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91

Historia de Santiago, t. II, pág. 348.

 

92

Amunátegui, lug. cit.

 

93

Nos hallábamos inciertos sobre el origen de esta composición; pero el empleo de la palabra infundia, manifiesto chilenismo, según el Diccionario de don Z. Rodríguez, nos induce a naturalizarla entre nosotros. El diccionario de nuestra lengua tampoco da la acepción de pindajos.

 

94

Prólogo a la Historia de la literatura en Nueva Granada, Bogotá, 1867.

 

95

Littérature au XVIII siècle, t. II, pág. 2.

 

96

Guerra de Chile, pág. 1.

 

97

Comentarios, parte 2.ª, lib. 8, cap. 13.

 

98

Guizot, Corneille et son temps, pág. 86.

 

99

Poesía chilena, pág. 76.

 

100

Estos versos tan genuinamente chilenos nos recuerdan involuntariamente la carta de don José Antonio Rojas a su futuro hermano político don Judas José de Salas, que a la sazón residía en Lima, en que aburrido de los negocios de España, le decía entre otras cosas. «Cuídese usted para que vaya a gozar de Chile como don Manuel, a quien contemplo ya guaso rematado, pues se emplea en andar viendo las famosas carreras de caballos y divertido con aquellos nobles brutos. ¡Dios nos dé a los dos vida para que lo acompañemos, y olvidemos los guayes y volvamos a nuestras ollas de Egipto, esto es, a nuestros dichos: ¿Qué querís? ¿y vos? de nuestra santa tierra. Yo por mí tengo hecho el ánimo de largar el maldito surtú en cuanto pise la tierra de Buenos-Aires, tomar con mucho gusto mi ponchito, un buen lazo de aquellos que tienen nuestros paisanos para ir a misa, y dejarme ir hasta casa. Eso de té y café desde ahora para entonces lo renuncio. Una ulpada o dos mates, valen más, que al fin esta es nuestra leche». Amunátegui, Crónica de 1810, t. II, pág. 33.