (buscando, como es lógico, la identificación de un público potencial por el que el cinematógrafo tenía que luchar contra otros espectáculos populares) y los títulos de Sellier muestran a la perfección aspectos destacados de la configuración social, económica o relevantes de la vida urbana gallega, coruñesa, a finales del pasado siglo.

San Jorge, salida de misa (1897) se corresponde a un patrón eminentemente hispano: poco antes del filme de Sellier, Fructuoso Gelabert rueda en Barcelona Salida del público de la iglesia parroquial de Sants (agosto, 1897)23. Otros títulos, como Fábrica de gas (1897), Matadero, salida de operarios (1898) o Descarga de carbón (1898), trasladan directamente modelos franceses a los sectores más destacados de la industria de la ciudad, de igual forma que la última citada, junto a Orzán, oleaje (1897) y Temporal en Riazor (1898) conceden merecido protagonismo a la mar, elemento básico de la economía y la propia configuración urbana coruñesa. La repercusión local de los acontecimientos históricos es también resaltada por el operador y, como en otras zonas españolas, Sellier recoge con su cámara las trágicas huellas de la guerra en Cuba con su Desembarco de los heridos de Cuba en nuestro puerto (1898).

En 1898, Sellier extiende su actividad a, prácticamente, todo el año, con la que abarca no sólo su ciudad sino también Vigo, a donde viajará en el mes de noviembre.

Introduce en el programa de películas Lumière alguna de las suyas propias:

Rusia: desfile de artillería. Jugadores de naipes. Inglaterra, jubileo de la Reina. Argel: calle Bab-Azoum. Señoritas gimnastas. Temporal en Riazor [en LVG 17-8-1898, 3(5)]24.

Paulatinamente, acompañando a cintas coruñesas ya exhibidas, Sellier presenta alguna nueva:

Descargando de a bordo, LVG 21-8-1898, 3(5).

Desembarco, LVG 28-8-1898, 3(4).

Matadero: salida de operarios, LVG 3-9-1898, 3(5).

El 13 noviembre de 1898, Sellier comienza en Vigo sus proyecciones con el cinematógrafo en el teatro Tamberlick. No reproduce el periódico Faro de Vigo (FV) título alguno de los programas aunque sí apostilla (el día anterior) la personalidad de Sellier con los términos de «conocido fotógrafo que se halla establecido en La Coruña»25.

Después de Vigo, sabemos que Sellier estuvo en Ferrol. La prensa ferrolana nos dice que en enero de 1899 hizo funcionar su aparato como complemento de diversas atracciones que se ofrecían en el Circo Ferrolano, espectáculo desarrollado por una compañía de variedades26.

«La exhibición del Cinematógrafo Lumière, presentado por el Sr. Sellier, gustó extraordinariamente. La instalación, para ser provisional, resulta bastante bien hecha y las vistas se presentan llenas de luz, de color y de vida» [ECG 11-1-1899, 2(3)].

Hasta final de mes, y a pesar del mal tiempo, el cinematógrafo funcionó diariamente, si bien algunas veces «con exceso de oscilación» [ECG 20-1-1899, 2(3)], pero con el atractivo de que algunas cintas eran coloreadas (id. id.).

Sellier, aparte de ser, por residencia, el primer gallego que filmó imágenes en movimiento, tiene la primacía de haber sido el exhibidor que introdujo el espectáculo cinematográfico en Santiago de Compostela, aunque no exista constancia periodística del hecho. Varios títulos que se ofrecen durante las programaciones de la presentación comercial son los de las cintas que Sellier había ofrecido en otros lugares, comenzando por su ciudad de residencia27. El cine había sido presentado en Santiago a comienzos de enero de 1900, en una sesión científica en El Ateneo de la población, de la mano de un profesor de la universidad de Santiago de Compostela y de un fotógrafo local. Pocos días después, los compostelanos podían asombrarse ante las imágenes en movimiento al adaptarse, como local cinematográfico, un bajo comercial de la calle de la Rúa del Villar, a pesar de las dificultades del suministro de luz eléctrica28.

De la relativa comodidad de las exhibiciones en La Coruña y en Vigo, Sellier había pasado por las desapacibles de Ferrol, en pleno invierno, y por las poco dotadas de Santiago de Compostela.

La repetición de las cintas de Sellier, en diversos lugares de Galicia, hace que nos temamos que las cintas tuvieran que haber sufrido un desgaste muy grande, cuando no desgarramientos irreparables. Nuestra búsqueda de alguna de esas peliculitas, hasta ahora infructuosa, puede hacer variar esas suposiciones, en caso de hallazgo fortuito. Asimismo, negativo ha sido el resultado de una petición de datos al Institut Lumière, de Lyon. Su director, B. Chardère, en contestación de mayo pasado nos ha constatado que, por la inexistencia de archivos en el centro (procedentes del Chateau Lumière) es «impossible donc de vous apporter la moindre précision sur Sellier».

En Santiago, el espectáculo se prolongó durante más tiempo en su presentación que en ningún otro lugar de Galicia, con lo que la tardanza cierta de su difusión se equilibra con una mayor permanencia.

A partir de este momento, las noticias que conectan la actividad de Sellier con el cine dejan de producirse, o por lo menos no las hemos registrado. Ello nos hace pensar que se retiró de esta faceta dedicándose a su actividad primitiva, de la que sí sigue habiendo reseñas periodísticas.

En 1914, cuando el cinematógrafo se había reducido a cine y constituía una distracción pública casi dominante para los ratos de ocio de los ciudadanos, LVG habla de Sellier como fotógrafo asentado en San Andrés, 9, y como introductor del cinematógrafo (lo que no se puede asegurar que sea rigurosamente exacto): «él fue quien nos dio a conocer el cinematógrafo con películas locales, muy hermosas por cierto, impresionadas por él» [LVG 9-8-1914, 2(5)]. En caso de que Sellier hubiera continuado con su pionera labor, el periodista no podía haberla dejado de mencionar.

Tras una búsqueda casi detectivesca por las lápidas de los nichos y sepulturas del cementerio de San Amaro, en La Coruña, hemos podido encontrar la del fotógrafo, y a partir de la fecha de la lápida llegar a la constatación administrativa y periodística de su muerte.

José Sellier fallece en La Coruña, en su casa de Juan Flórez 138, en la madrugada del día 21 de noviembre de 1922. En la esquela publicada en LVG de 22-11-1922, pág. 5, no se indica la celebración de funeral alguno, sino solamente la hora de la conducción del cadáver al cementerio general. En la sección de necrología del mismo periódico no se hace alusión alguna a la actividad que había desempeñado en vida (id., pág. 2). Por otra parte, en el acta de defunción del Registro civil de La Coruña queda inscrito como «propietario» de profesión29.

La imposibilidad material de un estudio más completo sobre la obra fílmica de José Sellier Loup no es impedimento para resaltar, y difundir, la labor de uno de los primeros cineastas españoles, al parecer desconocido en las historias generales de nuestro cine.





 
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